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“La Ventana”
Te vine a ver anoche, la oscuridad y la penumbra nublaban mi ser. Tú sosegada y quieta no dabas intento de mirar.
Te vine a ver anoche, temblaba mi cuerpo que ya no es, pero tú seguías aletargada en mi sufrir.
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Mis lágrimas invisibles caen y caen, formando grises mares sin fin.
No, no, no quiero el existir, solo saber que mirarás y que tras la ventana dejaré de sufrir.
Caminando sobre el pasto, me dedico a mirar los colores de las piedras mientras busco a Pipe. Una sucesión de grises igualmente desgatados, con algunas excepciones : unas más blancas y nuevas, otras musgosas y viejas. De pronto, diviso la de mi amigo, casi tapada por flores rojas, blancas y amarillas y, obviamente, una polera azul de su equipo de fútbol favorito. Lo saludo y me siento un momento con él. Luego de un largo rato conversándole y aguantando el frío, me despido y cubro su lápida con una nueva flor.
Francisca Cruzat Vásquez