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Sammy Mutua

Nací en la diócesis de Kitui en Kenia. Soy el primogénito de cinco hijos. Viví en una familia extendida ya que crecí entre mis primos y otros parientes. Muchos de los miembros de mi familia no eran muy católicos, ya que solo podíamos asistir a las celebraciones de misa principalmente en los días festivos. Esta vida me afectó tanto que me volví tan perezoso para asistir a misa y cualquier función de la iglesia. Nunca me bauticé hasta que terminé la escuela secundaria y me convertí en el último de mi familia en bautizar a todos mis hermanos que fueron bautizados cuando aún eran jóvenes.

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Este paso me animó tanto que sentí fuerzas para seguir estando en la iglesia. Me uní a diferentes grupos en mi parroquia como el grupo de estudio bíblico y otros grupos apostólicos para poder crecer y entender más sobre nuestra iglesia. Estos cursos bíblicos, fueron ofrecidos por nuestras hermanas, Misioneras Servidoras de la Palabra quienes nos animaron a entender más sobre nuestra fe a través de la Biblia.

Después de un año de estar con ellos en cursos de Biblia y hacer apostolados en las parroquias, me invitaron al retiro vocacional. Fue después de este retiro que solicitamos continuar en la Casa de Formación durante ocho meses, después de lo cual fuimos enviados a una parroquia para una experiencia misionera. Me enviaron a una parroquia entre la comunidad Maasai. Debido a la naturaleza de la misión entre el pueblo Maasai, que es pastor.

La misión no fue fácil ya que hubo muchos desafíos. Los retos de un entorno muy seco y exigente, Caminar largas distancias y los retos del idioma, porque entre ellos. Tuvimos que usar solo su idioma para poder comunicarnos. Pero al final de todo quedé muy feliz y satisfecho de haber logrado evangelizar entre mi pueblo. En mí creció mucho el deseo de seguir sirviendo a Dios entre su pueblo, el aliento del párroco, Padre Antonio Mascorro, Misionero de Guadalupe, me hizo desear seguir más de cerca a Jesucristo como religioso y misionero.

Junto con otros hermanos, nos convertimos en los primeros africanos de nuestra comunidad en comenzar la formación para ser personas religiosas. en el postulantado estuvimos expuestos a una vigorosa formación de estudio y de palabra. Pero por la gracia de Dios logramos terminar un año y entramos al noviciado. En el noviciado aprendimos mucho sobre nuestra comunidad y congregación recibiendo instrucciones sobre nuestro carisma y trabajo misionero. Después de hacer nuestra primera profesión religiosa, ingresamos a la universidad para estudiar filosofía. Después de eso tuve otra oportunidad de ir a evangelizar en otra parroquia.

A partir de esa experiencia mis superiores me preguntaron si me gustaría continuar con la forma- ción, pero en México. El viaje no ha sido fácil. He estado dispuesto a aprender muchas cosas; cultura, idioma o comida y mucho más. Pero por la gracia de Dios me las he arreglado hasta la fecha. Ahora estoy haciendo mi primer año de teología después de un año de estudiar español. Es mi esperanza y gozo que continuaré sirviendo a Dios como parte de Su voluntad en mi vida. No conozco el mañana, pero sé que todo lo que hago está en Sus manos. A través de sus oraciones y aliento, continuaré dando mi gran sacrificio al trabajo que él me da.

Aunque necesita mucho sacrificio, pero hay una alegría después de eso. Él es quien nos llama a se- guirlo. Y por eso nos fortalece en muchos de los desafíos. Así como lo dijo Jesús en el evangelio. Que la mies es mucha, pero los obreros son pocos. Gran parte de nuestra tarea es dar testimonio en el trabajo diario y en la vida de oración para que muchos jóvenes se sientan animados a seguirlo y servir con amor a la humanidad. Mi trabajo es continuar sirviéndolo hasta el final de mi vida.

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