Revista Cinegramas - Nº.46

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REVISTA SEMANAL DIRECTOR: A. VALERO DE BERNABÉ Año ll.-Núm. 46.-Modrid, 28 de Julio de 1935 (lufonne y grosera del carácter y las costun bres nacionales—que nos dan con harta frecuei cia el ciue hispano y el cine extranjero. Sternberg—como antes de él otro.s realizad res—; en su última producción con Marlene I ) : trich, ha mixtificado la «españolada», poblaji>¡ el celuloide de iiní'igenes de una Bspaña zurda bizca, que no re<;ono<;eriainos ni en la pandercí niiVs charra y de colores uiás chillones, ni en el cartelón de feria, cou su disparatado romance de ciego. Dentro y fuera del cine se adultera y jiervierte lo español. En la Prensa extnmjera Imy varios ejeuij>li típicos de niixtificaciuucs de la «españolada». Hace y a años, cunudo don Alfonso X I I y don Mercedes se casaron, asegiuó Fígaro, de Pari que don Alfonso habia ido a su boda con traj de luces, y doña Mercedes, vestida de maja yesca. Kl mismo periodii^o, mucho tiempo desj)Uc publií'ó un dibujo eu el <{ue se veía un toro sui to en la Gran Vía de Madrid, que tenía al fon(i la esbelta silueta de la (¡iralda de Sevilla. Otro gran rotativo—ést€ inglés—reseñó un corrida celebrada en F^iptuia, en la que toreabn manii a man el último Alíu! so de la din.i tía borbónica su h i j a doi Beatriz. P e cierto (|ue en r. momento d e ¡ " ligro, don A fímso le hizo un quite a la ex infanta. ¿Y qué atn cidades no lm dicho de F^JK ña y do los ip a ñ o l e s desde Klerimée a Careo?

Valt-riaiiu l*óii en r\ papel dr Don .\nlanio, rn la película »V.H mi hombre», realizada por l'rrojo Lina Vegroü y «Cbispila» en un momento exerniru ile «Kl Mrcrelo de Ana Maria>,que cdila Seleccione* (Capitolio

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O pintoresco es la corteza de lo castizo, que viene a ser el poJ so de la Historia. El arte, cuando se sirve de esa corteza de lo pintoresco, presenta la fisonomía—no el almalos rasgos extemos, pero característicos, del pueblo que lo inspira. Así, el cinema yanqui, en muchas de sus obras, es pura «americanadat. IJOS films del Far West, con sus couj-boys, jinetes en corceles trepidantes de aventura, son una «iunericanada». Como lo es la pelíctila de gangsters y la de las girls de piernas ligeras del Broadway. Porque son tipos netos de Norteamérica, vinculados a su ambiente social: el cow-boy y el gángster, descendientes de los buscadores de oro y aventureros do toda laya, con hondas raíces en la Historia de aquel país, no su Ilistoria misma. L a pantalla española, en cambio, está limpia de «españolada». Y precisa cultivarla inteligentemente para calar la corteza de lo pintoresco y llegar de este modo a lo castizo liistórico, a lo específico de la raza. H a y que distinguir entre la «españolada» y esa burda mixtifj(;ación de lo pintoresco español—caricatura

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I'ii la pantalla, más aún que t'u el periódico, el libro y el teatro, resaltan esas mixtificaciones de lo pintoresco español. N i propios ni extraños han cometido la hazaña de llevar al cinema la «españolada» magnífica y digna, que requiere una sutil entonación artística, comprensión del ambiente y de los tipos y emoción histórica. Bajo la roja capa del don Juan espadachín y fanfarrón se esconde tma estupenda «españolada». Se encubre en el recio Pedro Crespo, el alcalde de Zalamea, tornándose la justicia j)or su mano y mandando aíiorcar, «con muchí.simo respeto», a un ca])itán de los que acompaftaban al reumático don L o p e . Es «españolada» la de Hernán Cortés quemando sus naves, y la de Colón cnizando el Océano con sus carabelas, ])roa a lo de.sctmoírido, y otras muchas de que está llena la Historia de España. «Españoladas» engendradas por el ctmcepto del honor y por el espíritu aventurero de los españoles de todas las épocas. El mismo Quijote, ¿no es esencia de la «españolada»? ¿ N o se confimden, hasta formar uno

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solo, los términos gramaticales «quijotada» y «españolada»? Pero esa «españolada» o «quijotada» del Quij o t e sólo han sido «;ai)aces de llevarla al lienzo cinematográfico míos daneses, y más recioiitcmente, Pabst. Tipos más modernos de la «españolada» son ulgimos héroes de novela: el consiiirador don Eugenio de Aviraneta, v i s t o por Baroja; el Marques de Bradomín, de Valle-Intuían, en su ruta aventurera por tierras de Méjico y su amor por la Niña Chole, maldita del pecado de Mirra y Salomé. Y si se prefiere un bandido en lugar de un conspirador de la guerra carlista y de un aventurero, ahí esté. Luis Candelas, estilizado p o r Antonio Espina. ÍJt la hi.storia, mezclada de leyenda y con sabor de romance, del bandolerismo andaluz se hallarían magníficos ejemplares de «espai"iolada», más v i v a de color y mucho más sugestiva que la «americanada» del gangsterismo yanqui. ] N o ignoro que a nuestra pantalla se asoman: algimos de estos bandidos. Pero la imagen de los tales es falsa, turbia y torcida; son simples mixtificaciones de lo pintoresco español, periferia y corteza de lo ca.stizo, adonde no ha llegado ninguno de los directores n.icionales. l''lorián l i e y pudo llegar a la «aspañolada» auténtica en ¡Sierra de Honda; pero sólo inició oí camino.

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L a guitarra y la copla que la acompaña es otro buen elemento de la «españolada». Sin embargo, la guitarra y el cimtar que brota de sus cuerdas c o m o el agua del manantial, está inédita en nuestra pantalla. Porque no os la guitarra que .suena en la juerga do mozos de rompe y rasga y de señoritos flamencos, ni la del coro zarzuelero sino la guitarra campesina, sobn; la mies de h> ora y bajo un sol do fuego; bi ;^uit:irra de la ron-

da en la noche estrellada, con el farol de Antoñita Dolola luna prendido del m i y Antonio V i azul. ro en una escena de «Kl Como es l a c o p l a malvado t^uravel^ ruyo ([ue tiembla de celos y rodaje lia terminado, bajo la direrrión de Kdgar traiciones a campo raNeville so, y el cantar jocundo que dice de amor a 1 a m o c i c a : Pilar, Carmen, Dolores, Isabel... Ana Ix'yva y Ijidy (Cadierno en «Madre Alegría», Tíunpoco el toro brap e l í e u l a diri);ida |>or l'epe ma en ol cinema hispaliuHelí, y filmada en los no. Escarba, sí, en la l^tuiiio** Itulleslerof) arena del ruedo t a m i no, y se lanza con furia sobre el arlequín de seda y oro, mientras la Un grupo de «extras» preplaza e n r o n q u e c e de paradas para intervenir en voces y peleón, y una una eseeiía importante de h e m b r a de l a b i o s de «Don (Quintín, el amargao», <|ue l.uis Marquina rouge y ojeras de Iml, I ha realizado para l'ilmuy maquillada y re4, inófuno '•ompuesta b a j o su mantón de Manila^—tipo de heroína o v a m piresa de film americano—, lanza im chillido agudo, c o m o la nota ([ue se raja en el clarín. Pero el toro en la dehesa, en su propio m e d i o , recortando su silueta bravia sobre los ocres y verdes de la campiña y el azul del cielo, bella estampa de la fuerza, la bravura y la nobleza a la v e z , con el silbo de la piedra q u e lanza l a honda —cuando se desmimda—en las «rejas, entre vaqueros y garrochistas con j)ergenio de c e n t a u r o s flamencos, eso toro de la verdadera «españolada» permanoce ausente de la pantalla nacitmal. Imitaciones, copias, calcos de la «imtericanada», de la «fnmcesada», y mixtificación de la «españolada»; esto es, j)or ahora, el cinema hispano. Cim excepciimes tan limitadas, ijue no mo atrevo a decir que ha sido croado. Y aun la mayoría de éstas hay que buscarlas en el cine amateur: ésta es la realidad escueta. • MATKO

santos


Y

o no sé si aquel hombre me fingía su desesperación o interpretaba con sus gestos desmesurados y sus palabras llenas de amarg u r a un lamentable estado de ánimo. Era el que m e hablaba un actor parado. A h o r a representaba en la calle, gratuitamente, su propia desdicha. Cuando me dijo: « H o y no he comido», habia tanta sinceridad y convicción en sus palabras, le dio una entonación tan dramática a sus frases, que, instintivamente, elogié sus dotes escénicas. —Está usted haciendo una experiencia difícil, que le servirá mucho en el porvenir. El empresario le ha quitado a usted un papel; pero el Destino le ha dado otro. ¿ P o r qué le han dejado cesante? ¿Qué hizo con aquel «papel» que le dieron en la última comedia? — U n a cometa—respondió con tristeza—. ¡ U n hombre de mi historia teatral! Y o he hecho de t o d o : racionista, actor de carácter, intimamente imitaba el canto del gallo, el rebuzno del burro, el guañir de la alimaña, el chirriar del grillo, el croar de la rana, el ladrido del perro y el balido de las ovejas. E ¿ las obras nira es y o soy insustituible. P o r un sueldo mezquino llevaba a la imaginación del espectador la sensación del )aso de un rebaño, de una recua, de un corral leño de avecicas, o le hacía creer que detrás de las bambalinas había un claro y romántico estanque rodeado de árboles. Y o fingía ser animal, como otros trabajan por disimularlo. Hasta que un día el empresario me llamó a contaduría y me dijo estas palabras, que rae dejaron frío: « L o siento mucho, amigo Ramírez; pero usted no puede hacer más el burro en mi teatro.» Y mi interlocutor, el «actor zoológico», se desató en improperios contra el cine. Achacaba a la pantalla la tristeza de su situación, y argüía que él y otros muchos habían sido derrotados por los espectros y fantasmas cinematográficos. • • L a angustia económica del actor parado m e recordó el forcejeo y el pugilato entablado en-

P o r q u é el público

está

h o y

«dentro de la pantalla»

NSTRUNEN LAS NASAS tre el cine y el teatro para llevarse al espectador. El arte cinematográfico, como instrumento de conquista de las masas, derrota al viejo tablado escénico donde siguen haciendo sus torpes muecas y sus cabriolas insípidas los viejos tipos agarbanzados y plebeyos. N o es una lucha de íiuitasmas, sino de espíritus. Nue^stro teatro nos acerca (exceptuando a Benavente y los Quintero, que trasmutan en poesía la realidad circundante) a un mundo cotidiano raliez y mezquino, hecho de los sucios residuos de una realidad zafia y chabacana. El cine remoza nuestra retina, nos hace viajai- hacia continentes psíquicos inexplotados, nos envuelve con su halo romántico, haciéndonos convivir con un Universo de bellas imágenes que nos adormecen, poniéndonos definitivamente una fuerte coraza contra el tedio. Social y biológicamente, ocurre que sucumbe en toda lucha el más débil. El teatro no busca ese fondo de insobornable romanticismo que late en el corazón del pueblo, olvidando, de una manera suicida, que la realidad está para muchos en el mundo irreal, en esa zona a la que sólo llegan los espíritus fuertes y macizos, que al ahondar en su pi-opia naturaleza para encontrarse a sí mismos, se tropiezan, indefectiblemente, con

la masa. D e aquí que el cine, con sus imágenes huidizas y evanescentes, sea la interpretación exacta de las agonías y placeres de nuestra época y el telón se haya apoderado de la profundidad y la amenidad que ha perdido el'teatro. Se puede afirmar que el público está hoy «dentro de la pantalla», porque se v e en ella reflejado. Porque no es la perversión—como piensan los espíritus aldeanos, que a todo hacen guiños de liviandad—lo que atrae a mucho público a las salas de los cines, sino la belleza, la e l ^ a n c i a , el arte magnífico de algunas películas, en las cuales la musa del buen gusto y de la distinción no moja la limpia fimbria de su atavío en el cieno de la grosería ambiente. En el cine- -estuve tentado por decirle a mi interlocutor—el hombre no tiene que rebajarse zoológicamente para v i v i r . El caballo retoza y relincha en el prado a los ojos del espectador, el viento hace temblar a la florecilla y a la yerbezuela, el ganso aletea y se arrastra pesadamente sobre el verde mantillo del parque, y la vaca, con sus grandes ojos llenos de azul y melancolía, pace en la colina en tanto el añojo le chupa la restallante ubre. L o que en usted es necesidad, en el cine es poesía, pues en la pantalla todo lo turbio y grosero de la realiibid ]\>"s¡\ :i iMWMtrnsin impurezas escatológica*. L a crisis económica del teainj im rs m a - qm un resultado de la crisis espiritual. L a imagen corpórea del actor se esconde amedrentada detrás de los viejos y desconchado.s caclñvaibes escénicos, huyendo de la juventud y lozanía de las imágenes de la pantalla. A la escena la han anquilosado y enmohecido los ganapanes ayunos de talento y de cultura, la mediocridad del actor o de la actriz, la incompetencia de los que sirven al público esos bodrios intelectuales desabridos que producen hastío en el espect'itlor. Como la lucha por la v i d a es cada vez más dura y difícil, el público, al cambiar su dinero por deleites, se ha hecho más exigente, y su esjnritu critico más desarrollado, elimina, implacablemente. 8 lo m e d i w r e . Y en vez de la queja baldía y estéril de los vencidos, sería má.s ju.*to estudiar—para ponerle remedio—el foniln <!<• justicia (jue hay en l o d o fracaso. JULIO

ROMAXQ


Ninjjiina mujer se lia s u i d (lado la semana ultima por Carlos Gardel.

gentino, che, Mno Toulouse

frunces,

Con siete u ocho, ya está híen. Los que hablaban del v e neno del tango tenían razón.

P o r cierto que ahora resulta que Carlos Gardel no era ar-

Se aeaba de batir el '"reeortl" de los aryunientos sintéticos. A un escritor francés le |iidi<> lina Casa productora nn escenario africano. Al día siguiente, el escritor se presentó con el escenario pedido. Qne era éste, ni más ni menos: Dolore» del Kío con un modelo de traje playero inspirado en laa antiguas vestiduras griegas, que está deseando quitarse, porque hay que ver el calorrilo que dm

li D a v i d K i i r i o i i lia metido a Jeán Parker y Chester M o rris en el sitio en el que debían e s t a r niuchcs actores de Mollywood, porque con menos motivo hay quien está cumpliendo una (lerpeIlla en Siiig-Sing u oiro |ienul iiiiúlugo

luego, hombre de siicric. Louise Fazenda le había regalado un perrito que, según ella, le traería toda clase de venturas. Efectivamente, el mismo día del regalo Hoy sufrió un ataque de apendicitis. Ni que decir tiene que se apresuró a devolver el perrito. Con una alciiia curia:

de dar uno de ellos, muy conocido. E l hombre escuchaba al piano una composición a incluir en un próximo film. — B i e n . M u y bien. ¿De quién es esto? — D e Beethoven—le dió el pianista.

respon-

— L o conozco. ¿Compone todavía? —¡Oh, no! Ahora no compone. Se descompone.

ni

t.l director escoge las figuras de su próximo film. \ éase cuánto cuidado pone él en averiguar el talento de cada estrella, ¿Tiene tantos milímetros de la nariz a la barbilla? Knlonces no cabe duda que sirve Primera escena: un león y dos t^izadores.

{''rancbui Tone, con una pipa que (lo lieiie tabaco, pero que le va muy bien a la cara, y con un trajecito de esos que no hay más remedio que volver la cabeza

Segunda escena: un león un cazadtir.

•]

Tercera escena: un león.

¡

Y es que el cinema exige demasiado de los escritores. Por ejemplo, cuando se trató de llevar a la pantalla un Sapoleón interpretado por E d w a r d G. Kobinsón, el notable actor no estaba contento. — N o me gusta ese final. H a y que cambiarlo. E l productor se fué a \ e r al escenarista: ¿Sabe usted? Esta historia i' Napoleón no termina bien. Pero la historia es la hisuiia, amigo mfo. N o se puede modificar así como así. N a p o león fué exilado. — D e acuerdo, de acuerdo. ; va-

Fascinante, inquietante. iiii?>l(-r¡o>n. belh^inia y liasliiiite enfadada porque él no \ iene, y lu pobre Kay Francis, después de tanto arreglarse, se va a tener que quedar sin ir al teatro

riar un poco la cosa, ¿no podría usted al menos arreglarlo para que Napoleón gane la b a talla de Waterloo? ¡,

El joven director yanqui Roy Hutviand no es, desde

"Querida Luisa: Te devuelvo el perro. .Menos mal que no .se le ha ocurrido regaláis me un caballo. Tuvo, Hoy.".

U n a muestra más del talen1 de los productores la acaba

V un productor de éstos es al que al decirle a .Vhel (iaiice que se había redondeado en los negocios, le contestó esle: - -Sí... Para mejur rodar.


S»'^,

L o que no será nunca posible averiguar es qué piensa ser, en definitiva, M a e West. ¿Ángel? ¿Demonio? ¿Señora? ¿No, señora? D e momento, M a e nos saca de dudas. S u nuevo film se titula Era una señora. E r a . . . ¡Cuando ella lo dice!...

Rslaha uno j a nn poco intranipiiio porque no se filmaba desde hacía tres meses n i n guna nueva versión de '"Carinen", Pero ya podemos respirar, íja Paramount ha tenido la oriyiual idea de llevar a la pantalla la decimoquinta adaptación einematoyráfiea de la ópera de Hizet y P r ó s pero Merimée. Con que nos anuncien a h o ra otra edición de "¡..a Dama de las Camelias*', nuestra f e licidad será completa.

Jacques Teyder anuncia ya el título de su primera obra, que realizará en Inglaterra. E s así: Los leones se mueren de hambre en Ñapóles. . Palabra de honor que se trata de una película.

Ilallil)-ii Uurkr liariciidu como que conduce un avión. Kueno. ya *abemoü lodos que el avión e-tlá en (ierra, y que ella íie va a bajar en cuanta termine el fotógrafo Aunque más bien parece un •' iitina.

Juiíe l.unü » Blanca \ i « c h e r e n i p l e a n esta i m i n m e n l a r i a p a n los dep o r t e » alpinoM. V. c l a r o , la nieve de los irboleí* se d e r r i t e , ¡liombre. qué bien heroo* estado!

Las sensacionales deelaraeiones que lo** produetores de llollvwood han hecho por hoi*a de su representante, míster Kdgard KUvyn. no pueden pasar inadvertidas. "Desde ahora—han dicho—no bastarán para triunfar en la pantalla unos ojos IM'IIOS, unos bellos labios y una bella figtira. Será preciso que, además, posean tálenlo."

r.harlie Huplch, con\<-rO<lo en eué marido que acompaña a comp r a H a au mujer Por lo visto, se trata de cerrar los Estutlios de Hollywood.

U n famoso vidente de H o l l y wood acaba de hacer estas terribles predicciones para el mes de Agosto: Greta G a r b o tendrá que vencer el peligro de una peligrosa anemia. Joseph Schenck se casará; •pero no con Merle 01)erón. Lupe Vélez y Johnny Weissmuller se divorciarán definitivamenrte. Lupe contraerá matrimonio dos veces más.

tu Kl paso a nivel está perfectamente calculado. \ eae en el seyundo preciso para separar a los per>>e]piidi>res de los perseguidos. Tres lindas -extraB» que aparecen en «Casino de l»ari»>, película de la que e-* protagoniMla k\ JoUon. retratada 8 inatautr!) después de babrr cantado rl divo una de au» ináo famosaa caucionet*

It. ¡U. (i.


