Arqueología en el Valle del Mauro y Monte Aranda

ARQUEOLOGÍA e n e l Valle de EL MAURO y MONTE ARANDA

La presente edición del libro Arqueología en el Valle de El Mauro y Monte Aranda corresponde a uno de los compromisos asumidos por MLP en el marco de la Resolución de Caliicación Ambiental N°38/04 asociado al Proyecto Integral de Desarrollo

ARQUEOLOGÍA en el Valle de EL MAURO y MONTE ARANDA

ARQUEOLOGÍA en el Valle de EL MAURO y MONTE ARANDA

ARQUEOLOGÍA en el Valle de EL MAURO y MONTE ARANDA

© 2015, Minera Los Pelambres © 2015, Origo Ediciones

Basado en el Informe síntesis de la integración de los análisis de los materiales arqueológicos procedentes del valle de El Mauro, cuenca formativa del estero Pupío, zona meridional del norte semiárido, realizado en el marco del Convenio CS 623 Minera Los Pelambres-Departamento de Antropología de la Universidad de Chile (Servicio de Análisis de Laboratorio Patrimonio Arqueológico Rescate Sitios Arqueológicos Valle de Mauro) por el equipo de coordinación del convenio (Daniel Pavlovic, Lorena Sanhueza, Daniel Pascual, Silvia Alfaro y Constanza Cortés) y a los antecedentes recopilados en terreno por el equipo que dirigió los rescates arqueológicos y los análisis preliminares (Cristian Becker, Francisco Gallardo, Gastón Castillo, Silvia Quevedo y Agustín Llagostera).

Revisión: Fernanda Guerra (Minera Los Pelambres) , Alejandra Neveu (Minera Los Pelambres), Cristian Pacheco (Phyllium), Maria Elena Noel (Jaime Illanes & Asociados), Maria Loreto Vargas (Poch Ambiental) y Milagros de Ugarte (Manual Museografía) Fotografías: Equipo arqueológico en actividades de Rescate (años 2005 y 2006), Equipo arqueológico en actividades de análisis (años 2011 y 2012) y fotógrafa oicial actividades de análisis (años 2011-2012): Viviana Rivas, Manual Museografía, Centro de Estudios Patrimoniales Poch Ambiental, Eugenia Paz (FASER) Dibujos de Arte Rupestre: Equipo de registro de Arte Rupestre, dirigido por Francisco Gallardo.

Edición de textos: Valeria Maino Edición ejecutiva: Pedro Maino Diagramación: Daniela Peña Producción gráica: Marcelo Baeza ISBN: 978-956-316-190-8

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin el previo permiso escrito del editor.

ARQUEOLOGÍA en el Valle de EL MAURO y MONTE ARANDA

EL COMP ROMISO DE MINE RA LOS PE LA M B R ES CO N EL PAT R IM ON IO A RQUEO LÓG ICO DEL VA LLE DE E L M AU RO Y M ON TE A R A NDA

Hacer minería en un territorio con vocaciones distintas a la minera, ha sido uno de los mayores desafíos de Minera Los Pelambres desde sus orígenes. Nuestro yacimiento se ubica en un valle eminentemente agrícola, y nuestras instalaciones cruzan de cordillera a mar, por más de 40 localidades, comunidades con culturas y tradiciones que nos hemos comprometido a respetar y poner en valor para fomentar su continuidad.

Es en este marco que cobra relevancia el trabajo de estudio y resguardo de la arqueología que realizamos, tanto en el sector alto del valle del Choapa como en el valle del Pupío, siendo nuestra Compañía pionera en el país en la implementación de prácticas de reconocimiento, resguardo, protección y puesta en valor del patrimonio arqueológico en el desarrollo de proyectos.

Tras la aprobación de la construcción del tranque de relaves El Mauro, en 2004, Minera Los Pelambres se comprometió a realizar una labor de investigación, rescate y puesta en valor del patrimonio arqueológico encontrado en ese sector. Desde 2005 la empresa desplegó la mayor campaña de identificación y rescate arqueológico realizada en el país, seguida de un acucioso trabajo de análisis para establecer la mejor propuesta de parque rupestre y sala de exhibición para la difusión de los conocimientos adquiridos.

El primer paso de este proceso fue la realización de campañas de levantamiento de información, rescate y protección de las piezas encontradas, donde participaron más de cien arqueólogos y otros profesionales, incluyendo disciplinas como conservación, biología e ingeniería, para así contar con una visión integral de los hallazgos. De esa

forma, cada uno de los sitios y piezas encontrados fueron enumerados, clasificados y resguardados, para luego ser analizados y trasladados hasta su lugar de almacenamiento o exhibición.

Tras concordar las bases con la autoridad y tras un proceso de licitación, el Departamento de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile realizó un acabado estudio de las piezas arqueológicas, dividiéndose en las áreas de cerámica, lítica, bioantropología, zooarqueología, arqueobotánica, metalurgia y arte rupestre.

Toda la información obtenida de esta investigación, generó la base para la creación por parte de Minera Los Pelambres de un Parque de Arte Rupestre en el fundo Monte Aranda, el que se considera el mayor parque rupestre al aire libre de toda América Latina. Adyacente a este parque se encuentra la Sala de Exhibición de la Cultura Campesina, lugar en que se difunde historia, objetos y costumbres de la comunidad local.

Hoy podemos decir con orgullo que el resultado de este arduo trabajo comienza a dar frutos concretos, permitiendo conocer mejor la vida, costumbres y tradiciones de quienes poblaron o transitaron estas áreas hace miles de años atrás, punto de partida de la cultura tradicional del Valle del Choapa que hoy trabajamos por poner en valor y difundir, fomentando con ello su continuidad.

Robert Mayne Nicholls Secul gerente general

Minera Los Pelambres 2015

Índice

Introducción

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Arte Rupestre en el Valle de Mauro

Breve descripción física y ambiental actual y pretérita de Mauro 13 Resultados arqueología Mauro

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1. Período Arcaico Temprano 17 2. Período Arcaico Medio 17 3. Período Arcaico Tardío 17 Lítica 20 Zooarqueología 22 Arqueobotánica 22 Bioantropología e isótopos estables 25 Cronología 26 4. Período Alfarero Temprano 26 Cerámica 30 Lítica 34 Zooarqueología 34 Arqueobotánica 34 Arqueometalurgia 36 Bioantropología e isótopos estables 37 Cronología 37 Modo de vida 40 5. Período Intermedio Tardío y Tardío 46 Cerámica 50 Lítica 50 Zooarqueología 53 Fauna Acuática 54 Arqueobotánica 57 Arqueometalurgia 57 Bioantropología e isótopos estables 57 Cronología 57

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6. Período Histórico 68 Cerámica 68 Loza 71 Lítico y vidrio 72 Arqueobotánica 75 Arqueolozoología 75 Arqueometalurgia 75 Cronología 75

Resultados arqueología de Monte Aranda Parque Rupestre y Sala de Exhibición de la cultura campesina de Monte Aranda 91 Tablas

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Referencias bibliográficas Apéndice

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INT RO DU CC IÓ N

El conocimiento arqueológico del norte semiárido de Chile se ha incrementado durante las últimas décadas por el aumento de las investigaciones básicas (Fondecyt, Fondart y otros) y los estudios generados por los proyectos mineros e industriales sometidos al Sistema de Evaluación de Impacto Ambiental. Al mismo tiempo, ha contribuido a este saber la valoración del patrimonio como elemento de identidad y herramienta de desarrollo social y económico entre las comunidades locales.

Así, se ha podido reevaluar en esta zona varias dimensiones cronoculturales, como la distribución, formas de vida y rituales de estas poblaciones pretéritas. Buena parte de esta información se ha obtenido por rescates en sitios que total o parcialmente han sido intervenidos por distintas obras, realizadas principalmente por los grandes proyectos mineros. En algunos de estos sitios se implementaron planes de rescate arqueológico, abordados de un modo similar al de un proyecto de investigación tradicional.

Los resultados han enriquecido las discusiones que trascienden las especificidades de estos sitios antes de su intervención, superando el estándar previo para estos trabajos arqueológicos; así lo atestiguan los encuentros académicos, como el Taller de Arqueología de la Provincia del Choapa (Santiago 2004), los simposios del Norte Semiárido en los congresos de Arqueología y Antropología Nacionales (Tomé 2003, Valdivia 2006, Valparaíso 2009), y la cantidad de artículos editados en estos encuentros o en otras publicaciones.

El caso más emblemático fue el Plan de Rescate Arqueológico en el valle de Mauro (comuna de Los Vilos, provincia del Choapa, región de Coquimbo) por la instalación de un tranque de relaves mineros incluido en el Proyecto Integral de Desarrollo de Minera Los Pelambres, aprobado por la Comisión Regional de Medio Ambiente de la Región de Coquimbo (RCA 38/2004).

Las actividades de compensación realizadas entre los años 2004 y 2006, dirigidas por Cristian Becker, Francisco Gallardo, Gastón Castillo, Silvia Quevedo y Agustín Llagostera, pasaron a ser algo inédito en Chile, por la cantidad y diversidad de los profesionales involucrados, las superficies estudiadas, los materiales recuperados y el nivel de investigación generado.

Los análisis de estos restos, los datos de terreno y los resultados llevaron a Minera Los Pelambres a considerar que el compromiso adquirido con la autoridad ambiental y el Consejo de Monumentos Nacionales, durante la evaluación ambiental del Proyecto Integral de Desarrollo, debía abordarse como un trabajo interdisciplinario de más largo aliento, con equipos académicos. El año 2010, la empresa llamó a una licitación, invitando a participar a las universidades que impartían la carrera de Arqueología en Chile: Universidad Bolivariana, Universidad Internacional SEK y Universidad de Chile.

El Departamento de Antropología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile elaboró una propuesta que consideró un equipo profesional de

Vasija del período Alfarero Temprano, ofrenda mortuoria, sitio MAU062. Fotografía de Viviana Rivas.

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académicos y especialistas, experimentados en la prehistoria y arqueología de la provincia del Choapa, por su participación en proyectos de investigación básica y consultoría arqueológica. Varios de ellos trabajaron en el rescate de los sitios de Mauro y en los análisis de materiales arqueológicos obtenidos en la etapa de caracterización preliminar (pozos de sondeo).

A fines del año 2010 se resolvió el proceso de licitación, siendo escogida la propuesta elaborada por la Universidad de Chile. Los trabajos se iniciaron en enero de 2011, con el arriendo y habilitación de un laboratorio y depósito temporal. Poco después se empezó con los análisis, convocando a muchos profesionales y estudiantes avanzados en

arqueología, conservación y biología, quienes trabajaron en un ambiente de camaradería y de constante intercambio de ideas, como se aprecia en los registros fotográficos y audiovisuales ejecutados durante el proyecto.

Para la síntesis de la investigación, el año 2012 se organizaron talleres de integración por sitio y períodos cronoculturales del área, donde los investigadores de las secciones presentaron y debatieron las propuestas; discusión crítica que sirvió para el informe integrado final, además de los trabajos académicos publicados y una breve revisión del marco ambiental actual y pretérito del área en que se ubican los sitios desde donde se recuperaron los materiales analizados (ver apéndice).

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Contexto mortuorio Diaguita (restos óseos de infante y ofrendas cerámicas), sitio MAU094. Fotografía de Cristian Becker. p á g i n a i z q u i e r d a Proceso de excavación sitio MAU094. Fotografía de Cristian Becker.

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BR EVE DESC R IP C IÓ N FÍ SI C A Y AMBIE NTA L ACT UAL Y P RET ÉRI TA DE MAURO

El valle de Mauro es parte de la cuenca formativa del estero Pupío, curso fluvial preandino que desemboca en el Pacífico unos pocos kilómetros al norte de Los Vilos, en la bahía de Conchalí. Esta hoya tiene una forma ligeramente triangular, marcada por el curso sur-norte del río Mauro y las quebradas Laja y Caperuza, de orientación este-oeste.

Esta cuenca se sitúa a unos 40 km al interior del litoral, con escasa pendiente, rodeada por altos cerros, que dan origen a diversas quebradas.

Las condiciones climáticas y biogeográficas semidesérticas típicas del norte chico se presentan moderadas en este valle por la influencia marítima, con las nieblas que penetran al interior, produciéndose en parte su condensación en los cerros y la vegetación. El promedio pluviométrico anual de los últimos 30 años es de 185 mm.

El régimen de lluvias es sumamente variable, con años muy secos y otros con grandes precipitaciones y riadas.

Así ocurrió en 1880 y 1888, cuando el río Canela (afluente del Choapa) alcanzó 8 m por sobre su nivel habitual, y lo mismo pasó en 1982, con las crecidas que arrasaron con las terrazas de cultivos más bajas.

Estas características determinan que Mauro, como gran parte del norte semiárido y la zona central de Chile, sea uno de los hotspots ambientales reconocidos mundialmente, por su fragilidad y endemismo florístico y faunístico. Además de las especies introducidas, predominan las hierbas perennes y los arbustos como el espino (Acacia caven), el litre (Lithraea caustica) y colliguay (Colliguaja odorifera). Los

árboles son escasos y se concentran en los fondos de quebradas de umbría, conformando bosquetes con especies más australes como el maitén (Maytenus boaria), canelo (Drimys winteri) y chequen (Luma chequen). También están presentes la palma chilena (Jubaea chilensis), el guayacán (Porlieria chilensis), el quillay (Quillaja saponaria), el quisco (Trichocereus chilensis) y el chagual (Puya berteroniana).

En los sectores más bajos se presentan comunidades faunísticas típicas del norte semiárido, mientras en los altos, la fauna está más asociada al entorno altoandino de Chile Central. De un total aproximado de 80 especies de vertebrados, 50 corresponden a aves, 18 a reptiles, 9 a mamíferos y 5 a anfibios. Entre los mamíferos están la chinchilla chilena (Chinchilla lanigera), el zorro culpeo (Lycalopex culpaeus), el zorro chilla (Lycalopex griseus) y una gran diversidad de roedores.

Las condiciones paleoambientales que ha tenido Mauro a través de los distintos períodos ocupacionales, apuntan a la alternancia de etapas secas y húmedas, según los antecedentes disponibles para lugares costeros adyacentes a la desembocadura del estero Pupío (quebrada de Quereo, Ñague y Palo Colorado). En Quereo, los análisis de polen y sedimentos indicarían una prolongada fase árida (11300 a 3200 a.p.) y luego otra húmeda con un importante aumento de la pluviosidad a partir del 3200 a.p., que se extendería hasta el presente (Villagrán y Varela, 1990).

Las columnas polínicas en Ñague permitieron identificar una etapa árida entre 6200 y 4200 años a.p., seguida

Quisco coquimbano lorido (Trichocereus coquimbanus) e inlorescencia seca de chagual (Puya berteroniana).

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por otra húmeda que se prolongó hasta el 3200 a.p. Luego continuó otro período árido entre el 3400 y el 1800 a.p. (con un máximo en 2600 a.p.), seguido por otro más húmedo, que se extendería hasta hoy (Maldonado y Villagrán, 2002). Finalmente, las columnas polínicas de Palo Colorado (Maldonado y Villagrán, 2006) indicaron fases áridas y de extrema aridez para el inicio del Holoceno (8700 a 7800 a.p. y 7800 a 5700 a.p., respectivamente), seguidas por un aumento de la humedad (5700 a 3000 a.p.) y luego, entre 3000 y 2200 por una período seco (con un máximo en torno 2750 a.p). Por último, entre 2200 y 1300 a.p. las condiciones habrían sido más húmedas que las anteriores, pero más variables en cuanto a las precipitaciones, lo que se asociaría a eventos del fenómeno marino del Niño o ENSO (El NiñoSouthern Oscillation).

Vista panorámica del valle de Mauro.

Fotografía de Cristian Becker.

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R ESU LTADO S AR Q U EO LO G ÍA MAURO

A continuación se presenta una síntesis de los resultados obtenidos en este proyecto, destacando los avances logrados en las principales materialidades y las aproximaciones generales, período por período, para mostrar una visión amplia de la secuencia ocupacional de Mauro a lo largo de más de 8000 años de historia. Esta síntesis es una propuesta para la comprensión de las poblaciones que habitaron este valle del norte semiárido, ya que nuevos antecedentes y análisis en los mismos materiales servirán para complementar o modificar estos planteamientos.

Las evidencias posibles de asignar fehacientemente a este período se restringen a dos dataciones absolutas obtenidas a partir de muestras óseas humanas de dos contextos mortuorios recuperados del sitio MAU033 (individuos 9 y 10) (Tabla 1, página 105), que también tiene evidencias de ocupación funeraria y doméstica de los períodos Arcaico Tardío y Alfarero Temprano. Este sitio está en el sector central de la cuenca de Mauro, en un lomaje de llanuras de baja pendiente.

A pesar del mal estado de conservación de los restos esqueletales, los análisis bioantropológicos e isotópicos permitieron establecer para estos individuos una dieta y un uso parafuncional de sus dientes que concuerda con lo esperado para poblaciones de cazadores recolectores. La dentadura presenta algunas pequeñas caries, que podrían señalar algún grado de procesamiento de los alimentos (harina), lo cual sería un claro antecedente de prácticas de molienda de vegetales recolectados.

Es importante indicar que durante los trabajos de terreno y análisis de laboratorio, no se registraron otras evidencias que pudieran asignarse de manera segura a este período en algún otro sitio de Mauro, a excepción de una eventual pertenencia a este período del conjunto lítico y óseo animal del sitio MAU033.

La ausencia casi total de sitios de este período en Mauro es coherente con lo registrado para otras áreas interiores del norte semiárido, como los valles de los ríos Illapel y Chalinga, tributarios del Choapa (Rodríguez et al., 1997;

1 . Pe r ío d o A r c ai co Te m p ra n o Aunque para este período no se identificaron ocupaciones en ninguno de los sitios estudiados en Mauro, se recuperaron dos instrumentos diagnósticos, dos puntas pedunculadas, registradas en un contexto de períodos posteriores (sitio MAU098). Lo más probable es que sean piezas recogidas por individuos de tiempos ulteriores desde sitios o lugares indeterminados.

2 . Pe r ío d o A r c ai co M e d i o A diferencia de lo sucedido con los períodos anteriores, con nulas o dudosas evidencias, para este período los antecedentes obtenidos en los análisis de Mauro, aunque escasos, han permitido confirmar que esta área estuvo ocupada durante esta época, correspondiente con la etapa geoambiental del Holoceno Medio y que se sitúa cronológicamente en forma aproximada entre el 7000 y el 2000 a.C.

Contexto mortuorio Arcaico Medio sitio MAU033. Fotografía de Equipo Arqueológico Excavación.

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Proceso de registro contexto mortuorio Arcaico Medio, sitio MAU033. Fotografía de Equipo Arqueológico Excavación.

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Becker et al., 2003). Estos antecedentes contrastan con el importante registro existente para la costa adyacente de Los Vilos (Méndez y Jackson, 2006).

