Revista Cinegramas - Nº.44

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REVISTA SEMANAL DIRECTOR: A. VALERO DE BERNABÉ Año 11.—Núm. 44.-Madrid, 14 de Julio de 1935

| j t sii);<-?<ti>H l.iiiu ^ egroH > el paliíii K a m ó n de S e n i m e n a l , faiiioüos intérpretes de «Sor A n g é l i c a » , en su n u e v a c r e a ción de « K l secreto de A n a 4— María»

t no d e Ui<« r>(-('Uurio« ilt* la p r o d u c c i ó n - D o n (,>uintin, el a n i a r g n o ' . q u e refleja f i c i n i e n t e c l a n i l i i e n le de un c a f e - b a r de ION b a r r i o s bajos m a d r i l e ñ o s

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L cinema español, más deutia c - L l a \ (/. de J lo que deben ser sus venladeíos i H i n i n o s , busca infatigablemente luevos h o r i z o n t e una de las más ricas canteras españolas tw la dt los films documentales. España tiene una esj)léndida riqueza en paisajes, en (ostumbres, en industrias tipicavS, en artes jiojiulares, y aplicar la cámara cinematográfica a ese gran filón ha de significar para nuestro cinema un verdadero trraii orgullo. J

El film c o r l o es interesantísimo, \ in < i ¡ ic den hacerse verdaderas maravillas cinematográficas. Organicen una producción normal en este sentido, dirigida por artistas competentes, y v e rán si proporcionan o no rendimientos económicos. Esta clase de films serian universales. L o q u e sucede es que en España falta aíiu p<tr crear este género, que con tan extraordinario interés se cultiva en todos los países, l.os pocos ensayos que aqui se han hei^ho—ensayos ([ue dejan de ser tales para convertirse en obras logradas—han dado un resultado magnífico. F^l jniblico U s ha alentado con sus aplausos, y la crítica no ha regateado sus elogios. Tales: Quince minutos en España y Granada, de G a i l n e r ; Felipe ¡I y El FJscorial e Infinitos, de Mantilla y V e l o , y Por tierras de Zamora, de Juan Manuel Prieto, a los que hay que añadir los aun no presentados: Castillos de Castilla, Guadalquimr, La ruta de Guadalupe


y algunos más, que alcanzarán el é x i t o que, sin duda, se merecen. P e r o esto no es bastante. H a c e falta hacer mucho más. I^os lugares y los temas son inagotables. Sólo faltan elementos que se dediquen a realizarlos, y , por fortuna, en este aspecto nos sobran hombres con capacidad artística suficiente para lograr grandes cosas; porque en esta clase de films lo esencial es el artista, no el obrero cinematográfico. N o el que rueda, traza y monta un film con habilidad, sino el espíritu que vibra, goza e interpreta al través de su temperamento lo que ha de recoger la cámara. N o la colección de postales, sino la obra sentida. Y y a qne los productores parece que no se deciden a intentarlo más que aisladamente, existe un organismo oficial que podía hacer una labor interesante en este sentido: el P a t r o n a t o Nacional del Turismo. En v e z de tanto cartel malo, que predispone a no visitar lo que en él se animcia, y tanto folleto mezquino, deben realizar películas. Y a sabemos que pedirle a una oficina de esta clase comprensión y orientación certera y eficaz en su labor, es pedirle cotufas al golfo; pero ello no será obstáculo para que nosotros sigamos clamando por lo que con toda seguridad no veremos hecho realidad jamás, a juzgar por el paso tardo con que camina. Muchas promesas, si; muchos proyectos; pero, en definitiva, nada. Es nuestro sino.

I.M bellísima Ana .María, nueva estrella de la pantalla hispana, con el «Niño de Marchena> y 'Pitusin*, trincipale» figuras de »Pmoma de mis amores», de Fernando Roldan

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*— El joven galán del cinema hispano losé Baviera, protagonista de « M a dre Alegría»

Decimos esto porque en el mes de A b r i l del año 1932 se convocó un Consejo General de T u rismo, presidido por don Ejirique K . l i a m o s , presidente del Patronato y subsecretario de la Presidencia del Consejo, y don Ricardo de Orueta, director general de Bellas Artes, para estudiar el turismo español desde sus diferentes aspectos: propaganda, comunicaciones y transportes, alojamientos, arte, climatología, bellezas naturales y asuntos generales. El proyecto era magnífico y digno de elogio, pero no t i i v o la menor eficacia. T o d o quedó reducido a lo do siempre:

discursos y banquetes. Como delegados, acudieron personalidades destacadas de indudables conocimientos en las materias a tratar, y el cine también t u v o allí su representación, aunque no todo lo nutrida que fuera de desear, en las personas de Andrés I.,ópez Montero, delegado de la Hispano F o x F i l m , y Fernando V i o l a , delegado del Congreso Hispano A m e ricano de Cinematografía, aquel cacareado Congreso que, como casi todos y como este m i s m o del Turismo a que nos referimos, no sirvió para nada. ¿Quién efectuó los nombramientos que olvidó convocar a personas útilísimas en este aspecto cinematográfico? N o queremos decii con esto q u e los señores V i o l a y L ó p e z Montero no fueran capaces de tener iniciativas. Muy al contrario, las tuvieron, y muy buenas; pero podía haberse hecho más. Sus dos ponencias, la de L ó p e z Montero sobre la confección de films cortos que recogieran la enorme riqueza de nuestro suelo, y la de Viola, proponiendo un intercambio de películas documentales entre todos los países por medio de sus oficinas de turismo, fue-

ron acogidas con gran entusiasmo y aprobadas en las conclusiones; pero, como otras muchas iniciativas allí expuestas fuera del campo cinematográfico, la mayoría acertadas y útilísimas, fueron agua de cerrajas por falta de apoyo oficial, a pesar de las promesas que en la sesión de clausura hicieran en nombre del Gobierno de la R e ptiblica los señores D e los Ríos y D o m i n g o , como ministros de Instmcción Pública e Industria y Comercio, respectivamente. L a ponencia del señor L ó p e z Montero se referia, en tma de sus partes, a la conveniencia de exhibir docmnentales españoles en nuestros trasatlánticos y en los buques que se dedicaran a pasear por el mundo ferias de muestras españolas. Aquella magnifica idea puede tener hoy ima realidad; mejor dicho, debe tenerla. E n el mes de Marzo se ammció un magno proy e c t o de Carlos Buhigas, que parece v a a tener y a realidad inmediata: la construcción de un barco luminoso que, como exposición flotante de productos españoles, recorra durante siete años los puertos de toda Europa y América. Buhigas, el famoso creador de las fuentes luminosas en la Ebcposición de Barcelona, parece que ha hecho pública la solución económica de este proyecto; pero en él, que nosotros sepamos, no se habla para nada del cinema como elemento de propaganda, y esto sería imperdonable. U n a empresa de esta importancia no puede prescindir de él. U n barco que v a a mostrar a los extraños nuestra patria, ha de hacer desfilar ante sus ojos, en la pantalla cinematográfica, toda la enorme riqueza que este suelo atesora. Y esto sí que seria ima propaganda eficaz y una labor patriótica digna de todo elogio. Claro es que para conseguirlo plenamente ha de trabajarsf» con t o d o entusiasmo, procurando encerrar en el reducido espacio de un film lo más característico y expresivo de cada región. L a tarea es laboriosa y difícil, pero el resultado puede ser espléndido. T a n t o como las fuentes luminosas sincronizadas con la música, el juego de espejos y el cambio de formas y de colores que el talento genial de Buhigas instalará en el barco, han de maravillar a los públicos extraños la contempUición de nuestro tesoro artístico y nuestras costiunbres sobre la tela blanca de la pantalla.


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h cinema es diferente en todos los países y en todas las latitudes. Casi siempre suele ser reflejo de la potencialidad creailora del pueblo. Mientras en Xorteamcrica, en Rusia, en Alemania, es una de las primeras industri is y uno de los más poderosos medios de propaganda, en otros países, a pesar de ser excelentes las obras que allí se producen, carece de universalidad y expansión comercial. Este es el caso del cinema checoeslovaco. N o conocemos su desenvolvimiento comercial. Ignoramos su desarrollo industrial. Creemos que no es extraordinaria la actividad en los Estudios de Praga. Y , sin embargo, cada vez que llega a nuestras pantallas im film checo, nos vemos agradablemente sorprendidos. T a l es la jasteza del ambiente, la exactitud de la interpret ición, la armonía de las imágenes, el ritmo del montaje. Los actores son todos desconocidos, humildes. Provienen del teatro, del campo, de la calle. Nunca son profesionales. Sus nombres no son apenas conocidos. N o acaparan nunca la atención sobre las luces deslumbrantes del neón. Todos son sencillos, desprovistos de afán de efectismo, de ansias de f.\stuosidad. En esto reside su principal virtud. Y a ello deben indudablemente el triunfo. Y es que la mayoría de l(is actores del cine checo son artistas, verdaderos artistas, a diferencia de los astros cinematográficos alemanes o yanquis, simples maniquíes sin alma, sin facultades inter iretativas. Esta sencillez de os actores podemos ampliarla también a los demás factores integrantes de un film checoeslovaco. En la dirección, en los argimientos, en el ambiente, la nota predominante es esta: la sencillez. Sin ella no concebimos una película checoeslova<m. lias figuras más importantes del actual cine checo son las de K a r l Junghas, Gustavo Machaty y L . R o v e n s k y . Son los tres realizadores que han dada al cinema de su país tr&s de sus obras más represent¿vtivas: Así es la rula, Enlrv sábado y domingo y Kl rio. D e Asi es la vida o> poco lo que conocemos. (>eemos que no se ha proyectado en España. Al menos, nosotros no la recordamos. l'ero, por las referencias que de ella tenemos, creemos que es una gran película. T a n grande como callada é inadvertida ( 1 ) . De Entre sábado y domingo podemos decir algo más. En este film, Machaty, con un (¡oncepto |>ersonalísimo del cinema, con una certera visión de la dialéctica de imágenes, deshilvana ante nuestros ojos la v i d a de una mecanógrafa. Cuarenta y ocho horas de una existencia. Durirnte ellas, t o d o un drama conmovetior: el amor, la vida, el triunfo. Y al final, la muerte. Cuai-enta y ocho horas de la vida de una mecanógrafa. Es el primer film sonoro, en el que hablan las cosas, los objetos inaninuidos. Aquel gotear de un grifo, lento, rítmico, igual, nos causa la sensación de anhelo, de aqgustia, de inqtiietud por el argumento reí}uerida. J

( I ) En d estudio croiioMgicu de la cinematoj>r»(ia realiudo por Juan Piquera! en íu revista «Nuestro C inenu» Uñero-Febrero, 1933-figura este film como una «tianifestación de segundo plano», juntamente oon nuestra «-Mdea maldita». I as manifestaciones de segundo plano son para l^iqueras los films de acusados valonís artlsticx» que pasan i nadvertidos por la escaseí de la prapaganda reali^da en tomo de los mismo».

Es, además, una de esas obras que revelan a un realizador. Como Civilización, que fuó la revelación de Ince; c o m o ...Y el mundo marcha, que valorizó a K i n g Vidor; como IM Maternal, que dio a conocer al mundo del cinema los nombres de M.trie Epstcin y .lean Benoit L e v y . Así, Entre sábado y domingo tul- la tarjeta de presentación de un g i a n animador: Machaty. Es Entre sábado y domingo el único film de Machaty, quien, despistado, se lanza después a la realización de películas de tema ascabroso; primero tul' Eroticón, con algunos—-muy pocos—• v.llores (cinematográficos; después. Éxtasis, el llam K l o film «cerebral», con abundancia de planos, con todo lujo de detalles, con gran riqueza interpretativa. P e r o sin fondo, de tesis equivocada, falsa, mal encauzada. Y , por último. Elixir de amor, aun no conocido por nosotros, y del que no esperamos absolutamente nada, y a que, s ^ ' m declaraciones del propio Machaty, no es sino una reiteracir-n de los temas y a tratados anteriormente en Eroti<-ón y Éxtasis. Y ya sólo nos queda por analizar el más reciente exponente de la valía cinematográfica checa: El río (Los de catorce años). Su realizador, L . Rovensky, actor del cinema silon<io&o, trabajó a las órdenes de Pabst en imo de los mejores films de este gran animador: Tres páginas de un diario. Después nada sabemos de Rovensky hasta que nos U ^ a esa magnífica muestra de su genio productivo que se llama El río. En El río, el cine checoeslovaco varía completami^inc de métodos y tendencias. Se sale de los

interiores, de las complicaciones psicológicas morbosas, insanas, para entrar de lleno a plena luz en el campo del cinema dascriptivo, ese cinema que refleja psicologías simples, sin artificios, naturales. Esto es El rio. U n estudio de almas limpias, de almas de chiquillo, que t o d a v í a no conocen el mal. L a fotografía—clara, diáfana y nítida—refleja toda la belleza de la campiña checa, toda la amplitud de sus valles. Es FJl rio, de l i o v e n s k y , lo que El pan nuestro de cada dia, de Murnau. Pero la cinta checa carece de la elegancia espiritual de la obra americana. Más breve, menos bello

itedy Kiesler, una de ta-> mi> bellas e inteligenloü Ggur a H del artual cine cheoo

El rio es un canto a la Naturaleza, como la obra de Murnau. Poro sin los alardes de genialidad de ésta. Asi es la vida. Entre sábado y domingo. El rio. Tres films. Tres estaciones de una ruta. Tres escalones de un perfeccionamiento. El cine checoeslovaco avanza. N o tiene grandes Estudios, carece de expansión comercial. Y , sin embargo, avanza. Sólo a fuerza de arte. Y de inteligencia. ¡Qué ejemplo más interesante {)ara el cineina nacional! ¿Verdad, productores españoles? CARLOS

L'n bello ninnieiilo de «l.os de 14 añott» (K( Hío), U intere-

sñtUr p r o d u c c i ó n de I,. Kovenskv

(Jn adniirahle fotoirrania it<* •l\xta!4Í!t»,

uno de lot ini» hernio-ios films de M r c h a ( « , el célebre animador

SERRANO

D E OSMA


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HEVALiER,

el Don Juan del sombrero de paja y del belfo caído, es el ejemplo típico de la bohemia amorosa en él celuloide. El famcso astro francés es un contagiado de la l(H;ura romántica (jue se ha de Hollywood. El hiiitorial galante de ( l i e v a l i e r tiene sus balbuceos en las piernas tomeada.s, en las incomparables y popularísLmas mundialrnente piernas de la Mi.stinguett. Este amor d'amni guerre, demasiado discutido y comentado para darle nueva trans<;endencia biográfica, es quien inició al artista en la celebridad. Maurice, mientras v i v i ó en Europa, mientras tuvo que esgrimir sus armas batalladoras de arte sobre el tablado a la luz de las candilejas, fué el chansonnier de music-hall mirado eu el mundo con la indiferencia relativa con que enfocamos los actores de la escena. El paso ágil de sus pies ligeros. L a inclinación de su sombrero y el -to acostumbrado de su .sonrisa, no se difimiii en el mundo más q\ie a través de su presentación personal. Su voz la con(X'íamos mediante un charolado di.sco de gramófono, luchando con el raspado de la aguja que la desfiguraba. .Mientras el cine fué mudo, sólo atención romántica a las aventuras amorosas de Valentino con su esposa Natacha Rambowa o a los constantes divorcios de John (iilbert. Chevalier era el actor frivolo de varietés qne no nos preocupaba en absoluto. Cuando las patriantes invadieron el mercado, el chansotmier [)as6 a H o l l y w o o d , y tras su debut ' n Los inocentes de Paris, junto a la silenciada ' iesafortunada Silvia Breamer, le vimos convertido, como por arte de magia y encantamiento, en un príncipe consorte popularizado mundialmente por Kl desfile del amor. Y la esposa, ia dulce Ivoime Vallée, la del cabello a le chináis, estrellita de varietés como él, y con la que se había casado en París antes de su vuelo a la 'umbre, quedó arrinconada en segundo plano ras su desgratíiado debut en el lienzo con la ; • orsión francesa de I^etit café. FA ídolo de los pies fáciles y de la voz opaca, ,

subrayado p.')r su labio saliente y por el guiño picaresco de .sus ojos, necesitaba ser nn Don .Juan de la época necesitalia |K>pularidad, y se convirtió en el héroe caprichtiso, «conquistador del amor frivolo. Chavalier, además, ha sido el gran lanzador de estrellas, la piedra imantiida que atrae el éxito. Kl desfile del amor lanzó a la Me Donald. Kl gran charco, a Claudette Colbert. Kl teniente seductor afianza a esta últiina y revela a .Miriam Hopkins. Un soltero inocerde presenta a l l e l t n Twelvetress, y a.si sucesivamente hasta llegar a la deliciosa irlandesita Merle Oberón, lanza (5ievalier grandes figuras cinematográficas <{ue «orno estrellas refulgentes quedan en cl cénit cinelándico. Esta es su vida amorosa en la pantalla. L a otra, la que lleva oculta, el gran secret.> a vc.ces de sus aventuras, es Marlene Dietrich y K a y FVaneis, di<»8as del lente, célebres por sus extravagancias y su chic. Y se exhibe, se retrata junto a Marlene disfrazada de hombre; se siente orgulloso de presentarse con ella, ansiosa ésta a su vez de hacer algo que despierte la atención. Cuando la extraña alemana que creó von Stemberg y a no le interesa, dedii^a sus preferencias, manda orquídeas y pasea con la Francis; demuestra un rendido homenaje a la actriz que viste ntejor de Hollywood. Pone en su galanteo la mi.sma actividad que si se tratara de un truco publicitario de relumbrón, hasta que se cansa, que se hastía de dio.sas maquilladas, y se da cuenta del ejército de juventud que cada día crece entre los mentidos decorados del set.

