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Sobre esta publicación * A modo de introducción: una

*Sobre esta publicación

POR ANA MARÍA GÓMEZ BERNAL Y DIANA MARCELA CAMELO PINILLA

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El barrio y el proceso de esta investigación

Bosque Calderón Tejada es un barrio de Bogotá que los citadinos en general conocen poco, incluido el hecho de que se encuentra ubicado en los cerros Orientales del sector de Chapinero.

El barrio limita al occidente con la Universidad Manuela Beltrán y la avenida Circunvalar; al sur, con terrenos de la Institución Universitaria Politécnico Gran Colombiano y con una parte del barrio El Castillo; y al norte, con la calle 61B. En lo que respecta al oriente, no cuenta con un límite definido1. El barrio como conjunto se divide en dos sectores, denominados lote 4 y lote 52 , que corresponden a la división de los terrenos que poseía Luis Calderón Tejada (terrateniente bogotano y a quien se le debe el nombre del barrio, como se leerá más adelante) como titular de

1 Si se tomara el límite oriental del barrio de acuerdo a las vías que existen hoy en día, correspondería a la transversal 7E. Sin embargo, existen edificaciones incluso más arriba, en calles sin nomenclatura.

2 Para efectos de esta publicación, la referencia al barrio Bosque Calderón Tejada incluye ambos sectores (lote 4 y lote 5). Esta división interna de los lotes no da cuenta de ninguna diferencia física en el barrio, pero debido a algunos desacuerdos personales de sus habitantes, desde 2009 cada zona cuenta con su propia Junta de Acción Comunal (JAC). Al respecto, es necesario mencionar que la primera JAC cubría los lotes 4 y 5 y obtuvo personería jurídica en 1972; sin embargo, los habitantes de lote 5 solicitaran una JAC aparte que obtuvo personería jurídica en 2009.

TRAZADO GENERAL DEL BARRIO. SE RESALTA EN ROJO LA VÍA PRINCIPAL. INTERVENCIÓN DE DIANA CAMELO A PARTIR DE IMAGEN SATELITAL DE GOOGLE EARTH PRO, 2022

estos a inicios de siglo XX, y que fueron repartidos entre sus herederos en 1946, luego de su muerte3 .

Con casi un siglo de existencia, este barrio mantiene el carácter de ilegalidad, lo que ha conllevado, entre otras dinámicas, a que sus habitantes se encuentren de forma permanente en riesgo de desalojo. Esto, a su vez, impide que, como a los barrios reconocidos oficialmente, le sean destinados dineros públicos que puedan ser invertidos en obras y proyectos de desarrollo de carácter distrital; por esta razón sus habitantes no pueden esperar de parte del gobierno local mejoras en vías, parques o equipamientos en general.

3 El barrio Bosque Calderón Tejada no debe confundirse con el Bosque Calderón, que comprendía un barrio hoy desaparecido, ubicado en la calle 53 entre la carrera 5.ª y la transversal 1.ª, y que pudo legalizarse hacia el año 1985, cuando todos los habitantes de aquel sector vendieron sus propiedades. De acuerdo con la investigadora María Antonia Jiménez de Obregón, los habitantes del Bosque Calderón también fueron en sus orígenes trabajadores de la familia Calderón. Ver: María Antonia Jiménez de Obregón, “El Bosque Calderón de la 53: un proceso duro pero lleno de esperanza” (Centro de Investigación y Educación Popular [Cinep], Bogotá, documento inédito, 1994).

En 2020, y como arquitectas investigadoras, propusimos este barrio como objeto de estudio para la Beca de Investigación Histórica de un Barrio de Bogotá, del programa Distrital de Estímulos del IDPC, ya que resultaba particular que, como parte de la configuración histórica y urbana de la ciudad, un barrio en condición de ilegalidad se mantuviera desde hace tantos años en el sector de Chapinero, rodeado de viviendas de alto nivel económico. El objetivo de esta beca era “fomentar propuestas de investigación de carácter histórico y de memoria sobre un barrio de la capital, que permitieran su reconocimiento como testimonio de un proceso de conformación del hábitat de un grupo social determinado”. En este sentido, Bosque Calderón Tejada se constituyó en el mejor ejemplo de un barrio poco estudiado, quizás a causa de su carácter informal dentro de la lógica urbana y académica tradicional, y con una inmensa riqueza respecto a sus particulares procesos sociales, de memoria y resistencia en el territorio.

Para desarrollar una investigación, Bosque Calderón Tejada es un barrio al que no resulta fácil entrar, en sentido físico y metafórico: físicamente, porque se encuentra sobre los cerros, al oriente —y separado— del núcleo urbano de la ciudad. Carga, además, con el estigma de ser un lugar peligroso que no cuenta con un sistema consolidado de transporte público que permita acceder a este fácilmente y recorrerlo.