La mayor parte de los sitios costeros de este período son campamentos logísticos cuyos contextos indicarían actividades acotadas y de corta duración, para la recolección de moluscos del litoral rocoso (Méndez y Jackson, 2006).

Estos sitios son fácilmente reconocibles por la profusión de restos malacológicos, la presencia de elementos formatizados en ellos es casi nula; los artefactos suelen ser más bien guijarros con evidencias de haber sido utilizados en actividades de extracción. Estos sitios serían de grupos de cazadores recolectores, con campamentos base en quebradas y esteros, alejados algunos kilómetros del borde costero.

Los contextos mortuorios forman parte de sitios más complejos, en los que son característicos los emplantillados de concha o rocas, que cubren los cuerpos inhumados en posición hiperflectada (Belmar, 2004). De acuerdo a Jackson (2004) estos individuos corresponderían a grupos de tradición interior con circuitos de movilidad por toda la gradiente altitudinal y ambiental del norte semiárido (costa, valles interiores como Mauro, precordillera, cordillera y área trasandina, como los valles interandinos de la provincia argentina de San Juan) que a raíz del Óptimo Climático, propio del Holoceno Medio y el consiguiente deterioro de los ambientes interiores, redujeron su movilidad y comenzaron a prolongar su permanencia en la costa, con mayor seguridad de recursos. Los instrumentos más típicos de estos sitios son los grandes guijarros con extracciones, piedras horadadas, horadadores, puntas de proyectil y cuchillos bifaciales triangulares.

En ese marco, la presencia de enterratorios con cuerpos hiperflectados que cronológica y tipológicamente podrían ser asociados al Complejo Papudo, igual que los materiales líticos, permitiría sugerir que el sitio MAU033 podría correspon-

der a un campamento base de poblaciones ligadas a este componente cultural, quienes lo habrían utilizado en sus circuitos.

Los potenciales campamentos de tarea generados a partir de éste y de otros de base, al no contar con los recursos malacológicos como sus pares costeros, debieron ser muy discretos, poco diagnósticos y con escasez de materiales para fechar. En ese sentido, podrían clasificarse en la categoría de sitios prehispánicos indeterminados, superficiales o hallazgos limitados y/o haber sido afectados por los procesos de formación de sitio que caracterizan al norte semiárido, lo que habría significado que sus contextos fueran sepultados y/o destruidos por lluvias y aluviones catastróficos.

Situaciones similares podrían haber afectado a otros campamentos base que, a diferencia de MAU033, se hayan instalado en sectores con mayores pendientes y más expuestos a aluviones. Por lo mismo, hay que considerar lo planteado por Jackson (2004) y lo indicado sobre un Holoceno Medio bastante árido para esta área (para algunos el Óptimo Climático), que habría provocado un abandono o una dramática disminución de las poblaciones, con muy escasos sitios arqueológicos y con dificultades para su conservación, identificación y estudio.

Por otro lado, las dificultades para establecer claramente si parte de las evidencias domésticas de MAU033 pertenecerían a este período pueden deberse a las intervenciones causadas en el sitio por las ocupaciones más significativas del Arcaico Tardío y del Período Alfarero Temprano, que también incluyeron inhumaciones.

3 . Pe r í o d o A rc a i c o Ta r d ío Aunque cronológicamente es una etapa mucho más acotada (2000 a.C. - 0) y está representada claramente en solo dos sitios (MAU085 y MAU033), con un contexto mortuorio en otro (MAU091), la información para este período es mucho mayor.

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No obstante, es sintomático que se identificaran solo sitios como campamentos base y ninguno para los de tarea o logísticos. Esta situación se explicaría en parte por el patrón ocupacional costero de Los Vilos de este período (Méndez y Jackson et al., 2006), y por otra, los sesgos de la investigación arqueológica en terreno y los dinámicos procesos de formación de sitio en los valles del norte semiárido, también podrían explicarla, como se planteó para el Arcaico Medio.

Teniendo lo anterior presente, los tres sitios asignados al Arcaico Tardío se emplazan en el sector centro-norte de la cuenca de Mauro, en amplias llanuras o lugares de escasa pendiente próximas al curso del estero Mauro.

Aunque los sitios están en cotas bajas (entre 800 y 900 m de altitud), dos de ellos (MAU033 y MAU085) se sitúan en lomas con una mejor visión del entorno. En el último caso, la diferencia entre la cumbre y la base de la loma es de unos 15 m.

Las superficies de los sitios son variables: 1225 m2 en MAU033, 4448 m2 en MAU085 y 12793 m2 en MA091. La de MAU085 sería la única superficie que podría asociarse al Arcaico Tardío, ya que los otros dos sitios tienen reocupaciones significativas, tanto del Alfarero Temprano como del Intermedio Tardío. De hecho, en el caso de MAU091, el contexto mortuorio asignado al Arcaico Tardío por su datación absoluta es de un rasgo aislado, ya que el resto de los materiales se asignaron a períodos posteriores. Este sitio se incluyó en este período por las prácticas mortuorias y los antecedentes bioantropológicos.

Para el Arcaico Tardío en MAU085 se presentan abundantes restos de actividades domésticas y tres contextos fúnebres, mientras que en MAU033, las evidencias domesticas son escasas y están mezcladas con las del Alfarero Temprano y las de tipo mortuorio son muy importantes cuantitativa y cualitativamente, constituyendo el contexto mortuorio Arcaico más significativo registrado hasta el

momento en las zonas interiores de todo el norte semiárido.

Esta área funeraria adquiere mayor importancia si se considera lo planteado para el sitio MAU033 por las ocupaciones de este tipo, tanto de momentos previos (Arcaico Medio) como posteriores (Alfarero Temprano), como al evaluar la posibilidad formulada durante la excavación del sitio de que no constituyera una loma natural, sino un montículo artificial, levantado y mantenido por los deudos de los individuos inhumados.

Una de las características depositacionales de las ocupaciones, son los niveles domésticos no superiores a los 30 a 40 cm de espesor y los 70 cm de profundidad, mientras que los contextos mortuorios se emplazan por debajo de las anteriores, presentándose en sus fosas materiales culturales domésticos, que entraron al momento de taparlas.

Los entierros en MAU085 y MAU091 son primarios e individuales y en MAU033 hay primarios y secundarios, individuales y múltiples. Por lo general, los individuos se presentan en posición decúbito lateral izquierdo o derecho, con sus miembros inferiores en posiciones variables y los superiores hiperflectados. Las ofrendas son escasas y se reducen a una punta de proyectil, rocas y en varios casos a restos de quema. Estas regularidades señalarían una tradición común, mientras que las distancias temporales entre las inhumaciones sugieren el uso ocasional de estos sitios. A excepción del lactante del MAU085, no hay inhumaciones de infantes.

Restos líticos y óseos animales constituyen la totalidad de los contextos domésticos de los sitios MAU033 y MAU085, destacando en este último sitio una gran cantidad de desechos pequeños.

Lític a Los sitios muestran conjuntos líticos caracterizados por puntas de proyectil triangulares de base recta y cóncava; puntas lanceoladas de base convexa, a veces con bordes Puntas de proyectil, período Arcaico. Sitio MAU085. Dibujos de Paulina Chávez.

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denticulados; cuchillos bifaciales y marginales; raederas laterales; raspadores discoidales; cepilllos; ganchos de estólicas; manos de moler ovoidales y circulares de superficie activa ligeramente convexa; pendientes y cuentas de collar.

Las cadenas operativas están muy formatizadas en instrumentos como puntas de proyectil, mientras que en los de talla marginal están sus fases finales de producción.

Asimismo, las características más diagnósticas (tipo de talones, tamaño, porcentaje de corteza) de los desechos de materias primas foráneas (rocas silíceas), muestran también que son de las etapas finales de la elaboración de instrumentos (Schlanger, 2005). Esto indicaría que habrían llegado al sitio como preformas, en proceso de elaboración, o terminados. Los instrumentos formatizados en elementos extraños, con mantenimiento optimizando las materias silíceas y la energía invertida en su elaboración, sugieren que se trata de asentamientos de corta ocupación, donde se trasladó una tecnología curatorial (Nelson, 1991), en un contexto habitacional efímero, aunque recurrente en el tiempo, con entierros aislados.

En términos funcionales, la industria indicaría actividades de uso, mantenimiento y descarte de instrumentos líticos, con una gran diversidad que supone actividades de cacería (ganchos de estólica, puntas de proyectil), procesamiento de presas (cuchillos, raederas), tratamiento de pieles y otros materiales (raspadores, sobadores), trabajo de maderas (tajadores y cepillos) y de molienda (manos de moler).

Z o o arqu eo lo g í a Los restos óseos en Mauro fueron abundantes en los dos sitios del Arcaico Tardío. Todos corresponden a especies silvestres, destacando numéricamente la Lama guanicoe (guanaco), diversos roedores (Rodentia, Octodon sp., Abrocoma benetti, Lagidium viscaia) y Canidae. Los análisis morfométricos e isotópicos de los camélidos indican que sería una especie silvestre de talla grande, seguramente de una población local de Lama guanicoe, que se alimentaba de plantas típicas del entorno de los valles como Mauro. Así, la principal presa de los cazadores de este período fue el guanaco y especies de roedores que complementaron su dieta.

A pesar de la abundancia de restos no fue posible obtener indicadores claros de estacionalidad.

De los instrumentos elaborados sobre hueso, destaca la abundancia de retocadores y algunos instrumentos presumiblemente usados para la preparación de cuero (perforado y punzado) y para el trabajo textil.

Arqu eo b o tá n ica En MAU085 y MAU033 se obtuvieron evidencias arqueobotánicas de tipo carpológico y microfósiles. En las primeras, hay un conjunto de especies locales herbáceas, arbóreas, arbustivas, suculentas y mixtas, y solo una especie doméstica endémica (Chenopodium quinoa). Entre las silvestres, se presentan el Amaranthus sp. (amaranto), Schinus latifolius (molle), Echinopsis sp. (quisco), Copiapoa sp. (cactus),

Guanacos.

Mano de moler período Arcaico. Sitio MAU085. Fotograia equipo de Análisis Lítico.

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Galium sp. (relbún), Lithraea caustica (litre), Muehlenbeckia hastulata (quilo), y Nicotiana (tabaco). Adicionalmente se obtuvieron elementos de las familias Fabaceae (leguminosas), Poaceae (gramíneas) y Solanaceae (papas).

La existencia de Chenopodium quinoa en los dos sitios con fechas en torno al 2500 a.p., puede correlacionarse por contexto y cronología con sitios arcaicos del Cajón del Maipo (Planella et al., 2005) indicando un temprano consumo de este recurso, aunque por ahora no es posible afirmar si fue producido localmente o llegó por intercambio desde otro lugar. También es importante la presencia de tabaco Nicotiana sp. en MAU033, que fue fumado en pipas (Guevara y Oyarzún, 1912; Falabella y Planella, 2001), aunque no hay registro de pipas en el sitio. La variedad de especies silvestres indicaría un amplio conocimiento de los recursos vegetales, con usos como comestibles, elaboración de chicha, cestería, quincha, techumbre y artefactos en madera, para forraje y combustión, uso medicinal y/o fumatorio.

También, la presencia de frutos de Muehlenbeckia hastulata (quilo), Lithraea caustica (litre) y Schinus latifolius (molle) indicaría estacionalidad, al menos algunos sitios habrían sido ocupados durante primavera y verano. Por los análisis de manos de moler de MAU085, se constata la presencia de microfósiles de la familia Amaranthaceae (Amaranto) y posiblemente de la familia Fabaceae (leguminosas), pertenecientes a familias de plantas alimenticias. Además se registraron almidones que aunque no pudieron ser identificados, no serían de especies domesticadas cuyos microfósiles diagnósticos están documentados (por ejemplo Chenopodium quinoa, Zea mays, Phaseolus vulgaris, etc.), por lo cual, es factible suponer que sean de plantas nativas1.

Los almidones presentan daños tafonómicos causados por la molienda, lo que indica el procesamiento de vegeta-

les y una tecnología para ello. Además hay evidencias del desecamiento al aire libre de vegetales o la combinación de material vegetal y/o procesos de tostado y/o calcinado (Babot, 2007).

Finalmente, el análisis de muestras antracológicas en los dos sitios indicaría el uso exclusivo para las fogatas de Cordia decandra (carbonillo), un arbolito endémico de Chile, que forma matorrales xerófitos, que florecen entre septiembre y diciembre (Rodríguez et al., 1983), y sus frutos comestibles (Colmeiro, 1857) maduran entre enero y febrero. Las lesiones en los carbones de esta especie darían cuenta de malas condiciones de quema, como una combustión brusca a alta temperatura con ramas húmedas, o con ramas nuevas, delgadas y húmedas (Euba, 2008), es decir, recogidas en verano.

B i oa n t ro pol og í a e Is ó t o po s E s t ab l e s Los individuos presentan evidencias óseas y dentales típicas de poblaciones de cazadores-recolectores. Hay acciones de la mandíbula extramasticatorias, con un desgaste progresivo de los dientes, que se relacionarían con el procesamiento de plantas fibrosas o cueros animales. Aunque son escasas, destaca en MAU033 un individuo con caries y lesiones alveolares graves y algunos casos con hipoplasia y otro individuo (1391 - 1212 a.C.) con desgaste similar al causado por el uso de tembetá.

Los análisis isotópicos apuntan a que en comparación al Arcaico Medio, hay un aumento en el consumo de plantas silvestres y domesticadas de interior, pero al mismo tiempo hay indicaciones que apuntarían al consumo de alimentos marinos de baja posición en la cadena trófica (algas, moluscos y peces herbívoros). Eso sugeriría que estos grupos tenían circuitos más amplios (costa-interior) y una dieta proteica más diversa que los grupos posteriores.

Ganchos de estólica (arma arrojadiza para cazar), sitio MAU085. Fotografía de Viviana Rivas. Dibujo de estólica. Origo Ediciones.

1. No existe una colección de referencia de plantas nativas para la región semiárida, por lo tanto, no hay colección para hacer un análisis comparado.

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Aunque estos sitios están alejados de los cursos fluviales, hay en ese sector pequeñas quebradas.

Estos sitios se ubican mayormente en áreas llanas o de muy poca pendiente, cercanos a los esteros o quebradas del sector (27 sitios), con superficies muy acotadas y con sedimentos de gravilla y arena y algo menos de limo, sin poder ser correlacionados con la definición clásica de terrazas fluviales. La depositación de sedimentos sobre la base rocosa es muy variable y alcanza en promedio 50 a 40 cm, aunque en algunos lugares supera los 100 cm de profundidad. En estos sitios la visibilidad es acotada a la vegetación en los llanos y a su abundancia en los cerros y lomajes circundantes.

El otro gran conjunto de sitios (24) está en la cumbre o en las laderas de lomajes, cerros o estribaciones, con una perspectiva amplia. La depositación de sedimentos en estos sitios es muy escasa por la poca pendiente, la erosión y destrucción de la cobertura vegetal en tiempos históricos, causada por el laboreo minero y la ganadería caprina. Por lo mismo, es muy delgada la capa de gravillas y arenas granodioríticas, no siendo superior a los 20 cm de profundidad.

La mayoría de las ocupaciones del período Alfarero Temprano se identificaron en superficie, por la presencia de fragmentos cerámicos y piezas líticas, a veces asociados a materiales de períodos más tardíos. Solo en dos de los sitios estudiados (MAU067 y MAU094), estas ocupaciones se identificaron durante la excavación, por las intensas ocupaciones Diaguitas. La potencia estratigráfica de estas ocupaciones no alcanza más allá de los 40 cm de espesor, superándose en pocos sitios (MAU094, MAU075 y MAU158), con depósitos de 60 o 70 cm de espesor. En contados casos se identificaron materiales del Alfarero Temprano bajo los 60 cm de hondura, siendo los más profundos los de MAU094 (110 cm de profundidad).

La excavación de estos sitios permitió recuperar un conjunto artefactual de fragmentos cerámicos y piezas líticas,

Cron ol og ía Las 33 dataciones absolutas para el Arcaico Tardío (todas por C14) (Tabla 2, página 106), hablarían de una intensificación en la ocupación del valle de Mauro en comparación a los períodos anteriores, lo que es coherente con los registros contextuales ya descritos y con la cronología obtenida en los sitios de la costa adyacente (Méndez y Jackson, 2006).

Al mismo tiempo, estas dataciones confirmarían que las ocupaciones estacionales que se habrían desarrollado en estos sitios se prolongarían a lo largo de extensos períodos de tiempo, al menos durante 1000 años en MAU033 y cerca de 1300 años en MAU085.

4 . Pe r í od o Al f a r er o Tem pr a no En gran parte de Mauro se presentan ocupaciones del período Alfarero Temprano, distribuyéndose por casi toda la gradiente altitudinal, con sitios emplazados desde los 600 m hasta los 1055 m de altitud. Aunque claramente se concentran en las cotas más bajas, con un total de 35 asentamientos bajo la cota 900, pero la mayoría (31) están entre los 800 y 900 m.s.n.m. En este último intervalo están todos los sitios de mayor superficie (sobre 10000 m2) y un gran porcentaje de los que tienen superficies intermedias, entre 1000 y 10000 m2 (16 sitios). Los sitios con superficies menores a 1000 m2 se distribuyen a lo largo de toda la gradiente altitudinal.

Considerando esta distribución por gradiente y la geomorfología, las mayores concentraciones de sitios se dan a lo largo del estero Pupío, y sus tributarios Mauro y quebrada Caperuza, y en las llanuras del sector centro norte de la cuenca.

Los sitios del Alfarero Temprano, de superficies pequeñas y en terrenos con pendiente pronunciada al E de la cuenca, están en el amplio abanico que se extiende entre la quebrada Caperuza por el norte y el estero Mauro por el sur.

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Hueso de pie de camélido, sitio MAU085.

Fotografía de Viviana Rivas.

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Panorámica rasgos de rocas medianas, período Alfarero Temprano, sitio MAU094.

Fotografía de Cristian Becker.

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estando escasamente representadas otras categorías de artefactos (metalurgia, por ejemplo) y ecofactos (restos botánicos y de fauna). También se registraron en algunos sitios muy reducidos rasgos de quema, fogones de escasos desarrollo, y algunos contextos mortuorios. En estos últimos, se identificaron 10 tumbas asignables al Período Alfarero Temprano, las cuales fueron excavadas sistemáticamente.

En términos generales, estos rasgos se presentaron aisladamente o en pequeños conjuntos (2 individuos en MAU019 y 5 en MAU062). Especial mención debe hacerse a la tumba de MAU033, la cual permitió confirmar para este sitio una continuidad en la ocupación funeraria desde al menos el Arcaico Medio hasta el Alfarero Temprano, con un máximo uso durante el Arcaico Tardío.

