SUPLEMENTO - PRENSA PATRIA ROJA EDICIÓN N 174

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MENSAJE nal, por la equidad y la defensa del medio ambiente, son vigentes y comprometen a todos los pueblos. Contra ellos atentan la política de fuerza del imperialismo y la expoliación neoliberal, una de cuyas consecuencias es la concentración de la riqueza a escala planetaria, regional y nacional hasta niveles absolutamente injustificables, mientras la pobreza, el atraso, el hambre y las enfermedades agobian a cientos de millones de hombres y mujeres en el planeta. Un ejemplo de ello es la epidemia del ébola que azota el África. No obstante, el mundo se mueve. Lo que parecía pétreo, se resquebraja. Al lado de grandes amenazas y desgracias, se abren pasos nuevas oportunidades. Está en manos de los pueblos, de su capacidad de resistencia y lucha, que esas oportunidades sean para su bien. Pero nada se conquista sin elevados ideales, sin unidad y determinación de la humanidad agredida, sin la persistencia del agua que horada las rocas. La toma de conciencia de esta necesidad es el primer paso. El segundo, actuar. China está en vías de convertirse en la primera economía del mundo. La alianza estratégica de China, Rusia y la India, países emergentes, es el inicio de un nuevo orden mundial, el paso del unilateralismo norteamericano al multilateralismo. NarendraModi, Primer Ministro de la India, ha resumido bien esta transición: “La era actual pertenece a Asia”. Felipe Gonzales, socialdemócrata español, en el informe que presentó en su calidad de presidente del “Grupo de Reflexión” al Consejo Europeo, es aún más explícito: “El mundo es atravesado por cambios rápidos. En los próximos 20 años, no sólo habrá varios polos de poder, sino que el centro de gravedad del mundo se habrá desplazado también: hacia Asia y el sur del planeta”. Y con relación al viejo continente, agrega: “los europeos nos encontramos en un punto crítico de nuestra historia”. Así es como marcha la correlación de fuerzas en este barco llamado planeta Tierra. No es casual que la estrategia del imperio norteamericano esté enfilado a impedir lo que está más allá de sus fuerzas. El problema es de tiem-

po. Así es como hay que entender su estrategia de cerco a China, de arrinconamiento de Rusia usando como pretexto Ucrania, de atracción de la India, además de su intervención militar en la despedazada Yugoslavia, en Irak, Afganistán, Libia, ahora en Siria. Sin embargo, la nueva estrategia del presidente Obama no puede dejar de reconocer que los tiempos mejores para Estados Unidos han pasado, que sus primeros signos de decadencia son ya visibles, que en lugar de seguridad ofrece inestabilidad y guerras cuyas consecuencias no puede controlar. América Latina ni Perú son ajenos a estos cambios y amenazas globales. Si es verdad que se encuentra muy debilitada su condición de “patio trasero” del imperio norteamericano así como la época en que se nos imponían dictaduras siniestras, también es cierto que muchos elementos de la dependencia económica se mantienen. Un ejemplo de ello: en 2011, las materias primeras mineras y agrícolas siguieron representando el 76 por ciento de las exportaciones en la región, mientras las manufacturas de alta tecnología apenas el 7 por ciento. No se debe perder de vista el papel determinante del conocimiento, de la ciencia y la tecnología, sin acceder a los cuales no es posible hablar de desarrollo ni modernidad. El resultado es la contracción al 1.3 por ciento de la economía en la región. La presencia de gobiernos de izquierda y progresistas en el mapa latinoamericano es una clara señal de nuevos tiempos: de búsqueda de nuevas vías y de cambio. Los avances en el proceso de integración en la región, por el cual trabajó con energía y sabiduría el presidente Chávez, significan pasos importantes en la estrategia liberadora de nuestros pueblos. El surgimiento de la CELAC, como espacio de diálogo y concertación, adquiere significación especial. La Declaración de la II Cumbre de la Habana, de enero pasado, más allá de la retórica propia de estos eventos, representa un avance importante por la presencia de todos los países de América Latina y el Caribe, por sus enunciados, pero también por la ausencia de los Estados Unidos. Queremos afirmar una vez más nuestra solidaridad con los gobiernos de izquierda y progresis-

tas de América Latina, con sus pueblos y luchas, con Cuba socialista. Estimados camaradas y amigos: Las elecciones del domingo 5 de octubre muestra la profunda crisis política en que se debate el Perú. No sólo por sus resultados cuantitativos, por la ausencia de un debate y propuestas serios, también por la presencia insultante del narcotráfico que se adueña de gobiernos regionales y municipales basado en el despliegue abrumador de recursos económicos. Crisis de la que tampoco se sustrae la izquierda. La experiencia de Lima Metropolitana es un ejemplo que debe llevarnos a reflexión para extraer las lecciones del caso. Para empezar, no se cuenta con verdaderos partidos políticos con sustento ideológico y programático, con estructura nacional y solidez organizativa, con liderazgo intelectual y moral, con capacidad de gestión autónoma de los poderes de facto económicos, mediáticos, y los que provienen de la corrupción y el narcotráfico. Domina la fragmentación, el caudillismo de circunstancia sin horizonte ni solvencia programática, la coyuntura como horizonte, el cinismo como bandera, el dinero como programa. Asfixia la mediocridad allí donde debiera haber seriedad, madurez, inteligencia y capacidad. Se ha convertido en sentido común “robar a cambio de hacer obra” y se ha transformado al ciudadano en simple elector vaciado de derechos, en producto que se compra en el mercado electoral. Lo dice bien Nicolás Lynch: “cada elección es una subasta”. Y, sin embargo, estamos obligados a entrar en ese pantano. Obligados, si, pero siempre que estemos preparados para salir limpios y dispuestos a cambiar ese pantano en terreno fértil y florido. Este es el reto, más allá de acceder a determinadas esferas de gobierno local, regional o nacional. El lamentable espectáculo que ofrece el Congreso de la República nos evita mayor explicación. La democracia es cada vez más formal que real. Y el Estado, es decir el Estado neoliberal ajustado a las reglas de mercado, fuerte para servir a los de arriba, pero débil e incompetente para servir a los de abajo. Un Estado, además, centralista, desbordado por la corrupción, el narcotráfico, la burocracia, incapaz de garantizar seguridad a la población. Es decir, el perfecto Estado subsidiario sometido al capital, a los poderes de facto. Un Estado así no puede generar sino una democracia enferma, de rótulo, en cuya trastienda los derechos fundamentales de la persona se convierten en papel amarillo. No puede haber igualdad ante la ley allí donde prevalece el más fuerte, donde la corrupción inunda el poder judicial y la fiscalía, donde la coima luce impunemente su eficiencia. No hay libertad de conciencia e información allí donde domina el pensamiento único basado en el monopolio de los medios de comunicación, en una educación mediocre que lo refuerza, en la verdad oficial, es decir del mercado omnipotente legitimado.


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