SUPLEMENTO
Órgano del C.C. del Partido Comunista del Perú
MENSAJE DEL COMITÉ CENTRAL CON OCASIÓN DEL 86 ANIVERSARIO DE LA FUNDACIÓN DEL PARTIDO
Estimados amigos y camaradas: Celebramos un año más de la fundación del Partido por el insigne intelectual y revolucionario José Carlos Mariátegui. Los tiempos que vivimos son complejos para la humanidad, para la causa socialista y para el propio partido. Y más complejo aún por las condiciones específicas del país como del escenario político que nos toca enfrentar. Queremos expresar, con la firmeza del caso, el respaldo y la solidaridad del Partido al camarada Gregorio Santos, presidente del gobierno regional de Cajamarca y presidente del MAS, injusta, arbitraria y dolosamente encarcelado por decisión política del más alto nivel en complicidad con autoridades del poder judicial, el poder económico y mediático. El masivo respaldo electoral a su candidatura el último domingo es la respuesta transparente de un pueblo digno a esa injusticia, pero también expresión de la voluntad de cambio y renovación que anima al electorado cajamarquino. Exigimos su libertad inmediata porque no hay razón que explique su confinamiento en la cárcel de Piedras Gordas. Esta victoria, conquistada en condiciones adversas, se explica por el rechazo de la población cajamarquina a la prepotencia de las mineras, por el liderazgo de Gregorio Santos construido en años de trabajo junto al pueblo, por la presencia organizada del Partido y el MAS, finalmente por una batalla llevada a cabo persona por persona, casa por casa, pueblo por pueblo, en respuesta al abuso del dinero, a la mentira y el miedo. Un saludo especial a Porfirio Medina, vice-presidente electo, y con él a todos los cama-
radas, amigos y aliados que participaron con coraje y determinación en esta jornada. Un saludo especial a Zenón Cueva, que logró posesionarse en Moquegua en segundo lugar con 42 por ciento de los votos. Estimados camaradas y amigos: El mundo se mueve a una velocidad no conocida en el pasado. América Latina no es ajena a este proceso dinámico cargado de tensiones. El Perú no se queda atrás. Esta situación exige una nueva mirada, una más rápida capacidad de responder los nuevos retos, inteligencia para entender la interrelación dialéctica de lo que pasa en el mundo, América Latina y el Perú. El problema, el verdadero problema de la izquierda peruana, también nuestro, es una cierta parálisis frente a esta realidad cambiante, una suerte de acomodamiento a una rutina de la que nos cuesta salir. Y, sin embargo, estamos obligados a salir. A nuevas situaciones corresponde nuevas respuestas, nuevos métodos, nuevos estilos de trabajo y lucha, sin que ello signifique perder el rumbo estratégico. El panorama mundial indica tiempos de cambio. El escenario posterior a la Segunda Guerra Mundial que dio paso a la llamada “guerra fría”,
terminó con el colapso de la Unión Soviética. En su lugar inició su marcha rampante el unilateralismo norteamericano, que sus líderes creyeron se extendería a lo largo del siglo XXI. Era, según Fukuyama, el fin de la historia, es decir la marcha victoriosa de su hegemonía indivisa y de predominio de la economía de mercado capitalista y la democracia occidental. No han transcurrido ni dos décadas y el panorama que se abre a la vista es otro, con un imperio atravesado por contradicciones que se acumulan, por crisis económicas que sacuden los cimientos de los países centrales del capitalismo, por la inestabilidad en su tejido de alianzas globales, por la permanente amenaza a la paz y a la seguridad, por la predominancia aplastante del capital financiero y especulativo sobre la economía real. Y, de modo particular, por la amenaza a la sobrevivencia humana debido al cambio climático y al deterioro ambiental, favorecido por el afán de consumo ilimitado y caótico, por la explotación irracional de los recursos naturales, donde sólo importa la tasa de ganancia.¡En tan solo tres siglos de capitalismo se está destruyendo lo que la naturaleza tardó miles de millones de años en construir! La lucha por la paz y el desarrollo de las naciones y pueblos, por la justicia y la democracia reales, por la soberanía e independencia nacio-
