Observar y deleitarse con un álbum de familia implica una especie de ritual: sacar el ejemplar guardado en la casa, abrirlo y sentir la textura del papel y de las fotografías impresas. Luego, escuchar a alguien hablar de esas fotos o bien, replicar lo que nos han contado de esas imágenes en anteriores ocasiones. El álbum de familia nos permite imaginar otras épocas, sorprendernos, o simplemente aferrarnos gratamente, a veces con nostalgia, a los recuerdos. Sin embargo, ¿qué pasa cuando el álbum familiar deja de ser aquel que se disfruta de forma íntima y privada, y se convierte en un gran álbum de ciudad? ¿Qué sucede cuando a través de la participación de muchos ciudadanos se logra crear un álbum colectivo que da cuenta de las múltiples maneras en que vivimos, recordamos, olvidamos, pero también habitamos Bogotá? De esto se trata este proyecto.