ComunicacionSatelital

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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Contaduría y Administración

Comunicación Satelital

Materia: Telecomunicaciones Profesora: Rita Fabregat

Ciudad Universitaria

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- INTRODUCCION El origen de los satélites artificiales está íntimamente ligado al desarrollo de los cohetes que fueron creados, primero, como armas de larga distancia; después, utilizados para explorar el espacio y luego, con su evolución, convertidos en instrumentos para colocar satélites en el espacio. Las actividades en el espacio, incluyendo la tecnología satelital, se remonta a tiempos muy remotos, cuando el hombre empezó a medir los movimientos de las estrellas, dando origen a una de las ramas más antiguas de la ciencia, la Mecánica Celeste. Mucho después, se empezaron a realizar los primeros cálculos científicos sobre la tasa de velocidad necesaria para superar el tirón gravitacional de la Tierra. No fue sino hasta 1945, cuando el entonces Secretario de la Sociedad Interplanetaria Británica, Arthur C. Clarke, publicó un artículo acerca de la posibilidad de transmitir señales de radio y televisión a través de largas distancias (transatlánticas) sin la necesidad de cables coaxiales (en el caso de la televisión o relevadores en el de la radio), proponiendo un satélite artificial ubicado a una altura de 36 mil km, que girara alrededor de la Tierra una vez cada 24 horas, de tal forma que se percibiera como fijo sobre un punto determinado y, por lo tanto, cubriendo en su transmisión una fracción de la superficie terrestre. Este artefacto estaría equipado con instrumentos para recibir y transmitir señales entre él mismo y uno o varios puntos desde tierra; también, añadía que para hacer posible la cobertura de todo el planeta habrían de colocarse tres de estos satélites a la altura mencionada, en la línea del Ecuador. El artículo presentaba, además, algunos cálculos sobre la energía que se requeriría para que los satélites funcionaran, y para esto proponía el aprovechamiento de la energía solar. Con estos hechos, la Marina de los Estados Unidos de América (E.U), años despues, utilizó con éxito el satélite natural de la Tierra (la Luna) para establecer comunicación entre dos puntos lejanos en el planeta, transmitiendo señales de radar que dicho cuerpo celeste reflejaba, logrando con ello comunicar a la ciudad de Washington con la Isla de Hawai. Esto comprobó que se podrían utilizar satélites artificiales con los mismos fines, pero con la desventaja de depender de la hora del día para obtener las señales reflejadas. Se inicio, un ambicioso proyecto denominado Echo, el cual consistía en utilizar un enorme globo recubierto de aluminio para que sirviera como espejo y reflejara las señales emitidas desde la Tierra. Fue el primer satélite artificial de tipo pasivo ya que tenia la característica de servir solamente como reflejo y no tener aparatos para retransmisión; los llamados satélites activos vendrían después, con los avances tecnológicos y las experiencias que poco a poco fueron enriqueciendo el conocimiento en este campo. En la siguiente década, el Año Geofísico Internacional (1957-1958), marcó el banderazo de salida de una carrera espacial que durante muchos años protagonizaron E.U. y la Unión Soviética, siendo está última la que se llevó la primicia al lanzar al espacio, el 4 de octubre de 1957, el satélite Sputnik I, el

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cual era una esfera metálica de tan solo 58 cm de diámetro. En diciembre de ese mismo año, E.U. también lanzó su propio satélite, el Vanguard, aunque sin éxito, pues se incendió en el momento de su lanzamiento. La Unión Soviética siguió su camino e instaló en órbita la segunda versión del Sputnik, en noviembre de 1957, ahora con un ser vivo como pasajero: la perra Laika. Después, hubo una tercera versión del Sputnik que se lanzó en 1958. Unos meses antes, E.U. lanzó el satélite Explorer l, y con ello se apuntó un tanto en el mundo de la ciencia al descubrir los cinturones de radiación que rodean a la Tierra, a los que llamaron Van Allen en honor al líder de los científicos responsables de esa misión, después, siguieron sus versiones II, III y IV, de los cuales el Explorer II falló. El primer experimento en comunicaciones desde el espacio también fue en 1958, cuando un cohete Atlas-B, equipado con un transmisor y un reproductor, emitió hacia la Tierra un mensaje grabado con anterioridad por el presidente Eisenhower. El Atlas-Score permitió demostrar que la voz humana podía propagarse superando la distancia existente entre el planeta y el satélite. El concepto fundamental era: un repetidor colocado en un lugar suficientemente elevado podría dominar mucha mayor superficie que sus homólogos terrestres. El repetidor, por supuesto, sería colocado en órbita, aunque su limitación principal sería la movilidad del objeto en el espacio. Todos esos satélites aportaron importantes conocimientos al mundo científico, pues al ser equipados cada vez con mejores y más sofisticados instrumentos de medición, permitieron conocer las condiciones del espacio que rodea a la Tierra y, con ello, promover nuevos experimentos. Fue así que el primer satélite activo que se puso en órbita fue el Courier, de propiedad estadounidense (lanzado en 1960), equipado con un paquete de comunicaciones o repetidor que recibía las señales de la Tierra, las traducía a frecuencias determinadas, las amplificaba y después las retransmitía al punto emisor.

Así, se sucedieron muchos otros lanzamientos de satélites con fines experimentales en el campo de las comunicaciones para transmisiones de radioaficionados y señales de televisión en diversas bandas de frecuencia o con propósitos militares, de tal forma que al terminar 1962, EU. contaba ya con 120 satélites puestos en órbita, mientras que Rusia tenía 33.

En 1963, en Estados Unidos de América se fundó la primera compañía dedicada a telecomunicaciones por satélite (COMSAT). También, la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), durante una conferencia sobre radiocomunicaciones, expidió las primeras normas en materia de telecomunicaciones por satélite.

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Gracias a la construcción de cohetes más potentes y al desarrollo de la electrónica como un elemento importante relacionado con muchas funciones de un satélite, en 1964 se logró colocar en órbita geoestacionaria o Cinturón de Clarke el primer satélite de este tipo (geoestacionario): el Syncom 3, que permitió en Europa la transmisión de los juegos olímpicos de Tokio. En agosto de 1964 se formó el consorcio internacional Intelsat, encargado de administrar una nueva serie de satélites geoestacionarios disponibles para todo el mundo, el primero de sus satélites fue el Early Bird o Intelsat-1. En la actualidad, existen alrededor de 200 de esta clase, en su mayoría geoestacionarios, conectando lugares de todo el mundo y que, además de servir para la telecomunicación internacional, se emplean para servicios como televisión y observación meteorológica, entre otras aplicaciones. Esos acontecimientos marcaron el inicio de la comunicación satelital, desarrollándose con rapidez la capacidad de fabricar una gran variedad de naves que al principio parecían modestas, pues sólo lanzaban satélites experimentales de investigación relativamente sencillos, que después, en la década de los años 70, se convirtieron en sofisticados prototipos de vehículos espaciales para comunicaciones y meteorología y, más adelante, para sondeos lunares y planetarios. LA HISTORIA DE LA COMUNICACIÓN SATELITAL DE RADIOAFICIONADOS La radioafición es una actividad científico-recreativa, que permite a las personas que la practican investigar, estudiar y experimentar con equipos de radiocomunicaciones, proyectando su quehacer al desarrollo tecnológico, a la ayuda comunitaria y como reserva capacitada en telecomunicaciones para la defensa nacional. Hasta fines de la década de los 50, los radioaficionados, en general, construían sus propios equipos y antenas, operando sus estaciones en amplitud modulada y telegrafía. A principios de los 60 se implementó la comunicación en banda lateral única y en frecuencia modulada. La constante inquietud tecnológica de los radioaficionados, hizo que incursionaran en el mundo de las telecomunicaciones digitales y en el uso de las bandas de VHF y UHF. Fue así como en la década de los 70 y 80 se desarrollaron redes de repetidoras de VHF FM tanto para comunicaciones análogas como digitales.

Debe hacerse presente que la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), ha asignado a los radioaficionados, en algunos casos en forma exclusiva y en otros compartida, segmentos del espectro radioeléctrico que van desde 1.8 MHz a los Ghz. Desde el lanzamiento del primer artefacto artificial que orbitó la tierra en 1957,

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el Sputnik, la palabra satélite pasó a ser un vocablo de dominio general. En los años siguientes un grupo de entusiastas radioaficionados agrupados en una organización llamada OSCAR ASSOCIATION con Sede en el estado de California, EE.UU. inició el diseño y construcción del primer satélite no gubernamental, llamado OSCAR-1 (OSCAR por Orbiting Satellite Carryng Amateur Radio), el que fue lanzado al espacio por NASA el 12 de Diciembre de 1961.

