La Economía del Misterio

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Dios. Esto representa la gran pregunta que rige la historia desde Adán en adelante. La gran cuestión que rige es esta: ¿En quién puede habitar eso que se llama vida eterna? Sabemos que la vida eterna no es mera duración del ser. Se trata de un tipo de vida que es la vida de Dios, la vida divina, la vida de las edades. ¿En quién puede habitar esa vida? Esa es la gran pregunta que rige la historia. La respuesta a la pregunta es Cristo: "En él estaba la vida". Él es la vida. Pero entonces, nosotros le contemplamos a Él, no sólo como persona individual y por separado, sino también corporativo, la creación en Cristo. Con esto concluye el primer estadio y comienza el siguiente. Hasta este punto de todo, en lo que respecta a este tiempo que nos ocupa, es una gran pregunta. En este período de la redención, traído como una segunda línea del plan Divino, todo el asunto de nuestra respuesta al llamado de Dios, de nuestra aceptación de Cristo y de la unión con Él, está en la balanza. Un gran interrogante se cierne sobre esta dispensación: ¿Quién responderá? Para muchos, Él ha tenido que decir, "... y no queréis venir a mí..." (Juan 5:40). La cuestión se resuelve una vez que la vida esté en el interior; tú has iniciado en ese punto donde Adán tuvo la caída, y has podido salir de inmediato de la brecha, fuera de la curva; tú has sido levantado desde allí en Cristo, y has venido directo en la línea recta del propósito eterno que, en su realización, será un universo lleno de Cristo. "Se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos". ¿Estás preguntando qué es todo esto? Si tú todavía no tienes claridad sobre eso, se puede exponer en muy pocas palabras. Se trata de traer la grandeza de Cristo a la vista, eso es todo. Ahora necesitamos que nos debería suceder a nosotros, por la gracia de Dios, lo que le pasó a este hombre que vino a esta siempre creciente e inagotable concepción de Cristo. Recordemos sus propias palabras: "Cuando agradó a Dios... revelar a su Hijo en mí". Tú puedes haber escuchado todo esto; y esto puede haber sonado más o menos maravilloso; tú puedes conocer la verdad de una manera intelectual, pero hay una gran diferencia entre eso y la manera en que Pablo la conocía. Esa manera de Pablo de conocer es lo que trae la emancipación. ¿Alguna vez has visto una mosca en una botella? Esta da vueltas y vueltas, sacudiéndose a sí misma de un lado para otro, subiendo, bajando, hasta que realmente te duele cómo tú observas todo eso. Tú la has visto levantarse un poco y abrigas alguna esperanza con esto, y luego la ves bajar, tratando de encontrar una salida, sacudiéndose la muerte de sí misma. Luego, sube, sube, logra escalar y llegar a la cima, sale y se aleja. Esa es la diferencia. Tú y yo con todo ese conocimiento en nuestra cabeza, nuestro conocimiento mental de un reino espiritual, parece una cosa imposible si en realidad estamos viviendo en esta creación. Hoy sería fácil de desconfiar, el descender a las cosas como son. Busca en el mundo acerca de las perspectivas para la Iglesia, acerca de las perspectivas para el Evangelio, acerca de las perspectivas para el Señor. Mira el estado de la misma Iglesia. Trae la Carta a los Efesios y bájala a la esfera de este mundo. Te pronunciarás y dirás: Es un concepto maravilloso, pero imposible. Trata de darte cuenta de que eso bajó a este nivel y tú te golpearás hasta la desesperación. Nota a Pablo cómo él mira por las iglesias que había visto traer a la existencia, y las ve en la ruptura, y los hombres por los que había sufrido, los ve vueltos contra él. Pablo hubiese perdido la 19


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