En cuanto al sentido metafórico, se podría decir que no es fácil entrar en el barrio porque no hay muchos estudios publicados sobre la zona y, a partir de estas fuentes, es poco lo que se llega a saber de la comunidad que lo habita. Tal y como se verá en el desarrollo de esta publicación, el Bosque Calderón Tejada podría reconocerse inicialmente como un barrio obrero producto de la autogestión. En ese sentido, resulta importante mencionar que, en el campo de los estudios históricos socia-

les en Colombia4, existen investigaciones sobre los procesos de consolidación de algunos de estos barrios, dentro de las que se destacan las desarrolladas por autores e instituciones reconocidos como Mauricio Archila, Alfonso Torres Carrillo y el Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep)5. En algunas de ellas se encuentran testimonios sobre Bosque Calderón Tejada, pero no priman los componentes de memoria o identidad, lo que ha conllevado que este territorio no sea protagónico y ni siquiera mencionado lo suficiente en las narraciones que existen sobre la historia social, cultural y territorial de la capital. Dicha omisión implica pasar por alto la huella que este sector ha dejado en la trama de la ciudad y la incidencia que ha tenido en su propio funcionamiento sistémico.

Si bien lo anterior, los habitantes del Bosque Calderón Tejada en cierta medida se han acostumbrado al tema de las entrevistas y a que haya gente investigando el sector. Estudiantes universitarios, funcionarios de entidades de la alcaldía —por ejemplo, de la Secretaría de Hábitat, del Instituto de Desarrollo Urbano (IDU) o del Instituto Distrital de Gestión de Riesgo y Cambio Climático (Idiger)—, abogados, inversionistas, investigadores de cualquier tipo —como nosotras— y hasta repenti-

4 Una de las corrientes historiográficas del materialismo histórico que en Colombia ha generado investigaciones en torno a la población obrera es la denominada historia desde abajo, la cual rescata la narración histórica de las poblaciones más vulnerables de la sociedad. El concepto fue planteado por Georges Lefebvre y uno de sus exponentes es el reconocido historiador Eric Hobsbawm. 5 Mauricio Archila es historiador y docente de la Universidad Nacional de Colombia y ha realizado importantes investigaciones en historia social contemporánea latinoamericana. Alfonso Torres Carrillo es docente de la Universidad Pedagógica Nacional y ha desarrollado investigaciones sobre movimientos sociales. El Cinep ha sido desde 1972 un centro de investigación especializado en realizar procesos de educación popular para fortalecer organizaciones y comunidades. Véanse: Mauricio Archila Neira, Cultura e identidad obrera. Colombia 1910-1941 (Bogotá: Cinep, 1991); Mauricio Archila Neira, Idas y venidas, vueltas y revueltas. Protesta social en Colombia, 19581990 (Bogotá: Icanh; Cinep, 2005); Alfonso Torres Carrillo, La ciudad en la sombra. Barrios y luchas populares, 1950-1977 (Bogotá: Cinep, 1993); Alfonso Torres Carrillo, “Barrios populares e identidades colectivas”, Serie Ciudad y Hábitat, 1999, http://datateca.unad.edu.co/contenidos/90160/AVA_2.X/Entorno_de_Conocimiento/barrios_populares.pdf

nos dueños de algún terreno que aparecen de la nada frecuentan el barrio buscando información. Sus habitantes, por una parte, están habituados a tener que defenderse y, por la otra, a contestar las mismas preguntas de siempre: “Acá no había acueducto ni luz”, “Sacábamos el agua de la quebrada para cocinar, lavábamos la ropa en la quebrada, nos alumbrábamos con velas y nuestros padres trabajaban en las canteras sacando piedra”, “No somos invasores: estas tierras se las dejaron los Calderón a nuestros padres en pago por su trabajo”.

Esa parte de la historia la tienen clara los actuales pobladores del barrio, aunque de esos tiempos lejanos solo queda la cicatriz de las canteras en la montaña. Ya no se explotan las tierras y ahora los habitantes del sector tienen todos los servicios, incluyendo gas natural e internet.

No obstante lo anterior, desarrollamos la investigación a través de varias visitas al sector y entrevistas con sus habitantes y reconocimos otra cara de Bogotá; una que goza de los privilegios de colindar con una reserva forestal, pero que igualmente sufre y resiste ante las distintas presiones de carácter inmobiliario y legal que hay sobre sus predios, aun cuando muchas de estas familias llevan habitando este territorio por más de cinco generaciones.