Desde ese entonces hasta el 23 de Enero de 1970, los radioaficionados construyeron 4 satélites más, siendo el quinto el Australis OSCAR-5, lanzado en la fecha antes indicada, siendo estos satélites de corta vida, experimentales y de órbita baja. En 1969 se funda en Washington DC., EE.UU. la Corporación AMSAT (Amateur by Satellite), entidad que agrupó con más formalidad a los radioaficionados del mundo interesados en las comunicaciones espaciales. AMSAT tuvo originalmente la responsabilidad de construir y operar los satélites OSCAR-6, 7 y 8 (los años 72, 74 y 78 respectivamente). Para esto, nacía en Inglaterra la Corporación AMSAT-UK, la que a través de NASA, lanzó al espacio el 6 de Octubre de 1981, el UOSAT OSCAR-9, el primero en llevar una cámara CCD para enviar imágenes de la tierra, formateadas de manera tal, que era posible observarlas en una pantalla de televisión, después de un mínimo procesamiento. Luego vino el AMSAT OSCAR-10 lanzado por un cohete Ariane el 16 de Junio de 1983 el que aún está operando ocasionalmente. El satélite UOSAT-OSCAR-11 es el primero de la serie de satélites educacionales y de investigación, construido y controlado por estudiantes y docentes de la Universidad de Surrey de Inglaterra. Más adelante fue puesto en órbita el satélite FO-12 (FUJI OSCAR-12) el primer satélite diseñado y construido por JAMSAT (AMSAT-JAPON). La serie de satélites de radioaficionados corresponde a aquellos llamados Fase 1 y Fase 2; básicamente estos términos significan Satélites de baja altura con tiempos de vuelo escaso o prolongado y netamente experimentales (fase 1) o de operación esencialmente en comunicaciones digitales (fase 2). 4


El satélite AO-13 que opero desde el 15 de Junio de 1988 hasta Diciembre de 1996, fue un satélite que voló en órbita elíptica operando en comunicaciones análogas (de voz en SSB y CW). En un lanzamiento simultáneo a bordo de un cohete Ariane, el 12 de Enero de 1990, fueron puestos en órbita 6 satélites de radioaficionados. Dos de ellos el UO-14 y el UO-15 usaron la tecnología desarrollada por AMSAT-UK (Reino Unido) y los otros cuatro la tecnología llamada Microsat implementada por los voluntarios de AMSAT-NA. Estos últimos se denominaron AO-16, DO-17, WO18 y LO-19. El UO-14 fue destinado a ser usado por la Organización VITA (Volunteers for International Technical Assistance) para cursar tráficos de diagnósticos médicos desde Africa a Europa. Desde principios de febrero del 2000, este satélite ha vuelto al servicio de aficionados por satélite, operando como un repetidor de voz. El AO-16 llamado PACSAT, es un satélite destinado al tráfico digital de radioaficionados pero que en la actualidad opera solo como digirepetidora. El DO-17 fue construido en EE.UU. por encargo de BRAMSAT (AMSATBRASIL) y su misión fué transmitir en voz sintetizada mensajes de paz grabados por un centenar de jóvenes de diversos colegios del mundo. Aunque funcionó al principio, lamentablemente no pudo cumplir su misión El próximo satélite lanzado al espacio para el Servicio de Radioaficionados fue el FO 20 construido por JAMSAT. Es un aparato destinado tanto a las comunicaciones análogas (Voz y CW) como digitales (protocolo AX.25). Fue lanzado el 7 de Febrero de 1990. Desde hace ya un tiempo opera solo como un transponedor de voz . El satélite AO-21 fué un esfuerzo en común de AMSAT-DL (ALEMANIA) y AMSAT-RUSIA. Consiste en estaciones de radioaficionados, instaladas a bordo del satélite ruso de investigación geológica GEOS. Aún cuando éstas contenían una serie de experimentos, sólo algunos de ellos funcionaron. Este satélite fue apagado por las autoridades rusas en 1994 por falta de presupuesto para mantenerlo en operación, lo que significó, por ende, que los experimentos de radioaficionados dejaran de funcionar. También se le llamó RS-14 (Radio Sputnik)como una de la unidades satelitales desarrolladas por los radioaficionados rusos.

Un grupo de ingenieros del Instituto de Tecnología Avanzada de Corea, tuvo la responsabilidad de desarrollar en la Universidad de Surrey el satélite KO-23. Contiene a bordo además de operación digital a 9600 baudios, una cámara CCD. Esta última graba imágenes de la tierra de un área de 1600 x 1800 km., proveyendo una resolución terrestre menor a 2 km. Fue lanzado al espacio el 10 de Agosto de1992 y actualmente opera en forma esporádica (por fallas en el banco de baterías) como BBS para comunicaciones digitales.

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El próximo satélite fue el KO-25 (El número 24 no se ha usado hasta la fecha). Fue construido por el Instituto de Tecnología Avanzada de Corea (KIST). Lleva a bordo, los mismos sistemas del KO-23 más 3 experimentos adicionales: un sensor de rayos infrarojos, un experimento de detección de electrones de baja energía y un nuevo procesador diseñado para probar modems de alta velocidad. Fue lanzado el 26 de Septiembre de 1993. Dentro de los esfuerzos de comunicaciones y experimentos espaciales de radioaficionados, los radioaficionados rusos han colocado 17 estaciones de radioaficionado a bordo de satélites mayores (RS-1 al RS-17). Estas estaciones han permitido a los radioaficionados, experimentar con comunicaciones de voz a largas distancias, usando básicamente la misma tecnología que las repetidoras de VHF FM terrestres aunque la operación se efectúa tanto en HF como en VHF. También se ha obtenido que tanto en la estación espacial MIR, como en los transbordadores espaciales, se haya implementado estaciones de radioaficionados en los más variados modos, es decir operaciones en audio, digitales, televisión de barrido lento, etc. Lo anterior ha permitido tanto a los cosmonautas como a los astronautas, tener un medio de recreación en sus horas de descanso al poder contactarse con diferentes radioaficionados de todo el mundo, como también con sus familias y amigos a través de estaciones de radioaficionados. Pero no todo ha sido éxito. También ha habido algunos fracasos, derivados unos, de fallas de operación de los satélites y otros, de la explosión de los cohetes lanzadores. De los más recientes, puede mencionarse en el primer caso el UO-15, el satélite Francés Arsene y el Unamsat-2 (MO-30) y en el segundo, la falla (28 de Marzo de 1995) de un cohete ruso que significó la pérdida del UNAMSAT-1 (AMSAT MÉXICO) y del TECHSAT-1 (AMSAT ISRAEL).. SATÉLITES FUNCIONANDO En la actualidad están orbitando y operando normalmente 21 satélites de radioaficionados. En comunicaciones en fonía, el AO-10, UO-11, UO-14, FO-20, AO-27 y FO-29; en comunicaciones digitales el AO-16, AO-19, UO-22, KO-23, KO-25, IO-26, FO-29, SO-35 y UO-36; en transmisión de imágenes el TO-31. Además las estaciones rusas RS-10/11, RS-12/13, y RS-15 y los transbordadores espaciales, en fonía y packet, desde el 2000 contamos con el FASE-3D, SAUDISAT-1A, SAUDISAT-1B y el TiungSat-1. Esta constelación es el resultado de cuatro décadas de trabajo voluntario ininterrumpido de entusiastas radioaficionados de todo el mundo. De estos satélites, la mayoría gira en órbita polar heliosincrónica a baja altura y con una vida útil de más de cinco años.

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Con justicia se dice que la implementación de esta tecnología por los radioaficionados, desde 1988 a la fecha, ha dado paso a la concepción de las comunicaciones personales del futuro, a través de las constelaciones de baja altura de satélites comerciales que están desarrollando consorcios internacionales. A nivel mundial, la radioafición está empeñada en un gran proyecto, el satélite FASE3-D. Su órbita es elíptica (Molniya), con una inclinación de 63º, un apogeo de 47.000 kms. y un período de 16 horas. Contiene un complejo sistema de receptores y transmisores los que le permiten comunicaciones desde telegrafía hasta televisión digital, en forma fácil y al alcance de todos los radioaficionados de la tierra. El FASE-3D fue lanzado el 16 de noviembre del 2000 a la 20:00 horas UTC desde la base espacial Kourou (Guayana Francesa), se abre de esta manera una nueva era para los radioaficionados. Lanzado como carga de acompañamiento, junto a los satélites de comunicaciones: PAS-1R (PanAmSat) y los STVR-1C y STVR-1D. Se da la circunstancia que en este lanzamiento se han puesto en órbita el mayor de los satélites de comunicaciones comercial y al mayor satélite de comunicaciones de radioaficionado, que ha sido financiado durante estos diez últimos años por los socios de las organizaciones principales, que han contribuido en el proyecto: AMSAT-NA, AMSAT-UK, AMSAT-DL. El FASE 3D está pensado para una operación en órbita elíptica. La órbita inicial es especialmente susceptible a las irregularidades producidas por la acción de la gravedad del Sol y de la Luna. Los primeros cálculos para conseguir una órbita estable, y que no lo lleven al mismo final que el OSCAR-13, tendría un apogeo de 37.786 Km y un perigeo de 560 Km con una inclinación de 6.5 grados. El FASE 3D catalogado también como AO-40, tiene una masa de 650 Kg. De ellos 196.7 Kg es el peso del combustible: MMH (monometilo-hidracina), N2O4 (nitrógeno-tetróxido). Este combustible es capaz de proporcionar a su motor de 400 Newtons de fuerza. El proceso de traslado de la órbita de transferencia hasta la órbita definitiva se efectúa lentamente, por pequeños impulsos del motor en su paso por el perigeo, durante unos 270 días.

