OXXO Nº 3 ¡EUREKA!

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EVOLUCIÓN, CAMB Escuchar la manida y omnipresente palabra “crisis” me produce cansancio, saturación y hastío. Que la gente no deje de lamentarse y se quede de brazos cruzados pero no tenga reparo a la hora de estirar la mano mientras ven, impasibles y exigentes, cómo “otros” nos enfrentamos valientemente a la pésima situación que atraviesa el país, ha terminado por causarme un tedio indescriptible. Me gusta pensar que el estado de nuestra economía y de nuestra sociedad no está pasando por una crisis. No, no, quiero creer que ésto es más bien una etapa de cambio, una transformación. Ya lo dicen los psicólogos, los científicos, los políticos y demás doctos relacionados con la materia: los métodos de enseñanza marcados por las viejas reglas y las antiguas usanzas están produciendo graves carencias y falta de motivación. Esto repercute en el abandono y fracaso escolar provocando un detrimento de la formación y de la educación. ¿La causa? Nuestros malditos hábitos costumbristas anclados en la conformidad. Si hacemos una lectura que vaya más allá de lo meramente superficial, llegamos a la conclusión de que estamos estancados. No avanzamos porque no nos gusta saltarnos las normas, porque no estamos acostumbrados a improvisar y porque no somos suficientemente creativos. No evolucionamos porque estamos habituados a seguir a la manada; por algo somos seres gregarios, ¿no? Pues eso, que NO. Que hay que reaccionar, tenemos que movilizarnos y actuar. Seamos creativos, pensemos y activémonos. Pongámonos un objetivo, guiémonos por una meta definida y construyamos. Expongamos los problemas, afrontemos los conflictos, enfrentémonos a las dificultades y luchemos en pro de nuestros ideales. Debemos despertarnos de la apatía, tener voluntad sin miedo al cambio y metamorfosearnos al igual que lo hacen las crisálidas antes de convertirse en mariposas. La naturaleza es sabia. Aprendamos de ella, tomémosla como ejemplo y seamos funcionales. Experimentemos del cambio, de la mutación, evolucionemos y adaptémonos al entorno. Con un panorama tan desolador como el que nos vaticinan, sin recuperación notable ni cercana, es muy probable que el desánimo y la irritabilidad se instalen en nuestros corazones. Pero yo personalmente estoy convencida de que la ilusión alejará de nosotros el abatimiento y la apatía. Eso sí, mantengamos los pies en la tierra, seamos conscientes de la situación y de las limitaciones porque indignarse es lícito y hasta, a veces, recomendable. Avancemos sin lesionarnos psicológicamente y sin dejarnos la autoestima a nivel de la depresión del 29, pensando que no somos capaces de hacer nada. Dejemos de preguntarnos los porqués de la crisis, busquemos salidas. Dejemos la cultura de la queja, busquemos las mejores soluciones para nuestros problemas. Conformarse con la mediocridad, permanecer resignados y subsistir con lo mínimo es pernicioso. Esa actitud sólo nos perjudica a nosotros mismos, nos limita, nos aprisiona en un marco de SUBdesarrollo. Miremos y trabajemos por la REVOLUCIÓN, por actuar en lugar de mirar, por experimentar en vez de figurar. Dejemos de esperar a que nos salven. Olvidémonos de cobrar el paro, de vivir de las pensiones, los subsidios

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