

Teresa Wilms Montt Escritora
chilena



“Nada tengo, nada dejo, nada pido... Desnuda como nací me voy, tan ignorante de lo que en el mundo había. Sufrí y es el
único bagaje que admite la barca que lleva al olvido”

Presentación
Teresa Wilms Montt ha sido constantemente etiquetada como
una femme fatale, un símbolo de belleza exótica y una mujer capaz de enamorar a cualquier hombre que la conociera. Sin embargo, pocas veces se ha puesto el foco en la mujer detrás del mito: la escritora, la mística Teresa. Más allá de su pluma impecable y su profundo sentir frente a las vicisitudes de la vida, lo que más me conmueve de Teresa es su alma pura, su capacidad de bondad incluso hacia quienes la lastimaron, y su carácter sereno ante las adversidades que enfrentó. A esto se
suman su actitud desbordante, su genio risueño y extrovertido, ¡el alma de la fiesta! Fue, sin duda, una mujer única y admirable. Discúlpanos, Teresita, por haberte dejado sola en tu tiempo.
Hoy estamos aquí, para levantar tu nombre y honrar tu legado.
Biografía
Fue esposa
Teresa Wilms Montt nació en V
familia aristocrática. Fue una muj tiempo, lo que la llevó a enfrenta


Tras un matrimonio infeliz, fue separada de sus hijas y recluida en un convento. Logró escapar y vivió en el exilio en Argentina y Europa, donde escribió, publicó y se relacionó con círculos intelectuales. Su vida, marcada por la soledad y el sufrimiento, terminó trágicamente con su suicidio en París a los 28 años.

Obraspublicadasenvida
Inquietudes sentimentales (1917)
Los tres cantos (1917)
En la quietud del mármol (1918)
Cuentos para hombres que son todavía niños (1919)
Obraspóstumas
Lo que no se ha dicho (1922)
Diarios íntimos (1994)

Autodefinición

Soy Teresa Wilms Montt
y aunque nací cien años antes que tú, mi vida no fue tan distinta a la tuya.
Yo también tuve el privilegio de ser mujer. Es difícil ser mujer en este mundo.
Tú lo sabes mejor que nadie.
Viví intensamente cada respiro y cada instante de mi vida.
Destilé mujer.
Trataron de reprimirme, pero no pudieron conmigo.
Cuando me dieron la espalda, yo di la cara.
Cuando me dejaron sola, di compañía.
Cuando quisieron matarme, di vida.
Cuando quisieron encerrarme, busqué libertad.
Cuando me amaban sin amor, yo di más amor.
Cuando trataron de callarme, grité.
Cuando me golpearon, contesté.
Fui crucificada, muerta y sepultada, por mi familia y la sociedad.
Nací cien años antes que tú sin embargo te veo igual a mí.
Soy Teresa Wilms Montt, y no soy apta para señoritas
“Todo su traje consiste en una camisa negra de algo así como jersey de seda muy gruesa, atada bajo los senos con un cordón de oro. Lleva desnudas las piernas y los pies, estos últimos metidos en chinelas de raso, cuajadas de piedras. Sobre los hombros una capa de color coral encendido, adornada con plumas de avestruz, pone reflejos de fuego en su hermoso semblante bañado de una palidez intensa, casi lívida. Los ojos verdes o azules, no sé bien, tienen una expresión tranquila, mientras que los labios teñidos de púrpura se contraen con un imperceptible gesto amargo de Pierrot que cantase a la luna. Lleva el pelo corto en melena, que se riza en torno de su frente, como una aureola de oro o de sol. […] Acciona poco y tiene modales de gran dama, a pesar de que fuma sin cesar. Uno por uno van siendo consumidos los cigarrillos, que van a parar al cenicero de plata al alcance de su mano. Lleva diez o doce pulseras en cada uno de sus brazos blancos, que la capa roja no alcanza a cubrir.”
Descripción fotográfica de Teresa por Sara Hübner
Teresa Wilms Montt

InquietudesSentimentales
“Al ofrecer estas páginas al lector, no he pretendido hacer literatura. Ha sido mi única intención la de dar salida a mi espíritu, como quien da salida a un torrente largamente contenido que anega las vecindades necesarias para su esparcimiento. Escribo como pudiera reír o llorar, y estas líneas encierran todo lo espontáneo y sincero de mi alma. Allá van ellas, sin pedir benevolencias ni comentarios: van con la misma naturalidad que vuela el pájaro, como se despeja el arroyo, como germina la planta..."
“Las paredes destilan gotas de tinta roja, que resbalan hasta el tapiz, donde forman un charco escarlata. Extrañas figuras de ojos estirados me tienden una flor rara de un solo pétalo; esos ojos oblicuos con el cinismo desafiante de las cuentas pintadas, me fascinan, arrastrándome al mundo esotérico de las imaginaciones enfermizas. Para evitar los delirios, he descorrido las cortinas, y las sombras que complotaban en mi contra, se han escurrido solapadamente, como azogue, por las rendijas. El sol se despide de mis ventanas vaciando sus reflejos moribundos en los cristales, y colorando de amarillo mi balcón.”
La mañana
Los tres cantos
El crepúsculo