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&RANDE5

FRACASOS

OEL N I Ñ O

A M O K EN

EL

CELULOIDE;

ka/i dúmr ó sus respcdivos cónmcs anic lo cémúrd ? vez imidrts en matrimonio no vuelven jamás a actuar como oponentes, sino que mienten la pa.sión er otros brazos, estanapando el sellí rojo de sus labifis en otros labioí que no pertenecen al marido o b ^ esposa. ¿ P o r qué los artistas no le hacen el amor a su: respectivos cónyuges ante la cámara? ¿Por qué esa fal sedad? ¿.E.se adulterio artístico? ¿Esa semiperx'ersiót analítica y esi)ectacular de los píil)licos?

pea de Joan han mirado a otros hombres, y los de Douglas Jr. no se detuvieron jamás en las pupilas de su mujer. H o y , Douglas Jr. acti'ia en Inglaterra con su flamante enamorada la actriz inglesa Gertrude Lawrence. En cuanto se case con ellt es indudable que hará lo mismo que con su primera e.spostt, Joan, hoy la divorciada más interesante de América.

Infinidad de casos patentizan lo que hoy revelamos y presentan con hcx-hos reales el desastroso fin que tio' nen los enamorados cuando hacen público s\i amor mo diante la actuación en im film.

liuby Keeler, hasta hoy, no nos ha ofrecido ningiín primer plano enamorando a gran cantor del jazz y semita del lienzo A l Jhonson, su legítimo esposo en la v i d a privada. R u b y K e e l e r es la eterna novia en las comedias musicales de la W a m e r , que besa a Dick P o w e l l .

Francés Dee y Joel Me Crea, .si no d e primerisimí magnitud, con .suficiente luz propia para lograr mantener individualmente su alto renombre, se conocieron <lu rante la filmación de tma película en los Estudio ^ R . K . O. Radio. Se amaron, .se casaron, y jamás haj vuelto a aparecer imidos en \xn prituer plano de amor Francés Dee quiere a su esposo en la v i d a privada; per nimca le besa en ptiblico, y mucho menos accedería i besarle tolerando que la cinta recogiera y grabara lo momentos sentimentales de su pasión.

Bruce Cabot y Adrienne Ames, después de actuar juntos en Disgraced, se han negado rotundamente a brindar su pasión a los espectadores; la original Adrieime cree que con ello se desilusionaría su esposo. Cary Grant y Virginia Cherril hicieron lo mismo. Carole Lombard, cuando era la feliz mujercita de William Powell, después del film que m o t i v ó su enlace, no v o l v i ó a permitir que productores y directores la enfrentaran con el feo arrebatador, y en los brazos del artista hemos v i s t o a M y m a L o y , la sugestiva H a r l o w , así como Clark Gable y Gary Cooper han estrechado entre los suyos a la estatuaria actriz, mientras ésta era todavía Mrs. W i l l i a m Powell.

Cliarlrs Boyer y Katharine Hepburn se enamoran en ( C o razones rotos.. F.l es el feliz esposo de Fal l'atterson

.Joan Crawford y Dougla P^airbtmks Jr. se quisieroi cuando en Jugar con juego t amor en el lente les unió Desde entonces nunca vol vieron a besarse ante el oh j e t i v o ; jamás les hemos vis revelar su intimidad. l/J i^jos arrebatadoramente mío

Ginger Rogers (en la vida privada .Mrs. IA'W Ayres) no ha aparecido nimca com o oponente del gran actor, sino que a través de las grandes realizaciones musicales que protagímiza nos la brinda el lienzo como eterna enamorada de Fred Astaire. U n amor hecho de corazones enlazados y pies fáciles, im amor cinematográfico que instaura y crea constantemente danzas modernas.

El caso más reciente y que confirma la regla, sin coastituir excepción, es el de P a t Patterson y Charles Boyer. Ntmca veremos a ese luminar joven actuar junto al astro francés. Hasta sus actividades van por d¡stint^)s denxiteros. Charles Boyer ha actuado recientemente con Katharine H e p b u m en Corazones rotos, mientras su joven espos su delicada mujercita, triimfa bajo los auspicios de la Fox^ ¿ A qué es debido ese recelo de las parejas enamoradas al no querer deleitar a los espectadores con su pasión real? Quizá si profundizáramos ese asjjecto tan íntimo de los

(.inger Rogers y l'red Astaire, los eternos enamorados de las romedias frivolas. Fila es la esposa de Lew Ayres

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O R qué los artistas n o les hacen amor a sus ante la

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El niño Amor no tiene ambiente en H o l l y w o o d . Ese m o v i m i e n t o trepidtmte de loa Estudios, ese mundo, ese v i v i r acelerado de los artistas, no da lugar a que las pasiones adquieran su romanticismo con la placidez que el mismo amor requiere. L a razón del porcentaje anual de tantas bodas y divorcios no es otra que la dinámica inquietud de los astros y estrellas, la bohemia moderna del mtmdo nuevo. A pesar de ello, el amor, el capricho o la pasión tienen tras la cámara breves momentos, muy breves, pero lo suficiente mente publicitarios para ser chismorreados a renglón seguido por la opinión internacional. Las ¡)arejas se casan con rapidez. Generalmente, esas mismas parejas que se conocieron durante un rodaje, una

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artistas hallaríamos el pimto de partida en los desastrosos resultados que les ocasionó a Mary Pickford y a Douglas Fairbanks actuar juntos en La fierecilla do-

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mada. ¡Pobres magnates del celuloide, q u e no supieron o no pudieron adiptarse al clasicismo de Shakespeare. Y a n t « el ejemplo de ese caso que y a tiene algunos años de existencia, ha quedado un invencible p a v o r de actuar juntos a todas las parejas jóvenes de H o l l y wood. P o r otra parte, el público quiere mentira, quiere ficción. Quiere hallar el romance tras la pantalla. Bascarlo en las columnas de las revistas; y en su insaciable curiosidad, cuanto más difícil m ^ (x>mpl¡cad3. ese público de estudiantes niñas, de muchachitas jóvenes siente im morboso placer que es la más formidable rédame que puede hacérseles a los astros. Si t o d o íuera placidez, suavidad; si no hubieran fingimientos en los abrazos, ni rivalidades entre paríenaircs, lo monótono, lo vulg ir, se adueñarían de la masa p ú b l i c a El fracaso del niño A m >r os ol vovd.idoro l i o n tamento de publicidad internacional. L o demás son cuatro frases de relumbrón. Profundizar v i d i s intimas y mentir pasiones es el sjxrrt del escritor y del lector cinematográficos. Esta vez hemos hablad J con sinceridad. P i d o perdón a la lectora estudianEl úniro retrato que te y lector j o v e n . les han tomado enamorándose ante el lente a Francés Dee y Joel Me Crea

CKCILIA A.

MANTUA

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/•ONTENF.GRO

Nació cn B ü b a o ei i i de Septiembre de 1912. Desde níAa mostró decidida T O cación por ei baile, y su primer ensayo ante el público, en una fiesta de caridad c e k b r a d a en Madrid, animó a sus f a m i liares para cultivar las dotes de la futura estrella. A los catorce años debutó en P a rís, formando con su hermana una pareja de baile, que inmediatamente gozó de n o m bradla: las Dresnas de Montenegro. Seií meses después, el director cinematográfico francés Jacques de Baroncelli contrató a Conchita para interpretar el principal papel femenino de su película « L a femme et le p a n t i n » , versión al celuloide de la célebre n o r e l a de ambiente andaluz de P i e rre Loujrs; en esa cinta, que no llegó a proyectarse en España, encarnó Conchita el mismo personaje que ha animado M a r lene Dietrich en « T u nombre es tentación», versi6<> hablada de « L a femme et le p a n t i n » . Terminada ia impresión de ese su primer film, Conchita emprendió u n a excursíór. artística por Inglaterra y A l e manía, y a su regreso en París, coincidente con los primeros tiempos del cine sonoro, aceptó el contrato que le ofreció la M e t r o G o l d w y n - M a y e r para actuar en las cintas parlantes en español que iban a hacerse en H o l l y w o o d , Desde entonces hasta Juiüo de 193S ha permanecido en Norteamérica: aprendió rápidamente el inglés e intervino en versiones españolas, inglesas y francesas de numerosos films. E n l a a c tualidad se dispone a interpretar en F r a n cia la película « L a Vie P a r i s i e n n e » . metros.

Estatura, 1,63 Cabello negro.

M

H

(CONCHITA)

Ojos

Pelíeula» que ha interpretado: M u d a : La mujer y el muñeco (La femme et le panttn), Jacques de B a roncelli. E n castellano: De frente, machen, E d w a r d Sedgwick. En caámpuerto un amor. Su última noche, Cherter F r a n k l y n . Sicilia de mis amores, K a n i ó n N o v a r r o . Dos noches. Hay que casar al principe, L o u Seiler. La melodía prohibida. James Tinling. Marido y mujer, D a v i d H o w a r d . Granaderos del amor, John Reinhardt. Asegure a su mujer. E n inglés: Attdaí y galantt. The Cisco Kid. El brindis de la muerte (HtU in the Heaven), John Blystone. E n francés: Caravana (Caravan ) , E r i k ChonelL

Ojos

verdes.

Bi\i(;rrn:,

N a c i ó en Berlín el 17 de M a r z o de 1908. Hija de un oficial del Ejército, r..cilió desde temprana edad educación esmerada. P a s ó dos años en la escuela elemental; pero hut>o de interrumpir sus estudios a consecuencia de las dificultades económicas creadas a la familia por la guerra; el padre intervino en toda la duración del conflicto, distinguiéndose de modo notable en varias acciones. Cuando Brigitte tenía ocho años empezó a estudiar M ú sica en las clases de J o h a n n a - H e i m . A p e nas entrada en la adolescencia, convenció a sus familiares para que le permitiesen dedicarse al teatro; pero fracasaron sus intentos, encaminados a lograr el ingreso en a l g u n a Compañía dramática. Cuando tenía diez y seis años leyó en un periódico que el célebre director Fritz Lang buscaba protagonista para su film «Metrópolis», y decidió aspirar a puesto tan señalado. Entre n u m e r o s a : aspirantes, L a n g eligió a Brigitte, cuya t>elleza serena y enigmática ofrecía grandes atractivos para encarnar el doble papel de la mujer buena y la mujer m a l a . Con esa sola película, el nombre de Brigitte H e l m fué una revelación para el mundo entero. E s pecializóse después en la interpretación de tipos de vampiresas y mujeres de complicada psicología: pero sus gustos sencillos le llevan a preferir otra clase de t r a l w j o . A l advenimiento del cine sonoro, su d o minio idiomático le h a permitido actuar en versiones francesas y alemanas de numerosos films. Está casada con Richard W e i s b u c h , director cinematográfico de segunda fila.

B

(JEAN)

metros.

M

Pelicula» que ha interprelado: Metrópolis, Fritz L a n g . Et amor de Juana Ney (Die Liebe der Jeanne Ney), G . W . P a b s t . Al fin del mundo (Am Rande der Welt), K a r l G r u ñ e . Mandragora (Alraune), Henrik C a lcen. Ordenes secretas, G u s t a v U c i c k y . La estrella de Valencia (Der Stern von Valencia). Alfred Zeisler. La AtUnliáa (VAtlantide). G. W . P a b s t . Crisis (Krisc), G. W . Pabst. El Danubio azul (The bteu Danube), H e r b e r t W i l c o x . Espías en acción, G e r h a r d L a m p r e c h t . Una de nusoiras (Eine von una), Johanne* Meyer. Viaje de novios (Hochteitsreise tu DriU ) . Ericli Schmidt. / Oro! (Gold !) K a r l H a r t l . Un amor en España (Die Schonen Tage in Aranjuez), Johannes M e y e r . La isla, H a n s Steinhoff. E í sícreto de los Worontzeff. A r t h u r Robinsón. Barcarola, G u s t a v Ccicky.

O RZA G E

U RA T

Estatura, 1,79 cabellos negros.

L

Estatura, 1,68 metros. Ojos astiles. C a bello r u b i o .

garzos.

N a c i ó en P é r i g u e u x el 13 de Julio de r888, de padre borgoñés y m a d r e vasca. Asistió sucesivamente a tas clases de dos colefios y un liceo, y en los tres Centros de enteftanza dejó f a m a de mal estudiante, incapaz de aplicación, excepto para la Geografía y ios idiomas. A los dicz y seis años marchó Indochina, para trabajar en el comercio de u n tío tuyo: allí permaneció hasta los veinte años. R e g r e só entonces a Francia, hizo el servicio militar en un regimiento de Caballería, y atraído fugazmente por la vida periodística, consiguió la plaza de secretario del corresponsal de « L e M a t i n » en Berifn. Fué aviador durante la guerra, y su n o m bre figuró m á s de u n a vez, con elogiosos adjetivos, en las órdenes del día. L u e g o del armisticio t r a b a j ó como agente de ventas de una m a r c a de automóviles, y a esta a c tividad se dedicaba sin grandes entusiasmos, cuando en 19»! conoció casualmente al director i t películas Roger Lión, que le fué presentado en l a Exposición Colonial de Marsella. Convencido de las c u a lidades fotogénicas de M u r a t , R o g e r Lión ofrecióle ua papel en et film q u « iba a realizar. Jeán, que hasta entonces no pensó nunca en la posibilidad de ser actor de la pantalla, aceptó, sorprendido, e inició así u n a carrera pródiga en éxitos. Su triunfo, sin e m b a r g o , no fué rápido, sino logrado a fuerza de constancia. H a ttatAjado m u cho en los Estudios de París y en las versiones francesas de films alemanes. E n el v e r a n o de 1934 se casó con A n n a b e l l a .

E

Los oíos del aim» (Les yeux de rime), R o g e r L i d n . La barraca de los moHílruos (La galérie des monstres). j a c q u e Catelain. La taquimeca (Dactylo). Rene I>«joI. La taquimeca se casa (Dactylo s* marie), R e n e P u j o l . Venus, Louis Mercantón. La prueba sublime (La grande épriuve), A . P u ges y A . R y d e i . Bombas en Montecarlo (Capitain» Craddock), Hans S c h w a r t z y Max d e V a u c o r b e i l . El vencedor (Le vjinq%ieMr), H a n s H i n rich. El padrino ideal (Mademoiselle foselte, ma femme), André Berthou. Faris-M ' ' -ro (Paris-Merranét), J F. l no con .1 ^<a (¡. F. 1 >.r >r¡o»d pos), Karl H a r t l . Tt quiero y no sé quién erts (Toi que j'adore), G e z a von B o l v a r y . Un cierto s<*of Gran (Un certain M. Grant), G e r h a r d I..amprecht rt ^omhre del Hispano (L'homme a VI

(FRANK)

N a c i ó en Salt L a k e City ( E s U d o de U t a h ) el 35 de A b r i l de 1895, de padres italianos, a los que la vida se mostró dura en l a emigración. Desde niño acunó en su pecho el sueño de la gloria teatral; pero obligado por las necesidades familiares hul>o de empezar a ganarse el sustento, c u a n d o apenas tenía doce aflos, como humilde obrero en u n a m i n a de carbón. N o duró mucho su presencia en esta actividad: un aflo después desapareció del hogar paterno para acogerse, en puesto de oartiquino infantil, a una Compañía de cómicos de la legua Por sus propios méritos subió peldaño tras peldaño en el m u n dillo teatral, aunque sin conseguir nunca atraer la atención de los grandes empresarios neoyorquinos. A l cabo de seis años de experiencia dramática trabó conocimiento con el célebre reatizador cinematográfico T h o m a s H . Ince, y a las órdenes de éste t r a b a j ó como actor en dos pelíct'las. Ince, interesadísimo en formar u n a escuela práctica de buenos directores, confió a Borzage el puesto de m a y o r responsabilidad e n un film de caballistas, género en el que años atrás adquiriera el propio Ince su maestría; el ensayo resultó altamente satisfactorio, y durante mucho tiempo B o r z a g e dirigió e interpretó numerosos d r a m a s del Oeste en dos rollos. D u r a n t e l a impresión de uno de ellos tuvo en grave riesgo su vida por haberse enfurecido un león que intervenía en u n a escena. A los veinticinco años obtuvo su primer éxito considerable con la cinta « H u m o r e s q u e » . E n 1932 ganó el premio de la A c a d e m i a de Artes y Ciencias Cinematográficas a la m e j o r realización, por la versión inglesa de « M a r i d o y m u j e r » .

Película» que ha dirigido: Humoresque. El pelicano (The pelican). Huelgas de esposas (Wages for Wives). El séptimo cielo (SevenI Heaven). El ángel de la calle (Street ángel). Liliom (versión muda). Nuevos ricos caprichosos (They Had te See Paris). Licencia matrimonial (Marriage License). La canción de mi alma (Song O'my Heart). Secretos (Secrets). Recién casados (The First year ) . Estrellas dichosas (Lucliy Star ) . Pasado maüana (After tomorrow). .i dios a las armas (A fareweil to A rrns ) Sangre joven ( Young A merica ) . Hombres del matUina (No greater Glory). Fueros humanos (Man's Castie). La generalita (Flirtation Walh ¡. (Y ahora, qué? (Little man, Was now?) La vtda es sabrosa (Living on Vt/vtt).


ANVERSO V Pi£V&R50 D£ LA PANTALLA

¡Oh,

l-'.n e s ( « f o l o d e « l . l sar;;en(o M a l a c a r a » . la ( o r v a fa/. d e C b a n e y , q u e a p a r e c e al f o n d o , h a c e p r e sentir n n a i n m e d i a t a e s c e n a d e violencia y de horror...

el azar!

A

Y ! Kl azar juega partidas dialxMicaH. Hombres como el mismo pan llegan a nuestriis retinsis envueltos en los pliegues y repliegues de u n Destino trágico. H a y sombras que cruzan las pantallas con la aviesa intemüón de erizar los eabellos del prójimo. I / ) n Chaney, Hela LugíKssi y JJoris Karloff, ¿,*[\iii pacto han firmado con Lucifer? Ellos entruron en Hollywood con anliclos románticos y miradas perdidas. Dia tras día, se habían balanceado c n la báscula del fannacéutico de su pueblo. Aspiraban, como otros mortales, a exhibir figuras correctas y modales irreimahablcs. Soñaban ctm besar a la ijigenua rubia y hallar ese jMirvenir hali giicño <(ue flortH.'c en todas las películas interjiretadas j)or u n galán sin dinero. l'ero liubo un ángel «pie les lanzó del gran paraíso y limbo de las bellas imágenes. Por < bra y gracia del Mogol, que «todo lo mueve», se vieron forzados a vivir sus vidas de monstruos y almas jierdidas. ¡Hiii! ¡Qué pena! Lon

bre do las cien caras» era el terror de la grey infantil y de la legión d»» hombres con barbas. l,on sentía un ¡tiacer ingular cada v e z qui -u coche negro y raudo laminaba iniii criatura y había jurado no sentarse a la mesa sin -;icrificar algiin mortid cu ara.s de los dioses tenebrosos y e n { ) e uuiubra ()ue le prestaban aliento y apariencia de monstruo. En til Museo de I / ) S Angclc-c consen'a nn pam guas que exj>lica toda la maldad de Ivon Chaney. Portpie, cmmdo llovía cn la Mt^'a, «él» so mojaba a gusto con tal d e ensartar doce ojos humanos eu 1 ¡i punta. Quien «fliuiee» por Beverly Hill hallará todavía centenares de tuertos en su camino.

Chaney.