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MENSAJE nal, por la equidad y la defensa del medio ambiente, son vigentes y comprometen a todos los pueblos. Contra ellos atentan la política de fuerza del imperialismo y la expoliación neoliberal, una de cuyas consecuencias es la concentración de la riqueza a escala planetaria, regional y nacional hasta niveles absolutamente injustificables, mientras la pobreza, el atraso, el hambre y las enfermedades agobian a cientos de millones de hombres y mujeres en el planeta. Un ejemplo de ello es la epidemia del ébola que azota el África. No obstante, el mundo se mueve. Lo que parecía pétreo, se resquebraja. Al lado de grandes amenazas y desgracias, se abren pasos nuevas oportunidades. Está en manos de los pueblos, de su capacidad de resistencia y lucha, que esas oportunidades sean para su bien. Pero nada se conquista sin elevados ideales, sin unidad y determinación de la humanidad agredida, sin la persistencia del agua que horada las rocas. La toma de conciencia de esta necesidad es el primer paso. El segundo, actuar. China está en vías de convertirse en la primera economía del mundo. La alianza estratégica de China, Rusia y la India, países emergentes, es el inicio de un nuevo orden mundial, el paso del unilateralismo norteamericano al multilateralismo. NarendraModi, Primer Ministro de la India, ha resumido bien esta transición: “La era actual pertenece a Asia”. Felipe Gonzales, socialdemócrata español, en el informe que presentó en su calidad de presidente del “Grupo de Reflexión” al Consejo Europeo, es aún más explícito: “El mundo es atravesado por cambios rápidos. En los próximos 20 años, no sólo habrá varios polos de poder, sino que el centro de gravedad del mundo se habrá desplazado también: hacia Asia y el sur del planeta”. Y con relación al viejo continente, agrega: “los europeos nos encontramos en un punto crítico de nuestra historia”. Así es como marcha la correlación de fuerzas en este barco llamado planeta Tierra. No es casual que la estrategia del imperio norteamericano esté enfilado a impedir lo que está más allá de sus fuerzas. El problema es de tiem-
po. Así es como hay que entender su estrategia de cerco a China, de arrinconamiento de Rusia usando como pretexto Ucrania, de atracción de la India, además de su intervención militar en la despedazada Yugoslavia, en Irak, Afganistán, Libia, ahora en Siria. Sin embargo, la nueva estrategia del presidente Obama no puede dejar de reconocer que los tiempos mejores para Estados Unidos han pasado, que sus primeros signos de decadencia son ya visibles, que en lugar de seguridad ofrece inestabilidad y guerras cuyas consecuencias no puede controlar. América Latina ni Perú son ajenos a estos cambios y amenazas globales. Si es verdad que se encuentra muy debilitada su condición de “patio trasero” del imperio norteamericano así como la época en que se nos imponían dictaduras siniestras, también es cierto que muchos elementos de la dependencia económica se mantienen. Un ejemplo de ello: en 2011, las materias primeras mineras y agrícolas siguieron representando el 76 por ciento de las exportaciones en la región, mientras las manufacturas de alta tecnología apenas el 7 por ciento. No se debe perder de vista el papel determinante del conocimiento, de la ciencia y la tecnología, sin acceder a los cuales no es posible hablar de desarrollo ni modernidad. El