Los Venerables Mártires de Zographou Higúmeno Tomás, los Veintidós Monjes y Cuatro Laicos Cuya memoria se celebra en la Santa Iglesia el 10 de Octubre En el año 1261, el Emperador Bizantino Miguel VIII Paleólogos logró, más allá de toda expectativa, librar a Constantinopla de los Latinos, que la habían conquistado hace cincuenta años. Pero, necesitaba ayuda para salvar a su débil reino, al cual los Turcos, Serbios y Búlgaros lo estaban destruyendo. Para ello decidió unirse a la Iglesia de Occidente con los Latinos, y someterse al Papa como cabeza de la cristiandad. Paleólogos erróneamente pensó que solo por medio de esta unificación podía librarse de sus dificultades y trabajar mucho para lograrlo, utilizando métodos persuasivos, violentos y drásticos; pero encontró determinada oposición de parte de su pueblo y del clero, en particular de los monasterios de Athos, que en ese momento albergaba no solo monjes Griegos sino también Georgianos, Serbios, Búlgaros y Rusos. Los Padres Atonitas le dirigieron una epístola en donde probaban que ni la “primacía y pre-eminencia” del Papa, ni la práctica de conmemorarlo en la Divina Liturgia, o el uso de pan sin levadura para la celebración de la Eucaristía, ni la adición de la cláusula “y del Hijo” al Símbolo de la Fe, serían de ninguna manera aceptados o tolerados. Y llamando a Miguel hereje, le pidieron que abandone su enorme y peligrosa decisión. Entre otras cosas ellos escribieron: “Nosotros claramente discernimos que has caído en herejía, y te pedimos que: abandones todo esto y vuelvas a las enseñanzas que has recibido y en las cuales hemos confiado. Preserva lo que has recibido en prenda, y rechaza las innovaciones no santas que vienen de una falsa autoridad y de conjeturas en la Fe, para que puedas aparecer con todos los cristianos en el día del Señor como un Ortodoxo amado de Dios, y se te otorgue la herencia del Reino Celestial.” Como la historia lo ha dicho, Miguel Paleólogos no escuchó las recomendaciones de los padres Atonitas. Por el contrario, sin titubear en aplicar los más brutales medios para obtener confirmación para su unión, el descargó su ira contra los monjes. Después de la proclamación de la Unión de Lyon en 1274, hubo represiones contra aquellos que repudiaron esta unión, y en 1278 se expidió un decreto, imponiendo la unión por cualquier medio que fuera necesario, incluso la violencia. Roma, sin embargo, no confiaba en Miguel, pues incluso con ellos era notorio su doble discurso e hipocresía. Los papas le hacían muchas demandas, con el objetivo de que toda la Ortodoxia se someta completamente a ellos, y cuando hayan alcanzado esto, excomulgarlo. Esperando convencer a los mensajeros papales de su devoción a la Iglesia Romana. Miguel se puso en contra de su propia familia a quienes mandó tomar prisioneros porque se mantuvieron en la fe Ortodoxa, a Andronicus y Juan Paleólogos a Miguel e Isaac Raulos. La naturaleza cruel de Miguel le hacía pensar que ellos estaban en su contra para removerlo del trono, al cual ascendió por medio de horrendos crímenes y traiciones, el mismo asesinó al justo emperador, Juan IV 1