mtKlema,

ap<Hlerado

prc.-<tábí»niüs

Marlene Dielrieb, U un dia amada roinániica del astro, sorprendida durante un rodaje

Plantas, flor&s de belleza que han brotado entre madera y cartón. Cabelleras rubias—sintéticas, naturnlniciitc , (ijds expresivos y rostros fragantes. T o b y W'iiig, la gia( lo^ii y chispeante girl la Paramount, le lleva de coronilla. Sus veinte años mal cumplidos le hacen olvidar a CTievalier sus cuarenta bien avanzados, y la muñeciuita rubia ocupa durante unos meses el interés del gran actor. T o b y Wing está convencida que esta


exhibición la conducirá al estréllalo, e ingenua, lo consiente. I^ee con satisfacción cuanta revist a chismonea su gran aventura de amor para el cinefilo, hasta que un día se cansa, se fastidia de ser i m juguete del astro y se promete con Jackie Coogan, sin desdeñar en absoluto a Cari L e a m l e , Jr. H o y , el último capricho de Chavalier, o el último amor, como .se quiera, es una mujercita, una estrella maravillosa. Se llama A n n S o t h e m , tiene veinticuatro años, es rubia color de trigo y tiene unos ojos grandes, .soñadores, glaucos. Ann Sothern, estrellita de Columbia, era, en otro tiempo, novia de R o g e r P r y o r , nuevo galán de la Universal. Comenzaba a interesar al mundo, i m p o n i é n dole su figura d e princesa de sonatina, su alada fragilidad. A n n no pretendía nada más. Indudablemente, su noviazgo era mu.v interesante para su juvenil corazón. P e ro A n n Sothern, prestada por Columbia a Artistas A s o c i a d o s para interpretar Kid MiUions y Fvllies Bergére, oponente resp e c t i v a d e Eddie Cantor y M a u r i c e Chevalier, se halló frente al caprichoso astro, y éste, ansioso d e nuevas aventuras y de variedad, comenzó a galantear a la estrella. A n n Sothem y a Ann Sothern, el último no es la estrellita capricho §en ti mental del famoso Mauricio nueva que paseaba

Miriam Hopkins, descu- 'f bierta p o r Chevalier, en • 'El teniente seductor»

Toby W i n s , la deliciosa rubia, figura rn penúltima lufcar del catálogo a m i t n i N O de Chevalier

por las afueras de Ix)s Angeles, comiendo hot dogs, del brazo de R o g e r P r y o r . I l o y es el último amor de Chevalier, tiene la casa siempre llena de flores y sufre desde la mañana hasta la ncx'he la impertinencia de los . periodistas. Harriette Lake—el verdadero nombre do Ann—tiene una casa en B e v e r l y Hills, con piscina propia, acuario y un jardín magnífico.

liste 63 el teatro escénico d e su propaganda roraánticopublicitaria. A n n S o t h e m , a los veinticuatro años, se en- ' cuentra tan encumbrada como cualquier luminar del lienzo. Su figura, y a popular en la pantalla iluminada del mundo, se impone con su arte sutil y delicioso, de variotlos matices. L a gloria cinematográfica sonríe hoy a la

Claodellr C.olben. «parte» nairr» dr ( J i r v H Ü r r eu <KI gran r h a r r o » . i l u s i o n ó también rl corazón dr Chrvalirr

estrella disputada de uno a otro ]Ostu<lio. Aceptemos esta pasión tardía de Cbev.iiier por la fnigante estrella. ¿ P e n ) qué f i l t a le h ici i a Ann Sothern el amor del Don Jn.ui moni" troisse, si su figura d e princesita VVatteau se bía adueñado enteramente de la opinión neista? CKCILIA

A. M A N T I

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ILLilÁ También usted, caballero, debe cuidar su línea y su salud

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S T A mañana, entre nuestro correo habitual — sobres J multicolores, es<;ritos en caracteres esencialmente femeninos—, ha llegado una tarjeta postal, cuyos firmes y enérgicos rasgos denotaban de un modo inequívoco el sexo masculino del comunicante. El hallazgo—por lo infrecuente—nos ha sorfirendido y hemos dado preferencia a su lectura. Tratábase, en efecto, de un caballero—de un gentil lector anónimo—que entre lisonjeras frases para nuestra labor en C1NRORAMA8, se lamentaba amablemente de que en nuestra sección de Fuentes de Belleza estuvieran sistemáticamente proscriptos los consejos para los varones. Ilubiérase tratado de uno de tantos escritos «sospechosos» que frecuentemente llegan a nuestro poder y , como en otras ocasioneb hemos hecho, no habría merecido por nuestra parte la menor atención. P e r o los términos en que la postal esté escrita, la varonía absoluta que transciende de sus lineas y las amables frases que tiene para nuestra labor, son causas suficientes para (]|ue, «por una v e z y sin que siente precedente», dediquemos este artículo de hoy a los caballeros. S^foramente nuestras lectoras no han de sentirse defraudadas, > a que procuraremos que nuestras indicaciones para ellos pue<Ian ser simultáneamente utilizadas por ellas. ¥ja realidad, nada se opone a que así sea, toda v e z que habitaalmente nuestras orientaciones en favor de un posible mejoramiento de la especie y una a.>?etiuible exaltación del contenido de belleza que hay en el ser humano alcanza por igual a las damas y a los varones, tomando del vocablo «belleza» su sentido más noble y elevado. Ocuf>émonos, pues, hoy, un poco de los caballeros. Atención, amigos mios. U n notabilísimo reportero francés, gran amigo nuestro y fervoroso cultivador de la cultura física, nos contaba no hace mucho, en París, cierta anécdota que le suce-

dio

S<ipoaraio«i que esUi bellíSÍBM rubia, que d e b e miar « panlo de lomar el I r e n , a j « f ar p o r lot) b a ú l e s que

la rodean, no nrrrsitará presentarión, ya que todoa s a b e n que ne traía de Joan Blondell. H fotógrafo la ha «Horprrndido» retocando rl «rouge» d r NUH labios, sin duda ron r l s a n o propósito d e cautivar a algúa compañero de viair»

Kl uiaquillajr en serie. Kste grupo dr «girls» casi lodas rubias y casi to«las guapas da los últimos toques a su «make-up» de rscrna. Aunque a primera vista parece que tedas se pintan igual, fijindese un poco se a d v i e r t e cómo c a d a una ha rirgido un casi imprrrr|ttihlr drtallr personal qur la diferencia de las otras—

durante uno d e sus viajes profesionales a Nuev a Y o r k . Este periodi.«<ta conoció en un restaurante a un j o v e n norteamericano, que solía coincidir con él a las horas de comer. A los pocos días, el muchacho yanqui y el periodista francés eran los mejores amiges del mnndo. Cierta noche, después de una cena frugal y charla que te charla, diéronse a pajear, y el reportero, dejánilose llevar de esa costumbre tan francesa- y tan española tainbién^—de acompañar hasta su casa a los amigoa, para qne éstos, e n justa correspondencia, le acompañen a uno, recorrieron cinco o seis kilómetros. Nuestro caniaraila francés regresó poco después a París, y cuando al cabo de dos años deberes profesionales le llevaron otra v e z a N u e v a Y o r k , halló en el restaurante de siempre al j o v e n yanqui, compañero de charla y de caminata en aquella n w h e . . . A l verle, el americano exclam ó : «¡Otra v e z por aqui! Me a l t ^ o hallarle de nuevo por estrechar otra vez su mano y porque espero reanudar atjuel famoso paseo... ¡ E ^ mi vida había andado tanto! T a n bien m e sentó y tan g r a t o m e resultó, ({ue desde aquel día ni uno sí)lo dejo de hacer un poco d e / o o í Í M j . . . » Esta anéctlüta sirve, estimatlo lector, para (jue tengas *en cuenta que una de las fónimias principides p<u-a la perfecta conservación de la salud es la frecuente práctica de la m a r c h a Ju.ntamente, en el número anterior. n(»s hemos,<K'upad<> de este interesante aspei-to de la cultura física, y , repasando nuestro articulo, podemos afirmar que todas y cada una de sus partes esenciales son aplicables tanto a las damas como a los caballeros. Otro tanto pudiéramos decir de la mayoría de nue.-ttn>8 trabajos, excepción hecha de aquellos exclusivamente dedicados a


las art«s de la cosmética Es más: incluso aquellos—recentísimos—en que hemos reseñado los raéttidos de alimentación de las grandes vedettes de la pantalla, encierran saludables y prtivechosos coasejos, cuya práctica no sólo no les está vedada, sino, por el contrario, resulta indicadisima a los lectores. «¿Qué tengo y o que v e r con el sistema de nutrición qne siga Joan Crawford?», dirá, acaso, algún caballero escéptico. Y nosotros tendremos que contestarle: «¡Mucho, amigo mío! Joan Crawford, como iLst«d seguramente sabe, es ima bella muchacha, fuerte, de salud extraordinaria, de una gran resist«iK'ia física y de un perfecto sistema muscular. Nada, monta a caballo, boxea, practica otros muchos deportes. Es, en suma, un exponento magnifico de la mujer sana, jierfecta. plásticamente irreprochable. ¿Conformes, verdad? Bueno, pues Joan Crawford, como usted sabe también, y si no lo sabe se lo decimos ahora nosotros, come poquísimo. Veamos usted. Su{M>ngamos que su talla es d e 1,70 metros. Su peso debe ser de 68 a 70 kilos, y 72 si es usted un hombre atlético y musculado. Con arreglo a este enunciado, ust«d, para alimentarse, debe absorber d e 2.000 a 2.200 calorías por día. Su equivalencia en alimentos viene a ser esta: un desayuno compuesto d e café con leche ^ y un poco de fruta; dos comidas coastituidas por 60 u 80 gramos de carne, 200 de If^^umbres y alguna fruta U n vaso de vino en cada comida 1 y un poco de pan. Esta alim e n t a c i ó n es suficiente para que su organismo se manteng a en plena forma. Pero..., ¿verdad que usted come, por lo menos, él triple de lo que debe comer? ¿Sí, verdad? Puee eso es funesto para la salud.

PcrgonairH: Klcanore Troy, brllítiima «fn^» de loa Kstudios W a r n e r Bros, y Buxby Berleley, dirertor eoreográTieo. Durante la e n r r M |ne recogen nucatow •toa, el profesor 4e b a i l e eompnieba las proporeiones escultóricas d e FJeanore, la felicita por ello, y « e g u i d a n e n t c la r i m a un éoemmttvto proclamándola la más bella y mejor formada «girl» 4e H o l l y w o o d »

?

4^

•—¿Qué lea p a r e c e a d e s eata B M W M m a mi

rhml Sm rmtSrm es aún p M * w a c M a m . la pantalla) pero, sin duda a^vaa, lo será muy pronto, porqae •abemos que, además de e n c a n t o s personales

—«apioMM y admirables, e — w f e d e verse—, es una buena artista. ¡Ah, se nos olvidaba! Su n o m b r e es Máxime Doyle_

f llea«|«el ' ti4» «handair» ^aekan p r e p a r a d o a Jasepluiie llnlchiason para aífmi

escenai 4e «ICa pos de la ventMra>. Ra, en rtrrUt, « n e n v i d i a b l e toeadon pero •••pechamos q OMs ricos pomos y « • a p l i c a d o s perfu res están varios, completamente v a r i o s » Guardarropía p u r a »

¿Por qué no intentar un esfuerzo para corregir ese pernicioso vicio tan generalizado de comer con exceso? Con un poco de fuerza de voluntad, el propósito es perfectamente realizable, y salvo en los primeros días, luego es será grata su práctica Si, como es de suponer, tu comida habitual, lector, excede de la que hemos detallado, debes limitarla a las proporciones justas, si realmente aspiras a conservar tu salud en estado impecable. U e aqui las bases fundamentales de nuestro postulado: ejercicio y alimentación; por l o menos una v e z al dia deben quedar proscriptos inexorablemente el metro, el taxi, el tranvía y el autobús. H a y que andar durante media hora cada d í a l.>os miísculos, el txtrazón y los pulmones sabrán agradecerlo. En cuanto a las comidas, sé inflexible contigo mismo. Y no olvides que ciertas cosas—café, alcohol, carnes rojas, especias—deben ser dosificadas y espaciadas convenientemente, cuando no totalmenf suprimidas, que sería lo ideal. A l llegar aqui, advertimos que nos hemos e x tendido demasiado y que será forzoso hacer uu punto final. Claro es que por hoy solamente. MIOSOTYS


Aunque parezca mentira, ningima estrella de Hollywood ha sido operada de apendicitis en la semana última. Jh:^'?

Para el film ".Muy parisien.ses" se acaba de conlralar a Conehita .Montenegro y a .Stcífl Dunna, quienes acaban de llegar a Paris. Muy parisienses, como ustedes pueden ver.

í Aunque parezca mentira, N o r m a Shearer no ha bautizado a ningi'm nuevo bebé en lo que v a de mes.

todavía no liace mucho tiem}>o, abrirse camino en el cinema. Los productores, siempre a la caza de riuichachas rubias, le dieron varias oport u n i d a d e s . Pero B á r b a r a Sheldon, belleza corriente, sin un sex-appeal extraordinario, sin grandes escándalos para edificarle un pedestal con ladrillos de [mblicidad, y , esta es la verdad, sin unas aptitudes excepcionales de actriz, no consiguió llamar mucho la atención, y , en conseíiuencia, los productores dejaron de interesarse por lo que, como de costumbre, se anunció en los periódicos como «el seasacional descubrimiento de la tcmpora<la».

Itobby llearst. Alien Jenkins y Dorothy Uave. después que les dijo el casero que o pagaban o los ponía de patitas en la calle

\ Bárbara Sheldon no le quedaba más que el camino de su pueblo o el hundimiento en el montón anónimo de los «extras». Pero Bárbara Sheldon es una chica inteligente. Renunció al cine e instaló en su casa una especie de club, en el que sus amis-

Dick Powell conviniendo por teléfono la hora de la cita. I.o malo es que cuando aparezca ella y lo vea eon ese batín tan precioso, va a salir corriendo y no va a parar hasta Nueva York

Sólo (¡reta Garbo puede llevar los trajes más cursis sin que nadir se nieta con ella.

tades, entre whisky y whisky, se dejaban vac-íos los bolsillos. P o r una denuncia de no se sabe quién, el club de Bárbara ha sido clausurado, y Bárbara encaicelada. El escándalo corre ahora de boca en boca y figura en la primera plana de los periódicos. Es decir, que Bárbara tiene

l'stedes no se acuerdan, s e g u r a m e n t e , de Bárbara Sheldon, que aliora acaba de comparecer ante los jueces de lios Angeles, acusada de poseer una ruleta mágica en la que sólo ganaba ella. Bárbara Sheldon intentó.

Víctor Me Lagirn en una de las últimas cacerías que ha emprendido últimamente, y a la qur, como se vr, se dedica con todo entusiasmo. ¡Duro con ellos!

I m i n e Punnr, sorprendida de burna mañana rn rl momento rn qur hace gárgaras con agua de limón. Kso es lo qur podían hacer también muchos amigos nurstros

7

O-

<— F.l siiiipiilico Jamrs Cagnry, qur acaba dr inlrrprrtar «Kl sueño de una noche dr vrrano», r r Iratado rn rompañía dr uno de los más intrliornirs dirrctnrt» dr Hollywood

Bill Robinsón y Jriiy Le (ion, rn el pasco rápido que acosluiiibriin a dar despui'.-' de comer, y qur tanto indigna a los camareros de los restaurantes


aparezca el Normandie ha sido exhibido esta semana en los cines de Madrid, A l g o raro pasa aquí.

I I Vista usted de lo que quiera a Janet Gaynor, siempre resultará que se hace los t r a jes en un almacén de esos que dan globos.

Bárbara Stanwyck y Warren William, mirando enfadados hacia el jardín, a ver si descubren quién es el gracioso que tira chinitas al cristal cuando ellos se encuentran en pleno idilio

El hombre que se ríe del amor y la mujer que hizo caso de HUS promesas, y ahora paga las consecuencias. Ginger Rogers, con el €(irano> William Powell

ailora toda la publicidad que hubiera necesitado en los comienzos de su carrera. Varias casas cinematográficas se disputan estos días la firma de esta genial estrella de la ruleta. L o que demuestra una v e z más que para hacerse un nombre en el cine no hay más remedio que llamar un poco la atención. Recuérdese el caso de aque! realizador que dijo a la aspirante a vedette: —Si se atreviera a secuestrar a Roosevelt, ¡qué gran estrella podríamos hacer de usted!

Lo que no se ha podido averiguar todavía es en qué sitio de la pistola guardan los "cow - boys" las treseientas diez y ocho balas.

El otro día, unos audaces d« esos que se dedican a fundar sociedades cinematográficas, intentaron la pesca del capitalista. Auto p | hombre gordo, ellos se explicaron así: —Ñ'efH'sitauíos un millón

Genevieve Tobín pasea por este jardín eon un aire de terrateniente que a cualquiera que no estuviera en cl secreto, como nosotros lo estamos, le baria pensar que el jardín y la casa son suyos.» ¡Qué más quisiera eliat En realidad, es de un amigo que se lo ha dejado para que la retraten en él. (En el jardín, claro está)

George Brent le acaba de cantar una canción a Kay Francis; pero como es buen amigo, le recomienda a continuación <f ue se tome una tableta de Aspirina, a ver si así se le pasa

para empezar. Pero tenemos ya trescientas mil pesetas. El hombre gordo cogió un lápiz y una cuartilla, y durante unos minutos estuvo h a ciendo operaciones aritméticas. Al final de las euaics, dijo a los visitantes con la mejor de sus sonrisas: —Según mis cálculos, sólo les falta a ustedes un millón de pesetas.