resultado es la contracción al 1.3 por ciento de la economía en la región. La presencia de gobiernos de izquierda y progresistas en el mapa latinoamericano es una clara señal de nuevos tiempos: de búsqueda de nuevas vías y de cambio. Los avances en el proceso de integración en la región, por el cual trabajó con energía y sabiduría el presidente Chávez, significan pasos importantes en la estrategia liberadora de nuestros pueblos. El surgimiento de la CELAC, como espacio de diálogo y concertación, adquiere significación especial. La Declaración de la II Cumbre de la Habana, de enero pasado, más allá de la retórica propia de estos eventos, representa un avance importante por la presencia de todos los países de América Latina y el Caribe, por sus enunciados, pero también por la ausencia de los Estados Unidos. Queremos afirmar una vez más nuestra solidaridad con los gobiernos de izquierda y progresis-
tas de América Latina, con sus pueblos y luchas, con Cuba socialista. Estimados camaradas y amigos: Las elecciones del domingo 5 de octubre muestra la profunda crisis política en que se debate el Perú. No sólo por sus resultados cuantitativos, por la ausencia de un debate y propuestas serios, también por la presencia insultante del narcotráfico que se adueña de gobiernos regionales y municipales basado en el despliegue abrumador de recursos económicos. Crisis de la que tampoco se sustrae la izquierda. La experiencia de Lima Metropolitana es un ejemplo que debe llevarnos a reflexión para extraer las lecciones del caso. Para empezar, no se cuenta con verdaderos partidos políticos con sustento ideológico y programático, con estructura nacional y solidez organizativa, con liderazgo intelectual y moral, con capacidad de gestión autónoma de los poderes de facto económicos, mediáticos, y los que provienen de la corrupción y el narcotráfico. Domina la fragmentación, el caudillismo de circunstancia sin horizonte ni solvencia programática, la coyuntura como horizonte, el cinismo como bandera, el dinero como programa. Asfixia la mediocridad allí donde debiera haber seriedad, madurez, inteligencia y capacidad. Se ha convertido en sentido común “robar a cambio de hacer obra” y se ha transformado al ciudadano en simple elector vaciado de derechos, en producto que se compra en el mercado electoral. Lo dice bien Nicolás Lynch: “cada elección es una subasta”. Y, sin embargo, estamos obligados a entrar en ese pantano. Obligados, si, pero siempre que estemos preparados para salir limpios y dispuestos a cambiar ese pantano en terreno fértil y florido. Este es el reto, más allá de acceder a determinadas esferas de gobierno local, regional o nacional. El lamentable espectáculo que ofrece el Congreso de la República nos evita mayor explicación. La democracia es cada vez más formal que real. Y el Estado, es decir el Estado neoliberal ajustado a las reglas de mercado, fuerte para servir a los de arriba, pero débil e incompetente para servir a los de abajo. Un Estado, además, centralista, desbordado por la corrupción, el narcotráfico, la burocracia, incapaz de garantizar seguridad a la población. Es decir, el perfecto Estado subsidiario sometido al capital, a los poderes de facto. Un Estado así no puede generar sino una democracia enferma, de rótulo, en cuya trastienda los derechos fundamentales de la persona se convierten en papel amarillo. No puede haber igualdad ante la ley allí donde prevalece el más fuerte, donde la corrupción inunda el poder judicial y la fiscalía, donde la coima luce impunemente su eficiencia. No hay libertad de conciencia e información allí donde domina el pensamiento único basado en el monopolio de los medios de comunicación, en una educación mediocre que lo refuerza, en la verdad oficial, es decir del mercado omnipotente legitimado.
