Vol. XXX | 2023 – 2024
GEORGE MASON UNIVERSITY EDITION
Volume XXX 2023 – 2024
Thank you to Student Media Professional Staff:
Kathryn Mangus, Director
David Carroll, Associate Director
Jonathan Baumstark, Office Assistant
Vol. XXX | 2023 – 2024
Volume XXX 2023 – 2024
Thank you to Student Media Professional Staff:
Kathryn Mangus, Director
David Carroll, Associate Director
Jonathan Baumstark, Office Assistant
2023-2024
Katty Becerra de Melo, Editor-in-Chief
Robin Borge Mora, Managing Editor
/Social Media Director
Alberto Carbajal, Assistant Editor
Ximena Espinoza Pérez, Assistant Editor
Martha Castro-Hernandez, Assistant Editor
Chris Amaya, Graphic Design Director
Carla Fernández Burns
Modern and Classical Languages
Jason Hartsel Student Media
F.N. Baylor
Valentina Fala
Valeria Veliz-Vargas
Keylin Reyes
Contributions, solicited or not, are accepted in either English or Spanish, but should follow the latest edition of the MLA Style Manual, MLA Handbook or the APA Formatting and Style Guide. See Submission Guidelines at the end of the journal for further information.
The Editorial Team has made an effort to preserve and maintain the intentions of the authors whenever possible.
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Cover Image: Armonía en el paisaje Artist: Janeth Gallego
© 2023-2024 Student Media, HCR
No material herein may be reprinted by any means, recorded or quoted other than for review purposes without the express permission of the authors, to whom the rights revert after serial publication.
Hispanic Culture Review is published annually by the students of George Mason University. This publication has been made possible with funding from the George Mason University Office of Student Media. The articles included reflect the opinions of the authors, and not necessarily those of the editors or George Mason University.
Fresh café in the morning accompanied by pan dulce. The songs we sing in the car—the traditional dances at Quinceañeras. The foods we labor over hours making. For centuries, our people have been moving forward, expanding our culture and roots to new places, and pursuing a brighter future. And as we move forward we carry our culture wherever we go. When we travel, we persevere, and we never forget what is ours and where we come from. It keeps us alive. This is why we propose the theme to be “¡Hacia delante!” A phrase that means to move forward.
This year we ask that you think about the following questions: What keeps you moving forward? What do you carry with you going into the future? How do you celebrate your successes, your dreams, and your culture? Pablo Neruda once said, "You can cut all the flowers but you cannot keep spring from coming." We have shown that we are resilient. We fight to stay alive, provide care, and love. This year we want to focus on what inspires hope and on what sparks the fires that keep us moving forward!
¡Hacia delante!
Café recién hecho en la mañana acompañado de pan dulce. Las canciones que cantamos en el coche. Los bailes tradicionales de las Quinceañeras. Las comidas en las que laboramos durante horas. Por muchos siglos, nuestro pueblo ha avanzado, expandiendo nuestra cultura y raíces a nuevos lugares, persiguiendo un futuro mejor. Y a medida que avanzamos llevamos nuestra cultura con nosotros dondequiera que vayamos. Cuando viajamos, perseveramos y nunca olvidamos lo que es nuestro y de donde venimos. Eso nos mantiene vivos y nos empuja hacia ese futuro que anhelamos. Por eso les proponemos: ¡Hacia delante!
Este año les pedimos que piensen en las siguientes preguntas: ¿Qué los mantiene avanzando? ¿Qué llevan consigo hacia el futuro? ¿Cómo celebran sus éxitos, sus sueños, su cultura? Pablo Neruda dijo: "Podrán cortar todas las flores pero no podrán detener la primavera". Hemos demostrado que somos resilientes. Luchamos para mantenernos vivos, cuidar de los nuestros y amar. ¡Este año queremos centrarnos en lo que inspira esperanza y en lo que enciende el fuego que nos hace seguir adelante! ¡Hacia delante!
Erasmo Yanes
Janeth
Perla Yadhira Hernández
Elequipo y yo estamos muy felices de presentar la edición 20232024 de Hispanic Culture Review. Trabajamos constantemente para recopilar historias que representen la cultura hispana que muchos de nosotros compartimos. Y este año queríamos celebrar lo lejos que hemos llegado y cómo seguimos avanzando con la frente en alto. Nuestro tema “¡Hacia delante!” hace precisamente eso.
Nuestros colaboradores han sido muy amables al compartir con nosotros sus narrativas, poemas y arte personal y creativo. Realmente superaron nuestras expectativas y nos han demostrado cuán resilientes y apasionados somos como comunidad. Nos esforzamos en seguir adelante y de la nada construir todo.
En esta edición encontrarán historias y poemas sobre viajes, amor propio y nuestros antepasados. Encontrarán arte de nuestra gente avanzando, trabajando sin cesar, disfrutando de diferentes alegrías y de los lugares que llamamos hogar. Cada colaborador se ha ganado su lugar en la revista y estamos más que orgullosos de poder compartirlo.
Estamos infinitamente agradecidos con Jason Hartsel y la profesora Carla Fernández Burns, quienes nos brindaron su constante apoyo y asesoramiento. Sin ellos no habría revista. También estamos agradecidos a la Universidad George Mason y a la Oficina de Student Media por continuar apoyándonos año tras año. Finalmente, quiero agradecer personalmente a mis padres que han representado este tema a lo largo de toda mi vida. Como muchos, se mudaron lejos de casa a tierras desconocidas y me dieron oportunidades para que yo también pudiera decir “¡Hacia delante!”
El equipo y yo esperamos que se deleiten con cada obra que encuentren aquí. ¡Disfruten!
—Katty Becerra De Melo
Theteam and I are so happy to present the 2023-2024 edition of the Hispanic Culture Review. We are consistently working towards collecting stories that represent the Hispanic culture that so many of us share. This year we wanted to celebrate how far we have come and how we continue marching forward with our heads held high. Our theme “¡Hacia delante!” does just that.
Our contributors have been so kind in sharing their personal & creative narratives, poems, and art with us. They truly exceeded our expectations and have shown us how resilient and passionate we are as a community. We strive to move forward and from nothing build everything.
In this edition, you will find stories and poems about travel, selflove, and ancestors. You will find art of our people moving forward, working endlessly, indulging in different joys, and of the places we call home. Every contributor has earned their place in the journal and we are more than proud to be able to share them.
We are endlessly grateful for Jason Hartsel & Professor Carla Fernández Burns who gave us their constant support and advice. Without them, there would be no journal. We are also thankful to George Mason University and the Student Media Office for continuing to support us year after year. Finally, I want to personally extend gratitude to my parents who have represented this theme throughout my entire life. Like many, they moved far from home to unknown lands and gave me opportunities so that I too could go “¡Hacia delante!”
The team and I hope you will delight in every piece you’ll encounter here, and that you see little bits and pieces of yourself in this edition. Enjoy!
—Katty Becerra De MeloJaneth Gallego (Nabusimake, Sierra Nevada de Santa Marta, Colombia)
LUGAR / 1ST PLACE
(Arte visual / Visual Art)
(Narrativa / Narrative)
Unoarregla 45 veces el maletín y si va a llevar equipos electrodomésticos entonces pide una caja grandísima y anda por toda la calle con ella como si nada, pues al fin y al cabo a ti nadie te conoce y no te interesa si la gente está mirando o tal vez pensando si has salido del psiquiátrico recientemente.
Si colocas un pantalón en una esquina de la maleta, al otro día crees que hay que cambiarlo pa que quepan más cosas, si no, agarras 4 camisas, 5 pares de media, un short y 7 calzoncillos y los aprietas duro, los envuelves en una javita de nailon y le metes 'tirro' hasta convertirlo en un chorizo. Después ya en Cuba habrá que lavar todo y darle plancha media hora para usarlo, pero que importa, serás feliz de llevarle unas cositas a todos, es parte de nuestra cultura y una forma de gratitud y agradecimiento.
Por eso, unos 25 días antes empiezan las caminatas buscando ofertas para comprar lo que sea y también comienzan los dolores en las piernas y la cadera, pero hay que persistir, pues hay que conseguir bastante 'pacotilla'.
Un amigo, que hizo lo mismo que tú y que puede llamarse Pepe, Juan Carlos o como sea te dice que encontró pitusas ‘elastizados’ baratos en una tienda a 83 cuadras de donde estas viviendo, que había tallas y colores
y tú te 'mandas' al otro día al lugar a comprar también, allí te embullas y compras media docena de pulóver cuello en 'V' que él te sugirió porque se usan ahora, todos iguales, amarillos color 'yema 'e huevo' pero pa lante, pues tú le vas a regalar uno a un amigo que vive en Morón, otro a uno que vive en Limpiones y otro más a uno que anda por Oriente, pues se casó con una guantanamera y se lo mandarás con una prima, al final ellos no se van a ver, piensas tú, pero ha pasado que se han visto y sólo les ha faltado la guitarra para hacer el dúo los “Yema de huevos”.
Si le llevas un par de medias a un socio y un pitusa a otro, el primero dirá, oye el tipo na' ma me dejó caer unas medias y yo lo que uso es short, zapatos bajitos 'guasú' sin medias y camisetas, al que le diste el pantalón, dice bueno ahora a esperar un año a ver si el 'Yanes' se la 'tira en estéreo' con una camisa que combine con este pitusa rojo, pues yo tengo una pero es verde y voy a parecer un tocororo.
Pero bueno al final llega el día de la salida al aeropuerto y ahí los problemas se multiplican, resulta que 'entirras' el maletín, pero pesa 28.6 y solo puede pesar 23, según las “malditas” normas de la aerolínea, entonces a desarmar otra vez y darle algo a tu amigo para que cuando pase el pesaje te lo saque por otro lado y meterlo en el maletín de mano que en vez de 10 kilos pesará ya 37 y medio y de seguro si lo logras pasar en Panamá te lo enviaran 'por abajo' y a pagar sobrepeso se ha dicho y hacer un gasto de dinero extra que quieres para 'vacilar' en la tierra y ahora te tumbaron.
Cuando llegas a Cuba quieres pasar rápido por la aduana, montarte en un 'almendrón' americano del año 55 adaptado a petróleo, pintado de rojo y blanco y llegar pronto a tu pueblo. En el camino te comerás un congrí con cerdo asado y yuca que te hará olvidar todas las recomendaciones que día a día salen en la prensa, la televisión y las redes sociales para mantener la figura, porque a esta edad ya no pretendes ser modelo ni convertirte en una celebridad en Instagram, por tanto,
al carajo las dietas mediterráneas, caucásicas y todas las demás, porque lo mejor es el congrí y si tienes unas empellitas bien grasosas por ahí me las hechas por favor encima de las yucas, le dices al mesero, aunque el colesterol malo te suba y la expectativa de vida te baje en 5 años de un tirón, que pase lo que vaya a pasar, estoy en mi tierra.
Comienza entonces el viaje y cada kilómetro se te hará más largo. En el puente de Manicaragua respiras hondo pues ya te falta solo la mitad, pasas a solo 10 kilómetros de donde vive tu padre, pero no lo puedes ver, en 'El majá' o Jatibonico te vuelves a comer otro congrí, pero ya sin las mismas ganas, se te hace un nudo en la garganta, pues te quedan 60 kilómetros para ver de nuevo tu ciudad, entonces pasas Majagua y al rato si no miras para la derecha la ansiedad te hace pensar que estás cerca de Jicotea y andas todavía en Guayacanes, el pueblo de Romero, el luchador olímpico que hace muchos años fue tu atleta.
Sigues y al fin pasas Jicotea, la presa del número uno y el Círculo social “Esteban López” y ahora sí que miras a la derecha y tal vez unas lágrimas caen y las disimulas, no quieres que el chófer las vea... estás a 10 minutos de ver a tu nieta, a tu familia, al amigo del barrio, a la profesora que trabajó contigo, a la vecina que a veces te daba un dulce o un poco de caldo para el almuerzo, a uno que un día discutió contigo en la panadería de la esquina, pero que importa, porque si lo ves lo abrazarías igual... has llegado a tu casa, a tu barrio, a tu tierra y en ese momento de emoción sublime entiendes que la felicidad y el amor existen y se llama Cuba, que todo lo que haces es por seguir avanzando con la mochila de los sueños a cuesta, pero que tu cultura, tu familia y el amor a tu país no se pierde jamás, que es necesario ser como el cordero, que se impulsa hacia atrás para ir con fuerza inusitada hacia adelante, porque como escribió Benedetti “No te rindas, la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo”.
(Narrativa / Narrative)
Va quemando. De a poquito, pero quema. El fuego hace doler en lo más profundo de los huesos. Te los arranca. Como si desgarrara la carne y, sin anestesia, te quedaras solo con la piel. Se va todo lo que estaba en el medio, que tanto parecía que importaba. Pesan los ojos, los dientes, las uñas. La sed amarga de ser parte de esa legión de seres terrestres que ama sólo algunas de las cosas que hay que amar. Pero no importa. Al mundo pareciera que no le importa nada de eso.
No hay mucho por hacer. Ya es tarde. Solo queda contemplar el triste arder de esos cientos de campos verdes: El avanzar de un mar de llamas con hambre de fin del mundo que arrasa todo a su paso. Y corre antes de caminar. Y grita antes de hablar. Y el viento que no ayuda en nada…
Ahogándose en lágrimas, entre cenizas y restos de lo que fue un hogar, su hogar, quedan perplejos. Qué lindo hubiera sido haber nacido otro. Alguien que no debió haber hecho tanto sacrificio en su vida para lograr todo lo que tiene. O, ahora, lo que tuvo. Me odio por tener ese pensamiento. Y agarra su mano y la aprieta mientras lágrimas caen por su cara.
Lo perdimos todo...
Todo menos nosotros, mi amor.
It’s hard to start a rebellion on a stationary bicycle. Most Sundays, and some Wednesdays, I would pedal to my gym playlist at the Jesse Owens Recreation Center at Ohio State University to melt away the stress of the week. Each time I return to the albums I listened to during graduate school–Panic at the Disco’s Death of a Bachelor and a mix of Reggaeton–I am reminded that my doctorate has been an act of resistance. I am the first woman in my family to complete a doctorate, and the only living member of my family who can speak Spanish fluently. I am a rare bird who has taken flight.
