Orbea 175 Aniversario

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1840: NACE ORBEA HERMANOS

EL TALLER ARMERO

En el contexto de la época pesaron mucho el desarrollo y el final de la Guerra de la Independencia, culminada en 1814, y las posteriores Guerras Carlistas, cuya primera entrega se inició en 1833. El carácter pionero de Eibar no solo se plasmó en su tremenda actividad industrial, sino que también fue singular en el papel de la mujer en su sociedad. Por ejemplo, uno de los protagonistas del momento, el general Espartero, se rindió al empuje de la mujer eibarresa con la formación en 1834 de un batallón de mujeres que contribuyó a la causa liberal. Porque la mujer en Eibar fue muy considerada desde antiguo.

Aparte de las anteriormente mentadas, nuevas empresas y empresarios entraron en la escena eibarresa. Víctor Sarasqueta, Aramberi, Zulaica, Vicente Arizmendi, José Cruz Echevarría, Treviño, Juaristi, Arutia, Crucelegui, Zamacola, Apalategui Ugartechea y otros se centraron en el arma larga. Bonifacio Echevarría, Gabilondo y Bestegui trabajaban el arma corta.

Un año antes, cuando dos maestros armeros causaron baja en la real fábrica, sus mujeres, ambas llamadas María, ocuparon las vacantes. A pesar de las contiendas del momento, Eibar siempre estuvo en el mismo bando, es decir, entre los partidarios de Isabel II como reina de España ante la corriente tradicionalista plasmada en el infante Carlos. Los pedidos crecían y no paraban de surgir nuevas empresas en Eibar. De esta manera nacieron Orbea Hermanos, cuyas primeras actividades se sitúan en 18402; Larrañaga, Anitúa y Charola; y Zulaica, Gárate y Anitúa. Cerca, unos kilómetros más al sur, siguiendo el trazo del Deba, la real fábrica de armas de Placencia acentuaba su declive, frente a los emplazamientos asturianos y la competencia internacional.

REVÓLVER ORBEA, S.XIX

“Las dificultades crecientes de falta de terreno, a causa de la difícil topografía que la circunda, obligan a establecer talleres apretados y de una gran densidad de máquinas y operarios, o bien a un desarrollo vertical, multiplicando así el aprovechamiento del terreno con el número de plantas superpuestas, lo que hace que adquiera su estructura, en algunos sectores de la villa, el aspecto de importante población que presenta. El problema de la vivienda en Eibar, como consecuencia de su vertiginoso aumento de población, presenta caracteres agobiantes ante las escasas posibilidades de espacio, estando obligados a construir densidades de edificaciones fuertes y a urbanizar las empinadas laderas que rodean a la villa, lo que lleva aparejado obras y movimientos de tierra muy costosos”. Cuentan en la obra La industria guipuzcoana de la cuenca del Río Deba, de la que se ha extraído la cita anterior, que fue la industria la que condicionó la vivienda y no al revés, en la configuración de Eibar.

Así, Eibar, históricamente origen de cañones, diversificaba su catálogo armero, erigiéndose en el principal centro de la comarca. Los talleres privados que trabajaban para las reales fábricas comienzan a producir pequeñas pistolas de pistón y también escopetas, cada vez más utilizadas en España por la popularización de la caza.

Por todo Euskadi y Eibar, en concreto, surgían más y más talleres, pequeños, muy pequeños en su mayoría, dando lugar a un curioso urbanismo fruto de las circunstancias de producción y de lo estrecho del sitio. Por esas fechas se contaba una empresa con cincuenta trabajadores, tres o cuatro con treinta y el resto dispersadas por la villa.

El golpe de gracia para Placencia llegó en 1860: se decretaba la libertad en la fabricación de armas de fuego. En 1865 cerró la real fábrica y se abrió otra de capital privado, la de fusiles Euskalduna. Empezaba por esas fechas la Guerra de Secesión en Estados Unidos, un nuevo foco que atender con los ensayos de fusiles de repetición y percusión central.

“Los gloriosos fundadores de esas industrias, tanto tenían de obreros como de patronos: hombres de escasas necesidades, de escaso instinto adquisitivo, unidos por el parentesco y dominados por un fuerte sentimiento de Comunidad para el trabajo. El centro de producción, el pequeño taller, formaba parte integrante del hogar, no había capacidad técnica en la dirección; las complicaciones técnicas se sustituían por la habilidad. Y a industrias rudimentarias correspondía comercio rudimentario también. El mismo fabricante o alguno de su familia recorría el mundo en busca de mercados con un muestrario bajo el brazo”. Esto apuntó sobre Eibar Wenceslao Orbea Alberdi en noviembre de 1918, un año antes de morir, en su discurso para la creación de la Cámara de Industria provincial. De esa Eibar, que surgió a finales del siglo XVII, también escribió Melchor Gaspar de Jovellanos.

mente. Una armadura de madera hacía las veces de esqueleto y se recubría de mampostería. La planta baja era diáfana, como mucho con una hilera de columnas, cosa que incentivaba la luz, mucha luz, bajo la cual se ponían los bancos de madera. El espacio no permitía gran maquinaria, como mucho un taladro vertical. En el piso de arriba se situaban las viviendas. Junto a los edificios estaban los bancos de trabajo para los operarios. Por otro lado estaban los talleres más grandes y con mejor capacidad. Empezaron siendo de dos pisos, con tejado a dos aguas y grandes ventanales sin importar la estética. Con los años esta ganó peso y se dieron ciertas filigranas en las fachadas, aunque pocas. Se buscaba crear grandes espacios diáfanos que sirvieran para muchos trabajadores y tuvieran luz natural.

— Eran por tanto habituales los pequeños talleres de dos o tres operarios. Muchas veces se instalaban en la propia huerta del propietario de la vivienda, que veía salida a su economía.

Eran por tanto habituales los pequeños talleres de dos o tres operarios. Muchas veces se instalaban en la propia huerta del propietario de la vivienda, que veía salida a su economía. El pequeño edificio tenía doble planta habitual-

ASPECTO INTERIOR DE LA FÁBRICA EN 1922

2. Despiece Nº2, El mundo en 1840. P. 240

ORBEA 175 ANIVERSARIO

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PRIMERO SOLO HAY UNO


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