A todas las puertas de las casas de películas terroríficas les falta aceite en las bisagras.

£1 bigote es el distintivo de los malos. Por eso se lo d e bían dejar muchos buenos.

Estaba tan bien en maillot, que los productores comprendieron que se encontraban ante tma actriz de gran talento.

Aunque parezca mentira, ningún noticiario en el que Anna Shirley, nueva vanipi- — • resa de la pantalla, ba tomado su oficio con verdadero cariño, y aquí la vemos dedicada con todo entusiasmo a desplumar un pollo

Todo el secreto de "Chai^lot" consiste en que hace un film cada tres años, mientras los demás hacen tres films cada afio. R. M

-

i



^ _ S ) l v ¡ « Sidney, la ' estrella de la elegancia personal e inconfundible, exhibe en esta foto una originalísima «toilette» Kay Francis, suprema encarnación d e la elegancia señorial d i s t i n g u i d a , con i gracioso y favoreced abriguito de «sport» viaje Claudette C o l h e r í , cntilísima y fina leza del «ecran», za su hermosura un sombreríto, una pita y unas bocí gas construidas I flores, última ex J, sión de la m

Í

¿Qué equipaje llevaría usted, lectora, para un ^¡veraneo» de dos semanas?...

pensando en un veraneo largo y distante! ¡Te aseguro que estoy desesperada!... Esto de que las mujeres se desesfwren «terriblemente» c u a n d o , por cualquier circunstancia, se vienen abajo sus proyectos de diversión, es, como todos sabéis, frecuentísimo. Ahora bien; en el caso de nuestra amiga—bella, inteligente, elegantísima y amante de la exhibición—, su contrariedad carece de fundamento, por la sencilla razón de que, para ella, el año entero es una pura vacación. Todas sus actividades se reducen a frecuentar los lugares donde la gente verdaderamente chic se divierte: a conducir su cochecito, a lucir sus costosísimas toilettes y a practicar con verdadero denuedo todos los defMrtes permitidos a una casadita joven y al>so lutamente honesta. Por eso su lamentación nos ha parecido un sarcasmo, y apenas si hemos podido hallar unas palabras irónicamente consoladoras.

E

S T O Y desoladal—nos decía, días pasados, J una gentil amiga nuestra—. Figúrate que Ricardo (Ricardo es su esposo, un muchacho inteligente, activo y apuesto) sólo puede disponer de dos semanas de vacaciones. ¡Es espantoso! ( Y con la de ropa que y o me había hecho

Pero... han pasado unos días. Cuando ya apenas recor(lál)amos a nuestra acongojada viajera, una postal, cordialmente lacónica, nos


tos de la dama que lo viste; un taiUeur para los paseos por la ciudad; un vestido a propósito para el cocktail—nueva «hora» mundana creada por la moda—, y. finalmente, una robe de soir no demasiado espectacular ni suntuosa. iTnos pares de zapatos adecuados a cada tenue y unos cuantos sombreros—desde la breve toquita, a la amplia pamela que protege el rostro de las inclemencias solares, y una gran profusión de prendas íntimas... He aquí, sumariamente expuesto, el bagaje de nuestra amiga. En realidad, no debe ser más ni puede ser menos, si se tiene en cuenta que una mujercita habituada a la vida de sociedad ha de atender exigencias inevitables, pues aun cuando su propósito inicial sea el de hacer una v i d a sana a base de excursiones por el mar y la mo ntaña, a pleno aire, no puede eludir, en ciertas ocasiones, el asistir pnjr la noche a alguna fiesta mundana, a alguna soirée de gala, y ante esta contingencia no debe faltar en su guardarropa de viajera el atuendo propicio.

A buen seguro que el regreso de nuestra bella amiga será tan melancólico como es de radiante.

También en .Roberto» exhibe Virginia Reid esle seductor modelo de «satín» amarillo or>». adornado ron pieles dr zurro

Kmr Irajr dr r a y a » b l a n r a » j n e g r a H .

ftumamriiir

Biirvo. lo lurr Maxinr Janñin|tH rn la priírula «Roberto»

trae notician suya». «Estoy encantada. C>>nio sé que mi vacación será breve, la estoy sacando todo el jugo posible, y estos limitadísimos días (le descanso serán inolvidables para mí...» l.eyendo esta tarjeta, han acudidq a nuestra imaginación los momentos preliminares de la marcha de nuestra amiga, a los cuales hemos asistido en calidad de asesora en la elección del equipaje. Queremos detallar aquí—por .si ello puede servir de norma para aquellas de nuestras lectoras que se encuentren en la misma situación—en qué consistía éste. Hemos de aclarar previamente que el viaje habia de realizarse en un potente y est>elto coche, último modelo, y a que, como todas sabéis, las características de un viaje en automóvil difieren en al)S(>luto de las de una excursión en ferrocarril. Para el viaje, un abríguito de cuero, flexible, elegante y práctico, complementado con un breve .sombrerito muy bien encasquetado. En el baúl, de proporciones obligadamente reducidas, un skori y una blusita para deporte; un traje de playa "-amplios pantalones hasta los pies, escueto corpino que descubre íntegramente la espalda—que permite ptasear sobre la fina arena .gozando las delicias del sol y de la brisa: un sucinto traje de baño que cubre apenas los encan-

Ketty Dumbries, esbelta artriz rinenialográlira, ron un elegantísimo traje de crespón estampado, ron guarniciones de zorro

y deslumbrador el breve viaje... Cuando cómodamente arrellanada en el confortable coche vuelva la espalda a los lugares donde vivió unas fugaces horas de felicidad, y se reintegre a la monótona y agobiadora existencia del insoportable Madrid veraniego, sus ojos, que aun reflejarán los amplios horizontes que contemplaron, mirarán con melancolía los deslumbradores atavíos que no pudo lucir, y que ya no lucirá nunca, porque su fama de mujer auténticamente elegante no le permite utilizarlos en época distinta a aquella jMira que fueron concebidos por el célebre costurero que los ideó... ¡Madrid en verano! Para una fémina elegante cien por cien, insoportable... Sólo el increíble egoísmo de los hombres ha podido imaginar aquella frase de «Madrid en verano, con dinero y sin familia, Ftaden-fíaden»...

Por U) que a nosotros se refiere, y dicho sea confidencialmente, Madrid, en esta época, nos parece, como siempre, encantador... (jA la fuerza ahorcan') -M.

^


cutis de Coróle Lom^. Picfures, revela hasta llegcusted •"•ierto éQuiere <iyecdnsfancia. Pravia y friccione suavizadores. Este la admirable estrella > "'^ de

la finura esa del cutis cuando se . Lávese idquirir delicada belleza? con /a espuma. Es puro y contiene los

dónde puede


Historia; pero, no obstante, reconstituye plenamente el ambiente de la época. El deseo de exactitud llega en él a buscar incluso el parecido físico de los actores con los principales personajes históricos. Si nos fuera dable asistir sucesivamente a una proyección de Capridio Imperial y Catalitm de Rusia, dos films de concepciones di.stintas, no obstante mostramos los mismos personajes en un ambiente que hist<'»ricamente debiera ser semejante y en una época casi idéntica (tan sólo algunos años median entre los acontecimienlos narrados en uno y otro film), nos pr^untaríamos, dejando aparte los errores de Paúl Czinner y Stemberg, cómo puede hacerse el público una idea aproximada de lo que fueron estos personajes y cuál es su verdadero ambiente.

reina Cristina de Suecia, a pesar del decoro artístico con que ha sido tratada la figura central del film y de la acertada visión del ambiente en que se deslizó su vida, sitúa arbitrariamente a un personaje (el embajador español) francamente desnaturalizado por la falsa visión que de él tiene el actor encargado de darle v i d a en el lienzo y del cómodo «dejar hacer» de este director. E n general, y d a d a la enorme profusión de asesores qne emplean los productores americanos, los ambientes, decorados, trajes, etc., deberían ser fácilmente contíolables para ellos, pues la exactitud sobre estas materias es fácil de adquirir. L o s monumentos, los retratos y estampas de la época, las colecciones de trajes y d e muebles, las crónicas de usos y costumbres, etc., proporcionan una documentación suficiente para qne lleguemos a reconstrucciones exactas, al menoe en lo que se ha convenido en llamar la «atmósfera de un film». N o obstante, y a pesar de todo lo expuesto, hemos v i s t o Cleopatras c o n

tacones

Luis X V y otras lindezas por el estilo. El

cinema

general,

«ve»

inglés,

en

mejor

el

film histórico, a pesar de q u e casi siempre pretende tratarlo a través de sutil ironía. La vida privada de Enrique VIH. Kmil Jannings, rl gran actor airmán. rn un niumrnlo rsréniro d r su última

f roducaÓB luiit«ric<i

Una

escena de

«IJI

fi-

lie de madame Angot», producción histórica francesa

por ejem-

p l o , es un film que t o m a a broma visiblemente la

Al lujo afectado de la escena de Czirmer ( y entonces en la Corte de Rusia se imitaba todo lo que estaba de moda en la Corte de Francia) opone S t e m b e r g un lujo oriental abrumador, que le jiermite obtener muy bellos fotogramas de indudable buen gusto artístico; pero que en su aspecto dociunental es absolutamente falso, así como también los personajes, cuya psicología se v e falseada de un m o d o lamentabU>. En la versión de Czinner, si bien se ha tratado con más fidelidad la jiarte histórica, tampoco dejan de notarse ciertos lunares; pero, en general, se ajusta más a lo que debió ser la época y al espíritu que animó a los héroes del film. Alguien ha dicho que el público no se deja engañar por esta Historia que nos muestra el cinema. N a d a más lejos de la realidaíl, desgraciadamente. El público de un nivel cultural medio, la mayor parte do las veces, aceptará como reales los acontecimientos que le son narrados a través de los fotogramas de cualquiera de estas producciones. l>os pequeños detalles de decorado, vestuario, ei€., los aceptará como buenos mientras sean lo más suntuosos posible. ¡ N o hablemos ya de las grandes iiiasa« do público con una cultura rudimentaria, adquirida en su mayor parte a través de las nove'as de Duma'í y otros autores de la misma escuela! FA cinema, el m a y o r vehículo cultural del siglo, debe procurar ser un fiel exponente de la verda^l; pero como, desgraciadamente, debe servir tantos intereses bastardos y tantos puntos de vista eípiivocados que lo consideramos imjxisible. Después de la Cleopatra de De Mille, on la que ha sido convertida una de las vidas más intere.santes que la Historia nos legara en una vulgar historia de oi>ereta, nada nos resta y a esperar del cinema yanaui. ¿Europa? ¡Quién sabe! l » s Estudios ingleses ponen al servicio del film hist<)rico lo mejor do .sus talentos directores. L a Pimpinela Escarlata, El judío Suss y otros muchos títulos son consecuencia de este noble afán. ¿Francia? Después de sus desgraciados Napoleones, parece que también v a a dedicarse al film histórico. Con La filie de Madame Angot, JJC BOSSU, etcétera, ha dado comienzo al film hi.stórico. í 'inalmenttí, Alemania y la gran incógnita do Rusia quizá nos deparen

más de una

sorpresa,

a pesar de estar mediatizados sus

respectivos cinemas por bajos intereses políticos. Esperemos. En el año 1036 será todavía mayor el auge

L

de la película histórica y más afortunados cada vez, con A Hi.storia ha sido y es la obsesión de casi

haberlo sido mucho los realizados hasta ahora los intentos

j todos los metteurs en scene del mundo en-

de plasmar en el lienzo los más destacados y gloriosos ava-

tero. Trasladar a la pantalla vidas remo-

tares de los grandes pueblos. Inclii.so en H^paña se habló no

tas, ambientes desconocidos, extraños a nuestro

ha mucho de llevar a la pantalla la figura de don Pedro el

m o d o de ser y de v i v i r . . . \Es tan atrayente y

Cruel. Claro que esto último lo hemos de tomar a broma,

sugestivo para un verdadero artista!

porque naestro país n i se halla todavía en condiciones de

N o hay nada como la Historia para que cada

afrontar la cinemaíoí^rafía on ese aspecto.

cual pueda fantasear a su gusto. Unos se acer-

España se ha de preparar aún. Hemos de aprender mucho

can a ella respetuosos, deferentes, sedientos de

t o d a v í a antes de lanzamos al film histórico. Claro es quo

erudición. Quieren verla y , sobre todo, mostrar-

si atacásemos este aspecto del cinema y llegásemos a él con

la sin velos ni composturas; otros, sectarios o

una preparación normal, podríantos llegar a películas de

doctrinales, la someten brutalmente

a

gran transcendencia educadora, social y política, pues no en

su gu.sto o a su mala intención. N o obs-

balde alguno calificó nuestra historia de verdaílero folletín.

tante, los más se contentan con pedir-

Indudablemente, pocos países de Europa cuentan en su

la fuertes emociones, amalgamadas, me-

pasado con gestas de tanta transcendencia universal como

j o r o peor, con una petjueña anécdota,

las que v i v i e r a España en los siglos obscuros de su defini-

cuya veridicidad es lo de menos mien-

ción en las vicisitudes anejas a su estructura en los claros

tras sea lo más amable f)Osible.

momentos heroicos de su

U n claro exponente d e esta última escuela lo encontraremos en el cinema

I^PK

americano, aun cuando haya pasado por > el tamiz depurador de una mentalidad directriz europea. E l sigrto de la

Cruz,

Cleopatra, por no citar más que los films recientes, son una

demostración

pal-

maria de nuestro anterior aserto. Cecil B . de Mille, cuyo nombre vemqs asociado continuamente al film histórico, ha sacrificado en todos sus fihns la verdad histórica a la anécdota espectacular, de é x i t o más fácil ( s ^ i i n se empeñan en hacemos creer) entre el gran público. Roubén Mamoulián, con su cinta La

expansión civilizadora y en la

épica grandeza de sus impulsos conquistadores.

La Caumont British ha filmado varios temas históricos, entre los que destaca < K I duque de hierro», realizado por Víctor Saville

Una película de gran envergadu- ^ ra artística es <EI consejero del rey», j u e refleja t o d a una época de la Historia inglesa

VELEZ

Arniand R e m a n í , intérprete de uno d e los p r i n c i p a les p e r s o n a j e s de «Anpliitrión»

Angela Salloker en un momento de MU niagnífico eróle» que encarna a Juana de Arco

He aquí una esrena de g r a n anibienle e v o r a t i v » de -Kl duque d e hierro . la película hritánica de gran realismo . histórico I


OMGINAL Un

oU M A U M C I O

KEPAP.TO

Ana mm

TORRES

EXCEPCIONAL

y NiÁo de MKCHENkcon

CARMEN VIANCE;» "PITUSIN** MARÍA MAYOR ;f ANTONIO M QUELME » LUIS MARTÍNEZ roVAR * RUFINO INGLES * * HFoto^fxxfCco <U. F R E D MENDEL • MUAUXX cU. MODESTO ROM E R O y RAMÓN MONTOYA R E A L I Z A C I C Í N

F E R N A N D O

c¿e/

R O L D A N

»U«LICITA>


3


uiQndo jQÜa Cuantío baila Dolores del Río—ligera, fina y armoniosa— la pantalla se llena de una gracia nueva y palpitante: el cuerpo de la *star* vibra y tiembla en un ritmo infatigable o se perfila con serenas actitudes de estatua. Cuando baila Dolores del Río asoma a la pantalla todo el alma profunda y varia del baile. La mujer, actriz magnífica, dueña de to-

oiom mi dos los secretos de la expresión, de los más finos matices de la risa y del llanto, es también, en esos instantes en que su cuerpo se estremece en los giros del baile, la encarnación suprema y perfecta de la danza de hoy. Toda la inquietud, toda la gracia sensual y apasionada de los nuevos bailes, están en ese cuerpo armonioso de Dolores del Rio. 1

•A


l'na de las grandes películas para la próxima temporada es i>EI sueño de una noche de verano», adaptación cinematográfica de la inmortal obra de S h a k e s p e a r e , realizada bajo la dirección del ^rnn Max Keinhardt. He aquí, cn la parte superior de la página, una de las escenas ilel nuevo film, en la que se ve a los admirables James Cagney y J«c K. Brown fOT.

WABNEB

BROSS

A la derecha: el director Ir»ing Siche dando, ante el texto de la película «La diosa de fuego», algunas instrucciones a los intérpretes principales de aquella cinta, llelén (;ahagán y Kandolph Scoll ror.

BADIO

FILUS

I.a n u e v a p e l í c u l a - « L a produrción número c i n c o » de «(^barlote ha de revestir, al ser estrenad», caractrrrs de verdadero acontecimiento. El mundo cinematográfico aguarda con expectación, pocas veces igualada, la última creación del actor inimitable. Ved, a la derecha, la primera fotografía qur a nosotros llega de ese nuevo filii-. dr (Charlie Chaplín rOT.