Aquel L o n Chaney fué egorero y profeta del genero. Dicen las crónicas de Hollywood que en sus horas no había un rayito de luz. El «hom-

I

1 l.<tii 4 : l i « i i < - y , <•) ( e r r o r Af lu (írt-y infantil y <|f la !<-(¡ii'iM liointir«'s c o n

linrliUK. Sn irHlmjo on »•! film |>rottnr Í H HuHorc!. > calofríos d f espanto

Hela l.upoftsi, e\ « m a l o » j q u e e n la |>aiilalla i-ii- . c u b r e sn | M T \ c r s i d a d , liajo u n a fina s o n r i s a ^ y sus a d e m a n e s p a u s n - í d o s y d i s t i n ü u i d o s «leí impecable .¡{eude-í man>... i

La maldad de L o n Clianey s evocará siempre entre sudores ^ escalofríos. En la memoria de la grates v i v e el re<'uerd<j de aquc líos dos operadores inmolados por Lon Chaney en momtuitos de desnido y frenesí sin límites. \sí era I / m Chimey si juzgamn asa literatura c(m tpie se ailorua la pantalla. Peni nosotros, quo hemos proftmdizado en su vida, tiíret^emos al le<;tor esta gama de verdades; L o n Clianey v i v í a en una ca.sita de campo entre ¡>aIomas mensajeras. Lleno de ternura por los animales, había criado ctm biberón luia cabra llamada Pepa, .lamas p u d o asistir a la proyección de sus films porque se potiía enfermo. Coleccionaba sellos, y ofrecía cariimclos d e los Alpes a todos los niños quecncoii traba a su paso. I b a a misa di tras día, y era el padrino rumbo so de cuantos nacían en el distrito. Fundó ima tíota de IxK'he m n i ' i ' ' i ('II Iiw 1 i r r / n -

(Ir / V / ) ( l .


Hela Luyossi. | ) e Bela l.ugossi hay que hablar con sordina y entre «ayes». E.ste liombi. ui)arcce sobre las píuitalhis con gt^tos gratos y sonrisas on flor. Sn mirada o.^ ciara; sus movimientos, j>ausados; sus ademanes, de perfe<tto gentleman. ¿Quién desconfia de un caballero tan simpático? L a ingenua rubia y su novio caen en las rodes de terciopelo y encajo de bolillo. V a n , agradecidos, a la guarida del monstruo. U n criado extraño abre las puertas de la morada. L a sombra de un murciélago se proye<'ta en los muros tristes, cargados de prosngios terribles... El novio y la novia emfúezan a inquietarse. L a noche dol ciustillo es, ¿para qué negarlo?, una noche más noche que todas las noches. Por arto de birlibirloque se abre la ventana y oini)iozan a entrar pajarracos antidiluvian<js. Do repente se apaga la luz. Suena un trueno. L a estancia se ilumina gr¡icias a quince o veinte rayos. Brillan irnos ojos con fulgores satánicos. Aulla ol ])eri-o dol Estudio. Al día siguiente, la novia aparece con tma f)icadura do vampiro ou el cuollo y se pone a cazar mari|)osas en ol jardín do Bola Lugossi. Si oí novio muestrn la oreja de su curiosidad, olla dice que no se acuerda de nmia, y que está mu> requetebién en la casa do aquel sei"ior6n. Pero citemos ahora «una vorsit'in (|uo nos llega por conducto fidedigno», segv'm fra.so do prontuario periodístico: Bola Lugt)ssi es roumátict). .Jumas salo de ntjche. N o le gustan las rubias. Es vegetariano. Sus bebidas predilectas van del j u g o de naranja a la nivea horchata. V i v o en una casa inundada de luz, sin pasillos largos ni cuchillos de cocina. Odia el color rojo. N o tiene perro. T e m e las tormentas y no se recata en afirmar que el murciélago es un bichejo despreciable, mezcla de rattm e impermeable. ¡Así son las cosas! Boris Karloff.

i>|iií tt Horifi K^rloff, el ierrible monstruo de Kran> »l)'in. rf>n su esposa, a bordo de un bareo que le llea a liiplalerrn, su patria, para tomarse unas semanas de reposo I J I novia de Krankestein» es uno de los mus (erroríiros films de este eélebre .malo» de la pantalla. Kar<iff, eiimoClianey. romo Belu Lupossi, esen su vida priudtt un hombre bondadoso, incapaz de matar una musca...

llenos aquí, por fin; ante el monstruo que ha logrado batir el record trágico de sus antecesores: Boris Karloff. Es difícil hallar palabras no deterioradií,por el uso, aptas para describir la tempestad luciférica que agita la v i d a y aventura de este hombre. Sus pa.sos sobro la pantalla dejan un estela de sangre inocente, que no desaparece aunque la luz so haga en la sala. Siniestro e implacable, exhala efluvios fatales y empuña la guadaña de esa P a n ; que no espera la lio gada del módico, ni para mientes on la situación angustiosa en que v a a quedar la familia del próximo cadáver. U n a sonrisa metálica y una mirada profunda como el mismísimo Averno completan la figura exterminadora d e Boris Karloff. Quizá ignora el público la «cláusula* fúnebre» del nuevo contrato de Boris Ivarloff. P e r o es lo ciertí que el monstruo si compromete a causa i la muerte de dos espectadores cada voz que su películas .sean proyectadas. P o r lo demás, todo cl mundo sabe la influencia que Boris Karloff ejerce sobre los públicos de latitudes más disparo.A q u í , en Madrid, alguien se dejó olvidado un antebrazo en cierto salón donde se proyectal) i el film La momia. Dedos y pabellones do orejas los hay por docenas en ol cajón do cualquier empresario. En Pekín hubo necesidad de ponoi correaje a las butíicas, para evitar tpie el pi'iblí co huyera despavorido y se tirara ])or las vent: ñas más altas de las salas do proy^^ción. Pues bien; digamt)s ahora, on romance pab diño, que Boris Karloff es un pescador de can m u y tozudo, que suelta vm raudal de lágrim: cada v e z que pesca algo. A m a la literatura cli sica, tiene doce hijos y sufre desvaiiecimienf• tan pronto como so lo encona alguna picadur. Su jardín es un canto de amor a la rosa blai ca. L o s bombones le gustan con delirio. Juog¿i al parcheese y es reverenciado por sus veciuí.s y conciudadanos. ¡Oh, el mentir de las ostrolla.s! JOSÉ

PJZAiUU)


lj«s cuatro rubias cantan la misma canción. C.on su mano izquierda junto a It boca, casi parece que en vez de cantar, lo que bacrn es lanzar al hombre que las desdeña uno de esos «piropos en que (an pródigas son ellas..

•ÁMn dioses se divierten», según una nueva película de la UFA. He aqui una escena de roque(ería y celos

Las mujeres que prefiere Henry Garat

Q

U K jnujeres me gustan más ha (hoho I l e n r y Garat—•. l ) i ü eil resputítíta, auiigo mío. H a y que

pensar sobre eHo. ¿Qué mujeres me gustan más? Quizá las rubias. Y mientras H e n r y Garat hablaba así, ante él pasaba ima mujercita rubia, d e cabellóte platinados, a la que el gran actor miró apasionadamente. Mas casi al mismo tiempo pasaba tainl)icn una morena muy bella. Y ante ello^ dijo el artista: - N o ; creo que me gustan más las morenas... L a s morenas de piel de

bronce, c o n m i r a d a <li fuego. L a verdad es que H e n r y Garat no tiene preferencia por ningiin t i p o determinado (ie mujer. IJO c|ue, desde luego, no le interesa son esas mujeres que se esfuerzan en reproducir un mod e l o d e belleza en serie, estandardizada, abandonando así toda personalidad. Prefiere, sobre todo, que en la mujer su belleza y su espíritu sean pei-sonal e s : no esas quo Si' hacen los labios a lo Joan C r a w f o r d o q u e adoptan lánguidas actitudes voluptuosas a lo Marlene. Cada mujer—opina Garat—puede ser encantadora si se i mantiene fiel a sí misma, a su per- j sonalidad. l i O absurdo es que p r e - ; tenda ser una copia más t ) menos feliz de otra mujer má- conocida que ella. - - Y ahora, díganos: ¿qué cualidad estima usted más en una mujer? — K l buen humor, la alt^gría. ese ánimo optimista que nos hace contemplar la v i d a como con gafas de cristales rosa. j

La madre de una chiquitína que IK lloraba nunca Se acaba de rodar un film sobn la v i d a del gran sabio Pasteur. P a r a uno de los momentos de la cinta hacía falta un niño de uno? meses apenas, un chiquitín enfenrn al que el sabio había de salvar. Ni era fácil encontrarlo, porcu^, naturalmente, a las Bolsas d f l P t b r e t no se presentan t o d a v í a intérpretes de esa edad... P o r fin, el conflicto pareció resolverse: una « e x t r a » del film ofreció su hijita, y el contrato fué firmado inmediatamente. Desde el día siguiente, la muchacha llevó a hi chiquitína a los Estudios. Kra una chiquilla encantadora, que simn i siempre. — N o es eso, no es eso - - dijo ci director al ver los colores saludables de la niña. Mas ctm un poco de va.selina se pudo convertir en pálido aquel rostro sonrosado y feliz. Peix) surgió un jji-oblema de n y o r gravedad todavía: Iti madre declaraba con orgullo tpie su hija no lloraba nimca. ¿Cómo concebir, en el film, un chitpiitín enfermo que uo llorase? Decididamente, no había medio de emplear en la películn '"I chiquilla como aiiuélla, l o '


pinirisaa. L a madre, al escuchar estos razonamientos que el director le hacía, le ¡nterrunq>ió: —¡Bah! N o tema ustwl nada... Cuando llegue ese momento, y o pincharé a mi hija, y verá usted

l na carta a ,Uae Wi'Sl

Kodaba Mae West una de sus últimas películas, y recibió un día una carta con sellos de la India inglesa. ¿Quién la escribía desde aquellas tierras lejanas? Abrió la carta:

era de mi muchacho que trabajaba (;n unos Estudios indios, y que deseaba ir a Hollywood, para lo cual jx'día ayuda a .Mae. «Quiero trabajar-—decía la carta^—; pero aqiií es imposible hacerlo a gusto. Cimozco perfectamente el arte cinematográfico, pues he estudiado dirección, declamación, fotografía, cuantas actividades se reqtiieren en un Estudio. Soy joven: acabo de cumplir veinte ai"ios, y creo, sin vanidad, que mis facciones y mi figura son [iCiíectiunente cinematográficas. Soy indio de raza; pero hablo varios idioiuíis como el mío propio. Además, bailo todos los bailes moder-

nos: desde el tango a la cnrumi de la iniuhicha al 6 Í J « « . . . » H i z o .Mae West un alto en la Ice tura de la carta, y comentó ante los que estaban con ella: —Es una p e n » . P e t o no me sirve. Porque como fuera verdad cuanto dice, dejaría sin trabajo a medio Estudio. Una yran ihisinit de Jinuny Durante limmy Durante, el actor de la lormidablc nariz, tiene un gran deseo, desde hace tiempo, (jue todavía no ha podido realizar: el de hacer en el cinema el Cyrqno de Bergerac. N o sólo porque el protagonista de la obra famosa es auténticamen-

te narigudo, sino porque a Durante le encanta ese j>ersonaje: su humor y su tristeza, su fealdad, su arrojci y su amargura. Los eimseJDs de la madre de Shirley Temple L a madre de Shirley Temple ha dado recientemente algunos con.sejos de interesante valor humano a otras madres. He aíjuí esas palabras: <'No escuchéis nunca los consejos de vuestros vecinos, ni aun de vuestras familias. Sólo una madre conoce bien a su hijo y está capacitada para dirigirle. N o habléis nunca ante el niño de vuestros negocios, de vuestras contrariedades, de vuestras preocupaciones. N o os mostréis irritadas ante él, porque todas estas cosa afectan inconscientemente a los pcíjueños. Cuando Shirley era m u y pequeña, hice que la examinara un e s p e c i a l i s t a , quien, después de haberla tenido en observación

Irene Dnnn y Kandulp Sentí, con otros arlislas de l« RKO, retratados en l.os Andeles poco antes dr asistir a una prueba de su pelírula .Hobrrta*

I arati

de

lo8

clowtiK hacen todavía má.s hiilii n l'nlriria Kllis. la gran fv^urñ femenina dr la cinta <KI pavasu del rirco>...

durante algún tiempo, le prescribió un régimen de vida del que no me lie salido nunca, porque sus efectos fueron admirables sobre la salud y sobre el espíritu de mi hija. Y o quiero, sobre todti, (luo Shirley vea eu mí una amiga segura y leal, en la que ella puede confiarse y que puede ayudarla siempre que lo necesite. T o d o mi afán es no engaña' a cufmdo ella se confia en mí. En fin, lo más importante, a mi parecer, es no montar nunca en cólera ante los hijos, ni ser grosera, ni tener dureza en la palabra... El niño podrá llegar a creer que esto es una cosa lógica y necesaria, y ello sería desastroso para su t;arácter y su formación. Sed siempre, por tanto, para ellos agradables, comilacientes... Obtendréis así atlmirales resultados, hasta con un niño difícil, y , al mi.smo tiempo,, haréis m a y o r el amor y el respeto que vuestro hijo os tenga...»


C Ó M O SE L A V A N A ESTRELLA

A qué debe WendyBorríe, de lo Paramount, íafínurode su Basta admirar eí cutis fino de la genfií estrella, para comprender que « s a b e lavarse» con un buen jabón de belleza como el Heno de Pravia. Limpie usted los poros, friccionando sin prisa, con la espuma. Verá lo que su cutis gana en finura y suavidad.

No hay ¡abón que más embellezca el,cutis que el Heno de P r a v i a . Úselo; que ése sea su ¡abón de todos los días. Paro dotarlo de las cualidades que reclama el cutis delicado, se han llevado al límite la pureza de su composición y la selección de aceites suavizadores. Con razón s e dice del Heno de Pravia que «donde su e s puma muere, la belleza nace».

PASTILLA. 1,30

quien posee el sentido de la higiene moderna, el lavado matinal es también un medio de afmar el cutis. Pero es necesario usar un Para

jabón puro como el

de con

Pravia, aceifes

Heno

elaborado escogidos

que son a la vez tónico y alimento para la piel.

JABÓN HENO DE PRAVIA F

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puede afirmar, sin temor a incurrir en la I^J^ más pe<iueña hipérbole, quo Paúl Muni es una d e I I S más fuertes personalidades del cinema. Fuerte en el amplio y profimdo sentido psicológico do la palabra. H a b í a de desaparecer ahora- -<uando puede decirse que S U v i d a artística está comon/.ando—del mundo de las imágenes, y su nombre iría unido para siempre a la historia del séptimo arte. Así es de profunda o imborrable la huella que en él y a ha dejado. I'.s más: aunque en su haber artístico sólo hubiera escrito un nombre, Soj/ nn fugitivo, no se p(jdria, on justicia, al hablar de los grandes actores de la pantalla, omitir su nombre. Su nombre f o i ' / , ( J S a m e n t é tiene que ocupar uno de los priiiurus lugares, siempre que de grandes figuras ( i iiouvatográficas se hable. P e r o aun hay más. Paúl Muni n o es sólo im gvím actor, un e.vcelentísimo actor: es también "!I L I M M I L ) r e interesante. Y al decir esto, q u e r e i n -

está ( x c n l a de intorós, y en la que se v a acusando do uu modo neto y claro la fuorto personalidad de Mimi c o m o aitista y c o i n o hombro. D e origen .polaco y de padres israíilitas, nació en Woff. Dosdo bien pequeño comenzó a aprender a M A R C H A R por la v i d a de un m o d o real y material, dcanibulando con la compañía de sus padres. .\si conoció los primeros caminos del mundo. Tenía tan sólo cuatro años cuando su familia decidió embarcarse rumbo a América, J I A R A establecerse en Chicago. Y en los Estados I'nidos fué donde debutó, a ia edad de onco años, l'oro lo sorprendente, lo maravilloso es que lo hizo representando papeles de v i e j o . Y lo todavía más sorprendente es que el cxito era su compañero insuperable. Huelga el decir que para llevar el convencimiento al ánimo de los os])octadoros tonía que ma<iuiilarso do nn modo verdadenunente excepcional. Y también llevar en germen un actor de tal capacidad que le

permitiera a esa edad penetrar en la psicología de los viejos, para encarnarlos, vivirlos en la escena en todo su realismo. La gama de su arte maravilloso adquiere bien pronto vuelo de águila, no tardando en llegarle una proposición de contrato para trabajar en el Teatro de A r t e Yoldisch, de N u e v a Y o r k . Debuta en el B r o a d w a y con We Americans, interpretando un personaje de sesenta años. El éxito le sonríe Í e nuevo. E l juicio favorable de la crítica confirma su fama. Su fama, que en nuevo y triunfal vuelo llega a H o l l y w o o d . H ' j l l y w o o d ha puesto sus ojos en él y le tiende sus redes en foima de un ventajoso contrato. Acepta, y hace su aparición en ia pantalla con un film bastante mediano. Yo soy un asesino, título del film, sin constituir im fracaso, tampoco puede considerarse como un éxito. P e r o esto no obstante, H o l l y w o o d ha sabido v e r y apreciar ^ i i s dotes de actor y sus singulares cualidades en

P.

signiUc.I tamos ante un hoinl)ro nada vultíar, ([nc L U . - p i c i l a un v i v o y apasionado interés. l'or([uo on la figura de Paúl Muni liay dos a.sjjectos, (los facetas, que son las piedras tmgulares .•^ol)l•o las que se afirma, se levanta su recia per.soiíalidad: ol actor y el hombro. Dos facetas, dos a>()oc1os a cual más interestmtos y sugestivos. llxaniinando lucvemente uno y otro, tendremos ana visión de conjunto de Paúl Muni. Vs deciir, una visión la de su figura. El actor 11 acó imas tres temporadas llegó Himostra,s pantallas, procediMitc le los Estudios de l l o l l y H íiira sorprendente, que

i

I lil 1 norte y lo crudo nos hizo I C ( u r d a r ia época y a lejana de Las noches de Chicago. Se titulaba Scarface. Y más que film, paiccia un reportaje de actualidad sobro los gangsters, desprovisto de todo romanticismo convencioDíd, preciso, escueto, el crimen desdo el principio al fin, oi crimoii por oi crimen, casi tuda su sádica complacencia, su c a l l a n t o y su castigo. Y con il

nos l l e g a b a el feliz descubrimiento, ia revelación de lui gran actor: Paúl Mimi. Paúl Muni, que habia sabido dar a su papel de jefe do banda un verismo tal, una tan gran fuerza dramática, (pus en algunos momentos emoción más sincera sacudía los nervios de ios ospetitadores. Y tina.s temporadas de-spués ale. zalia las más altas cimas gloria con el maravilloso film de Merwyn líoy Soy un fugitiro. alrededor,

on i

estos dos título?, . r 1 cril)c toda la biillanlc vida c i n e m a t o g r á f i do Muni. U n a v i d a qi desde su comienzo m

la figura de M u n i hay aspectos, dos I, que son piedras a n irea que s u s in 8U recia malidad: el »r y el hombre

el difícil arte de la caracterización, y desean aprovecharlas y hacer d e él im nuevo T^on Chaney. Y consecuentes con este propósito, le hacen rodar un nuevo film, titulado Siete caras, on el que Muni da una prueba más de su talento y de su maravillosa facilidad [)ara <lesfigurar su rostro. Y surge el éxito claro y tranco. Y los productores, en ese sü desmedido afán de estandaroizailo todo, pretenden que siga rodando films de esa clase. E s decir, el mismo personaje con distinto nombre y ligeras variaciones psicolí^icas a lo largo de ima serie de films. Y el artista que Muni lleva en sí se rebela contra esta tiranía y toma el , camino de N u e v a Y o r k , en busca de la atmósfera familiar de los bastidores teatrales. Y en la escena, le sonríe una v e z más. ] Pero H o l l y w o o d no le ha olvi- j dado. U n a noche se presenta en su camerino el j o v e n productor millonario H o w a r d Hughes. Son aquéllos los días anteriores a q j o comenzara a cuajar en Scarface en una magnífica realidad. Scarface es todavía, cuando H o ward Hughes v a a buscar a M u ' ni, tan sólo un propósito, una lea. Convencido de que Muni es el único actor que puede interpretar la figura central, y disuesto a convencerle, con palera v i v a , suasoria y gráfíca, v a 1 lo desfilar ante sus ojos c LARIO, con todo el ritmo |f vibración de un reportaje senBacional. Muni, que comienza escuchando con un interés en el que hay mucho de cortesía, termina apasionándose y aceptando resueltamente. Y de nuevo en H o l l y w o o d , se entero a su papel. L o demás es de todos conodo. A pesar de las diItades d e la censuel film aparece, y i obtiene un é x i t o ni t i v o . Hollywood a la rosa d e los tos su n o m b r e . E s r a de Cinelandia.

