Talleres de Crónica: Memorias del agua

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v Carrera de gigantes v Cindy Barbosa Pérez * cbarbosa432@gmail.com

De cómo recoger agua en la pila de un barrio en la hoy localidad de Puente Aranda se convirtió para la familia de esta historia en una odisea cotidiana a mediados del siglo pasado. Y en el siglo XXI, en un barrio de Altos de Cazucá, se repite la historia.

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Mal de ojo, competencias titánicas

Estimado lector. Sí, usted, que lee estas líneas. A continuación encontrará la historia de dos personajes: el primero sobrevivió a un mal de ojo, a las balas perdidas, a la violencia genocida de una mañana de abril de 1948 y a la carga de cuatro gigantes. El segundo vive en la mitad de la loma de Altos de Cazucá y sobrevivió al maltrato, al poder de la calle, a la falta de oportunidades y a algunas maldades.15 Cincuenta y siete años después, Raquel sabe que aquella ciudad semirural en la que vivía se transformó. En la memoria quedaron los grandes pastos, las pequeñas quebradas a unos cuantos metros de casa, el camino enmarcado por “cebadales”, las filas eternas del agua, el monopolio de la manguera y la carga de los cuatro gigantes en un particular vehículo de una sola rueda. ¿Cargar cuatro gigantes en un vehículo de una rueda? Suena extraño, pero es así. En 1953, Raquel tenía apenas ocho años de edad, vivía en un lote en un sector ubicado cerca de lo que hoy se conoce como el barrio Salazar Gómez, para ser exactos sobre la carrera 67 con calle 10. En aquella época los servicios públicos eran precarios: no se contaba con luz ni con agua en las casas y por tal motivo el uso de lámparas Coleman era una necesidad vital. 8 * Docente de español y francés Taller biblioteca El Tintal

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