ARTISTAS

ASOCIADOS


I >

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H

Mi"

es ahora M j o la luz artiflcial lor^írte&^^^lejoíi Esludios cinematográficos, estrellas d e H o l l y w o o d v\\en horas d e luz bi in ÉSÍ verdadero, frente a! mar q u e el estío h a c e ^ m i s o y b l a n do> mar parás^añístas e c a otro mar «le las furias y de los dramas. C o u sus ttmaillots» sucintos, sus aciíf 8, sus grandes sonrisas felices, las estrellas de H o l l y w o o d p a recen vivir, en las playas y íascos d e junto al mar, esas alegres escenas de vetWno q u e v e __-.gog-iUg^o c" lag^ Beljcul^g _^Aren.laclara )^iiiar Iranquijo bajo un cielo diáfajj^fjas estrellas "ffnea escuiítonca s o l r e 1a~ptáya o se tieííBen oafo ra' rícíirdSl"Kafhr Esa^Koras n í í ^ e n e n i a - é m i n í í ^ ^ ^ >»4e»^Ei<fedM»s, íri»-hi4"derhírBiifés^ C8|808^maqi|niadft..Alj28te comediaauii^r«!naj5p..Cs^^ j a d o s T r é l a vida p r o p i ^ h o r a T T í a j o el sol y f r e i í l e a r mar, es lamida gozosa y libreóla plena libertad ^/^^ej»íe^8_un^8tóbolo^megr^fico ese^iáimo ¡ a ^ B t i g a b l e ^ O a s agua.fr«zÚks^^raiíqtHlas^


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a pantalla inrriesa puede ofrecer ya a los ojos de los espectadores de todo el mundo un ramo de magníficas actriceSf entre las que destaca con relieve muy personal la figura de Pamela Ostrer. En esta excelente artista se funden sensibili­ dad, belleza y elegancia: tres calidades que no es frecuente hallar reunidas en una sola actriz. Pamela Ostrer tiene ya una verdadera jerarquía estética, y su re­ ciente labor en la cinta «Ambición» ha confirmado su magnifico rango de actriz


(i

AS atrás, Henddo de Madrid comentaba en sus páginas: «Benito Perojo es el único director español que se preocupa de ir al cine.» C!on este lacónico comentario, el periodista destacaba las dos cualidades más sobresalientes de este director; su tan acendrada y y a vieja afición al cine y el desmedido afán de perfeccionar sus conocimientos cinematográficos, que. aim siendo vastisimos, él mismo reconoce que deben ser renovados cada día, y a que el cinema es profesión de hondas inquietudes y de constantes evoluciones. Y así lo declaró el ilustre cineísta en ima uo lejana infonuación que le hizo un periodista barcelonés. H e aquí lo que dijo: —En el cine, todos los días hay que aprender algo nuevo, y en España no tenemos otros libros de t e x t o que las glandes producciones extranjeras. Estas palabras, llenas de comprensión y de simpática modestia, contrastan con aquellas otras que nos «regaló» cierto director, de c u y o nombre no queremos acordamos: Y o no tengo ntíccsidad de ir al cine, porque • I - películas extranjeras no me enseñan cosa que ' y a no sepa. (>jnsecuencia de tan di.-?tintos criterios: Que Benito Perojo se ha colocado en la vanguardia d( los directores españoles, mientras tjue el « o t n ) » camina d e fracaso en fraca.-i<>. \ ;m continuará por los siglos de los siglos.

sagrado, también son sagrados los intereses del editor y los de los exhibidores. A este fin sólo puede llegarse conociendo m u y a fondo todos los «.secretos» d e la profesión, que son infinitos y muy complejos. Dirigir películas es dificil, muy difícil, aunque \ el vulgo y muchos profesionales crean lo contra- i rio; pen» es cien veces más difícil organizar y llev a r a buen término el negocio de producción. En todas las Empresaá extranjeras existe un jefe de producción, cargo desconocido en España, jMir dos razones: por la inestabilidad de la industria editora y . . . jjor la carencia de individuos suficientemente preparados. Para ser jefe de productñón es menester dominar todas las facetas de la industria. Es el cargo de mayor responsabilidad dentro del n ^ o c i o . N o se puede st>r un perfeí;to jefe de producción sin tener nociones de lo que es dirigir peliculas. El jefe de producción ha de saber mandar a los ^

directores y a cuantos forman el engranaje de la industria; es el cerebro de la Elmpresa, el que conduce y administra a todos; la iniciativa, la organización y el cálculo. D e ahí que estos cargos tengan que recaer forzosamente en hombres que sean a la v e z directores, financieros, organizadores y conocedores de los gii.'rtos del público. E3 carácter español no suele dar esta clase de individuos; nos sobra verbosidad y populachería. N c acertamos a digerir la democracia, y nos place llevar los secretos de nuestro despacho a la mesa del café. Nos vence la amistad, y el halago nos envenena. Observad que todas las grandes Empresas radicadas en España procuran cubrir sus altos caicos con personal extranjero, por entender que nuestra simpatía y nuestra camaradería no aceptan, no asimilan la severa imparcialidati, la fría inflexibilidad de estos menesteres. En este plano también sobresale la figura de Benito Perojo como único hombre capaz de asumir la responsabilidad de tal cargo. Posee lo principal: experiencia, amor al trabajo y voluntad, que no quebranta ni la adulación ctqxiiosa ni la amenaza cobarde. H a nacido con espíritu organizador. D e m u y niño—1913^—ya. sintió esta inquietud, reflejada en la fundación de Patria Füms, que abandona en el 1916 para trasladarse al Extranjero, ahito de otros horizontes que le permitan aprender lo que en España nadie puede enseñarle. Repasad los antecedentes profesionales de B e nito Perojo, y veréis que él ha sido el p r o m o v e dor de los mejores films españoles, y que a él se • debe la colaboración de la técnica extranjera en nuestro cinema. Si algún día surge en España una entidad dedicada exclusivamente a producir

Kl direetor L a dirección d e peliculas tiene un 90 por 100 d e oficio. Y los oficios hay que aprenderlos y hay que practicarlos. En este sentido, Benito Perojo es el más capa«'itado d e todos nuestros directores. Conoce el oficio como ninguno, y a.si lo ha patentizado en sus producciones: Susana tiene un secreto. Se ha fufado un preso. El negro qtie tenia el alma Uanm, Crisis mundial y Rumbo al Cairo. Perojo se ha hecho en el Extranjero. X o es el primer director español que ha desfilado por los Estudios extranjeros; pero no todos han sabido aprovechar las lecciones: unos han pasado en calidad de turistas; otros, en calidad de mirones; otros han díísfilado con demasiada prisa. Perojo abandonó Hispana dispuesto a aprender el oficio -1916—,.y... lo aprendió sin prisas, .sin desmayos, sin más apoyo, sin más recomendación que su férrea voluntad y su entusiasmo^—cada v e z mayor y cada vez más exaltado—por el cinema. Y vino a España. Y sus peliculas tuvieron la franca acogida del público. Se le catalogó en primera fila. Y no fué precisamente la crítica quien determinó tal encumbramiento, que la crítica, l)or mi exceso de benevolencia, no acostumbra a marcar jerarquías en el cine y concede al inepto idénticos calificativos que tiene para el sapiente; a Benito P e r o j o le destacó el público y las entidaíles productoras y los empresarios. El jefe de produeeión Benito Perojo siente la m á x i m a responsabilidad de su lab(jr. Por eso se ha negado a dirigir no pocas películas. Y por eso se le v e concurrir al cine siempre que dispone de tiempo libre. Sus películas tienen una doble visión: la de agradar al público y la de defender el capital que liii sido invertido en ella.'», porque si el arte es

Krnilo IVrojo, que es un eterno insatisfecho y un entusiasta enamorado de su arle, estudia siempre». Vedle aquí, en su despacha, il<-<i!>ii<l» al Irahajo de resolver las dificultades que ofrece el guión de uno de sus nuevos films...


La b e l l a e inteligenle esposa de B e n i t o P e r o j o es la primera admiradora de su marido y » u colaboradora más entusiasta. En nues-

tra foto aparecen ambos, ron su perro favorito, en un rincón dei jardín de su

rOT. COITis

p e l i c u l a s siu i n t e r r upe ion —que es precisamente el organismí q u e n o s f a l t a — , el nombre d e Benito P e rojo habrá de figurar al frente de la misma, si se quiere llegar H un é x i t o tlefinitivo v firme.

pués de pronunciar un discurso. Y nosotros pensamos que el hijo también está predestinado a tma muerte parecida, porque n o es posible que hombre algimo pueda resistir, sin (|uebrantamiento fisico, las interminables y rudas j o m a d a s de trabajo que se impone este prestigioso director cuan<lo está realizando im film.

|>e lal palo... FMÜ cualidad ile organizador, de luchador y lie irm«>vador le viene a Benito Per(»jo por herencia de su maltigratlo pailre, don .losé Perojo, periodista y |^K)litico, í-reailor y fimdadur que fué de las rfvi<tn< irrAficít- \ucrr> Mundo v Por e.s(ts muTtdas

Como -11 p.i'lit . liviiiKi l'erojo pufjn.i por adelantarse al medio ambiente que le rtnlea. En nutístro cinema, él siempre ha <<uitiiiado nmy a la vanguardia de los prim^-ros. En la ép<K-a del cine raudo hizo uu Boy, y El negro que tenia d alma blanea, y ¡JO rondesa Maria, que nadie mejoró. En el sonoro iu>s ha ofrecido lo iná.s destat-ailo de la ai'tual i'rodii<<ión. (pie tamp<K>t) ha mejorado nadie. Y en la pr(>xiiii<t irmporada veremos liumbo al Cairo, película en la tpie Perojt» bate los rei-onis de pnmtittul, fa.xtuosidad. períeccitm y buen gusto. I >e tal pait). tal astilla. I J e v a en la sangre la uiquietud ile la superación: hoy, mejor que ayer; mai'iana. utejor «pie hoy, y siempre a la vattguardia «le los priraenis. Inquietud que también ditminaba en su herm.i

no Pepe, muchach«) «pie imtrió a los veintiséis añoe, cuando y a hal>ía voltido en i^>aratos de su propia inveiK'ión. ¿Com|)ren«léis ah«>ra la formación espiritual e iiitoleítual de Benito Perojo? >tro cualquiera habría explota«{o la estela de .-uiipatía y <le influencia que dejara el a|:)ellido «le .su padrt% cuya gloriosa v i d a , colmada de avatares que situaron el prestigio de .su nombre insigne en la ciuubre señera que sólo I t ^ a n escalar los auténticos valores, los hombres insignes, las figuras realmente prestigiosas, dejó una luminosa huella d e fecundidafles. Benito Peroj o - - h a y que dei'irlo muy alto—se ha enciunhrado jK>r su propio esfuerzo. .lamá.s nos hal>ló de su pasado, y si hoy lo hacemos es porque tenemos el alma herida ante la emoiñón tjue ha experimentad«) nuestro camara«la C«»rtés al retratar jMjr vez primera al hijo del «pie fué su «lirector, allá en iwpiello- 'lias. iuan«lo nacía Nucrr, Mundo. — T a n trabaja«l«»r < liuiu su padrí- n«)s tlinCortés. Y dt^pués de tma pausa: - D o n .losé Perojo murió en los cscañ<is «leí Congreso, des-

España España -el cineana español- -le «lebe a Benito Perojo un homenaje, n«) sólo «le admiración, sino de gratitud. Porque, gracias a Perojo, las pteUculas españolas tienen hoj- lo que nunca tuvieron: categoría universal. X o es que nosotros aspiremos a lanzar la iniciativa. Felizmente, Benito Perojo no necesita el homenaje de la profesión para sentirse halagado en su fuero interno. En este caso le basta con el aplauso del pi'iblico y con la confianza que los empresaritis y los distribuidores y los editores tienen puesta en la persona d e este direct4>r; aplausos y confianza <|ue constituye el verdadero homenaje nacional. Pero... es luuy triste que los éxitos de Benito Perojo pasen tan silenciosamente entre los profesionales. ¿Envidia? ¿Impotencia intelectual? ¿ I ^ j ) e c h o ? ¿.\fán d e s t m c t i v o ? ¿Desetw de imitar a las famosas raiui.* del cuento? T a m b i é n puetie sucetler que este silencio t)bed e z c a a que no existen tales profesionales. MAIKICIO Tt)RKF>í


N a d a l a i i ati r o m o tu íoliii d e lii e á n i n n i a u l o miiliea fii u n p a r a raidas

USCRMES COmUISTÁS

/ / m i l el c^e

1

llLumnnff

C

UANDO, dentro del campo de la Ciencia, se realiza un descubrimiento cualquiera, una de la.s primeraíí preocupacíiones del investigador suele consistir en saciar la curiosidad del público, expli<íándole los alcances de su obra, sus posibilidades, sus aplicaciones para el futuro. Pretende ser, además de sabio, profeta; adivinar el por\'enir, como si su labor concluyese en ól y no fuera a tener continuadores que la engrandeciesen o la anulasen con hallazgos más imjiortantes. Vaticinios hechos de buena fe-—¡quién lo duda!—, pero sin una base sólida, porque ningún ser humano es dueño del secreto que encieiTa el minuto que sucede al presente. P o r eso sería curioso ir recopilando esas de<"lara< iones para comenzar a releerlas treinta años después de divulga<lo su invento. E n el noventa por ciento de los casos, la realidad diferiría notablemente de los cálculos heí-hos a priori. Quiaá hubiese aciertos en el diez por ciento restante, pues n o pueile negarse al sabio u n don de v e r las cosas antes que los demás; pero cabe ascginar (jue, en la mayoría de los casos, no pasarían de ser c<»incidencia.s. Recurramos pasajeramente al tópico: si H e r t z levantara l a cabeza, ¿no se a.sombraría al escuchar un concierto jior radio.' V , siguiendo esa misma línea: cuando Marconi construyó su primer aparato tic telegrafía sin hilos, ¿se le ocuniría pensar en la televisión? ¿Concebiría el prodigio d e llegar a oír, sir\iéndose d e HU invento, los latidos del corazón humano? ' T o d a s esta.s consideraciones y algunas más sugiere la contemijlación de las grafías que ilustran estas líneas.

foto-

H a c e ahora ocho lustros, los hemtanos Liuniére sorjirendieron al mundo con im sencillo y a la v e z ingenioso artilugio. 8e propusieron dotar a l a cámara fotográfica de facultades análogas a las del o j o e n el hombre. Y lograron, merceil a la impresión •sucesiva d e una .serio do jieípieños clisés, captar todas las fases del movimiento. P e r o aquí tenemos un caso más que aftadir a los ejemplos citados anterionnenc. A l cabo d e cuarenta años, el invento h a ¡ d o mucho más allá d e lo quo sus autoros intentaron; jiuos si bien es cierto quo su misión priniitiva era realizar mecánicamente las mii^nuis funciones (jue nuestro ( n a bella •"><>e<'" órgauo visual, l a práctica lo h a llevado a desomiioñar cometide la doeunirntal de

Jeán Pai nieve «Kl raballo de mar»

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dos de m a y o r transcendencia, r ^ i s t r a n d o n o sóio acpiellas únágenes, sino otras muchas quo, tanto \)or su desarrollo vor-


tiginoso, como por su e x t r a o r d i n a r i a lentitud, no puede percibir la retina. Prueba de ello son el «retardado» y el «acelerado». Aquél permite seguir al detalle el proceso de una acción rápida—un salto, por ejemplo—; con el segundo puede apreciarse minuciosamente en poco tiempo el desarrollo de un v ^ e t a l , fenómeno que en la realidad tarda en producirse varios meses. F u é el cinema, o, mejor dicho, su antecesor, el fusil fotográfico de Marey, el que reveló el mecanismo del vuelo de las aves, tan esencial para el estudio de los problemas aerodinámicos. Y también fué el cinema el que inspiró » Comanden la idea de fotografiar el crecimiento de una flor, gracias a un aparato de relojería que permitía obtener un fotograma cada media hora. Esi seis meses se consigue de este modo im film de dos mil ciento sesenta imágenes que, proyectado a una velocidad normal, reconstituye en dos minutos la evolución de la planta. Esto en cuanto se refiere a las facultades perceptivas en el ojo del hombre. H a y otros casos en que las dificultades, o incluso la imposibilidad de un desplazamiento, impiden admirar espectáculos de ima emoción o una grandeza extraordinaria. Y a resolver este problema tiende también el cinematógrafo cuando se le ofrece para ello la mínima ojwrtimidad. Con él hemos volado sobre el Polo; hemos bordeado el cráter de un volcán en erupción; hemos contemplado la fauna y la flora submarí-

De un film alemán ftobrr la vida Af las hormigas. La pareja, después desús nupcias; la hembra cuidando r l óvulo, y la crisálida, recién rota la envoltura Un documento interesante del nin «Milagros de aviación». En los Alpes, el Cervino (Matterhorn), . cara a cara 4

ñas; nos hemos sentido lanzados al espacio como impulsados por una fuerza explosiva. N o s quedan aiin por gustar varias emociones, sin embaído. Una de ella vamos a experimentarla gracias al aa de la aviación alemana E m s t l^det, que se ha remontado con una cámara cinematográfica a diez y ocho mil pies, obteniendo una pcrción de vistas que se utilizaron para montar el film Milagro» de la aviación. L o s más elevados y abruptos picos de los .\lpes pueden contemplarse en ella a poca distancia, de balcón a balcón, c o m o si dijéramos; pero nada tan atrevido como la colocación de esa cámara automática en el paracaídas, gracias a la cual podemos « v i v i r » materialmente las incidencias del descenso, sintiendo latir el corazón con fuerza angustiosa a medida que nuestros ojos atónitos descubren la serie de peligros que acechan al «arroj a d o » aviador. ^ ^ ^ ^ Esta es la conquista más extraordinaria del ^^B# cinematógrafo. Gracias a él, el tiempo o el espa^ [ ^ ^ CÍO se dilatan o se comprimen a voluntad. L a Ciencia tiene en él su más útil colaborador. Des^ ciende al fondo del mar; explora, en íntima alian^ za con el microscopio, los arcanos de lo infinitamente pequeño; combinado con loe rayos X , jjenetra los cuerpos v i v o s y registra perfectamente el ritmo y las palpitaciones de sus órganos... ¿Podían prever todo esto los hermanos L u miére cuando su invento sólo era considerado como un medio de diversión para las multitudes? El cinema, c o m o dice Jeán V i d a l , v e l o que no p u e d e n v e r nuestros ojos; registra lo que el mecanismo de nuestro pensamiento no puede concebir. En realidad, es un sexto sentido dado al hombre para explorar l o desconocido y descubrir los asf>ectos y las manifestaciones secretas de la v i d a . .\LKREDO

MIRALLES


"^Ho^Jernénaez (C

c

US

(ANA MAIUA)

N a c i ó en E c i j a ( S e v i l l a ) un 19 de M a r z o . C u a n d o t » n i a siete años de edad vino a M a d r i d e ingresó en el Colegio de D a m a s N e g r a s , en donde permaneció durante varios cursos. P o r la profesión m i litar de su padre pasó una temporada en Marruecos, temporada que aprovechó t>ara perfeccionarse en el dominio de los idiomas inglés y francés. E n 1925 se casó, m a t r i m o n i o que resultó error completo, y que tuvo su epílogo, dos años más tarde, con la separación de los cónyuges, a los que la reciente Ley del D i v o r c i o devolvió la libertad civil. E n el m i s m o a ñ o de su infortunio hogareño hizo su presentación como actriz de teatro. Tenia afición a la escena desde m u c h o tiempo antes, y un impulso intimo permitió que d»era realidad a su antiguo deseo. C u a n d é se le interroga sobre ese impulso, se limita « decir, sonriendo "(Fué la fuerza del Destino: romanticismo puro » Con la C o m p a ñ í a que fundó Ricardo B a c r a . y de !a que era Irene López Heredia. d. vo l u e f l ) en ' ^ Y . a sir {latría c o r krivet; p o s t e r i o ^ . - : I gada y feliz acttiación , de M a d r i d . E n 1931 rador con la '"'gtne Quintej^ «Doñi. Hoi Wy-

primera butó

R

rol) 10

Ptlitulas

qut

ha

interpretado:

E n H o l l y w o o d : Eran.trece, David H o w a r d . Cueipo y alma. D a v i d H o w a r d . (Cotiúcts a tu mujer.-, D a v i d H o w a r d . V i liUtmo atuor, L o u Í M 1er. E n M a d r i d : Don Quintín, et at>

gao. Lms HuMuiaiL.

