El papa habla de la familia, en la historia de la Iglesia La obra gigantesca de la que sólo he podido trazar aquí las grandes líneas, fue llevada a cabo con la participación de todos los integrantes de la Iglesia. En primer lugar del papa, a cuya iniciativa directa se debe la evangelización de los anglos y que tuvo una parte activa en la evangelización de Alemania por obra de san Bonifacio y de los pueblos eslavos por obra de los santos Cirilo y Metodio; después, por los obispos, los párrocos, a medida que se iban formando comunidades locales estables. Un papel silencioso, pero decisivo, fue ejercido por algunas mujeres. Detrás de las grandes conversiones de los reyes bárbaros, a menudo nos encontramos con la creciente influencia ejercida por sus respectivas mujeres; santa Clotilde en el caso de Clodoveo, santa Teodolinda en el del rey lombardo Autari, la esposa católica del rey Edvino, que introdujo el cristianismo en el norte de Inglaterra. Pero los verdaderos protagonistas de la reevangelización de Europa, después de las invasiones bárbaras, fueron los monjes. En Occidente el monaquismo, comenzado en el siglo IV, se difundió rápidamente en dos tiempos y direcciones distintas. La primera ola parte de la Galia meridional y central, especialmente de Lerín (410) y de Auxerre (418), y gracias a san Patricio, que se formó en aquellos dos centros, llegó a Irlanda cuya entera vida religiosa fecundará. Desde aquí, en un primer tiempo, pasa a Escocia y a Inglaterra y después vuelve al continente. La segunda ola monástica, destinada a asumir y unificar las distintas formas de monaquismo occidental, tuvo su origen en Italia por parte de san Benito (+547). Del siglo V al VIII Europa se cubre literalmente de monasterios, muchos de los cuales desarrollarán una tarea primaria en la formación de Europa, no sólo de su fe, sino también de su arte, cultura y agricultura. Por esta razón san Benito fue proclamado patrono de Europa y el santo padre, en 2005, eligió Subiaco para su lección magistral sobre las raíces cristianas de Europa. Las grandes figuras de monjes evangelizadores pertenecen, casi todas, a la primera de las dos corrientes recordadas, la que vuelve al continente desde Irlanda e Inglaterra. Los nombres