Talleres de Crónica: Memorias del agua

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Talleres de Crónica ² Memorias del Agua en Bogotá

“No me da miedo. Antes de meterme en un pozo digo: ‘En el nombre de Cristo Jesús’, y a los intestinos de Bogotá…”. Los pozos miden 67 centímetros de diámetro por un metro con 20 de extensión, con una profundidad que va de cuatro a seis metros. Asegura que algunos tienen un olor a detergente; otros, huelen a concentrado de restaurantes, a grasa y otros a materias fecales. Allí, se pueden encontrar llantas, partes de carros, piedras, colchones, perros y ratas muertas. “En las aguas negras, la mierda no tiene el olor de un inodoro sucio —dice—, sino que inicialmente tiene un ligero olor a excrementos, que cuando es combinado con otros químicos vertidos en el alcantarillado, la mezcla de todos los gases se llama gas metano”. Este gas, según explica Luis Miguel, da como resultado un alto consumo de oxígeno, eso hace que el ambiente se vuelva pesado y así no se puede trabajar fácilmente. Cuando esto sucede, hay que abandonar la zona porque además de la falta de oxígeno, el gas metano hace que el ambiente se vuelva altamente explosivo. Pero, si definitivamente hay que trabajar en un área así, se deben medir los gases, destapar el pozo, generar ventilación asistida y simultáneamente hacer extracción de gases.

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El uniforme de “astronauta”

Cuenta Luis Miguel que cuando los empleados van a introducirse en los pozos, deben usar un overol de dril, botas de cuero con puntera de acero, guantes de carnaza contra el ácido, casco, monogafas (gafas que tienen un solo lente) para protegerse de las partículas sólidas; protector auditivo y máscara de respiración contra gases. En algunos casos, emplean máscaras con oxígeno para 30 minutos. Además, deben haberse aplicado la vacuna antitetánica, la de la hepatitis A y B, la del tifo y la de la influenza. Y en términos de seguridad industrial reciben dotación de botas de caucho, botas con puntera de acero, un overol de neopreno, una botapantalón o enterizo, una chaqueta de neopreno y una escafandra, que va casi adherida al resto del uniforme y a la que Luis Miguel se refiere como un ‘uniforme de astronauta’. Aún con toda la protección y siguiendo las normas de seguridad, este trabajo ha traído algunas consecuencias negativas en la salud de Luis Miguel. Cuenta que sufre de conjuntivitis y de alergias, especialmente, de rinitis, lo cual hace que las gripas sean muy fuertes. Hace un tiempo, se fracturó el hueso escafoides de la mano derecha y tiene cierta deficiencia en el manguito rotador de uno de sus hombros, 214


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