g


Sin embargo, huyendo del ruido que en t o m o a su nombre se ha formado, Muni se aisla, se reconcentra j)rtra mejor estudiar su nuevo papel: el de James Alien de Soy un fugitivo, film que había de llevar su nombre d e un extremo al otro del mundo. Des|niós, otro film: El wundo cambia; inferior en calidad artística, es cierto, pero que siempre hubiera sido mi film condenado a que sobre él se proyectara, obscureciéndole, la sombra de la maravilloso de .Merwyn L e R o y . Otros títulos se fueron escribiendf) en su vida cinematográfica, que, sin marcar un retroceso, tampoco indicaban ima superación, y no ciertamente por culpa del actor, sino de los escenarios, hasta llegar al momento actual, en que surge de nuevo c(jn Infierno negro, el éxito trepidante que, cual un clarinazo, lanza hoy otra v e z al mundo el nombre de Paúl Muni. Infierno negro se estrenó recientemente en el Stnmd, de N u e v a Y o r k , sala que tiene por costumbre no exhibir más de una semana cada película, y que rompiendo la tradición la mantuvo por espacio de tres semanas en el cartel teatro lleno, batiendo durante la Semana Santa .(Ue es sabido es la peor semana para los espectáculos en N u e v a York—^todos los records de taquilla. En el pasado mes el éxito tuvo una repetición en el Astor de Buenos Aires. Basada en la novela Jan Valkanik, del juez -M. A . .\Iusmano, y en la obra teatral Bohunk, de IlaiTv R . Irving, Infierno negro es un hondo drama de mineros, filmado en su mayor parte en las galerías subterráneas de Pensylvania, y donde el artt genial de Paul Muni brilla intensamente. El hombre H a y en su rostro como una mueca atormentad:. Y en sus ojos, llenos de intclitroncia. di" li..' ^ .

o acerado mirar, .se lee la desesperación, la revuelta, la pasión, el anhelo de lo<írar para los que sufren i n j u s t a m e n t e una humana justicia; todos aquellos procesos psicológicos (|ue al pfisar por su v i d a fueron dejsmdo en su corazón y en su cerebro los personajes de Soy un fugitivo c Infierno negro. Y es que Muni quizá sea, con Chaplin, el único que siente el cinema como algo grande que ^e escapa en ocasiones de la esfera artística. El cree en el poder social del cinema. Firmemente. P o r eso dice: «El cinema puede e n s e ñ a r las más grandes y profundas verdades. Una imagen es una fuerza. Sobre todo, una imagen q u e habla. Su potencial dramático es m a y o r que el del pensamiento escrito. Los f i l m s son los mayores potenciales que se pueden poner al servicio de una causa cualquiera que s e a Nosotros, los actores, tenemos una i m p o r t a n t e misión que cumi)lir. Debemos tener la valentía de utilizar este medio como propaganda, para v e r de conseguir que los hombres sean menos injustos, menos malos y más humanos. C<jmprendo que el I l i ' i i i | u i l i o - . i'X(iri->¡<)ii<> actor no puede elel i i r i i i i J H | i i i i a > d i ' 1*11(1 i gir el escenario. P e M u n i . ( I ;;raii a c í o r cum) ro a veces surge la (•ariicliT M- a \ i c i i c m a l r i i i i ocasión de poner en «•I a i i i h i c i i t o - . i i i i i - r t l u o > práctica lo que digo. buiíal d e l i u l h w o o d . . . Y entonces y o sé decir que no los interpreto m i e n t r a s no iipenetrado espir itualmente cou ' ! ' sonaje. Me gusta hablar; pero sobre cosas que m e i teresen, me diviertan o apasionen. En cambio, no comprendo el placer de las conversaciones banales. Pero no se crea por ello que soy un intelectual. N o me gusta hablar de mí, de mis proyectos, de mis esperanzas y de mis desilusiones. Esto no interesa más que a mí y a m i nmjer. N o sé cónuj explicar mi « y o » . Pero sí diré que nunca me he sabidíj mostrar en la v i d a con un disfraz. Me es atrozmente desagradable ser reconocido. T e m o desilusionar a los que no me conocen y tratan. N o rae gusta ser discutido; sin embargo, sienq^re me he plegado al fallo del público, que es el único e inapelable juez. Consulto siempre detalles de mi trabajo con mi n jer, que es también mi inseparable compañen mi mejor amigo. Así es el hombre que, en un rasgo de artista, dice finalmente: « Y o me encuentro más a gusto en el teatro qu* en el Estudio; porque cuando una obra es mahí no dura, mientras que si un fílin es malo no posible d e s t m i r l o , » LUCIANO DE ARREDONDO


pofi u n o i o o n E G O DOÜOR

Q. QIO

BDItn - LEU



RTISTAS

CONOCÍ

a i-.-iix lio Pomés en \'.i'¿l; regresaba de Hollywood y venia a inaugurar una Exposición de retratos en una de las principales salas de arte de Barcelona. Me explicó por qué habia abandonado la Meca del cine: M i último director se empeñó que en una determinada escena de la película que filmábamos señalase repetidamente con el índice al actor que me daba la réplica, lie dije que en mi país sólo hacían ese gesto las personas mal educadas y me despedí de la Compañía. Me fué simpática la personalidad de Félix de Pomés, y desde entonces he seguido con interc'is su actuación a través de las películas que filmó en el Extranjero, muchas de las cuales lleganm a F^paña al mismo tiempo fjue el artista. El hombre

j

I'elix de Pomés tiene aspecto de | vencedor, una figura de atleta y un espíritu de artista. T a l vez en el des- ; equilibrio existente entre su sensibili- '¡ dad y su mu.sculatura esté el secreto j de la inquietud (jue le ha 8(;ompaña- > do a través de su vida [vleti'mca. La^ inq)resión (jue se siente ante su pre- \ sencia es de necesidad de ofrecerle ? un obstiVtilo ii.irí) vrr c ó m o lo de- j rriba. D e b e suirir liuiibién «-riMs d e nos-i

l'na rerieníe foío df F é l i i de Pom^ l'n apunte del ilustre literato argentino don FrancUro Vedia

Otro aponte, lleno ile expr. . un artista alemán

t algia cuando el muchachote ingenuo que el artista lleva oculto salga a la superficie. Pero la vitalidad que respiran todos sus poros, la franqueza de su conversación, son los primeros factores q u e arrollan al que le trata. Félix (ie P o m ^ mueolra a nuestro rompañrro (^raeiin Sáncbez-Boza algunas de las telas que deslina a su próxima exposición

IJ. F. A . , visto por Ponir

El eampeón Si hay vidas densas, una es la de Félix de l'omés. A los diez y nueve años colabora como dibujante en El Fígaro, boxea, y con el producto de los combatea paga his matrículas de la carrera de abogado, que termina en Barcelona. Y a doctor en Derecho, no abandona el deporte, y a los veinticinco años reúne tres campeonatos de España: el de boxeo amateur, el de esgrima y el de fútbol, jugando de medto centro con el F. C. Español. El primer puesto de esgrima lo conserva a través de los años, y con él asiste a las (.'limpiadas de Paris y Berlín. Durante la Ekposición Internacional de Barcelona, en un campeonato por equipos, luchando con los primeros tiradores de la Península, entre ellos Delgado, Montoro y Díaz de Ribera, se proclama campeón de las tres armas, y es al misnto tiempo la mejor espada, el mejor floret« y el mejor >able de fepaña. T o d a v í a el año últiuto entrega a Félix de Poincs el campeonato de esgrima. El artisU Su otra personalidad, la artística.


iii- If iihiindoiiii a través de su vida de canipi • l.ds piiiueros éxitos aiíanzados corno dibujante en I'U Fujam le iiitiinaii a eontiunarcl estudio de la pii\tura. y sigue dii)UJando para varios periódicos y revistas. Sus viajes a través de Europa contribuyen a redondear su cultura, y Itis salas de los irrandes nui.seos le hacen amar a(|uel arte, hacia el «juc se siente inclinado. Ex))one en Parí.- y cu Hafceltiua, se especializa eu el retrato y durante una época .se entrega a esta especialidad. Como acpiollos pintores de los tiempos azules, Ponxés se transforma en cl pintor de la aristocracia barcelonesa, y on las láminas do su carpeta son rejiroducidos los rasgos do toda una gonerai-ión do élite. Kl artista, ol pintor, <)uoda formado, y sus Ex|M)siciones se colobran y a regularmonto en las sala-s do arto barcelonesas y parisinas.

1

.•^i habla do arto, dice: - X o soy un crevouto en las escuelas. Nada hay tan encantador como un primitivo; pero cuando tomo la paleta, jamás mo jiropongo imitar a los primitivos. A l expresarme así, y a deducirá usto<I (pie soy tm convencido de las ventajas dol personalismo eu pintura. i:i ai'lor • ii

aloyráíico

Félix de Pomos llevaba on una mano su reciento titulo (lo abogado y on la otra ol gallardete do sus tres primeros campoíaiatos, cmuido se le ofreció un contrato para dibujar on mía casa de Roma. El contrato era tentador, y el artista pudo más que ol cíuiipoim y el hombre de letras. Y oinbaix'ó hacia la capital italiana. Llegó, y se encontró con (juo la casa que le ofrecía ol contrato había quolirado. Mientra.s llegaban fondos do Espafia, tuvo quo lanzarse a la (ialle con sus lápices y sus láminas. Italia era onioueos la nación dol cuio. Una empresa tenía que filmar una )>rodueción (pie so titularía /'ronieteo, y cl director vio dosdo la terraza do lui café Ul musculatura mitol('>gica de aqwl ilibujaiito español, que retrataba a los transeúntes por dos Íira.s. I x í contrató, y Félix de P(miés fué reproducido por primera voz ou la pantalla como héroe do .Mitología. Corría ol año ll)l!t... Fl actor cinematográfico acababa do nacer, y la triangular personalidad dol artista se dosdoblaluí para formar un cuadrilátero. Desde Italia pa.só a .Memiittia, para filmar con la U . F. A . , y protagonizaba, oiitic otros films. La santa y su bufón y Alta traición, quo señalaban en Félix

Kélix <ie l'uinrs traliajniiilo en un r i n c ó n dr Karocloiia

su K s l u d i u , i-ii

(lo Pomés al aetor do grandes posibilidades. Desde .\lemania, a París, .Joinville, y actuaba on Esclavas de la Mada y En (nier¡>o y alma, y en otras, para la Fox. Desde París, a América, y allí eran La fiesta del diablo. Doña Mentiras, Toda una vida... Desde Hollywood, a fopaña otra vez. Iaí traían los años de ausencia y el tlosou do incorporarse a lu producción nacional... Entro •o los los actores actores cinematográficos cinomatograiieos esjiañolc-, españoles, I'^ére Rfií" Hx de l'omós r presenta la más nutrida «hoja de ser ^mM' vicios» y la más brillante ojocutoria. Félix de Pomés ^ so encuentra plenitud de sus facultades de r uentra on on la la plenitud ^ actor, en oso momento en que el artista puede lograr los primeros puestos de su carrera. Y o ho se guido a Félix de Pomés a través de su producción nomati>gráfica. Tongo la impresión de <iuo habrá de alcanzar aquel puesto ctuíuido disponga en un film de ese personaje quo «todavía» no han querido asignarle los directores. Iti'ulidatles j proyooios

líe teñid'» una larga convoi'sación c n : c! ;iríi<ra, en su casa. Mo ha mosl lia eseona d e « P r o trado unas bollas tolas m e t e o » , el p r i m e r al óleo (|uo destina a film q u e i n t e r p r e t ó su próxima ExposiFélix d e Poinéü, en ción. Son logrados pai1919, p a r a u n a C a s a ilaliaiin sajes del campo catalán, dondo Pomos tiene una magnífica finca de descanso. —Acabo de filmar Rataplán—me ha dicho—, un film do Elias, que ha tenido la gentileza de elegirme para protagonista, \ ou ol quo creti haber dado cuanto he podido. Es en Rataplán donde realizo el I>rimer role a mi gusto. Esporo el juicio del público corno si fnera mi primera lícula. — ¿ Y luego? — L o más inmediato es que v o y a dirigir un film. Bohemios, Kl Brtisu. <-.»n alpiis(^gún la obra d.^ V i luiH «le loü (rufeuü

eumi..-...ialo«ei..,iie

Lu la

OlogaiiU < i-^a

que tiene L'élíx de P o més eu Barcelona he pasado ante los cuadros y dibujos dol artista, quo a d o r n a b a n las habitaciones. H e visto una multitud de copas y medallas, trofeos dol campeón, y en nmnerosos álbumes fotografías del actor en escenas de sus pclí(;ulas. Félix de Pomés ha seguido el consejo dannunziano; ha h e c h o d e su propia vida una obra de Félix de l'omé» en art«. ha loniatlu parle

SANCHl<y.-BOXA

el film de la U. F. A. «Fn cuerpo y alma»


iSel cimmú

amatie

v _ I

ella h a n intervenido dos direetfres: un director general, como si dijérixmos, Ilarold M o I . « m 6 n , y un director de conjuntos, Hoí>y Connolly. Y así resultan equilibradas en la cinta las escenas de comedia, a cargo de alguno!l>ersonijos. con las escenas de conjunto y las y)ersi)ectivas de' dinamismo y de animación. ¡ Al Jonson inter^ireta en la pi'ífula un actor: mi gran ador, mujeriego y alegre, que aban-1 dona su labor en cuanto el v i n o ^ alegra un poco o cuando liay unas carreras interesantes de ca-1 bidlos, o simplemente cuando rf> está de humor para trabajar. Naturalmente, esta conducta n o j es un ejemplo, y la Sociedad de'os .actores acaba p o r borrar de sus listas a .\l Honird. <iue e s ' el artista en cuestión. ! Pierden a A l Howard las i"ijeres bcmitas. l'ersigue ahora a la i]\rl de un ic.iiro. a l,i que | c i t a un día en detenninado lugf- Cna bella amiga del actor, Dorothy Waine. le advierte: : — ¡ P e r o qué h a s hecho! E s « muchacha está casada, y su marido te luicde e.msar un dis-i gusto. \ El disgusto llega, efectivara|»te. Aquel marido deja maltrecho al pobre A l H o w a r d , qne s ó l o | j logra reponerse merced a los cuidados solíci-| j tos de la encantadora Dorothy Howard. Sa-i die, la hermana de A l , obtiene para el nmcha-| t:ho trabajo en N u e v a Y o r k . Allá van loados hermanos con Sadie, la rubia compañeri-j ta, enamorada de A l H o w a r d ; mas, ¡ay!, sin; ciue el gran nmjeriego le haga el menor caso.! El actor quiere fundar un cabaret de nochO' que sea i'mico en su género. Sadie, la hermana,' le consigue el socio capitalista; es Duke, uuj tipo adinerado y turbio, que v i v e de prestar i dinero a los que se mueven en los bajos fondos •' neoyorquinos. Luana, la mujer de Duke, se enamora del actor e influye para que el marido lo proteja; Duke aporta ciento sesenta m i l dólares para finanzar el cabaret, y después d a para el seguro de los artistas del gran conjiui' t o que ha de trabajar en el establecimien treinta mil dólares más. T o d o es optimismo, cálculo risueño y buen propósitos. Un día, sin embargo, esta paz altera. Sadie es acusada de haber cometid un crimen, y es detenida por unos agentes.' Para que su hermana sea puesta en libertad, A l H o w a r d deja en fianza aquella cantidad destinada al seguro de los artistas.

Kl ninquillajt- de Al Jolson, marido de Ruby Keeler y figura principal de «CaNÍnn de l ' a r Í N « . a cuyo priilugunisla ba acertado a dar aquél una encantadora travesura

Una de las bellezas de «Casino de París» es la bailarina |{e((y Bowen, cuya hermosura morena aparece con lodo su rango en este momento de la pelíeula. Parte de las escenas de rste film transcurren en un «cabaret», por el que desfilan figuras destaradas del baile y de la canción

como los más fieles documentales de nuestro tiempo, las películas, exponentes del drama o de la sonrisa de los días de ahora. Ellas son el mejor reflejo de los ambientes, de los tipos y de las modas actuales. En ellas quedarán, con más plasticidad que en los libros, muchos 1.a realización de las escenas de «cabaret» es sencillamente mapnílira en esta película; he aquí una de ellas, llena de animación y de colorido rasgos del espíritu d e nuestro tiempo, muchas de sus inquietudes y hasta muchos de sus venenos. líntre esos films que reflejan el alma y la v i d a compleja de los días actuales están los del género amable, los que desenvuelven una trama a lo largo de escenas sonrientes, de estampas bienlmmoradas. Cinema ligero, optimista y ágil; en fin de cuentas, y en realidad, la proyección en la pantalla de lo que nuestra época tiene de frivola y risueña, despreocupada y alegre. \Dancing, casino, luces de candilejas, danza y canción; mundo pintoresco que se mueve en l ^ t o s ambientes; pasiones entre sonrisas, amores y amoríos que nacen con música de vals. r T o d o un aspecto de la v i d a reflejado en todo un género de la pantalla. Casino de Paris es una cinta que simboliza admirablemente esta modalidad amable de la pantalla. T o d o en ella tiene como un perfume de alegría y de juventud. Dos rubias maravillosas—Glenda Farrell y R u b y Keeler—figuran al frente de su reparto femenino. Y el marido de R u b y K e e l e r , el popular A l Jonson, encama el protagonista del film. Tras estas tres primeras figuras, un desfile de belleza, im coro de rostros juveniles. Y vma espléndida sucesión de escenarios brillantes, de fondos cuya presentación acusa la huella de imo de esos grandes directores de cinema especializados en la creación de ambientes «untuosos. H a s t a tal ptmto Casino de Paris es represeatMtiyft ílp **** cinematográfica, que en

Luana—la mujer del prestamista Duke y la enamorada de A l H o w a r d — , al verse desdeñada jior el actor, pone en conocimientc) del maridt) tpie H o w a r d v a a escaparse con el dinero del segino. Le falta tiempo a Duk(3—mezcla de prestamista y de gángster—para situar a dos de sus htmibres a la puerta del cabaret, con el encargo de que disparen en cuanto el actor intente escapar. La verdad se abre paso, y se (;imiprueba la inocencia de Sadie; ésta es libertada, y A l H o w a r d v e de nuevo en su poder los dólares del seguro. Esta cantidad es entregatla a la Compañía aseguradora. Esa noche, en el cabaret, D o r o t h y y A l l l o w a r — ¿ l a alegría de la libertad de Sadie?- -obtienen ctm su trabajo del cabaret un é x i t o ntagnífi(;o. Kn un descmiso de su actuación, la pareja sale a la calle jiara g o zar de la noche clara y tibia. Uno de los hombres allí apostados por Duke disjiara stjbre A l Iltiward. Dorothy ha advtMtido el movimiento, y se sitúa ante el actor para detener el balazo. Cae ella herida. Al Howard comprende el gran amor que la muchacha le tiene, y todo en él es ternura y emoción para Dorothy. - -(.Quieres hacerme feliz? Pues una cosa solamente te v o y a pedir—dice la muchacha —Concedida, amor mío—le responde él emocionadamente, toda el alma en los ojos. —Que ahora me dejes. Esto no es nada. Y quiero que vuelvas a la sala y cantes el Hap])y song. ¿ N o oyes cómo el público aplaude? Es que pide tu presencia. Prométemelo y me harás feliz. El no tiene más remedio que obedecerla. Y mientras retiran de allí a la muchacha, él v u e l v e al cabaret y empieza a cantar su Happy song, la canción de moda, la ciuición que es siempre una canción ensordecedora. Apenas ha acabadlo el núinero, corre al teléfono f>ara c t r n t R i e r el estado tle Dorothy. Es ella misma la que se pone al aparato. —Esto no es n a d a Me dicen que estaré bien enseguida. ¿Que si puedes venir ahora? N o , uo. De ningún m o do. T e v o y a decür lo que has de hacer si quieres que esté contenta. Estoy oyendo desde a<iuí los a|)lausos del públitio del cabaret. V u e l v e a la sala, y cantil otra vez el Happy son ¡7. Obedece A l I l o w a r y canta d e nuevo, con más alegría y más emoción que nunca, su Happy song. Mientras *i" canta, piensa ilusionadamente en D o r o t h y . Ella es su happy song, . ^ U canción feliz.

