Sombrero de tres picos rediseño Paola Hernández

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XXI ¡En guardia , caballero!

A

bandonemos por ahora al tío Lucas, y enterémonos de lo que había ocurrido en el molino desde que dejamos allí sola a la señá Frasquita hasta que su esposo volvió a él y se encontró con tan estupendas novedades. Una hora habría pasado después que el tío Lucas se marchó con Toñuelo, cuando la afligida navarra, que se había propuesto no acostarse hasta que regresara su marido, y que estaba haciendo calceta en su dormitorio, situado en el piso de arriba, oyó lastimeros gritos fuera de la casa, hacia el paraje, allí muy próximo, por donde corría el agua del caz. —¡Socorro, que me ahogo! ¡Frasquita! ¡Frasquita!... —exclamaba una voz de hombre, con el lúgubre acento de la desesperación. —¿Si será Lucas?—pensó la navarra, llena de un terror que no necesitamos describir. En el mismo dormitorio había una puertecilla, de que ya nos habló Garduña, y que daba efectivamente sobre la parte alta del caz. —Abriola sin vacilación la señá Frasquita, por más que no hubiera reconocido la voz que pedía auxilio, y encontrose de manos a boca

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