Los entierros son primarios e individuales, los individuos fueron inhumados decúbito lateral, con los miembros inferiores hiperflectados, pero tanto la disposición de los miembros superiores como la orientación espacial de los cuerpos era variable. En las tumbas de los adultos hay ofrendas cerámicas y líticas. Entre ellas, resultó llamativo el tembetá que en un caso fuera ofrenda (MAU077-1), mientras que en otro haya formado parte del ajuar del individuo (MAU033-5). Además, en un caso (MAU062-2), el individuo presentó huellas de desgaste dental por tembetá, pero este objeto no se recuperó en la excavación. Estas regularidades señalan una tradición común y los tiempos transcurridos entre las inhumaciones sugieren el uso ocasional (estacional no permanente) de estos sitios. También destaca que los lactantes y niños recibieran el mismo tratamiento mortuorio que los adultos.

medianas, simétricas, con cuello, perfil inflectado, borde evertido o recto, base plana o plana en pedestal y escasez de asas), también en lo decorativo (engobes rojo, hierro oligisto e incisos en chevrón) y lo tecnológico (superficies alisadas, paredes medianas y delgadas y pastas de selección mediana y fina). Estos materiales tienen pocas huellas de su exposición al fuego, por lo que se infiere que no fueron usadas para cocer alimentos, lo que sumado a su forma y tamaño pequeño y mediano, apuntaría a un uso preferentemente individual para tomar agua y alimentos líquidos.

Paralelamente, estas piezas también podrían haberse usado como envases de almacenaje y/o para el recalentamiento previo al consumo de alimentos procesados.

En muchos sitios hay fragmentos de vasijas con decoraciones poco comunes en la zona sur del norte semiárido, lo cual indicaría la presencia de algunos envases singulares, de elaboración local o foránea. Entre ellas se cuentan variedades de incisos (campos triangulares rellenos con líneas oblicuas paralelas finas, líneas gruesas anulares, motivos reticulados, etc.) o pintadas (rojo sobre blanco, rojo y negro sobre blanco y hierro oligisto morado). Por lo general, en cada sitio hay algunos fragmentos de 1 a 3 de estas variedades decorativas singulares.

También la escasez de estas vasijas tan singulares podría explicarse por provenir de otros lugares, o bien serían producidas in situ para usarlas en actividades muy especiales, posiblemente de carácter ritual, según lo sugiere su presencia como ofrendas en entierros, como en el emblemático sitio de La Turquía en el valle de Hurtado (Iribarren, 1958).

Destaca al menos un sitio (MAU067), donde la cerámica por decoración y pasta sería foránea, elaborada por grupos Bato de Chile central (com. pers. Lorena Sanhueza).

Dentro del escaso registro de otras cerámicas aparecen fragmentos de pipa, uno o dos tembetás y algunos fragmentos de instrumentos que podrían corresponder a preformas

C e rám ica En gran parte de los sitios, el conjunto alfarero es muy homogéneo morfológicamente (baja diversidad de formas y tamaños, con predominancia de vasijas pequeñas y

Vasija cerámica rojo engobada, período Alfarero Temprano. Fotografía Viviana Rivas

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Fragmentos de vasija cerámica decorada, período Alfarero Temprano, diversos sitios.

Dibujos de Paulina Chávez.

p á g i n a i z q u i e r da

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Fragmento cerámico decorado con incisiones del período Alfarero Temprano, sitio MAU067. Fotografía de Viviana Rivas.

arriba

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a b a j o Fragmentos de vasijas cerámicas decoradas, período Alfarero Temprano, sitio MAU067. Fotografía de Viviana Rivas

de torteras y/o rebajadores de cerámica, relacionados los primeros con aspectos rituales y de identidad de género o cultural, y los segundos, con actividades productivas de tipo textil y alfarero.

Esta descripción general cambia en algunos sitios, donde junto a las piezas más comunes hay vasijas de mayor tamaño, con asas y una con huellas de exposición al fuego, que podrían indicar procesamiento, traslado y/o almacenaje de mayores cantidades de alimentos. En estos mismos sitios, hay mayor variedad de vasijas de decoración singular y una cantidad significativa de tembetás de botón con aletas, fragmentos de pipas y torteras/rebajadores.

los instrumentos llegaron terminados (puntas de proyectil y otros) y luego de su uso, fueron mantenidos por procesos de reavivado, lo que explica la cantidad de pequeños desechos de retoque, así como los cambios morfológicos y métricos en las puntas de proyectiles. Esto también muestra que instrumentos formatizados en materiales no locales, son siempre conservados.

No obstante lo anterior, la estrategia tecnológica también es rápida y oportunista, como se aprecia en la utilización de materiales locales de regular a mala calidad, con una tecnología muy simple de núcleo y lasca de filo vivo, o retocada, lo mismo que el raspado y corte.

L ít ic a Los conjuntos líticos hallados del período Alfarero Temprano se caracterizan por numerosos derivados de núcleo y desechos de talla, además de instrumentos diagnósticos, entre los cuales se incluyen puntas de proyectil triangulares de bases predominantemente cóncavas y algunas puntas lanceoladas y fusiformes de base convexa, a veces con bordes denticulados, raspadores discoidales o semi-discoidales; cepillos denticulados; raederas y cuchillos bifaciales. De los conjuntos piqueteados y pulidos, se registraron tembetás de botón con aletas, cuencos, manos de moler ovoidales, conanas, pendientes y cuentas pulimentadas.

Varias actividades se manifiestan en la producción, uso, mantenimiento y descarte de instrumentos líticos, que suponen la caza (puntas de proyectil), procesamiento de presas (cuchillos, raederas), tratamiento de pieles y otros materiales (raspadores, sobadores), trabajos de maderas (tajadores y cepillos) y molienda (manos de moler y conanas).

El análisis tecnológico de los desechos muestra con claridad que las cadenas operativas en la mayoría de los sitios corresponden a las fases finales de producción, sobre materias primas no locales (rocas silíceas). La mayoría de

Z o o arqu eo lo g í a En algunas ocupaciones del período Alfarero Temprano se recuperaron escasísimos restos zooarqueológicos que por lo general son de camélidos y roedores (Abrocoma bennetti, Rodentia, Spalacopus cyanus, Octodon sp.). En los camélidos, los análisis morfométricos e isotópicos indicarían que es una especie de talla grande de Lama guanicoe (guanaco), similar a la que fue cazada durante el Período Arcaico.

Los restos de estos animales habrían ingresado a los sitios después de ser procesados en otro lugar, posiblemente adyacente. Por tanto, puede ser que en algunos de estos sitios se llevaran a cabo actividades de procesamiento propias de sitios habitacionales.

Arqu eo b o tá n ica Al igual que los restos zooarqueológicos, fueron escasas las evidencias arquebotánicas de carporestos y microfósiles en las ocupaciones del período Alfarero Temprano.

Las evidencias carpológicas se reducen a plantas silvestres y domesticadas. Destacan las endémicas de la familia Anacardiaceae (familia del Molle), Aristotelia chilensis (maqui), Echinopsis sp. (quisco), Muehlenbeckia

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Semillas carbonizadas de Litre (Lithraea caustica), sitio MAU094.

Fotografía de Cristian Becker

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hastulata (quilo), Lithraea caustica (litre) y Madia chilensis (madi), y otras no endémicas, como Amaranthus sp. (amaranto), Chenopodiaceae (familia de la quinoa, quinguilla), Cyperaceae (familia de la totora), Carex sp., Datura sp. (chamico), Galium sp. (lengua de gato), Malvaceae (malva), Poaceae (gramíneas) y Fabaceae (leguminosas). Estas plantas silvestres poseen usos comestibles, para elaboración de chicha, para combustión y elaboración de cestería, quincha, techumbre y artefactos en madera, para forraje, uso medicinal y/o fumatorio.

Además, la presencia en algunos sitios de frutos de estas especies (Muehlenbeckia hastulata, Lithraea caustica y Schinus latifolius) sería un indicador de estacionalidad (primavera - verano). Las plantas domesticadas son endémicas, Chenopodium quinoa (quínoa)2 y Madia sativa (madi)3, y una foránea, trigo carbonizado (Triticum sp.), por las actividades agrícolas históricas que han afectado a los sitios del Alfarero Temprano.

En las pipas se identificaron almidones de una especie desconocida4, con daños tafonómicos por el tostado y/o quemado, para su fumado (Babot, 2007) y fitolitos que indicarían la presencia de maíz (Zea mays), dato interesante por los antecedentes etnohistóricos de fumar hoja de maíz (Joseph, 1930), planteando la existencia de otra especie domesticada y la presencia en algunas pipas de bosta animal, indicaría el uso de este desecho como catalizador de la reacción psicoactiva (Guevara, 1911; Guevara y Oyarzún, 1912; Serrano, 1934).

También se registró en un fragmento cerámico microfósiles de almidones de la familia Chenopodiaceae, familia con especies silvestres y domesticas comestibles (quínoa, quinguilla, paico, entre otros), dando cuenta de su procesamiento en la vasija a la cual pertenecía el cerámico.

Como se señaló para el período anterior, en las fogatas se

utilizó de preferencia Cordia decandra (carbonillo), según los estudios antracológicos en algunos sitios5.

Por lo tanto, se puede postular para este período el consumo de una dieta mixta, donde la presencia de especies silvestres se complementa con los frutos de las plantas domesticadas [quínoa (MAU077, MAU092) y madi (MAU092)]. Se nota la explotación de vegetación herbácea, arbórea, arbustiva y suculenta. Además hay indicadores de un uso estacional en primavera-verano de los sitios, por la existencia de frutos de quilo, litre y molle6.

Arqu eo m e tal u rg ia Solo 4 piezas conforman el conjunto arqueometalúrgico de las ocupaciones del período Alfarero Temprano de Mauro7, correspondiendo a 3 láminas y una cuenta enrollada, pequeñas piezas ornamentales de cobre, muy similares a las conocidas para el mismo período en el norte semiárido y Chile central (Cornely, 1956; Iribarren, 1970; Niemeyer et al., 1998; Castillo y Kusmanic, 1981; Berdichewsky, 1964).

Destaca en este contexto una pieza8 elaborada en bronce estañífero, porque en el territorio chileno no se encuentran yacimientos de estaño de ningún tipo (Ruiz, 1962). Esto y el hecho de que su morfología corresponde a la tradición local del Alfarero Temprano, probablemente indicaría una elaboración local usando una materia prima foránea, posiblemente procedente del noroeste de Argentina. Para esta zona los bronces estañíferos más tempranos fueron descritos para el Período Formativo (contextos Condorhuasi y Ciénaga) alrededor del 400 d.C. siendo claro su uso en el período siguiente, en la Aguada (400 - 900 d.C.), donde el bronce es la materia prima de las características placas con decoración compleja manufacturadas por cera perdida (L. González, 2004). Esta pieza podría ser una temprana evidencia de las redes de relaciones sociales existentes

entre distintas poblaciones, que podrían compartir bases ideológicas comunes manifestadas en el uso y/o manufactura de materiales especiales como podría ser el metal (L. González, 2004).

Por último, aunque poco significativas existen ciertas evidencias en algunos individuos de movimientos entre distintos espacios de la región. Si a eso sumamos que en comparación al Arcaico Tardío habría un escaso consumo de productos marinos, todo apuntaría a una disminución de los circuitos a largas distancias de los grupos del Alfarero Temprano.

B i oa nt rop o lo g í a e I s ót op os E s t a b le s Por las evidencias esqueletales y sus dietas, los individuos no se pueden incluir en las categorías de “cazadores recolectores” o “agricultores”, porque más bien son de una intermedia, entre las esperables para ambos modos de vida.

Con respecto al Arcaico, el grado de desgaste dental es distinto y no hay evidencias típicas de uso parafuncional de un cazador recolector. Tampoco las caries y enfermedades dentales parecen muy distintas, no existiendo, por ejemplo, el impacto de los azúcares en la pérdida dental y la extensión de las caries. Más que un cambio en alimentos con respecto al período anterior, parece influir más la manera de disponerlos: con procesamientos previos (harina y cocimiento), como lo muestra la evidencia arqueológica (vasijas de cerámica).

Los análisis isotópicos apuntan a una dieta de alimentos terrestres y a la ausencia de los marinos. De los primeros, destaca el intenso consumo de plantas C3, un leve (y tardío dentro del período) consumo de C4 (básicamente como energía: carbohidratos y lípidos) y un bajo consumo de carne (camélidos y otros animales). Estos resultados se correlacionan con los arqueobotánicos, con una dieta mixta de vegetales silvestres y domésticos, muchos de tipo C3. Durante la vida, la dieta no habría cambiado, fuera del consumo creciente de vegetales C4 y de carne en la adultez de algunos.

A nivel postcraneal, hay una evidencia de probable violencia interpersonal, un desarrollo muscular fuerte en hombros, hombros-cuello, miembros superiores (brazos) e inferiores (marcha) y facetas de acuclillamiento.

C ro no lo gí a Se obtuvieron 29 dataciones absolutas para el Período Alfarero Temprano (20 por C14 y 9 por TL) (Tabla 3, página 107), y gran parte se ubican cronológicamente en tiempos posteriores al 500 d.C. Esta situación podría relacionarse con un aumento en las ocupaciones de la cuenca con posteridad a esta fecha, lo que también ha sido detectado en otras áreas del Choapa. Al respecto es sugerente que buena parte de las fechas obtenidas en los sitios más complejos situados en tierras bajas, están en el rango temporal más tardío dentro de este período.

Junto a estas fechas, hay que considerar otras 12 dataciones (Tabla 4, página 105), obtenidas tanto en sitios Alfarero Temprano como en otros con componentes más tardíos, que darían cuenta de la pervivencia entre algunos grupos locales del modo de vida característico del Período Alfarero Temprano durante los inicios del Período Intermedio Tardío, la mayoría de ellas se ubican en forma previa al 1200 d.C. Esto plantearía la coexistencia con los grupos Diaguita que iniciaban el asentamiento en la zona, y al mismo tiempo, indicaría el declive de las ocupaciones de los grupos pertenecientes a las Tradiciones Alfareras Tempranas del Choapa con posterioridad al 1200, coincidiendo con la probable consolidación de las ocupaciones Diaguita, a juzgar por las dataciones que se tienen para el Intermedio Tardío y sobre las cuales se ahondará.

Detalle rasgos de rocas medianas ocupación del período Alfarero Temprano, sitio MAU094.

Fotografía de Cristian Becker.

páginas siguientes

2. MAU077 y MAU092.

3. MAU092.

4. Diferenciada de la Nicotiana sp. (tabaco), una especie local que según los datos etnohistóricos era fumada (Guevara y Oyarzún 1912) y podría corresponder a una especie de las familias Solanaceae y Fabaceae, que contienen alcaloide.

5. MAU033 y MAU085.

6. Se debe complementar con otros indicadores de estacionalidad.

7. 3 procedentes de MAU085 y 1 de MAU062.

8. Procedente del MAU062.

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general se asocian a cursos de agua permanente y a lugares privilegiados para la recolección intensiva y estacional de frutos silvestres (algarrobo y otros vegetales) y cultivos de plantas domésticas que no necesitan muchos trabajos de la tierra o de riego (quínoa, poroto, etc.). Estas circunstancias influirían para que las ocupaciones de sitios fueran prolongadas o más intensivas durante un período acotado del año.

Sitios de dimensiones inferiores, con pocos depósitos estratigráficos y contextos de menor diversidad y densidad, con períodos más acotados y vinculados con campamentos secundarios, de tarea o logísticos de grupos móviles, o de otros más sedentarios, dentro de circuitos de movilidad entre estos sitios y otros más extensos y complejos, como los incluidos en la anterior categoría ya descrita. Se emplazan en diversos espacios y altitudes de Mauro, aunque destacan aquellos más altos de la cuenca, en cumbres de lomas o quebradas tributarias, con amplia visibilidad del entorno. Las evidencias rituales u objetos foráneos son escasas o están ausentes en estos sitios. Además de los sitios intervenidos estratigráficamente, es posible que se puedan incluir en este grupo otros sitios superficiales y hallazgos aislados en Mauro.

Aunque este modo de vida tiene continuidades con el período Arcaico Tardío, ciertos aspectos plantean el desarrollo de procesos socioculturales singulares, que presagian las dinámicas de períodos posteriores. Entre estos elementos, está la mantención de un modo de vida móvil, parecido al propuesto para el Arcaico Tardío en el litoral adyacente (Méndez y Jackson, 2006) y de una forma de establecerse muy similar a la de los cazadores-recolectores del Arcaico, poblando sectores altos con excelente visibilidad y, en algunos casos, ocupando sitios con asentamientos previos del Arcaico Tardío (MAU085 y MAU033).

Del mismo modo, en la lítica se aprecia una tecnología que mantiene cierto carácter semejante al período anterior y en lo arqueobotánico, predominan en estos sitios el

M o d o s de Vi da Los estudios realizados indican que la ocupación en Mauro durante el período Alfarero Temprano no se diferencia, en términos generales, de la de otras áreas de la cuenca del río Choapa, y en general de la zona meridional del norte semiárido9 (Alfaro, 2003, 2009; Alfaro et al., 2010; Barrera, 1999; Contreras et al., 2006; Méndez et al., 2009, Pavlovic, 2004; Rodríguez et al., 1998; Pavlovic y Rodríguez, 2006; Urízar, 2004).

En la mayoría de los sitios domésticos, los patrones de asentamientos (disperso y extensivo, más que intensivo, ocupando microambientes y niveles altitudinales) y los conjuntos artefactuales y ecofactuales, permiten proponer que gran parte de la población que habitó Mauro durante el Alfarero Temprano, desarrolló un estilo de subsistencia de acuerdo a una movilidad residencial o un sedentarismo parcial o estacional, con una recolección intensiva, con caza y agricultura a baja escala (Alfaro et al., 2010; Méndez et al., 2009; Pavlovic, 2004). Probablemente, esta vida facilitó el contacto con otras poblaciones y el intercambio de bienes, como piezas cerámicas y metálicas.

En este marco general, ha sido posible reconocer al menos dos tipos de sitios: Extensos sitios con contextos densos, diversos y de potencialidad estratigráfica evidenciarían ocupaciones reiteradas en el tiempo y/o más prolongadas y/o más intensivas, para campamentos base por comunidades móviles (o de estancia temporal). Por lo general, en estos sitios hay materiales de actividades domésticas, de rituales diferentes y de contactos con otras zonas (tumbas, metales, mayor número de pipas, tembetás o vasijas cerámicas singulares, evidencias de manufactura cerámica, etc.). Se sitúan especialmente en las llanuras y lomajes del centro-norte de Mauro, o en las cercanías a dicho estero, en espacios utilizados posteriormente por grupos Diaguita e históricos. Por lo

a r r i b a , i z q u i e r d a Fragmento de tubo de pipa en cerámica incisa, periodos Intermedio Tardio. Sitio MAU094. a r r i b a , c e n t ro

Fragmento de tubo de pipa en cerámica incisa, cara exterior. Sitio MAU067. Fotograia Viviana Rivas.

a r r i b a , d e r e c h a Fragmento de tubo de pipa en cerámica incisa, cara interior. Sitio MAU067. Fotograia Viviana Rivas.

9. En esta denominación se ha incluido la cuenca del río Choapa, el litoral adyacente, la cuenca del estero preandino Pupío (del cual es parte El Mauro) y el área de Combarbalá.