Una vez estabilizado en sus ejes, el satélite extiende sus paneles solares. Desde este momento, con plena energía, el FASE 3D debe estar operacional para todos los radioaficionados. Pero desde el dia 13 de diciembre, hasta el día 25 de diciembre de 2000, la comunidad de radioaficionados sufrió la incertidumbre por el silencio de la baliza de telemetría, que dejó de transmitir mientras estaba en el proceso de propulsión de su motor de 400 N.

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Se desconocen los motivos que provocaron este silencio, lo que parecía una irreparable perdida hasta que fue localizado por los radares de Norad en una órbita más elíptica de los previsto. Actualmente tiene un apogeo de 58.908 Km y un perigeo de 384 Km. Después de muchos intentos, el día de Navidad del año 2000, Ian, ZL1AOX desde Nueva Zelanda transmitió un comando de rearme en 1296 MHz consiguiendo activar uno de los dos transmisores del AO-40 en la banda S (2.400 MHz) que la telemetría volviera a escucharse desde la Tierra. Como resultado de estas informaciones se sabe que el satélite está rotando más aprisa que antes de la pérdida de contacto, y que hay un problema en las bandas de 144 y 430 MHz. Actualmente la baliza en la banda S llega con señales muy fuertes, pero solo se puede escuchar cuando la antena apunta hacia la Tierra y en esta banda no se disponen de equipos receptores tan fácilmente. Durante el mes de mayo de 2001 se activó el transpondedor, empezando a aparecer los primeros comunicados en la frecuencia de 2.401 MHz como canal de descenso (down link). El acceso puede efectuarse en las frecuencias de 432 y 1296 MHz. El 26 de Septiembre del 2000 se pusieron en orbita 3 nuevos satélites y todo gracias a un reconvertido misil balistico soviético. El lanzamiento se efectuó a las 10.05GMT desde el cosmodromo de Baikonur. Vuelan en orbita baja y funcionan sin problemas siendo sometidos a un control riguroso desde tierra. Los SAUDISAT-1A y SAUDISAT-1B pueden operar a 9600 baudios (almacenamiento y envio de datos) y tambien como repetidor analogico de FM. El TiungSat-1 es el primer microsatélite de Malasia. Para los radioaficionados ofrece FM Y FSK (a 9.6, 38.4, Y 76.8 kB). Este satélite también tiene la posibilidad de enviar imágenes (meteorologicas etc...). Fue activado el 27 de Septiembre del 2000 desde la base operativa principal. Solo pasa sobre la estación base(Malasia) dos veces por día. El nombre del satélite , TiungSat, hace honor a un pájaro típico de Malasia y ha sido posible gracias a los esfuerzos y colaboración entre el gobierno de aquel país y la Surrey Satellite Technology Ltd. del Reino Unido.

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DESARROLLO Los satélites de Comunicación representan la privatización del espacio. Su desarrollo rápido ha ido adquiriendo paulatinamente connotaciones de poder político y económico. Los países que hoy día se pretenden modernos deben contar con un satélite propio; es condición indispensable para entrar en el umbral del siglo XXI. Los satélites de comunicación son también redes a través de las cuales se transmiten informaciones de un punto hacia otro. Lo que resulta sorprendente es constatar cómo a través de los siglos el concepto de canal de comunicación evoluciona y al perfeccionarse se complica. Simplemente hay que observar hasta qué punto se ha incrementado la densidad de las líneas de comunicación del telégrafo al satélite. En el mismo sentido ha evolucionado la capacidad de informar y comunicar. De las redes satelitales deriva una concepción espacio tiempo. Una revolución geo-política que altera el sentido de una comunicación ligada a la territorialidad (el espacio sideral) y a la lengua (su universalidad). De aquí resultan nuevas formas de medir el espacio-tiempo y encuadrarlo en una realidad concreta: disponibilidad de redes y variación de tarifas. Bien se sabe que dentro de la carrera económica y política del mundo moderno la comunicación posee un papel estratégico; este último calificativo deriva, justamente, de la capacidad que deben tener los países que han quedado fuera de la esfera más avanzada para responder a las iniciativas económicas y políticas emprendidas por los más poderosos. RETROSPECTIVA DE LOS SATÉLITES DE COMUNICACIÓN Hablar de satélites de comunicación refiere a que los satélites representan el vínculo material de dos amplias áreas del conocimiento: la ingeniería y la comunicación. La mayoría de las personas ignora que estas nuevas tecnologías de información no son tan nuevas y que conservan los mismos principios básicos que los métodos de comunicación siempre han tenido. Sin embargo, lo que sí es sobresaliente es el hecho de que la tecnología ha permitido transmitir mucha más información, con mayor exactitud y eficiencia, con gran velocidad y a un precio cada vez más bajo. Los satélites de comunicación no están aislados de lo que pasa en el mundo. Estas maravillas tecnológicas no deben impedirnos el conocimiento. Los satélites de comunicación no sólo son un tema de los científicos. Los satélites de comunicación necesariamente están inmersos en un paquete sociopolítico-económico-cultural.

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Entender la dinámica de este paquete es muy difícil, porque los acontecimientos se siguen uno detrás del otro a una velocidad vertiginosa, más rápida que nuestra capacidad de análisis y comprensión. Con todo y eso, la verdad es que los satélites de comunicación afectan la vida cotidiana de todo el mundo. Su impacto dependerá de qué aspecto del paquete de Jayaweera se toque. Gagliardi define a un satélite de comunicación simplemente como "un paquete electrónico de comunicación puesto en órbita, cuyo objetivo principal es iniciar o ayudar a la transmisión de comunicación de un punto a otro. Esta información, por lo general, corresponde a voz (teléfono), video (televisión) y datos digitales (teletipo)". McLucas establece que los satélites de comunicación están diseñados para repetir en otra frecuencia cualquier señal que se les envíe: repiten y retransmiten a la tierra cualquier señal. Lo que parece ser un concepto muy importante es el eje de lo que ahora se conoce como comunicación satelital, la más grande y más visible actividad en el espacio. Las áreas más grandes de actividad en el comercio espacial son: a) La construcción de satélites de comunicación y sus estaciones terrestres de control; b) la venta o arrendamiento de servicios de comunicación que estos satélites hacen posible; y c) el lanzamiento de satélites a órbita. La era espacial inició el 4 de octubre de 1957, cuando la Unión Soviética puso en órbita el primer satélite artificial del mundo. No obstante, fue en 1945 en Transmisiones extraterrestres de Arthur Clarke, cuando se concibió la idea de un sistema de comunicación mundial: "tres satélites posicionados equidistantes uno del otro sobre el ecuador a una altura de 22 300 millas y conectados el uno al otro y a la Tierra por un radio, permitiría a cualquier individuo contactarse con cualquier otra persona en el planeta -sin importar la distancia- mediante esta red de radio". El camino de órbita particular que Clarke describió se conoce ahora como órbita geosincrónica, lo que quiere decir que un satélite a una altura específica sobre el ecuador gira alrededor de la Tierra a la misma velocidad que ésta. El satélite se encuentra, por lo tanto, en el mismo punto todo el tiempo, permitiendo transmitir señales a través de él sin interrupción y, como sabemos ahora, simplificando su recepción en las estaciones terrestres. Después de la Segunda Guerra Mundial, la gente relacionada con el negocio de la comunicación se interesó en mejorar los sistemas de comunicación para propósitos pacíficos. En ese tiempo no resultó nada práctico.

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Sin embargo, en 1956, el eslabón entre Estados Unidos y Europa, fue la primera aplicación donde se consideró seriamente la posibilidad de usar satélites, cuando el cable telefónico transatlántico TAT-1 enfrentaba los problemas de incrementar su volumen y la necesidad de transmitir señales televisivas. El Explorador, el primer satélite estadunidense, se lanzó en enero de 1958. Al principio de la era espacial los norteamericanos, de acuerdo con McLucas, "sufrieron una humillación tras otra", ya que los rusos pusieron el primer perro, el primer hombre y la primera mujer en el espacio". Los primeros satélites puestos en órbita tanto por los estadunidenses como por los soviéticos, no fueron de comunicación; Los primeros satélites de este tipo fueron lanzados por los militares en Estados Unidos: Score, en 1958 y Courier, en 1960. En el área civil, siguiendo la idea de un sistema de comunicación mundial, los satélites lanzados fueron el Echo, en 1960, y Telstar y Relay, ambos en 1962. Ninguno de estos satélites experimentales condujo directamente a sistemas operacionales; sin embargo proveían información sobre factores como selección de frecuencias, propagación y estabilización y control de la orientación de los satélites. En esta etapa, para poder usar y disfrutar las ventajas económicas y tecnológicas de un satélite geosincrónico, se necesitaba un cohete más poderoso y un satélite más pequeño: de ahí que se le concediera a Hughes Aircraft, en 1961, la construcción de este satélite llamado Syncom, lanzado con éxito por la NASA en un cohete Delta en 1963. Mientras estos acontecimientos sucedían, el gobierno estadunidense, bajo la administración Kennedy, moldeaba el futuro de las comunicaciones satelitales mediante la Ley de Comunicaciones Satelitales de 1962, que propició la creación de una compañía privada que más tarde se llamaría Comsat, creada en 1963, y cuya carta constitutiva propondría a la brevedad la creación de un sistema mundial de comunicaciones de satélites. LA HISTORIA DE INTELSAT Después de 30 años de iniciada la era espacial, los satélites de comunicación han demostrado su capacidad para mejorar la calidad de vida y producir ganancias para sus inversionistas. Intelsat es, sin duda, un sistema de comunicaciones que proporciona grandes rendimientos financieros a sus países miembros, al tiempo que cubre sus necesidades de comunicación internacional. Asimismo, se han creado sistemas regionales satelitales. Intelsat surgió y se ha desarrollado en un ambiente de controversia. La declaración de Clark es parcialmente verdadera ya que niega el hecho de que el poder, en todas sus formas, ha sido una constante para planear y crear las políticas de esta organización. Utiliza el término calidad de vida, aunque primero tendría que evaluarse.