I never expected to study Spanish in Columbus, Ohio, much less complete a doctorate specializing in twentieth-century Spanish literature. Most people assume that I am a native Spanish speaker, evidenced by my family name, appearance, and the all-important fact that I grew up in Florida. However, the push towards monolingualism, and the need for immigrants and their children to assimilate into American culture that has changed in nature over the generations but never fully gone away, left me adrift from the cultures and languages of my ancestry. The irony is not lost on me that I teach students the very language that my grandfather had to stop speaking when he reached school age. I may be hard-pressed to
call myself a heritage speaker since I learned Spanish almost exclusively from teachers starting in elementary school, but I have taken to heart the importance of learning one of the languages of my heritage.
I have, and will continue to, question assumptions about my linguistic and cultural heritage as one of approximately 7% of PhD recipients who identify as Latinx. I am grateful to have been in a diverse department with students and faculty whose cultural backgrounds cover much of the Hispanic and Lusophone world, as well as other nationalities. Ohio State University may be a predominantly white institution, where only about 5% of the student body identifies as Latinx, but those who do are able to find a community through the Multicultural Center, now renamed as the Center for Belonging and Social Change.
Belonging, one of the core guiding principles of being a college student, has never come easy to me. Back in high school, my poetry never quite had the same shine as others who rhymed and wrote about relatable topics like first loves and local wildlife. Academic writing felt like an endless crossword puzzle of SAT words, so much so that I majored in English during my time at Smith College as both a challenge and promise to myself as a writer. It was during those college days when I began to feel like a rare bird, a term I’d seemed to have picked up as part of my studies. Rare birds are undoubtedly unique and uncommon, but they can also be lonely. Rare birds can be twenty-year old Mexican-American college students who are experiencing what it feels like to be truly immersed in Latinx culture for the first time. If only I knew then that the rare bird majoring in Spanish and English literature in New England would become a confident and well-read “Chicana unicorn” once she moved to Ohio.
Outside of the halls of the foreign language building on campus, it was hard to imagine that there is a thriving Spanish-speaking and Latinx community in Ohio. For some Latinx students, college means finding
the cultural community they so dearly miss at home. For me, my ten years of undergraduate and graduate school were spent learning the language, history, literature, and cultures of the Hispanic and Lusophone world. I tried aguas frescas, pão de queijo, and dessert tamales for the first time at Smith College in Massachusetts, and started writing speculative poetry centered on Chicanx and Latinx futures in Ohio. One summer, I spent a month in Maine as an undergraduate Mellon Mays fellow on the cusp of finding the topics that would one day enrich my doctoral work. The trips I made to Spain during this time were my first glimpses at the challenges, pleasures, and privileges of conducting archival research in the very cities the writers I study lived.
Little by little, I started participating in community Day of the Dead events and mentored Latinx students at a local high school as part of the Latinx Space for Enrichment and Research (LASER) program affiliated with Ohio State. Some of my favorite memories teaching come from talking to high school students about their college options and setting goals for the year. We would commiserate over cafeteria food and have serious talks about family life and career decisions. I would read their admissions essays, talk to them about what to expect in college, and help them stay organized with their homework. In return, I learned from what they shared about being Chicanx, Central American, Latinx, Black, and Brazilian in Ohio. The idea of being a rare bird, like the assumption that we could speak Spanish to our Portuguese-speaking Brazilian students, was something I once viewed as an insult against marginalized people existing in spaces not designed for them. The time I spent as a LASER mentor from 2017 until the start of the pandemic in 2020 showed me that microaggressions and mistaken identity labels are a call to action to form community by looking out for and supporting each other.
The worst of the pandemic came through like rain bands in a hurricane as I stayed with my parents in Florida while continuing my doctoral
work. During that time, I pushed through candidacy exams and wrote my dissertation prospectus without being able to return to Spain for research. In 2020, we held a virtual Day of the Dead, sharing the memories of our ancestors on Zoom while holding up items and photographs that reminded us of them. In 2021, I skated laps around my neighborhood in Florida as a break from the lengthy candidacy exam reading list. Back in the Sunshine State, I felt unmoored. I had lost contact with the routines and communities that sustained my arduous graduate journey. It was as though myself and my fellow graduate students were taken back to the summer after high school when all we could think about was leaving home and starting a new adventure.
When I returned to Columbus, I dove headfirst into dissertation writing. Columbus was the place I learned about the globalization of Latin American and Latinx music, grooving to the beat of Jennifer Lopez and Renata Flores’s Andean pop music in Quechua. I had returned to classrooms where I had practiced arguing about the inclusion of women writers in the Spanish literary canon, and how these practices of literary history can be more equitable and inclusive. As I wrote my dissertation, I learned new lessons about my writing habits and gained knowledge about women writers of early modern Spain from a class I audited.
When I needed a break from academic writing, I immersed myself in speculative poetry and fiction writing communities and found a love for science fiction poetry. Since so much of my work involved long hours of typing late into the night, the Olentangy trail near campus became a place of weekly rest and rejuvenation. I would walk back and forth from campus to a bridge on the Olentangy River, reflecting on the progress I had made the week prior. I’d listen for the petulant flock of Canadian geese that would waddle out of the river and honk their way across the trail. I’d stop at the park with a playground, swinging as the roller hockey players circled around the small court.
Sometime between the second and third dissertation chapter, I felt like I had hit my stride.
For as much literary and cultural theory I learned as a graduate student, my personal growth during those six years helped me usher in a new phase of young adulthood. I’d learned how to cook and connected with the local Latinx community and the community of Smith College alumni and friends in Columbus. I began my dissertation acknowledgements by recognizing myself as the product of generations of immigrants, who like the monarch butterflies traveling from Mexico to California, continue the journey started by their predecessors. My experience as a Mexican American “Chicana unicorn” started with the rare bird who left the warm waters of Florida for winters in Massachusetts. Soon I would soar high like the Andean condor, taking flight in the Midwest. I have defied stereotypes and expectations by thriving in academia and turning a dissertation defense into a celebration. I am now a Spanish faculty member at Davidson College, starting the next chapter of my story with the honorific “Dr.” in front of a last name that has traveled across countries and generations to reach me.
Enun rincón olvidado de una bulliciosa ciudad, donde las sombras de la desesperanza y la adicción se mezclaban, se encontraba Diego. En este barrio perdido, en el que nadie se asomaba sin buscar algo, el peso de las decisiones que había tomado a lo largo de su vida se reflejaba en su rostro, en las cicatrices de sus desencuentros y en la oscuridad que envolvía su existencia. Diego, una vez lleno de sueños y esperanzas, ahora luchaba contra la vorágine de su propia autodestrucción. Sus pensamientos, marcados por la constante búsqueda de sustancias, se convirtieron en un laberinto de desesperación, repitiéndose una y otra vez así mismo, como un mantra, sus fracasos. Su vida había estado llena de promesas rotas y anhelos desvanecidos, pero, aun así, intentaba hallar un atisbo de sentido en un mundo que parecía haberlo abandonado. Su mente, nublada por la necesidad incesante de aquellas sustancias que sólo proporcionan alivio temporal, se debatía entre la realidad y el espejismo que la adicción le ofrecía. En el eco de sus pensamientos, resonaban las voces de aquellos que alguna vez creyeron en él, pero que ahora veían a un Diego irreconocible.
Convertido en una marioneta de sus impulsos más destructivos, buscaba desesperadamente un hilo de conexión con la realidad que se le escapaba entre los dedos. Entre susurros de autorreflexión, intentaba agarrarse a la pizca de humanidad que aún yacía oculta bajo las capas de su adicción.
—¿Puedo realmente cambiar? ¿O estoy destinado a ser esta sombra rota que veo en el espejo?
—¡No! No hay salida, estoy atrapado se respondía él mismo.
Una noche sombría, Diego cometió el error que cambiaría su vida para siempre. Desesperado por conseguir dinero para su próxima
dosis, la oscuridad que habitaba en su corazón lo arrastró a un callejón desolado, donde se cruzó con un hombre solitario. La tensión en el aire era palpable cuando Diego, envuelto en la neblina de su propia desesperación, decidió robar para satisfacer su necesidad más básica. En ese momento se llevó la mano al bolsillo encontrando una pistola que no recordaba cómo había llegado hasta allí, y la sacó.
—¡Dame todo lo que tienes! —exigió Diego, con la voz temblorosa, mientras sostenía el arma amenazante.
El hombre, sorprendido y temeroso, comenzó a entregar sus pertenencias con manos temblorosas. Al intentar sacar su móvil del abrigo, con los nervios se le resbaló e instintivamente se agachó a recogerlo. Este movimiento inesperado desencadenó una reacción irreversible en Diego. En un acto impulsivo, apretó el gatillo y la tragedia se desató. Un silencio mortal llenó el callejón antes de que la gravedad de lo sucedido se manifestara en el rostro de Diego. El hombre yacía en el suelo. Su vida había sido arrebatada de manera irreparable. Diego, mirando el cuerpo inerte a sus pies, se sintió invadido por la culpabilidad y el remordimiento.
—¿Es esto lo que soy en el fondo, un asesino? —murmuró Diego con voz quebrada por el peso de la realidad.
El eco de sus pensamientos resonaba en el oscuro callejón, mientras la realidad del acto cometido golpeaba a Diego con fuerza. La oscuridad que lo rodeaba parecía intensificarse, envolviendo su alma en un abismo aún más profundo. En ese momento, la mirada perdida de Diego reflejaba la angustia de haber cruzado una línea que sabía, en lo más profundo de su ser, que nunca debería haber traspasado. Había tocado fondo y estaba seguro de que nunca podría salir de allí.
La justicia finalmente alcanzó a Diego que no hizo nada por esconder
su crimen. Fue arrestado y llevado ante la ley, y el peso de su delito lo condujo directamente tras los fríos barrotes de la cárcel.
—¿Qué he hecho con mi vida? —se preguntaba, mientras resonaban los ecos metálicos que cerraban las puertas.
La vida detrás de los barrotes resultó ser una experiencia que lo superaba. El constante bullicio del día a día en la prisión y la sensación de estar atrapado eran como dagas que se clavaban en su corazón dolorido. En sus noches solitarias, los pensamientos de remordimiento y arrepentimiento martilleaban su mente.
—Esto no es vivir, es solo existir —se decía.
Aquellos primeros días sólo pensaba en quitarse de en medio. Desaparecer de un mundo al que no sentía que pertenecía. No lo hizo y pensó que hasta para eso era un fracasado. Con el transcurso de los días y con la ayuda de los compañeros de celda y los profesionales de la prisión, empezó a aceptar la realidad de su situación y decidió aprovechar las oportunidades de rehabilitación que se le ofrecían.
—Prueba, no tienes nada que perder —le animaban.
Y así, participó en programas que le brindaron herramientas para enfrentar su adicción y abordar las raíces de su comportamiento destructivo, buscando respuestas que lo ayudarán a comprender su propio viaje desde la oscuridad.
Sus pensamientos empezaron a evolucionar lentamente —Necesito cambiar, debo enfrentarme a mis demonios internos —se decía ahora.
Accedió a un apoyo médico y psiquiátrico integral. Aprendió a manejar
los síntomas de abstinencia y a confrontar las consecuencias físicas y mentales de su consumo de drogas. Cada paso en su rehabilitación representaba una lucha constante por redimirse y recuperar una semblanza de dignidad en medio de un entorno que al principio sentía como hostil. Más allá de los programas y terapias, descubrió un apoyo invaluable entre las personas que compartían su lucha en la penitenciaría. En medio del trajín de la vida carcelaria, conoció a otros reclusos que habían logrado liberarse de las garras de las drogas y reconstruir sus vidas. Estableció relaciones de amistad y compañerismo, encontrando en ellos una red de apoyo y motivación mutua.
—Sabes, Diego, todos cometemos errores, pero la clave está en aprender de ellos y no permitir que definan nuestro destino —le dijo Luis, un compañero de celda.
Estas palabras resonaron en la mente de Diego, quien empezó a ver una luz de esperanza entre las sombras de su pasado oscuro. Sin embargo, fue la amistad con Alejandro, un preso veterano de amplio historial delictivo, la que lo inspiró de manera única. Alejandro había recorrido un camino similar en sus días jóvenes y, tras encontrar la redención, dedicó su vida a ayudar a otros a hallarla también.
—La redención no es una meta lejana e inalcanzable, Diego. Está dentro de ti, esperando a ser descubierta.
Las palabras de Alejandro eran como un bálsamo para el alma de Diego. Le mostró cómo los errores del pasado no tenían que ser cadenas perpetuas y sobre todo también, cómo podía encontrar un propósito más allá de la sombra de la adicción.
—No estás solo en esto y cada día es una oportunidad para cambiar, para ser mejor. Adelante siempre, Diego.
Atrás, solo para tomar impulso —solía repetir.
A través de charlas y encuentros sinceros con sus nuevos amigos, Diego empezó a reconstruir su identidad. En esas conexiones, encontró la fuerza para reencontrarse consigo mismo y vislumbrar un futuro donde la redención y la esperanza fueran las fuerzas motrices de su transformación.
Con el paso del tiempo, cosechó los frutos de su arduo trabajo tras los barrotes. Mientras las semanas se transformaban en meses, se sumergió de lleno en programas educativos, descubriendo habilidades que nunca había imaginado poseer. Pero, sobre todo, fue en una hoja en blanco donde encontró un escape para sus pensamientos tumultuosos y emociones intensas, y donde dio vida a sus sentimientos a través de poemas y relatos.
—Nunca pensé que podría disfrutar de algo así — confesó Diego a Alejandro—. Es como si las palabras me ayudaran a entenderme a mí mismo.
El tiempo fortaleció la relación entre Diego y Alejandro. El anciano se convirtió en un mentor y guía paternal para Diego, compartiendo sabiduría acumulada a lo largo de los años.