:

Estatura, 1,78 beWo negro

R

E \

H O B K R T )

N a c i ó en N e r m í e r ( F r a n c i a ) el 24 de M a y o de 1921. Su m a d r e , a m e r i c a n a , fué cantante de cierto renombre: su padre, holandés, hijo de un discípulo de K o r a c e Vernet, era un pintor de mérito perseguido por la m a l a suerte, que le impulsó a poner fin a su vida en M a y o último, a r r o - ' jándose por el balcón de su domicilio de la calle de Alésia, n ú m e r o 10, en París. L a familia L y n e n se instaló en la capital Robert tenía apenas un completamente del ñ o g r a n actor, que parisino. H i z o R o ^ ^ ^ ^ s las escuelas

||^$^B^^HC4rdinal-Lemoi^1 idioma inglés, una l a r g a tem, y en Escocia, H a y que iajes, aparte de los desivados ocr la profesión una e x S r c i ó n prolonvarios iMs al valle de tas é p o U l i de ausencia ^en i S j M t i m o s tiema s u V a M c i ó n con de p r o ^ ^ K particuescuela de la calle del Card fué descubierto por Duviv Ipttré^ftector. que b u s c a b a intéa encalfiar en la versión p a r l a i ^ o » el papel que A n d r é H e u z la m u d a esta sola película elación del precoz temperar de I ^ b e r t . Sus deportes os o A le proporcionan S U i ^ P ' automovilismo y equiman los libros de viaí< Ojo»,I (.iento.

'.ació en N u e v a Y o r k el 27 de Septiem.• de 1903. Su m a d r e , italiana, era excelente b a i l a r i n a su padre, de origen a l e m á n , fué desheredado por sus rrayores a consecuencia de tal matrimonio, y hubo de instalarse en N u e v a Y o r k , l o g r a n d o el sustento en humildes trabajos. L a infancia de G e o r g e transcurrió en un barrio pobre, a la s o m b r a de los rascacielos. A los catorce años a b a n d o n ó el h o g a r de sus padres, y fué, sucesivamente, vendedor de periódicos, de corbatas y de botones, j u gador de « b a s s e - b a l l » boxeador y bailarín. Eligió esta última profesión en vista de su poco éxito en las anteriores, la tentativa logró excelente resultado, lo m i s m o en A m é r i c a que en E u r q f a . V a r i o s j n e t e s de jira artística por F f •ia, A . Inglaterra le dieron I y oro e; inte. Síitisf Ts aspira [icos, j triunfos jtoria totalme ntratos ido proy 'ero el a ñ o 1931, en y «caba <ueva Y o r k en que nocturno itado'al director de fué . o w n , y éste le p r o :owland fooá para intervenii ipañó la victoria .Plm. No la segunda ap el ni taf in e m b a r g o , ción an°'' ia t a b a n volver oyó a cuantos le t V esperar ei. vida de b a i l a r í n , y llegó con «Si..; Hywood su triunfo 'un contrato con f a c e » , cinta que le lienzo a su cele la P a r a m o u n t y dio cine. bridad como estr

l o s o . Cabellos, rubios cen;

Pelicula»

qut

ha

inlerpretail

.Millones ráptdvs (Quick Knwland

Brown

Millior

Silfncio

(Hush .M'tit: '• iks. haílandc

crr>:piíi¡.i

Scí¡>-ac(. H o w a r d a cicías ¡Liaiuít.'-

• ( Dark ; . D a v i d B u r t o p . .Ilias

sa (Madame

Rackdeer),

PeUruIat

qué

ha

interpretado!

J'chrrojQ (J'otl-de-Caroltej, Julién D u v i v i e r El pequeiío rey (Le petit roi), Julién D u v i v i e r Sin faní:' (Sans famillej, M a r c .Xllogret.

ta

Icr H a l l v H a r r v W a R s t a f f G r i h -

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tuviera

hic

• J. l'ni-

(¡fl en ¡a ,

l HíJer-Corer scada en la GerinR.

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KLE-

' .eAt-r-

rank T u t t l e .

O BSO \ (MAY

la M E ' r o - G o l d w y n - W a y e r .

y fué

. , 0 , m«|,i

Pelieulai Los

que

ha

interpretado:

millones de mamá

Milltons),

Oíos azules. C a -

(Motker's

Cecil B . d e Mille. El

rey

de reyes (The Kine of Ktngs), C e cil B . d e Mille. Reunión (Heunion in l ' i r n n a > , S i d n e y F r a n k l y n . 5i yo

tu-

viera «n millón (If I had a Millton). La hermana blanca (The H'hite Sister I.

Vfctor F l e m i n g

<ver>.i6n sono-

ce-

dida en diversas o o a n o n e s a otr,< •' dades. Con la Coltimlna obtuvo si: Í'xito- « D a m a por UJHdfa», y dest-:>'s paso al elenco de la R J B R a d i o . A oesar de su edad a v a n z a d a , ^JHtiva a l g u n c s deporte». V i v e con su fiel V c r e t a r i a L i l l i a m H a r mer, que lleva rr^ de veinte años a su servicio, y tiene Bum>-rosa colección de

1-,

El

Club),

sumnes, bolero, n íofo de verano ' Suthirland. Koborts El

I. Ojos pardos. C

N a c i ó en M e l b o u r n e ( A u s t r a l i a ) el 19 de A b r i l de 1865. E s hija de un oficial de la A r m a d a británica. Se edi'có e r Trg!?terra. Bélgica y F r a n c i a , y cuando tenia siete aftos cruzó con sus padres el A t l á n tico para instalarse en B r o o k l y n ( N u e v a Y o r k ) . N o tardó en aparecer su v c c a c i í n teatral, tan fuertemente sentida q v e venció la resistencia familiar. D e t u t ó en la escena en 1883 con la o b r a « T h e H c c p of G o l d » . Pronto se distinguió por sus m a g níficas dotes de actriz drómática, y enseguida pudo a v a l a r con su n o m b r e prestigioso u n a C o m p a ñ í a propia. E n 1901 actuó en el W a l l a c k s Theatre, de N u e v a Y o r k , e hizo conocimiento coi»,un modesto actor que tenía por c o m p a ñ e r f t Cecil B . ^ Mille. D u r a n t e veintidós d|l^inant«N| feliz asociación profesional astro de la escena y a n q u i , ^ ^ fa|)eri|o, Charles F r o h m a n . Y a director d c ^ t c i : ' - ! ' renombrado. t ) e Mille o f r e c i J í M a y R o ' son su primera oportunidad cinematogi. fica, que fué un éxito considerable. D u rante m u c h o tiempo, la g r a n actriz desempeñó en la pantalla pap«Ies de «segunda categoría pero siempre st tnantuvo a d m i rable de precisión. TuTO l a r g o contrato con

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CAPÍTOL " E l pan nuestro de cada día*' gran film sonoro de K i n g Vidor. SegiHido, c r o n o l ó g i c a y artísticamente. Our daily bread no anula el conmovedor y magnifico poema Aleluya. H a b í a aquí una honda emoción lírica, substituida en El pan nuestro de cada día por un dinamismo arrolla- i dor, es cierto, pero | ^ ^ ^ ^ ^ ^ ^ en gran parte mu scu-! ^ !

KOUNDO

\ ^

Obedece el espiritu de este film a la imperiosa e inaplaTÍBK zable necesidad de v i v i r . Primum vivere. Suprema razón. Sólo que en arte tiene más importancia el segimdo miembro del apotegma: Deinde philosophare. Después, filosofar... o j>oetizar tm poco. Que para eso es arte, y en eso se distingue de la realidad prosaica. El drama de unos hombres que se resuelve con algimas gotas de ¡igua no es un drama espiritual^ ^ ^ • ^ w ^ ^ ^ ^ IM^^F

Jeshic Mallhews rn un brilo nionienlu dr la admirable película «ValarH dr Virna», que «eiá prrtirntada mañana rn la pantalla dri Palacio dr la Música

es un problema meteorológico. Y no es otra la preocupación de los personajes de El pan nuestro de cada dia. Se les soca el maíz—en su film del mism o titulo, Murnau apela al trigo, cereal más noble—, y van a perecer de hambre. Gran preocupación. Temor y repugnancia instintiva, común al hombre y a la bestia, a morir de inanición. Y entonces piensan: puesto quo el agua no viene a nosotros, iremos nosotros al agua, o traigámosla. Y cuando se ha conseguido eso, se acaba el temor, la preocupación material, el drama, en fin, de aíjuellas gentes. K i n g Vidor pudo haber hecho un ensayo de ^ organización social, con (>erspectivas morales, j re igiosas y políticas, en la colonia que presenta en su film. Desde la Utopía de Platón a la de T o m á s Moro, y desdo la República delle Api, de Giovanni Bonifacio, al falansterio de Fourier, son infinitos los pensadores y artistas que se han preocupado de ello; pudo también K i n g V i d o r recurrir al humorismo y a la sátira, presentando un'tipo de sociedad arbitraria, ])arecida a las quo Jonathan Switf describe en los Viajes de Gulliver ]»ara ridiculizar las preocupju;iones de su tiempo. Con ello le hubiera dado ejemplaridad o «intención» a su film. P e r o K i n g Vidor lo reduce a loa limites rurales de una sequía prolongada, y no

es nuestra la culpa si no percibimos en El pan nuestro de cada dia el levantado aliento de las obras geniales. Esto en cuanto al asunto. L a realización y a es otra cosa, sobre todo, cn la segunda mitad del film. Cuando los hombres reaccionan y se deciden a conquistar el agua, adquieren los fotogramas una estruendosa y arrebatada vibración que puede i)asar por cine puro. Y decimos que puede pasar, porque, si bien se examina, hay más persistencia en un mismo e idéntico movimiento, que variación y sucesión en motivos dinámicos. K i n g Vidor nos obliga a presenciar la apertura de una zanja desde el comienzo al fin. Y el arrebatado esfuerzo de músculos y herramientas persiste durante muchos metros de celuloide, cuando bastaban solamente algunos para dar la sensación apetecida. El golpeteo de las olas contra un acantilado no crece en violencia porc^ue se repita muchas veces. A l g o de esta repetición tiene la apertura de la zanja. Trabajo vibrante, desfile brioso de fotogramas parecidos, que seducen por su fuerza, pero que hubieran sido eliminados en un montaje más severo. Y aquí acaba nuestra severidad con el director yanqui más j o v e n e interesante de los consagrados. P o r eso, por su acusada personalidad y por la v i d a que tiene por delante—cumplió hace meses los cuarenta años—, hemos de exigirle más que a cualquiera otro, sin cohonestar, por admiración, errores impropios de su talento. Y ahora, considerado en conjunto, sin analizar demasiado y refiriéndonos a su tendencia de cinema social cpie se remonta sobre las preocupaciones sensuales para enfocar temas de m a y o r amplitud y de más generosa intención, diremos que El pan nuestro de cada d'ui nos parece un film excep<;ional, de los que ennoblecen la pjmtalla y airean de vez en cuando el viciado ambiente tle galantería, intrigas y pequeños dramas urbanos, que frustran las posibilidades educadoras del nuevo arte. Auncpie sólo fuera por su intención social. El pan yiuestro de cada dia viene a redimir muchos pecados de frivolidad cometidos por el cine. ¿C^^ándo nos atreveremos uquí a sacudir el yugo de una literatura vieja, para intentar un cinema de orientación humana, como éste de K i n g Vidor?

P A L A Q O DE L A M Ú S I C A "Ambición" Los judíos se defienden, y hacen bien. Huyendo de i l i t l e r , se refugiaron en Inglaterra, y responden al dictador con fotogramas que son una apología del pueblo «elegido por Dios». .\llá se las entiendan arios y semitas. A nosotros, cuando varaos a v e r cine, sólo nos interesa el arte, y , como en el estreno de La casa de Rotchschild, decimos después de v e r .4mbición: ¡Qué bien les sale a los judíos el cine, y qué mal la propaganda! Porque sus films son magníficos; pero a ellos, a quienes los hacen, se les v e demasiado el plumero. Y , claro, la intención resulta fallida. Esto sentado, vamos al film como obra de

arte. «Prendamos lo de dentro; lo de fuera dessemos», segiín la sensata advertencia del buen Gonzalo de Berceo, que si no conoció a Hitler, tendría sobrados motivos para conocer a los israelitas. Ambición es im nuevo triunfo de la cinematografía inglesa. Decididamente, lo mejor del cinema europeo crazó el Canal de la Mancha y se está naturalizando en la Gran Bretaña. Ambición es un film histórico donde la escenografía realiza prodigios de reconstrucción. Bien observado el ambiente y evocados con precisión admirable los caracteres, costumbres e indumentaria. Interiores soberbios y grandiosos. Y , en creciente progresión dramática, bien graduadas las emociones. El director, Ijothar Mendes, respeta con exceso la novela original en lo que tiene de literatura; salvo esta debilidad o concesión al diálogo, su labor es admirable y acusa un fuerte t ^ p e r a mento artístico, bien preparado además para obras de esta índole, en las que la intuición v a l e tanto como el estu*lio y puede ir más lejos que él. Y la fotografía es sencillamente maravillosa. En un primer plano de Conrad Veid, por ejemplo, adquiere matices de tal sensibilidad, que re- i vela el color verdoso de las pupilas del protagonista. Diríase un fotograma en colores. La interpretación merece párrafo aparte. X o he de silenciar un inoniciito de afectación.