I

Huby Kerirr. la rubia encantadora, con el coro de los «bo^s-», en una alegre rsrenu de esta nurva prlicula, rn la que rl rspeelailor asiste a un desfile continuo de niomenlus de humor y de cuadros brillantes FOTS. BASNE» BIOS


MUÍlCA AMBIENÍE IKCOMPARABLE,fREÍCOy PEUClOÍO LUNES E S T R E N O

da ín

PRODUCCIÓN

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LUNES,

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FILM

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PRODUCCIONES

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COLUMPIA C.I.F.E.S.A.

figura joven, posee como muy pocas el sentido del nuevo cinema.


James Cagney es el actor de la simpatía. Sonrisa juvenil y ritmo amable acompañan siempre su actuación en el lienzo iluminado de la pantalla James Cagney pertenece a la nueva generación de artistas cinematográficos, que, burla burlando, en ritmo amable, desliza las más gratas anécdotas ante los ojos sorprendidos del público. Pronto veremos nuevamente a este simpático muchacho en la nueva creación *¡Duro y a la cabeza!*, película, eomo todas las suyas, de gran sabor cómico, impregnado de optimismo y juventud


«Era y a tarde,—j

una mulata—•

brindaba amor...—Entre mis bra zos—^yo la estrechaba,—formando juntos—un corazón...—Una lata—dulces

mu-

p e d í a , ' — m e mira-

ba—con frenesí...—Enternecido— con

su sonrisa,—ya no me acuer-

do—lo que la di.»)

i uvo F e m a n d o G. Toledo que dirigir otra peUcula en Manila, con asunto de

La \U)'lia ul inundo de Fernandu (¿.Toledo

I

aviación, para la misma Compañía T a i t Harris Productions, y con igual éxití) que el obtenido por Mga IJlüa. Pero atjuello le iba retenicüdo demasiado en un país exótico, cuyo cine no ha pasado de la infancia. L a tentación de la China era

8TK es un hoi.

^

cada vez más tuerte, y no supo resistirla ya. (¡Adiós, islas paradisíacas, que habéis

iur uii nui hrec h a c h o , in»

' ^

•r—que sentido hrio

perdido aquel petíume maravilloso por el que ro suicidaban los funcionarios que la política de Madrid trasladaba de un plum - n a la Península; pero que todavía

t i e n e el

sois dulces y ardientes como la miel!)

del equili-

China, al fin. Shanghai.

en t o d o . Hu

lu-isa pocas vece

matográfica china. T o d a v í a se impresiona en mudo. Los procedimientos son rudi-

llega a ser risa; .'•i

mentarios. , Únicamente son admirables dos cosas: los intérpretes y el operador.

voz n o pasa de un tesitura

(De

discreta

este cameraman

me enseña una tarjeta cabalística, que conserva como re-

cuerdo. Pero, ¡cualquiera la traduce! Pongan ustedes los jeroglíficos que deseen,

fuma poco; bebe po-

in amigos.) A l g o maravilloso. Unos y otro. Su trabajo

co; no tra,sn(X'ha ca-

suponía una

excitación de la sensibilidad!, fabulosa aún para nosotros, los la-

-i: n o tiene conflics

1938. Ix)s Estudios de Star Films. (Perico Ladrón do

Guevara se sentirá aludido.) G. Toledo encuentra muy atrasada la industria cine-

tinos.

sentimentales,

IJOS

exteriores que captaba la cámara

ftu juventud .se man-

de

tiene

d or

asi, como el

aquel

prodigifisa

opera-

de

Shan-

eordaje de la balles, en tensión, capaz lie afrontar con serenidad las situaciones y dispararse, en hnea rtM'ta, hacia el enemigo. (El enemigo, en la lucha cotidiana, es el mal pró'•'110.) Fernando ( i . T o ledo me refiere ahosu vida en P'ilipiuas,

donde

Hi-lri/ f i l i p i í i H

Makura K o s y . eslrrlla «le lo* e-ilutlios IMiillipine - F i l m , «le Manila, y una de l a s figuras más destaradas de la rinematoicraf i a filipina

fuera

desde Norteamérica por

asuntos

jiuramente familiares.

(¿He

dicho que nació en Valencia y

•|iie ha (,'umplido veintiocho años? Si dije, bien dicho está. Si no lo d i bien vale la pena repetirlo.) Manila, la ciudad amable y ardien. recibió al «esj)añolito»

con

los

azos en cruz. ( Y Manila y a no es

I n a bella esrena del Tilni japonés «Ohayu tiasanios •, rodail» en Kioto durante la permanencia de Fernando (>. Toledo en el lapón

K<-rnanilo (i. Toledo, con e! director j algunos artistas del film (Ohayo Casamos- (Buenos días}, durante su rodaje en Kioto Jap<>n)

aquel j w a í s o de los tiempos coloniales, cuando España ondeaba su bandera bicolor en el Mar de la Cln'na. De !() hablaremos luego, me dice F. G. T . ) Gente dulce y cariñosa, que lee y que se documenta mucho de las cosas del cine; conocía la eje<'Utoria del llegado, y ie trató, desde e! iTnvirn'i nioiueuto, r u m o a una pereonalidad del séptimo arte. Se v i o precisado a acejitar la dirección de una película tagala sm contxíer I I ajnbiente ni el idioma. Para ello le pusieron dos ayudantes, y cl autor del argumento le iba traduciendo los diálogos al inglés. (Recapacitemos en ta aventura, que no puede ser sino española, de realizar tma película piea» en un país desconwido.) YX film, titulado Mqa Vlila

(El huérjano),

obtuvo on éxito sensacional

critica y público, puestos de acuerdo por ima v e z siquiera. A la sombra del éxito, la estancia de G. Toledo « n las islas Filipinas fué una cadena de rosas durante año y medio: fiestas, invitaciones oficiales y particularts?, ofrecimientos de ntígocios y d e irtatrimtmios ventajosos. El acej)aquello que le convenía sin atarle demasiado. ¡Ligaduras, no! ( M i pregunta acerca de cómo sabe el amor de las tagalas queda sin respuesta. Sin embargo, en el rostro del preguntado hay

cnmo una luz imperceptible

Á, que trae a sus ojos reflejos distantes de las noches del trópico, dt uellas noches de Manila, que sigue siendo española en el fondo del cora/.on. Y a mi momoria acude a<iuella melodía, de monotonía dulce, qué me enseñó un capitán que estuvo en Filipinas cuando Filipinas era España:

Una curiosa y típica escena, de maravilloso ambienle, del film japont'-s titulado ".N*miko-, rodado durante la estancU dt C -I-- T-.l.-d., r n . ! la|.<',ti heroico \ galante


1

ghai no Uys podrá ol vidar nunca G. Ti ledo,

porque

más ha visto nad mejor en el mundo. (¡Oh,

la

paciencia

milagrosa de K>s t^lu nos!) ^ ^ ^ ^

Puede

^ ^ ^ ^ ^

^^^^^k

muchacho

^ ^ ^ ^ ^ ^

rero fué im turista

^^^^^^B ^^^^^^H ^^^^^^H ^^^^^^^H

^^ll^^H^^^^H

^ J j ^ *

decirse

que en C h i n a este aventó

im observador

cu

rioso q u e apresab paisajes bres

y costun i

para

ción del propio espi-

H^^^^9|^1^9'

nada en la pro^ H ^ ^ V ^^^^^^^^^^K^^K

gráfi(-a. Muy natuN a d a podi

^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^

aprender

^^^^^^^^^^^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^

se poco menos que al estilo de la histórica ^^^^^^r Atlántida madrib ^^^^^ ña, ¿para qué gastar tiempo y enei gías? Asi. mi anti guo amigo y joven hombre me habla de HongKrrnanilo (i. Toledo ( « ) dirigiendo K o n g , la notable ciudad, dominio británici nna toma de exteriores en el mar dr «pie ofrece al viajero agradables sorpresas co> la <:hina dr nna pelírula dr costumbres tagalas. «Mga lilila* (Kl huérmopolitas; me habla de los curiosísimos menú^ fano), estrenada con gran éxito en de las danzarinas aniñadas y ágiles, de cosa las Islas Filipinas mil que no tienen relación con el cinema ue, por lo tanto, no )iiiedcii intcrc<ar1c< a iNtcdes.

Kl gran arlor Oliiinata y la b r llí-iinia arlriz Mizuluni.en una rHCrna ilr la pro«lucción japonesa «Nainiko», rdilada rn los magniriro» estudio» cinematogrúficoü de Kioto

Quedaba el Japón, heroico y galante, para el ansia de horizontes exóticos de Fernando G. Toledo. Y fué en Tokio donde tuvo la suerte de contxer a Mr. R . Omita, director de la producción japt^nesa de la Paramttunt. Un hombre inteligente y (Ogedor que le brinda amistad y que, desjmés de enseñarle loe mejores Estudios t inematográficos del país, le contrata como asesor de costtunbres occidentales.

I j t famosa arlri/ rhina dri n nrma—famosa rn Cbiua. aun qur nqiii sra inédita Ma Kioig, posando rn los rstudios de la Star Film, dr Sbanghai

L a decepción que acababa de sufrir en Chin fué compensada ctm creces en Japón. Es Japi ima potencia del cinema, la segimda potencí mimtlial, asi como suena. P u d o comprobarlo sobre el terreno. Los Estudios sonoros de K i o t o (Nikkatso Studios) le causaron asombro. I^a perfección de los aparatos, de las instalaciont la belleza de los decorados; la disciplina y el orden del perstmal; la desenvoltura de los actores, la técnica de los directores..., todo hacia olvi<l la penosa impresión de China para admirar esfuerzo gigantesco de los jaixjueses, que p: ducen más que toda Europa junta. Su estancia e n K i o t o fué m u y litil. Allí

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Rodando una rscrna en los .NiLkniso Slniiios, de Kiolo (Japón) dr la película <t>bayo Casamos.. De espalda, ni la máquina y junto al opera4Íor, Frenando Toledo observa las figuras por el objetivo

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incluso aprendió cosas tiuevas del séptimo arte,

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4 " ^ aplicará cuando intervenga tH|ui de direc^i*'

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'e corre prisa. (Es muy jov>

y su cargo hoy está por encima del de reali/ dor artístico. El es quien ha tle controlar la ja ducción de films en castellano, eligiendo prc sámente sus directores.) F e m a n d o G. Toledo ha dado, pues, la vuelta ni mundo. Su marchamo cosmopolita no le impide sentirse español por y sobre todas las sas. Por eso, ahora, ha recalado en Madrid. Y mientras descansa de las emociones recibi<bis • sus largos viajes—que quizá nosotros no pod; mos realizar nunca—, se prepara para volcar celuloide cuanto ha aprendido, cuanto ha visto o experimentado. Y lo v a a volcar en beneficio patria, que es el suyo. SANTIAGO

ÁGUILA I


E\ s <*aiii|)iiig> <'s acaso ol ú n i c o d e p o r t o q u e a u n n o h a h a l l a d o en F^paña la a c l i m a t a c i ó n a q u e tiene d e r e c h o por

sus

excelencias

r

' ^ S P A S A es uno de los países donde cl camping—designación inglesa de la vida campestre como depoi ' j te, como recreo e incluso como sistema inigualmente sano para pasar las vacaciones estivales—, ( uno de los países donde menos arraigo ha conseguido esta afición. Ello no deja de ser extraño si i;i ne en cuenta que toda manifestación deportiva ha encontrado entre nosotros adeptos fervorosos en u i . período de tiempo relativamente breve. V . sin embargo, el camping—cuyo encanto sólo puede percibirse después de haberlo practicado alguna vez—merecería una mayor atención por parte de aquellos que buscan en el aire libre y en los horizontes dilatados un medio de liberación de las vidas afanosas y mefíticas de las grandes ciudades. Séanos, pues, permitido hoy dedicar algunas líneas a este incomparable placer de acampar durante algunos días en un paraje grato a la vista, confortable para el espíritu y saludable para el organismo. N o tod ha de ser el comentario trivial y superfluo de los encantos de un maquillaje, de la seducción de un atavi y de la coquetería más o menos auténtica de un peinado dernier cri. E l retomo a la tierra lo más cerca píi-ible de ella o(]iii\-ale a satisfacer plenamente el ansia de \ ivir q u todos experimentamos. L a radio ha hecho {X)sible captar por un simple receptor mecánico las invisibles o n d a s que inundan el espacio y que nos traen el remoto mensaje de lejana.s voces, de or questas maravillosas, de rumores que creíamos inexistentes.

Pues bien; existen otras radiaciones múltiples, débiles unas, intensas otras, que nos rodean, que incluso se {X)san sobre nosotros, que nos p e n e t r a n , que nos transforman, que actúan sobre las mirladas de células que c o n s t i t u y e n nuestro organismo y que. I I roslro picaro y el cuerpo espléndido de Iris .Xdrián suelen asomarse frecuentemente a estas páginas de c Fuentes de belleza»,con cuyo espíritu a r m o i i Í 7 H a maravilla esta bella aciri-/ del cecran»

t > u a l q u i e r sitio es bueno para broiiiear, y por eso estas gentiles «girls» han elegido para divertirse la ilaya y un descomunal teléfono, cuyas proporciones hacen |>eiisar en una comunicación con el otro t^oiiliiiente... airifia l.llis luce en <LI eire<>», film aun desconoeido en Kspaña. este eseueto traje. como el que suelen lucir las acróbatas circenses, pero con un poco menos de tela

actuando sobre ellas, hacen vibrar nuestro cuerpo en acordes insospechados, en orquestaciones inverosímiles y delirantes, ocasionando lo que vulgarmente denominamos alegria o contrariedad. Y así como cualquiera de nosotros podría pasear desnudo bajo el sol de la ciudad sin que nuestra piel acusara jamás el más leve tono bronceado, porque la intensidad y la pureza de los rayos solares se debilita al atravesar la densa y polvorienta atmósfera de las grandes metrópolis, ninguna radiación ultravioleta puede atravesar el aire enrarecido de la urbe para dejar sentir sus benefici sos efectos. Del m i s m o m t K l o <]ue un árbol


adquiere mayor o menor vitalidad según la tierra en que ha sido plantado sea más o menos propicia, y una planta florece mejor en un lugar sabiamente elegido así nuestro organismo necesita, de vez en cuando al menos, sentirse liberado de U atmósferas emponzoñadas y agobiantes de las ciudades populosas para pedir al campo su protección y su ayuda. Nosotros, como las plantas y como los árboles, somos producto de la tierra, >• aunque la implacable tiranía de la lucha por la vid a nos aleje de ella, a ella debo mos retomar, para vivir junto a ella, para percibir sus emanaciones, para experimentar el gozo de compartir sus rumores, sus palpitaciones, su voz imperceptible.

mámente sencillo, tiene, no obstante, sus complicaciones; pero todas pueden ser vencidas con una buena organización y una estricta atención a sus normas esenciales. Siguiendo esta regla fundamental, se adquiere rápidamente lo que en Francia se denomina el sens du campeur, y se llegan a realizar, con la molestia mínima y una asombrosa facilidad, ejercicios que antes nos hubieran parecido imposibles de ejecutar U n o de nuestros próximos artículos versará sobre los mejores procedimientos para practicar el camping: pero entretanto, y para terminar, permítasenos un consejo casi innecesario: el camping no debe practicarse individualmente, no porque la soledad no tenga sus encantos, sino porque la vida campestre tiene obligaciones, deberes y exigencias que p>ara uno solo—hombre o mujer— son excesivos, y que compartidos con algunos amigos, algunos parientes, algunos camaradas, resultan sumamente gratos.