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MENSAJE No existe identidad étnica y cultural cuando no se la garantiza de hecho a todas las personas por igual. El derecho a la protección de la salud o el derecho a la educación que consagra la Constitución de 1993 es más lirismo que realidad. Su privatización intensiva es ya su negación. El 40 por ciento o más de la educación en el Perú es de carácter privado, mientras en Estados Unidos, cuna del neoliberalismo, apenas el 11 por ciento. No hay libertad de mercado donde se instalan los monopolios, se concentra la riqueza en pocas manos, se desprotege al pequeño y mediano productor que representan más del noventa por ciento de trabajadores por cuenta propia, tendencia que fortalece el neoliberalismo. No habrá integración económica ni desarrollo allí donde prevalece el centralismo. Necesitamos más descentralización y más integración. La recentralización que reclama la derecha perpetúa una de las causas centrales del atraso nacional. Como es conocido, el crecimiento de la economía a partir de 2002 fue presentado como la bailarina estrella del proyecto neoliberal. Hubo crecimiento, sí, pero con una base frágil: su dependencia del mercado externo. En segundo lugar, tributario de la exportación de materias primas. Esta etapa expansiva ha llegado a su cenit. El resultado es que no tenemos el desarrollo esperado ni una justa distribución de la riqueza. Y lo que se vislumbra es recesión y amenaza de crisis, consiguientemente más pobreza y menos fuentes de trabajo, más recortes de los escasos derechos sociales de los trabajadores, más concesiones leoninas al capital transnacional, que ya está en marcha. Lo cierto es que observamos casi impotentes cómo se profundizan las llamadas “reformas” neoliberales, cómo sigue avanzando la privatización y se dejan de lado normas ambientales, cómo se parcela el país entregando en concesión inmensos territorios. La voracidad del capitalismo y las transnacionales es tal que nada los satisface. Con el mito del crecimiento se oculta quienes son sus verdaderos beneficiarios, la degradación ambiental, el autoritarismo encubierto, la destrucción de valores fundamentales como la solidaridad barrida por el egoísmo y el individualismo, la identidad sometida al exitismo, o el hecho de que solamente el 12 por ciento de trabajadores tienen trabajo decente. Si esto ocurre con tanta facilidad se explica por una razón de fondo: la debilidad de las fuerzas de resistencia sumada a la precariedad de la construcción de alternativas. Su fortaleza reside, en parte fundamental, en la debilidad ideológica, política y de acción de las izquierdas, el progresismo y el movimiento popular, y ésta, a su vez, se asienta en la dispersión de nuestras fuerzas directas e indirectas, en la endeblez de nuestras organizaciones políticas, en el divorcio de éstas respecto de las masas populares, acentuada por el estilo burocrático así como la falta de iniciativa y capacidad para responder política y socialmente. Sin articulación de la lucha política, social, étnica, cultural y de ideas guiadas por una estrategia, táctica y programa básico común, cediendo
al espíritu de aldea, sin entender que sólo la unidad, la organización y la claridad de rumbo abren las puertas de la victoria, seguiremos entregándole el terreno a la derecha “bruta y achorada”, permaneceremos a la defensiva, permitiremos que los elementos anárquicos encuentren espacio para la confusión y la derrota. Una izquierda colocada a la defensiva, sin iniciativa, carente de líderes firmes y consecuentes, estará condenada a la parálisis y a la sobrevivencia, que es lo que no podemos aceptar. El obstáculo no son, por consiguiente, las condiciones objetivas y adversas, ni la despolitización de las masas populares, ni la falta de interés de éstas en la política o en la necesidad de abrir paso a cambios fundamentales en la sociedad. Obstáculos siempre habrán, y nuestros adversarios se esmerarán de impedir el crecimiento de la izquierda. Siempre ha sido así, es hoy y lo será también en el futuro. El problema, el verdadero problema somos nosotros, pero también somos nosotros, si corregimos errores y deficiencias, el factor clave de la solución. Cajamarca demuestra que se pueden conquistar victorias, que