—El perdón es una llave poderosa, Diego. No solo hacia los demás, sino también, sobre todo, hacia ti mismo. Es el primer paso para liberarte del peso del pasado.
Juntos, exploraron las raíces de los problemas de Diego, enfrentándose a los traumas que habían pavimentado el oscuro camino de las drogas y la violencia. Aprendió a enfrentar sus demonios internos, encontrando en cada confesión y reflexión un paso más hacia su propia redención. A pesar de las dificultades y las tentaciones que acechaban en cada esquina de la prisión, luchó incansablemente por cambiar. Cada mañana, se levantaba con la determinación
de dejar atrás su antigua vida y forjar un futuro mejor.
—No puedo cambiar el pasado, pero sí puedo construir un futuro diferente —se repetía Diego como nuevo mantra personal.
La transformación no fue fácil. Las sombras del pasado a veces intentaban arrastrarlo de vuelta al abismo, pero estaba decidido a hacer todo lo posible para enmendar sus errores y encontrar su verdadera identidad. Con cada página escrita, con cada confesión compartida y cada día superado, trazaba un nuevo camino hacia la redención, dejando atrás las cadenas que lo habían atado por tanto tiempo. Los meses se extendieron hasta convertirse en años, y finalmente, el día anhelado de su liberación llegó. Al cruzar el umbral de la prisión, una mezcla de emociones le invadió: esperanza, miedo y una determinación inquebrantable. Frente a él se desplegaba un mundo desconocido, lleno de oportunidades, pero también repleto de desafíos. Comprendía que la verdadera prueba de su transformación estaba por venir.
—Esto es solo el comienzo de mi nueva vida —murmuró, mientras dejaba atrás los barrotes que habían sido su hogar durante tanto tiempo.
Al salir de la cárcel, se enfrentó a una sociedad que lo observaba con sospecha y desconfianza. Era consciente de que su pasado oscuro estaba marcado en sus antecedentes, y sabía que tendría que lidiar con el estigma de haber estado encarcelado por haber dado muerte a una persona. Sin embargo, nada lo detuvo. Había aprendido a admitir lo que había sido en el pasado que no podía cambiar, pero también había aprendido a perdonarse a sí mismo. Ya estaba preparado para luchar por el futuro, por una segunda oportunidad. Con el tiempo, Diego se transformó en un defensor apasionado de la rehabilitación y la reinserción de los expresidiarios. En escuelas, organizaciones comunitarias y grupos de apoyo, compartía su historia de transformación, inspirando
a otros a no perder la esperanza en medio de las adversidades.
—La cárcel no define quiénes somos. Todos merecemos una oportunidad de redención y cambio —afirmaba Diego durante sus charlas, llevando consigo el testimonio de su propia experiencia.
Su historia resonaba con aquellos que escuchaban, mostrándoles que, a pesar de los errores del pasado, la posibilidad de un nuevo comienzo estaba al alcance de quienes estuvieran dispuestos a luchar por ella. Se convirtió en un faro de esperanza, iluminando el camino para aquellos que, como él, alguna vez, buscaban encontrar sentido y propósito en la senda de la rehabilitación. Pero no sólo para ellos, también para cualquier persona que estuviera necesitada de dar un nuevo rumbo a su vida. Había descubierto una forma única de expresión a través de la escritura. Sus poemas y relatos, imbuidos de la profunda experiencia de su vida, resonaban en las almas de aquellos que se sumergían en sus palabras.
—A veces, las letras me permiten liberar lo que está atrapado dentro de mí —le había confesado Diego a los compañeros de prisión, el día antes de su salida, compartiendo con ellos una de sus reflexiones en forma de poema:
“En la prisión, donde mi alma se quiebra en lamentos, donde los errores y remordimientos son fantasmas que atormento, encuentro en mis versos un refugio, una razón, mi lápiz es mi voz, mi liberación.
En cada letra, libero los tormentos, expongo mis heridas, mis momentos más oscuros. Busco la redención en cada verso que escribo, encontrando esperanza donde antes solo había olvido. En el lienzo de mis versos, pinto mi verdad, expongo mis errores con sinceridad. Mi poesía me eleva, me da un propósito, trasciendo las barreras, rompo el silencio que alguna vez me aprisionó.
En el abrazo solidario de aquellos que también luchaban, hallé consuelo y esperanza, una luz que no se apagaba. Compartimos nuestras historias, nuestras cicatrices visibles, y juntos avanzamos, para que otros caminos sean posibles.
Hoy, camino libre, lejos de la oscuridad. Sé que el pasado no define mi verdadera identidad. La cárcel fue mi despertar, mi punto de inflexión, un lugar donde hallé mi propósito y mi redención”
—Tus poemas son como una ventana a tu alma, Diego. Hay lucha y superación en cada línea —le dijo Luis.
—Es increíble cómo tus palabras pueden alentar a tantos, Diego. Todos llevamos nuestras batallas internas, y tus versos son una luz en la oscuridad —dijo Alejandro.
Aunque no podía prever los desafíos que lo esperaban más adelante, Diego estaba dispuesto a enfrentarlos con coraje y determinación. Cada día en libertad, se levantaba con la certeza de que su pasado no definía su futuro y que cada jornada era una oportunidad para escribir una nueva página en su historia.
Diego se había marchado de la cárcel con la convicción de que su voz, ahora liberada, podía ser un faro para aquellos que se encontraban en la oscuridad, buscando la luz de la redención y la oportunidad de forjar un nuevo comienzo.
El día de su liberación dejó escrito un poema que resonaría a través de los altavoces del patio de la prisión, compartiendo su transformación con todos los que lo rodeaban:
“En la sombra me perdí, en el abismo me hundí,
Pero en cada palabra encontré mi redención. Las cadenas que me ataron quedaron atrás, Hoy, cruzo el umbral hacia la libertad.
Aunque el camino sea incierto, mi corazón es fuerte, Cada paso es una promesa, cada día una nueva suerte. Mi pasado no dicta mi destino, En la libertad, encuentro mi camino.
Soy Diego, el poeta de la cárcel y la superación. Mis versos son la prueba de que, incluso entre barrotes, el alma puede encontrar la libertad y que cada ser tiene la capacidad de transformar su dolor en un camino de redención”.
Peregrinos descansando Elian Turlione (Ausangante Glacier, Perú)
Nunca me gustó mi nombre, me resulta un poco naíf. De hecho, pasaron años hasta que pude hacer las paces. Recién ahora comprendo porque, en su lecho de muerte (lecho de vida en mi caso) mi madre dejó escrita con sus últimas fuerzas aquella palabra en mayúsculas, desafiando la horizontalidad de los renglones y el filo de las tijeras de Átropos. Lo hizo en una “libretita-viajera”, como las llamaba mi padre.
En casa habían decenas de ellas. Él me las entregó cuando cumplí ocho años.
Acá están. Estas son todas dijo, y tumbó un extenso acordeón de anotadores de bolsillo sobre mi cama Tu mamá nunca salía de casa sin una. Y cuando yo le preguntaba qué tanto era lo que escribía, me contestaba entrecerrando sus ojos más de lo normal, los mismos ojos hermosos que tenés vos, y decía así: “cosas”. La verdad que siempre sentí una curiosidad terrible por saber de qué se trataban esas cosas, pero era su espacio íntimo. Sabía que si leía algo a escondidas, después no iba a poder guardar silencio y la culpa me iba a delatar. De todos modos, algún tiempo después de su muerte leí algunas libretas.
¿Y te gustaron?
—No... eso de leer y llorar no es para mí. Estas libretas son ventanas a un pasado que extraño pero digamos que solo puedo mirarlo desde afuera.
Aunque se me ocurre que para vos, hija, pueden ser puertas, testimonios más valiosos que cualquier anécdota que yo pueda decirte sobre tu mamá.
Que me las vendió, me las vendió, eso seguro. Como publicista, era parte de su naturaleza. Él diría que era una win-win situation: yo aprendía más de mi madre y él se aseguraba de que con esos cientos de páginas mejorará mi capacidad lectora (en ese entonces, quién diría, leer no me atraía en lo más mínimo y en la escuela me iba mal en Lengua) y de paso dejaría de hacer preguntas incómodas delante de mi madrastra a la hora de cenar.
Así que ahí estaba, con ocho años, frente a los diarios de mi madre, durante el primer sábado de vacaciones que me encontró encerrada por un torrencial de esos que llegan después de una agobiante quincena de sequía.
Lo primero que leí fue su nombre: Érica Oshiro, escrito a la izquierda, arriba del primer renglón, seguido por el mes y el año que corrían entonces, febrero de 1985. Abajo de eso podía leerse “buscar la ropa de la tintorería”.
Sentí que me habían vendido pescado podrido. Pero ya en la segunda línea se ponía más interesante. Contaba que había conocido a mi padre, quien le había resultado lindo pero un poco simplón... llevaba un traje que le quedaba corto de las mangas.
En la tercera línea saltaba dos meses. Decía así: Abril. Orillas del río amarillo en Lanzhou, China. Una anciana que caminaba con dificultad le dio su bastón al niño que la acompañaba y se metió río adentro para rescatar a un cachorro de un perro, arrastrado por la corriente. Lo tomó del pellejo a tiempo. Salió y se lo dio al chico. Él corrió con el cachorro en sus brazos y al llegar a una roca que sobresalía en la costa, alzó al animal y gritó hacia el otro lado de la orilla:
¡Miren! ¡Tengo un perro! Y... me lo regaló mi abuela.
Un barco que pasaba tocó la bocina. Él volvió hasta donde estaba ella. Los tres se fundieron en un abrazo. Y en mi memoria.
La lluvia me había privado de salir a jugar con mis vecinos. Yo amaba pisar charcos y llenarme de barro pero una serie de resfríos habían alertado a mi padre, que a partir de entonces, me prohibió salir cuando llovía.
Leí hasta la hora de la merienda. Mi padre no podía creer que me hubiera quedado quieta durante todo ese tiempo en mi cuarto y que, además, hubiera tenido que interrumpir para avisar que la merienda estaba lista. Cuando tocó la puerta, recuerdo haber sentido una sensación de vergüenza, como cuando te descubren haciendo algo a escondidas. Había encontrado una “cosa” que tal vez no era para mí.
Luego de la merienda continué. Volví a las líneas más interesantes que había leído en toda mi vida: Anoche conocí a un hombre casado en el bar del hotel. Viaje de negocios. Prometimos que estaríamos juntos hasta que la mañana nos separara. Se llama Jian, ¿o debería decir se llamaba? Fuimos muy felices desnudos bajo nuestros votos. En dos horas debo ir al aeropuerto.
Traté de imaginarme a Jian, un hombre y un nombre desconocido que se mezclaba con el rostro Javier, el amigo del vecino que me gustaba y a veces aparecía en mis pensamientos cuando me frotaba contra aquél oso de peluche, regalo de mi madrastra.
Pasé toda la semana siguiente haciendo descubrimientos. Conocí el otro lado de la historia de cómo mi padre sedujo a mi madre. Nada que ver con sus anécdotas, en las que él era una suerte de Romeo y Don Juan respetuoso. En la libretita-viajera decía de vez en cuando frases como: “Este hombre no puede ser tan torpe… pero acá estoy, escribiendo sobre él”.
Visité los mismos lugares a los que había ido ella, por su trabajo y por ocio. Me enteré de que se había casado con un japonés pero se había divorciado sin tener hijos. Que trabajaba como intérprete para una agencia que le
asignaba tareas por todo el mundo. Que hablaba español (porque había nacido y crecido en Argentina), japonés (el idioma oficial de su casa), francés (le habían puesto de profesor a un estudiante japonés/argentino del Instituto Joaquín V. González, quien también le enseñó inglés y con quien tuvo su primer amorío, del que ella misma se reía en sus diarios). En su vida adulta había aprendido mandarín, y también otros lenguajes.
Creo que lo que más me impactó de sus diarios fue su manera de percibir el mundo. Salía con su libretita-viajera, no para registrar acontecimientos, sino para no perderse nada. Esos mini-anotadores eran binóculos que ampliaban sus sentidos, prismas que descomponían los haces poéticos que lo mundano emitía, pero sin pretensiones, solo para deleitarse de lo acontecido, aferrarse por unos segundos a esas “cosas” que la memoria luego hace y deshace a su antojo.
No tengo dudas de que esas libretas fueron lo que me llevó a escribir.
Aunque llovió mucho desde mi primera lectura veraniega, hubo algo que nunca entendí hasta hace apenas unos momentos, mientras me preparaba en la clínica. Bueno, si es que existe algo así como una preparación para estos casos.
Estas divagaciones sirven para no pensar en eso otro que está pronto a suceder. Y al final, por una de esas ironías de la vida, fue divagando que pude responder las preguntas que me hago desde hace años. Es sobre la última palabra, de la única libreta que mi madre dejó por la mitad. Lo hizo luego de darme a luz. Desangrada. Casi muerta. La palabra que mi padre decidió convertir en mi nombre.
¿Qué alucinaciones, qué recuerdos la movieron a escribirla? Mientras sus músculos pélvicos luchaban, antes del desprendimiento de placenta que le arrancaría la vida, ¿qué imágenes habrán llegado, si es que en verdad llegan imágenes antes de ya no ver más?
Primero debe haber pensado en aquél viaje a Tonga, cuando acompañó a
un japonés de vacaciones, un muchacho rico que necesitaba un intérprete de inglés, la segunda lengua oficial de esas islas. Por pura curiosidad, a mi madre se le dio por aprender, aunque fuera lo mínimo de tongonés durante los tres meses anteriores al viaje. Hablar la lengua local siempre abre otras posibilidades de acercamiento a la gente. El tercer día fue libre, su jefe iba con una excursión a pescar y le dio a entender que eso de la pesca no era para mujeres. Ella aprovechó para pasear y visitó una aldea en la que puso en práctica su nueva adquisición lingüística. Luego de hablar un rato, o más bien hacerse comprender, los integrantes de la tribu la invitaron a ver cómo era ir a pescar según sus tradiciones. Zarparon en canoas, navegaron por un estuario hasta llegar a una parte rocosa. Allí frenaron y se quedaron en silencio. No tenían cañas, solo algunas redes. Mi madre les preguntó qué hacían y ellos respondieron, esperar.