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Acampar en ella es un inefable placer (jue sólo se compren- j de después de haberlo gustado. E l fwimer día, al llegar junto a ella, deberíanse doblar las rodillas, y a modo d e caricia fraterna, apresando entre las manos unos puñados de tierra, aspirar su perfume, besar sus partículas llenas de vida y de abnegación, y pensar que Dios nos hizo de ella y tjue de ella ha de venimos una vida mejor, más bella, más verdadera, más sana, más alegre. • Si realmente, lectora amiga, busca usted un medio de hacer transcurrir sus vacaciones sanamente, no sabría recomendarla un medio mejor de lograr ese deseo que practicando el camping. «¿Pero es realmente femenino ese deporte?», se preguntará alguna lectora. L o es, en efecto, como lo son todos los deportes cuando se practican de un mcxlo racional y saludable, de una manera organizada, según lo permita el estado físico de catla una. El camping, como todos los demás recreos de tipo esencialmente deportivo, requiere dos cosas indispensables: e<juipo adecuado y confortable y un programa bien trazado, a fin d e lograr el máximo rendimiento del ejercicio practicado con el mínimo esfuerzo corporal. E\ camping, (\iif ]in^Trrr s . r n i<rimir,i \ i m deporte su

.\o nos negarán ustedes que estn foto de Francés D é e encaja a maravilla en esta sección, l'na mujer que perfila las lineas dr sus rejas, reloca el rimmel» dt sus pestañas o intensifica el carmín de sus labios, hallará un lugar en esta sección. N si además, como ahora sucede, es guapa, mejor

Kl deporte preferido de esta: co bellisimas muchacha» - B e u l a h M a c Donald, Kay Cordón, Dorothy T h b m p s o n . Bonita Barker y Den Myies, para lo que ledes gusten mandar - es el patinar. , ¡ \ enla <|ue ya se lo h bíaii figurad)

Inglaterra, como todos sabemos, es uno de los países donde el camping se practica con verdadero fervor, y no son, ciertamente, las mujeres quienes menos lo cultivan. Nosotros hemos tenido ocasión de oír a alguna dama inglesa, entu.siasta c u l t i v a d o r a del camping desde hace muchos aí^os, decir que, en su opinión, no existe deporte alguno más sano ni más atrayente que el de acampar en grupo, lejos de la ciudad, y gozar de las delicias de la vida al aire libre, en plena natu-

Ksta aguerrida cgiri» figura eu el nutrido ejérrito de bailarinas de un célebre Kstudio. ,\ pesar de su bélico atavio, es una infeliz. Guapísima, pero infeliz


j J E A N H A R L O W

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M A1)HII)-PA1US "(;aiii|M'oiu>s olíinpk'UM"

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KLÍctLA de juventud y de bríu. Cine americano desde el primero al último fotograma. Por lo menos, cine americano del (jue responde a la fórmula: espectáculo optimista. N a d a de complicaciones sentijuentales ni fililíes psicológicos. T o d o sencillo, superficial, rotundo. Como en los tiemjHJs heroicos del Far W e s t , cuando el cinema era nervio y acción, para regalo de los ojos, y no había llegado todavía a contaminarse con el complejo esj)iritual de la vieja Euroi)a. Por esta v e z , Buster Crabbe, protagonista del film, no c o n v i v e con leones, y deja a salvo la escala zoológica según la han establecido interesadamente los mamíferos con calva, chaquet y miopía, que responden al nond)re de sabio.s. Buster CYabbe, en Campeones olímpicos, ni trepa a los árboles, ni ruge, ni devora la carne a dentelladas. N o llega a hombre-fiera. Se conforma modestamente con ser un deportista. CYiltiva el músculo, el brinco y el puñetazo; pero |)or gvisto, no por necesidad, como las bestias. L a afición al deporte sobre el instinto animal. Y no hay más c o m p 1 i c a c i ó n en esta película. En torno a Buster Crabbe se agru])a uua |»orción de jóvenes de ambos sexos, escultistas, nudistas y moralistas, lo mejorcito de cada casa en correr, saltar, nadar y administrar puñetazos con tino y educación. Ellos representan en la película el buen sentido, y todos los que no son campeones d^, algo resultan, como es natural, míos viciosos y borrachines, gentecilla, en fin, de poco m á s o menos. P e r o déjenlo ustedes, que bien caro les ha de costar a estos bellacos su inexí)eriencia e n e 1 d e p o r t e . Zánganos e n l a colmena musculai intrusos en la rcp ú b 1 i c a de la ginmasia rítmica, herejes en la religión de la ducha a todo pasto, les llega el día del Juicio final, y como son débiles, pecado de origen, y además viejos, pecado contra la juventud, 1 o s esc u l t i s t a s , sanos, vigorosos... y en mayoría, les meten en cintura de la manera m á s razonal>le d e l inundo, con ar-

.. • • i u • , . „ | ^ protagonista il«- ^Agente britániro. j

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gumentos tomad de la dialéctica i m batible de un P r i m o Camera o de cual(juier otro Aristóteles del ring. L a m o ralidad queda a salv o , y el dios puño, en su lugar. N o en balde Buster Crabbe, el inteligente y s; pientisimo as de 1a natación y de otnis ilisciplinas igualmente intelectuales, es el protagonista o animador de este ciclo de conferencias traumáticas. La realización responde al brío americano a que aludíamos al principio. Aquí no hay bromas. Con la abundimte materia joven que tenía en sus manos, el director ha logrado momentos de intensa vibración y de belleza plástica dif í c i 1 e s d(í superar, d a y una larga escena^—aquella tle 1 a s P a t r i c i a Kllis y J a m e s C a g n e y evoluciones rítmicas de los camf)eones y sus compañeras—que (!S im vertiadero himno, magnífico y arroUador, 1 la gracia y a la belleza de la fuerza física. Kn este sentido—^y después de todo, ¿se pretendía otra cosa?—, Cawpeones olímpicos es un film nuigistral. A los formidables puños de Buster Crabbe se une, para el éxito del film, el arte de Ida Lupino, T o b y W i n g , Jmnes Gleasón y Robert Armstrong. P A L A C I O 1)K L A M Ú S I C A "Sí y o fuera el a m o " Comicidad sin desmayo, sin derivaciones licenciosas, sin astracán y sin trimscendencia. Tin cquívcKio bien administrado, que ¡)roduce un caudal de carcajadas. Es de lo más sano y eficaz fjue en el género cómico nos ha enviado la cinematografía francesa. N o aspira este film a la jerartpiía intelectual de A nous la liberté, ni si(piiera a la sátira bufa de Carlomagno. Ñus haI amos muy lejos de Colombier y a infinita distancia de llené Clair. N o obstante, en el modesto plano dv una comicidatl sencilla y hasta candorosa, el film (pie comentamos es ])erfe(!u <• ^m^^su. Í^W to. Distrae y regó^ | ^ ^ . Í ) l l t ^ cija al espectador sin recurrir a gol])es de eftícto, tpie .suelen ser atentados al buen gusto. A l g u n a v e z se extrema hi nota ct'irnica, sin perjuicio d e la escrapulosa observación de carticteres. Mas fácilmente se advierte que eso no es cul]>a ile la fábula, sino exageración th' un at-tor, tíinpeñado — giiui escollo de los actores cómicos <*n atraer demasia(h> la atención sobre sí, subrayando con

e n un m o m e n t o ile la p e l í r u l a « ; l ) u r o y a la c a b r / . a ! »

arre(|uives histriónicos situacioi graciosas. De esta debilidad M libra i'l protagonista, Fernand ( i r a v e y , galán sobrio, s i í a i ' ' ' ' espontánea vis cómica, formado ya en la escuela del cine, l^os otros, buenos, excelentes actores, son viejos cómicos y traen los resabios de la esct'na. Es uno de los re})aros fpie hay que oj)0ner a la cinematografía francesa en general. Sus intérpretes..., ¿cómo lo diría yo?..., huelen demasiado a la Comedia Francesa; son troupe de comediímtes incorporados, en obligada improvisación, a la pantalla. Defecto común a los cinemas nacionales (pie no cuentan con ima larga historia o que, ctmtíuido c(m ella-—y es el caso de F r a n c i a — l a interrumpieron un día para continuarla al advenimiento del cine sonoro. Esta irmpción de cómicos, llenos de jirejuicios-—peligro que dimunciamos a los productores esjiañoles—, hace en el cine tantos estragos como las comedias y sainetes centenarios de autores y a caducos. Peso muerto qut> parecen destinadas a soportar las cinematografías nacit^ntes. Fuera de ese lunar, al parecer inevitable todavía en Francia, -Si yo fuera el amo no ofrece blanco sensible a la crítica más severa. Y en cuanto a la realización de Poortier, no podía ser otra, teniendo en cuenta el género del; film, plácida (-omedia cinematográfica, en 1 ^ (pie la imagen discit'tea en interiores casi siempre, y ha (le avenirse, quieras o no, a las ingeniosidades de un diálogo en el que se ha'puesto indudable gracia y amtmidad. Esto, la excelencia del diálogo, disculiio al director de las concesiones a que obliga a la cámara. Peor es cu indo la cámara (ilaudica ante una vulgaridad sin más mérito tpie la de haberse repetido citm vtves en un escenario. Y de esas vulgaridades centen.irias, si Dios no lo remedia, nos(»tros vamos a - i i frir muchas cu br<>ve plazo. ANTONIO GIZMA.N

.MERINO


rezca para est(( pcciucño actor el horizonte, de la misma manera que so obscureció para .Jackie (>)ogan. l^as últimas fotografías (pie nos manda N o r t e a m é i i e a de Jackie Cooiicr nos lo muestran y a hecho un mocet(')n, y esto, más (pie nada, evidencia y anuncia su jmuita desaj)arici('»n; sobro todo, su desaparición como a.^tro de jinmera categoría infantil. Luego de Las peripeñas de Skippy, solamente nos queda un elemento, hoy más formado que entonces y cada dia más maduro. V este elemento valio.so del cinema y>mqui, ()uc, auncpic se haya desj)istado a sí mismo algo en las últimas [irodueciimcs, no deja de sor lo tpie fué y lo que |iosiblemcnte será, este elemento, repito, es N o r m a n Taurog. .Nos admira <pte en el cinema yanqui se" empiece a descubrir dire<;tores (le la misma forma que se descubren estrelbus nuevas. Se ha empezado y a hace algunos años. Nos a.sombra y admira al mismo tiempo, jiorque ésta es la fórmula más radical c infalible para introducir en el cinema a los que s(m y expulsar a los que no S(m ni serán. De aquí (lue en .Norteamérica haya los mejores y más perft?ctos actores del mundo, y (pie emjiietíe a haber también los mejores directores, si nos dormimos en Europa. En Francia o Alemania, cuando se ha destacado un realizador, ha arrastrado una lii.storia más o menos artística en producciones do muy jiequefia monta (juc realizase anteriormente o en otras actividades del arte. Esto nos demuestra que a un realizador en Euro{>a le cuesta trabajo, mucho trabajo, colocarse en el sitio que le correspondo. (^lamh) un realizador euro]HH> da una obra buena al cimíiua, nosotros abrimos el fichero y nos encontramos con quo tiene ya ha.sta una docena que son francamente malas. Casos como el de Max ()j>huls y Víctor T r i v a s se cuentan muy p o cos y muy incoiufiletos, en cuanto a su procedencia directa se refiere. Sabemos ([ue Max Ophuls fué dirof-tor de escena teatral en los teatros obreros tle Sarrebourg, y después en Viona; sabemos también que Víctor 'lYivas empezó siendo un gran escritor y se inclinó tíui pronto como pudo hacia ol .séptimo arto. A m b o s , para alcanzar la categoría (lo cineastas, no lo hicieron tan directamente. Tuvieron ([uo estar sometidos a la agobiadora lentitud con «pie trojiiozan todos los (pío (piioron llegar a sor lo (pie deben ser. A l lado dol ojeiuph» europeo tenemos ol nortefuuoricano. En los últimos ai'ios del cinema sonoro han surgido directores de la nada. Sin historia profesional ni artística. N a d a conocíamos acerca do Mario Gering cuando realizo Damas del presidio. N i de R.dph .Murphy cuando nos brindó Firme en su derecho y Espigas de oro. N i do I l e n r y Ilatlii^way antes de producir la maravillosamente realizada y mal concebida película Tres lanceros bengalles. T a m p o c o (ionocíamos grandes cosas de T a y Garnett cuando nes llegaron a España sus dos obras maestras: La secuestrada y Viaje de ida. El nombro (b» Sidney Lanfield no lo habíamos oído ntmca, antes ll .in. n. s vi^ nieran sus priiuoríus producciones sonoras a España, ni el do James Whale, cuyo primer film fué El puente de Waterloo: ni el de Alfred E. Greon, con su El rey de la plata. Vero del que monos sabíamos, por ser el más desconocido cuando realizó Las peripecias de Skippy, es de Norman Taurog. N o r teamérica ha sido en estos últimos años mía cantera de realizadores. Citar a todos sería difícil. Y entre los q u e hemos citado, todos ellos con

flcmemí

u^us l'n rcrmlioinio reirat» <i<' Norman 'iHiirog, <•! gran ilirrrtor yani|ui que logró situar tlvslaradamrnl*-»u nombre ron «l^a» |H>ri|HTÍaM <l<' Ski|>|iy>, junto al «leí prolagoiiislH «ll- su film, Ja«-ki«' (:oo|t«-r

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luti.sliis bioliU'Ou (le IAUS \H'n¡)ViÁas

de

Skippy: .Jackie Cooper y Norman Taurog. El descubrimiento de .lackie O J O - ' per como un petiueño gran actor fué induda-ble. Vimos repetido su éxito iiunediatamente aU lado de un formidable dire<'tor - K i n g Vidor^— y al lado de uu formidable aetor—Wallace Beer y - - e n Chanip. Xt).s demuestra auto que no estuvimos equiv(x;ados al atribuirle méritos. P e r o un petiueño actor no siempre es grande. Su gloria es tan poco duradera «pie el tiempo la b a m cruelmente. \\'allaf;e Beery siempre será un buen actor; lo mism o que Lionel Barrymore, Greta Garbo y K a t h a r i n e Hepburn. Serán buenos actores siempre y cuando que conserven el género en que han culminado. N o respondería y o mucho de Greta Garbo si tuviese que representar un papel de niña friv o l a a lo B u b y K e e l e r . E l case de W a l l a c e B e e r y es una excepción; es el hombre (pie se dedi(íó al género cómico con R a y m o n d I l a t t ó n en aquella famosa serie de Frank Strayer, Reclutas boviheroH, Reclutas por los aires, Reclutas detectitvs. Reclutas por las olas, y «jue hoy expresa lo dramático dentro de lo cómi(!o c<m la misma grandiosidad y pureza con (pie lo j)ueda hacer un actor dedicado a la tragiídia. Jackie (>>oper no está en condiciones de ser lo mismo. Titme tm valor t^sjiecífico en lo infantil; pero tal vez no lo siga teniendo (luando transcurran unos afios que le hagiui crecer. T a l vez se obscu-

«l'.l m«i«lo <l«- amar» es una de las |irodu«-eiones de Norman Taurog, estrenada úllimamenle en Madrid, y en la que ba sido captado el ambiente parisino con i«l«-iilica «I acaso mayor fi«lelidad que los mismos films franceses


m. 11 .,ibilÍ6Ím08, si tencrm 11 iiu'iitu la pit'iutauiui «io «ti obra, destara p i ' iigiosatiiente .Vorinan Taurog. liste realizada IOS ha dado frutos sin haber v i s t o retoñar y fl' icer el árbtd ríe su arte. E n TMS peripecias dt •^kippy, su primera obra, nos da la sensación del |iie estudia y se perfecciima t>n la sombra, en el m ó n i m o , en la obscuridad. N o n n a n T a u r o g n o ha estropeado celuloide. Otros empiezan con • ibritas desprovistas de sabor. N o r m a n T a u r o g uo se conformó con un buen tema, sino con un tema extraordinario. Fiecucrilo Emil y ¡os detectifíes. Hombres del mañana y todos los films de odas las Pandillas que h a s t a a h o r a ha creado í lal líoartirOnn-RCT nmy buenos el de Lamprecht Horzage, les supera en estilo, en argumento y u dominio de la psicología infantil, Las peripe' ios de Skippy. Paretie tpie N o r m a n Taurog se ba hecho niño pf)r arte de magia, o que la peliei la la ha realizado ima mentalidad auténticameu te infiuitil. En los niñt)s hay sentimientos y llIH «•SCflia l i e 'l.UH | M T Í p r r i a ü «le S k i p p y » . primt-r hay inquietudes; h a v film iiiHtfiííliro NoriiiHii miles de deset)S y as T a u r o s , en <I<MIIÍC o ( u < l i a piracitmes raras q u e c o n uuH s e n c i l l e z a d n i i r a tiuiy difícilmente puehle lu p s i c o l o g í a infantil li! llegar a comprenier mía persona mayor, aunque tenga el antiKíedente común do haber sido niño antes. A v e es, nada de esto se realiza en ellos..., y lo olvilan. Los padres son quienes m a n d a n y quienes l u r b a n con su incomprensión un pensamiento infantil (pie a veces tiene ima potencialidad esencial enorme. Estos momentos de g r a n emoción -on los (pie ha captado Norman Taurog con una ompenetración rara y excepcitmal. Xlomentos le d(ícisi('m y de indecisión, puesto que la imaginación de los niños .se basa en lo abstracto, no 11 el profunde conocimiento de les cosas o de la vida, y muy )ocas veces en sus ideas difuminadas e im^omp etas persiste la ponderabilidad. .\1 lado d e Las peripecias de Skippy coloca(iios El presidente fantasma, las dos obras a través do las cuales estudiamos a Norman TaiiEn Esta fts la noche, El soltero inocente, El mrxln le amar, Sin cereynonia y en Tres de caballería aiontramo.s un realizador distinto. El presidente nntasma, por el contrario, al igual que I^as per ¡lecias df Skippy, está toda ella salpicada d e mi Ulidades. En la t t r a twtudia lo más hiimaiiamene pueril, lo más finito, lomas intranscendente, lo [Uf para muchos uo tiene ni i'nerpn ni iilnia. por dimanar de })e(pieñas \ idasen ])erío( o de desl.l priM«l<iii<- l n i i i » - n i « . . rrollo. Kn El presiden« ' p u n d a (¡ran o b r a d e tf fantasma procede d e \ ' " " « " '"•"•"K- e s u n . ,

'

',

sátira s o b r e las e l e r c i o n e s

la manera mas contrap r e s i d e n c i a l e s q u e se e f e c ria. Aborda nada meu í a n e n los l'siudos l ' n i uos que lo públitH), lo que todo el mundo conoce en forma, pero desctmoce en fondo. Desenmascara, esgrimiendo la sátira más inteligentemente aplicada, todas las mentiras, todos los inbustes insanos utilizados en el triunfo de unas elecciones presidenciales. N o r m a n Taurog es un humorista y , además, un g r a n satírico, í'on esa sencillez, desenfado y optimismo que aracteriza a los yanquis, arremete temas tpie •n otros países se realizarítm con una seriedad ejmlcral. Los elementos auténticamente cinematográficos surgen de esta manera, (iejsmdo hacer a los <|Uo acarician con vehemencia una vocación. Y si en el (cinema yaiKpii se h a n destacado tan buenos actores, gracias a las facilidades proporcionadas por sus ¡iroductores, aun(pie estas facilidades ra!di(iuen en el interés sistemático de desa b r i r ciuhi año una promoción de artistas, t a r a - l)ii»n so piuíden destacar buenos realizadores, y a quo en lo anónimo reside, sin duda, la veríhul que se bu.sca, y no se htvlla en lo conocido. Jn tarntmte éstos son los casos de T a y G a m e t t , Vn nionieiito de gran simpatía de «Kl soltero inode llenr>' H a t h a w a y cente., film de Norman y , sobre "todo, de NorTaurog, en el que aparece man Taurog. .Mauricio (;hevalier paA . D E L A.MU seando en un cocbecito a Babv le Hoy ^.^ .^.ÁiJiAM^


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WEMPLO

l a S«KMi'da<l de Aiilorex (jiieiiialográficos nos comunk'a el siguiente acuerdo, adoptado en Junta ordinaria: "Creyendo (|ue la produeeión espai'iola neeesita ayuda del Estado, y aparte de (|ue la Sociedad de Autores ('.ineinaln(|ráfieos llene su representante en el Cons<>it» Nacional de (jneiiiato(|rafía. donde apoyará totio lo que a la produeeión española henefieie. la Ilireetiva de esla Sociedad, seeundando la adniirahle eainpai'ia de (IIXElíKA.M.XS, lia adoptado el acuerdo de que la S. . \ . C. tome la iiiiiialiva de ijestionar de los Poderes púhlieos la exención de impuestos para la produeeioii española." Cuando esle acuerdo Ileytip a eonueiiniento del leelor, la Junta directiva de la S. A . C. habrá luieiado sus gestiones eerea de los Poderes públicos, y no eejará en ellas hasla que se haga juslieia al eineuia naeional. Fácil es suponer la salisfaeeituí que esla actitud de la Sociedad de .\utores L a nobiHsima campafia de C I N K O H A M A S en pro de la supresión del impuesto del 3,75. que tan injustamente g r a v a la. producción nacional cinematográfica, merece no séilo el a p o y o entusiasta de los autores, sino la gratitud de todos los españoles. Es deber elemental y patriótico •adyuvar a finos tan interesantes. L a producción n a c i o n a l , de brillante y fa.s' inador porvenir, .se encuen\ ra h o y on período de difícil gestación; para ensanchar su bíise, nutrirla y desa r r o l l a r l a , es indispensable el apoyo tutelar del P:stado. I'"l P o d e r público no puede mirar con indiferencia cómo sin su mlor ntice y crece la película española. C i N K G K A M A S dosbroza el camino c(m valentía y perseverancia. Démosle gracias todos, y cuente para su obra benemérita con el concurso decidido de la Sociedad de Autores (Cinematográficos. Federico Oliver, presidente de la Sociedad de A ulores Cinematográficos. lico ccm interés la campaña de encaminada a librar de impuestos a nuestra naciente cinematografía. De tm número a otro^— ¡y y a v.a cerca de im año! esperaba 1 a agradable sorprosa de que, al fin, los P o deros públicos habíai\ decidí do enterarse do la importancia que para la industria y el arte españoles significa tm cine adulto, y , en consecuencia, suprimían las trabas que impiden su desarrollo Pero nada do osto (uturre. L CINKORAMAS,

campaña persiste con admirable tesón, y persiste al par de ella la incomprensión oficial. ¿Hasta cuándo? Nosotros, los autores, directores, productores, empresarios, y en general cuantos de im modo u otro trabajamos en el cine español y procuramos su crecimiento c o m o intlustria y su depuración como arte; nosotros, digo, tenemos la respuesta: durará este estado d e cosa.s hasta que queramos. Bastará nuestra unión firme y decidida para que se acabe la incomprensión oficial, y empiece, como en todos los pueblos civilizados, a hacerse justicia a la producción del país. Maestro Patino, vocal de la Sociedad de Autores Cinematográficos. Creo firmemente que la produción cinematográfica española debe estar libre de todo impuesto, y que. Icios de dificularla con gravámenes, e l Estado t i e n e el deber de ost i n m l a r l a } ' fa\orecerla. N o puedo uiitir de un mí)domásc(mci.so y categóico mi v o t o ;i tavor de la exciK lojí de uuj aesios al (ñnema nacional en este plebiscito de C I N K O R A M A S . Honorio Maura, vocal de la Sociedad de A utores Cinematográficos. N o es solamente a los hombres que en una u otra forma iriterveni mos en el cinema español a quienes debe interesar esta campaña de C I N E G R A M A S ; es a todos los españoles, porque todos estamos intocsados en conseguir nna cinematografía digna de nuestro pueblo; cinemat(jgi afía (pie puede ser una industria floreciente, venero inago table de riqueza, y un arte que será :n magnífico exponente dentro y lucra de España de nuestra sensibilidad artística.