En ese sentido, agradecemos muy especialmente a Martha Díaz, Benedicto Galindo, Luz Marina Martínez, al padre Alberto Parra S. J., al padre Alberto Múnera S. J. y a todos aquellos que caminaron con nosotras por el barrio haciendo memoria para poder responder a tantas preguntas que hacíamos; por la generosidad con su tiempo y disposición para esta investigación, y por aportar, además de su testimonio oral, documentación y fotografías. Algunos de estos han sido anexados con su consentimiento a la publicación. Cada recorrido y entrevista contribuyeron al documento que en tan poco tiempo tuvimos que construir. Somos conscientes de que el resultado que pre-

DE ARRIBA A ABAJO Y DE IZQUIERDA A DERECHA: ESQUEMAS ELABORADOS POR MARTHA DÍAZ, CARLOS JULIO ALONSO SIERRA Y JOSEFINA AMAYA EN EL TALLER DE CARTOGRAFÍA SOCIAL, 2020. EN ESTOS DIBUJOS, LA QUEBRADA ESTRUCTURA TODO EL ESQUEMA, INCLUIDO EL DE LA VÍA.

DIBUJO ELABORADO POR ANA DELIA MELO DE ROZO EN EL TALLER DE CARTOGRAFÍA SOCIAL, 2020

DIBUJO ELABORADO POR ROSA MARÍA Y ROSA ELVIRA HERNÁNDEZ EN EL TALLER DE CARTOGRAFÍA SOCIAL, 2020 sentamos no es más que una parte de la historia y la memoria de sus habitantes, y que aún queda mucho por decir.

Adicionalmente, durante la investigación desarrollamos un taller de cartografía social con el apoyo del antropólogo Juan David Correa Aguirre y algunos habitantes del barrio para identificar los sitios e hitos que, tanto de forma individual como colectiva, son reconocidos como valiosos6. Este ejercicio de autorreconocimiento y de identificación que hicieron los habitantes en el taller de cartografía dio cuenta de un proceso de valoración en el que lo vivencial y lo simbólico ofrecieron los parámetros para evocar memorias colectivas e identidades territoriales7 .

En el taller de cartografía, estos vínculos y elementos, fueron apareciendo sobre las hojas blancas a través de dibujos. La quebrada Las Delicias fue el principal elemento en surgir y el segundo, el camino del barrio; posteriormente, aparecieron las casas y los árboles; y por último, lugares comunales como la cancha, la escuela, la casaquinta o un puente. Algunos incluyeron animales y flores. Aquellos a quienes “dibujar no se les daba” nos pidieron que dibujáramos o escribiéramos lo que nos contaban: cómo se ubicaban las casas a medida que la familia crecía, dónde vivían los vecinos de toda la vida, cómo funcionaban los chircales. Este orden de aparición de los elementos representados nos habla de la fuerte relación de los asistentes al taller con la naturaleza; las casas evocan un contexto rural que se refleja en todas sus descripciones.

6 La cartografía social es una metodología de trabajo de las ciencias sociales que permite recolectar información de manera visual y colaborativa de las relaciones de una comunidad con su territorio, a través de la elaboración de un mapa donde se identifica el lugar. 7 Los hitos los entendemos como puntos de referencia, lugares de memorias comunes, paisajes, e incluso objetos que se naturalizan en términos de afectos y arraigo y hacen parte del entorno.

SENDERO ECOLÓGICO JUNTO A LA QUEBRADA LAS DELICIAS CON VISTA HACIA EL OCCIDENTE. LA ESTRUCTURA EN CONCRETO DE LA IZQUIERDA CORRESPONDE AL INTERCONECTOR DE LA VÍA QUE PASA CERCA AL BARRIO. AL FRENTE, LA AVENIDA CIRCUNVALAR. FOTOGRAFÍA: DIANA MARCELA CAMELO PINILLA, 2020

SENDERO DE LA QUEBRADA LAS DELICIAS. FOTOGRAFÍA: CAMILO RODRÍGUEZ-IDPC, 2022 La quebrada lo estructura todo, incluso la vía principal, pues pese a que tiene continuidad más allá de esta, en varios dibujos remata allí (ver las tres primeras imágenes de la cartografía). Para algunas personas, las viviendas se ubican en torno al agua y no a la vía; se encuentran viviendas en la ronda de la quebrada que marcan el límite del barrio. Y aunque hay casas al otro lado de la quebrada, estas ya no pertenecen a la misma comunidad; se trata de vecinos que no son del barrio, pero con quienes comparten la misma historia.

