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ello se agregó la concesión de feriado escolar el día 24 de octubre, la confección y colocación de retratos del Libertador en las salas de clases de todos los establecimientos educacionales fiscales, la realización de diversos actos públicos, conferencias, concursos literarios e historiográficos y la emisión de estampillas conmemorativas. Los actos oficiales contaron con la asistencia de autoridades nacionales y distinguidas visitas extranjeras. Otro tanto ocurrió en 1979, al celebrarse el bicentenario de su natalicio. La primera referencia a estas celebraciones data de 1974, cuando se dispuso el estudio de las bases para establecer el mausoleo que albergaría los restos mortales de O’Higgins. Al mismo tiempo se determinó que 1978 sería el “Año del Libertador Bernardo O’Higgins”, programándose un cúmulo de actividades a realizar a partir de mayo de ese mismo año: ceremonias cívico militares a lo largo de todo el país y en las representaciones diplomáticas chilenas en el exterior, incluyéndose, en estas últimas, el obsequio de óleos del Libertador y réplicas de su espada a los gobernantes de los países americanos; emisión de sellos postales alusivos y distribución de oleografías que recordaban su vida y obra; exposiciones, conferencias y concursos literarios y artísticos; donación de bustos en ciudades, escuelas e instituciones; eventos deportivos; condecoración con la medalla “Bicentenario del Natalicio del Libertador Bernardo O’Higgins” a los estandartes de las escuelas matrices de las Fuerzas Armadas y Carabineros y

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a las banderas de otros países, tales como Argentina, Colombia, Ecuador, Panamá, Perú y Uruguay. El acto central tuvo lugar el 20 de agosto de 1979, cerrándose el “Año del Libertador” con la inauguración del Altar de la Patria, obra arquitectónica situada en el espacio que hasta ese momento era conocido como Plaza Bulnes, donde se instaló el monumento ecuestre inaugurado en 1872 y, en un nivel subterráneo, la cripta de O’Higgins. Ese día, los restos del Libertador —que se mantenían en custodia en la Escuela Militar, en cuyo museo hasta hoy se conserva el féretro usado en su repatriación desde el Perú—, fueron trasladados en una carroza fúnebre y luego colocados en una cureña que fue tirada por caballos percherones blancos y transportada por la Alameda. Llegando al sitio, el nuevo y pequeño féretro fue tomado por dos cadetes de la Escuela Militar y dos de la Escuela Naval, quienes encabezaron la procesión que fue seguida por el Jefe de Estado, La Junta de Gobierno y otras autoridades. Los actos concluyeron con un desfile en el que según los registros de la prensa tomaron parte 25.000 personas pertenecientes a las Fuerzas Armadas, Carabineros, Defensa Civil, clubes de huasos, instituciones educacionales, centros de madres, etc. Treinta y un años más tarde, en 2010, el mismo sitio, profundamente remodelado, sirvió de escenario central para la celebración del Bicentenario de la independencia.


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