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Declarar que los satélites de comunicación han mejorado la calidad de vida también es parcialmente cierto: la evolución de la ciencia y de la tecnología permite estas mejoras, pero el acceso restringido y el control de la tecnología en muchas naciones del mundo en realidad no difunde esas mejoras. Los satélites de comunicación se han desarrollado bajo la tensión de la competencia militar, política y económica de los estados; por lo tanto, no es posible hacer referencia a Intelsat como un cuerpo neutral. La Organización Internacional de Telecomunicaciones Satelitales (Intelsat) una cooperativa global, comercial e intergubernamental de satélites comunicación. De sus diecinueve miembros originales en 1964, en 1990 había aumentado a ciento diecinueve países y ahora es el más importante todos los organismos internacionales que utilizan los satélites para comunicación pública.

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Los satélites geosincrónicos de Intelsat unen entre sí a sus ciento diecinueve miembros, además de otros sesenta y cinco países, principados e islas afiliados. Entre ellos conducen dos tercios de todas las llamadas internacionales; el noventa y ocho por ciento de toda la televisión internacional; y las transmisiones de télex, de telégrafos y de toda la información de alta velocidad y facsimilar. La propiedad de Intelsat la comparten los países miembros y contribuyen con los requisitos de capital en función de sus propias acciones, cuyo monto se determinó por su uso de servicios satelitales. Las ganancias se comparten entre los miembros después de deducir los gastos de operación según sus inversiones. La organización se divide en cuatro unidades: la Asamblea de Partes, la Junta de Signatarios, la Junta Directiva de Gobernadores y el Órgano Ejecutivo, que representan diferentes aspectos de la organización. El órgano ejecutivo tiene su sede en Washington, DC; lo encabezan un director general, un ejecutivo en jefe y un representante legal de Intelsat. El sistema global satelital de Intelsat se divide en dos partes: los segmentos espaciales -satélites e instalaciones asociadas-, propiedad de Intelsat; y las estaciones terrenas, propiedad de las organizaciones de telecomunicación en los países en los que se encuentran. Tree analiza el rol de Comsat e Intelsat dentro de la hegemonía estadunidense de la posguerra. En el ámbito internacional, Estados Unidos acababa de emerger como la suprema fuerza militar y económica; como tal, era un país que tenía la posibilidad de iniciar e imponer acciones internacionales, por lo que pudo ejercer su poder en muchos asuntos internacionales.

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Las telecomunicaciones internacionales expandieron y sirvieron al aparato militar, comercial, diplomático y de propaganda estadunidense alrededor del mundo, al grado de que se identificaron como una vía para mantener los intereses de Estados Unidos. Las nuevas comunicaciones y tecnologías espaciales evolucionaron con aplicaciones militares en mente. Los avances en computadoras digitales, microelectrónica y tecnologías espaciales se derivaron de la investigación y del desarrollo de lanzadores de misiles, de sistemas guiados y de telecomunicaciones. Las raíces tecnológicas de Intelsat se derivan de la militarización de la guerra fría. Debemos tener esto en mente cuando escuchamos la retórica de que las comunicaciones satelitales mejoran la calidad de vida en el mundo. Los usos satelitales pacíficos son sólo una derivación de los militares y pueden considerarse como tecnología militar comerciable y no-crítica. Al aislar a la Unión Soviética de la red satelital ofreciéndole una participación ridícula dentro de la organización (cerca del 1%), lo mismo que al persuadir a los países de Europa Occidental -potencialmente el tercer poder en el espacioa participar en el sistema, Estados Unidos aseguró el dominio sobre las comunicaciones satelitales internacionales. Aún así, Intelsat es el primer intento significativo para organizar, desarrollar, operar y reglamentar una importante innovación tecnológica con un amplio nivel internacional. Kildow hace notar que el comportamiento tradicional estadunidense se refleja en sus políticas hacia las telecomunicaciones internacionales; por lo tanto, los encargados de las negociaciones estadunidenses organizaron lo que ellos conocen mejor: un sistema de telecomunicaciones sobre una base comercial. El dominio de Estados Unidos, particularmente en un principio, se debió a su monopolio de tecnología. Comandando una posición dominante de negociación, Comsat fue capaz de dictar muchos de los términos clave en los acuerdos para el sistema. Cuando los demás países acordaron designar a Comsat como el administrador del sistema satelital, lo colocaron en una posición donde no sólo se le pagaría por administrar, sino que también llevaría los libros, negociaría con contratistas aeroespaciales y prepararía las decisiones de los contratos para atender al comité de gobierno. Según los acuerdos, la organización estaría dirigida por un Comité de Gobierno, llamado Comité Interno de Comunicaciones Satelitales (ICSC). La votación en el comité se basaba en las acciones de inversión dentro del consorcio, las cuales a su vez quedaron determinadas por la cantidad de tráfico internacional de telecomunicaciones que generara un país. Para obtener un lugar en el ICSC, una nación necesitaba por lo menos una participación del 1.5%.

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Este método de cuota le dio a Estados Unidos una participación del 61% en la organización; a Europa Occidental, del 30.5%; y a Canadá, Japón y Australia, del 8.5%. Los acuerdos permitieron que las naciones en desarrollo se unieran, sólo que su cuota acumulada no debía exceder del 17%. Bajo estos acuerdos la participación estadunidense nunca bajaría del 50.63%, además de que tendría un completo poder de veto en todas las acciones que decidiera el comité. El propósito de Intelsat en el sentido de traer al mundo la paz y el entendimiento mundiales chocan con las contradicciones inherentes manifiestas en los acuerdos institucionales de la organización. Algunas de sus naciones miembro se han quejado de que la intención y el efecto real de Intelsat han sido promover el dominio estadunidense de las comunicaciones satelitales a nivel internacional. Económicamente Intelsat tiene una organización de tipo comercial, a pesar de que la retórica indica que debe ser altruista: sus satélites abastecieron a los militares estadunidenses a pesar de que habían sido creados para promover sus usos pacíficos alrededor del mundo. Los progresos dentro de la economía política internacional en los años sesenta y la era desregulatoria que surgió en los ochenta explican la interacción de las dinámicas políticas, económicas y tecnológicas en conflicto que moldearon la expansión y las operaciones de Intelsat. 1. Entre 1969 y 1971 -periodo en que se llevaron a cabo las negociaciones para los acuerdos definitivos de Intelsat; como resultado de diversas luchas nacionales independentistas surgieron alrededor de cien países en vías de desarrollo En consecuencia estas naciones comenzaron a ejercer derechos políticos que no siempre se ajustaban a los intereses económicos y políticos de Estados Unidos. Como es natural, estas naciones comenzaron a ejercer sus derechos políticos, no siempre ajustados a los intereses económicos y políticos de los Estados Unidos. 2. En este periodo las economías de Europa Occidental y de Japón se convirtieron en competidoras en materia de nuevas tecnologías informativas y otras esferas de la comunicación en el escenario internacional. 3. En 1983 algunas compañías privadas estadunidenses buscaron permiso para establecer sistemas satelitales separados que compitieran con Intelsat. 4. Los cables transoceánicos de fibra óptica surgieron en 1980 como una amenaza competitiva a los servicios satelitales de comunicación de Intelsat.