Gneniat«gráfíeos nos produce. Al fin, nuesira.s eontinuas excitaciones hallai eeo en una entidad viva, prestigiosa e influyente. A la apatía que veiiíanios laiueulando en nuestros últimos números responde la aeeión entusiasta de unos hombres a quienes agraderenios destle ahora la eolahoraeión eficaz, dreisiva, tjue han de prestar a nuestra campaña Eu justa reeiproei dad, las pá{{inas de nuestra revista estarán, sin eondieiones. a disposición de lus atiltires tinemalográfieos para cuanto redunde en beneíieio del cinema español. Brindamos el ejemplo de la S. A . C. a oirás entidades einematográfleas como el Consejo .Nacional de Cinematografía, las Cámaras Sindical y de De fensa Mutua, la .Sociedad (ieneral de Kinpre.«arios y la .Asoeiaeión de Enipre sarios de Cataluña, que i n rslo de defender al cinema español frente a le desafueros ti.seales de tina Ilaeirnda tedieiosa e irreflexiva, no debían necesitar ejemplos, estímulos ni excitaciones de nadie. A. G. Parece increible que el Estado permanezca mudo y en actitud hostil ante esa industria-arte de tan seria transcendencia. ¿ P o r q u é semejante incomprensión? Eso 03 lo que hemos de p r e g u n t a r a los Poderes públicos, hasta que nos oigan y nos den una respuesta adecuada, que no puede ser otra, por supuesto, que la supresión do impucí*tos a la producción nacitmal. L a Sociedad de Autores Cinematográficos, de la que me honro en formar parte, considerará desdo ahora como uno de sus jiropíisitos más firmes el obtener la respuesta a ([ue nos referimos para bien de bi cinematografía naci(mal y , por lo tanto, de la industria y el arte do España. Maestro Pascual Marquina, vocal de la Sociedad de Autores Cinematográficos. Interesados en la cinematografía nacitmal hay elementos valiosísimos e influyentes que representan una fuerza de opinión incontrastable. ¿Creen ustedes que si todos ellos —artistas, capitalistas e indtistrialee-—se hubiesen agrupado en t o m o a esta campaña de CINEGRAMAS,

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prestándole iniciativas V su adhesión ucimdicional i I asta c(mveitiila en«expresión de las jusm^^^ j 1^ tas aspiraciofl\ IH nes del ciñen 1 español», sub istiria la injusticia que se combato? De esta pasividad y apatía quit ron estar libres los autores. Y si y uviera autoridad para ello, ni atrevería a rogar a productores \ actuarios c i n e r a a t ( ^ á f i c o s qae co-

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laborasen de veras, con decisión j entusiasmo, en esta campaña ei. pro de la exención de impuestos a nuestro cinema. Maestro Daniel Montorio. vocal de la Sociedad de Autores Cinematográficos. T o d a la ayuda que el Estado dispense a la industria española de cinematografía nos parecerá poca, teniendo en cuenta que en casi todos los paí.ses del numdo los distintos ( í o b i e m o s se pre(x;upan preferentemente del cinema, con el fin de que pueda sostener una digna competencia ccn la producción extranjera. N o (íomprendo, pues, cómo en España el cinematógrafo está deja do de la mano de los Poderes públicos, que no sólo no ipiieren atender nuestras justas razones, sino que ha.sta parece las oyen con desdén, como si se tratase de un nsiuito sin iinjiürtancia. El capital, que tanta.s nmestias está dando de interés en el asunto del cinema, siempre e n c u e n t r a el momento difícil del negocio al verse amei i a z a d o c(m una serie de impuestos cjue hacen imposible la competencia c o n la i n d u s t r i a extranjera. Cuantos componemos la familia cinematográfica española, tmi dos con entusiasmo a esta noblt campaña de C I N E G R A M A S , espera mos que el F^stado escuche de un;i vez nuestras quejas y las atienda en la forma más conveniente. L a supresión de gravámenes, b rotección constante del Estado la industria cinematográfica' debí notarse pronto, porque no hemos d. olvidar que el cinema es, además d una industria de gran porvenir, u arte y un medio rápido y eficaz ddifusión de cultura. Maestro Cabás Quites, . vocal de la Swriedad de ] Autores Cinematográficos, ji


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ciinmatoarifica»

F.n la iiiluela: l i r aquí un I nrifcinal y r ú m o d » alurnJo para cultivar el deporte bípico

Hablemos, una vez más, de la influencia del séptimo arte en la moda europea estúpida, por nuestra parte, la pretensión d poner en tela de juicio la hegemonía de Europa 1^^^ en materia de elegancias. Nadie podrá discutirle jamás su refinamiento, su distinción, su chtc, depurados a lo largo de muchos siglos. L a elegancia de la mujer europea es, en efecto, inconfundible, y dondequiera que se presente suscitará un eco de admiraciones incondicionales. H a y en ella un extraño e inexplicable «no sé qué» de señorial, de distinguido, de refinado, que la presta una extraña sugestión. Hasta tal punto es ello así, que ln aspiración suprema de muchas mujeres de otros Continentes reside en la posesión de un traje «expresamente» confeccionado para ellas por algtín célebre modisto europeo. / ' ^ E R Í A

A la derecba: Ketty Gallián ron un 8UI gestivn atavío d e «yacbtwoman


Un brfvp ••hon». ¿Quiere esto decir que sea Europa la sede única de la verdadera elegancia? Negarlo en absoli una surinla blusila seria audacia excesiva; pero, por otra i)arte, decir lo contrario equivaldría a una afirmación < y halrfudo gnmbrrmasiado concreta. Tal vez esté más en lo justo decir que Europa ha sido, es y será, durante niu( i ro lie paja ronslituyen ente traje d e tiempo, la Meca de las elegancias, y que en ella nacen, ca.si en absoluto, las nuevas orientaciones playa de la Moda. Pero no puede atribuírsele de una manera categórica e incontrovertible, en la épocn actual, la exclusiva dictadura de la Moda. N o . Ello equivaldría a una falsedad, toda vez que exi en el mundo un país admirable, grandioso, progresivo, como Norteamérica, cuyas posibilidad' creadoras cn toda.s las disciplinas han invadido el mundo y cuyas mujeres, de una rara perfección realmente, dotadas de un sentido de la elegancia poco común, han querido someter a su temperamento, a su idiosincrasia, las tendencias de la Moda, creando por sí mismas un estilo personal, un sentido nuevo de la elegancia femenina. Jamás aspiraron a robar a Europa su cetro de soberana, pero sí a compartir su autoridad. V a fe que fué tal su empeño y tan esforzados sus afanes, que bien pronto lograron su propósito. ¿Cabe negar, por tanto, la influencia indiscutible que la Moda yanqui ejerce actualmente en el mundo? N o . Hacerlo sería incurrir deliberadamente en el grave delito de inexactitud. Ahora bien; ¿debe atribuirse de un modo absoluto a la mujer yanqui esta influencia en los dictados de la moda mundial? Tema es éste que se presta a extensas consideraciones y que, no obstante su aparente trivialidad, merecería un poco de reflexión por cuanto encierra de simbólico en relación con la copiosa aportación de iniciativas <le toda índole que los yanquis han brindado al mundo. Sin embargo, nosotros vamos a permitimos sentar un criterio fijo y concreto: N o creemos que la influencia de la Moda norteamericana en Europa débase exclusivamente a sus mujeres. Por el contrario, creemos que éstas, a su vez, se han dejado influenciar por las arrolladoras y desbordantes sugerencias de la cinematografía, cuyo Y, por último, aquí tienen usledet* a O r t r u d e .Michael vistiendo un pijama adornado ron descomunales botones. Nada extraordinario, cierUmcDtr; p r r o llevado por ella gana m u c h o »

Joan Klondrll, vampiresa c i e n p o r cien, lure uu traje muy a tono con su aire de fatal lirllrza rubia

poder de captación fué engrandeciéndose de tal modo, que su influencia alcanza ya a todas los aspectos de la vida. Y la Moda, que no hace sino reflejar la psicología, el temperamento y el caráctci ' una época, no podía permanecer al margen de la evolución. Antes al contrario, siendo, como es, la mujer un elemento pro picio a la incorporación de todas las evt)luciones, bien pronto había de acatar las normas que de modo tan avasallador trataban ll captar su voluntad, Y así fué. I^s mujeres de todo el mundo sintiéronse subyugadií por la influencia que las mujeres del cinematógrafo pretendía; ejercer en los atavíos de sus congéneres del resto del mundo, \ como—ésta es acaso la característica de su rotunda victoria tixlas sus orientaciones estaban dotadas del sentido práctici> del espíritu de confort que caracteriza a aquella raza, bien prt>iil las acató y rindióse sumisa a las sugerencias qur le llegaban <l< allende el Atlántico, sin abdicar- cosa, por otra parte, innecesaria de sus prerrogativas de mujer auténticamente chic, cuyo refin.i miento la hacía figurar a la cabeza do las féininas del orbe. -Vi

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MIGUEL PEDfíA^


niMlAHO DE ALTOU

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{Diálofío al vuelo entre el reportero y un hombre gordo que lm'<£<>

^ ^ o c i K D A n (le Autores Cinematografieos? —¿IJG extraña? T a m b i é n el que escribe o compone, vamos, el artista, para (pie usted me entienda, tiene derecho a v i v i r . — í l o m b r e , le diré... —Sí, sí: y a sé que el artista es un ente raro, melenudo en otro t i e m p o y ahora «sinsonibreris• a». Eso, en lo que se refiere al exterior o fachada, lai lo interno, un exaltado y lleno de fantasías, ' ( 0 0 suele acallíT el hambre de un modo intermi' tente y que jamás ha llegado a comprender para j iiié sirve una Sociedati Anónima. N o es penstma í importante, lo confieso. F'.l no aspira a enriquec í se c(m un film cpie han hecho otros, ni, por ¡eiuplo, comprará un auto de marca dándole Mlpes a una película. ¡Oh, no! ¿.Quién es el artista para beneficiarse del arte? Eso es cuestión d( ustedes, los que h»m dt\scubierto la honda poesi de los Consejos de .administración. P e r o seaim. l»ninanitarios, y reconozcamos amúsicos y poetas el derecho.a v i v i r humildemente, siquiera pam [ue sigan produciendo esas cosas que el públii i[)lau(le en los cines. ¡Si pudienm utilizarse roim guiones» los libros de ctmtabilidad! —Con música « U n d e r w o o d » . . . —¡.Vdmiralile! Admirable si el público se hiciera caiy. l'ero el público es especial. Prefiere el celuloiil lleno de j)aparru(-has, y para eso, francament. necesitamos hombres estrafalarios que emborronen cuartillas y ensucien el pentagrama. — ¿ L o v e usted? N o son tan inútiles esos ente N hay que sacrificar en su obsequio una p a i \ porción de los ingresos en tacpiilla, como gaslide conservación y entretenimiento. En el fondo, los beneficiados serán nstede>: r-l iri.alerial bien iiidado rinde más. — ¡ I l u m ! Bueno, bucuo. l'or nu, jia.~c c>a S. > ciedad de .Autores ('iiieniatográficos. auiupie n me hace gracia, se lo a.seguro. Y . . . dígame: ¿que (!S lo que allí se guisa? Perdón, no comprendo. —.'Mudo a las intenciones de esa gente, l m» quiere .saber lo que tiene en casa..., y le cuesta 1 inero. —Pues verá usted: El maestro .losé Foriis, director-gerente de la S. A . ( \ , hombre dinámico e inteligente donde los haya... ¡Pa.se por alto U)s elogios! Comprenderá uted que no es cosa de que y o le erija un motuimento. — D i g o que el maestro José F o m s me dio, este propósito, unas notas, que v o y a utiliza' Veamos. - L a Sociedad de Autores Cinematográfico la S. A . C.,'diremos en lo sucesivo, «ha venid' I llenar ima necesidad que hace tiempo sentían los autores...» —Etcétera, ettétera. M e sé el jiárrafo de na 'noria. T o d o .se vuelve solidaridad, espíritu de ueipo, defensa de intereses soi^alos... ¡Ziiraii dajas! A q u í lo que hace falta es un látigo mu grande. Continúe. - U n a de las finalidades de la Sociedad «( vitar que los autores españoles vendan el total Ic sus derechos, pues hay que tener en cuenta lue en el cine suele pasar lo que hace treint • iños pasaba en el teatro, o sea, que muchos editortís comi)raban en firme las i)ro(lucci(mes, y 1 autor sólo se beneficiaba c(m el j)rtHÍo de la venta, no obteniendo ninguna otra recomjiensa, por muchas representaciones que a la obra se diesen.» ¿(íué le paret* el parrafito? •—¡No me queme la sangre! Sigasincomentarios —^Para evitar esas... JUtraritmes a que se i ' fiere el apartado anterior, la S. A . C. exige a su> td'iliados (pie al tratar eon una ('asa prtxluctora o hagan (ton arreglo a un contrato-tipo (jue fatuta la ini.sma S(M'iedad, y en el (jue, naturalmente, se han atado muchos cabos para bien il la justicia distributiva.

—Comprendo, comprendo. ¡Qué vulgaridad! ¡Descender los artistas a ese prosaísmo económico!

Es que todo degenera, amigo m í o . Antes i los poetas se limitaban a escribir versos «jue cobraban los editores. Aliora. además de hacerlo-, pretenden cobrarlo— E s o se llama ~. i tl.-it. ' ¿Cómo quieren cobrar? —En (ios formas, o nicjur d u l i o , poi dos conceptos: «una cantidad de la Casa productora, por el derecho de reprodticción, y otra cantidatl de cada u n o •!(• i<w .-iIc.: ,l.,!iil(. -.• , •< , la película. —¡Eche <Jc ahil V.ii el pcdii no iia_\ c n g a u o . ¿ Y cuánto quieren cobrar esos angelitos [)or el segundo concepto?

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idialísiinas, y lo mismo sucede con las productoras espam'das -C. E. A . , C I F E S A — y los propios alípiiladores». - ¡ V a y a por Dios! Siendo a.sí, no he de ser y o liuien eche una g o t a de vinagre a" tanta miel. ¿ Y hay muchos socios? - U n o s setí^cientos adheridos. -¿Tantos? ¿Pero dónde están las ]iolicnlns de esos setecientos autores? — N o todos han estrenado. 1'^.- q u e la S. . \ . (,'. está federada a la Sociedad General de Autores de Rspaña. iAh! -Eso lo comprenderá usted v i e n d o la rela' ion do los directivos de la S. A . C : Directorgerente, maestro José F o m s ; presidente, don F e - | derico Oliver; vocales, don H o n o r i o Maura, donj

Kl d i r . - r t o r - « c r . n t e de l « S o c i e d a d d e A u t o r e s C i « e m « t . . g r a f i e o s . d o » José F o r o , . « e o « . , , » ñ « d . . d e >»> "li''"'»^' de la Junta, m o s t r a n d o a n u e s t r o c o m p a ñ e r o A n t o n i o (;u7.mán el m a p a d e r e p r . tnnt. - .1. . ) . , ha S « . i. d a d TOt. VIDK-

— L a tarifa que se ha fijado—sigo copiando las notas del señor Foms—al cine es el 0,75 del aforo, por sección. P e r o la S. A . C. tiene firmados pactos con la Sociedad General de Empresarios y con la A.sociación de Empresarios de Cataluña, que son las entidades más importantes de Kspaña, en cuyos pactos se conceden tarifas esoeciales. ¡Menos mal! —Sí, hombre. Si los autores son unos buenos chicos. Su mayor deseo -después de la natural aspiracit'm a vivir—es (permítame trasladar otra n o t a del señor F o m s ) «estrechar relaciones con los empresarios y productores, y llevar al ánimo de todos (jue sólo ctm una com})enetración perfecta entre cumitos se dedictuí al arte cinematográfico jmede llegar la producciiSn es(>añola al desarrollo deseado. Y hemos de confesar, con verdadera satisfacción, que la hostilidad (^ue en un principio manifestaron algunos ha ido desapareciendo, ha.sta el punto de que hoy nuestras relaciones con las Casas extranjeras más importante-

-

•' * >f.arM

^ ,

is Fernández A r d a v í n , don L u i s Fernández .-levilla, maestro Marquina, maestro Montorio, maestro Patino, maestro Cabás. —¡Menos mal; es gente conocida! —¿Ixj v e usted? ¿Quiere que le describa lo que pudiéramos llamar fisiología o fimcionaiento burocrático (Rj la S. A . C.? ¿Para (pié? I x ) suptmgo. Mecanógrafas guapas, empleados diligentes, despachos a la americana y ficheros, muchos ficheros, para que nadie se esca|)e. ¡Exacto! ¿ H a estado usted en la Socieal? — N o ; pero tengo allí pedazos de alma. ¿Eh? - L a s cantidades que me han arrancado por los dereíihos de autor. Para que usted se entere, v o sov emfiresario. -¡Áh! ¡Oh! ( Y nos despedimos.) A. ( ; .


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H H H H H H f i l l Ă­ B B B B B B H


JUAN

CARRIZÍ)SA

L.

rica de ese profesor de cultura física.