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Fragmento de vasija de gran tamaño de arcilla y antiplástico vegetal, ocupación del período Alfarero Temprano del sitio MAU085.

Fotografía de Claudia Solervicens. p á g i n a d e r e c h a , a r r i b a Adorno facial de piedra pulida (Tembetá) del período Alfarero Temprano, sitio MAU033.

Fotografía de Viviana Rivas. página derecha, abajo

Orejera o nariguera de piedra del período Alfarero Temprano, sitio MAU094.

Fotografía de Viviana Rivas.

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Lámina de cobre y estaño de probable origen foráneo del período Alfarero Temprano, sitio MAU062. Fotografía de Patricio López.

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consumo de vegetales silvestres comestibles, en especial de las plantas C3.

Se pueden establecer diferencias con la situación anterior, como el aumento de los sitios ocupados, cambios en la tecnología lítica, la aparición y masificación de tecnologías (alfarería, metalurgia, e indirectamente, textilería) y recursos no registrados previamente (especies vegetales silvestres y domesticadas), reducción del consumo de carne y cambios en las formas de procesar los alimentos.

Estas disparidades se aprecian en lo doméstico y en lo ritual. Aunque a pesar de esto, los grupos siguieron siendo móviles, pero con circuitos más reducidos. Así, aunque se mantienen las técnicas líticas en los instrumentos de materiales foráneos, son significativas las ligadas a poblaciones más sedentarias, con piezas de rápido descarte producidas en materiales locales (Andrefsky, 1998).

En la mayoría de los sitios predominan vasijas cuyos tamaños y tecnologías buscan disminuir los tiempos de cocción y mejorar la resistencia mecánica para su transporte (Eerkens, 2003). Aprovechando las características aislantes de la arcilla, si estos recipientes eran sellados en forma hermética, también podrían haber sido usados para almacenar alimentos a largo plazo. Asimismo, la presencia de quínoa durante el Arcaico Tardío plantea la posibilidad de que estas vasijas podrían haber reemplazado gradualmente algún otro tipo de contenedor vegetal o de fibra animal, lo cual estaría ligado al transporte y/o procesamiento de la quínoa. Por otra parte, la presencia en los contextos de fragmentos cerámicos con sus fracturas redondeadas de manera artificial, los cuales han sido interpretados como preformas de torteras y/o rebajadores cerámicos, podrían ser correlacionados con el sellado de las vasijas, acción necesaria para servir como contenedor de almacenaje.

No obstante, en algunos de los sitios más extensos y complejos, hay piezas de mayor tamaño con asas y más fre-

cuentes huellas de exposición al fuego y grandes contenedores con antiplástico vegetal, que indicarían el consumo de mayores cantidades de alimentos procesados o almacenados. Un conjunto cerámico más diverso y de tamaños mayores es frecuente en grupos más sedentarios, lo que podría deberse a la necesidad de aumentar la población para cultivar especies domesticadas. En estos contextos hay objetos metálicos, que, por ahora, plantean la posibilidad de un incipiente grado de especialización artesanal y contactos con poblaciones trasandinas.

Gracias a los estudios líticos, arqueobotánicos, zooarqueológicos e isotópicos se conoce la importancia creciente en la dieta de los vegetales silvestres y también domesticados, como la disminución en el consumo de carne y la reducción territorial de la vida móvil. Esto es coherente con la cantidad de manos de moler en los sitios del período Alfarero Temprano y claras evidencias de cambios en las formas de procesar, consumir y posiblemente de almacenar los alimentos en vasijas cerámicas.

A nivel ritual, se aprecian diferencias en la disposición de los individuos en los contextos mortuorios, en la frecuencia de estos rasgos y en las ofrendas asociadas, donde está la cerámica. En estos mismos sitios se registran objetos asociados con rituales o de identificación personal, como tembetás y pipas. Aunque en menor número, los objetos metálicos recuperados también jugarían un rol.

Es factible que junto a la vida móvil se hayan desarrollado otros modos de subsistencia durante el Alfarero Temprano.

Como sería que en algunos de los sitios de mayor tamaño del centro-norte de la cuenca y adyacentes al estero Mauro, hayan sido ocupados por grupos más sedentarios, en forma contemporánea o posterior a los grupos móviles.

Estos conjuntos artefactuales se aproximan en sus características a los que exhibirán los grupos Diaguita durante el Intermedio Tardío y el Período Tardío (vasijas más grandes,

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industria lítica expeditiva, etc.). Algunos antecedentes isotópicos indican para fines de este período el consumo de plantas C4, que corresponderían al maíz (Zea mays).

Con estos antecedentes se puede proponer un modelo de ocupación para el Alfarero Temprano de grupos con movilidad acotada, centrados en el valle del Pupío y cercanías, con sitios de ocupación compleja y reiterada en los terrenos bajos y pocos en los altos, con actividades intensivas de recolección y una incipiente agricultura. De esta forma, los sitios bajos se constituyeron posiblemente en espacios de agregación social, facilitando la interacción entre comunidades y el desarrollo de rituales comunes, funerarios y otros que utilizaban vasijas y otros artefactos singulares.

Este modelo ha sido planteado para espacios ambientalmente similares en otras zonas de nuestro continente (Eerkens, 2003).

Esta gradual transformación, habría preconfigurado las formas de ocupación durante los períodos posteriores, con asentamientos permanentes en los terrenos bajos y sin ocupaciones habitacionales en las partes altas de la cuenca.

Algunas dataciones de cerámica, indican que los grupos con Tradiciones Alfareras Tempranas del Choapa (TATCH) habrían seguido habitando esta cuenca más allá del año 1000, fecha que marca el inicio del Período Intermedio Tardío. Esto habría implicado la coexistencia de grupos de estos orígenes con otros Diaguita, tal como se ha verificado para otras áreas del Choapa (Pavlovic, 2004; Pavlovic y Rodríguez, 2003) y del norte semiárido (Troncoso com. pers, 2012). No obstante, a diferencia de otros sectores interiores, en este valle las poblaciones de Tradiciones Alfareras habrían declinado significativamente después del 1200 d.C., lo que estaría relacionado con la consolidación de los grupos Diaguita en el área o, con la transformación de algunos de estos grupos en portadores de cerámica Diaguita, como se ha planteado para la transición entre el

Período Alfarero Temprano y la cultura Aconcagua en Chile central (Cornejo, 2010).

Cabe señalar por último, que este período transcurrió en un entorno climático más húmedo que en la etapa anterior más árida, en los momentos finales del Arcaico Tardío, con una pluviometría muy variable, con años secos y otros lluviosos. Esta situación se prolonga hasta la actualidad, lo que significa que en los períodos Intermedio Tardío, Tardío e Histórico las condiciones ambientes han sido muy similares.

5. Pe r í od o I nt er me d i o Ta r d í o y Tar dí o Se consideran en conjunto los resultados de estas dos etapas de la secuencia cultural prehispánica, porque las evidencias para las comunidades Diaguita que habitaron en el sector durante ambos períodos, las muestran formando parte de una misma tradición cultural, y a que en muchos sitios, por las alteraciones del cultivo, se han mezclado los materiales de las dos fases.

Independientemente de lo anterior, se detallará el impacto que tuvo en la zona la presencia del Tawantinsuyo, con cambios en las tradiciones tecnológicas y en las dinámicas de interacción de los habitantes de Mauro con el resto del norte semiárido.

Los sitios en Mauro de este período están concentrados en el sector centro-norte de la cuenca, en los terrenos llanos y próximos al curso del estero, en cotas de entre 800 y 900 m. Los sitios no superan los 10000 m2 y están constituidos por gravilla, arena y limo. El espesor de los depósitos no supera los 50 cm, aun en los sitios con densidad de materiales y con una visibilidad acotada para la vegetación del llano y los cerros.

La mayoría de las ocupaciones se identificaron en superficie y las excavaciones permitieron recuperar fragmentos cerámicos, piezas líticas, metal, instrumentos óseos, malacológicos y ecofactuales (restos zooarqueológicos y arqueo-

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Contexto mortuorio Alfarero Temprano sitio MAU062. Fotografía de Equipo arqueológico excavación.

Panorámica excavaciones en sitio MAU094.

Fotografía de Cristian Becker.

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botánicos). Junto a ellos, en algunos sitios se encontraron pocos rasgos de quema o fogones de escasa magnitud, estructuras derruidas y, en un sitio (MAU094), dos contextos mortuorios.

Algunos sitios con ocupaciones del Tardío se destacan por la densidad y diversidad de materiales, donde se habrían desarrollado distintos tipos de actividades intensivas, superando con creces lo que se había registrado para este período.

gruesas (blanco, negro y hierro oligisto sobre rojo interior) que se han agrupado tradicionalmente bajo la denominación de Animas IV-Diaguita I, que se correlacionan con los momentos iniciales de las poblaciones Diaguita.

En estos mismos elementos hay otros rasgos “iniciales” como el “falso torno”, lóbulos en los labios y modelados en el cuerpo de las vasijas.

Los cambios en la tradición cerámica durante el Tardío, abarcan las diferentes dimensiones de las tradiciones cerámicas (decorativas, formales y tecnológicas) y se expresan en aspectos como la popularización de las figurillas antropo y zoomorfas, los grandes contenedores con decoración gruesa y del cuarto estilo, la incorporación de formas cerámicas y técnicas de manufactura (escobillado) inéditas, la modificación de los patrones decorativos locales según nacientes estructuras de simetría y de nuevas modalidades decorativas (González, 2004) en lo Diaguita, incluyendo escasas piezas inca-locales. En ese sentido, los conjuntos alfareros no se modifican radicalmente, sino que dan paso a algo nuevo, que involucra principios locales y foráneos, resultado de la interacción de las poblaciones locales con el Tawantinsuyo (Troncoso y Rodríguez, 1997; Troncoso et al., 2004; Pavlovic et al., 2010; Solervicens et al., 2010).

Ce rám ic a Como era esperable, a partir de los estudios de sitios Diaguita en otros lugares del Choapa, en los de Mauro se recuperó un importante conjunto alfarero, con distintos tipos cerámicos en los contextos domésticos y funerarios de esta cultura. Este conjunto de vasijas muestra una amplia variedad de actividades domésticas y confirma el carácter permanente de estas ocupaciones.

Este conjunto incluye vasijas para el procesamiento, almacenamiento y consumo de alimentos sólidos y líquidos, de distintos tipos cerámicos: ollas, jarros y escudillas alisadas del Diaguita Monocromo, jarros y escudillas del Diaguita Rojo Engobado, escudillas del Diaguita Policromo, y grandes contenedores del Diaguita Cuarto Estilo y del Diaguita decoración gruesa (Pavlovic et al., 2010).

En general, las pastas de estas vasijas son homogéneas, de composición fundamentalmente granítica, estando las diferencias en el tamaño de los áridos. Se presentan escasamente otras familias de pasta, junto a las dominantes graníticas. Además hay torteras para el trabajo textil, fragmentos modificados para utilizarlos como rebajadores-alisadores en la cerámica, arcilla cocida (para la cerámica), instrumentos musicales y figurillas antropo y zoomorfas que pudieron ser juguetes infantiles y/o elementos rituales.

Cabe señalar la presencia en algunos contextos con fechas del Intermedio Tardío de decoraciones interiores

Lítica La industria lítica está definida por instrumentos diagnósticos, que incluyen pequeñas puntas de flechas triangulares con y sin pedúnculo, instrumentos con astillamiento sumario, marginal y tosco (tajadores, raspadores, cepillos, denticulados, entre otros), e instrumental pulido-piqueteado como silbatos, orejeras, “torteras”, pendientes, cuentas y manos de moler ovoidales y oblongas.

Las cadenas operativas simples están bien representadas para la mayoría de los instrumentos, especialmente de talla en materiales locales (andesitas y basaltos), mientras son de

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Punta de lecha, sitio MAU071. Fotografía de Vivina Rivas. Fragmento de lauta de piedra combarbalita períodos Intermedio Tardío y Tardío. Sitio MAU094. Instrumento para madera en materia prima lítica local, períodos Intermedio Tardío y Tardío. Sitio MAU092.

Fotograia Equipo de Análisis Lítico.

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Falange de camélido perforada, períodos Intermedio Tardío y Tardío. Sitio MAU094.

Imagen de Patricio López.

Instrumentos de piedra tallada, períodos Intermedio Tardío y Tardío. Sitio MAU094.

Fotografía Equipo de Análisis Lítico.

Entre los aspectos más interesantes están los neonatos de camélidos, que indicarían la caza de estos animales en verano y/o su crianza en el valle desde el Intermedio Tardío.

Esto se correlaciona con la existencia de camélidos más pequeños para el Intermedio Tardío, que la de los guanacos silvestres o las posibles llamas que aparecen para el Período Tardío, lo que indicaría labores de domesticación inicial y/o crianza a baja escala.

En el Período Tardío, habría camélidos de talla significativa, con evidencias de haber sido cargados, seguramente llamas cargueras, y otros más pequeños, que podrían ser alpacas. Estos dos grupos coexisten con el conjunto local de tallas medianas que vive desde el Intermedio Tardío.

Esta diversidad muestra un cambio significativo para este período en las pautas de manejo de los camélidos por las poblaciones Diaguita, que claramente estaría asociado a la

fases terminales los instrumentos bifaciales de sílice foránea. Para otros instrumentos, probablemente se utilizaron en tareas no especializadas lascas con retoque.

Por último, destaca la presencia de objetos pulimentados (silbatos, pendientes, torteras y otros) elaborados de combarbalita, un material del valle de Combarbalá, situado a unos 70 km al noreste del área de El Mauro.

Aunque la presencia de estos elementos no se descartan para el Intermedio Tardío, gran parte estarían asociados a las ocupaciones del Tardío.

Z o oa rq u e o lo g í a Los restos zooarqueológicos son diversos y se presentan en grandes cantidades en los sitios asignados al Intermedio Tardío y al Tardío. Como en períodos anteriores, predominan los restos de camélidos y después los roedores.

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presencia del Tawantinsuyo y a sus formas de interacción y modos de vida.

Los análisis isotópicos apuntan al consumo mayoritario de plantas silvestres, tanto por los animales cazados como en los domesticados, de talla media y llamas cargueras. Es destacable en este contexto la probable inclusión de maíz en la dieta de los individuos, posiblemente pertenecientes a alpaca (Vicugna pacos), lo que podría deberse a labores de crianza y cuidado diferenciales para esta especie.

La industria en hueso registrada en estos sitios, incluye retocadores e instrumentos para la producción textil.

Destacan las falanges perforadas, presentes en todos los sitios Diaguita con ocupación Tardía en el Choapa.

Faun a Acuá ti ca Los restos ictiológicos y malacológicos son significativos en los sitios de este período en Mauro y alcanzan importancia en sitios como MAU094 y MAU067. Aunque hay diferentes especies, el jurel (Trachurus symmetricus) es el que tiene la mayor representatividad.

Las partes esqueletarias apuntarían a que algunos especímenes llegaron completos (y quizás frescos) y fueron consumidos en el sitio, paralelamente al traslado al interior, como se demuestra en la presencia de la misma especie en otros sitios Diaguita de fase incaica, en la cuenca del Choapa (Troncoso et al., 2004). Se registran también moluscos de agua salada y dulce, como macha (Mesodesma donacium), almeja (Eurhomalea sp.) y chorito de río (Diplodon sp.)

Además están presentes muchos gastrópodos de tallas pequeñas, no comestibles, con evidencias de erosión, lo que apuntaría a que se recogieron en la playa para usarlos como adornos, o simplemente como recuerdos de quienes no ocupaban la costa permanente.

Anzuelo de cobre ocupación Diaguita del sitio MAU094. Fotografía de Viviana Rivas.

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Fragmentos de cerámica Diaguita, períodos Intermedio Tardío y Tardío.

Fotografías de Viviana Rivas

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con orientación suroeste-noreste y presentaba ofrendas cerámicas, representadas por una vasija restringida completa y una escudilla fracturada, demostrando un tratamiento similar al que se ha evidenciado para los adultos en otros sitios Diaguita con contextos mortuorios identificados en la provincia del Choapa.

A rq u e o b ot á n i ca Los restos arqueobotánicos registrados a nivel macro y micro son más abundantes en estos sitios que en las numerosas ocupaciones del Período Alfarero Temprano, aunque claramente se aprecia que de diversas especies silvestres y domesticadas (quínoa y maíz), se pasa durante el Tardío a un manejo de más especies domesticadas (madi, poroto, pallar y zapallo).

Está claro que en ambos períodos la explotación de numerosas plantas herbáceas, arbóreas, arbustivas y suculentas, muestra un amplio conocimiento de sus propiedades y usos potenciales, y el uso de los distintos ambientes que se sitúan en el entorno cercano a los sitios ocupados.

C ro no lo gí a Se obtuvo un total de 75 dataciones absolutas para las ocupaciones de los Períodos Intermedio y Tardío (67 por C14 y 8 por termoluminiscencia), que se han agrupado en 4 conjuntos por cronología y contexto: aquellas asignadas claramente al Intermedio (Tabla 5, página 108), otro que podría corresponder tanto al primero como al segundo (Tabla 6, página 109), un tercero que pertenecería sin dudas al Período Tardío (Tabla 7, página 110) y, finalmente, un cuarto, ya presentado para el Alfarero Temprano, que correspondería a fechas sobre materiales y/o contextos con materiales cerámicos de las tradiciones tempranas del Choapa que se desarrollaron post 1000 d.C., en forma contemporánea con las primeras ocupaciones Diaguita (Tabla 8, página 110).

Las dataciones obtenidas confirman los aspectos generales relacionados con la cronología de los períodos Intermedio Tardío y Tardío, tal como han sido planteados en los últimos años. El primero, entendido como el período en que se manifiestan los grupos Diaguita en el norte semiárido, en un tiempo que se iniciaría un poco antes del 1000 d.C. y se extendería hasta una década aun no determinada de manera clara, entre 1400 y 1470 d.C. Esta última década es la que tradicionalmente ha sido planteada para la incorporación de esta provincia al Tawantinsuyo, pero una gran cantidad de dataciones apunta a una presencia previa.

Esto se confirmaría por las fechas obtenidas en sitios con importante ocupación Tardía, como MAU094 y MAU067, donde se presentan fechas que retrotraerían la presencia inca hasta por lo menos el 1430 o 1440.

A rq u e o me t a lu rg i a Los materiales metalúrgicos y minerales recuperados en las ocupaciones de períodos Tardíos, demostrarían un manejo mucho más acabado de las técnicas de producción metalúrgica que en períodos anteriores y una clara relación con los procesos de intensificación productiva que se generaron en la zona durante el período de presencia incaica.

Aunque no hay evidencias que comprueben la producción metalúrgica local, sí se recuperaron cantidades de cobre nativo, escorias, preformas de artefactos y artefactos terminados. De estos últimos, se identificaron anzuelos de cobre, un cincel de cobre y una lámina de aleación oro-plata.

Los primeros se explican por las prácticas de pesca, con restos ictiológicos recuperados en algunos sitios y los segundos son manufacturas que circulan en las redes de interacción del Tawantinsuyo, que incluso, pudieron ser una de las estrategias políticas Inca con estas comunidades locales.

