Impactos de la variabilidad y cambios climáticos en los sistemas productivos rurales

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instrumental económico, podemos decir que el sujeto ofrece un boceto bastante implícito que establece una diferencia asimétrica entre “ganadores del riesgo” y “perdedores del riesgo” (Beck, 2002: 100-101). En efecto, el sujeto sugiere con su interpretación que la desviación del clima de su comportamiento habitual o conocido, por magnánimo que sea, no es un “golpe del destino” que podría atribuirse a la cólera y la ira de los dioses por la impiedad o la desobediencia de los hombres (Véase Supra), sino, un golpe basado en decisiones que se centran en las ventajas y oportunidades tecno-económicas y en el potencial destructivo de la sociedad de abundancia. En efecto, el sujeto sugiere que los riesgos y las incertidumbres referidas a la variabilidad climática son fabricadas o autogeneradas socialmente, y que esto las distingue de las perspectivas de riesgo conocidas localmente que son propias de las desviaciones típicas de la variabilidad climática en períodos de tiempo relativamente cortos (IPCC, 2007). En la medida en que grupos de menos poder cuestionan el quehacer de aquellos que tienen mayor poder, entonces llaman a la responsabilidad política, exigen que los principios de justicia que rigen la estructura básica sean revisados y retan las variables con las cuales se mide la realidad en un contexto de certidumbres e incertidumbres climáticas. En concomitancia con ello, resulta comprensible que el sujeto ponga en discusión la hipótesis y supuestos con que “grupos cerrados de expertos” pretenden no sólo tener la última palabra acerca de la realidad, sino pretender decirles a las comunidades locales cuál es “la” verdad acerca del ambiente y qué es lo que éstas deben hacer con él. Hacer eso supone alcanzar un punto de vista “trascendental” sobre el mundo que, por principio, sólo puede estar fuera del mundo. Deja, entonces, de ser ya “un” punto de vista y se convierte en “el” punto de vista acerca del clima. Deja de ser “un” modelo cultural sobre la naturaleza, y se convierte en “el” modelo. A tal pretensión que va más allá de los límites del conocimiento y la interpretación particular de la naturaleza tiene todo el derecho nuestro interlocutor de llamarlo ateísmo o, lo que es para él lo mismo, “antropodicea”: (…) En esta tierra, los grandes científicos no creen en Dios, ya que ellos realizan experimentos, logran producir plantas híbridas, realizan experimentos en otros planetas, llevan productos para sembrar. Definitivamente, ellos ya no creen en Dios, creen en ellos y hasta se creen dioses (…)

Cuando el interlocutor critica la introducción de papas híbridas y otras semillas en las altas montañas, pone en cuestión el carácter no sostenible de estas medidas. En efecto, sabemos que la “revolución verde” no significó otra cosa que una estrategia no sostenible en los andes, favoreció sobre todo a los campesinos ricos de las tierras

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