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No obstante, había dos problemas fundamentales que durante los años sesenta y principios de los setenta afectaban tanto a los países miembro como a los usuarios y a los proveedores de Intelsat: uno era reducir el grado de dominio estadunidense que se percibía en la organización; y el otro atañía a la distribución de contratos para las primeras cuatro generaciones de satélites de Intelsat. Las firmas aeroespaciales europeas se quejaban de no recibir la parte justa de estos contratos. Durante los primeros años de existencia de Intelsat la amenaza europea para competir con éxito estaba hecha a un lado; no fue sino hasta 1977, con la creación de Eutelsat como acuerdo provisional, cuando significó una competencia real. Uno de los principales problemas que tuvo que enfrentar Eutelsat fue la justificación ante Intelsat para crear un sistema europeo de telecomunicaciones satelitales. No obstante, conforme Intelsat maduró como organización internacional, surgieron nuevos problemas que a la fecha permanecen todavía sin resolver. Como la mayoría de las grandes empresas de telecomunicaciones, la organización enfrenta aún la amenaza de la competencia, uno de sus problemas principales en sus primeros años. Otros de sus problemas son: 1. Sistemas separados. A pesar de que algunos sistemas satelitales regionales y nacionales han operado durante varios años, éstos se han coordinado con Intelsat para evitar un daño significativo en el sistema global, tal y como lo requieren los convenios de la organización. Estos sistemas sirvieron a regiones geográficamente compactas que no dañarían los intereses económicos de Intelsat. En 1983 varias compañías privadas estadunidenses organizaron su entrada al mercado internacional de satélites comerciales. La autorización del gobierno, en noviembre de 1984, permitió la incursión de compañías privadas solamente para comunicación intraempresarial. Sin embargo, los estudios de Intelsat indican que más del 50% de su tráfico lo generan los negocios. Aunque, en teoría, Intelsat tiene que ver principalmente con el servicio de telefonía pública hacia el extranjero y el gobierno estadunidense le protegió esa posición, las cosas cambiaron en 1986 cuando Intelsat le otorgó permiso a Panamsat (empresa privada) para participar en las comunicaciones públicas internacionales después de haberlo negociado con Estados Unidos. Luego de esta experiencia se esperan más amenazas al tráfico central de Intelsat. La política desregulatoria de los años ochenta que planteó este importante problema para Intelsat refleja la evolución de las fuerzas dinámicas dentro de la industria estadunidense de telecomunicaciones. Aunque se calificó a Intelsat como monopolio natural, comenzó a abandonar esa posición conforme las acciones desregulatorias en servicios de

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comunicación satelitales insertaron a la organización en una arena competitiva. Komiya niega que Intelsat sea un monopolio, pero reconoce que el tamaño gigantesco de la organización y su posición única en el mercado la encaminó inevitablemente a ejercer prácticas generalmente asociadas con un monopolio. 2. Cables de fibra óptica. Esta tecnología puede convertirse para Intelsat en una amenaza todavía más potente que los propios sistemas satelitales de la competencia. Los cables de fibra óptica ofrecen ciertas ventajas de transmisión sobre los satélites, tales como transmisión precisa de datos y carencia de eco. Además, estas redes de fibra óptica no tienen que coordinarse con Intelsat, de tal modo que pueden competir con los satélites robándoles tráfico. 3. El rol de Comsat en Intelsat. Comsat enfrenta varios retos cuyas soluciones pueden crear dificultades para Intelsat. En general, la falta de transparencia en las políticas y el manejo monetario de Comsat no ha simpatizado ni con los reglamentadores ni con los legisladores ni con los usuarios. Además priva un alto nivel de simpatía estadunidense hacia una política que les permita a los grandes usuarios de ese país el acceso directo a Intelsat, lo que provocaría evitar la intermediación de Comsat, el signatario de Estados Unidos en dicha entidad. 4. Influencia de la desregulación nacional sobre los países miembros de Intelsat. Como regla general, a la presión exitosa para la liberación nacional de la regulación de telecomunicaciones le sigue una presión similar para relajar las reglas internacionales de telecomunicaciones. La evasión potencial (Comsat) y real (British Telecom) de los signatarios de Intelsat en los mercados nacionales, por ejemplo, puede aumentar la simpatía para evadir al propio Intelsat ya sea por operadores de satélites privados o por cables de fibra óptica. 5. Los efectos de la capacidad limitada de lanzamiento. Organizada en un ambiente de pocos satélites y varios lanzadores, Intelsat enfrenta el problema opuesto en la actualidad. No obstante, hay tres factores que reducen los riesgos que la organización enfrenta en esta área: a) Ariane y el transbordador espacial de Estados Unidos, que son sus fuentes convencionales de abastecimiento, parecen haber superado dificultades anteriores. b) Japón, China y la ex-Unión Soviética ahora están en la posición de ofrecer lanzamientos satelitales comerciales a órbita geoestacionaria. c) Debido a su relación con empresas de lanzamiento, es posible esperar que Intelsat reciba tratamiento preferencial en caso de que sea necesario. Intelsat ha respondido a los retos de los sistemas competidores y de los cables de fibra óptica con nuevos servicios y campañas de marketing. Las nuevas políticas de desregulación que rigen a Intelsat ponen en claro que el gobierno de Estados Unidos pretende privatizar su sistema de telecomunicaciones.

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Al privatizar las telecomunicaciones satelitales internacionales, los costos para las compañías transnacionales podrían disminuir considerablemente y los proveedores de equipos y servicios de telecomunicación quedarían libres para beneficiarse de este negocio. "Conforme la economía y la política internacional han cambiado y los avances tecnológicos han alterado la infraestructura internacional de comunicaciones, estos viejos arreglos institucionales se han vuelto obsoletos y, de hecho, se han convertido en un obstáculo". Así, la cooperación internacional y el desarrollo pueden haber probado que son una táctica para intensificar el liderazgo de Estados Unidos; de ahí que Intelsat también haya mostrado ser un instrumento de esa misma política. Tree señala que fue esta nación la que administró su fundación y que las fuerzas que ahora la amenazan emergen básicamente del mismo país.

COMUNICACIONES SATELITALES MEXICANAS Hay factores determinantes en la transferencia de tecnología espacial a los países en desarrollo: uno de ellos es el mito de la modernización occidental. Algunos sectores de la sociedad ingenuamente piensan que la transferencia de tecnología moderna nos llevará directamente al desarrollo. Otro de los factores está relacionado con la presión comercial que los productores de tecnologías espaciales ejercen sobre nuestros países, que representan un mercado numeroso y cautivo. El tercero es el hecho de que nuestras naciones se ven comprometidas a participar activamente en asuntos espaciales, no solo en cuestiones vinculadas a transferencia tecnológica sino también a serios problemas económicos y militares que se relacionan directamente con la soberanía nacional debido a las misiones espaciales de otros países en las que exploran y observan los territorios nacionales de los países en desarrollo bajo la protección de la ley espacial de cielos abiertos.

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América Latina está profundamente inmersa en problemas de este tipo. Intelsat fue la organización que representó el primer paso de estos países hacia el mundo de los satélites de telecomunicación. Brasil fue el primero en rentarle transpondedores al organismo a fin de cubrir sus comunicaciones internas en 1976. Colombia empezó sus servicios nacionales de la misma manera en 1979. Perú, Chile y Argentina son otros ejemplos. La historia de los satélites en Latinoamérica se remonta a los años sesenta. Tan pronto como empezó la era satelital, se hicieron planes para instalar satélites locales en el área. El objetivo anunciado era preciso: educación para el desarrollo. El proyecto brasileño SACI (Sistema Avanzado de Comunicaciones Interdisciplinarias), cuyo propósito era tener un satélite brasileño, se formuló en 1966 y se hizo una prueba piloto en Río Grande del Norte con el apoyo de la NASA, a través de su satélite ATS-6. A mediados de los setenta el proyecto ya se había abandonado. CAVISAT (Centro Audiovisual Internacional Vía Satélite) y SERLA (Sistema de Educación Regional Latinoamericano) eran dos proyectos creados para la educación regional en América Latina que no tuvieron un final mejor. En junio de 1967 la Universidad de Stanford publicó el estudio ASCEND (Sistema Avanzado para las Comunicaciones y la Educación en el Desarrollo Nacional) sobre el uso de satélites para tele-educación en América Latina. El proyecto de CAVISAT se introdujo en Chile en 1969. Los programas educativos fueron creados en varios niveles para niños y adultos en un esfuerzo de latinoamérica y las universidades, así como de otras compañías estadunidenses. Patrocinado por Comsat y empresas como General Electric, este proyecto provocó una fuerte reacción de los gobiernos de América Latina debido a la interferencia que significaba para la autodeterminación en las áreas culturales y educativas. A pesar de esto, la junta directiva de CAVISAT continuó con el proyecto debido a la gratuidad del espacio orbital, a que pronto tendrían satélites DBS que ya no necesitarían estaciones terrenas para distribución de señales y a que tendrían la posibilidad de otorgar títulos estadunidenses a estudiantes latinoamericanos. La respuesta a este proyecto fue la creación de la Convención Andrés Bello, firmada por los ministros de educación de los países de la región andina en Bogotá, Colombia. Esta convención tenía como objetivo desarrollar una "integración educativa, científica y cultural". Tales países, junto con Argentina, Chile y Paraguay, estudiaron la posibilidad de tener su propio satélite. El proyecto se llamó SERLA (Sistema de Educación Regional Latinoamericano). En 1973 publicaron Diseño y metodología de un estudio de viabilidad de un sistema regional de tele-educación para los países de América del sur. Esa fue su última intervención. La educación para el desarrollo perdió fuerza como una razón para que Latinoamérica instalara sus propios satélites. En 1980 varios países planearon la posibilidad de instalar satélites nacionales para telecomunicaciones: Colombia, Brasil, México, Venezuela y Argentina.