B i oa nt rop o lo g í a e I s ót op os E s t a b le s Los restos bioantropológicos asignables a este período están representados por un individuo lactante, de sexo indeterminado y que no pudo ser datado ni analizado isotópicamente por su corta edad. Este estaba decúbito dorsal extendido,

Punta de proyectil tallado en cristal de roca de la ocupación Diaguita del sitio MAU094. Se encuentran yacimientos de este mineral entre Tilama y Caimanes. Fotografía de Viviana Rivas.

p á g i n a i z q u i e r da

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Figurilla antropomorfa de cerámica Diaguita, sitio MAU094.

Fotografía de Viviana Rivas.

arriba derecha

i z q u i e r d a a r r i b a Mazorca pequeña de maíz quemada de la ocupación Diaguita del sitio MAU067. Fotografía de Equipo arqueológico excavación. i z q u i e r d a a b a j o Falange de camélido de la ocupación Diaguita del sitio MAU094.

Fotografía Viviana Rivas.

Vasija Diaguita, ofrenda contexto mortuorio Diaguita en sitio MAU094. Fotografía de Viviana Rivas.

página derecha

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ART E RUP EST R E EN EL VALL E D E MAURO

Tal como ha sido planteado para otras localidades estudiadas en profundidad del sector sur del norte semiárido (Troncoso, 2011), gran parte de los antecedentes tecnológicos, de distribución e iconográficos de los motivos de los más de 300 bloques con petroglifos del valle de Mauro pertenecerían a los períodos Intermedio Tardío y Tardío.

En este esquema, los grabados muestran un claro patrón de organización espacial que prioriza el uso del sector oeste del valle de Mauro y una ordenación en torno a dos ejes principales. El primero se establece desde el centro del valle en dirección hacia el noreste, siguiendo una quebrada que asciende por los cordones montañosos. El segundo, por el contrario, se orienta desde el fondo del valle en dirección suroeste siguiendo el estero y una quebrada desde la que nace.

Estas dos líneas de fuerza se encuentran mediadas por una alta concentración de bloques de arte rupestre en el sector bajo y central del valle, justo en el punto de intersección de ambos ejes. Junto a ellos, finalmente, encontramos un conjunto de pocos bloques que están aislados para cada uno de los sectores. Es a través de esta ordenación que se ha segregado en tres sectores el arte rupestre de Mauro.

La distribución descrita sugiere que el arte rupestre presenta un patrón de distribución espacial definido por una linealidad que nace desde el fondo del valle en dos ejes de dirección, pero con un espacio central donde esa linealidad no es tan clara, sino se marca más bien una aglomeración de bloques rocosos. Cada una de esas linealidades se asocia a rutas de tránsito hacia áreas vecinas; en el caso del eje

noreste permite unir con el estero Camisas y, desde ese punto, bajar hacia la actual ciudad de Salamanca, o bien cruzar hacia el sector de Panguesillo. Por su lado, el sector suroeste se articula con una ruta de tránsito que lo une con el valle de Petorca. Es interesante en esa lógica que no se reconozcan conjuntos rupestres para el sector oeste de Mauro y que el grueso de los bloques se concentre en torno a estas dos líneas de fuerza.

Este patrón espacial, por tanto, no solo es coherente y unitario en relación a las líneas de fuerza que adquieren los petroglifos, sino también a las orientaciones que presentan sus caras grabadas. Todos ellos están dispuestos de manera que los observadores puedan reconocerlos en un movimiento que va desde Mauro hacia fuera y no en el caso opuesto. Es ahí donde cumplen un doble papel de conducir el movimiento, pero también ser la materialización de un movimiento según tal eje de dirección.

Este modelo interpretativo funcional del arte rupestre es solidario con la filiación cronológica de los grabados. En efecto, si cruzamos la distribución de los bloques con las ocupaciones habitacionales del valle vemos que el sistema propuesto, centrado en un punto nodal como es el fondo de valle, no concuerda con la distribución de los sitios Alfarero Temprano. Mientras importantes asentamientos de ese período muestran una tendencia a un uso más intenso del sector Este de Mauro, y las ocupaciones se disponen en toda la cuenca, sin una clara ordenación que articule asentamientos con petroglifos.

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En oposición, al considerar una similar relación con los sitios de la Cultura Diaguita (Período Intermedio Tardío y Tardío) se observa un patrón más ordenado y coherente. Por un lado, estas ocupaciones se concentran únicamente en el sector central y oeste del valle, al igual que los conjuntos rupestres. Por otro, los dos principales sitios Diaguita (MAU094 y MAU067) se disponen asociados a estos petroglifos y próximos a las rutas que conectan con el conjunto de los petroglifos. En esa línea su emplazamiento es coherente con las líneas de fuerza que guían la distribución de arte rupestre. Este aspecto es muy relevante, pues estos asentamientos centrales son los sitios más complejos de todo el sistema de ocupación Diaguita de Mauro, por lo que encontramos que el nodo central que define la distribución del arte rupestre es coherente con la centralidad de la ocupación Diaguita en ese espacio.

A su vez, los asentamientos Diaguita ubicados hacia el sureste muestran un patrón de distribución lineal que es también coherente con el eje de fuerza que define la distribución de petroglifos en ese sector, pero sin extenderse hasta las tierras altas donde continúan los bloques con grabados.

Todo el conjunto de información anterior, por tanto, consolida la idea de una dinámica del arte rupestre asociada a la movilidad de sujetos de la Cultura Diaguita desde el valle de Mauro hacia las tierras interiores del Choapa o sectores más sureños. Esta dinámica de movilidad sería tanto de momentos preincaicos como incaicos y guardaría relación con las redes de interacción que manejan estas poblaciones, así como con el posible rol de bisagra que cumple este valle entre la costa y el interior. En efecto, los estudios en los sitios Diaguita del sector han mostrado un posible sistema de movilidad y aprovisionamiento de recursos desde la costa hacia las tierras interiores donde se concentra la ocupación

Diaguita, siendo Mauro un punto medial de este sistema espacial. Esta movilidad, en el caso de la ruta hacia el noreste articula con el valle de Camisas, desde donde es factible acceder a la zona de Panguesillo donde se ha reconocido una importante ocupación Diaguita tanto del período preincaico como Incaico (Quevedo, 2007), o bien bajando desde Camisas al sector de El Tambo, donde también hay ocupaciones similares. Este último punto es un sector relevante porque se juntan rutas de acceso tanto hacia Choapa alto, como hacia los valles de Chalinga e Illapel.

El otro sistema de movilidad es con las tierras meridionales, aprovechando una ruta que une con el sector de Petorca donde se registran contextos de similares características, al igual que conjuntos de arte rupestre, con patrones formales propios a la Cultura Diaguita. Interesante es que si consideramos los bloques grabados y su cantidad como una medida de la intensidad de prácticas de grabado en el valle, este es bastante mayor en el sector sur que en el sector este, lo que podría sugerir una mayor recurrencia en el uso de esa ruta, o bien alguna necesidad de demarcar y construir de manera más clara ese espacio de movilidad. Por su lado, la alta frecuencia de bloques grabados en el sector sur respondería a un conjunto de prácticas previas que tienen como finalidad marcar la salida de los espacios cotidianos de estas poblaciones previo a ingresar a estas áreas foráneas intermedias entre estas comunidades y las de otros espacios del Choapa.

Este aspecto parece altamente relevante por varios aspectos. Primero, implicaría que el arte rupestre se constituye en un discurso público que se materializa en espacios comunales, permitiendo el flujo de información entre distintos miembros de estas comunidades, las que se caracterizan por presentar relaciones sociales donde las interacciones cara a cara son escasas por el patrón de asentamiento disperso que tienen estas comunidades (Troncoso, 1999). Por ello, el arte rupestre sería una herramienta que a través de este Bloque rocoso con petroglifos (“mascara”), sitio MAU026. Fotografía de equipo de Registro de Arte Rupestre.

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flujo de información y creación de significados permitiría la construcción y reproducción social de una comunidad. Al mismo tiempo, la organización descrita implicaría que el movimiento interregional estaría inmerso en un conjunto de otras significaciones, pues a medida que se establece información en el paisaje, este se carga con significados particulares que vienen dados por la presencia de arte rupestre.

Este aspecto nos parece relevante pues la construcción social del espacio ha mostrado que en sociedades de este tipo se define por una importante oposición entre las áreas cotidianas donde el paisaje se marca y construye por la dinámica de las prácticas agrícolas, y los sectores ajenos a estas áreas, que al ser menos utilizados requieren de otras estrategias para la construcción del paisaje. En este caso, el arte rupestre cumpliría un rol central al llenar de significado y culturizar estos espacios alejados de las zonas productivas y de las tierras de ocupación cotidiana Diaguita. En ese sentido, nuevamente la concentración de petroglifos en el sector central del valle es coherente con esta intención de marcar y construir un espacio previo a la salida desde las tierras agrícolas a lo no cotidiano.

Por otro lado, dadas las condiciones de observación que presentan estos petroglifos, siguiendo un desplazamiento desde el fondo del valle hacia el exterior de Mauro, sus condiciones de visibilidad implicarían que el flujo de información se orientaría básicamente hacia quienes salen desde el valle que a los que entran en él. Eso es coherente con que esta materialidad sería un recurso para la construcción y reproducción de la comunidad, pues permitiría tanto el flujo de información entre diferentes sujetos y en contextos en los que se estaría saliendo desde las tierras de la comunidad para adentrarse a estos nuevos espacios.

La centralidad de esta práctica llevaría a que se mantuviese vigente desde el período Intermedio Tardío al Tardío; a través del acto de grabar-caminar-observar, por tanto, se

establecería una memoria espacial y social asociada a una práctica tradicional. Lo relevante es que ella se mantiene en época Incaica, pero con una modificación en los discursos visuales por la incorporación de diseños foráneos, como de patrones de simetría que son ajenos a la zona.

Esta estructuración de la circulación, cargada de significación y valor social, no se establecería en su relación espacial de manera aleatoria, sino que mostraría un lineamiento que ha sido observado en otros sectores del Choapa, el cual vendría dado por dos hechos. Primero, las máscaras se disponen en espacios específicos del valle asociados a cambios en las condiciones del paisaje. En efecto, el bloque 14 del sitio MAU026 se dispone en el sector 3 en el último punto del fondo de valle antes de comenzar la ascensión por las quebradas, marcando un quiebre entre las tierras bajas y las altas. A su vez, en la ruta SE las máscaras se disponen también en una inflexión, el sitio MAU003 (Bloque 6) está ubicado justo en un punto donde se pierde de vista el valle al ascender por la quebrada, cortándose la relación visual con los espacios ocupados para adentrarse totalmente en los cordones montañosos que llevan hacia localidades vecinas. Segundo, y en relación con lo anterior, los bloques que presentan mayor complejidad y trabajo se ubican en estos umbrales, el mencionado caso del sitio MAU003 donde las máscaras de surco profundo se convierten en el diseño con más inversión laboral en todo el valle y, en el eje NE el sitio MAU 017, donde el bloque 5 es también el más complejo de la zona no solo por la alta cantidad de diseños grabados y por la diversidad de caras grabadas, sino también por presentar un diseño que quiebra todos los cánones locales, un antropomorfo de grandes dimensiones y con un cuerpo areal.

De esta manera, la organización espacial de los petroglifos combinaría un sistema de linealidad del movimiento, con otro de sectorización y marcación de umbrales que vendría dada por la ubicación de las máscaras y los dos bloques

Bloque rocoso con petroglifos (antropomorfo y esquemáticos), Sitio MAU017. Fotografía de equipo de Registro de Arte Rupestre.

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más complejos reconocidos en todo Mauro (uno de ellos teniendo máscaras), los que marcarían en todos los casos un quiebre espacial, ya sea por la salida desde el fondo de valle a los espacios de quebrada, o por el quiebre visual con los espacios de habitación Diaguita.

De esta manera, el arte rupestre de Mauro responde a lógicas regionales que se aprecian en el valle del Choapa, pero con diferencias, tal como ocurre en los diferentes espacios del Choapa, lo que en última instancia remite a las dinámicas socio-espaciales que se desarrollan en cada uno de esos locus y al hecho que, seguramente, son las comunidades locales de cada uno de estos lugares las que manufacturan el arte rupestre, sin que exista una coordinación central en su producción. Esto es coherente con el hecho, en última instancia, de ser los petroglifos un mecanismo para la reproducción social de las comunidades de los diferentes espacios del Choapa.

canos que caracterizan al noroeste de la cuenca de Mauro.

También hay sitios históricos donde se encajona el valle del Pupío, sin encontrar más que escasísimas evidencias de ocupación prehispánica.

Esta ocupación es coherente con los terrenos de cultivo y con las instalaciones principales del Fundo Mauro, de las cuales solo quedan en pie algunas bodegas y la antigua escuela, lo que confirma que en el siglo XX este fue el espacio de mayor densidad poblacional del fundo.

Pero no solo el noroeste de la cuenca tiene un número mayor de ocupaciones históricas, sino que también las hay en el sector alto de la loma Caperuza (noreste de la cuenca), en el curso superior del río Pupío (sur de la cuenca) y en lomas y quebradas del noreste de la cuenca. Estos sitios son pequeños espacios dedicados a la agricultura de subsistencia y a la crianza de cabras, junto al pirquineo (minería de pequeña escala) y a la obtención de arcilla para la elaboración de cerámica.

En el curso superior del estero Pupío, hay terrazas de superficies importantes y adyacentes al estero, que en algún momento se limpiaron de vegetación y rocas, para su cultivo. Estos sitios y los de la loma Caperuza están en las rutas de comunicación de Mauro con otras áreas.

Es interesante notar que en las laderas este y sur de la cuenca, existen amplios terrenos sin evidencias de ocupaciones históricas y solo se registran algunos hornos de carbón y pircados. En este período se ocuparon áreas económicamente más importantes, como son las tierras bajas para la agricultura y las altas para la ganadería caprina y estos espacios intermedios, de pendiente leve, se utilizaron marginalmente para obtener carbón.

6 . Pe r í od o His t ó rico Las ocupaciones históricas identificadas en Mauro se subdividen en dos grandes conjuntos.

En un grupo se incluyen aquellos sitios históricos con depósitos culturales en estratigrafía y en el otro, los sitios con ocupaciones históricas, con estructuras habitacionales, corrales y muros aún en pie (o subactuales).

En los primeros se hicieron excavaciones arqueológicas, sometiendo sus materiales al mismo tipo de análisis que en el caso de los sitios prehispánicos.

En el caso de los sitios subactuales, en cambio, se llevó a cabo un registro fotográfico y topográfico, además de recolectar desde sus inmediaciones los objetos que hoy son exhibidos en la Sala del Campesinado, localizada en Monte Aranda y abierta al público.

Por los datos de terreno se nota una concentración de sitios históricos en las tierras bajas y llanas y espacios cer-

C e rám ic a El conjunto alfarero de estos sitios es homogéneo, con predominancia de vasijas monocromas y pulidas. Este pulido

p á g i n a d e r e c h a , a r r i b a Estructura de quincha del valle de Mauro del período Histórico Republicano.

Fotografía de Gastón Castillo. página derecha, abajo

Estructura Histórica de quincha, madera y rocas. Período Republicano. Fotografía de Gastón Castillo.

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presenta claras facetas del uso de piedras ágata o algún otro material suave, cuando la vasija estaba en proceso de secado.

Las formas más frecuentes corresponden a piezas de perfil compuesto, medianas y grandes, borde evertido, con base cóncava o convexa (plato europeo), y piezas con cuello, pequeñas y medianas, de borde evertido o recto, con presencia de asa cinta y base cóncava o plana en pedestal (tipo jarros u ollas). Tecnológicamente, la mezcla de pasta usada para las vasijas es homogénea, de composición fundamentalmente granítica, con antiplásticos medianos y finos.

Las decoraciones son de tres tipos: los pintados, grabados y los grabados pintados, presentándose preferentemente en las vasijas tipo plato europeo, con pintura roja en una o en ambas superficies. También algunos fragmentos tienen decoraciones grabadas y pintadas.

El conjunto cerámico para este período se completa con la presencia de fragmentos cerámicos con sus fracturas pulidas. Algunos se clasificaron como torteras por su forma redonda y orificio central, pero otros como preformas, porque podrían ser para una tortera o algún instrumento, como rebajadores-alisadores de cerámica.

La homogeneidad de los materiales apunta a una misma tradición alfarera en el valle de Mauro, muy similar a las otras del Choapa durante este período, también con las mismas decoraciones y formas del sector sur del norte semiárido (Urízar, 2004; Barrera, 1999; Cornejo y Jackson, 2004), como también de la costa de Petorca y Quilimarí (Ávalos y Rodríguez, 1993).

El que la mayoría de la loza corresponda al tipo whiteware, muestra que los sitios estudiados son del siglo XX. Inclusive algunos tienen loza nacional de fines de dicho siglo, pero hay otros con elementos tecnológicos o decorativos del siglo XIX. Parte de la loza analizada es extranjera, particularmente de origen inglés, alemán y posiblemente escocés, para el caso del gres. Esta última tendría la data más temprana, del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, cuando no existía producción nacional de loza, exceptuando la de la Compañía de Lota, que además de vajilla y botellas, fabricaba varios elementos tecnológicos y ornamentales, desde la segunda mitad del siglo XIX. Con la invención del whiteware, a partir de 1820 en Europa, el costo de la loza baja y aumentan las exportaciones a América. Así, desde mediados del siglo XIX la loza fue un producto cada vez más barato, al cual podían acceder las clases menos pudientes (Schávelzon, 1998).

También es posible que el material de loza más tardío proceda de fábricas nacionales, de las cuales existe escasa sistematización cronológica de sus tipos morfo-funcionales, decorativos y de los sellos que las caracterizaron.

La loza analizada estaba en depósitos de baja potencia y solamente 3 sitios presentaron mayor densidad de material (MAU089, MAU094 y MAU098), lo que tal vez pueda deberse a una ocupación estacional, o con viviendas más precarias, porque en estos sitios faltan otros artefactos, como los azulejos, sanitarios, aisladores eléctricos y otros materiales de construcción.

Otra explicación de esta escasez, podría ser que todavía en estos sectores rurales la loza haya sido menos común entre los enseres domésticos culinarios y de mesa; así lo indican los abundantes restos cerámicos de cocina en estos yacimientos. En este sentido, queda la interrogante para análisis posteriores, del rol que jugó la loza en estos ambientes rurales durante tiempos históricos. Sin embargo, la loza

L oz a Los fragmentos de loza recuperados en Mauro son casi todos de vajilla y envases, lo cual diferencia estos sitios de otros estudiados en Santiago y en sectores rurales, donde además hay elementos de construcción, juguetes y otros artefactos.

Base de horno de barro, período Republicano.

Fotografía Gastón Castillo.

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sí tuvo fines domésticos, lo mismo que algunos restos de metales identificados, que evidencian actividades de vivienda (Latorre, 2011).

