podían ser probadas por la historia. Lessing mismo no negó completamente la revelación, pero en su obra La educación de la raza humana, publicada en 1780, comparó la revelación con la educación. Así como la educación nos ayuda a captar cosas más rápido que estando librados a nuestra propia cuenta, la revelación nos enseña verdades que podríamos descubrir con nuestra razón. Cuando la razón haya sido perfeccionada, la revelación se volverá superflua.
D. DESARROLLOS CONTEMPORÁNEOS La doctrina de la revelación e inspiración ha emergido como un asunto crucial en el debate teológico en los últimos dos siglos. Una corriente ininterrumpida de publicaciones sobre estos temas, a veces calma, a veces turbulenta, desafía a los cristianos. Es evidente que la fe en la revelación divina y en la inspiración, como también en la confiabilidad y la autoridad de la Escritura, está siendo erosionada en una variedad de formas. En reacción al enfoque racionalista del siglo XVIII, Friedrich Schleiermacher (1768- 1834) postuló el sentimiento de una absoluta dependencia de Dios como la base de la fe cristiana. Definió la idea de revelación como “la originalidad del hecho que yace en el fundamento de una comunión religiosa”, pero no estaba dispuesto a aceptar su funcionamiento cognitivo, porque eso “haría que la revelación fuese original y esencialmente una doctrina” (Schleiermacher 50). Para él, la inspiración tenía sólo un significado subordinado. Limitó claramente al Nuevo Testamento la autoridad de la Escritura para formular doctrinas. La experiencia religiosa, antes que la Escritura, llegó a ser el criterio para juzgar la verdad y los valores espirituales. El foco de la teología se desplazó cada vez más de lo trascendente a lo inmanente. La teología liberal o moderna del siglo
XIX, con su énfasis antropocéntrico, a menudo combinaba una vigorosa creencia en el progreso humano con una actitud crítica del así llamado dogmatismo y bibliolatría. De acuerdo con esta teología, la Biblia no puede considerarse la Palabra de Dios; meramente contiene palabras de Dios. La Escritura ya no es la Palabra de Dios revelada como un registro único de experiencias religiosas con Jesucristo como la manifestación suprema de la conciencia de Dios o el ejemplo moral más elevado. La creencia en el progreso humano fue reforzada por los rápidos avances de la ciencia y la tecnología. Como resultado de los escritos de Charles Lyell (1797-1875) y Charles Darwin (1809-1882), las teorías del uniformismo geológico y la evolución biológica socavaron la fe de muchos en el carácter fáctico de los relatos del Génesis de la creación, la caída y un diluvio mundial. La confianza en la fiabilidad de la historia de la Escritura, la exactitud de su texto y el carácter genuino del origen de muchos de sus libros se redujeron aún más por causa de lo que se pretendía que eran los resultados seguros de la critica histórica y literaria. Los proponentes de la metodología crítica, cuyas presuposiciones excluían revelaciones o intervenciones sobrenaturales como las profecías predictivas o los milagros, estudiaban la Biblia como estudiarían cualquier otro libro, colocándola a la par de otras obras literarias antiguas. Los conceptos de revelación e inspiración fueron reinterpretados para amoldarse a la nueva teología. Albrecht Ritschl (1822-1889), en Alemania, definió la revelación como la manifestación del ideal divino para el hombre en la persona de Jesús de Nazaret. J. Frederick Denison Maurice (1805-1872), en Inglaterra, la vio como la revelación inmediata de Dios al alma. Para Emst Troeltsch (1865-1923), representante preeminente de la escuela de historia de las 39