“Canta,almamía, cantaconelalma gemela;conlabuena almahermanaque vibra,llora,yríeenun soloimpulsocontigo! ¡Cantaconelcandor alegredelafranca sonrisayconlamirada claraquereflejala serenidaddesudulce sentir!¡Canta,alma mía,ytiendetusbrazos alamorquellega desaladoarefugiarse entuseno;daleabrigo, almamía,yestimulasu crecientevigor!”
“Reza,almamía, reza!...¡Rezaconla tardemoribunda,con lacampanadel claustrolejanoque desparramaporlos airessuquejidode metal! iRezaconlaoveja descarriadayconlos árbolesfervorosos, queinclinanhaciael lagosuscopas sombrías!
¡Reza,almamía,con elpájarosinnidoy conlapupilaciega delpozo abandonado!”
La noche
“Llora,alma mía, Ilora!iLloraconla nochedesolada,Ilora consusestrellasque sonrutilantes lágrimascristalinasde misterio!¡Lloraconla negraserenidaddel paisajeylasheladas rocasenelhorizonte esfumado;Iloraconel aveagoreraenel enredodelos cipreses,yconla sierpedesencantada enelhuecodelas montanas!”
Cuentos para hombres que son todavía niños
PARA MIS HIJAS ELISITA Y SILVIA DULCEMENTE
Elisa y Silvia
“¡Mis hijas, madre!
¡Caperucita Roja!
¡Pobre muñeca rubia, cuya historia tanto hemos escuchado sin penetrar nunca la tragedia de su alma de flor!
Como ustedes saben, Caperucita era buena, pero curiosa. Amó demasiado la plática del lobo en la soledad del bosque, olvidando los buenos consejos de su madre. ¡Era tan melifluo el ladino lobo! Sabía mirar tan hondo con sus ojos encendidos como ascuas.
Caperucita no pudo escapar de esa red hábilmente entretejida de sutiles encantos, y murió, triturado el corazón entre los dientes de aguja.
¡Pobre Caperucita Roja, frágil cosita de sueño!
¡Con qué pena debemos llorar la muerte de tu alma de flor! (...)”
Mis hijas, a quienes no tengo ni el alivio de ver a través de las rejas. (...)
¿Cómo pensar que estas hijas de mi sangre, de mi alma, de mis sacrificios, fueses para otros, para los extraños, que no las merecen ni pueden comprenderlas?
¡Madre, madre mía! (...)”
“Criaturas: las llamo, no con la voz que Dios ha dado al hombre para hablar a los que aman, las llamo con la otra voz creada en el fondo de mi ser por la desolación inmensa de mi pena.”


En la quietud de mármol
Para Anuarí: que duerme en este féretro el sueño eterno. Para
él… Anuarí mío, que nadie puede disputármelo; porque mi amor, mi amor y mi dolor, me dan derecho a poseerlo entero.
Cuerpo dormido y alma radiante. Sí, Anuarí, este libro es para
ti. ¿No me lo pediste tú una tarde, tus manos en las mías, en tus ojos mis ojos, tu boca en mi boca, en íntima comunión? Y
yo, toda alma, te dije: Sí, –besándote hondo en medio del corazón. ¿Te acuerdas, Anuarí?


Horacio Ramos Mejía (1895-1917)

Anuarí; te evoco dormido y te imagino dormido eterno.
Una sombra se esparce blandamente sobre mi alma, la divina sombra de tus pestañas, que formaban dos alas de ater ciopelada mariposa sobre tus ojeras. Sí, Anuarí. Una noche, la más feliz de mi vida, se durmió tu cabeza en mi hombro, y era tan íntima mi dulzura, que mi respiración se hizo una música para mecerte. Te dormiste, criatura mía, después de haberme estrujado el cerebro y el corazón con tus labios ávidos de juventud, como una abeja lujuriosa de néctar y perfume. Y esas sombras de tus pestañas, son las cortinas que me ocultan la luz del sol, y me llevan en vértigo confuso hacia tu grave País. Una noche, la más feliz, la única de mi vida, se durmió tu cabeza en mi pecho, y allí encontró la delicia del sueño, y buscó la almohada eterna.