Cabe señalar que estos sitios están en las rutas que conectaban el puerto de Los Vilos con los valles interiores, más poblados y con las principales ciudades del Choapa (Salamanca e Illapel). Por estas rutas transitaban los comerciantes que trasladaban productos importados al interior, facilitando a los ocupantes de Mauro un acceso preferencial a estos bienes.

La presencia de los cinco raspadores elaborados sobre vidrio (MAU019, MAU078 y MAU089) y de desechos de retoque en otros sitios (MAU062, MAU071, MAU098 y MAU033) es compleja. Si bien los raspadores son claros desde el punto de vista de su retoque y parcialmente de su morfología, así como de las huellas de uso, las características de sus formas bases no pueden atribuirse a una cronología anterior a 1900. Esto podría sugerir que persistió una tecnología de tradición indígena hasta tiempos históricos tardíos, o bien, que los campesinos innovaron haciendo estos raspadores probablemente para el trabajo de cueros, maderas u otros materiales.

Algunas características morfológicas, color y técnicas de elaboración de los fragmentos de botellas permiten discriminar al menos dos momentos cronológicos: Evidencias sub-actuales: Corresponderían a la gran mayoría de los fragmentos de vidrio de gran parte de los sitios. Son botellas y otros envases elaborados a máquina sin huellas de molde, mientras que otros, algo más antiguos, reflejan huellas de molde pero fabricados a máquina. La presencia de algunos envases con diseños o letras (botellas y vasos) con impresiones a tinta, sugieren una data algo más antigua, al menos desde la década del 1960. El vidrio es más bien delgado y homogéneo lo que también sugiere una data reciente.

Histórico reciente: Se trata de fragmentos de botellas, principalmente de color verde y café oscuro, gruesas, con base cóncava, a veces con huellas de molde pero fabricado con máquina automática. Estos rasgos identifican botellas fabricadas a partir de 1905, que se generalizaron a partir de 1920. Entre esta última fecha y los inicios de la década de 1960, tendríamos los sitios MAU019, MAU062, MAU063, MAU071, MAU083, MAU094 y MAU105.

En el marco de esta misma cronología, la presencia de huellas de molde en golletes de botella (MAU062, MAU063) y huellas de puntil (MAU094 y MAU105) sugieren ser las

L ít ic o y Vi dr io Las evidencias líticas en los sitios históricos son escasas y sin duda ambiguas, ya que solo se ha propuesto hipotéticamente que algunos de estos materiales podrían pertenecer a este momento por su posición cercana a la superficie y/o por su asociación con materiales históricos (cerámica, metal, etc.). En este sentido, no existe forma de evaluar directamente las características propias del material lítico, para saber si corresponde o no a las ocupaciones históricas. No obstante, se ha planteado a modo de hipótesis que: a) estos conjuntos líticos corresponden a ocupaciones de grupos indígenas del período histórico o b) que estos conjuntos líticos no son de ocupaciones históricas, sino que se deben a la yuxtaposición estratigráfica de estas últimas con elementos de ocupaciones prehispánicas previas en los mismos sitios.

En este marco, la presencia de vidrio y especialmente de algunos raspadores de vidrio y desechos de los mismos, constituye un primer antecedente inédito para este tipo de instrumentos documentado para el norte semiárido de Chile. Se trata sitios donde se han registrado fragmentos de vidrio, frecuentemente en los niveles superiores de los depósitos estratigráficos. La gran mayoría de estas evidencias corresponden a contextos históricos recientes, de la comunidad agroganadera y minera que habitaba Mauro.

Panorámica hornos de carbón del sitio MAU141, período Histórico Republicano.

Fotografía de Equipo de Registro en Terreno.

Dibujo de uso del horno. Origo Ediciones.

página derecha

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más antiguas. Así también la presencia de vidrio color violeta (MAU030 y MAU071), debiera ser más antigua, así como el vidrio con iridiscencia, aunque esta variable depende de factores depositacionales.

su desplazamiento o disminución, por otras actividades en este período en Mauro, con los rebaños de animales introducidos a partir de la Conquista. Es así como las especies más frecuentes son las cabras (Capa hircus), ovejas (Ovis aries), conejos (Oryctolagus cuniculus), vacunos (Bos taurus), caballos (Equidae), gallinas (Gallus gallus) y los cerdos (Sus scrofa domestica).

Los animales domesticados dan cuenta claramente de la transformación de las estrategias de subsistencia y modos de vida de las poblaciones locales, siendo similares a las que se generan a partir de fines del siglo XVI en todo el norte semiárido y la zona central de nuestro país, al consolidarse la conquista hispánica.

A rq u e o b ot á n i ca Escasos fueron los depósitos con elementos arqueobotánicos identificados en las ocupaciones históricas, entregando solo taxones silvestres, como quilo, molle, quisco, leguminosas y totora. Llama la atención la ausencia de especies domesticadas adventicias (como el trigo), porque según los antecedentes de terreno y de informantes (Castillo, 2004), en este lugar hubo extensos trigales. De hecho, restos carpológicos de trigo se identificaron como materiales intrusivos, en ocupaciones del Período Alfarero Temprano ubicadas en terrenos cultivados en tiempos históricos.

Es posible que la ausencia de estas especies en los rasgos analizados, sea porque no coinciden los sitios históricos y los lugares donde se sembraban, o que el descarte y aprovechamiento de las mismas sea tan óptimo, que no quedaron evidencias significativas.

La preeminencia de las especies herbáceas, arbóreas, arbustivas y suculentas silvestres muestra un modo de vida integrado al paisaje de Mauro, con el uso de fuentes alimenticias o leñosas, que se explotan hasta el presente, mostrando una tradición de uso de recursos silvestres desde los períodos prehispánicos, tal vez debido a la lejanía de Mauro de los centros mayores (Los Vilos) y a la necesidad de contar con más recursos para evitar penurias a lo largo del año.

A rq u e om e t a l urg i a Los instrumentos metálicos recuperados en los sitios con ocupaciones históricas presentan una gran cantidad de artefactos, que han sido agrupados en las siguientes categorías: agrícola, preparación y consumo de alimentos, actividades domésticas y constructivas.

La mayor cantidad de piezas se asocian con esta última categoría, destacando los clavos de distinta tipología y cronología. También es relevante la cantidad de latas de conserva de alimentos. La predominancia en algunos sitios de ciertas categorías indicaría actividades específicas de contextos domésticos, con objetos metálicos usados en muchas actividades.

La cronología indicaría que son escasas las piezas anteriores al año 1800, siendo la mayoría las producidas y usadas desde la segunda mitad del siglo XIX y durante el siglo XX.

A rq u e o z oo lo g í a Los restos zooarqueológicos de data histórica corresponden a pequeñas acumulaciones y bolsones de basura de asentamientos rurales. A diferencia de los períodos anteriores, los restos de camélidos son prácticamente ausentes, tal vez por

C ro no lo gí a La revisión de las dataciones obtenidas para las ocupaciones históricas de Mauro (Tabla 9, página 111) permiten, en primer lugar, establecer la escasez de dataciones previas al

p á g i n a i z q u i e r da

Cruciijo metálico período Histórico Republicano valle de El Mauro.

Fotografía de Elvira Latorre.

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1650 d.C., situándose antes de esta fecha solo 4 dataciones del total de 30.

Esto confirmaría las pocas evidencias registradas en las actividades de rescate en Mauro de momentos anteriores al 1700 d.C. y plantearía que la etapa que va entre los primeros años de la conquista hispánica (1536 a 1550 d.C.) y el 1650 d.C., se caracterizó por una muy escasa presencia poblacional.

Con respecto a momentos posteriores, no obstante la cantidad de dataciones obtenidas, los amplios rangos de calibración no permiten segregar fases cronológicas de este período que puedan compararse con los grandes procesos sociales ocurridos en la Colonia y la República.

La gran cantidad de dataciones post 1650 d.C. confirmarían que la ocupación de este sector se habría consolidado a partir de fines del siglo XVII y el siglo XVIII y se habrían mantenido más o menos igual hasta mediados del siglo XX.

Arrieros trasladando ganado por el valle de Mauro (2005). Fotografía de Gastón Castillo.

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Moneda de plata de un peso de 1853, período Histórico Republicano, sitio MAU012.

Fotografía de Elvira Latorre.

a r r i b a i z q u i e r da

Moneda de cobre de un peso de 1942, período Histórico Republicano, sitio MAU082. Fotografía de Elvira Latorre.

arriba derecha

Estructura rectangular (posible corral), periodo Histórico, sitio MAU143.

Foto equipo de Prospección.

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RESU LTA DO S A RQ UEO L O G ÍA D E MONTE A RA NDA

El Fundo Monte Aranda se configura como un área de interés arqueológico en el Norte Semiárido, por cuanto presenta una serie de asentamientos prehispánicos e históricos de diversa índole, con piedras tacitas, arte rupestre, talleres líticos y sitios habitacionales, de tal manera que conforma un nuevo sistema de asentamientos prehispánicos en la cuenca del Choapa.

Los primeros estudios sistemáticos llevados a cabo en el área, se desarrollaron en el marco de la elaboración de la Línea de Base Patrimonio Cultural del Proyecto Integral de Desarrollo (PID) de Minera Los Pelambres, generando numerosa información acerca de los grupos prehispánicos que habitaban la zona, lo que ha permitido enriquecer el conocimiento de este territorio. La primera aproximación a la arqueología de Monte Aranda la realiza Seelenfreund (2000), quien a través de una prospección releva treinta y cuatro (34) sitios arqueológicos. Posteriormente, esta información es complementada por los trabajos de Castillo (2001) quien da cuenta del hallazgo de diez (10) sitios más. Una década más tarde, Poch Ambiental (2013) realiza un estudio más completo, desarrollando una serie de sondeos y análisis en los sitios de mayor relevancia con el objetivo de estimar su asignación cultural, delimitación y funcionalidad.

Las investigaciones realizadas durante los años 2000 y 2001, dieron cuenta de un total de cuarenta y cuatro (44) sitios arqueológicos, de los cuales trece (13) pertenecen a bloques con tacitas, destacando un monumental bloque con

más de cincuenta (50) orificios (o depresiones) cupuliformes (Adenda 1 del PID, 2001). Estos bloques con tacitas se distribuyen a lo largo del cauce principal del estero La Bodega, dispersos hacia el este y oeste del mismo, sin embargo, se encuentran relativamente agrupados en las quebradas Salto de Agua y Molina (Castillo 2001). Dichos sitios poseen escaso material cultural asociado, que corresponde a fragmentos de cerámica y líticos.

El resto de los yacimientos corresponde a bloques con arte rupestre, sitios habitacionales, talleres líticos y canteras. Los sitios habitacionales presentes en Monte Aranda corresponden a pequeños campamentos de baja intensidad ocupacional y acotada extensión temporal, que se caracterizan por presentar escaso material cultural cerámico y lítico (Pavlovic y Pascual 2014). Los sitios definidos como talleres líticos y canteras muestran artefactos dispersos en superficie tales como núcleos e instrumentos del tipo tajadores, cepillos o raspadores, elaborados sobre andesita y basalto, mezclados en algunos casos con trozos de cuarzo provenientes de afloramientos rocosos ubicados en el mismo lugar (Seelenfreund 2000, Castillo 2001).

Esta primera aproximación (Seelenfreund 2000, Castillo 2001) permitió proponer una síntesis interpretativa de los sitios arqueológicos de Monte Aranda, que se fundamenta en su emplazamiento, las materialidades observadas y la configuración geográfica, estimando que esta zona se perfila como “tierra de morteros en rocas o piedras tacitas”, a diferencia de El Mauro, donde predominan las expresiones

Vista general del bloque con tacitas del sitio 25 de Monte Aranda.

Fotografía Centro de Estudios Patrimoniales Poch Ambiental.

p á g i n a i z q u i e r da

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de arte rupestre. Además los autores antes citados sugieren que se registra un abanico amplio de ocupaciones prehispánicas que van desde asentamientos adscritos al Complejo Huentelauquén (8.000 - 9.000 a. C.) hasta las etapas agro alfareras más tardías (cultura Diaguita) e incluso, hasta momentos de naturaleza colonial.

Posteriormente, los trabajos realizados por Poch en el 2013, obedecen a la ejecución de un proyecto de investigación, producto del que se hicieron una serie de excavaciones en diversos sitios arqueológicos con el objetivo de contestar determinadas interrogantes respecto de la cronología, funcionalidad y asignación cultural de los sitios MA-04, MA-24, MA-25, MA-26 y MA-33.

El sitio MA-04 se emplaza en una terraza al oeste de la quebrada La Bodega, muy cerca del estero homónimo, donde se observan dos (2) bloques con piedras tacitas. Los materiales culturales recuperados de la excavación indican la presencia de grupos pertenecientes a las Tradiciones Alfareras Tempranas del Choapa (TATC) y al periodo Histórico (PH). La ocupación asociada a las TATC corresponde a un asentamiento habitacional, que da cuenta de actividades domésticas de baja intensidad, donde se observan vasijas cerámicas de superficie alisada y formas globulares con cuello, así como líticos de carácter expeditivo y piedras de moler. Estas últimas podrían estar relacionadas con las piedras tacitas y con el proceso de molienda de vegetales. La ocupación del periodo Histórico es muy efímera, representada por un fragmento cerámico.

El sitio MA-24 se emplaza en una planicie aluvial donde se levanta una formación rocosa de cuarzo y caliza, que fue ocupada por las TATC y posteriormente explotada en tiempos históricos. La ocupación TATC está caracterizada por la presencia de instrumentos líticos asociados al procesamiento de vegetales y algunos fragmentos cerámicos. La escasez de materiales culturales podría indicar el desarrollo

en el lugar de actividades domésticas de muy acotada extensión temporal, posiblemente asociadas con actividades muy específicas como la caza, recolección, obtención de materias primas, las que hipotéticamente, podrían estar relacionadas con sitios de ocupación más significativa situados en otras zonas (Pavlovic y Pascual 2014).

El sitio MA-25 se ubica en un pequeño lomaje cercano a un área de reforestación y se caracteriza por la presencia de un bloque rocoso con cuatro (4) horadaciones o tacitas. Tres (3) de ellas se encuentran bien marcadas y solo una (1) en su etapa inicial, tacitas que podrían estar siendo utilizadas para el procesamiento de vegetales. Los materiales culturales recuperados producto de las excavaciones permitieron asociar este sitio tanto a las ocupaciones TATC como al Periodo Alfarero Tardío (PAT). La ocupación de las TATC se relaciona con actividades domésticas de baja intensidad y los materiales culturales se caracterizan por la presencia de vasijas monocromas de superficie alisada, de forma restringida con cuello y por líticos de carácter expeditivo elaborados para cortar (chopper y cuchillo) en materia prima de origen local. Por último, el material cultural asociado al PAT está representado solamente por la presencia de una punta de proyectil elaborada en cristal de cuarzo triangular, de base pedunculada con aletas.

El sitio MA-26 se emplaza en la terraza este de la quebrada La Bodega, sobre un afloramiento rocoso de cuarzo lechoso opaco. En este sitio se observa una ocupación vinculada a las TATC, caracterizada por la presencia de escasos fragmentos cerámicos e instrumentos de talla informales utilizados para cortar (raedera) y raspar (cepillo y raspador), los cuales se reflejarían la aplicación de estrategias tecnológicas de carácter expeditivo. El conjunto lítico destaca porque la mayoría de la muestra está elaborada en materias primas del tipo cuarzo, lo que podría vincular este sitio con algún afloramiento de cuarzo identificado

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Detalle de bloque con tacitas del sitio 25 de Monte Aranda.Fotografía Centro de Estudios Patrimonial Poch Ambiental.

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Tacita de sitio MA25.

Fotografía de Álvaro Delgado.

en la zona de Monte Aranda, como el del sitio MA-24, o con la extensa veta de cristal de cuarzo que va en dirección norte-sur desde Tilama a Caimanes (Méndez et al. 2010).

Al igual que los demás sitios, éste posee un escaso conjunto artefactual, lo que indica una ocupación de baja intensidad orientada más que nada a la talla lítica, identificándose escasas evidencian asociadas a otro tipo de actividades que se desarrollan en campamentos de uso más intensivo o más complejos funcionalmente (Pavlovic y Pascual 2014).

El sitio MA-33 se ubica sobre la terraza sur de la quebrada Salto de Agua. A través del análisis de los materiales se logra identificar una ocupación asociada a las TATC de tipo habitacional, de baja intensidad. Las vasijas presentes se caracterizan por ser monocromas, de superficie alisada y formas restringidas con cuello. El material lítico señala la realización de actividades de talla de instrumentos informales utilizados para cortar (raederas y chopper) y raspar (cepillo), las cuales se encontrarían asociadas a estrategias tecnológicas de carácter expeditivo. Dentro del conjunto artefactual destaca la presencia de una pieza lítica confeccionada en piedra de materia prima talcosa tipo combarbalita.

Corresponde a un adorno pulido con un orificio para amarrar el colgante, tiene forma ovoidal con un surco que divide el perfil y una decoración incisa lineal en ambas superficies.

La forma del colgante recuerda aquella de un bivalvo entreabierto. De acuerdo con Pavlovic y Pascual (2014), este tipo de hallazgos se relaciona con espacios que han sido ocupados de forma más significativa y compleja funcionalmente.

Los sitios arqueológicos registrados en Monte Aranda poseen características comunes con otros asentamientos de las TATC de la zona del Choapa, específicamente en los valles de Chalinga, Illapel, Choapa y Pupío (Mauro) (Rodríguez et al. 1998, Barrera 1999, Pavlovic 2004, Urízar 2004, Contreras et al. 2006, Rodríguez y Pavlovic 2006, Alfaro et al. 2010, Pavlovic et al. 2012). Algunos de los

elementos comunes entre los sitios emplazados en Monte Aranda y los que se encuentran en los valles de Chalinga, Illapel, Choapa y Pupío corresponden a los tipos de vasijas utilizadas, al tipo de lugar de asentamiento elegido, al modo de vida llevado por los grupos pertenecientes a las TATC y a la tecnología lítica utilizada por los mismos.

El conjunto alfarero de los sitios de Monte Aranda se caracteriza por la presencia de vasijas de tamaño pequeño y mediano, de superficies alisadas y de formas restringidas con cuello. Con respecto al material lítico, se observan artefactos de baja formatización y rápido descarte, apuntando a una industria mayoritariamente expeditiva. Lo anterior estaría indicando la presencia de actividades de procesamiento de materiales duros y blandos (carne, hueso, madera, fibras, etc.) mediante artefactos líticos (Jackson y Peralta 2014). Por otro lado, debido a las características de los materiales culturales y a su baja frecuencia, estos grupos habrían utilizado un sistema de subsistencia basado en la movilidad residencial o en un sedentarismo parcial sustentado principalmente por prácticas de caza, recolección intensiva y, potencialmente, horticultura a baja escala (Pavlovic 2004, Méndez et al. 2009, Alfaro et al. 2010). Este tipo de vida móvil habría facilitado el contacto con las poblaciones de otras áreas y por ende el posible intercambio y traslado de distintos bienes. Es por esto que se considera que las poblaciones de las TATC hacían un uso extensivo del espacio, más que uno de tipo intensivo (Pavlovic et al. 2012).