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Los últimos dos países nunca formularon proyectos definitivos. Colombia, después de haber presentado una licitación internacional, la declaró desierta. Los satélites de Brasil y México, fueron lanzados en 1985. La licitación para los satélites colombianos se presentó en 1981. El Proyecto de Satélite colombiano para comunicaciones domésticas, SATCOL, había comenzado en 1975. Tres compañías ofrecieron sus propuestas: ITT y RCA de Estados Unidos y Messerschmett-Bolkow-Bloom de Alemania. De acuerdo con TELECOM (Empresa Nacional de Telecomunicaciones Colombianas), el costo del proyecto se calculaba en 1977, en 120 millones de dólares. En 1980 la suma aumentó a 200 millones de dólares y llegó a 320 millones de dólares en 1982, todavía con más posibilidades de volver a subir. Se proyectó que los satélites SATCOL A y SATCOL B se lanzaran en 1985 en el transbordador espacial Columbia de Estados Unidos. El proyecto lo criticaron severamente las asociaciones de ingenieros y técnicos de TELECOM, además de expertos y periodistas. Las críticas se centraban en cuestiones técnicas y de procedimiento: cobertura satelital, incompatibilidad con la red terrena, capacidad de la red, interconexión y dificultad de sincronizar las antenas rurales con los transpondedores. El uso limitado del 46% de los satélites y los pocos esfuerzos hechos para ofrecer servicios a otras naciones también constituyeron un problema. La nueva junta directiva de TELECOM declaró desierta esta licitación en 1982, por lo que el programa satelital colombiano fue pospuesto indefinidamente. La entidad de telecomunicaciones de Brasil, AMBRATEL, en 1982 anunció que se le había otorgado a Spar-Hughes la construcción de sus satélites de telecomunicación y que Arianespace los lanzaría a la órbita. Cada una de estas compañías ganó no sólo por razones económicas, pues sus ofertas eran las más baratas, sino porque tendrían su satélite funcionando en el menor tiempo posible: en febrero de 1985, antes que los satélites mexicanos, previstos para abril de ese mismo año. Las condiciones establecidas para el contrato final del Sistema Brasileño de Telecomunicaciones por Satélite (SBTS) impusieron una serie de condiciones sobre las ventajas de financiamiento, transferencia de tecnología y beneficios comerciales (compromisos de importación de productos brasileños). Telebras, INPE (Instituto para la Investigación Espacial) y el IAE (Instituto para Actividades Espaciales) recibirían entrenamiento tecnológico tanto en el área de lanzamiento de cohetes como en el hardware y software de los satélites por parte de los consorcios vendedores. Arianespace y el Centro Nacional de Estudios Espaciales de Francia establecieron un acuerdo con COBAE (Comisión Brasileña para Actividades Espaciales) para que los franceses cooperaran para el desarrollo e implantación de la nueva base de lanzamiento de Brasil, ubicada cerca de la Ciudad de Alcántara. Por otro lado, el gobierno de Canadá se comprometía a comprar 200 millones de dólares en productos brasileños durante los cuatro años posteriores a la firma del contrato.

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Aparte del hecho de que Brasil llena todas las características de un país que se beneficiaría de la comunicación satelital, tales como un territorio extenso, la necesidad de integrar y mantener identidad cultural y política, áreas de difícil acceso, población distribuida de forma heterogénea y un desarrollo socioeconómico desigual, uno de los factores más importantes para tomar la decisión fue el uso relevante del satélite para las comunicaciones militares. En esta década Brasil espera convertirse en el primer país de América Latina en lanzar un satélite con su propia tecnología. Brasil es otro casp. Este país, como todos los países en desarrollo, dependió de tecnologías de telecomunicación extranjeras desde el siglo XIX. Sin embargo, con el advenimiento de la era espacial en los años cincuenta, Brasil implantó una política para la tecnología satelital, para las estaciones terrenas y para cohetes, con el fin de incrementar gradualmente su autonomía en este sector. En 1954 Brasil empezó un proceso de entrenamiento, de investigación y de perfeccionamiento de equipo con aplicaciones civiles y militares en varias áreas científicas y tecnológicas del sector espacial. Es importante destacar la fabricación de misiles exploradores y cohetes, estaciones terrenas de diferentes tamaños y usos, e investigación sobre asuntos atmosféricos y ciencias aplicadas. La tecnología satelital y de cohetes no deja de estar vinculada al desarrollo de la industria militar de la guerra, donde Brasil tiene un lugar privilegiado. La política de transferencia de tecnología satelital ha hecho única la experiencia brasileña en toda América Latina. Durante la adquisición de su satélite nacional, BRASILSAT, el estado diversificó las naciones proveedoras para obtener los máximos beneficios económicos y técnicos. En 1988 firmó un acuerdo con China para construir otro sistema satelital de recursos terrestres con tecnología más avanzada. En el caso de los satélites BRASILSAT, por ejemplo, el estado privilegió el uso de servicios redituables, dejando atrás las aplicaciones sociales. Otra limitación de la política de comunicación brasileña es la falta de un proyecto cultural que guíe el contenido de las transmisiones. De hecho, la legislación en este aspecto favorece a partes técnicas y económicas, dejando el contenido de la programación a las transmisoras, que están guiadas por intereses comerciales. Aunque estos problemas puedan fundamentarse en la necesidad que el régimen militar tenía para mantener su hegemonía y control sobre aspectos clave del país, el satélite se convirtió en un instrumento efectivo para uniformar culturalmente a la sociedad y ampliar la cobertura de los mensajes e ideología del Estado. Por lo tanto, el acceso de voces diferentes a las oficiales y la participación de los grupos sociales en la operación y la toma de decisiones sobre el satélite, fueron imposibles.

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La adquisición del primer sistema satelital mexicano en telecomunicación causó una gran controversia dentro de la sociedad mexicana, debido principalmente a por las difíciles circunstancias económicas en que se desarrolló el sistema y a la falta de información al público y de políticas claras para su uso. El caso de México es muy interesante porque muestra claramente cómo la dependencia estructural se refleja en el desarrollo de un sistema nacional de satélites. El desarrollo no es necesariamente el resultado de su instalación. Este caso muestra a través de un análisis contextual que "la adopción de una economía particular tiene que ver más con fuerzas políticas, económicas y socioculturales en el ambiente que los rodea y en sus interacciones, que con las ventajas técnicas y con la efectividad del costo que promete la innovación. Los actores económicos relevantes y los factores que influyen en la adopción de una tecnología de información incluyen a las corporaciones nacionales de transmisión, a los fabricantes extranjeros de equipo, a la industria de equipo nacional en telecomunicación y a los bancos internacionales. En la arena política los grupos poderosos de intereses nacionales y extranjeros incluyen al partido en el poder, a la naturaleza del estado y a las políticas de las superpotencias. Otro factor importante para la adopción de tecnologías es el temor que los países tienen de perder un espacio orbital en la finita órbita geoestacionaria ecuatorial". Un análisis histórico de la tecnología satelital en México nos lleva a encontrar diferentes fuerzas que influyeron en su decisión para comprar un sistema satelital. Como respuesta al lanzamiento del Sputnik en 1957, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, (SCT) de México, comenzó un programa experimental de cohetes. Walter C. Buchanan, secretario de la SCT, culminó su proyecto de lanzar el cohete SCT I, que alcanzó una altura de cuatro mil metros en 1959. En 1960, el cohete SCT II fue lanzado desde Begonia, Guanajuato, y alcanzó 25 mil metros. Ambos cohetes le dieron a México alguna experiencia en el área. En ese mismo año, Buchanan firmó un acuerdo que creó la Comisión México-EUA para la Observación Espacial, vinculada con el proyecto Mercurio, uno de los primeros programas espaciales de Estados Unidos. Como resultado de este acuerdo se construyó la estación rastreadora EmpalmeGuaymas en 1961. La investigación espacial en México empezó en 1962, con el establecimiento de un departamento de Espacio Exterior, renombrado como Departamento de Estudios Espaciales en 1976 en el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). El objetivo principal de la UNAM fue educar científicos de alto nivel para promover actividades de tecnología espacial y así responder a las necesidades de la nación y evitar una relación de dependencia con los países desarrollados. La Comisión Nacional del Espacio Exterior (CONEE) se creó por decreto presidencial ese mismo año. El resultado fue un grupo interinstitucional constituido por miembros de la UNAM, del Instituto Politécnico Nacional (IPN), de la SCT, que era responsable de las telecomunicaciones nacionales y la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE).