La quebrada Las Delicias es tan importante que el recorrido desde la carrera Séptima hasta las cascadas es para los habitantes del barrio algo cotidiano: el camino para llegar al trabajo o la caminata habitual del domingo en la mañana. Pero también es el lugar donde cada planta sembrada y cada obra hecha para mejorar ese recorrido son reconocidas como fruto del trabajo de la comunidad. Esta es la historia que quiere ser contada al turista, a aquel que llega al sector para visitar la cascada en recorridos ecológicos.

Para nosotras el caminar el sendero de la quebrada Las Delicias fue una lenta transición que empezó en la carrera Séptima con calle 63, uno de los cruces viales que es punto de encuentro para los citadinos. Tres cuadras más arriba inicia el sendero ecológico de la quebrada, que es atravesado por la avenida Circunvalar que pasa por encima generando un eco ruidoso. El sendero continúa su trazado bordeando el barrio en un ambiente semirrural; entra a la montaña atravesando el bosque, hasta rematar en una enorme pared natural por la cual cae la cascada Las Delicias, imponente, emblemática y, sin duda, motivo de orgullo para sus vecinos que la cuidan con esmero.

Por otra parte, el recorrer el camino vial del barrio nos permitió observar sus construcciones a medida que se asciende, reconocer algunas con técnicas constructivas comúnmente vistas, mientras que otras muestran técnicas recursivas en cuanto a los materiales empleados. También identificamos la particular forma en que las viviendas se implantan en el terreno, en que crean circulaciones según la necesidad de las casas nuevas que empiezan a surgir y que serpentean reconstruyendo el concepto de “manzana”.

En definitiva, podemos decir que las entrevistas, las fuentes consultadas, los recorridos y el taller de cartografía nos permitieron encontrar la riqueza o particularidad de este barrio en la configuración social y espacial que se genera de forma orgánica en un terreno montañoso atravesado por la quebraba Las Delicias, aislado del resto de la ciudad y en constante tensión entre la legalidad y la ilegalidad. Todos estos elementos han incidido en las formas de organizarse comunitariamente y habitar una montaña; en el tipo de casas, los materiales empleados y los procesos de construcción; y en las luchas por el acceso a la vivienda digna y los servicios públicos, que dan cuenta de un sector y una trayectoria histórica e identitaria poco documentada en Bogotá.

Estructura y narrativa propuestas para esta publicación

La publicación se estructura a través de una suerte de recorrido que se presenta de forma cronológica y/o temática. Propusimos un género histórico-narrativo que combina la vivencia del equipo de trabajo al recorrer el lugar y hablar con los habitantes y líderes del barrio con los datos y documentos históricos que se fueron encontrando.

La estructura de la publicación permite entonces hablar del lugar (los cerros Orientales en el sector de Chapinero) a finales del

siglo XIX e inicios del XX, de la figura emblemática de Calderón Tejada y de la huella dejada por la explotación de recursos en la montaña. Del negocio urbanizador, el loteo del predio y la ocupación temprana del lugar por los mismos trabajadores del terreno. También, del acceso a los servicios públicos, los intentos de desalojo, la organización comunitaria y sus logros. No resultan un tema menor los procesos de autoconstrucción y los nuevos retos a nivel de ocupación y habitabilidad en un barrio que continúa creciendo y avanzando desde su condición de informalidad, siempre arraigado en la montaña y en torno a la quebrada.

Incorporamos en este diálogo planos históricos que permiten proponer un análisis del crecimiento urbano del barrio, al identificar en cada uno de los documentos los procesos de poblamiento, desarrollo y consolidación. También apostamos por una aproximación a diferentes modelos de vivienda que la comunidad habitó, desde las primeras casas construidas, como lo eran los campamentos comunitarios para los trabajadores, hasta las actuales construcciones hechas con técnicas contemporáneas. Por último, considerando la riqueza ambiental que tienen el barrio y su entorno, realizamos un acercamiento a la caracterización de las especies vegetales que enriquecen este lugar.

A través de esta publicación, reconocemos otras maneras de constituir el territorio respecto a las comúnmente narradas desde la planeación urbana oficial. También, reiteramos y hacemos visibles los esfuerzos del trabajo comunitario de los habitantes del Calderón Tejada en la mejora de sus condiciones de vida, así como el respeto que le tienen a la quebrada Las Delicias. Esta ha sido su única fuente de agua durante muchos años y el elemento estructurante de su sentir comunitario, al estar asociado con las historias de infancia, las dinámicas generadas para distribuir el preciado líquido, y las acciones y propuestas de carácter ecológico que desde hace algunos años ciertos habitantes del barrio exploran para reivindicar su presencia en este, su territorio, que también forma parte de nuestra ciudad *