Embarazos en la Biblia hebrea y en el Nuevo Testamento - Pino Di Luccio, SJ

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ST 98 (2010) 859-869

Embarazos en la Biblia hebrea y en el Nuevo Testamento Pino DI LUCCIO, SJ*

Cuando, en el segundo relato de la Creación, el Señor se dio cuenta de que no era bueno para el Adam estar solo (Gn 2,18), modeló del suelo todo animal del campo y toda ave del cielo. Sin embargo, no encontró una ayuda que fuera adecuada para el hombre (Gn 2,20). Después de haber hecho caer un sueño profundo sobre el Adam, le quitó una de las costillas, rellenó el vacío con carne y, de la costilla que había tomado, formó una mujer (Gn 2,15-22). El Adam exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer (ishá), porque del varón (ísh) ha sido tomada» (Gn 2,23).

«Parida» originariamente por el Adam, la mujer de la Biblia hebrea es hueso y carne del hombre. En su misma carne llena la soledad y el «vacío» del hombre, pariendo hijos con dolor (Gn 3,16). En la Biblia hebrea es un asunto doloroso el llenar vacíos y parir hijos. Saray, la mujer de Abrahán, era estéril. Dio a su marido a la esclava egipcia Agar, y de ella tuvo Abrahán su primer hijo, Ismael (Gn 16,1-2). Rebeca, la nuera de Abrahán y Saray, concibió solo después de que Isaac suplicara al Señor que le fuera propicio (Gn 25,21). Raquel, esposa amada de Jacob, fue estéril durante un tiempo largo; concibió a José con la ayuda de una planta con frutos afrodisíacos (Gn 30,14-24) y murió cuando parió a Benjamín (Gn 35,16-20). Ana salía cada año con su esposo Elcaná en peregrinación al santuario de Silo; antes de que el Señor escuchara su oración y le otorgara el poder concebir, su marido le decía: *

Profesor del Pontificio Istituto Biblico. Roma. <di.lupi@hotmail.com>. sal terrae


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