Estuvieron así algunas horas. Ella aprovechó para hablar con unos niños que acompañaban la excursión, aunque la costumbre era guardar silencio. Los hombres más grandes la miraron con desprecio; para ellos, pescar también era una tarea masculina, aunque el jefe de la aldea había decidido invitarla, quizás por el reconocimiento que ella había mostrado al hablar en tongonés y no en inglés.
La luz comenzó a perderse en el horizonte. A medida que la luna se hizo presente, el agua comenzó a bajar; entonces aparecieron, metidos en cavidades de las grandes rocas, los peces. Era una trampa de la naturaleza. Ellos solo tiraban cebo para reunir mayor cantidad. Bajaron de las canoas, se acercaron y los tomaron uno a uno con las manos, para meterlos en las redes.
Le dijeron que eso mismo lo hacían todos los días. Era su principal fuente de ingresos: vendían y comían esos peces. Imagino la cara de mi madre. En su diario, se preguntó al final de la anécdota: ¿Podemos nosotros, de este lado del mundo, vivir sin la recompensa de lo incierto? ¿Podemos sentarnos a esperar que la marea baje, o necesitamos siempre tirar la caña?
Entre la vigilia y el delirio de la agonía, seguro China también se hizo presente. Aquella vez, cuando luego de tanto hostigar a sus alumnos de español, obtuvo una respuesta. Les había preguntado a los universitarios por qué estudiaban tanto y por qué obedecían con tanto respeto los mandatos familiares y sociales. Ella esperaba una respuesta digna de una cultura de cuatro mil años de historia, de represión comunista, de capitalismo confusionista. No. La respuesta fue simple: “Porque somos muchos”.
Y entre cada pujo mi madre recordaría otra historia, mientras el sudor cubría su cuerpo y el dolor se hacía cada vez más presente. Tal vez recordó aquellos meses en México, en Veracruz, cuando trabajó para un empresario estadounidense. Se hospedó en un hotel de lujo cerca del puerto. Le llamó la atención una mucama, una joven de ascendencia zapoteca con quien entabló amistad. Ella quería aprender aunque fuera un poco de inglés, lo que podía generarle mejores propinas.
Mi madre vio su interés y pactaron un horario de clases (durante la hora de comida del personal, horario en el que su jefe gringo dormía unas siestas monumentales). El mediodía que tocaba el past perfect, el pasado del pasado, Donaji, que en zapoteco significa “alma grande”, faltó. Al otro día, sucedió lo mismo. Mi madre, imagino que un poco enojada (sé cuánto odiaba la indisciplina), hizo algunas averiguaciones con el personal y le dijeron que sí, que Donaji estaba trabajando.
En el horario habitual de cambiar las sábanas, tocaron su puerta. Esta vez no era una compañera sino Donaji misma. Tenía un ojo morado.
Mi madre la hizo pasar y le preguntó qué había sucedido. Ella dijo que su novio se había puesto malo pero él no era así generalmente, es que era la situación, la había descubierto practicando el inglés y él le dijo que ya bastante había con que hablara en español, que no deshonrará más a su gente. Discutieron y sucedió aquello. Pero en parte era su culpa, por molestarlo cuando él no lograba conseguir trabajo.
Mi madre le dijo que ella podía presionar para que la policía hiciera algo, podía llamar a unos amigos que trabajaban en una organización contra la violencia de género, cerca de la Laguna Tarimoya, con gusto la hospedaría en su casa hasta que la situación mejorará. Pero no hubo caso. Ella dijo que había sido cosa de una vez, le agradecía que ella se hubiera tomado el trabajo de enseñarle otra lengua, pero ya no iban a poder continuar.
No hubo más anotaciones sobre ese viaje. La libreta era de 1990 y la siguiente anotación registrada fue en septiembre; decía, ¿reproducción asistida?
Eso fue dos años antes de que naciera yo. Mi madre para ese entonces tenía cuarenta años.
Me pregunto si en ese momento de agonía habrá pensado en las advertencias del médico sobre el riesgo que los procedimientos implicaban en una mujer de su edad. Sé que lo recordó.
Pero sin arrepentirse.
Y seguro que también recordó el último viaje que hizo en sus primeros meses de embarazo, junto a mi padre. Fueron de vacaciones a Chaco para visitar a su familia. Allí conocieron el caso de una niña de trece años de la comunidad wichí. Había quedado embarazada luego de múltiples violaciones. Mi tío era su pediatra. Las autoridades querían obligarla a seguir el embarazo, no existía la opción de abortar, era ilegal.
Mi padre, publicista, armó una campaña de difusión. Solicitaba ayuda económica para viajar a donde abortar fuera viable. Esa niña tenía un cuadro de desnutrición crónica, anemia y un historial clínico de enfermedades respiratorias; probablemente moriría durante el parto... no solo ella, también su hijo no deseado.
La campaña fue desmantelada por seguidores del Opus Dei. Uno de ellos era el intendente de la ciudad de Resistencia, quien sacó provecho político
de la situación (estaban cerca de elecciones).
Cuatro meses después esa niña murió. Entonces mi madre estaba a dos meses de parir. En su libreta dibujó el kanji japonés Tristeza.
Cuando nací, mi padre seguía afuera, muriendo también un poco. Desde que ella había entrado a la sala de partos no volvió a verla. De la sala de partos pasó a terapia intensiva. Nadie quiso decirle nada, pero él entendió al momento y la siguió. Claro que no lo dejaron entrar. No sé cómo, en qué momento, mi madre habrá despertado de ese sueño inducido mientras los médicos trataban de frenar la hemorragia. No sé cómo, pero ahora sé porque, abrió la libreta y con sus últimas fuerzas escribió la palabra que se convirtió en mi nombre:
Libertad.
Y ahora lo entiendo porque soy yo quien está recostada, junto a mi mujer, esperando que sea la hora. Tengo miedo, no voy a hacerme la valiente… yo también pasé por procedimientos similares a los que pasó mi madre.
Creo que ya es hora. ...
Es una niña. Le digo a mi mujer que quiero cambiarle el nombre que elegimos por otro, Soledad. Para ser libre hay que poder caminar sola.
¿Soledad? me dice ¿Te imaginás cuando les hable para que vengan a la mesa? ¡Libertad, Soledad, Fraternidad, Igualdad! ¡A comer! No, ni loca. A lo sumo… Sol.
Sol, pienso mientras abrazo a mi hija.
Es imposible ser libre sin otros.
—
¡Fea! ¡Malnacida! ¡Nadie te quiere! Eran algunas de las cosas que le vociferaban desde afuera al cerrar la puerta. Volver a casa cada día era un calvario. Y no sólo volver, también salir, andar y simplemente ser ella. Siempre con su ropa gris y negra, cabello trenzado y labios grandes, se burlaban de su piel, de su cabello y de su apariencia. Se burlaban de su procedencia, de sus ancestros y de su inocencia. Las ventanas y puertas la protegían de las piedras, mas no de las palabras de odio que atravesaban las paredes como hechizos. Y tampoco de las palabras de odio que vagaban en su mente. No había tregua. Su bola de cristal solo mostraba oscuridad. Y las cartas no hablaban de buena fortuna. Estaba perdida.
¿Hasta cuándo acabará? se preguntaba. Yo no tengo la culpa de ser quien soy. Yo no tengo la culpa de ser como soy. Yo no tengo la culpa de… ser.
No encontraba su sitio en el mundo. Y por esto se frustraba, y con frustración llegaba el llanto, y con el llanto a veces llegaba la rabia. Pero nunca llegaba al rencor. Era muy niña para conocerlo. Además el rencor te lleva al odio, y el odio a la venganza.
¡Venganza! Sí, venganza. Si era suficientemente grande para conocer la venganza.
<<Demuestra de que estas hecha>>, le decía la voz en su cabeza.
<<Combátelos con lo mismo que te condenan>>.
Sintió como las palabras se volvieron fuego que quemaban su morada y carbonizaban su paz. Por alguna razón los quería a ellos, pero no se quería a ella misma. Pero eso estaba por cambiar. La niña se levantó y arrancó una de las grises y negras cortinas que tanto la protegían de las ventanas. Fue al lecho donde se quedaba dormida cada noche después de su llanto y arrancó un poco del relleno de sus almohadas. Luego sacó una cajita polvorienta de uno de sus cajones y poniendo todo en el centro de la habitación prendió velas por todo el lugar. De la cajita sacó agujas de todos los tamaños, hilos de todos los colores y botones de todas las formas. Entonces empezó a coser. Cosía pensando en los que la humillaban. Cosía pensando en ella. Cosía con lágrimas en los ojos. Con rabia. Y sobre todo cosía con miedo. No creía lo que estaba a punto de hacer. Pero lo hizo. ¡Su creación estaba lista! Una muñeca vudú. Llegó la hora de demostrarle a todos su poder. Llegó la hora de vengarse. Llegó la hora de… abrazar a la muñeca, la cual vestía de gris y negro, tenía el cabello trenzado y labios grandes. Y la niña abrazando su nueva muñeca le dijo —Te amo — con una sonrisa calmada.
Fin
Doy
clic. La compra se está procesando, aparece un espiral que indica la carga. “Compra exitosa, puede revisar su boleto de avión por correo”. Me tiemblan las manos porque ya se cumplirán dos años que no he viajado a Santo Tomás. La post pandemia y la llegada imparable de la adultez me quitan cada vez más tiempo de descanso. Vivo en una ciudad sin mares, las únicas olas que se asoman son las del humo de los carros que invaden el tráfico en horas pico. Los peces son las botellas de plástico desplayadas en el pavimento. Si me quedo por mucho tiempo en lo urbano, me enfermo; necesito regresar a mi tranquilo pueblo caribeño, necesito el beso en la frente de mi abuela octogenaria, necesito refugiarme bajo el calor del guardián sol que sobreprotege a los costeños.
No soy un adulto, soy un niño que ha sufrido de envejecimiento. Regresar al caribe es regresar a la infancia que pierdo en la ciudad. Es como un viaje en el tiempo que, en lugar de hacer retroceder las moléculas, produce retornos en los afectos y acelera las melancolías. Los cementerios ya no parecen lejanos. Antes la muerte se vislumbraba como un evento imposible del que mi familia y yo estábamos librados. Ahora que unos cuantos miembros se han despedido del plano físico, las ansias por ir crecen. La ciudad se torna difusa, las palmeras del pueblo se vuelven palpables.
IICuando viajo al Atlántico mi cuerpo pasa por una metamorfosis. Me vuelvo una hamaca, una negra hamaca que sabe recogerse cuando hay mucho sol y se extiende apenas la brisa toca las compuertas del balcón. Mis telas vibran con los sonidos de las champetas y vallenatos, y sobre mí
reposan bollos de yuca con butifarra. En mi composición se recuesta el cansancio del cuerpo lacerado por la inmediatez citadina. Me mezo de un lado a otro, como un niño que se columpia en una llanta atada a un árbol. Mientras el bamboleo me calma, pienso que cuando uno habita el Caribe, éste se conserva vívido y tropical en el pecho. Despierto de la ensoñación, ya he llegado a Santo Tomás. Está mi abuela con sus manos eruditas y su cabellera de hace un siglo. Están mis primas con sus sonrisas carnavalescas, y mis tías con su preocupada hospitalidad. Las ventiscas arenosas también me recibieron con los brazos abiertos.
Alguna vez oí de una santera que los espíritus ancestrales viven en el agua. El mar es un sitio de encuentro con aquellos que ya no están. Caminar la playa con la abuela resultó en un camino nostálgico; cada paso era una puntada más hacia una temporalidad donde no estuviéramos juntos en la tierra, sino en el mar, con ella como un espíritu acuático.
Del agua uno aprende mucho, mijo—me decía mientras recogía su cabello desarreglado por la brisa—el agua se amolda a todos los recipientes donde uno la eche. La rigidez es un comportamiento aprendido mijo, uno debe retornar al agua de vez en cuando. No volverse duro y amargo como la pepa del mango, sino fluir como el mar, convivir con lo distinto como los estuarios, permitirse pasear por las montañas como los ríos, poner justos límites como las ciénagas, saber cuándo parar cómo los glaciares.
Atónito por las palabras premonitorias de mi abuela, pienso en el cuerpo humano, en el cuerpo negro que resido, en su simbolismo y en aquello invisible que lo atraviesa. Pienso que no parece ser coincidencia que la mayor parte de mi corporalidad está compuesta por agua. Debo ponerme a la tarea de aprender de la humildad de los lagos y de la persistencia de los atolones, de la fuerza de los arroyos, de la apertura de las bahías y de la movilidad de los esteros. Los cuerpos de agua me muestran que hay todo un mundo de enseñanzas espirituales residentes en ellos.
Doy pasos al mar mientras mi abuela se queda atrás. Ella no vino con prendas de baño, así que me observa desde un tronco que sirve de banca sobre la orilla. En mi caso, una pantaloneta era suficiente. Entrar al mar es un bautizo. Las aguas saladas santifican y limpian el alma tan maltratada por este mundo y sus lógicas. Hoy entré en él porque me dolía el cuerpo, los órganos adolecen esta carga sistémica y generacional que llevo. Así como Heráclito dice que un hombre no entra al mismo río dos veces, el ser que se integra con el mar nunca sale siendo el mismo.
Entrar al mar fue una muerte figurada, salir de él se convirtió en un renacimiento. Desde la teología hay una palabra para ello, metanoia. Un cambio sentipensante que involucra la mente y el corazón. Ésta quizá es la verdadera muerte, pues el fallecimiento físico es aliviado por las memorias de la gente que sostiene el duelo. Al mismo tiempo, miró el rostro despreocupado y diáfano de mi abuela. Si no, la olvido ¿realmente se habrá muerto? Ir al mar es morir, y regresaré las veces que sean necesarias, regresaré para quitarme las resurrecciones forzadas de la ciudad. Ahora, al entrar al mar, siento que he muerto para mí mismo, pues una versión quedó ahogada en las olas.
