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El pasado inmediato Una revolución empieza a hacerse desde los campos de batalla, pero una vez que se corrompe, aunque siga ganando batallas militares ya está perdida. Todos hemos sido responsables. Nos hemos dejado dividir y dirigir por los concupiscentes, los ambiciosos, los mediocres […] Ahí está el drama de México. Carlos Fuentes, La muerte de Artemio Cruz [1962]
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n 1994 México vivía la plenitud del poder presiden cial. Carlos Salinas de Gortari —“el mejor presidente de México desde don Porfirio”, como llegó a decir el ideó logo de los empresarios, Juan Sánchez Navarro— exudaba fuerza: entraba en vigor el Tratado de Libre Comercio (tlc o nafta). Ya no seríamos parte de los países pobres, sino el tercer socio de América del Norte. Pero, súbitamente, pareció descomponerse todo: la insurrección armada de indígenas “zapatistas” que inauguró el año; en marzo, el asesinato de Luis Donaldo Colosio, candidato priista a la Presidencia; los secuestros de empresarios relevantes; la confrontación de fuerzas políticas y poderes fácticos que parecía anti cipar el “choque de trenes”. Sin la posibilidad de sustituir al candidato sacrificado por otro miembro del círculo íntimo (Manuel Camacho o Pedro Aspe), Salinas se inclinó por Ernesto Zedillo. La gran conflagración no tuvo lugar, pero la degradación del clima político se expre saría después de la elección en un nuevo atentado que cobraría la vida de José Francisco Ruiz Massieu, figura prominente del pri 19
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