Stan l.aorrl y Oliver Hardy rn una CHCcna de la película «La etttroprada vida de Oliverio Vlll>, que se proyecta con éxito en el Cine Capítol

mejor, de torpeza, incomprensible en el experto Veid: aquel en que finge caer a tierra junto al cadáver de su hija. Pero en esta misma escena, después de la infortmiada caída, cuando acerca el rostro al de la niña y medita, en lo profundo de su dolor, venganzas espantosas, acierta, con la m a y o r sobriedad, sin mover un músculo facial, a reflejar i m infiemt> d e encontrados odios y dolores. Es portentosa su labor a todo lo largo del fihn. Y con él, casi rayando a su altura, en un tipo bestial de epicúreo embriagado de gloria castrense, de v i n o y de adulaciones, triunfa Frank Vosper. L a escena entre los dos: entro el judio ambicioso e inteligente y el duque idiota; cuando el j u d i o - - Conrad Veid—acaiicia la venganza perseguida durante mucho tiempo, y el duque, envenenado y paraUtico, herido y a de muerte y petrificado de estupor, no es más quo im pobre desecho hmnano que rueda desde el x)der y la adulación a la apoplejía, es uno de os momentos dramáticos mejor logrados de que tenemos memoria. En este sentido. Ambición no admite reprcK-he. ANTONIO

C;UZMAN

MERINO


LI

B está en pleno rodaje, de Nobleza baturra, bajo la dirección del gran Florián R e y . N a d i e como éste—^baturro él mismo—-podría acertar a dar a la película todo su espíritu y todo su ambiente. Florián R e y une en esta ocasión a su certera visión del cine y a su profundo conocimiento de la técnica cinematográfica, un fervor—por razones de naturaleza—que ningún otro puede sentir. El está llevando a la pantalla escenarios y rincones que son los suyos, y tipos y temas que nadie como él puede comprender y sentir. Necesariamente, ese acento de fervor tiene que hacer más bella la labor creadora y ha de dar a la obra un tono de emoción que en otras circunstancias no tendría. l<'lorián R e y ha reunido para Nobleza baturra un equipo de magficos artistas, cuidadosamente seleccionados. N o se ha atendido a los méritos intrínsecos del actor, sino a las condiciones que cada si requería en su intérprete. Figura a la cabeza del reparto ImpeArgeniina, la ilustre artista cuyo nombre no necesita adjetivos, porque nuestro público tiene en la j o v e n actriz uno de sus valores preferidos y sabe que en su labor hay siempre ima gran calidad estética, hecha a la vez de gracia y de emoción. Otra de las figuras auténticas de nuestro cine, Miguel Ligero, está también en el reparto de Nobleza baiurra, en un papel al que la gracia personalisima del gran actor ha de dar toda su eficacia. Otros nombres igualmente conocidos completan el gran reparto: Blanca Pozas, Juan de Orduña, Carmen Luciano, P e p e Calle y Juan Espantaleón. L a producción lleva la firma prestigiosa, verdadero gran orgullo d e nuestro cinema, de C I F E S A . El argumento, de Joaquín Dicenta (hijo), tendrá, respaldado por las firmas de Florián R e y y de C I P ' E S A , toda su belleza y toda su plástica. IJOS decorados son del escenógrafo José María Torres, y la música, del maestro Rafael Martínez del Castillo. El operador es Gaertner. Los menores detalles so han atendido escrupulosamente en Nobleza baiurra, como correspondía a la entidad editora y al prestigio del director de la película. N o hay aventura en suponer que esta versión sonora de Nobleza baturra ha de marcar una maírnífica jornada en las rutas de nuestro cinema.

3

florSa PARA


Ruby Kreler en una escena de la sugestiva producción Warner Bros «(Usino de París», correspondiente al material de la próxima temporada

EN VERANO DEFIENDE SU CUTIS-EN VERANO FOMENTE SU BELLEZA, LECHE

AGUA

DE ISLANDIA

SUPER ESMALTE de Pétalos de rosas de Vasconcel S u p e r Esmalte d e V a s c o n c e l es el p r o d u c -

EL S U S T I T U T O DEL JABÓN P a r a l a l i m p i e z a d e l cutis Bt l» cipcciilldad higiénica ««tandard' ladUpcoMblc i tmb o * tczos para clectoar la Itmplna del cnlli « n loa incoavcsientes dtl tabón. R e c o m e n d a d a t l o * « s p n r l m e n » y « a r a l a v i d a al a i r e U b r e ; protege la piel del aire faene r de las qacmadurai del sol. (aTorcdtndo qac su tonalidad •ea oalfornie y sin rojeces. E s cl p r e d a c i o mát p e r f e c t o p a r a q a l l a r e a a l q a l c r c l a s e «t c o l o r e t e y de • l a a q a l M a c e * . Adoptar U LECHE D E I S U N D I A D E V A S C O N C E L para la Umpltia del roslro, es ascgnrarse nn cntis sano T perfecto, cíenlo de toda Irritación. M O D O DE E M P L E O : Viértase an poco de esta Leche sobre una toalla humedecida en agua j efectúe la Umpicia del roslro. aclarando después con agna, de preferencia templada. Se pntdt emplear u n t a s reces al dia como sea p i e d s o para limpiarse, sin perjnlc.o para el cntis, lo qne no seria asi con el me|OT Jabón. Aplicada puta sobre las manos, las saaviza notablemente: evita y cnra los sabafioncs y las grietas. Como protección y para suaviiar la piel del rostro y de (as manos, extender uc poco de Leche de Islandia pura con nn troto dt algodón hidrófilo. F r a s c o * practicón para vla|e, a • y t Ptas.

to definitivo p o r o ef cutis femenino; es e ( q u e mejor c o n v i e n e p a r a el c a m p o y l o vido d e portivo. C u b r e más q u e nuestro tan o p r e c i o d a Leche d e PAtalos d e Rosos; formo uno c o p a invisible q u e p r o t e g e la piel contro

los

r o y o s d e l sol, e v i t a n d o q u e s o l g o n los p e c a s y los monchos, q u e d e s i g u a l a n la unifor-

AL L I M Ó N

para cutis nsy | r a s l n l o i

CREMA A LA NARANJA para culis inrmales y frasiantss

CREMA A U MANDARINA para c«Us secos y i»ay M l c a i s * Estas o c m a s de Vasconcel son elaboradas ea frió por un espedal pfocedimienlo. con el ob)eto de tstablliiar ta forma activa las rltaminas y demás tiemcnlos contenidos es estas frutas, qut son ntccsaclos para Is perfección de ta piel. Son los preparados m i s adecuados y perfectos para elecinar el másale cotidiano del roatro, al á l a m o tiempo que la limpien del cutis. Botes a • y l « P t a t . ( T i m b r e apnrtel

BRONCEAR

de Vasconcel Este p r o d u c t o b r o n c e o l a p i « l en el acto y en lo tonal i d a d q u e se d e s e a . Su fijeza e i lo mayor q u e l e p u e d e conseguir t r a i ó n d o s e d e un p r e p a r a d o vegO' ral q u e r o solamente es inofensivo, sino q u e f a v o r e c e lo íersuro de la piel. El A G U A PARA B H O N C E A R DE VASC O N C E l l e h o c e en tres lonosi

SUPE SEVE Vasconcel

perfecto LAS

S u p e r Esmalte a r m o n i z o lo d i f e r e n c i o

de

c o l o r d e l cuello, b r o z o s y monos, con el

de

Es la mayor perfección que st putdc obtener para este Conviene a (osproducto. La S U P E R S E V E tiene todas las virtudes de la S E V E V J I S C O N C E L , pndlendo a d t m i s produdr, sl se quieN . * 2 B R O N C E C O B R I Z O . Conviene a lat re, el efecto de engrosar m i a las p c s u i a s , hadcndo rarlas pieles morenas para obtener un tono tostado tpUcadooes sucesivas.y La pastiUa de S l I P E R - S E V E es csasimpólico de fin de temporada veraniega. drada y casi el doble que la « S E V E » ; va dentro de na cósaoN . * 1 M O R E N O BRONCE. pieles blancas o poco morenos

N . * 3 B R O N C E ORIENTAL. Conviene o tes pieles bostonfe morenas p a r a oceniuor más su bronceado rojizo

sin reñefo

F r u c M a Ptai. 4,SQ y 8

l a c o r o ; fu* uno d e los motivos p o r lo q u e en Hollywood e s

o d o p t o d o p o r los «stors» y

d e m á s artistas d e lo p a n t a l l a .

do estuche con un amplio espefo. U c e a « llllo de cerda especial de d a a e eitra.

f r a n c e s e s , hemos

N O

SUPER-SEVE PICA N I ESCUECE absolutamente nada LOS DIOS

peinedto y cepi-

Se liacc ca aegro, castako y azal L a

caja,

Ptas.

8

AROMATHAL 100 p o r 100

C o n l o veriftcoción d e ortístos y directores d e e s c e n a

PESTAÑAS

' negro — cashaño — azul

m i d o d d e lo tez.

obtenido

matices q u e hoy son i n d i s p e n s a b l e s p o r o filmar b a j o ta l u / ortinciol d e los p r o y e c t o r e s ; tal son nuestro gris luminoso y m o r o d o

DESODORANTE PODEROSO

noc-

tu'^no, q u e otenúon lo d u r e z a d e los s o m b r a s y suovizon los contornos, d o n d o d i a f a n i d a d ol rostro, cuello, b r o z o s y manos.

CREMA

PARA

S u p e r Esmalte, b i e n lejos d e tener inconvenientes p o r o to l o z o n í o p e r m o n e n t e d e l cutis, f a v o r e c e lo piel y lucho contra lo morchitez y l o s o r r u g o s ; p o r e s o , \a r e c o m e r . d o mos p o r o el d í a o los p e r s o n a s q u e practic a n p o r lo n o c h e et trotomiento Virginia contra los o r r u g o s . Tombién influye a normolizar los cutis sec o s o grosientos. Es, p o r consiguiente, muy conveniente e m p l e a r , según su p r o p i o c o s o , et Super Esmolte p o r o cutis s e c o o p o r o cu-

A R O M A T H A l 100 p o r 100 os un d e í o d o ' o n l o nuevo, es a r o m d i i c o y actúa progresivamente. Suprime el sudor en la parte del cuerpo o dond e s e a p l i c o , transform a n d o e l o l o r d e los axilas I s o b o c o s l u otros en una e m a n a c i ó n o g r o d a b l e y personol. evoc o d o r o d e r e f l n o d a Higiene. A R O M A T H A l 100 p o r 100 e i muy c o n c e n t r a d o , s i e n d o suficiente la a p l i c a c i ó n con los d e d o s d e unos g o t a s c a d a d i o en l a p a r t e i n t e r e s a d a . N o irrita obsolutomente la piel ni q u e m a l a r o p o .

tis grosiento

Frasco a 8 y 12 Ptas. (Timbre aparte)

Frascos a PUs. 3,75 y S,7S (Tiitibre aparte)

Colorete e n EL

R O J O

AMYRIA p o l v o P E

R F E C T O

N o habiendo sido posible conseguir hscer polvos compactos qae no tengan ningún InconTcniente para cl cntis, sobre todo teniendo en cuenta que se ponen tantas teces al dia. hemos soludonado cl caso creando e s u calila inicrtiblc, que tiene todo lo práctico de los compartos y permite usar a discredón asestro ciqnlsito y completamente inofensivo R0|0 E N P O L V O A M Y R I A , cayos colores armonizan dcli d o s i a M a t e coa lodos los toaos de tes. M.* t N.* 2 N.' J

ROUGE ROSE ¡ GRENAT AMAPOLA

M.< 4 N.* 5 N.* 6

MANDARINA ROUGE BRULE B R O N C E CUIVRE

La caja elesaiite para boltillo, Ptat. S,M (Timbre aparte)


n p mm de arte

L'na proyiiiita: ¿O»"' liare fl Consejo Xneiuiial de Ciuenialoyruíía? Otra preijuiita: ¿Y la Cámara Sindieal? Y otra, ptir último: ¿De veras les interesa a los productores y distribuidores t|ue se exima de impuestos al eineiiia espailol? Lo pregunto porque, hasta ahora, los únieos que, al parecer, nos preocupamos de ello somos los que no fíguramtts en ningún Consejo ni Cámara, ni prt>ducimos ni «listribuímos películas. Y, francamente, esto de ser más papistas que el papa es una gaita.

Hay que alternar, señores míos, y que la gaita sea para todos. ¿.\o les parece? A ver si entre todos hacemos algo que luzca. Por ejemplo, comprarle esa trompetilla de que hablábamos en nuestro número anterior al señor ministro. Sería un acto solemne y memorable. Todo antes que la pasividad, señores. La justicia padece violencia, y hay que conseguirla u fuerza de eutusiasiuo.

Estimo que debe eximirse de impuestos a la protlucción nacional, e incluso, aunque no sea más que por reciprocidad, llegar a la protoíción franca y decidida, segiin se ha hecho en otros países. Y creo también de justicia que al doblaje, que da trabajo en España y es (¡ausa de un movimiento de capital considerable, se le distinga de la producción cinematográfica e.xtranjera. Porque el doblaje de películas en español, que es, sin duda, ct)nsecuencia de la super i o r i d a d en procedimientos cinematográficos de o t r o s países, no merece, ciertamente, la d&spiadada ceasura de que hasta la fecha estk siendo víctima en el nuestro. Y a sabemos que esa censura ha sido motivada principalmente por las mismas í^asas i)roductoras extranjeras a quienes interesaba, naturalmente, la difusión de sus película*! originales, sino en la misma forma en (pie las «editan»—{X)rque esto no es posilile sin conocer el idiom a de ellos—, al menos con los stxjorridos, pero y a fraca.«iados subtítulos. ¡I^ástimaque la enei^ia, el tiempo y el dinero invertidos e n hacer fracasar los doblajes no hayan sido empleados en perfeccionarlos! Porque el doblaje e», con relación a una película, casi lo (¡ue tíS la traducción con relación a un lil)ro, y é.sta, como aquél, puede ser buena o mala, pero debe y puede ser buena. Y o creo que en el cine se impone ai'in más esta «traducción», porque al fin y al cabo nuestra producción literaria, comparada IMU la d e otros países, no acusa ese desnivel y ese atraso que sin duda hemos d e reconocer, aun<iue sólo fuera técnicamente, en nuestro cinema, comparado con el d e otraa naciones. Eis muy satisfactoria y merece alabanza la labor comenzada, ccm vistas a mejores filies, en nuestra prtMlucción nacional, y será aún de resultados más halagüeños cu»mdo se llegue a comprender lo que para estas empresas significa la palabra «organización» y so practiíjue. Pero en todo tiempo, y ha<t;i que alguna otra innovaíñón varíe el curso I L R las cosas, el doblaje será precLsn • o para contrarrestar sus , ., 11 1 . 1 . - , hacerlo escrupulosa y

« A pesar de tus desprecios y tus olvidos, y o he trabajado para ti, en cuanto a prestigio nacional y a enriquecimiento deí Tesoro; cuando algo hiciste, como en ese famoso Consejo de Cinematografía, atendiste con más afán a satisfacer tus compromisos burocráticos, que a procurar mi propio bien. Soy más generoso que tú, y , por serlo, te exijo que me redimas de trabas y gabelas para servirte mejor. Mira lo que ocurre en Inglaterra, en Italia, en Francia: el Estado, que favorece al cine nacional, se beneficia a sí misma. Cuando hacer peliculas sea en E^>aña empresa más barata de lo que loy es, se harán muchas más películas, con lo cual ganarais tú más que y o . » Así debe hablar el cine español al Estado: exigiendo, imponiendo su autoridad, ganada con tantos esfuerzos. Y si el Estado sigue sordo, será cosa de ir pensando en la emigración. Porque el moment o es decisivo.

«dignamente». Por muchas películas que produzca España, interesará siempre conocer una buena «traducción» de una buena producción extranjera. F. Moré de la Torre, Director artístico de Fono-España ¿Protección al cinema nacional? Con que se le hiciera justicia tendríamos bastante. Y la justicia consiste, sencillamente, en considerarlo como arte. Un arte que, además de crear belleza, fomenta la cultura del país y estimula su economía. Y si realiza e s t o s tres fines, ¿por qué se le persigue con impuestos? D e clarar benemérita la tu;tividad cinematográfica s e r í a más razonable. Pero c(;nsiderar el cine, según viene haciéndose en España, como fuente de imposición exclusivamente, es un criterio mezquino, torpe y contraproducente; criterio de recaudador y no de estadista. Grpqorio Martínez

Sierra

I I U I M ) un tiempo en que la protección del Estado pudo beneficiar extraordinariamente la producción cinematt»gráfica española P e r o nada hizo el E.stddo, y los productores tuvieron (pie valerse par sí mismos en todos los casos. 1 fuérfano de ampa-

mgmtmmitifismmm "

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oficiales, el nacitmal ima

^Wm e s h o y "ll^

^''^^ v i v a y creciente que el público alienta con entusiasmo. [)ara su m a y o r g l o r i a Tal vez h a y a sido mejor que así ocurriera; d e ' esta suerte, el cine, creado y desarrollado ante la indiferencia— cuando no la resistencia—de las esferas gubernamentales, en las que a este respecto nada tienen que e<-harse en cara Repiiblit^a y Monarquía, dispone hoy de toda la autoridatl ne<íesaria para enfrentarse con el Estíulo V decirle-

Hfcfc^

\

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\.

Carlos

Fernández

Cuenca.

Si y o , como dibujante, hubiese de sintetizar e n unos « m o n o s » e l problema del cine español frente a 1 Estado, lo expresaría c o n u n a figurilla d e celuloide, dirigiendo u n discurso a un muro de ladrillo refractario. Y pondría c o m o p i e del dibujo: « N o te canses; el ladrillo no tiene orejas.» Enrique Herreros, Jefe de l'uhlindnd de Filmófono. ¿Impuestos iil ciiuina nacional? N o . Primero, porque no lo creemos justo, y s ^ u n d o , |X)rque es darle ima categoría que no tiene; es como si a los niños que empiezan a andar les obligara la Hacienda a pt^ar una cédula de circulación. ¿ A y u d a oficial? T a m p o c o . N o , no; seria aun jieor. I J O mejor que el Estado f)odia hacer por el cinema, creo que atm no se ha dicho. T o d o s sabemos bien que dentro de nuestros Estudios la falta de auténticos valores cinematográficos es notoria, y que, en cambio, una juventud preparada, con verdaflero temperament o artístico, que siente el cinema

I..

p o r q u e ha nacido con él, s u a r d a la ocasión para demostrar cómo Hispana t i e n e u n porvenir grandioso en la cinematografía, mundial. Esta sería la gran obra del E s t a d o : crear para estos j ó venes concursos donde pudieran demostrar sus aptit u d e s ; crear una gran cineniatec.i y también una filmoteca, para que los amantes del cinema puedan estudiar, al mismo tiempo que la vanguardia, la interesante y valiosa antología de los grandes realizadores del cinema mude. Este es mi criterio: ni carga ni tampoco a p o y o a los que tienen las riendas de nuestra jiroducción. Porque, cargándole de impuestos, atiabarán con nuestra pobre cinematografía enseguida, y tampoco apoyo, portpie si pieri en el poco estímulo que ahora ienen, ¿adonde llegaremos?... Carrax'-o fifi la Rubia. V'oto por la e.xciu ion ab.soluta de impuestos al cinema español. PJQ todas las naciones civilizaílas .se considera al cinema como lo que es: un instrumento de t!ultura d e un exponente de arte. Por eso, en dichas naciones, lejos de perseguir 1 a industria nacional del c i n e m a con impuestos, s e la protege. Porque misión del Estado es difundir la c u l t u r a y el arte. S o n tan elementales estas razones, que parece innecesatio exponerlas. S i n embargo, aquí en España hay ijue repetirlas una y otra vez hasta que se enteren nuestros gobernantes. Cerca de un año lleva ( ^ N K O U A M A S iasi.stiendo en ellas, y , según van las cosas, tendrá que seguir un siglo, si espera que se h.iga justicia a nuestra cinematografía. Ka liunentable. Somos la eterna excepción. Jo.<ié Planas, de Columbia F'f">^


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mcüí.