se puede construir unidades muy amplias, vencer dificultades si existe la determinación y la inteligencia para vencer, poner en pie amplios sectores del pueblo. Demuestra también que, para vencer, se necesita contar con un partido organizado, unido, que trabaja de cara a las masas, que tiene al frente liderazgos firmes, leales a su pueblo, que maneja con inteligencia la táctica y se proyecta estratégicamente. Si estos son los problemas, la respuesta no requiere mayor explicación. De nada valen los lloriqueos ni los lamentos. Somos gente de pensamiento y acción preparados para marchar contra la corriente. Porque lo nuevo nunca se construye sobre los escombros de lo viejo, ni se remontan montañas si no hay el coraje y la disciplina para escalarlas. No olvidemos nunca las palabras sabias del Amauta: “El hombre llega para partir de nuevo”, sacando lecciones de la experiencia vivida, buscando respuesta a los nuevos problemas. Si tenemos la razón y nuestra batalla por la democracia, por la justicia social, por la dignidad de los seres humanos, por la preservación de la madre naturaleza, en suma por el socialismo, tiene sentido y es elevada y hermosa; si en ella están
empeñados millones de hombres y mujeres a lo ancho de la patria, América Latina y el mundo, entonces no hay lugar para la duda sino para el optimismo, para la confianza en las fuerzas del pueblo, para avanzar paso a paso a la victoria. No pierdan de vista, camaradas y amigos, que la victoria se construye, no cae de regalo. Hablemos claro: hay que cerrar un periodo de organización y lucha fuertemente espontánea, coyunturalista, burocrática, sectaria, con escaso horizonte estratégico y programático, responsable de las derrotas acumuladas, del empequeñecimiento de nuestras organizaciones, de su divorcio de las masas y sus luchas. Necesitamos volver a la línea de masas, al trabajo de persona por persona, casa por casa, pueblo por pueblo. Entender la política en su verdadera dimensión transformadora. Trabajar con iniciativa y creatividad en lugar de marchar al ritmo del tambor que nos tocan los adversarios. A entender la batalla en la que estamos empeñados como un todo que articula la política, lo social, la economía, la ideología y la cultura, los diversos sectores que componen el pueblo peruano. Avanzar a construir puntos de apoyo fuertes en lugar de la marcha errática que nos lleva a es-
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MENSAJE tar en todas partes y ser también débiles en todas partes. Construir bases políticas: he allí la consigna. Entonces la lucha electoral, de masas, mediática, cultural, étnica, de género, juvenil confluirán en un solo rumbo en lugar de su atomización. Esta apreciación es válida también para el trabajo en las organizaciones sindicales, juveniles, campesinas, étnicas, de género, ambientalistas. Requerimos ingresar en una nueva etapa de recuperación y reconstrucción de sus organizaciones, de preparación de miles de cuadros y líderes, de relación directa con sus bases, de renovación de los métodos de trabajo, elevando la capacidad de dirección a un nivel científico y eficiente. Todo lo que se estanca se descompone. Estamos obligados a actualizarnos, cualificarnos y renovarnos permanentemente. Quiero recordarles unos versos de Octavio Paz, apropiados para el momento: El nuestro es “un caminar de río que se curva, avanza, retrocede, da un rodeo y llega siempre”. También a Simón Bolívar, que muestra su temple y determinación. Postrado como consecuencia de sufrir de paludismo, y en un momento tremendamente difícil de las fuerzas patriotas cercadas por los realistas, el colombiano Joaquín Mosquera, al borde de la desesperación le pregunta: “¿Y qué piensa hacer usted ahora? “Entonces –relata Mosquera- , avivando sus ojos huecos, con tono decidido me contestó el libertador: “¡Triunfar”! Este es el espíritu que nos anima a los comunistas. Camaradas y amigos: Las condiciones para construir una fuerza de izquierda grande, influyente, fuerte, están presentes. Este momento, difícil por la debilidad mostrada por las agrupaciones de izquierda y por los resultados electorales como de las luchas populares, muestra deficiencias y errores pero oculta la realidad: las potencialidades y la oportunidad para su recuperación y desarrollo son favorables si se sabe escudriñar los hechos, las tendencias ocultas, las contradicciones en desarrollo. Y si se sabe, por supuesto, luchar con habilidad, desplegar nuestras ventajas, organizarnos con determinación, avanzar con audacia y atreverse a ganar posiciones y sostenerlas. Esta es precisamente la