Lo anterior, no quiere decir que todos los sitios de este periodo se hayan comportado de la misma forma. En este sentido se observa que dentro de un sistema donde la movilidad es importante, existieron algunos sitios que fueron significativa y funcionalmente más complejos que otros. Este es el caso del sitio MA-33 que posiblemente correspondió a un campamento base, donde se desarrollaron actividades como la recolección, la caza y posiblemente el cultivo de algunos

Aloramiento sitios MA04, donde se emplaza piedra tacita.

Fotografía de Álvaro Delgado.

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vegetales silvestres. A diferencia de MA-33, los demás sitios registrados en Monte Aranda, fueron ocupados de forma menos intensa y/o más acotada temporalmente y/o estuvieron orientados a actividades muy específicas. Las ocupaciones desarrolladas en estos últimos asentamientos pudieron haber sido planificadas desde los sitios más complejos.

Aunque no se hayan registrado restos arqueobotánicos en los sitios de Monte Aranda, es posible observar que por lo menos en tres (3) de los sitios sondeados existen piedras tacitas, las que seguramente estaban vinculadas con el procesamiento de vegetales. Por este motivo, es muy probable que el emplazamiento de estos sitios esté directamente relacionado con el acceso a vegetales silvestres susceptibles de ser recolectados, a espacios adecuados para sembrar potenciales cultivos a baja escala y/o a la presencia de grandes bloques rocosos donde generar estas horadaciones (Belmar y Meneses 2014, Pavlovic y Pascual 2014).

Por último, con respecto a la cronología, hay que señalar que las dataciones absolutas obtenidas para los sitios de Monte Aranda se inscriben dentro de los periodos Intermedio Tardío (PIT) y Tardío (PT) (ver Tabla 10, página 112). Sin embargo, los yacimientos de Monte Aranda registran contextos asociados al Periodo Alfarero Temprano (PAT), similares a los registrados en toda el área del Choapa, los cuales no presentan cerámica o materiales culturales Diaguita o Inca local. En ese sentido, es posible plantear que las ocupaciones PAT de Monte Aranda podrían atribuirse a grupos TACT que habrían mantenido sin muchos cambios su tradición alfarera a lo largo del tiempo, manifestando una continuidad cultural incluso hasta la llegada de las poblaciones Diaguitas, con las que habrían coexistido de forma simultánea (Pavlovic et al. 2012).

La situación antes descrita, ha sido detectada en gran cantidad de asentamientos de diferentes zonas del Choapa durante este periodo, donde se registran contextos simi-

lares a los que caracterizan el Período Alfarero Temprano (300 a. C. a 1.000 d. C.) en la zona, sin embargo dichos sitios presentan dataciones absolutas por termoluminiscencia (TL) y radio carbono 14 (RC14) que se inscriben cronológicamente en el Período Intermedio Tardío (1.000 1.400 d. C.) (Rodríguez et al. 1998, Barrera 1999, Pavlovic 2004, Urízar 2004, Contreras et al. 2006, Alfaro et al. 2010, Pavlovic et al. 2012).

Colgante sitio MA33.

Fotografía de Álvaro Delgado

arriba

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Colgante, peril inferior.

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PAR Q U E RU P ES TR E Y S ALA DE EX HIBIC IÓN D E LA CU LT UR A C A MP ESI NA DE MONTE A RA NDA

En el marco de la Resolución de Calificación Ambiental N° 38 del año 2004, que aprobó el Proyecto Integral de Desarrollo de Minera Los Pelambres, se estableció una serie de compromisos con relación al componente patrimonio cultural, los cuales pasaron a formar parte de los compromisos ambientales de Minera Los Pelambres. Entre estos compromisos, destaca la construcción de un parque rupestre y de una sala de exhibición de la cultura campesina, ambos a ser implementados en el fundo Monte Aranda.

El objetivo de la construcción del parque rupestre tuvo como propósito el rescate de los bloques con petroglifos ubicados en el valle de Mauro que serían inundados por la construcción y operación del tranque de relaves El Mauro.

Por otra parte, la construcción de la sala de exhibición tuvo como propósito la implementación y puesta en valor de una muestra relacionada con materiales del campesinado y, eventualmente, muestras de los restos arqueológicos recuperados de los sitios habitacionales del valle de Mauro y aquellos recuperados desde la plataforma de relaveducto.

A partir del año 2005, Minera Los Pelambres desplegó la mayor campaña de identificación, caracterización y rescate arqueológico realizada en el país, seguida de un acucioso trabajo de análisis de materiales arqueológicos con el objeto de establecer la mejor propuesta de parque rupestre y sala de exhibición para la difusión de los conocimientos adquiridos. A partir de las campañas realizadas, en la que participaron más de 120 especialistas, se levantó la información de todos los bloques con arte rupestre del valle de Mauro.

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Luego de que la autoridad aprobará el plan de mitigación y compensación arqueológica, Minera Los Pelambres comenzó con el rescate de los bloques con arte rupestre en el valle de El Mauro, mientras se definía la forma en que los bloques serían relocalizados en Monte Aranda. Durante este periodo, Minera Los Pelambres propuso al Consejo de Monumentos Nacionales cuatro alternativas de relocalización, siendo escogida la alternativa “relacional” como la más apropiada. Esta alternativa buscaba mantener las relaciones espaciales entre los bloques y los sitios de arte rupestre en su ubicación de origen, pero sin respetar una escala 1:1, sino más bien adaptando la escala de distribución a un espacio bastante menor.

La implementación del Parque Rupestre comenzó en el mes de octubre del año 2013, pero no se pudo concluir la obra dado que la autoridad solicitó a Minera Los Pelambres demostrar que la distribución de los bloques rupestres que habían alcanzado a ser posicionados en el parque cumplía con la alternativa “relacional” propuesta por Minera Los Pelambres al Consejo de Monumentos Nacionales. Luego de un extenso análisis de las implicancias de esta alternativa y considerando las restricciones de tipo espacial que impedían cumplir a cabalidad con la alternativa de relocalización denominada como “relacional”, Minera Los Pelambres propuso a la autoridad una nueva alternativa, llamada “puesta en valor”, la cual es producto de la interpretación que hacen los arqueólogos a partir del análisis de los petroglifos generados por el equipo de investigación

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de la Universidad de Chile. A partir de esta información, se diseñó el concepto general al que obedecen los senderos del Parque Rupestre: una zona central desde la cual salen dos ejes, uno hacia el norte y otro hacia el sur, replicando la interpretación que entregaron los especialistas acerca de la forma en que se organizaban los bloques en su tiempo de factura y uso. Una vez remitida esta información, el Consejo de Monumentos Nacionales autorizó la propuesta de “puesta en valor” lo que permitió reactivar la construcción del Parque Rupestre.

El proceso de rescate y traslado consideró bloques de distinto tamaño y peso, todos los cuales debían ser situados en el fundo Monte Aranda sin alteraciones estructurales. Las

rocas más livianas pesaron menos de 100 kilos, sin embargo las más contundentes superaron las 20 toneladas, llegando a alcanzar una de ellas las 68 toneladas. No sólo la cantidad, volumen y peso de los bloques revestía un reto desde el punto de vista técnico, sino que al tratarse de objetos patrimoniales protegidos legalmente, se sumaba un factor de riesgo que hacía más delicado el trabajo.

Este enorme desafío fue asumido por un equipo multidisciplinario de ingenieros, arqueólogos, conservadores, museógrafos, técnicos especializados y operarios, además de una gran gama de maquinaria e implementos. En el proceso debieron utilizarse grúas de 90 a 300 toneladas, camiones para carga sobredimensionada, camiones pluma, sistemas

MAU 0026-14. Panel con 4 motivos; un círculo con punto central y apéndices, un círculo con punto central con dos apéndices lineales meándricos, un mascariforme circular con apéndices radiados en todo su contorno y un círculo con punto central y tres apéndices.

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hidráulicos para movimientos finos, elementos para la limpieza y consolidación de las rocas, entre muchos otros.

Todo este trabajo debió enmarcarse en un diseño museográfico que tomo en cuenta exhibir y poner en valor el arte rupestre en un paisaje cultural rural, típico de la zona central como lo es el fundo Monte Aranda. Para ello, se elaboró un guion arqueológico que contextualiza y explica el arte rupestre de los diaguitas en el valle de El Mauro, un guion ambiental que interioriza a los visitantes en conceptos fáciles de comprender, pero que les permite observar el entorno, la flora y la fauna con una nueva perspectiva, y un guion curatorial que releva los principales resultados de los estudios arqueológicos. Esta información se presenta mediante el uso de soportes gráficos que fueron pensados para cumplir las funciones de atraer, orientar y explicar al visitante los contenidos elaborados por los guiones.

Otro aspecto considerado en el desarrollo del diseño de los senderos fue maximizar el encuentro del visitante con la mayor cantidad de bloques y de la manera más eficiente. En este sentido, el usuario puede acceder sin salir de los senderos a cada uno de los bloques. En éste también se minimizaron los desplazamientos que obligan al visitante a volver a pasar por un mismo lugar, favoreciendo un recorrido lineal que avanza siempre hacia un lugar nuevo. Esto último ofrece la ventaja de que las personas al realizar el circuito harán uso en mayor extensión del Parque y su naturaleza.

Contiguo al Parque Rupestre se ubica la Sala de Exhibición de la Cultura Campesina, uno de los recintos de mayor transcendencia histórica en la provincia de Choapa.

En este lugar, los visitantes junto con rememorar los secretos y las formas de vida de las primeras generaciones que habitaron el Valle de Pupío, podrán impregnarse del pasado arqueológico de las primeras culturas prehispánicas que llegaron a ese lugar. Todo esto, en un contexto de casona estilo siglo XVIII.

Los contenidos que se exhiben en la sala fueron recabados a través de un proceso participativo con la comunidad de Caimanes, especialmente personas de tercera edad que colaboraron independientemente de su posición frente a El Mauro. Ellos aportaron sus recuerdos de cuando eran niños y de cómo se vivía en esta zona antes de la llegada de las rutas pavimentadas, de la televisión, el comercio formal y la modernidad.

Es así como el Fundo Monte Aranda se convierte en todo un referente cultural y turístico de la comuna de Los Vilos, en donde el Parque Rupestre y la Sala de Exhibición de la Cultura Campesina constituyen una visita obligada. Con una acogedora bienvenida de las guías locales a las visitas, éstas lo adentrarán en los orígenes de Caimanes y sus alrededores para luego conocer los detalles de una muestra que fue elaborada a partir de los relatos de la propia comunidad, posibilitando así la reconstrucción de diferentes costumbres del campesinado local.

Sala de exhibición cultura campesina del Parque Rupestre.

Fotografía Manual Museografía.

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Rescate desde El Mauro y posicionamiento en el Parque Rupestre del bloque con arte rupestre MAU171-01. Peso del bloque: 68 toneladas.

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Vistas panorámicas del Parque Rupestre de Monte Aranda.

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Senderos de Parque Rupestre Monte Aranda.

MAU017-5. Panel con 16 motivos; nueve círculos con apéndices, una igura rectangular, tres círculos, un antropomorfo, un indeterminado y una igura irregular formada por líneas curvas y rectas.

100

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TA BLAS

Tabla 1. Dataciones Arcaico Medio ID Laboratorio

Sitio

Material

C14 Años BP

±

Cal. Inferior

Cal. Superior

UGAMS 10997

MAU033

Óseo humano: Tibia derecha / sexo indeterminado (Ind. 9)

5440

30

-4346

-4245

UGAMS 10998

MAU033

Óseo humano: Tibia / sexo indeterminado (Ind. 10)

7490

30

-6433

-6254

Tabla 4. Dataciones Absolutas contextos de Tradiciones Alfareras del Choapa en el período Intermedio Tardío ID Laboratorio

Sitio

UGAMS 9922

Fechas Calibradas (d. C.)

Material

C14 Años BP

Cal. Inferior

Cal. Superior

MAU074

Carbón

980

UGAMS 10941

MAU062

Óseo animal: Metapodio de Camelidae (4 g)

25

995

1154

430

25

1426

1609

UGAMS 10937

MAU069

Óseo animal: Hueso plano de Mammalia (5,3 g)

790

25

1213

1276

UGAMS 10967

MAU069

Óseo animal: indeterminado de Mammalia (1,8 g)

960

20

1021

1155

UGAMS 10952

MAU074

Óseo animal: Hueso largo de Mammalia (14,8 g)

970

20

1017

1154

UGAMS 9944

MAU092

Carbón

1020

30

902

1148

UGAMS 9945

MAU092

Carbón

950

25

1024

1155

UGAMS 10951

MAU092

Óseo animal: Astragalo de Camelidae (16,9 g)

890

20

1045

1215

UGAMS 10953

MAU092

Óseo animal: IV carpiano de Camelidae (5,4 g)

900

25

1041

1211

UCTL

MAU092

Fragmento de cuello alisado exterior e interior PAT

915

90

1095

UCTL

MAU085

Fragmento de cuello alisado exterior e interior PAT

740

70

1270

UCTL

MAU083

Fragmento de cuello alisado exterior e interior PAT

900

80

1110

105

Tabla 2. Dataciones Absolutas Ocupaciones Arcaico Tardío

Fechas Calibradas (d. C.)

Tabla 3. Dataciones absolutas de contextos de Tradiciones Alfareras del Choapa en el período Intermedio Tardío

Fechas Calibradas (d. C.)

ID Laboratorio

Sitio

Material

C14 Años BP

±

Cal. Inferior

Cal. Superior

UGAMS 10977

MAU033

Óseo animal: Astragalo de Mammalia

2370

25

-517

-391

ID Laboratorio

Sitio

Material

C14 Años BP

±

Cal. Inferior

Cal. Superior

UGAMS 10963

MAU033

Óseo animal: I Falange anterior de Camelidae grande

2520

25

-790

-543

UGAMS 9913

MAU033

Carbón

1260

25

671

857

UGAMS 9912

MAU033

Carbón

2490

25

-771

-517

UGAMS 10979

MAU062

Óseo animal: I Falange anterior de Camelidae grande

1530

25

432

600

UGAMS 9914

MAU033

Carbón

2360

25

-511

-388

UGAMS 10943

MAU066

Óseo animal: Hueso largo de Mammalia

1450

25

566

650

UGAMS 10911

MAU085

Óseo animal: II Falange posterior de Camelidae sp. grande

2060

25

-166

1

UGAMS 10969

MAU066

Óseo animal: IV carpiano de Camelidae

1510

20

444

610

MAU069

Óseo animal: Hueso largo de Mammalia

1810

25

130

315

MAU085

Óseo animal: I Falange anterior de Camelidae sp. grande

UGAMS 10974

UGAMS 10912

2470

25

-762

-416

UGAMS 10968

MAU075

Óseo animal: Hueso largo de Mammalia

1150

20

781

970

UGAMS 10913

MAU085

Óseo animal: I Falange anterior lateral Camelidae sp. grande

2670

25

-896

-797

UGAMS 10965

MAU077

Óseo animal: Vértebra lumbar de Camelidae

1090

20

893

995

UGAMS 10981

MAU077

Carbón

1300

25

661

773

UGAMS 10914

MAU085

Óseo animal: I Falange indet. de Camelidae sp. grande, con patología (pos exostosis)

2710

25

-906

-811

UGAMS 10915

MAU085

Óseo animal: Astragalo de Camelidae sp. grande

2330

25

-482

-265

UGAMS 10916

MAU085

Óseo animal: Astragalo de Camelidae sp. grande

2430

25

-747

-404

UGAMS 10917

MAU085

Óseo animal: Astragalo de Camelidae sp. grande

2690

25

-897

-806

UGAMS 10918

MAU085

Óseo animal: Calcáneo de Camelidae sp. grande

2540

25

-796

-551

UGAMS 9926

MAU085

Carbón

2840

25

-1111

-918

UGAMS 9927

MAU085

Carbón

2670

25

-896

-797

UGAMS 9928

MAU085

Carbón

2770

25

-996

-840

UGAMS 9929

MAU085

Carbón

2830

25

-1053

-911

UGAMS 9930

MAU085

Carbón

2800

25

-1016

-858

UGAMS 9931

MAU085

Carbón

2910

25

-1210

-1012

UGAMS 9932

MAU085

Carbón

2870

25

-1126

-941

UGAMS 9933

MAU085

Carbón

2870

25

-1126

-941

UGAMS 9934

MAU085

Carbón

2890

25

-1193

-997

UGAMS 9935

MAU085

Carbón

2860

25

-1122

-935

UGAMS 9937

MAU085

Carbón

3040

25

-1396

-1216

UGAMS 10989

MAU033

Óseo humano: Fémur / sexo indeterminado (Ind. 1)

3760

25

-2283

-2047

UGAMS 10990

MAU033

Óseo humano: Fémur derecho / sexo masculino (Ind. 2)

2690

25

-897

-806

UGAMS 10991

MAU033

Óseo humano: Fémur / sexo indeterminado (Ent. 3)

2890

25

-1193

-997

UGAMS 10992

MAU033

Óseo humano: Tibia derecha / sexo pos. masculino (Ind. 4)

2490

25

-771

-517

MAU033

Óseo humano: Fémur izquierdo / sexo indeterminado (Ind. 6)

2070

25

-172

-2

MAU033

Óseo humano: Fémur derecho / sexo indeterminado (Ind. 7)

2490

25

-771

-517

MAU033

Óseo humano: Fémur derecho / sexo indeterminado (Ind. 8)

2680

25

-896

-802

MAU085

Óseo humano: Tibia derecha / sexo pos. masculino (Ind. 1)

2450

30

-753

-410

MAU085

Óseo humano: Húmero izquierdo / sexo femenino (Ind. 3)

3030

25

-1391

-1212

MAU091

Óseo humano: Tibia izquierda / sexo femenino (Ind. 1)

2200

25

-368

-197

UGAMS 10994 UGAMS 10995 UGAMS 10996 UGAMS 1103 UGAMS 1104 UGAMS 11005

106

UGAMS 10959

MAU086

Óseo animal: Hueso largo de Mammalia

1390

25

609

669

UGAMS 10971

MAU087

Óseo animal: Metapodio de Camelidae

1070

25

896

1020

UGAMS 10987

MAU087

Carbón

1620

25

389

535

UGAMS 10982

MAU094

Carbón

1090

25

893

1013

UGAMS 10956

MAU099

Óseo animal: Hueso largo de Mammalia

1460

20

565

644

UGAMS 10988

MAU019

Óseo humano: Fémur derecho / sexo indeterminado

1410

25

601

662

UGAMS 10993

MAU033

Óseo humano: Fémur derecho / sexo masculino

1120

25

878

990

UGAMS 10999

MAU062

Óseo humano: Fémur izquierdo / sexo indeterminado

1530

25

432

600

UGAMS 11000

MAU062

Óseo humano: Húmero derecho / sexo masculino

1310

25

657

771

UGAMS 11001

MAU062

Óseo humano: Tibia izquierda / sexo femenino

1580

20

425

539

UGAMS 11002

MAU077

Óseo humano: Fémur derecho / sexo masculino

1600

25

412

537

UGAMS 11006

MAU094

Óseo humano: Fémur derecho / sexo masculino

1790

25

134

325

UGAMS 11566

MAU158

Óseo: Calcáneo de Camelidae (43,5 g)

1080

20

896

1017

UCTL

MAU094

Fragmento de cuerpo inciso PAT

1030

100

980

UCTL

MAU067

Fragmento de cuerpo inciso chevron PAT

1140

110

870

UCTL

MAU030

Fragmento de borde recto alisado exterior e interior PAT

1895

190

115

UCTL

MAU085

Fragmento de cuello alisado exterior y erosionado interior PAT

1460

140

550

UCTL

MAU085

Fragmento de vasija con antiplastico vegetal PAT

1420

140

590

UCTL

MAU089

Fragmento de cuerpo alisado exterior e interior PAT

1410

140

600

UCTL

MAU098

Fragmento de cuerpo alisado exterior e interior PAT

1280

70

730

UCTL

MAU075

Fragmento de cuerpo alisado exterior y erosionado interior PAT

1780

170

230

UCTL

MAU075

Fragmento de cuerpo alisado exterior y erosionado interior PAT

1990

100

20

107

Tabla 5. Dataciones Absolutas Ocupaciones Período Intermedio Tardío

Fechas Calibradas (d. C.)