Londres:
Solo en una actitud puedo descansar de la ardua tarea de vivir, tenderme en la cama los días y los días, pensar con la nuca apoyada en los brazos. Escarbar en mi cerebro con la tenacidad de un loco buscando fondo al insondable abismo en el cual estoy dando vueltas desorientada.
Oh más allá, ¿existe?
Teosofía, filosofía, ciencia, ¿qué hay de verdad en sus teorías?
Morir después de haber sentido todo y no ser nada.
Me dan ganas de reir y río con la frialdad de los polos.
¡Ah vida, no ser, no ser...!
“Nopodríaexplicarlo,pero aquí,enestemomento,hay alguienquenoveoyque respiraenmipropiopecho. ”

Liverpool

“Los que la ven pasar, esbelta y rítmica con sus “pelos” cortadas y su bastoncillo insolente, se preguntan si es una bailarina de las bailes rusos, o una parisiense fantástica, o una norteamericana tan millonaria que hasta para sus ojos ha comprado las dos esmeraldas más grandes y más puras que hay en el mundo”
Enrique Gómez-Carrilo. El liberal. Cuadro pintado por:
Julio Romero de Torres en 1920

Quiero reposar en la tierra solamente envuelta en una sábana o si
es posible en un pedazo de tierra de la fosa común...
Dejo a mis hijas Elisa y Sylvia todas mis buenas intenciones; es lo que único que poseo y mi único tesoro.
Me siento mal físicamente. Nunca he tributado a mi cuerpo el honor de tomar su vida en serio, por consiguiente no he de lamentar el que ella me abandone. Vida, sonriendo de tu tristeza
me duermo y de tus celos de madre adoptiva. En tus ojos profundos he rebrillado inconfundible la iniciativa de mi ser astral.
Solo una vez más se filtrará mi espíritu por tus alambiques de arcilla.
Vida, fuiste regia, en el rudo hueco de tu seno me abrigaste como el mar y, como a él, tempestades me diste y belleza.
Nada tengo nada dejo, nada pido. Desnuda como nací me voy, tan ignorante de lo que en el mundo había.
Sufrí y es el único bagaje que admite la barca que lleva al olvide.
“Yo tenía nueve años cuando murió mi madre. Y antes que llegara la noticia de su deceso me desperté sintiendo que sollozaba y mi cama se estremecía; estaba allí; ella me vino a avisar...”


La película relata la intensa y trágica vida de Teresa Wilms Montt, destacando su rebeldía frente a las convenciones sociales de la época, su paso por el convento tras ser separada de sus hijas, su exilio, y su recorrido por ciudades como Buenos Aires, Madrid y París. Además, muestra su relación con intelectuales de la época y su lucha contra el dolor y la soledad.


Ver película aquí


Año de estreno: 2009
Directora: Tatiana Gaviola
País: Chile
Género: Drama biográfico
Duración: 95 minutos

El macho es por naturaleza superior y la hembra inferior; uno gobierna y la otra es gobernada; este principio de necesidad se extiende a toda la humanidad.
Política (1254b 13-15)






Freud
Patriarcado
Aristóteles
Contexto histórico social
HOMBRE MUJER Lógica
Exterior
Público
Político
Cultura
Fuerza
Emoción
Intuición Interno
Doméstico
Privado
Naturaleza
Despertar femenino
Objetividad
Naturalismo, positivismo y materialismo

1893-1921
FIN DE SIGLO
Literatura finisecular
Subjetividad
Movimientos Evadirse
Enlaoficinadela propiedadregistral chilenaseinscribieron entre1886y1925unas 5.200obras,delasque226 erandemujeres

Contexto Literario Modernismo

Literatura
Decadentismo
Misticismo
Naturalismo, positivismo y materialismo
Espiritualismo




González Vergara, R. (2009). Un canto a la libertad: Teresa Wilms Montt. Editorial Debolsillo. Chile.
Marrero Miranda, E. (2015). Teresa Wilms Montt: Escritura e identidad. Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.
Wilms Montt, T. (1917). Inquietudes sentimentales. Buenos Aires, Imprenta Mercantil.
Wilms Montt, T. (1918). En la quietud del mármol. Ediciones de la Casa del Libro.
Wilms Montt, T. (1919). Cuentos para hombres que son todavía niños. Buenos Aires: Otero y Cía.
Wilms Montt, T. (1922). Lo que no se ha dicho. Editorial Nascimiento.
IlustraciónenportadadeMacarenaValdés