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Debido a diferencias entre las instituciones colaboradoras, la CONEE no funcionó bien y se desapareció en 1977. A diferencia de Brasil y de la India, México no utilizó a sus científicos en el uso nacional de tecnología espacial. Las actividades espaciales continuaron después de la CONEE, aunque manejadas por grupos separados que actuaban de manera independiente. Las ciencias espaciales crecieron en importancia en el país pero sin ninguna política nacional. Una fuga de cerebros de científicos espaciales mexicanos fue el resultado de la falta de una política nacional de autosuficiencia en materias espaciales. En 1966 México se convirtió en miembro de Intelsat. Dos años después se terminó la estación terrena Tulancingo I con el propósito de transmitir los XIX Juegos Olímpicos. Esta estación terrestre, la Torre Central de Telecomunicaciones, la Red Federal de Microondas y el vínculo espacial se inauguraron el 10 de octubre. Los canales de comunicación permanentes con servicios de telefonía internacional y de telegrafía se establecieron en 1969. La creciente población y la mayor demanda, así como el aumento del número de países que firmaron acuerdos de telecomunicación con México, llevó al país a tomar la decisión de construir otra estación terrena para recepción de satélites en 1975. En 1979 los procedimientos empezaron en la UIT para adquirir ranuras orbitales en la órbita estacionaria para un satélite mexicano. Las estaciones terrenas Tulancingo II y III se terminaron en 1980. Tulancingo III se construyó específicamente para una compañía privada de transmisión con el objeto de enviar y recibir señales de televisión entre el sur de Estados Unidos y el país. Hasta este punto, el uso que México hizo de la tecnología satelital se limitó al arrendamiento de Intelsat y de otros transpondedores de Estados Unidos. La distribución de estas señales sé hacia a través de la Red Nacional de Microondas. Sin embargo, el crecimiento trajo consigo la necesidad de buscar nuevos métodos de telecomunicación, tal como lo había hecho años antes. Los usuarios potenciales concibieron la idea de un satélite nacional mexicano a principios de los ochenta: los ingenieros de Telecomunicaciones en la SCT, que hasta entonces alquilaban transpondedores de Intelsat, y la compañía privada Televisa, que se beneficiaría de los telespectadores nacionales ofrecidos por el satélite. La idea surgió en la SCT, ya que se había sobrecargado su red de microondas y la demanda de servicios de telecomunicación no se podía cubrir con la infraestructura existente. En 1980 Japón proporcionó a la Escuela Nacional de Telecomunicaciones de la SCT la primera estación terrena nacional, el equipo asociado y el entrenamiento para su uso. Con esta donación, Japón inició la red nacional satelital en México y, ocho meses después, el presidente José López Portillo autorizó a la SCT planear un satélite que se llamaría Ilhuicahua, que significa Dios de los cielos. México ordenó instalar 31 estaciones terrenas a NEC de Japón y, en 1981, el país arrendó transpondedores de Intelsat para satisfacer las necesidades nacionales de telecomunicación que habían rebasado la capacidad de la red terrena de microondas.

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No había ninguna limitación legal en ese tiempo para que un conglomerado privado pusiera su propio satélite aunado a los de la SCT. Televisa, contaba entonces con cuatro canales de televisión, un sistema de cable en la ciudad de México, estudios de filmación, una compañía editorial, una disquera y agencias de distribución de videos. El servicio de Univisión de Televisa -distribuidores de programación a los países de habla hispana alrededor del mundo- no podía existir sin el acceso al satélite. Un satélite nacional también beneficiaría a la compañía de cable de Televisa, que toma señales de Estados Unidos de la frontera y las lleva por satélite a la ciudad de México. Era claro que a través de su propio satélite, Televisa evitaría problemas de lidiar con la burocracia mexicana (SCT), con la estadunidense (Comisión Federal de Comunicaciones) y con la de Intelsat. Algunos autores declaran que la adquisición de un satélite nacional se decidió por la presión que significó el anuncio de Televisa, en 1980, de que instalaría su propio sistema de transmisión satelital, particularmente para transmitir la Copa Mundial de Futbol 1986 a un auditorio mundial. Televisa constituye un caso muy especial en México. Se le acusa de predicar valores culturales que a menudo chocan con los proclamados por la élite política e intelectual del régimen. La televisión y Televisa son ahora las influencias principales sobre las actitudes culturales, políticas y económicas de la mayoría de la población, de acuerdo con el Ministerio Mexicano de Cultura, Educación e Información. Se supone que Televisa está desnacionalizando al país desde el momento en el que prescribe el estilo de vida estadounidense sólo alcanzable mediante el alto consumo. Algunos políticos e intelectuales hicieron una campaña para su expropiación, sobre la base de que era el principal enemigo cultural y político de un estado mexicano independiente. Debido a que la televisión es una concesión del estado, tenía que lograrse un acuerdo nacional. En vez de proponer dos satélites nacionales separados, Televisa acordó cooperar con la SCT en el Ilhuicahua, como una manera de conciliar intereses con el gobierno. A cambio de contribuir a la red nacional de la SCT, con 44 estaciones terrenas, Televisa recibiría servicios de telecomunicación y prioridad para la conducción de las señales. Digisat, SA, compañía del Grupo Televisa, compró estas estaciones terrenas de su socio estadunidense Scientific-Atlanta, que las instaló donde Televisa quiso, para mantener el negocio dentro del conglomerado corporativo. A finales de 1981 México vivía en una economía artificial con una moneda sobrevaluada, debido a la inestabilidad de los mercados internacionales de petróleo. En febrero de 1982, la primera de una serie de devaluaciones drásticas del peso, detuvo muchos proyectos de gobierno. En junio de 1982 México obtuvo posiciones en la órbita geoestacionaria: 113.5 y 116.5 grados oeste. El gobierno mexicano solicitó nuevas posiciones: 141 y 146 grados para los satélites previstos Ilhuicahua III y IV.

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El 4 de octubre la SCT anunció que a Hughes Communications International se le había otorgado el contrato para construir el sistema satelital, pues había ofrecido el mejor precio. La carga de trabajo se distribuyó entre compañías estadunidenses de la siguiente manera: Hughes Communications International construiría los satélites y los sistemas de monitoreo, McDonnell Douglas Corporation construiría el módulo de asistencia de carga, la NASA suministraría los servicios de lanzamiento, Comsat General Corporation proporcionaría los servicios de ejecución durante la construcción, lanzamiento y puesta en órbita de los satélites, e Inspace y la Aseguradora Mexicana aportarían el seguro contra posibles fallas. El costo de los satélites fue de 150 millones de dólares. En diciembre de 1982 el gobierno mexicano aprobó una reforma constitucional en la que la comunicación vía satélite se convirtió en función exclusiva del Estado, previniendo que Televisa adquiriera aún más poder. En marzo de 1983 los nuevos directores de la SCT modificaron el proyecto Ilhuicahua a un sistema menos costoso de dos satélites (originalmente era un sistema de tres) y lo renombraron como Morelos. La SCT también obtuvo un préstamo del Banco Exim de Estados Unidos debido a la situación económica del país. En junio, la SCT lanzó una campaña nacional de medios para explicar las ventajas de un satélite nacional: la expansión de los servicios de telecomunicación y su uso potencial para aplicaciones sociales. El 3 de junio de 1985 se inauguró el Centro de Control Walter C. Buchanan para los satélites Morelos. El 19 de ese mes, el Morelos I fue puesto en órbita desde Florida, a través del transbordador espacial Discovery de la NASA, y comenzó a funcionar en agosto del mismo año. El 26 de noviembre se lanzó el Morelos II a través del Atlantis a órbita de almacenamiento, para uso activo en 1988, expandiendo la vida del sistema. El 22 de enero de 1986 la SCT canceló el contrato que tenía con Intelsat de arrendamiento de transpondedores para la comunicación interna del país. No obstante, las comunicaciones públicas internacionales seguirán utilizando los servicios de Intelsat. Los Morelos I y II son satélites híbridos de la serie Hughes HS-376, diseñados para transmitir en dos bandas de frecuencia: la C y la Ku. La banda C permite la transmisión de servicios de telefonía y redes digitales públicas, y la banda Ku ofrece servicios para redes privadas, principalmente para la transmisión de voz, de datos y de telefonía rural. Cada satélite tiene 18 transpondedores en la banda C y cuatro en la Ku, lo que hacen un total de 22; se espera que cada uno opere durante nueve años. Hay 261 estaciones terrenas, de las cuales 246 se utilizan para cobertura nacional y el resto para cobertura internacional. La cobertura de los satélites Morelos es exclusivamente nacional, aunque cubre parte de la zona fronteriza con Estados Unidos y Guatemala. El servicio internacional se logra gracias a la interconexión con satélites extranjeros.

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La historia de la adquisición de los satélites Morelos generó un amplio debate público, en el que la mayor crítica al Estado fue la compra de satélites sin un proyecto de desarrollo donde se determinaran las políticas de uso para el sistema. Por otro lado, la participación de Televisa en el proyecto generó desconfianza: los críticos demandaban el uso de los satélites para propósitos sociales. De acuerdo con Mejía y Villalba, el Plan Nacional de Desarrollo (1983-1988) y el Programa Nacional de Transportes y Comunicaciones (1984-1988) nos permiten ver los planes del gobierno con respecto a las comunicaciones satelitales. Ambos documentos aseguran que los satélites Morelos deben contribuir al desarrollo y al crecimiento de áreas tales como las finanzas y las actividades de intercambio, el turismo y la administración empresarial. También muestran interés por desarrollar la telemática, la telescritura, el télex, el videotexto y otras tecnologías en el país. La teleinformática es vista como un medio para modernizar al país. En el gobierno de Salinas de Gortari (1988-1994), algunas de las funciones de los satélites Morelos son: a) convertirse en la base de un sistema de transmisión de radio y televisión que le garantice al gobierno una mejor cobertura y eficiencia tecnológica en la transmisión de sus mensajes; b) convertirse en un factor clave para la modernización de la economía, elevando la productividad y abriendo mercados c) convertirse en una fuente importante de ingresos para el Estado. Entre 1983 y 1988 los ingresos por servicios de telecomunicación crecieron en un dos mil 774.4 por ciento. Desde 1991 ambos satélites se utilizan a su máxima capacidad. Durante el gobierno de Miguel de la Madrid (1982-1988), la legislación tuvo que modificarse tres veces para permitir a las compañías privadas poseer estaciones terrenas y tomar ventaja de los sistemas satelitales. Durante los primeros años, los satélites fueron subutilizados y causaron grandes pérdidas para el Estado. La crisis económica y la difícil legislación no ayudaron a superar esta situación sino hasta sólo años después. Ahora hay muchos usuarios del Sistema Morelos de Satélites: compañías de televisión, telefonía, grupos radiales, diferentes secretarías de Estado, Pemex, entidades regionales de transmisión, sistemas de cablevisión, bancos, servicios de datos para varias entidades financieras, industriales y educativas. Conforme el Sistema Morelos de Satélites se acerca al fin de su vida operativa, México tuvo que tomar medidas para mantenerlo funcionando.