Tabla 6. Dataciones Absolutas Ocupaciones Período Intermedio Tardío y/o Tardío

Fechas Calibradas (d. C.)

ID Laboratorio

Sitio

Material

C14 Años BP

±

Cal. Inferior

Cal. Superior

UGAMS 10954

MAU064

Óseo: Astragalo de Camelidae (16,8 g)

650

25

1282

1392

UGAMS 10955

MAU064

Óseo: Astragalo de Camelidae grande (11,6 g)

610

20

1298

1400

UGAMS 10958

MAU064

Óseo: Hueso de Camelidae (15,2 g)

720

25

1256

1381

UGAMS 10944

MAU065

Óseo: Hueso largo de Mammalia (2 g)

680

20

1276

1386

UGAMS 9919

MAU067

Carbón

470

20

1417

1449

UGAMS 10978

MAU068

Óseo: Radio de Camelidae (23,8 g)

480

25

1412

1449

ID Laboratorio

Sitio

Material

C14 Años BP

±

Cal. Inferior

Cal. Superior

UGAMS 10972

MAU064

Óseo: I falange posterior de Camelidae (9,3 g)

550

25

1316

1431

UGAMS 10973

MAU065

Óseo: I Falange anterior de Camelidae (6,4 g)

680

25

1274

1388

UGAMS 9916

MAU067

Carbón

600

20

1300

1406

UGAMS 9942

MAU094

Carbón

490

20

1412

1444

MAU094

Carbón

490

25

1410

1446

MAU094

Carbón

460

25

1415

1459

UGAMS 10919

MAU094

Óseo: Astragalo de Camelidae sp.

(12,9 g)

500

25

1405

1445

UGAMS 10920

MAU094

Óseo: Astragalo de Camelidae sp.

(21,2 g)

480

25

1412

1449

UGAMS 10921

MAU094

Óseo: Astragalo de Camelidae sp.

(11,8 g)

450

25

1419

1468

UGAMS 10922

MAU094

Óseo: II Falange posterior de Camelidae sp. (4,3 g)

480

25

1412

1449

UGAMS 10925

MAU094

Óseo: I Falange posterior de Camelidae sp (11,3 g)

510

25

1398

1444

UGAMS 10927

MAU094

Óseo: I Falange anterior de Camelidae sp (12,1 g)

450

20

1422

1460

UGAMS 10962

MAU094

Óseo: Astragalo de Mammalia -ciclodecano- (muestra de control)

450

20

1422

1460

UCTL

MAU094

Fragmento de cuerpo decorado con policromia

540

50

1470

UCTL

MAU092

Fragmentos de borde rojo engobado exterior e interior

580

50

1430

UCTL

MAU083

Fragmento de cuerpo rojo engobado exterior erosionado interior

1685

160

325

UGAMS 9917

MAU067

Carbón

820

20

1180

1264

UGAMS 9944

UGAMS 9920

MAU067

Carbón

820

25

1170

1265

UGAMS 9945

UGAMS 10948

MAU068

Óseo: Hueso largo de Mammalia (1,2 g)

620

20

1294

1397

UGAMS 10937

MAU069

Óseo: Hueso plano de Mammalia (5,3 g)

790

25

1213

1276

UGAMS 10967

MAU069

Óseo: Indeterminado de Mammalia (1,8 g)

960

20

1021

1155

UGAMS 9922

MAU074

Carbón

980

25

995

1154

UGAMS 10952

MAU074

Óseo: Hueso largo de Mammalia (14,8 g)

970

20

1017

1154

UGAMS 10966

MAU076

Óseo: Húmero de ¿Camelidae? (8 g)

600

20

1300

1406

UGAMS 9925

MAU083

Carbón

850

25

1059

1259

UGAMS 10947

MAU083

Óseo: Astragalo de Camelidae

840

25

1160

1259

UGAMS 10976

MAU083

Óseo: Calcáneo de Camelidae (28,1 g)

920

25

1030

1173

UGAMS 10960

MAU091

Óseo: I Falange posterior de Mammalia (5,8 g)

630

20

1290

1395

UGAMS 9941

MAU091

Carbón

860

25

1052

1253

UGAMS 9942

MAU091

Carbón

630

20

1290

1395

UGAMS 9943

MAU091

Carbón

860

25

1052

1253

UGAMS 10975

MAU092

Óseo: Metatarso proximal de Camelidae (37,5 g)

590

25

1301

1412

UGAMS 9944

MAU092

Carbón

1020

30

902

1148

UGAMS 9945

MAU092

Carbón

950

25

1024

1155

UGAMS 10951

MAU092

Óseo: Astragalo de Camelidae (16,9 g)

890

20

1045

1215

UGAMS 10953

MAU092

Óseo: IV Carpiano de Camelidae (5,4 g)

900

25

1041

1211

UGAMS 9938

MAU094

Carbón

580

25

1304

1415

UGAMS 9940

MAU094

Carbón

690

25

1270

1386

UGAMS 9941

MAU094

Carbón

630

25

1288

1397

UGAMS 9943

MAU094

Carbón

970

25

1016

1155

UGAMS 9946

MAU094

Carbón

600

20

1300

1406

UGAMS 10924

MAU094

Óseo: II Falange posterior de Camelidae sp.

(4,7 g)

520

30

1324

1443

UGAMS 10983

MAU094

Carbón

600

25

1298

1407

UGAMS 10984

MAU094

Carbón

790

25

1213

1276

108

109

Tabla 7. Dataciones Absolutas Ocupaciones Período Tardío ID Laboratorio

Fechas Calibradas (d. C.)

Sitio

Material

C14 Años BP

±

Cal. Inferior

Cal. Superior

UGAMS 10941

MAU062

Óseo: Metapodio de Camelidae (9,3 g)

430

25

1426

1609

UGAMS 9915

MAU067

Carbón

440

20

1427

1469

UGAMS 9918

MAU067

Carbón

410

20

1437

1613

MAU067

Óseo: II Falange posterior de Camelidae grande. (4,1 g)

UGAMS 10930

MAU067

Óseo: II Falange posterior de Camelidae pequeño (3,9 g)

450

20

1422

1460

UGAMS 10931

MAU067

Óseo: II Falange posterior de Camelidae pequeño (3,1 g)

460

25

1415

1459

UGAMS 10932

MAU067

Óseo: Astragalo de Camelidae sp. grande (9,1 g)

510

20

1405

1440

UGAMS 10933

MAU067

Óseo: I Falange posterior de Camelidae sp. grande (7,3 g)

410

25

1435

1618

UGAMS 10934

MAU067

Óseo: I Falange anterior de Camelidae sp. grande (14,7 g)

450

20

1422

1460

Óseo: Astragalo de Camelidae sp. grande (15,3 g)

330

UGAMS 10929

UGAMS 10935

MAU067

460

20

20

1421

1453

1487

1641

MAU094

Óseo: I Falange anterior de Camelidae sp. (9 g)

UCTL

MAU094

Fragmento de cuerpo decorado tipo cuarto estilo

520

50

1490

UCTL

MAU067

Fragmento de cuerpo decorado reticulado negro sobre blando interior

580

50

1430

UGAMS 10926

360

20

1455

1632

Tabla 9. Dataciones Absolutas Ocupaciones Históricas ID Laboratorio

Sitio

Material

C14 Años BP

±

Cal. Inferior

Cal. Superior

UGAMS 10936

MAU019

Óseo: Diente de Equus ferus caballus (1,9 g)

100

20

1691

1925

UGAMS 10940

MAU030

Óseo: Tibia de Caprinae (12,2 g)

70

20

1695

1919

UGAMS 9910

MAU030

Carbón

90

20

1693

1920

20

1666

1952

UGAMS 9911

MAU030

Carbón

160

UGAMS 10942

MAU063

Óseo: Hueso largo de Mammalia (5,1 g)

Moderno

UGAMS 10970

MAU071

Óseo: Hueso largo de Mammalia (4,9 g)

150

20

1667

1949

UGAMS 9921

MAU071

Carbón

150

20

1667

1949

UGAMS 10980

MAU071

Carbón

200

20

1652

1955

UGAMS 10939

MAU074

Óseo: Molar de caballo

150

20

1667

1949

UGAMS 10949

MAU076

Óseo: Astragalo de Bos taurus (57,6 g)

160

20

1666

1952

UGAMS 9923

MAU078

Carbón

100

30

1682

1935

UGAMS 9924

MAU078

Carbón

140

20

1671

1943

UGAMS 10985

MAU079

Carbón

160

20

1666

1952

UGAMS 10946

MAU080

Óseo: Metacarpo de Caprinae (8,2 g)

110

20

1685

1928

UGAMS 10945

MAU081

Óseo: Escapula de Caprinae (4 g)

Moderno

UGAMS 9936

MAU085

Carbón

150

20

1667

1949

UGAMS 9940

MAU087

Carbón

280

20

1521

1663

UGAMS 10986

MAU089

Carbón

310

25

1492

1648

UGAMS 10950

MAU089

Óseo: Indeterminado de Mammalia (2,8 g)

110

20

1685

1928

UGAMS 9939

MAU094

Carbón

170

20

1665

1954

UGAMS 10923

MAU094

Óseo: II Falange posterior de Camelidae sp. (3,5 g)

210

30

1646

1954

UGAMS 10928

MAU094

Óseo: Metapodio de Bos taurus (71,2 g)

190

20

1661

1954

UGAMS 10964

MAU098

Óseo: Molar superior de Camelidae (12,9 g)

110

20

1685

1928

Tabla 8. Dataciones Absolutas Contextos de Tradiciones Alfareras Temprana del Choapa durante Período Intermedio Tardío

Fechas Calibradas (d. C.)

Fechas Calibradas (d. C.)

ID Laboratorio

Sitio

Material

C14 Años BP

±

Cal. Inferior

Cal. Superior

UGAMS 10938

MAU107

Óseo: hueso largo de Mammalia (2,6 g)

130

20

1680

1940

UGAMS 9922

MAU074

Carbón

980

25

995

1154

UGAMS 10957

MAU107

Óseo: hueso largo de Mammalia (1,3 g)

170

20

1665

1954

UGAMS 10961

MAU107

Óseo: Indeterminado de Mammalia (0,8 g)

290

20

1520

1654

UGAMS 11567

MAU158

Óseo: Hueso largo de Mammalia

70

20

1695

1919

UCTL

MAU094

Fragmento de cuerpo con decoración grabada

580

60

1430

UCTL

MAU089

Fragmento de cuerpo alisado exterior y pulido interior

350

30

1660

UCTL

MAU098

Fragmento pulido exterior e interior

215

20

1795

UGAMS 10941

MAU062

Óseo animal: Metapodio de Camelidae (4 g)

430

25

1426

1609

UGAMS 10937

MAU069

Óseo animal: Hueso plano de Mammalia (5,3 g)

790

25

1213

1276

UGAMS 10967

MAU069

Óseo animal: Indeterminado de Mammalia (1,8 g)

960

20

1021

1155

UGAMS 10952

MAU074

Óseo: Hueso largo de Mammalia (14,8 g)

970

20

1017

1154

UGAMS 9944

MAU092

Carbón

1020

30

902

1148

UGAMS 9945

MAU092

Carbón

950

25

1024

1155

UGAMS 10951

MAU092

Óseo animal: Astragalo de Camelidae (16,9 g)

890

20

1045

1215

UGAMS 10953

MAU092

Óseo animal: IV Carpiano de Camelidae (4 g)

900

25

1041

1211

UCTL

MAU092

Fragmento de cuello alisado exterior e interior PAT

915

90

1095

UCTL

MAU085

Fragmento de cuello alisado exterior e interior PAT

740

70

1270

UCTL

MAU083

Fragmento de cuello alisado exterior e interior PAT

900

80

1110

110

111

REFE RE NCIA S BIBLIO GRÁFICAS Tabla 10. Dataciones absolutas por termoluminiscencia (TL), ocupaciones TACT en Monte Aranda Muestra

Descripción

Edad (años a. p.)

Fecha

UCTL 2876

Monte Aranda 4 Pozo 1, Capa – Nivel 4 (30 – 40 cm) Unión monocromo PAT

750 ± 70

1265 d. C.

UCTL 2873

Monte Aranda 25 Pozo 1, capa A Nivel 2 (10 – 20 cm) Cuerpo monocromo PAT

615 ± 60

1400 d. C.

UCTL 2874

Monte Aranda 33 Pozo 12, capa A Nivel 3 (20 – 30 cm) Cuerpo monocromo PAT

735 ± 70

UCTL 2875

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Tarragó, M., L. R. González, G. Ávalos y M. Lamamí. 2010. “Oro

y la transformación del paleopaisaje en el Mediterráneo occiden-

en la Tumba 11 de La Isla de Tilcara”. En: Boletín del Museo

tal. Editado por: Buxó, R. y R. Piqué. Museu d´Arqueologia de

Chileno de Arte Precolombino 15 (2):47-63.

Catalunya. Barcelona, España.

Labores de conservación restos bioantropológicos.

Fotografía de Viviana Rivas. página derecha

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APÉNDI CE: EQ UIPO PROFE SION AL Y P RODUCTOS ACADÉM ICOS GENE RAD OS DEPARTAMEN TO DE ARQUE OLOG ÍA UNIVE RSIDA D DE CHI LE

Cabe señalar que algunos de estos profesionales desarrollaron prácticas profesionales y/o memorias de titulo en el marco del proyecto, presentada a continuación:

Universidad SEK Pregrado de Arqueología Gabriela Atallah Gabriel Soto Francesca Zamora Felipe Rubio Camila Antil Camila Cavieres Camila Gálvez

Mem orias y Práct icas

El volumen de material que debía ser analizado, conservado y embalado requirió de la participación de un numeroso grupo de especialistas y ayudantes. También se requirió personal para las actividades de registro.

A continuación se entrega el listado completo del equipo de analistas que participó en las actividades del proyecto, separados por área de desempeño.

Equip o P ro fe sio nal Administración y Coordinación de Análisis Lorena Sanhueza Daniel Pavlovic Daniel Pascual Silvia Alfaro Constanza Cortés Viviana Sepúlveda Pablo Campos Conservación Cecilia Lemp Valeria Sepúlveda Francisca Gili Victoria Montoya Francisca Campos Catalina Rivera Viviana Rivas Elizabeth Shaeffer Anita Catalán María Olga Lagos Lítico Donald Jackson Paulina Peralta Antonia Escudero Dhirodatta Vila Patricio Aguilera Vivian Vargas Ximena Power Gregorio Calvo

Cerámica Silvia Alfaro Claudia Solervicens María Alban Andrea Martínez Mariela Pino Constanza Cortés Bernardita Pavez Nathalie Coles Arqueobotánica Carolina Belmar Luciana Quiroz Claudia Silva Carolina Carrasco Isabella Riquelme Fernanda Meneses Daniela Estevez

Metales Elvira Latorre

Benjamín Huerta (Zooarqueología) Universidad SEK Práctica Profesional finalizada

Universidad SEK Pregrado de Conservación Daniela Soto Monserrat del Carpio Valentina Franco Amparo Barros Mariana Silva María de los Ángeles Cardoen María Soledad Barahona Javiera Rodríguez Piar Portocarrero

Dhirodatta Vila (Lítica) Universidad Bolivariana Memoria de Título finalizada

Fauna Acuática Douglas Jackson Arte Rupestre Andrés Troncoso Felipe Armstrong Francisco Vergara Rosario Cordero Paola González Productos de Difusión Milagros de Ugarte Mariana Babarovic Fotografía Viviana Rivas

Zooarqueología Isabel Cartajena Patricio López Boris Santander Camila Opazo Barbara Rivera María Paz Casorzo Benjamín Huerta

Valeria Sepúlveda (Conservación) Universidad SEK Memoria de Título finalizada

Registro Audiovisual Felipe Maturana Marcelo Piña Aldo Massone

Además de estos profesionales, en diferentes tipos de labores colaboraron un conjunto bastante importante de estudiantes de arqueología y conservación tanto de la Universidad de Chile como de la Universidad Internacional SEK. Algunos de estos desarrollaron pasantías y voluntariados.

También este trabajo fue posible gracias a la colaboración del personal de Administración de la Facultad de Ciencias Sociales (Ximena Poblete y Ana Luisa López) y del Departamento de Antropología (Viviana Sepúlveda, Paolo Campos) de la Universidad de Chile, del área de arqueología de la consultora Jaime Illanes y Asociados (María Elena Noel y Paulina Acuña) y de especialistas de distintos centros de análisis de Chile y EE.UU. (Álvaro Román del Laboratorio de termoluminiscencia de la Universidad Católica de Chile, Gladys Olivares del Laboratorio de Microscopia Electrónica de la Universidad de Santiago de Chile, Michael Glascock del Laboratorio de Arqueometría del Reactor de Investigación de la Universidad de Missouri y Alexander Cherkinsky de la Universidad de Georgia, EE.UU.

Es tudiant es y Ayudan tes Universidad de Chile Pregrado de Antropología Sara Brauer Ana Barrera Carolina Godoy Nataly Hormazabal Víctor Méndez Daniela Villalón Camila García Ayelen Delgado Mariela Torres Universidad de Chile Postítulo en Restauración Francisca Shurke Bárbara Reyes María Ester Monasterio Tamara Henríquez Carolina Guzmán Carolina Chamoux Carolina Morales

Bioantropologia Aryel Pacheco Pablo Gómez Pablo Díaz

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ARQUEOLOGÍA en el Valle de EL MAURO y MONTE ARANDA Miner a Los Pelambres Or igo Ediciones 2015