Hace un mes que llegué a la ciudad y me doy cuenta de que aquí abunda el agua. Ahora encuentro que este líquido también sale del interior de las personas, que mis ojos son cascadas que desembocan de la fuente infinita que cargo en mis adentros. Los ciudadanos llevamos riachuelos en el corazón. Así como el agua regresa a su origen, mis lágrimas me llevan a la costa para aliviar el concreto caliente de la urbe. El agua llega una vez más para recordarme mi condición migrante, de los desplazamientos que se necesitaron con la promesa de una mejor vida, de los que se quedaron en el pueblo carentes pero tranquilos, de las resistencias que se generan como mecanismo ante el olvido y la asimilación.
Pasaron dos semanas desde que hablé con mi abuela, fue una llamada plana, quizá por lo cortante que resultan las llamadas en comparación con el afecto cara a cara. Escuchaba su voz robótica por la mala conexión —Feliz cumpleaños, que el señor siempre te bendiga y te dé muchos años más de vida—me decía con inusitada seriedad.
<<Y que después de todos los cumpleaños que nos quedan, nos encontremos en los océanos>> le respondí en mi mente antes de darle las gracias.
Mi abuela solía decir que «paso a paso, se anda lejos».
Creo que los refranes son como los plátanos verdes; hay que dejarlos madurar con el tiempo para comprender realmente su significado. La mayoría de nosotros los asimilamos a pies juntillas porque emanan de voces sabias, de bocas curtidas en las adversidades y que consideran la saliva un recurso preciado que no malgastan, a no ser que sea estrictamente necesario.
Así era mi abuela.
Al igual que ella, nací en una isla a la que muchos consideran un paraíso. Y no se equivocan. El problema de algunos paraísos es que, si pasas mucho tiempo en ellos, sientes que te ahogas; se crea una melancolía ficticia sobre lo que habrá más allá del mar y añoramos aquello que no somos capaces de ver o sentir.
Lo cierto es que mi abuela, con sesenta y cinco años, decidió convertirse en exploradora y adentrarse en todo ese mundo desconocido. Yo aún era un niño, y los niños no razonan como los adultos, solo sienten. Y yo sentía que quería formar parte de sus aventuras, crecer por dentro en cada viaje y ampliar mi horizonte, pero aún no era el momento.
Su aventura la transportó cada vez más lejos de la isla: Países Bajos, Japón, Alaska. A su regreso, su maltrecha maleta rebosaba historias y gracias a ellas, descubrí a los Inuit, los campos de tulipanes de Keukenhof, el olor de las curtidurías de Marrakech o el sabor de nuevas especias que no dudaba en añadir a los platos tradicionales de su tierra.
Cuando mi abuela decidió que era el momento apropiado, decidió realizar
su último viaje, en silencio — nunca le gustaron las despedidas — pero el vacío que me dejó, lo pude llenar con la herencia de su sabiduría y su preocupación por el prójimo.
Con el tiempo, decidí estudiar idiomas. No hay nada más hermoso que poder expresar y entender los sentimientos de otra cultura.
Un día encontré sus viejas fotos en un baúl y para mi sorpresa, al reverso de todos esos paisajes, ciudades y personas, le acompañaba una frase o un pensamiento, muy escueto, pero que encerraban grandes mensajes. Así que no me resultó extraño observar la foto de unos marineros mirando al cielo mientras se despedían de su familia en el puerto, acompañado de la frase «las lágrimas con la lluvia no se distinguen» o una niña sonriendo junto a un plato de arroz, seguido de un simple, pero profundo «gracias, Kaira».
En ese instante, comprendí que una parte de lo que movería mi vida, sería convertirme en un nómada de los recuerdos de mi abuela y a la vez, crear los míos propios para transmitirlos a aquellos que quieran no oírlos, sino escucharlos. Comencé a viajar a todos esos destinos con la admiración que conlleva sentir que antes que yo, mi abuela había transitado por la misma senda, habría sentido el frío de ese viento que se metía en los huesos y removía las entrañas, que habría amado, de la misma forma que hago yo, cada puesta de sol y cada noche sin luna.
Actualmente, sigo viajando y siempre compro una postal que no envío. Escribo lo que siento sobre el lugar que visito, sentado a los pies de un faro, en la arena de una playa del Pacífico, en el lecho de un río rodeado de las Montañas Rocosas. Y lo seguiré haciendo…
Hasta que se me acabe la tinta.
Trabajando hasta el final Perla
En los parajes de mi interior, donde el secreto aguarda, sumergido en el susurro de los árboles diálogo con la luz, bajo la mirada penetrante del horizonte de la memoria, donde el tiempo se desvanece en susurros de eternidad.
Aquí, donde el silencio compone melodías inauditas, donde los sueños entrelazan hilos de realidad y sueño, cuando el pasado parece desvanecerse en el presente vibrante, y el futuro se insinúa en cada latido de la conciencia.
Avanzamos con el sabor del café en los labios, con el roce fugaz de los encuentros y despedidas, caminamos por senderos de incertidumbre y revelación, sabiendo que cada paso es una nota en el pentagrama de la vida.
Llevamos con nosotros el abrazo cálido del universo, el eco de las estrellas que susurran secretos ancestrales, la fuerza de los ancestros, la sabiduría de los siglos, y el amor por la existencia
que palpita en cada sueño enardecido.
Celebramos con gratitud los éxitos que respira el pasado, con la humildad de quienes saben que somos solo un eco, hacia un futuro incierto que nos llama con su misterio, pero que abrazamos con la valentía de los que crean.
Nuestros sueños se elevan como cometas en el viento, guiados por la intuición y el aire vivaz que solo puede dar la esperanza más fugaz, con la certeza de que nuestros instrumentos tocan una melodía que trasciende la muerte.
Celebramos nuestra esencia con pasión desbordante, con el café que perfuma el alma y nos levanta de nuestro lecho, con el beso que se convierte en poesía en los labios, y con el abrazo que nos reconforta, haciéndonos un solo ser.
En los parajes de mi interior, donde el ser se revela, el presente y el pasado se funden en un éxtasis, donde los sueños se entrelazan con la realidad, allí encontramos la armonía más pura de la existencia: el amor que viene en forma de granos.
No está todo perdido
Luisa María Álvarez Díaz (Arrecife, Lanzarote, Islas Canarias, España )Creo que no hay nada más artístico que amar verdaderamente a la gente.
Vincent Van Gogh Girasoles de trapo crecen en los arroyos que se han surcado en mis mejillas.
Por las noches, cuando nadie mira, pierden todo color, se les escurren los pétalos entre las hojas de las almohadas, veloces se pintan, de todos los amarillos posibles, cada uno de mis sueños.
A la mañana se alzan mis girasoles silvestres,
no les importan la miseria ni la tapera en que se han convertido los ocho huesos de mi cráneo
Vienen a mí las aves rapaces, pero también esas personas peculiares que aman lo que está roto, se quedan, me tejen escaparates y entonces, miró de nuevo al sol.
(Buenos Aires, Argentina)
Martín VegaMy mom never could afford anything. Not even grapes. Never could she buy me shoes that didn’t fall apart more and more with every step on the brittle, rocky road on my street.
How I longed for a beautiful doll whose hair fell perfectly down her shoulders, wore handmade camisetas … and looked as pretty as me.
What I wouldn’t have done to buy a crisp, cold cola from the store to beat the unforgiving sun that shined upon me so mercilessly.
What I wouldn’t do for some grapes.
I was only fifteen years old … but it was for my own good, she said. My brother was there for me and I can start a new family … it was for my own good, she said.
It’s a better life for you, this path is right for you … leave me behind, she said.
How I longed for her to change her mind.
What I wouldn’t have done to get her to say she’s joking. What I wouldn’t do for some grapes.
Early in the morning, I was on a train. In my hand were my bags and my mother’s wish.
She cried and cried … the merciless sun quickly drying the tears from her face, as if it didn’t want me to see them.
How I longed for her to stop crying.
What I wouldn’t do to stop her heart from aching. What I wouldn’t do for some grapes.
As the train pulled out of the station and gradually picked up speed, I could hear my mother calling.
I look out the window, to see my mother’s face in a blurry sea of people, reaching her hand up towards me.
Her fraile, overworked fingers tightly wrapped around an old cloth. I reach out to meet her hands, grabbing the gift from my mother’s grasp.
How I longed to hug her once more.
What I wouldn’t do to stay.
I open the cloth and think, as the tears stream down my face: “What did she do to get these three green grapes?”
Aquí y ahora, lo que me impulsa y me mueve a soñar, son pequeños granos de arena en un desierto.
Un cálido abrazo o una sonrisa cómplice.
La canción que me desarma hasta derramar la última lágrima.
Aquella mariposa que se posa en mi ventana animándome a creer que habrá un mañana.
Pequeñas grandes cosas que encienden el motor de mi alma.
Y pensar que ayer me hallaba oculto en mis propias llamas.
Sin ver ese hilo de luz, que me alumbra, cuando ya no veo nada.
Al final, la historia de mi vida se disipa por mis venas.
Lo malo y lo bueno se entrelazan.
Me construyo de nuevo, sin importar las llagas.
Aquí y ahora, solo miro hacia el norte.
Después de tanta noche, con la esperanza de siempre y otros ídolos de barro, el día nos invita a andar tranquilos en busca del reencuentro.
Sumo alegría a las tapas y a las copas, miras mis ojos que nunca tienen prisa.
Conozco tu impaciencia, comprendes mis silencios (esas luces sin rostros ni palabras) y perdonó al pasado sus errores.
Deja atrás los reproches y los sables y en la fe que nos une sella el pacto.
Ayer queda muy lejos, mañana es una calle que dobla en cierta esquina… y hoy despierta otro sol en nuestras manos.
El Paraná arrastra el otoño el sol levita pedacitos de río trasgrede los rituales de la mente formando castillos y rostros blancos.
El tiempo exprime el jugo del cielo, por casualidad o milagro una porción de lluvia alimenta un naranjo, hincha sus flores y las revienta en fruto.
El gajo que chupo es parte del árbol que chupó astros y esteros. Sobrevivió sequías, tormentas.
Y alguna vez creció de una semilla que fue fruta de un árbol, que chupó décadas sobrevivió heladas fue testigo de dictaduras y democracias y alguna vez germinó.
Según cuenta la leyenda,
en el año mil
los soldados valencianos que corrieron a los moros robaron un cajón de esferas de un color sin nombre.
Y celebrando la victoria un sargento perforó con su espada el costado del color anónimo.
El jugo salpicó su plateada armadura y en un acto instintivo, divino la llevó a su boca y succionó el néctar dulce, sellando su destino.
Un río, el sol y el viento, nubes, lluvias, sequías, incendios, democracias, pueblos, dictaduras, barcos, moscas de toda especie, una reina, camellos, un árabe y cien décadas se desangran, chorrean en el gajo atravesado que se acerca a mis labios.
Mi amigo, no hay forma de saber que sabor tendremos cuando el tenedor de la muerte nos pinche.
Unos viajan solitarios
Otros con su familia y vecinos,
Algunos marchan con la bandada
O aventuran forasteros en el camino.
Ninguno lleva adicional equipaje
Andan ligeros para extensos viajes,
Heredan el saber de estratégicas paradas
Y de la guía estelar que trazará sus mapas.
Emprenden con audacia la épica excursión
Entre céfiros o borrascas,
Con bonanza o en pleamar,
No se desvían del curso,
No equivocan su dirección.
Surcan el vasto cielo plumíferos migrantes,
Recorren azul océano cetáceos gigantes,
Exploran vespertinos hábiles murcielaguillos,
O peregrinan escarchados los monarcas pingüinos.
Éxodo de criaturas guiadas por el instinto
Con brújulas innatas orientando su destino,
Magníficas hazañas de los ambulantes héroes
Que preservan así
La subsistencia de su especie.
there is a woman at my window
she is watching me pack
I see her cry as I pack my baby blanket she stares as I put away fairytale books picture albums my senior year boxes out my window she stares in peeking into my home creeping like a mischievous thing no doubt thinking up a floor plan deciding how to redecorate
she is staring at me now closer than before now she lingers on my gardens
I can almost feel her breath on my neck
she is watching me comb my wild curls she is eyeing my silly wardrobe
she spoke to me this time she tells me she is to move in after me she asked if I would miss
the home I have built for the last 19 years I could not answer her I was overwhelmed in shock
she looks a little too much like me
(Galicia, España)
Santa Comba Isabel Riquelme Llompart"La humanidad (se ha dicho con justeza) está compuesta más de muertos que de vivos; nuestro cuerpo, los productos de nuestro trabajo, nuestra lengua, nuestros pensamientos, instituciones y artes, todo ello es nuestro, a titulo de herencia y de tesoro lentamente acumulando por nuestros antepasados." - León Bourgeois
En las sombras de un pasado turbulento, caminé, con la historia en mis espaldas, legado de ancestros, sus luchas, sus batallas, ecos de una vida de trabajo y sufrimiento.
Mi abuela, fuente de sabiduría y amor, con sus manos curtidas y su mirada firme, me enseñó el valor de la tenacidad que confirme, que el esfuerzo es la más noble labor.
"Enfócate en tu carrera," solía decir, "para que no cargues el peso que yo cargué", sus palabras, como faro, me guían a seguir, en un mundo donde su sacrificio nunca olvidé.
A cada paso, su legado me fortalece, en esta tierra lejana, donde nací y crecí, a veces me siento como si no perteneciese, pero el amor de mi familia me recuerda quién fui.
No soy solo de dónde vengo, sino lo que hago, con el empuje de aquellos que antes de mí vinieron, en mi corazón, sus esperanzas y sueños cargo, honrando cada día los caminos que abrieron.
En la danza de dos mundos, encuentro mi lugar, ni totalmente de aquí, ni completamente de allá, pero en cada paso, en cada logro, en cada andar, siento el eco de mi sangre, su fuerza me da.