I

o normal seria que el J e m p r e s a r i o de cine aceptara t o d o buen film y rechazase t o d o film malo. P e r o no ocurre asi, y a la v e z que envejecen en los armarios de los distribuidores muchas peliculas de mérito, a las que no se concede categoría comercial, ha de sufrirse la presencia en la pantalla d e engendros a los que es el público y no el empresario quien califica definitivamente como faltos d e la más remota posibilidad de negocio. Tres años estuvo en Madrid hasta lograr su estreno en hunúlde local de barriada una cinta excelente, como es El doctor Arrowgmiih, dirigida por John Ford e interpretada por Ronald Colman y Helén l í a y e s ; dos años lleva en España, aguardando la mano amiga que la saque a luz, otra obra de extraordinario interés: El emperador Jones, film interpretado p o r negros; y más tiempo aún and u v o perdida la magnifica producción de W i l l i a m W y ler, Santos del infierno, que loe buenos aficionados han conocido—como El emperador Jones—gracias al cinechib d d Grupo de Escritores Cinematográficos Independientes. ¿ Q o é pasó con L a patión y la muerte de Juana de Arco* L o s miembros de la Sociedad de Cursos y Conferencias tuvieron ocasión de conocer esa película excepcional en una exhibición memorable celebrada en el entonces T e a t r o de la Princesa—hoy de María Guerrero—, en la tarde del viernes 14 de Diciembre de 1928, con una disertación preliminar de madame Jeán V í c tor H u g o , esposa del decorador del film. Salvo unas contadas invitaciones que se repartieron, nadie, a[)arte de los socios de la entidad, pudo asistir a la sesión. Y la cinta quedó inédita p a r a l a inmensa mayoría de los aficionados al cine, puesto que desde entonces, si no yerra nuestra memoria, no v o l v i ó a proyectarse, por l o m e nos en Madrid, pese a haber sido adquirida por una organización distribuidora. Y ¡qué sorprendente, qué maravillosa pelicula es La pasión y la muerte de Juana de Arco, verdadera j o y a del cine mudo, inolvidable para cuantos tuvimos la suerte de a<lmirarla!

Jimna, a n t e -ÍIIÍ j u e c e s

JuHiia. a l . - r r o n / i i . l a t.ajo lu a i n c n a / a d f u n o

-ii. j i i . - c -

j u e c e s de J u a n a cae a los p i e s d e ésta c x i l u n i i i i i d o :

iinplacal)!,-.

;l'iii r a nii, es u n a s a m a : » . . . !

B e m a r d Shaw, al escribir su Santa Juana j, sobre todo, el magnífico estudio que la sirve de prólogo en la edición impresa, hizo renacer en el mundo entero, y particularmente en Francia, el examen y la revisión de la tan desventurada como g l o riosa historia de la virgen de Orleans. Humanidad, realidad, ternura: adolescencia tímida y a la v e z exaltada. N o debe olvidarse que Juana murió a los diez y nueve años de edad, después de uno entero de proceso y de prisión, y que su espíritu era de una sensibilidad primitiva. Entendiendo así—con absoluta justeza—la psicología de la heroína milagrosa, se hicieren e n Francia d o s films el año 1928: La merveHleuseviede Jeanne d'Arc y La passion et la mort de Jeanne d'Arc. F\ primero, con escenario de JeAn Joseph F'rappa y dirigido por Marco de Gastyne, es ima notabilísima reconstitución hi.sttirica de la v i d a de aquella divina mártir del o d i o inglés.. El segundo, que .se limita a la parte del proceso—su prim i t i v o título era ese simplemente: IJC proces de Jeanne d'.^rtr—constituye tmo de los más altos documentos d e humanidad y de belleza que del»emos a la cinematografia. Es, como ha dicho Jeán Cocteau, «un documental de una época en la que el reportaje no ex istia». Quedaba muy atrás la v i e j a interpretación grandilocuente que de la figura de Juana hiciera en el celuloide Cecil B . de Mille; el antiguo film americano pretendía ser ejxjpeya; pero la cinta francesa d e Cari T h . D r e y e r era simplemente poesía lírica. El guión—debido a la c o laboración del realizador c o n Joseph Delteil, autor d e una emocionante biografía de Juana—está extraído de la fuente más fidedigna en que se puede beber: el auténtico proceso de la doncella extraordinaria, |)roceso que se conserva en la biblioteca de la Cámara de los Diputa dos de París. Exceptuando las preguntas de los jueces acerca de la existencia de las voces divi ñas escuchatiius i)i)r Juana, no hay e n el film ninguna otra alusión a hechos p.».< ! dos. E n realidad, quien n.


conociera los antecedentes históricos, difícilmente i>odría comprender en virtud de qué razones una pobre muchacha se enfrentó con un severo tribunal eclesiástico. L a misma y decisiva influencia de los ingleses—responsables efectivos del martirio de la elegida de Dios^—apenas si se sugiere por algima brevísima intervención. U n continuo diálogo entre todcs y cada uno de los jueces, singularmente el obispo Cauchan y , el padre Loyseleur, forma la acción, un poco monótona, de la cinta. P e r o a quien correspondió en primer lugar el mérito de la obra fué al realizador. Cari T h . Dreyer, experto cineasta danés, en cuyo haber conta ba y a , entre otras, la mag nífica cinta Du skal are din Hústtñ (El tmo de la casa ) , que se caracteriza por una intencionada sencillez, reveladora de fuerte personalidad novísima y dueña d e todos 1 o 3 procedimientos. Posteriormente, Dreyer hizo Vampyr, curiosísima historia de alucinación y de terror, en Is que alardeó de una técnipa de amplios vuelos. P a r a su film de Juana de A r c o , Dreyer supo ante t o d o rodearse de colaboradores valiosos: Pierre Champion, encargado del control histérico; los operadores K o t t u l a y Rudolph Mathé; los ayadantes H o l m y doctor Martof; los decoradores Jeán Víctor H u g o y Hermann W a r m , y los magníficos artistas mademoiselle Falconetti—única estrella femenina que aparece en el film—, Sylvain, M a u r i c e Schutz, Paul Jorge, Jeán d ' Y d , M i chel Simón, Antonin A r taud...

ñas o de escasos muebles, se inspiraron para su construcción en miniaturas del siglo XIV, que Jeán Víctor H u g o —nieto del novelista glorioso—supo imitar c o n rara fortuna P e r o de ellos se v e «lo menos posible», porque era preciso, según Dreyer, «que el público s e p a que existen, pero no hasta el punto de que distraiga su atención». Y la desnudez de los muras, la carencia de detalles accesorios, permitió que resaltase perpetuamente la importancia del juego fisonómico. L a prisión de Juana en el casti lo de Rouen, la capilla en que los jueces se esforzaban en condenar a la mártir, la sala de tortura cuya sobriedad se quiebra por la presencia obsesionante de algunos terribles aparatos de dolor, la cámara de los guardianes, etc., son decorados que pasarán a la historia de la cinematog r a f í a Sólo dos exteriores hay en el film: el cementerio de Saint Ouen y la plaza del Mercado Viejo, de Rouen, en que se alzó la hoguera para quemar a Juana. Realizados en el pueblecillo de Clamart, que llenaba los deseos del director, se armonizan perfectamente con el resto «le la obra, logrando su m á x i m a eficacia

L a s tijeras, n i a i i f j a d a s p o r un Trnilc. r o r l a i i a r a p e los rabt-lios d e Juana

L a técnica directiva de Cari T h . Dreyer en este film se caracterizó por cuat r o aspectos principales: la importancia del primer plano, la supresión del maquillaje, la estilización de los decorados y la movilidad de la cámara. Pudiera decirse que el film integro está realizado en primeros planos; apenas si hay dt»s o tres rapidísimas ocasiones en las que aparezca una vista de conjimto. L a abundancia del diálogo, cons ^ n i d o casi exclusivamente gracias al juego fisonóraico d e los intérpretes, lo que permite un p a r v o empleo de rótulos^—no se olvide qne la cinta era muda—, ayuda en gran medida la teoría de los primeros planos. P e r o por la misma abunL a a s o n í a d e Juana dancia de primeros planos y escasez de rótulos explicativ o s , Dreyer había de luchar con ese gran enem i g o del realismo fisonómico que es el maquillaje. Y convencido de que la luz de mercurio y la película pancromática po<lían evitar su uso, acometió la audacia de suprimirlo totalmente. «El maquillaje—ha dicho el gran realizador— desdibuja la finura de ciertas expresiones. ¡ Y es preci.so acercarse lo más posible a la vida!» Y

de A r c o en el film «le ( a r l T h . I)re\<>r; un |)rud¡!;io d<

ayudado por tma fotografía maravillosa, que ni un sólo momento piertle su im])resiontuíte claridad y nitidez, la falta del ma«iuillaje acrecienta el valor interpretativo. P o r lo que a los decorados respecta, la estilización llegaba a ideales regiones insospechables. D e im tono claro y uniforme. t°rribi<ímente sobrios, indicado su uso por la presenciando YJ^^^'

L a movilidad de la cámara de t o m a de vistas da un hondo realismo al conjunto del film. Algunas veces, sin embaído, llegó a producir cierta confusión, y también puede decirse que hay ángulos de audacia innecesaria. Ttxlo estaba previsto c o n exactitud de get'metra; pero tanta geometría resta emoción a varios pasajes de la cinta, si bien logra romper la monotonía de los largos diálogos. P e r o por cada error hay docenas de aciertos que los compensan de s o b r a L a novedad de la inmensa mayoria de los planos, tanto en los fijos, desnivelados violentamente, como en l o s de movimiento, es indiscutible y está henchida de belleza y de ritmo. MadenK»iselle F a l c o n e t t i aupo ca{>tar la psicología de Juana, su humanidad y su santidad. Sacrificimdo su belleza, se nos apareció la actriz en la pantalla como una m o z a ruda, ii^enua, femenina y varonil al mismo tiempo, llena de terrores y de s ^ u r i d a d , y sucumbiendo gloriosamente. Sin duda, al encamar su difícil papel hubo de sufrir auténticas angustias.

Obra eminentemente realista^—con crudezas como i a > calaveras del cementerio o como la sangría a Juana—, se aroma con un dulce y bellísimo aire simbólico. Y místico también. • • Eso era—reseña retrospectiva—La pasión y la muerte de Juana de Arco, el film prodigioso. CARLOS DE MADRID



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20

Biblíolrea de

CÍMgm/naA do a correr escaleras abajo. Pero Dick, en el momento que se fueron a aproximar a él, dio otro atrevido salto sobre una mesa y volvió a escapárseles. Durante más de veinte veces consecutivas volvieron a repetirse estas frenéticas persecuciones de los gangsters y las fugas de Dick Barlett. Hasta que, cansados aquéllos de este inútil trabajo, decidieron dividirse en tres o cuatro grupos, cada uno de los cuales debía situarse en un extremo del castillo. Dick, escondido tras una puerta, tras un mueble o al amparo de una vieja armadura, esperaba pacientemente a que se pusieran a su alcance. Y entonces cala sobre ellos en frenética tromba, arrojando a unos sobre el .suelo, haciendo huir a otros a pasos precipitados y poniendo siempre en el rostro de todos una serie de bien encajados puñetsizos que les inutilizaban momentáneamente para la lucha. Pero ni este coraje ni este ardor extraordinariamente desplegado por Dick permitían creer en su triunfo final. Tarde o temprano, era lógico que Bartlett sucumbiese a la superioridad de sus enemigos. Pero, ahora como siempre, el azar vino en su auxilio, pues en un momento de descanso de su lucha descomunal apareció N e d d a junto a él, llevándoselo hasta un rincón solitario. Dick Bartlett, después de la forma cómo habia sido recibido por la tarde por esta mujer, no dudaba ni por un momento que también ella pertenecía a la siniestra banda de los gangsters, ni que obrase en nombre de sus enemigos. Pero como no era cosa de recibir a una mujer a golpe limpio, ante eUa no tuvo más remedio que iniciar un fino ataque irónico, preguntándole de una manera hiriente: — ¿ Y qué? ¿Está todavía descompuesto su teléfono?—Y como Nedtl;. contestara a esta pregunta con una sonrisa, añadió:—Me parece que debería usted hacer una reclamación urgente. L a sonrisa de N e d d a se convirtió entonces en un gesto de absoluta seriedad, para decir: — A q u í nadie reclama nunca nada. Pero, pero venga usted conmigo, haga el favor. Dick, obedeciendo a este tono de voz autoritario —aunque de un autoritarismo que no parecía acusar ninguna hostilidad—, siguió a N e d d a hasta un pequeño saloncito, donde ella, una vez que estuvieron dentro, cerró la puerta con llave. Ahora bien; las cosas no son siempre lo que parecen. Dick habla tomado a esta mujer por una posible enemiga; pero, muy al contrario, lo que sucedía era que ella se había enamorado de la simpatía y prestancia física de Dick. Y así, con el bello impudor de las mujeres que aman y que, prontas a hacer el don magnífico de sí mismas, no piensan jamás en que el hombre amado pueda vibrar de pasión al mismo tiempo p<jr otra, Nedda, al quedar a solas en el cuarto con Dick, se arrojó en sus brazos temblorosa y apasionadamente, sin pronunciar una sola palabra. Con la mayor naturalidad hubiera dicho: «mt Dick», tal como si, en efecto, Dick fuera el hombre destinado para ella; con la mayor naturalidad también se habría entregado a él; pero, como fácilmente se comprenderá, Bartlett tenía en este instante otras preocupaciones más profundas: en el piso inferior y la búsqueda de los gangsters continuaba implacablemente, bien lejos de suponer que el hombre a quien buscaban se encontraba en un magnífico salón cerrado con llave. Pero precisamente por encontrarse prisionero aquí

DIEZ

CO XT n A

Sí; mejor hubiera sido para el propietario y los habitantes del castillo que Dick Bartlett no hubiera entrado jamás en él. Pero se dio la circunstancia de que este molesto visitante entrara poco tiempo después, gracias al concurso inconsciente que le proporcionó un viejo fontanero—medio ebrio y atontado—, que venía a hacer una urgente reparación en el interior de la casona. Escondido entre los árboles, Dick habla visto llegar a este hombre, canturreando y haciendo graciosas eses sobre el camino, llamar a la puerta del castillo y entrar y salir después varias veces, sin duda para buscar alguna herramienta en el garaje o simplemente por ignorar lo que hacía. El caso es que estos detalles no pasaron inadvertidos para Dick y, audaz hasta el extremo, decidió aprovecharse de ellos inmediatamente. En una de las salidas efectuadas por el viejo fontanero se aproximó a él de puntillas, le siguió hasta la puerta y, pegándose casi a sus esp>aldas, fué deslizándose sin hacer el menor ruido detrás de él hasta las habitaciones interiore». Ix) más difícil, que era entrar, ya estaba conseguido. Pero a esta hora—laa diez de la noche—la clínica estaba iluminada por multitud de bombillas eléctricas, y esta circunstancia obligó al desorientado B a r tlett .. tomar infinitiis precauciones para subir las escaleras, deslizarse a través de los salones, escurrirse por los pasillos y esconderse en los rincones sin ser

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visto de nadie. I b a decidido a todo: a «narcotizar» de un fuerte puñetazo en la mandíbula al primero que encontrara; a tirar por una ventana a cualquier servidor que intentase dar un grito; a luchar, en fin, con toda decisión como fuese y contra quien fuese. Pero, \ felizmente, en el ca.stillo parecía no e.\istir un alma viviente, y, por tanto, no tuvo necesidad ni de atacar ni de defenderse. Mas su mismo estado de inseguridad, la situación en que se encontraba, unidas a las emociones y fatigas de todo un día empleado en la ixsrsecución de lo» bandidos, hicieron nacer ahora en su espíritu unas momentáneas alucinaciones que, contra su voluntad, le llenaron de terror. Escondido en un rincón obscuro del piso alto, le parecía oír unas veces pasos cautelosos; otras, ruidos rarísimos y conversaciones en voz baja de procedencia desconocida. Y cuando después de fijar bien su atención se convencía de que tales ruidos, pasos y bisbíseos eran tan sólo una simple invención de su mente alucinada, sentía, de pronto, que una mano siniestra se posaba de improviso sobre sus hombros, haciéndole volverse rápidamente como para intentar una defensa desesperada; pero entonces Dick venía a comprender que lo mismo esta mano espectral que aquellos ruidos misteriosos eran puras fantasías. «¡Estoy completamente solol ¿Qué tontería» son las que me pasan hoy?», pensaba para tranquilizarse.


