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Jorge Volpí El fin de la locura
poema como respondiendo a Auden. Sus ojos verán, pues, animales vueltos ángeles por el sol, albores desnudos, cabellos durmiendo en su garganta. Pero también verá el poeta (o, mejor, experimentará con todos los sentidos) cierta delicada esperanza «<Acaso espero que regreses»), dolorosamente sumergida en ese mar brusco y violento que son las frustraciones que cortan o el rumor de la ida de aquella que tocamos con la certeza de que ya no está. Todo para, hacia el final del libro, confesamos lo que muchos otros poetas no se atreven a decir: «espero demasiado de estas palabras»; palabras las suyas que albergan una verdad que nace de la belleza de la metáfora y de la capacidad, de ésta para transformar la vida en símbolo o en imagen.
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El arte de lo inconcluso
Abolld6n de la Muerte
Abolición de la muerte, Emilio Adolfo Westphalen,
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Ed. Perú actual / por Christian Estrada 0
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Compuesto por nueve poemas sin título, Abolición de la muerte, segundo poemario del joven Emilio Westphalen (24 años), nos enseña que nada es imposible. En el universo del poeta, las fronteras son reformuladas. Las cosas y las palabras no aparecen como categorías estancas; más bien, en ellas, el autor ha impregnado la fluidez del agua. Con la violencia contenida de las imágenes que los invaden, los poemas del libro se dirigen a lo que el título del conjunto hace referencia: abolir la muerte. Definido el conflicto, Westphalen se vale de una teoría conocida: la identificación entre el amor y la muerte. Abolir la muerte, empresa descabellada en términos convencionales, deviene en operación natural cuando el sujeto amante habita el espacio de su inconsciencia. Aquí, las oposiciones se diluyen como tales y conviven en simbiosis continua (pensemos en la cita de Bretón que abre el poemario: «Flama de agua, guíamehasta el mar del fuego» [traducción nuestra]). De esta manera, en Abolición de la muerte, el mundo resulta un continuum deslumbrante de los elementos que lo componen: «O COII10el mar n'aciendo de tus labios» «<Por la pradera diminuta...»). Las fronteras son transgredidas, violentadas mediante diversas imágenes. Yel lenguaje de Westphalen va acorde con este universo: narra una realidad (y así la inventa) a través de un código personal. En medio de las publicaciones tan disímiles de los últimos años, resulta dificil situar la poesía de Emilio Westphalen dentro de la nueva lírica peruana. Pero queda claro que se trata más de una búsqueda que del fin de un camino. Como en ml,lchos libros recientes, Abolición de la muerte muestra a un sujeto en un desplazamiento constante, incapaz de (o desinteresado por) ubicar un centro evidente. Más bien, en cada imagen prevalece lo faltante; así, entre la angustia por esta ausencia y las pulsiones de nuestros deseos, el sujeto contempla su entorno en silencio. Parece ser que, en el caso de Westphalen, su entorno, por ahora, es el mar, paradoja interminable del origen y el fin.
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