Aunque dudas me asalten, aunque el miedo me aceche, sigo adelante, con la historia como mi guía, cada éxito, cada triunfo, a ellos se lo dedico, porque en sus hombros, hacia el futuro, me elevo hoy día.
La labor de mi abuela, su amor y su lucha, es el viento bajo mis alas, la razón de mi empeño, en cada desafío, en cada prueba, en cada traba, encuentro su fuerza, su coraje, su sueño.
Hacia adelante voy, llevando un pasado de valor, con la certeza de que, en mi esencia, su espíritu reside, no importa dónde esté, su legado es mi motor, y en cada paso que doy, su amor me guía y me decide.
Cargo recuerdos no decomiso.
Se derramaban generando ruido que caía como bala a mi oído.
Me recordaba al verano cuando estaba frío.
A Vallejo y todo lo que representa.
Pero ¡Estoy vivo!
Y las balas del pasado ya no me hacen daño.
El sol es tan fuerte que pulveriza esos granos.
Y la lluvia me recuerda al frío ahora en verano.
“No se vaya a secar esta lluvia”
¡Que tanto amor una vez me brindó!
“Canta, mi lluvia, en la costa aún sin mar”
No te vayas a secar nunca.
Canta, mi lluvia, en la costa aún con mar.
Yo siempre te voy a recordar.
En la sangre llevo lo que cada día me motiva a despertar
Cada memoria, cada recuerdo, de aquella niñez privilegiada
De lunes a viernes vestirme con mi falda azul hasta las rodillas y mi blusa blanca recién planchada
Y tomar desayuno en una mesa donde la comida nunca faltaba
Dirigirme a aquella escuela donde aprender tenía un precio y donde rezarles a los santos era un requerimiento
Ese lugar que me abrió los ojos al conocimiento no solo por los maestros o las lecturas
Pero por las vivencias enriquecedoras
Amistades, desilusiones y largas amanecidas memorizando y aprendiendo,
Pero también conociendo aquello que uno lleva adentro
Todo eso me permitió alcanzar lo que muchos no pudieron lograr, Y parte de ello es lo que alimenta mi continuar
Sin embargo, hay un recuerdo, una experiencia, un sentimiento, Que influye mucho más el despertar cuando aún la ciudad sigue durmiendo Aquellos fines de semana cuando me embarcaba en una aventura
Una aventura de dos horas, para llegar a una realidad
La cual iniciaba con la transición de pistas de cemento a caminos de barro y tierra
En donde edificios lujosos se transformaban en casas no terminadas
Donde la señal telefónica apenas llegaba y personas hacían filas para recolectar agua
Pero, aun así, mi niña interior sentía que estaba yendo a casa
Cuando llegábamos a nuestro destino, me encontraba en un universo paralelo
Donde a pesar de que la pobreza estaba retratada en el vecindario y es asociada con tristeza y sufrimiento
Al pasar el marco de la puerta, la salsa, el bolero y carcajadas
Hacían melodía de fondo a este acontecimiento
Podía absorber el amor, la diversión y la unión
A través de cada beso en la mejilla, de los chistes de mis tías,
O el delicioso cabrito a la norteña preparado en familia
A pesar de que en esta realidad las reuniones familiares no consistían en lujosos cócteles
Me dio la lujosa oportunidad de cultivar y mi identidad
Este sentimiento se impregnó en mi piel,
Haciendo posible que me sienta parte de cada cordillera, cada río y cada ser
Sin embargo, al ir creciendo, fui conociendo los estragos y problemas,
Que mis primos, tíos y sobrinos enfrentaban en este subsistema
La falta de acceso a educación de calidad y oportunidades laborales,
Son solo algunos de los conflictos que formaban parte de sus realidades
Un día me pregunté, yo qué puedo hacer
Por estas personas que me dieron uno de los regalos más gratos que en mi vida voy a tener
“Voy a ser parte del cambio y hacer que ciertos privilegios
No sean la razón por la que uno no pueda llegar lejos”
Ahora me acompaña ese recuerdo, esa experiencia y ese sentimiento
De aquellos fines de semana cuando me embarcaba en esa aventura
Donde forme mi identidad peruana, y que es por ellos y el resto de mi patria
Que voy a clases, trabajo y me levanto todas las mañanas
“El talento es algo bastante corriente. No escasea la inteligencia, sino la constancia.”
—Doris Lessing.
Te he visto volar con alas prestadas sin miedo a caer, te he visto caer mil veces y mil veces renacer. Has surcado el azul eterno donde duermen los gigantes, has dejado que el abismo, ciego a tus pies, grite, brame y te llame por tu nombre. He oído el miedo de tu corazón, rodeado de vacío; su palpitar intenso y firme retando lo impenetrable.
¿Quién eres tú que has subido por escalas hechas de humo, más allá de la vista de los hombres?
Te has reído del mal propio, has llorado el del extraño. Has llegado a comprender las mecánicas del éter, el valor del sueño roto y lo eterno del instante.
Olvidaste los demonios del recuerdo recordando sus lecciones y no miras los fantasmas del futuro, ya que sabes que el presente, aunque en vano traté de vivir, por siempre derramado en el blanco del papel, pasa fugaz, inexistente.
Aprendiste a pulsar la cuerda y la lanza, aprendiste a templar la pluma y la espada. Reconoces las miserias de las gentes asustadas y admiras el valor sobrio de las personas aisladas.
¿Quién eres? Tú que haces lo que otros sueñan, que sueñas lo que algunos quieren, que quieres lo que nadie aprecia, que aprecias lo que otros crean y creas lo que nadie llegó a soñar siquiera.
Ignoras, como fabuló aquel sabio, los golpes y dardos de la insultante fortuna, pero estás atento al trueno del susurro de una queja si es leal, de una mirada si es limpia, de una palabra sincera. Aprendiendo cada día lo que dice o calla el sabio y aprendiendo más si cabe del escándalo bastardo.
Haces cantar la madera y el metal, formas nubes de sonidos donde sólo reina el ruido y rindes armas al silencio de quien ruega ser oído.
Lo mezquino te acorrala, la soledad tu piel abrasa, el hastío hiere tu alma y, aun así, con cada alba, naces nuevo, formidable, ajeno a lo que te ataca. Vives, pierdes, lloras, sigues.
¿Quién eres? Que mil bayonetas rompiste, mil altivas torres derrumbaste, mil montañas azules subiste, mil voluntades quebraste y frente a una sonrisa, al final caíste.
Al fin te reconocí, te vi mil veces pasar junto a mí. Eres la voluntad de avanzar, eres el padre que sufre y sigue, eres la madre que llora y vence, el hombre que se supera, la mujer que no se rinde, el impulso que no para, mientras la voluntad de ser, la voluntad de hacer, no cese.
Pasado
presente
El Corazón del Cielo les echó un vaho sobre los ojos. Popol Vuh
Pueblo de árboles fantasmas y bóvedas de oro acúfeno que se desprende a chorros por los perturbados muros.
Pueblo con tus Santos y peregrinos de terciopelo rancio y tétrico pelo humano bajo un madero apolillado.
Pueblo, la pólvora te corre en los brazos empedrados, hueles a café de olla y a minas de guano y polvo que extrañan su cuarzo blanco.
Pueblo de hijos mártires, de charros sin cabeza, entrecejos duros, y jóvenes desaparecidos frente a los ojos de ventana.
Pueblo, tus heridas están abiertas pero te dijeron que perdiste el alma, te pusieron los emplastos de toronjil, en los ojos, (cardo santo) y dejaste de ver el cielo y te culpaste. Se te olvido que eres el dios que crearon los dioses, pero
Pueblo, de maíz eres y en maíz te convertirás.
Nabusimake, Sierra Nevada de Santa Marta en Colombia. Página/Page 12 (Portada/ Cover)
Perla Yadhira Hernández Gallegos / Viaje Hacia el Sueño americano
En 2023 se registró en el norte de México, especialmente en el estado de Coahuila, una crisis migratoria por la llegada masiva de miles de indocumentados centroamericanos y sudamericanos con destino al vecino país de Estados Unidos. En solitario o con sus familias, los migrantes se transportaban en camiones, el ferrocarril o caminando, rumbo a la ciudad fronteriza de Piedras Negras. La foto muestra a extranjeros, principalmente de Venezuela, trepando a los vagones del tren que en este punto de la ciudad detiene su marcha, lo que es aprovechado por los migrantes para ascender. Ellos sueñan con arribar a Estados Unidos por una mejor vida para ellos y sus familias, ya que en sus naciones la violencia, la pobre economía y la falta de oportunidades son cosa diaria. Página/Page 18
A los habitantes del pueblo de Dolores Hidalgo se nos conoce como «dolorenses», mi esperanza es que mi gente prospere y sea feliz, a pesar de todo el mal que ocurre a nuestro alrededor. Página/Page 20
En una de las más populares y concurridas plazas públicas de Saltillo, un adulto mayor se dedica al espectáculo de las marionetas con personajes famosos de series de televisión y de caricacturas, con música de fondo para hacer más entretenido y divertido su show, además de usar el sarape multicolor típico de Saltillo y el sombrero de paja muy característico de México. Llama la atención la avanzada edad del hombre, quien carga con varios muñecos y bocinas de sonido para su exhibición ante familias e individuos que suelen visitar este lugar
para descansar. En sus presentaciones, el señor coloca un sombrero en el piso al que la gente puede dejarle dinero en retribución a su espectáculo. Página/Page 60
Luisa María Rosa Alvarez Diaz / No está todo perdido
Si el barco no está hundido no está todo perdido. Página/Page 64
La fotografía fue tomada a un evento que ya es tradición en esta ciudad: la Matlachinada Coahuila 2023. Se trata del desfile y danza de grupos de matlachines de las diferentes regiones del estado, por la calle principal del Centro Histórico. La diversidad cultural y religiosa enriquece el espectáculo visual que representan estas danzas mexicanas. La imagen muestra a un matlachín con indumentaria apache y al fondo un mural urbano que muestra a los indígenas mexicanos en la época de la Conquista. Página/Page 93
Martín Vega / Ver-Mirar
La fotografía se tomó en Buenos Aires- Argentina. Pinto y fotografío como veo y no como son las cosas. “Un lugar es donde sucede o ha sucedido algo”. En VER-MIRAR ha sucedido y está sucediendo algo- la novedad de lo pasado. Página/Page 68
Miguel Angel Murúa Rodríguez / Construyendo sueños entre residuos
Nogales, México. Página/Page 48
Rarámuri:
"Mapu ne bowichí inálo, napisó pé napisó bí jú, ba'wí pé ba'wí bí jú a'lí kó eeká pé eeká bí jú.
Nóli bé mapua'lí we'érali ne awí a'lí kayaní napisó. 'Échi napisó ko kéti anáyawali sa'páala ju; 'échi ba'wí mápu 'mawá komíchi kéti wichimóba lalá ju; a'lí eeká kó kéti retémali iwikáala jú".
Español:
Cuando voy hacia el pueblo el polvo es tan sólo polvo, el agua es tan sólo agua y el viento es tan sólo viento. Pero cuando danzo en piso de tierra y levanto el polvo, entonces el polvo es la carne de mis antepasados; y el agua cristalina que corre es la sangre del mundo; y el viento es
el espíritu de mi raza.
Poema de Martín Makáwi . Página/Page 78
Olivia Vivanco / Saboreando
Santo Domingo, República Dominicana. Página/Page 84
Elian Turlione / Chichería de Doña Victoria
La chicha de Jora, es una bebida fermentada de maíz que se elabora desde la época preincaica. Preparada por las señoras chicheras, la receta se trasmite de generación en generación de madres a hijas.
En esta fotografía observamos a Doña Victoria (¿-2023) sirviendo chicha. Al momento de tomar este registro se especulaba que rondaba cerca de los 100 años. Y continúo cumpliendo esta tarea hasta pocos días antes de morir.
Nunca supo su edad exacta y esta fue la primera vez en ser fotografiada. Página/Page 88
Elian Turlione / Peregrinos descansando
Desde el techo de los andes, cientos de peregrinos se preparan para subir el glaciar Ausangate donde pasarán la noche.
La prueba máxima de devoción en la cual, muchos pierden la vida cada año debido a las bajas temperaturas.
Aquí dos jóvenes descansan antes del ascenso. En sus atuendos se pueden observar plumas de cóndor que representan las divinidades, sombreros con líneas en zigzag que simbolizan la divinidad del rayo y espejos en ambos brazos que aluden a la pureza y refiere a la ceremonia de entrega de vírgenes al sol en la cual se sacrificaban mujeres que llevaban joyas en los brazos en la época del Tiwanaku. Página/Page 38
Galicia, España. Página/Page 81
Guadiaro, España. Página/Page 56
Olivia Vivanco / Cempsuchil
Ciudad de México, México. Página/Page 100
Angela Acosta
Title of Work: Taking Flight as a Rare Bird
City or Country of Origin: Gainesville, Florida, USA
Pronouns: She/Her
Occupation: Visiting Assistant Professor of Spanish
Awards Received:
• 2015 Rhina P. Espaillat Award from West Chester University
• 2022 Dream Foundry Contest for Emerging Writers Finalist
• 2022 Somos en Escrito Extra-Fiction Contest Honorable Mention
Previous Publications:
• Panochazine
• Latinx Audio Lit Mag
• Pluma
Additional Information: Angela Acosta's creative and academic work centers on imagining possible worlds and preserving the cultural legacies of women writers. She is author of Summoning Space Travelers (Hiraeth Publishing, 2022) and A Belief in Cosmic Dailiness: Poems of a Fabled Universe (Red Ogre Review, 2023). She has published on female life-writing, poetry, and literary personas in Persona Studies, Ámbitos Feministas, and Feminist Modernist Studies.
Título de obra: Devorados por el fuego
Ciudad y país de origen: Argentina
Pronombres: Danihuracan
Ocupación: Médico Pediatra
Antecedentes educativos: Méd.