(Ma-

drid).—Próximamente verá la biografía. K.scriba a Mary del Carmen M e r i n o a Estudios C. E . A . , Barquillo, lo, Madrid. Con seguridad no puedo decirle manda fotografía a quien se lo solicita. M A R Y DF. . M O N T E S N A V A

(Ovie-

do ).—Es la primera noticia que tengo, «((uerida Mary». Su dirección particular no puedo dársela; pero si escrÜM" usted a Estudios U . F. A . , Neiibal)elsl)erg, Berlín (.Alemania), con seguridad que le enviarán la carta donde en la actualidad resida. MARGARITA

C.AITIKR

(Ma-

drid).—Con estos elogios tan «cariñosísimos» que nos hace, no puedo jxjr menos que darle las gracias y esperar otra carta. N o sé si cuando se publiquen estas lineas estarán en .Madrid los artistas (jue me describe; de tfxlas formas, escriba a C. E. A . , Barquillo, l o , Madrid. El otro artista es de raza negra y desilMiicK) de España. SOLICITAN PONOKNCIA

CAMKIAR

CORRES-

LOSLKCTORES SI-

ofiENTEs: Señorita Kosario G u tiérrez, Ecuador, lo, Cádiz.; Señorita Rosa Hamos, paseo de las Delicias, 146, 3." A , Madrid, y don José Taso, .Aviación Aiiiitar (León). SOLICITAN PO.NOENCIA

CAMBIAR

CORRES-

CINEMATOGRÁFICA.

Don Antonio Morales, Cayetano del Toro, número 5, Chiclana (Cádiz). Don Kafacl Díaz Gon; áltz, Santa \ ictoria 2, principal, Córdoba. Don l.uis Banzo. Cuarte (Huesca). l'iNG-PoNG 1034 (Madrid). No tengo la letra del «(."ontinental», (jue bailan Ginger Kogers y l'red Astaire en la película La alegre divurciada. Dolores del Kío nació el 3 de Agostt) de iyo5 en Méjico. líl reparto de Caliente es como sigue: Rita (iómez: Dolores del Kío; Larry .Mac .\rthur, Pat O'Brien; Clara: Glenda l a r rell; Harold Brandón: Edward Everett Hortón; José Gómez; 1^0 Carrillo. Dirigida por Lloyd Bacón. Muchas gracias jx^r cl envío de las canciones. ELENA

ROSSI

(Madrid).—

E s necesario conocer su domicilio particular para enviarle la fotografía, que y a tengo en mi potler. T o i u V I (Cádiz).—¿De qué película es la canción que me solicita? Este amable lector envía para Irene Herrera (Burgos) las canciones que solicitaba de la

película IJ Congreso se divierte, y que son las siguientes: ¿.Será un sueüo?: Hoy, ¡al fin!, soy feliz.— ¡Dicha mayor no soñé!~ En la calma de mi ahna—presa su imagen se ve.-~ Hoy hallé al hombre tan leal—<]ue sueña mi ideal.— ¿Será esto un sueño?— ¿Un dulce sueño?- Ventura tai (Verdad será? ¡No, no es posible f—¡ .Mi alma sensible—al nuevo sol despenará.'—V aunque me empeño—en que es un sueño,—quiero soñar pensando en él.—Mas si es ¡icticia—tanta delicia , — ¡mi despertar será cruel!—/ Ficción dichosa — color de rosas,—no dejes de brillar al despertar!

ba. V no pida usted que se le conteste en el número más próximo, pues las contestacicmes se hacen por turno riguroso. ITNOQUEQOIERE SABER

. Viena ideal... Viena de amor:— Aunque estoy triste, deseo cantar;— llena la copa, mi amor sofoca.—/;/ rico vino tiene que calmar—el ansia loca de amar..., amar. Estribillo: Viena, mi cielo encantador. -Viena... ideal— Viena de amor.—Son tus mujeres sin igual.— Viena ideal. Viena de amor.—De tu Danubio al recordar—noche feliz, dulce besar.— Viena, mi cielo encantador,— Viena ideal... X' ena de amor.—Son tus mujeres mi gran ideal,-color del oro, son un tesoro. Ebrio de gozo, soñando placer,—sólo en su. labios quiero beber. ( A l estribillo ) Muy agradecido por el envío de las canciones. EL

TARZÁN

CANARIO

((

(.Ma-

drid).—Vea la manera de poder entrar en un lístudio cinematográfico, para trabajar en la forma (jue sea. Luego, en aquel ambiente le sería más fácil estudiar con provecho lo que a usted le interesa.

ana-

rias).—E.scriba a Ricardo N ú ñez y Mary del C a r m e n a C. E . A . , Barquillo, 10, Madrid. Ricardo Núnez nació cl 16 de Jelio de 1906, en Betanzo-, ( 1 ^ Coruña). Tiene 1,70 de estatura y pesa 68 kilos. H a interpi otado bastantes películas; entre illas: /;/ hombre que se reía del amor. La hermana San Sulpicio (muda), 48 pesetas de taxi, Sol en la nieve. Crisis mundial, Susana tiene un secreto, liumbo ai Cairo, etc., etc. C. Z . E . (Villafranca de los Barros ).—Para escribir a Marlene Dietrich solicitando una fotografía es necesario enviar un sello de 10 conta vos. L a dirección es: Studios Paramount, Culver City, Hollywood (California). C A R L O S G A R O E I . (Calatayud ) .

Soy yo precisamente el que contestará cuando usted me escri-

LUNES.filEXCEPCIONAL CdEACIOH á í -

EROS,

CUPIDO

Y AMOR

(Ce-

lanova ) . - -Muchas gracias por el envío de esas canciones. N o puedo determinarle el sitio donde pueda ad(|uirir una fotografía de la artista que les interesa. Pruebe a f>edirla en una pap>elería madrileña. PiNG PoNG 1034.—Este amable lector envía, para quien lo solicitó, las canciones de la película Wonder Bar, y que son como sigue: l'-l V'als amoro.so»; Cuando esta bella dama termine, —no me digas buenas noches;— deja que yo viva eternamente—la dulzura de este instante.— .Vo me digas buenas noches;- pot favor, no rompas el encanto:—tengo tanto que decirte...—¿Puedo yo obligarte a ver en mí?— Ya que juntos nos hallamos.—estréchame para siempre en tus brazos.— ¿Por qué no ha de ser eterno— esle dulcísimo encanto'—No me digas buenas noches...—£4 la historia del amor—una sonrisa, una mirada,— un Itaile, una canción.— Una emoción que se adentra—en el corazón.—Un rubor, una mentira,—un beso y un suspiro,— y un dolor al tu partir. El fox que canta Dich Powell es el siguiente: ¿No recuerdas tú la noche en que estuvimos juntos— —en el Wonder Bar?—¿ Y no recuerdas que nos prometimos—• que volveríamos a vernos?—Pues aquí estamos.- ¿No podemos revivir el idilio —interrumpido aquella noche...,- -la noche aquella que tuvi mos que separarnos ?— Yo siempre en mi pecho guardé— la esperanza que algún día volveríamos—a vernos en el Wonder Bar. D E S E A N CAMBIAR CORRESPONDENCIA CON LECTORES D E CINE-

Don Antonio Burguillos, I^rquinaona, núm. 11, ¿." (Cádiz), y don Miguel Acuña de 1 (>ón, calle de León y Castillo, Arrecife L a n zarote (Canarias).

GRAMAS:

A s GA o L (Toledo) .— Termino e n e s t e número de tlarlt 1 o s repartos q u e me solicitaba: Patricio miró a una estrella: Patricio: A n tonio V i c o ; E m m a : Rosita L a c a s a ; Eduardo: M a nuel P a r í s ; Tomás: Francisco M e l g a res; Señor Cortina: José -Mburquerque; Doña Thma.sa: M a r í a Vale-

tín; Sofía: Lolita Gómez; Míster Ling: Manuel .\rbó; E l tenor: Manuel Cortés; Borracho: lírasmo Pascual. Dirigida por J. L . Sáenz de Heredia.— Una semana de felicidad. Director: Máximo Nossek; Raquel: Raquel Rodrigo; .Antonio: Tony d'Algy; Inés: Blanca Alonso de los Rífjs; López: Antonio Palacios; E l padre de Raquel: Luis Llaneza; El padre de Antonio: Jesús Castro Blanco.- / : / negro que tenia el alma blanca: Director: líenito Perojo; Peter W a l d : Marino Barrete; E m m a Cortadell: A n toñita Colomé; Nonell: Angeli11o; D o n Mucho: Pepe Calle; Marqués de Encibia: José María Linares Rivas; Rolowich: Victorino Rivas; Regiseur: Castrito.

S O L A (Madrid).—E&toy de completo acuerdo con usted y segurísimo de que la obra Madre Alegría tendrá un ¡xwitivo éxito, tanto artístico como económico. A n a María Custodio ha interpretado una película solamente en España, y ésta es Don Quintín el amargao. E n Hollywood trabajó para las películas siguientes: Cuerpo y alma. Eran trece. Mi último amor y ¿Conoces a lu mujer? RODOLFO

VALENTINO

(Ciu-

dad Real).—Muy agradecido ix>r sus ofrecimientos, que los tendré en cuenta. E l domicilio en Madrid de las sucursales d< .Metro-Goldwyn-Mayer es callide Silva, núm. 7, y F o x Studios, plaza del Callao, núm. 4. UNA

PREGUNTONA

INSOPOR-

(Sabadell).—V digo yo... «una preguntona simpatiquísima», 'rodas las canciones que me envía (lo cual le agradezco mucho) y a las enviaron JAIMF. TRASSERRA (Barcelocon anterioridad otrcjs lectort-na ).—No es necesario mandar Los sellos de diez centavos li' cupón para la contestación en pue<le adquirir del siguientt esta sección, .\hora, que y o le modo. Compre en una estafeta agradecería mucho (jue no pida de correos vales internacionatantos rei>art()s, pues el espacio les canjeables |)or su valor en {jara las contestaciones es m u y sellos del país que se deset pequeño. 1-os repartos que tanLas fotografías de esos dos ar to le interesan son los siguientistas las puede adquirir escrites: Roberta: Director: William biendo al teatro donde trabajen. A . Seiter; Stephanie: Irene DunEsta señorita solicita el fox ne; Huck: l'red Astaire; Scharde la película Besos en la nieve, wenka: Ginger Rogers; John: titulado « ómpranie un muñeRandolph Scott; Roberta: H e - co», y el tango de la (x-lícula V< lén Westley; Ladislaw: Víctor lando hacia lito, titulado « A 1, Varconi; Sophie: Claire Dodd; luz de la luna». Muy agradecido Voyda: Luis .Alberni; Lord Dela quien los envíe. ves: Ferdinand Munier; Albert: Torbén Meyer; Profesor: Adrián S0NIA N1ECOWA (Madrid). Rosley; l'ernando: Bodil R o Satisfecho porque mis consejos sing.—La Batalla (versión franla sirvieron para lograr sus decesa): Director: Nicholas l'arseos. Escritia a Ernesto Vilkas; Marqués Vorisaka: Charles ches, a E . C . E . , Avenida de Boyer; Marquesa ^'orisaka: A n E d u a r d o D a t o , 13; a A n a .María nabella; l'ergan: John l.o<ler; Custodio, a C . E . A . , Barquillo Felze: Roger KarI; Betty Hocknúmero 10, y a Roberto Rey, ley: íietty Stockfeld; Hirata: al teatro donde actúe. Esta V . Inkijinoff; Almirante: Henri señorita solicita la letra de la I'aber.—La pasión de Vergie marcha que cantan en la pelíWinters: Director: Alfred Sancula Viva la vida y la letra que tell; Vergie Winters: Ann Harempieza Dinte por qué ¡os pajading; John Shadwell: John Boritos cantan..., de la película les; I ^ u r a Shaweil: Helén VinEl tren de las 8,4j. M u y agrason; Joan: Betty Furness; Randecido a sus alogios. ny Truesdale: Frank Albertson; H u g o McQueen: Creghton ChaDIANA (San Sebastián).— ney; Winnie Belle: Sarah H a d Guión se llama al desarrollo del den; Barry Preston: Ben Aleargumento en que se basa el sander; Sadie: Molly O'Day; film. Escenario es donde se Mike Davcy; Donald Crisp; Ella t o m a n las tfcenas que v a desFechan: Maidel Turner; Madacribiendo el guión. Además de me Claire: Josephine Whitell; los que usted cita, puede ser el Herbert Somerby: W e s l e , B a ayudante del cameraman. L a rry; Jun Winters: E d w a r d V a n misión de esa señorita (no emSloan; Mr. Preston: WallisClark; pleada en todos los Estudios) Mr. Truesdale: E d w a r d Stanes anotar toda cla.se de detalles ley. Vuelva a escribir cuando de los actores, para caso de que guste. se corte la escena y haya que repetirla o continuarla algunos JOSÉ HORCAJO (Madrid).— días después. E.scriba a Margaret Sullavan, a MARI D E LC A R M E N RAMOS Universal Studios l universal (Madrid).—Solicita de algún City (California); a Bette D a amable lector el número 38 de vis, a W a m e r 1 irst National C I N E G R A M A S . Enviarlo a Paseo Studios, Burbank (California). de las Delicias, 146, 3.» A . LUIS

BANSO

T A B L E

(Huesca).—In-

R. LIBRIS finidad de lectores me han hecho su misma pregunta, y a todos les contesto lo mismo. P o r ese procedimiento no conozco a nadie q u e -se h a y a hecl\o artisantes de exponerse «I sol fuerte d e U s p l i y u ta de cine. DÍesconfíe o monu&js de las grandes promc C A O B O es el oreparsdo científico qne permll l r i t V d . obtener los enormes efectos benéficos de sas.

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( B a r-

celona ).—Desconozco la dirección en A m é -

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los rayos solares. CTltando las quemaduras y trastornos que produce cl sol cuando se toma sin las debidas precauciones. Pida folleto g/alls, con detalles de gran ntllldad, a C A O B O . Apartado 197. S a n t a n d e r .


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VKU, . ..ueva pro.hu-.ión Warner Uro., que será presentada en la prtixit.ia te.npora.la

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Envíenos pronto su retrato, porque en breve se terminará el plazo de admisión

A M A M I

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La gran afluencia de concursantes nos obligará a cerrar en breve el período de admisión da folografías. Por lo tanto, le aconsejamos que se apresure usted a enviarnos la suya, si es que desea que se publique y si tiene interés en optar a los valiosos premios ofrecidos, que son los siguientes:

500 pesetas para DAMA JOVEN 500 pesetas para ACTPIZ DE CAPACTEP 500 pesetas para GALÁN JOVEN 500 pesetas para ACTOP DE CAPACTEP 500 pesetas para ACTPIZ INFANTIL 500 pesetas para ACTOP INFANTIL 1.000 pesetas, PREMIO ESPECIAL para un GALÁN JOVEN, establecido por Estadios Ballesteros Tona Film. OTPOS PPEMIOS Enlre las personas que no alcancen los premios anteriores se distribuirán numerosos regalos (de los c^ue se publicará una lisia oporlunamenle), donados por las principales firmas cinemalograficas.

A LOS IMPACIENTES

RUBIAS

N.-

I . C„. » t » r t r el c bello ea c M [ . 4 . <e oro.

AMAMI

i l M F I I I Z EM A M O U S ? f . x i s U - n ionociniientü> q u e p u e d e n proponlOrtarlc lo q u t la belleza, la )uvcnlud y el dinero n o logran eonseguir. Si le interesa saber « C ó m o despertar lo

pasión amorosa-IM atracción magnética de los sexos—Causas del desencanto -Cómo conquistar a quien nos gusta tj retener a quien amamos-Cómo í llegar al corazón del hombre - Cómo inspirar amor í a la mujer-Cómo conocer las horas propicias de Icada día —Cómo desarrollar mirada magnética l Cómo intensificar los atributos de la ¡ufentud. etc.*

A LOS DISTPAIDOS

ESTATURA

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PELO: C O L O R ESPECIALIDAD:

OJOS: C O L O R (<ll|i «qucUi

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D A M A JOVEN

A C T R I Z DE C A R Á C T E R

C A L A N JOVEN

A C T O R DE C A R Á C T E R

ACTRIZ INFANTIL

ACTOR INFANTIL

nio Ochoa, José San Román Moran, Marta de H a v a y , Santiago Colomó, José Reig, Pedro Gallego, Toni d e Escajadillo, Josefina U b e d a , Gloria Suárez, Bartolomé Escanellas, Marcela Flores, Isabel Guzmán Fernández, Artciiio Sobrino, Eduardo Olira (D'Artagnan), Ramona Macía Martínez (Kaki), Joaquín González Méndez, Alicia Catalán, Pepe Ibarra Moreno, A d e lita Bajo Amador.

F ) o r áspero, ^ grasoso o mate que sea su cabello, A M A M I lo d e j a r á lim^ pió, vaporoso I y .suave, con ¡hermosos reíllejos naturar les y deliciosamente perfumado. Se usa como un shampoo, peroconstituvetin completo tratamiento de higiene v belleza para el cabello.

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Hemos de advertirle que el gran niimero de folografías nos impide atender los ruegos que muchos nos hacen de que se publique ^enseguida» su relrato. La selección se hace por orden d e llegada. Les recordamos que las fotografías han de ser buenas y claras (preferible de medio cuerpo) Y que lodas jlodas! han de Iraer pegado al respaldo un cupón de C I N E G R A M A S . El exceso de trabajo nos impide devolConcurso de Fotogenia d e CINEGRAMAS ' ~ CUPÓN ver los originales ni sostener coNOMBRE rrespondencia con los consursantes. Los siguientes concursantes SEUDÓNIMO han remitido más de una fotogra(Si poac usted seudónimo, entenderemos q n e o o desea que publiquemos su nombre) fía Y han de enviar un cupón por CALLE N.° Ramón Maslerrer, que Juan deseen Ros Pérez, cada fotografía queSira se Corol, Eliodoro Fernández, AntoPOBLACIÓN incluya en el Prieto Concurso:

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1° S e n e de

l o s dibujos

humorísticos

d el o s

dentífricos

Chiorodont < <

D i b u j o N.° 4

LA

CONSERVACIÓN"'

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Y a tenemos los dienfos arreglados; ahora falta lo principal: su conservación. Todo, absolutamente todo, en la vida, necesita cuidado, más aún los dientes, de los cuales d e p e n d e en buena parte el estado de su salud. El medio más científico es el empleo de los dentífricos "Chiorodont". La pasta se compone de materias microscópicamente

finas que nunca pueden rayar el esmalte; el elixir, fabric a d o con esencias desinfectantes, mota los microbios, y como complemento, el cepillo, que por su alta calidad y construcción especial le satisfará. Pero no olvide V d . d e visitar 2 veces al año a su dentista y usar 2 veces al día PASTA, ELIXIR Y C E P I L L O S C H L O R O D O N T

Ei 5." d i b u j O / q u e s e p u b l i c a r á d e n t r o d e 15 d í a s e n e s t e m i s m o s i t i o , l e a b r i r á t o d a s l a s p e r s p e c t i v a s . Contra entrega de lo Primera Serie de 6 dibujos oparecidos en este periódico, juntamente con dos tubos grandes vacíos" Chiorodont", se obtendrá el derecho o participar en el sorteo de los premios siguientes: PRIMER P R E M I O : Un billete, ida y vuelta, en los aviones de la Luft-Hansa, para v'sitar la primera fábrica "Chiorodont", en Dresden. S E G U N D O P R E M I O : Un billete; ida y vuelta, en los aviones de la Luft-Hansa, para Stuttgart. TERCER P R E M I O : Un billete, ida y vuelta, en los aviones de la Luft-Hansa, pora Marsella. Además, coda participante en el sorteo será obsequiado con un tubo "Chiorodont" grande y una muestra de aceite "UVE" para la piel. La formo como se verificará el sorteo, que se celebrará ante notario 2 meses después de haberse publicado el último dibujo, estará descrita en la labio de avisos de las oficinas del Laborotorio A. KLAEBISCH, Valencia, 263, Apartado 5034, Barcelona. Pida muestras gratis.

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