La Palabra y el Hombre No.24

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Los estrechos vínculos que unen a Sergio Pitol con Polonia naturalmente permean y dejan huella en su propia creación literaria. Varsovia no sólo es la puerta de entrada al mundo de las letras eslavas y al oficio de traductor. Allí empiezan a tomar vuelo sus propias potencialidades narrativas.

cosas: su papel de difusor de la literatura polaca en el mundo iberoamericano, y su posición como el traductor quizá más importante de Gombrowicz al castellano. Respecto a la primera faceta de Pitol señalemos tan sólo un dato numérico: 14 volúmenes de traducciones, editadas entre 1965 y 1996, de más de una veintena de autores polacos. Su primer libro traducido y editado en México fue precisamente una obra polaca: Las puertas del paraíso, de Andrzejewski (1965), al que siguió, un año después, otra novela polaca, Cartas a la señora Z, de Kazimierz Brandys (Xalapa, 1966). En 1967 preparó en Xalapa una Antología del cuento polaco contemporáneo. El libro reúne 26 cuentos de 19 autores, ofreciendo un panorama del último medio siglo de relato breve en Polonia. Esta selección, aparte de acertada y completa, tiene el mérito de ser una de las primeras que acercaron la narrativa polaca moderna al lector hispanoamericano. En el año de 1968, también en México, sale a la luz otra novela de Brandys, Madre de reyes, y otra antología, ahora de las obras teatrales polacas. Se titula Cuatro dramaturgos polacos y comprende Las tinieblas cubren la tierra, de Jerzy Andrzejewski, Los nombres del poder de Jerzy Broszkiewicz, El archivo de Tadeusz Rózewicz y Tango de Sławomir Mrozek. De nuevo, sobre todo los dos últimos, resultan ser autores emblemáticos del teatro polaco. Las dos antologías son fruto del trabajo realizado durante la primera estancia de Pitol en Polonia. La segunda refleja la faceta menos conocida de Pitol: su inclinación por las obras de teatro. Años después se publican en México Las tiendas de canela de Bruno Schulz (1986) y El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad (1996) en traducción de Sergio Pitol. A la vez en Barcelona (tras El diario argentino editado en Buenos Aires en 1968), empiezan a aparecer sus traducciones de cuatro libros de Gombrowicz. Toda

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p r i m av e r a , 2013

esa imponente obra de traducción convierte de por sí a Pitol en un notable promotor de la literatura polaca en el mundo de habla castellana. Ahora bien, de toda esa vasta empresa de traslación, lo que más reconocimiento le trae es haber sido traductor de Gombrowicz, y seguramente uno de los más destacados. El autor de Ferdydurke, al ver su traducción de Las puertas del paraíso, se puso en contacto con el traductor mexicano, quien se encontraba en ese momento en Varsovia, y le propuso que tradujera su Diario. En la carta que le enviaba “me invitaba a colaborar con él en la traducción de su Diario”, dice Pitol. Gombrowicz estaba pendiente de las traducciones de sus obras y mantenía el contacto con quienes las llevaban a cabo. En una entrevista con Teresa García Díaz en 2003 Pitol comenta: “Y me puse a trabajar y le mandaba las páginas corregidas y él me rebatía varias partes porque creía que un adjetivo o una forma verbal ablandaba o endurecía una frase”. La publicación de Cosmos por Seix Barral en 1969 coincidió con la muerte de Gombrowicz. Los siguientes en la colección son La virginidad y Bakakai. En el caso de Trans-Atlántico, considerado su texto más difícil de traducir, trabajó junto con Kazimierz Piekarek. Otro aspecto de la tarea de acercar la literatura polaca al lector hispanohablante son los prólogos escritos por Pitol para los libros de autores polacos: Las puertas del paraíso (1996) de Andrzejewski, El corazón de las tinieblas (1996) y Nostromo de Conrad (1970). Para concluir ese recorrido por las obras polacas traducidas por Pitol, señalemos dos hechos recientes. El primero es la edición, en 2012, de una nueva antología de cuentos, que recrea la de 1967, bajo el título de Elogio del cuento polaco. Casi medio siglo después Sergio Pitol prepara, junto con Rodolfo Mendoza, esa entrega, ampliada (ahora comprende 35 autores) y actualizada de la narrativa breve polaca. Eso permite deducir que el propio Pitol mantiene vivo su interés por la literatura polaca y lo trasmite a un sector de lectores. El otro acontecimiento editorial es la colección Sergio Pitol Traductor, iniciada por la Editorial de la Universidad Veracruzana. Esta iniciativa da continuidad al proyecto traslatorio de Sergio Pitol: difundir otras literaturas, entre ellas la polaca, en al ámbito hispano. Consecuencias y herencias Los estrechos vínculos que unen a Sergio Pitol con Polonia naturalmente permean y dejan huella en su propia creación literaria. Varsovia no sólo es la puerta de entrada al mundo de las letras eslavas y al oficio de traductor. Allí empiezan a tomar vuelo sus propias potencialidades narrativas. Allí escribe el cuento Ha-


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