Publicaciones anteriores:
• Puré de Calabaza - La idea lista 2021
• Descafeinado - La idea lista 2022
• Mi querido octavo piso - Concurso mi via de escape. Grupo Benidorm-Chile Información adicional: Nacido en Buenos Aires en 1992. Crecí en una familia de 5 hermanos, una familia fanatizada por el fútbol, el cine y las novelas. Realicé la facultad de medicina, posteriormente pediatría, neonatología y en plan de estudiar Cuidados Paliativos.
Adriel García del Pino
Título de obra: Hasta que se me acabé la tinta
Ciudad y país de origen: Las Palmas, España
Pronombres: Él
Ocupación: Traductor/Escritor
Antecedentes educativos: Licenciado en Traducción e Interpretación
Premios recibidos:
• Ganador 9ª Concurso Asociación Funcionarios Internacionales Españoles
AFIE
• Ganador concurso microrrelato (des)propósitos -2019
• Finalista IX Concurso Microrrelatos Escribir por derechos - AI Madrid
Manuel Izquierdo Ruiz
Título de obra: Te reconocí
Ciudad y país de origen: Granada, España
Ocupación: Director de Organismo Público
Premios recibidos:
• VI Certamen fundación “Biblioteca de Ciencia y Artillería”, Segovia 2015.
• VII Certamen Literario “Rodrigo Manrique”, Siles 2014
• XIII certamen literario “Leopoldo de Luis”, Madrid 2021
Información adicional: Necesitamos desesperadamente que nos cuenten historias. Tanto como el comer, porque nos ayudan a organizar la realidad e iluminan el caos de nuestras vidas.
Paul Auster (1947-?) Novelista y poeta estadounidense.
Gherald J. Taylor
Título de obra: Cuerpos de Agua
Ciudad y país de origen: Cali, Colombia
Pronombres: Él
Ocupación: Docente
Antecedentes educativos: Licenciado en pedagogía e inglés
Publicaciones anteriores:
• Ojos de Negro (Editorial El Malpensante)
Información adicional: Pienso que la escritura es un poder que debe democratizarse. Entre otras cosas, permite que pueda contar las historias desde
mi perspectiva y no desde las palabras ajenas de un otro (que pueda tergiversar o contar las historias de forma incompleta). Es importante para mí poder, a través de la memoria escrita, imaginar un mundo más tranquilo para mí y compartir con otras personas aquello que está en mi mente (como una forma de telepatía).
Antonio Olmos BelmonteTítulo de obra: En un rincón olvidado
Ciudad y país de origen: Murcia, España
Lisandro Wolter
Título de obra: Cada vez que cae la luna
Ciudad y país de origen: Campana, Argentina
Pronombres: Él
Ocupación: Preceptor, Profesor ELE,
Premios recibidos:
• 5° CONCURSO INTERNACIONAL DE RELATOS HUMORÍSTICOS
"ALBERTO COGNIGNI" 2020
Publicaciones anteriores:
• En las venas (2018) (publicación)
• Extrañas noches N.6 (2020) (publicación)
Información adicional: Yo no escribo por galardones (mentira). Esto es un desafío personal, se trata de ir más allá del tedio, atacar el núcleo de la vida banal que se nos propone. Cada historia es una maquinita que espera el alma de su lector/a para cobrar vida: por eso los engranajes tienen que estar posicionados correctamente. Soy poco más que un mecánico de palabras, la grasa es tinta y el combustible...
Erasmo Yanes Paz
Título de obra: Viaje a la nostalgia
Ciudad y país de origen: Santiago de Chile, Chile
Pronombres: Él
Ocupación: Entrenador de lucha olímpica
Premios recibidos:
• VIAJE A LA NOSTALGIA
Publicaciones anteriores:
• LOS SUEÑOS DE UN RARO MILLONARIO
• AMOR EN LA CATEDRAL
• EL CAMINO DE LOS PLATANOS MADUROS
Información adicional: Nací en Cuba en 1963, soy Licenciado en Deportes y Máster en Actividad Física en la Comunidad. He sido entrenador en mi país y en Guatemala, Venezuela y Chile. Mi pasión por la literatura se ha manifestado desde joven, compartiendo reflexiones en redes sociales y disfrutando de la escritura como hobby. Actualmente, soy Jefe de Entrenadores de Lucha Olímpica en Chile, combinando mi labor deportiva con mi amor por la escritura.
Edú Mar
Título de obra: Muñeca vudú
Ciudad y país de origen: San Juan, Puerto Rico
Pronombres: Él
Ocupación: Teatro
Antecedentes educativos: licenciatura en comunicaciones
Información adicional: A pesar de dedicarme más al teatro deseo escribir mi primer libro pronto y esta publicación me motiva. Gracias. Escribir, dirigir y actuar es mi pasión. Darle vida a algo que empieza en el papel hasta verlo representado en escena ó pantalla es una euforia que solo sentimos los doctores Frankenstein de la vida. Es una droga de la que nos podemos rehabilitar.
Luisa María Álvarez Díaz
Título de obra: No está todo perdido
Ciudad y país de origen: España
Pronombres: Ella/Él
Ocupación: Jubilada
Antecedentes educativos: Licenciada en Derecho
Publicaciones anteriores:
• Seleccionada para incluir relatos en antologías
Información adicional: Reconocimiento
Roberto Albaida Benítez
Título de obra: Al Sol
Ciudad y país de origen: Sevilla
Pronombres: Él
Ocupación: Orientador Laboral
Antecedentes educativos: Licenciatura en Sociología
Información adicional: Fotógrafo apasionado del momento, ha publicado trabajos en revistas de viajes y arquitectura bajo el seudónimo "pikonasso".
Juan Carlos Fonseca Mata
Título de obra: Dolorenses
Ciudad y país de origen: Dolores Hidalgo, México
Ocupación: Topógrafo
Antecedentes educativos: Licenciatura en Biología
Premios recibidos:
• "Yo en 2020, 2020 en mí" de Centro de la Imagen, Ciudad de México
Publicaciones anteriores:
• Portada del libro "Secreto azteca" de Leopoldo Mendívil
• Portada del libro "The General History of Drugs" de Antonio Escohotado
• Fotografía en revista Arqueología Mexicana Edición Especial 110 agosto 2023
Información adicional: Mi inspiración es la cultura y la naturaleza de México
Título de obra:
Los pasos del sueño americano
Trabajando hasta el final
Pasado y presente
Ciudad y país de origen: Saltillo, México
Ocupación: Comunicóloga
Premios recibidos:
• Premio Estatal de Periodismo por Mejor Crónica
• Premio Estatal de Periodismo por Mejor Reportaje
• Premio Estatal de Periodismo por Trayectoria Periodística
Información adicional: Apasionada de la fotografía urbana, callejera y de paisaje; de la crónica, prosa poética y todo lo que tenga que ver con las diversas formas de comunicación y expresión.
Janeth GallegoTítulo de obra: Armonía en el paisaje
Ciudad y país de origen: Cali, Colombia
Pronombres: Sra
Ocupación: Artista plástica
Antecedentes educativos: Maestra en Artes Plásticas
Premios recibidos:
• VII Concurso de fotografía ecológica, premio Termoflores, 2002
Publicaciones anteriores:
• Portada del libro Gestión de puertos marítimos y fluviales de Colombia 2013
Información adicional: Fotografía, Poesía, Publicación de dos libros de poesía, actualmente locutora de un programa radial llamado EnAmorArte New York.
Rosa Amelia Martínez CabreraTítulo de obra: Visita
Ciudad y país de origen: Bogotá, Colombia
Pronombres: Ella
Ocupación: Actriz, artesana, gestora cultural
Antecedentes educativos: Maestra en Artes Escénicas
Premios recibidos:
• Finalista concurso Mirabilia de Cuentos +27, 2018. Bogotá, Colombia
Publicaciones anteriores:
• Mamás, en "Cuando Fuimos Marcianos". Editorial Mirabilia
• Cuaderno #5 en "Flamencos a Domicilio". Publicación digital, No Escritores
• "Melisas". Podcast " No Escritores". YouTube.2019
Información adicional: Rosa Amelia Martínez, Nacida en Dagua, Valle del Cauca, hace 52 años. Es artesana por herencia, actriz por vocación y aprendiz enamorada del oficio de escribir.
Título de obra: Construyendo sueños entre residuos
Ciudad y país de origen: Heroica Nogales, México
Ocupación: Desarrollador Web
Antecedentes educativos: Titulado en Ingeniería en Diseño de Software en Universidad Binacional (Nogales)
Información adicional: La fotografía como arte me ha enseñado a ver el mundo de manera única. Cada momento, por más simple, se convierte en algo excepcional a través del lente de mi cámara.
Título de obra: Peregrinos descansando
Ciudad y país de origen: Rosario, Argentina
Pronombres: Eli
Ocupación: Estudiante, Escritor
Premios recibidos:
• Participación en el 29° festival internacional de poesía de Rosario (FIPR).
• Mención especial en el Certamen internacional "Natalio Valbuena Parra"
Publicaciones anteriores:
• Publicación de antología de poesía Argentina en la editorial letras negras.
Información adicional: Sueño con poder trasmitir, compartir y rescatar algo de la escancia de la cultura de aquellos pueblos originarios frecuentemente olvidados que son constantemente amenazados por el avance voraz de la globalización y el eurocentrismo.
Siento que en estos tiempos oscuros, es de vital importancia rescatar la identidad y proteger el conocimiento de aquellos pueblos.
Martín Vega
Título de obra: Ver- Mirar
Ciudad y país de origen: Argentina
Ocupación: Pintor de casas
Premios recibidos:
• 2024 Finalista Premio Internacional Intemperie- Cuba- Madrid-
• 2023 1ª Premio de Poesía Visual UN CUP D ULL- España- Mallorca
• 2015 1º Premio de Pintura de la Legislatura Porteña- CABAPublicaciones anteriores:
• Libro- OIRCONLOSOJOS Ed. Milena Caserola 2022
• Revista La tundra- Londres- 2020
• Libro Barraca Vorticista 20 años- 2018
Información adicional: “Donde acaba el lenguaje empieza, no lo indecible, sino la materia de la palabra” Agamben
En mi Pintura pasa algo parecido- cuando se evapora lo líquido no queda solo el pigmentosino la materia de lo pensado- la novedad de lo pasado- ese es mi trabajo- bucear en la resignificación-
Olivia VivancoTítulo de obra: Saboreando
Título de obra: Cempasúchil
Ciudad y país de origen: Ciudad de México, México
Pronombres: Ella
Ocupación: Artista visual y docente
Antecedentes educativos: Maestra en Artes Visuales
Premios recibidos:
• 1er lugar 19 Concurso Latinoamericano de Fotograf ía Documental en Colombia
• !er lugar Concurso Historias de Mujeres Mexicanas
• Mención Hon. XXV Concurso de Fotograf ía Antropológica de la ENAH Publicaciones anteriores:
• https://issuu.com/laastillaenelojo/docs/final3
• https://www.altairmagazine.com/voces/reliquias
• http://ichan.ciesas.edu.mx/puntos-de-encuentro/san-rafael/2017
Información adicional: Es licenciada en Comunicación Gráfica y maestra en Artes
Visuales por la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM. Su producción artística está relacionada con los temas de migración y memoria. Actualmente forma parte del Sistema Nacional de Creadores y trabaja como profesora de tiempo completo en la Academia de Comunicación y Cultura de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.
Soffía Blystra
Title of Work: Voces del pasado
City or Country of Origin: Santiago, Chile
Pronouns: Ella
Occupation: Ph.D. student/Teaching fellow
Awards Received:
• Graduate Student Researcher by Geddes Language Center at Boston University
Previous Publications:
• El arte del engaño en el Libro de buen amor y La Celestina
• Roots in Rhythm: Exploring Activism in Mapuche Punk Music
Additional Information: I am inspired by my personal experiences. Reading helps me connect with others, while writing is the only way I can truly express what I feel. For me, writing is like therapy.
Ana Belén Garcia
Title of Work: Las raíces de mi despertar
City or Country of Origin: Lima, Perú
Pronouns: She/Her
Occupation: Student
Additional Information: Since childhood, I've enjoyed exploring different ways to express my thoughts and feelings. Whether through writing, playing the saxophone, or drawing, the arts have always served me as my conduit to connect myself with the world around me. This poem was born of the desire to express my deep gratitude and appreciation to the people who have influenced me in becoming the change I aspire to be, not just in my career, but in the world
Alma Quiroz Ortiz
Título de obra: Girasoles
Ciudad y país de origen: México
Pronombres: Ella
Ocupación: Docente
Publicaciones anteriores:
• Kurúwi-ra’ícha poesia para las infancias
• Humo en el jardín
Información adicional: Transitar la vida desde y para la poesía.
Natalia Romero
Title of Work: Woman
City or Country of Origin: Bowie, United States
Pronouns: She/Her
Additional Information: As an artist and a writer, I can usually be found scribbling in a notebook, reading a book, or working on my next project. My aspiration as an artist is to use my creativity to voice real stories- both mine and others. I believe in the value of storytelling and creating art that reflects the world we live in. I think it's important to give a platform to artists that aren't always given the opportunity.
Lorena Romina Godoy
Title of Work: Al norte
City or Country of Origin: Buenos Aires, Argentina
Pronouns: She/Her
Occupation: Primary school teacher
Awards Received:
• International poetry contest "Vicente Huidobro"
Additional Information: My goals as an artist are primarily to express feelings and reach the hearts of those readers that share the beauty of literature as well. My inspiration comes from my loved ones and people who have inspired me to grow up as a writer. My personal hobbies are reading and gardening. What is important to me is to be grateful for those little things such as reading a book or writing.
Título de obra: En migración
Ciudad y país de origen: Bogotá, Colombia
Ocupación: Médica veterinaria de fauna silvestre
Premios recibidos:
• Mejores estudiantes SABER PRO - Examen de calidad de la Educación
Superior
• Exención de pago de derechos de matrícula - 2009
• Medallas de honor en el colegio (2001-2007)
Publicaciones anteriores:
• “Forest Dream” en antología Wolf Warriors III: Winter Wolves, 2016.