ltililío(<>cu de

Pero a los pocos momentos volvía a ver cómo un —Sí, yo soy. ¿Pero y usted? ¿Quién es usted? tablón se incorporaba sobre sí mismo y avanzaba haA Dick Bartlett le era difícil justificar su personacia él; cómo las figuras de un cuadro pintado al óleo lidad en tales momentos, y a que Ruth D a l e sólo le cobraban vida, se animaban, le hacían visajes aterraconocía de vista, y con el objeto de darse a conocer dores, o bien cómo una vieja armadura, en la cual se con el mínimo de palabras a la secuestrada, explicó: hubiese metido de pronto una persona, levantaba la — Y o soy Dick Bartlett. Bueno; su compañero de mohosa espada e intentaba atrevesarle con ella el peviaje, ¿se acuerda usted?, que viene a salvarla. cho de parte a parte. ¡Cómo se reprochó ahora a sí misma Ruth Dale la —¡'"iebre. Esto es fiebre—se dijo a sí mismo Dick desconfianza y la hostilidad con que había recibido Bartlett. aquella mañana a este hombre, lo mismo en la estaU n hombre como él hubiera deseado mil veces más ción de Ben Canyón que en el tren! Los acontecimienuna lucha desesperada con los gangsters que estos motos venían a demostrarle ahora cuan equivocada hamentos de nervosismo por los que actualmente establa estado al confundir a este esforzado joven, que veb a pasando. £ 1 terror de ser descubierto, de ser sornía a salvarla a través de todos los peligros, con uno de prendido en aquel sitio de improviso, atenaceaba su aquellos repelentes gangsters que, pocas horas antes, espíritu. Y a este miedo vago e impreciso él hubiera la habían encerrado aquí. preferido un peligro mucho más real: el peligro de enRuth no podía expresar en este momento toda la contrarse con unos auténticos rostros humanos, con alegría y toda la gratitud que sentía brotar en su peunos auténticos puños humanos que no tuvieran nada cho hacia el intrépido joven. Su situación, además, no de fantasmas inasibles. consentía tampoco una pérdida de tiempo dedicada A las once de la noche, Dick tuvo un pequeño moa vanas palabrerías. Y asi, se limitó a decir simplemento de esperanza. Sin moverse de su sitio, creyó mente: percibir a lo lejos unos débiles gemidos, mezclados con —Estoy prisionera. unos sollozos lastimeros. ¿Qué significaba esto? ¿Era — Y a lo sé—respondió Dick—; pero, sin duda, no también todo ello una alucinsición más? esperaban mi visita, porque la llave está en la cerraAguzó el oído para cerciorarse mejor, y... no; esta dura. Y usted, ¿está sola? vez estaba stgurt) de que no eran alucinaciones pro—Sí; entre usted. ducidas por su estado de nervosismo. Los gemidos y Dick Bartlett, como es de suponer, lo hizo inmedialos sollozos eran auténticos. tamente, no sin pensar que en otra-i circunstancias Inmediatamente Dick se puso a buscar el origen Ruth no lo hubiera recibido así a tales horas; pero los y la procedencia de aquellos ruidos que le llenaban momentos no eran para dedicarlos a vanas cortesías de esperanza, ya que ellos venían a demostrarle que de salón. no estaba equivocado en su suposición de que Ruth Se sintieron felices al volverse a ver de nuevo. Dale estaba secuestrada por los gangsters en este caDick, porque esto le confiímaba en el profundo afecserón. to que había concebido por Ruth. Ruth, j)orque, j u z Y firme ya en esta creencia, se decidió a abandogando ahora a Bcrtlett con absoluta justicia, comnar su escondite. lientamente, conteniendo su respiprendía todo lo que de heroico y de prometedor reveración y pisando con la mayor suavidad posible, emlaba este audaz acto suyo de venir a salvarla hasta pezó a descender los obscuros escalones, a cruzar un aquí. pasillo que, en estas circunstancias, le pareció a Dick En breves palabras, se contaron respectivamente su interminable. Se detuvo de pronto p)ara determinar aventura. Pero, de pronto, Bartlett, que había oído otra vez la procedencia de los sollozos, y pegando su un ruido sospechoso, le hizo callar con un gesto: oído a las paredes, pudo comprobar que salían de una —¡Sisss! Cállese usted. ¿No ha oído? Creo que v a habitación instalada en la planta baja. a ser preciso que me marche enseguida. Deslizándose como un fantasma, descendió una Pero esto resultaba más fácil de decir que de reanueva escalera, tanteó en la obscuridad varias puerlizar. Con todo, era necesario intentarlo, y Bartlett, tcis y al fin creyó encontrar la que correspondía al cuarhombre de gran viveza mental y decidido hasta el exto de donde procedían los gemidos. Dick sudaba; su tremo, confeccionó inmediatamente un plaut de fuga corazón latía frenéticamente; estaba en el grado más que les diese las mayores probabilidades de éxito. . álgido de su excitación nerviosa. Pero, haciendo un I b a a exponérselo inmediatamente a bU compañeesfuerzo desesperado, intentó serenarse y reflexionar. ra, cuando ésta, volviendo la cara por casualidad ha—Bien—se dijo a sí mismo—; ya he llegado hasta cia otro lado de la habitación, dio un grito teirorifico. aquí. Ruth está al otro lado de esa puerta, esto es inDick se volvió inmediatamente, y entonces pudo ver dudable; ¿pero de qué modo jxxlré yo valerme para !o que sucedía: un hombre viejo, con ojos de terrible hacerle conocer mi presencia aquí sin llamar la aten fijeza, avanzaba hacia ellos. E r a Juan, el jardinero del ción de la banda de ga.ngslers que la custodian? De tocastillo, el ex leñador a quien el doctor Frank había dos modos, es necesario decidirse. arrebatado la memoria y que vivía, desde entonces, Y sin dudar un minuto más, llamó suavemente a la en plena locura. puerta, haciendo siempre el mismo ruido para que N i en sus gestos ni en sus palabras había nada de la secuestrada acabase por comprender que se traamenazador; pero lo que de iireal, de espectral, de taba de una señal convenida alucinante había en su figura y en su modo de andar, Y , en efecto, a los pocos instantes una voz vagorolo mismo que un hipnotizado, y, sobre todo, la escasa, en la que se reflejaba al mismo tiempo una terrible lofriante expresión que había en sus ojos, se parecían angustia y una esperanzada alegría, preguntó desde mucho a una terrible amenaza. dentro: Instintivamente, Ruth se refugió en el pecho de —¿Quién es? Dick, se abrazó a su cuello, hasta el extremo de que — ¿ N o es US ed Miss Ruth Dale?—preguntó, taméste sintió, sobre su cuerpo, el agitado temblor del bién en ^^oz^b^^DjckBaxÜ^^^ c u e i ^ adorable de Ruth, Pero el viejo Juan seguía

DIEZ

COXTRA

avanzando, avanzando, y, en plena inconsciencia, se dirigió hacia la joven con un monstruoso gesto de deseo que le hacía terriblemente repugnante y odioso. Y a iba a extender sus velludas manazas sobre el cuerpo de Ruth, cuando Bartlett, dando un salto atrás, descargó sobre la mandíbula del desgraciado jardinero un tan formidable puñetazo que éste, después de tambalearse unos segundos sobre sus pies, rodó por el suelo cuan largo era, lanzando terribles aullidos de dolor. Esto representaba la perdición para Dick y Miss Ruth Dale. Y , en efecto, el doctor Frank y los gangsters se precipitaron, escalera abajo, en la habitación de la secuestrada. Su estuj>efacción al encontrar abierta la puerta, en el suelo al jardinero y a la misma Ruth dispuesta a huir, no tuvo Imites. «¿Cómo ha podido ser esto?», se preguntaban unos a otros, sin acabar de comprender lo que había sucedido. «¿Y de quién era aquella som-

UXO

19

bra fugitiva que había desaparecido a toda prisa en los corredores inmediatos?» Cinco minutos más tarde, Ruth estaba encerrada en una nueva habitación, cuya llave se había guardado ahora el mismo doctor Frank. Y hecho esto, el propio J doctor, los tres gangsters y seis enfermeros más—diei i hombres en total—, ya no tuvieron más que una pre- \ ocupación: la de buscar a aquel ser misterioso que había logrado huir p)or los corredores. T r a b a j o había de costarles, pues Dick Bartlett, comprendiendo que una lucha franca contra los diez no era posible, se decidió a defenderse echando mano de todos los recursos de su agilidad y de su habilidad. Viéndose perseguido de cerca por varios de ellos, se asomó a una barandilla, midió en un breve segundo la altura que le separaba del suelo y, sin dudarlo más, se arrojó desde el primero hasta el piso bajo sobre un mullido canapé que amortiguó el golpe. Menos ágiles que él, sus jjerseguidores pretendieron atrap>arle, echan-


K i C A R D o SALUOES (Tarragona).—Escriba a los tres artistas que me describe a C. E. A . , Barquillo, I O , Madrid. Las letras de las canciones que me pide se las daré en números sucesivos.

S O L D O R A D O (Palencia ) . N o tengo las canciones que m t pide del sketch de Florián Rey titulado Buenos dias, interpretado por Imperio Argentina y Rafael Jiménez. Por si algún lector las tiene y me las quiere enviar, éstas s o n la canción primera y la del vals. UNACURIOSONA (Madrid).— David Manners nació el 30 de .\bril de 1902, en Halifax (Nueva Escocia, Canadá). Se llama verdaderamente Rautf Acklom. H a sido actor de teatro. Fin de jornada, Kismet, La momia, etcétera, etc. TRÍO

FANTÁSTICO

(Bilbao).

Solicitan la letra del dueto cómico de la película La Dolorosa, que cantan Perico y Nicasia. Muy agradecido por sus ofrecimientos. J. M . í'Pom^/ono Decididamente no tiene usted suerte, pues ahora no tengo la canción que me pide, y tengo que solicitarla. Esta es el tango de la película Volando hacia Rio Janeiro. Todavía no se ha decidido nada sobre lo de las tapas, que tanto le interesa. ¿Cuáles son los números que necesita? Tampoco tiene usted suerte en el ofrecimiento del vino, pues yo sólo bebo té belga. Escriba cuando guste. SOLICITAN PONDENCIA

CAMHIAR

CORRES-

CINEMATOGR-ÁFICA;

D o n José Tomás Marcos, calle

no, no lo es, pues nació en P r a ga (Checoeslovaquia) el día 6 de Noviembre de 1906. Mide seis pies de estatura, y pesa 150 libras. Escriba cuando guste, y cuando lo haga espero se hayan resuelto satisfactoriamente sus asuntos. del Aviador Franco, 1^4, Callosa de Segura (Alicante), y don Ricardo Saludes, Fermín G a lán, 3, Tarragona. CARI

OLALQUIAGA

(Nava-

rra ).—Amiga mía, ya la consideraba desde que contesté a su primera carta. Tiene usted mucha razón. L a película Una viuda romántica, interpretada por Catalina Barcena, es una adaptación de la novela El sueño de una noche de verano, del escritor G . Martínez Sierra. O j o s NEGROS (Cádiz).—Las canciones que me solicita ya se publicaron en números anteriores. Vuelva a escribir cuando guste. JOSÉ F E R N Á N D E Z

(

Bermeo).

Rodolfo Valentino se llamaba en realidad Rodolfo Grijielmi. Tenía 1,74 de estatura y pesaba 6 7 kilos. Sus principales películas son Don Juan, La dama de las camelias. Cobra, El hijo del caid. Los cuatro jinetes del Apocalipsis y El águila negra. Gracias por su envío. UN

LECTOR

DE

«CINEGRA-

M A S » . — l e t r a de la canción de la pelicula Bombas en Montecarlo es: Yo quiero ser marino,—que es ta vida mejor.—Ser libre como el mar,—y en cada puerto un amor.—Del Polo Norte al Sur,—cantando una canción,—querer a nuestras novias—

de todo corazón.- -De bat)or a estribor (bis)—La brisa nos empuja:—no sueltes el timón,— que el amor nos espera—de todo corazón.—De babor a estril)or (bis).— Somos la gloria en ta marina—bajo este seductor uniforme del amor.^Lo mismo en China como en Chile—exclaman al ver anclar:—*Ahi van los lobos de mar.— V si un amor nos llega a olvidar,—la mar lo borrará al instante.—Desde el pequeño al más grande.—e! grumete al comarulante,•—todos sabemos amar. U N A DE CARTAGENA (Cartagena) .—Desconozco por completo lo que me pregunta. U N CURIOSO (Portugal).IA>S repartos que me pide son los siguientes: Sucedió una noche: Dirigida por Frank Capra Peter W a r n e : Clark Gable; Ellie Andrews: Claudette Colbert; Alexander Andrews: W a l ter Connolly; Shapeley: Roscoe K a m s ; King Westley: Jamesón Thomas; Danker: Alan Hale; Bus Driver: W a r d Bond. Melodía de arrabal: Dirigida por Louis Gamier. Alina: Imperio Argentina; Roberto R a mírez; Carlos Gardel; Pedro Ventura: Vicente Padula; Ranéales: Jaime Devesa; Marga: Helena D ' A l g y ; Empresario: Felipe Sassone;;Maldonado: Manuel París: Julián: Jo.sé Arguelles.

UN

CUBANO

RESIDENTE

EN

SABADELL ( Barcelona ).—El reparto de la peUcula Bolero es el siguiente; Raúl de Baere: George Raft; Helén: Carole Lombard; Annette; Sally R a n d ; I^na; Francés Drake; Mike de Bacre: William Frawley; Lord Coray: Raymond Milland; L u cy; Gloria Shea; L a d y : Gertrude Michael. Dirigida por W e s ley Ruggles. Vuelva a escribir. AiR K I N G (Granada).—Puede usted escribirme cuando quiera. Con mucho g^usto contestaré a cuanto me solicite. CARO (A Imendralejo ).—Escriba a Marlene Dietrich a Studios Paramount, Hollywood (California). Envíe un sello de diez centavos. L a dirección que me pide de la otra artista, con seguridad no se la puedo dar, pues está haciendo una tournie por las principales capitales de Europa. V. A L D E A (Daimiel) .—Escriba a Rosita Díaz a F o x Studios, 1401 N . Western. Avenida Hollywood (California). U N JEREZANO (Jerez).—^l.as canciones que solicita ya se publicaron en números anteriores LA

TRAVIESA MOLINERA

(Se-

villa ).—Tienen mucho salero sus «cosas». Francis Lederer, que usted supone norteamerica-

ÁNGEL

NOTARIO

(Barcelo-

na).—Con certeza no puedo asegurarle que reciba usted las fotografías. E n su lugar, yo mandaría una carta anterior que sirviera de «exploradora». Escriba a las siguientes direcciones; R. K . O . Radio Pictures, 780 Gower St., a Ginger Rogers, Francis Lederer, Irene D u n ne y A n n Harching; a F o x Studios, 1401 N . Western. A v e . , a los artistas siguientes; Spencer Tracy, John Boles, Gilbert R o land y E d m u n d Lowe; todos en Hollywood (California). ¡Ah! Y para cada fotografía que pida tiene que enviar un sello de diez centavos. ÁNGEL

DE

DIEGO

(Zarago-

za) .-Eacriha A C . I.F. E.S. A., Avenida de E d u a r d o D a t o , 34., Madrid. Esta Empresa está en relación directa con los artistas que usted desea escribir. Con seguridad llegarán las carta.s a su destino. UN

ENTUSIASTA

DE

«CINE-

i . K A M A S (Madrid).—Muy agradecidos por sus elogios tan entusiastas. Puede usted asegurar que lograremos superamos. F2scriba a T o b y W i n g a Studios Paramount, Hollywood (California). Luis Alonso (Gilbert R o land) no es español, sino mejicano, pues nació en Ciudad J uárez el día 11 de Diciembre de 1905. R.

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Madrid


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1.° de

Serie los dibujos

humorísticos

d e l o s

dentífricos

Chiorodont "LAS D i b u j o N.°

REPARACIONES

3

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los4pvjn+os Y a han llegado el protector y los defensores, el dentista y los auxiliares "Chiorodont". Se limpian las cavidades, se llenan, se arreglan, se pulen, y la acreditada firma „. . a ' r ' / j j- i Asociación p a r a reparaciones y conservación de dientes con Dentistas y Chiorodont, S. L", deja dentro de poco la

dentadura nueva, sana y blanca. ¡Cuántos dolores y gastos se hubieran evitado habiendo visitado 2 veces al año j x- i J O I J' a su dentista y usado 2 veces al día ' PASTA ELIXIR Y C E P I L L O S C H L O R O D O N T I

Veremos el dibujo n." 4, que se publicará en este mismo sitio dentro de 15 días, y que será una sensacional revelación. Contra entrega de lo Primera Serie de 6 dibujos aparecidos en este periódico, juntamente con dos tubos grandes vacíos" Chiorodont", se obtendrá ei derectio de participar en ei sorteo de los premios siguientes: PRIMER P R E M I O ; Un billete, ida y vuelta, en los aviones de la Luft-Hansa, para visitar la primera fábrica "Chiorodont", en Dresden S E G U N D O P R E M I O ; Un billete, idq y vuelta, en los aviones de la Luft-Hansa, para Stuttgart. TERCER P R E M I O : Un billete, ida y vuelta, en los aviones de la Luft-Hansa, para Marsella. Además, cada participante en el sorteo será obsequiado con un tubo "Chiorodont" grande y una muestra de aceite "UVE" para la piel. La forma como se verificará el sorteo, que se celebrará ante notario 2 meses después de haberse publicado el último dibujo, estará descrita en la tabla de avisos de las oficinas del Laboratorio A. KLAEBISCH, Valencia, 263, Apartado 5034, Barcelona. Pida muestras gratis.

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