mejor oportunidad para salir del atolladero. Oportunidad que nos facilitan nuestros adversarios atolondrados por sus supuestos éxitos y su arrogancia. Sus errores son muchos, sus desventajas también. Sepamos aprovecharlas con inteligencia y audacia en lugar de dejarnos ganar por el pesimismo y las lamentaciones que nada construyen. Una de las demostraciones de la dispersión política como de ausencia de iniciativa, es la falta de banderas de lucha que unan lo diverso que es el pueblo peruano. Las reivindicaciones por cada sector son importantes pero insuficientes. Las luchas son importantes pero necesitan tener continuidad y conexión entre ellas. Los programas son de fundamental importancia pero si no hacen carne en la gente, si no se gana su conciencia y entusiasmo, de poco sirven. Tenemos banderas concretas que levantar y asirnos de ellas: la lucha por un nuevo modelo de desarrollo, por la democracia de verdad y la justicia social, por la regeneración moral y la lucha frontal contra la corrupción, en defensa del medio ambiente y la descentralización, por una educación y salud universal y de calidad, por los derechos de los trabajadores, la defensa de las empresas públicas y el rol dirigente del Estado, y la más importante en este período: la lucha por una Nueva Constitución contando con un proyecto consensuado. Todo ello cabe en el marco de la Política del Nuevo Curso y pueden, de conjunto, comprometer amplios sectores de la población. Sobre esta base estamos aún a tiempo de construir la alternativa electoral para el 2016. Esperamos que la experiencia vivida, de errores y reveses, en el proceso electoral recientemente culminado, sirva para refundar la unidad de las izquierdas, el progresismo y el movimiento popular. Nos corresponde intensificar la organización del MAS, con amplitud, con iniciativa política, su-
mando nuevas fuerzas, construyéndolo en todos los sectores populares. Incorporar con decisión a las nuevas generaciones, potenciar la presencia de la mujer, atraer a la intelectualidad y los técnicos, comprometer a los pequeños productores y, sobre todo, hacer esfuerzos para implantarlo entre los trabajadores, maestros, campesinos, comunidades étnicas. Atrevámonos a hacer política de izquierda y socialista de cara a las masas populares. Atrevámonos a afirmar nuestra identidad y a generar líderes políticos, sindicales, intelectuales, populares. Atrevámonos a ser simplemente MAS. Un saludo especial a la militancia de la Juventud Comunista, a las jóvenes y los jóvenes comunistas que están mostrando firmeza en sus convicciones revolucionarias, madurez en el trabajo político, pasta para forjarse como futuros líderes políticos, intelectuales y de masas. Los queremos forjados en el temple de Mariátegui, en el estilo de trabajo de Mariátegui, en la grandeza de Mariátegui. Los queremos recogiendo lo mejor de nuestras tradiciones comunistas, lo mejor de la herencia milenaria de nuestro pueblo, los mejores valores de la humanidad. Los queremos unidos como la uña al dedo con los trabajadores, con los campesinos, con los indígenas, con los maestros, con los intelectuales. Los queremos metidos entre la juventud orgullosos de ser jóvenes comunistas, continuadores de Mariátegui, de Vallejo, de Cáceres, de Grau, de Huamantica, de Horacio. Los queremos dignos, luchadores, cultos, abierto a los nuevos tiempos. Los queremos firmes, disciplinados, pero también críticos, superando los errores, limitaciones y deficiencias de las generaciones que les anteceden. Los queremos optimistas, alegres, seguros, capaces de enfrentar unidos todo tipo de obstáculos, dispuestos a conquistar victorias para el pueblo y la causa revolucionaria. Este es un Aniversario singular: cierra un ciclo de nuestro trabajo; abre otro, de cara al IX Congreso del Partido y más allá. ¡Viva el Partido Comunista del Perú – Patria Roja! ¡Viva la Juventud Comunista! ¡Viva el MAS! ¡Viva la izquierda! ¡Viva el socialismo! ¡Viva el Perú!