• Publicación científica, Condrosarcoma extraesquelético en una paloma común (Columba livia) de vida libre en entorno urbano
• Publicación científica: Endometritis supurativa en una tití gris (Saguinus leucopus) en cautiverio: reporte de caso
Información adicional: Soy profesional médica veterinaria de fauna silvestre. Solía escribir poemas desde el colegio. En la Universidad no me quedaba mucho tiempo, pero seguía transformando en palabras mis experiencias, sueños y hasta duras críticas al mundo (política, sociedad, ciencia). Es parte esencial del ser humano imaginar, pensar y hasta poder gritar, aunque sea a través del papel, y considero que no se debe omitir el lado creativo aún siendo académica.
Título de obra: Sinfonía del café
Ciudad y país de origen: Bogotá D.C., Colombia
Pronombres: Él
Ocupación: Profesor de escuela
Información adicional: Mi objetivo como artista es transmitir desde diferentes perspectivas una mirada de lo que es el ser humano, especialmente de aquellos que habitamos las tierras colombianas y por medio de las palabras construir puentes entre la fantasía y aquello que consideramos real. Las actividades que más disfruto realizar son leer, escribir, imaginar, cocinar, tomar café y jugar fútbol.
Viviana Smith
Title of Work: Three Green Grapes
City and Country of Origin: Fredericksburg, VA
Pronouns: She/Her
Occupation: Student and Fourth Estate Managing Editor
Occupation: My poem is dedicated to my Mother. She gave up her life in El Salvador for my family and we are forever grateful. I use the gifts she has given me by sharing her story.
Elian Turlione
Título de obra: El sabor de la naranja
Ciudad y país de origen: Rosario, Argentina
Ocupación: Estudiante, escritor
Premios recibidos:
• Participación en el Festival internacional de Poesía de Rosario (FIPR)
• Participación en la residencia de la Casa de la Lectura Buenos Aires
Información adicional:
Si tuviera que definir qué es lo que me motiva a escribir diría: “Creo que hay algo mágico en la poesía”.
Algo sucede cuando se expresa aquello que está latiendo interiormente. Hay una sensación de que todo vuelve a su lugar. Pero conviene tener una actitud más bien indiferente hacia todo esto, pues parece ser que cuando se lo nombra, el efecto se pierde. Entonces es mejor hacernos los tontos y decir: escribir poesía no significa nada.
Katty Becerra de Melo is an undergraduate student at George Mason University pursuing a major in English with a concentration in Creative Writing, and a minor Folklore. Katty is the daughter of Mexican Immigrant parents and has a passion for keeping in touch with her culture. She loves reading and writing and believes it is a way for people to express themselves. She believes that the Hispanic Culture Review promotes the connection between Hispanic and Latino culture and the passion for the creatives (both in writing and art). She has been so happy to work with the team again and is grateful at having had so many years with HCR. Katty is considering careers in ethnographic fieldwork or publishing after she graduates.
Katty Becerra de Melo es una estudiante universitaria de la Universidad George Mason que busca una especialización en Inglés con enfoque en Escritura Creativa y una subespecialización en Folclore. Katty es hija de padres inmigrantes mexicanos y le apasiona mantenerse en contacto con su cultura. Le encanta leer y escribir y cree que es una forma de que las personas se expresen. Ella cree que Hispanic Culture Review promueve la conexión entre la cultura hispana y latina y la pasión por lo creativo (tanto en la escritura como en el arte). Ha estado muy feliz de volver a trabajar con el equipo y está agradecida de haber pasado tantos años con HCR. Katty está considerando carreras en trabajo de campo etnográfico o publicaciones después de graduarse.
Alberto Carbajal is an undergraduate student at George Mason University majoring in Foreign Languages with a concentration in Spanish and minoring in Ethics and Artificial Intelligence. He was born in Mexico City and grew up in Guanajuato, Mexico. He is passionate about technology and its impact on humanity. He also enjoys helping the Latino community by volunteering as an English and Spanish interpreter in the medical field. His two main goals after graduation are to work professionally as a medical
interpreter, or work for some tech company to help them to create a more equitable and ethical use of Artificial Intelligence.
Alberto Carbajal es un estudiante universitario en la Universidad George Mason. Su especialidad es en Idiomas Extranjeros con una concentración en español. También tiene una subespecialidad en Ética e Inteligencia Artificial. Nació en la Ciudad de México y creció en Guanajuato, México. Tiene una gran pasión por la tecnología y su impacto en la humanidad. Él disfruta mucho ayudando a la comunidad latina como intérprete voluntario de inglés y español en el campo médico. Sus dos principales metas después de graduarse son trabajar profesionalmente como intérprete médico, o trabajar para alguna compañía de tecnología ayudando a crear un uso de la Inteligencia Artificial más equitativo y ético.
Martha Castro-Hernandez is an undergraduate student at George Mason University pursuing a major in English with a concentration in Writing and Rhetoric, as well as a minor in Professional and Technical Writing, in addition to being an Honors student within the English program. Martha is the daughter of two Salvadoran immigrants and is a first-generation college student. As such, she is very passionate about the importance of education and its ability to empower those who come from any background, believing everyone deserves a voice and place in higher education and beyond. In addition to her role within Hispanic Culture Review, Martha interns as a technical editor during her breaks, hoping to pursue a career in technical editing or technical writing once she graduates.
Martha Castro-Hernandez es una estudiante en la Universidad de George Mason que busca una especialización en Inglés con un enfoque en Escritura y Retórica y una subespecialización en Escritura Técnica y Profesional, además de ser una estudiante de honor en el programa de inglés. Martha es la hija de dos inmigrantes salvadoreños y es una estudiante universitaria de primera generación. A ella le apasiona la importancia de la educación y su capacidad de empoderar a aquellos que vienen de cualquier origen, creyendo que todos merecen una voz y un lugar en la educación
superior y más allá. Además de su puesto en Hispanic Culture Review, Martha es una pasante editora técnica durante sus recesos escolares con la esperanza de tener una carrera como escritora o editora técnica después de que ella se gradúe.
Ximena Espinoza Pérez is an undergraduate student at George Mason pursuing a major in Communications with a concentration in Journalism and a minor in Photojournalism. Ximena is the daughter of Mexican Immigrant parents from Guanajuato, Mexico and is a First-Generation college student in the United States. She enjoys being a radio host for WGMU radio, a news anchor for Mason Cable Network, and a student photographer for the Office of University Branding. Ximena believes that Hispanic Culture Review has the potential to grow as a university and worldwide journal, serve as a representation of our heritage, and connect to our Hispanic roots. Ximena is still unsure of what she wants to do after she graduates but she knows that as long as she continues to help and inspire others with her story and skillset, she can be and do anything she sets her mind to.
Ximena Espinoza Pérez es una estudiante en la Universidad George Mason que busca una especialización en Comunicaciones con enfoque en Periodismo. También tiene una subespecialidad en Fotoperiodismo.
Ximena es hija de padres inmigrantes mexicanos nacidos en Guanajuato, México y es estudiante de primera generación dentro de los Estados Unidos. Le encanta ser locutora en la estación de radio WGMU, ser conductora del noticiero Mason Cable Network, y ser estudiante fotógrafa para la oficina de mercadotecnia universitaria. Ella cree en el potencial de Hispanic Culture Review como una revista a nivel universitario y mundial que puede llegar a servir como representación de nuestra herencia hispana al igual que conectar con nuestras raíces. Ximena todavía no está segura de qué quiere hacer después de graduarse, pero sabe que mientras siga ayudando e inspirando a otros con su historia y sus habilidades, puede ser y hacer cualquier cosa que se proponga.
Robin Borge Mora is a student at George Mason University pursuing a career in English with a concentration in creative writing and film and media studies. Robin was born and raised in Managua, Nicaragua and is now a first-generation student in the United States. She enjoys branching out and trying new things which is why in the past she has been a Peer Advisor and later joined the volunteer based fraternity Alpha Phi Omega, where she participated in events meant to enrich the community in and around campus. Part of her branching out led her to join Hispanic Culture Review as managing editor which has been one of the major highlights of her time in college. She hopes to continue doing similar work in the future, along with trying many other new things.
Robin Borge Mora es una estudiante en la Universidad George Mason. Robin se especializa en Inglés con una subespecialización en Escritura Creativa y estudios de cine y medios. Robin nació en Managua, Nicaragua y ahora es una estudiante de primera generación en Estados Unidos. Ella ha disfrutado de probar muchas cosas nuevas, cosa que la ha llevado a ser consejera de compañeros y a entrar a la fraternidad Alpha Phi Omega que se basa en servicio comunitario y en mejorar la comunidad dentro y alrededor de la universidad. Queriendo expandir su experiencia llevó a Robin a unirse al equipó de Hispanic Culture Review como gerente editorial y ha sido lo que más ha destacado de su tiempo en la universidad. Ella espera continuar haciendo trabajos similares en el futuro, además de seguir intentando muchas cosas nuevas.
Chris Amaya is an undergraduate student at George Mason University pursuing a major in Art and Visual Technology, with a concentration in Graphic Design. Born in El Salvador, Chris lived the first decade of his life in the capital, San Salvador. Being a first-generation graduate in his family, Chris has a passion for bringing out his story in his work; his faith is a big part of it. He has experience in many fields of visual art, including graphic design, photography, web design, social media, video production, among others. He spends his time listening to music, reading from time to time, as well as playing videogames, consistently conceptualizing ideas and working on story-telling. One big part of Chris’ identity is his culture, and
he takes the role of designing this year’s issue of Hispanic Culture Review very seriously, making sure that the stories within it are showcased in the best visual way. He hopes Hispanic Culture Review to be the first of many opportunities he encounters along his journey with visual art.
Chris Amaya es un estudiante universitario de la Universidad de George Mason que cursa una especialización en Arte y Tecnología Visual, con especialización en Diseño Gráfico. Nacido en El Salvador, Chris vivió la primera década de su vida en la capital, San Salvador. Al ser graduado de primera generación en su familia, a Chris le apasiona sacar a relucir su historia en su trabajo; su fe es una gran parte de él. Tiene experiencia en muchos campos del arte visual, incluyendo diseño gráfico, fotografía, diseño web, redes sociales, producción de videos, entre otros. Pasa su tiempo escuchando música, leyendo de vez en cuando, además de jugar videojuegos, conceptualizando ideas constantemente y trabajando en la narración de historias. Una gran parte de la identidad de Chris es su cultura, y se toma muy en serio el papel de diseñar la edición de este año de Hispanic Culture Review, asegurándose de que las historias que contiene se muestren de la mejor manera visual. Espera que Hispanic Culture Review sea la primera de muchas oportunidades que encuentre a lo largo de su viaje con el arte visual.
HCR acepta trabajos originales e inéditos escritos en español o en inglés. Los textos deben estar relacionados con el arte, la cultura, la lingüística y la literatura de los países de habla hispana. La revista publica poesía, narrativas breves y fotografía. En algunas ediciones concretas se elige un tema específico sobre el que deben versar todas las contribuciones. Para que un trabajo se tome en consideración, deberá seguir estrictamente las siguientes especificaciones; en caso contrario, será descalificado:
• Recibiremos hasta 2 trabajos escritos por autor, los cuales deberán enviarse en archivos separados. Los autores de fotografía y artes visuales podrán enviar hasta 6 obras.
• La única forma para entregar trabajos es a través del siguiente enlace: hispanicculturereview.submittable.com/submit
• Los escritos deberán presentarse en fuente Arial, de 12 puntos y los trabajos académicos y ensayos deberán guiarse por la edición más actualizada de los manuales de estilo MLA o APA.
• Extensión máxima de los textos:
• Ensayos académicos e investigaciones: 3,000 palabras, incluyendo las notas de pie de página.
• Narrativa: 2,500 palabras.
• Poesía: 50 líneas.
• Artes visuales: fotografía en formato JPEG, 300 pixeles por pulgada.
Solo se aceptarán trabajos inéditos, es decir, que no hayan sido publicados o estén pendientes de revisión en otros medios, sean impresos o electrónicos. Se aceptarán trabajos escritos tanto en español como en inglés.
No existen restricciones de edad o nacionalidad para participar, excepto en el caso de que la persona tenga su residencia fiscal en alguno de los países sometidos a las sanciones del gobierno de Estados Unidos ya que sería imposible hacer llegar el premio monetario al ganador o ganadora. Más información: www.treasury.gov/ resource-center/sanctions/Programs/Pages/Programs.aspx
Los trabajos seleccionados serán publicados tanto en la versión impresa como en la versión electrónica de HCR.
Si desea obtener más información por favor, contáctenos: hcr@gmu.edu
HCR welcomes original and unpublished submissions written in either Spanish or English. Contributions should relate to the arts, culture, linguistics, and literature of Spanish-speaking countries. The journal publishes poetry, brief narratives, and photography. Certain editions cover a specific theme that all contributions should follow. For a work to be considered, the following specifications must be followed; if the specifications are not followed, the work will be disqualified:
• The maximum number of works per author is 2, which must be sent as separate files. Those submitting photography and visual arts works are allowed to send up to 6 works.
• The only method for submission is through: hispanicculturereview.submittable.com/submit
• Written works must be written in Arial 12pt font and academic works and essays must follow the current MLA or APA style.
• Maximum length allowed for the texts:
• Academic essays & investigations: 3,000 words (including footnotes).
• Narrative: 2,500 words.
• Poetry: 50 lines maximum.
• Visual Arts: photographs must be in JPEG format and 300 ppi.
Only unedited work will be accepted, which means works that have not been published before or are pending revision in other media. This includes printed and electronic work. Works written in both Spanish and English will be accepted.
There are no age or nationality restrictions to participate, except in the case that the person has his/her fiscal residence in any of the countries subject to the sanctions of the United States government, since it would be impossible to send the monetary prize to the winner. Learn more: www.treasury.gov/resource-center/sanctions/ Programs/Pages/Programs.aspx
Selected works will be published in both the print and electronic versions of HCR.
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