IV. INSPIRACIÓN BÍBLICA A. INTRODUCCIÓN: EL PROBLEMA DE LA DEFINICIÓN
Los cristianos se refieren comúnmente a la Biblia como un Libro inspirado, un Libro santo, un Libro divino o simplemente como Escritura. Jesús a menudo recurría a las Escrituras o las citaba, y no puede haber la menor duda de que consideraba las Escrituras hebreas dotadas de autoridad divina (Mateo 4:4; Juan 10:35). De la misma manera, Pablo aceptaba las Escrituras como siendo de origen divino (2 Timoteo 3:16). Se refirió a ellas como “las santas Escrituras” (Romanos 1:2), “la palabra de Dios” (3:2) y “las Sagradas Escrituras” (2 Timoteo 3:15). La creencia de que las Escrituras hebreas llegaron a la existencia como resultado de la inspiración divina se ha extendido en forma amplia y persistente entre judíos y cristianos. Sin embargo, no hay acuerdo sobre qué significa exactamente “inspiración”. Los conceptos sobre inspiración bíblica fluctúan entre el dictado verbal por parte del Espíritu Santo y la inspiración meramente humana. Y algunos piensan que el concepto de inspiración debiera descartarse por completo. Diversos factores han contribuido a la diversidad de opiniones concerniente a la inspiración bíblica. Si bien el concepto es bíblico, la palabra “inspiración” no lo es. Además, quienes estudian la cuestión de la inspiración no parten todos de las mismas presuposiciones. Finalmente, ningún autor bíblico presenta una discusión detallada del tema. Debido a estos factores, es necesario un estudio particularizado de la evidencia bíblica para la inspiración.
B. PERSPECTIVA BÍBLICA DE LA INSPIRACIÓN
1. Inspiración: ¿palabra o concepto? Las palabras “inspiración” e “inspirado” no aparecen como tales en los idiomas originales de la Biblia. Derivan del latín y aparecieron en la traducción de la Vulgata de 2 Timoteo 3:16 y 2 Pedro 1:21. Su significado básico es “infundir aliento”. En 2 Timoteo 3:16 Pablo afirma que toda Escritura es theópneustos o “inspirada por Dios”. Benjamín Warfield concluye que la “Escritura es llamada theópneustos para designarla como ‘inspirada por Dios’, el producto de la inspiración divina”; de este modo “las Escrituras deben su origen a una actividad de Dios el Espíritu Santo y son su creación en el sentido más elevado y verdadero” (296). Pedro señala que los “hombres de Dios hablaron” [feromenoi, “llevados, soplados o impulsados”] “por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21). Siguiendo la Vulgata, algunas traducciones han usado aquí la palabra “inspirados”, pero la mayoría ha usado la frase “movidos por el Espíritu”. Sea como fuere, el sentido del texto es que la profecía bíblica tiene su origen en el Espíritu Santo. Así, aunque la palabra “inspiración” no es una traducción precisa de ninguna palabra griega usada en la Biblia para describir el proceso por el cual la Escritura llega a la mente humana, puede usarse apropiadamente para representar un proceso en el cual el Espíritu Santo obra en seres humanos escogidos para impulsarlos a proclamar mensajes recibidos de Dios. Algunos hablaron la palabra; otros la escribieron. La forma escrita constituye la Escritura inspirada por Dios (2 Timoteo 3:16). “Inspiración” se refiere a la obra del Espíritu Santo en estos mensajeros o profetas, ya sea que hablaron o escribieron. Debido a que estas personas fueron “inspiradas” o “impulsadas por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21, 17