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Esta nueva experiencia fue una oportunidad para probar que todas las críticas habían sido escuchadas. Aparentemente algunos de los errores no se repitieron, pero eso sólo sucedió en un nivel particular, porque los beneficiarios del sistema satelital continúan siendo los mismos. Este sistema, que cubrirá las necesidades de telecomunicación de México hasta el año 2006, se llama Solidaridad. El nuevo par de satélites remplazará gradualmente al Sistema Morelos. Son más avanzados, ofrecen más servicios y se prevé que tendrán una vida útil de 14 años. El costo del Sistema Solidaridad es de alrededor 300 millones de dólares (Notimex, 1991). Arianespace estará a cargo de lanzar estos satélites en 1993 y 1994. Esta compañía ganó la licitación debido a que ofrecía el mejor precio y garantizaba la operación de los satélites por 14 años. El cohete Ariane también demostró ser compatible con los satélites estadunidenses cuya construcción se le asignó a Hughes Communications International, Inc. La compañía también ofreció la mejor participación y los más avanzados programas de asistencia tecnológica para los técnicos mexicanos. Solidaridad volverá a ofrecer servicios en las bandas C y Ku, así como un nuevo servicio en la banda L, utilizada para comunicaciones móviles terrestres, aéreas o marítimas. En la licitación internacional para los satélites Solidaridad, la SCT expresó su interés a las compañías responsables de obtener la tecnología y transferir los conocimientos a los técnicos mexicanos, así como para obtener cursos de mantenimiento y reparación (Notimex, 1991). El Morelos I fue reemplazado por Solidaridad I en 1993 y el Morelos II, que se activó en 1989, será reemplazado en 1999. Los satélites darán servicio a la mitad del territorio de Estados Unidos, el Caribe, América Central, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, y las ciudades de Buenos Aires, en Argentina, Montevideo, Uruguay y Santiago de Chile. Hay algunos factores que son completamente diferentes a la experiencia con los satélites Morelos. Solidaridad no sólo privilegió a compañías estadunidenses y. El hecho de que los satélites sean lanzados por Arianespace aumenta su vida operativa. La base de lanzamiento de Kourou se encuentra muy cerca del Ecuador, por lo que al acortar el recorrido hacia la órbita geoestacionaria ahorra combustible, lo que da al satélite un mayor tiempo de vida útil. A México le interesaba un entrenamiento tecnológico real para sus técnicos. Durante el lanzamiento de los satélites Morelos, México ahondó su dependencia tecnológica de Estados Unidos y no obtuvo ninguna ventaja de la transacción. En este sentido se escuchó a la crítica, y la experiencia de Solidaridad fue muy similar a la de Brasil. Con los Solidaridad se incrementó la capacidad de las señales, se redujo el costo de la infraestructura terrestre y se entró en la competencia satelital

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internacional, diversificando la prestación de servicios y ampliando la cobertura geográfica a una extensión de 16.6 millones de kilómetros cuadrados. La capacidad de este sistema es del doble de la anterior generación de satélites y su potencia es ocho veces mayor. A finales del sexenio del presidente Salinas de Gortari, el sistema satelital proporcionaba los servicios de conducción de señales de datos, voz, video y audio a empresas grandes y medianas, a los sectores financiero y comercial del país y sirvió de apoyo para la impartición de la educación, cultura, ciencia, salud y seguridad nacionales. Es importante destacar que los programas de expansión de los servicios satelitales se aplicaron con criterios comerciales, aunque se dio espacio para algunos programas de atención social, entre los que destacan los enlaces telegráficos, servicios a escuelas, instituciones de educación superior e investigación, a hospitales y centros de salud que ocupan servicios móviles y a las flotas de transportación marítima y terrestre. Se implantó también un programa de comunicación de voz en las comunidades rurales del país con menos de 500 habitantes. Después del lanzamiento del Solidaridad II en octubre de 1994, Telecomunicaciones de México (Telecomm) señaló que los satélites mexicanos son "totalmente rentables" y que la renta de los mismos genera aproximadamente un sesenta por ciento de los mil millones de nuevos pesos que esta dependencia recibe anualmente. Por otro lado, la SCT estimó que en cuatro años se recuperaría la inversión realizada en la construcción y puesta en órbita del satélite Solidaridad II, el cual costó aproximadamente 184 millones de dólares. Ese mismo mes, ante este panorama tan halagador en materia satelital, el director de Telecom, dependencia operadora de los satélites mexicanos, afirmó que el sistema satelital mexicano no se privatizaría, ya que la comunicación vía satélite, según la reforma constitucional de diciembre de 1982, era una actividad exclusiva del Estado. El panorama nacional cambia en diciembre de 1994 como consecuencia de una devaluación de la moneda mexicana, la cual origina una de las crisis económicas más graves en la historia contemporánea del país. México puede sentirse confiado en materia satelital, ya que a través de sus satélites se integra el país en los ámbitos político, económico, social y cultural, al tiempo que su operación funciona con números negros. Sin embargo, la primera semana de enero de 1995, el presidente Ernesto Zedillo aprueba que se envíe al Congreso de la Unión, entre otros proyectos, uno de ley de telecomunicaciones con el fin de que los satélites puedan privatizarse.

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Esta ley requeriría de una nueva reforma al artículo 28 constitucional, que definía a esta actividad como estratégica, lo cual implicaba que el Estado era la única entidad facultada legalmente en México para tener en propiedad y operar satélites de comunicación. Al mismo tiempo, el gobierno mexicano anunció ante inversionistas en Nueva York que aspira obtener mil quinientos millones de dólares por este proceso de privatización. Este anuncio generó sorpresa debido a que las comunicaciones vía satélite habían funcionado perfectamente y a que existió gran confusión con respecto a las modalidades de la privatización. Aparentemente, sólo se buscaba que se cambiara la denominación de la comunicación vía satélite de función "estratégica" a "prioritaria" para permitir la inversión privada. Ante los diversos reclamos por la definición de las modalidades de la privatización y ante la preocupación de que las políticas de comunicación vía satélite, la soberanía, el espacio orbital y los programas de atención social estuvieran en juego, a mediados de enero, el presidente Zedillo presentó algunas normas incluidas en el proyecto. Propuso que el sector privado pudiera participar en el establecimiento, operación y explotación de satélites, mediante concesiones, pero aclaró que las posiciones orbitales y las frecuencias correspondientes quedarían bajo el dominio del Estado. También afirmó que se mantendría la disponibilidad de la capacidad satelital para las redes de seguridad nacional y la prestación de servicios de carácter social, tales como la telefonía rural y la educación a distancia. Finalmente, aclaró que se permitiría que otros países prestaran el servicio de satélites, previa autorización, y se les obligaría a que las transmisiones por ese medio fortalecieran los valores culturales y los símbolos de identidad nacional. Él haber anunciado la privatización de la comunicación vía satélite por parte del gobierno de México sin haber realizado previamente las reformas necesarias al artículo 28 constitucional originó un debate en el Congreso, donde algunos legisladores comentaron que no había suficiente claridad al respecto o que los cambios al artículo 18 se hacían "al vapor". Estas dudas pusieron en duda la iniciativa del Poder Ejecutivo. No obstante, el 26 de enero de 1995, el Senado de la República, con 105 votos en favor y dos en contra y una abstención, después de un largo debate, aprobó las modificaciones al artículo 28 constitucional, con lo que el sistema satelital podrá recibir inversiones privadas, sin que el Estado pierda su rectoría y control. Mejía Barquera (1995b) analiza este proceso detalladamente y destaca los cinco argumentos manejados por el Senado mexicano para aprobar las reformas que marcarán una etapa completamente nueva en materia de comunicación satelital en México:

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1) "El dinamismo del entorno tecnológico y la dimensión comercial de la comunicación vía satélite han superado el concepto legal de la participación exclusiva del Estado en materia de sistemas satelitales". 2) "Es necesario que el sector de telecomunicaciones este en concordancia con los requerimientos de la economía globalizada y la necesidad de contar con nuevos flujos de recursos para invertirse en esa actividad...". 3) "Antes de 1998, México deberá sustituir el satélite Morelos II, asimismo durante él último lustro de este siglo comenzarán a operar en nuestro país servicios como el de difusión directa de televisión, que podrán ser proporcionados por satélites de `órbita baja', para lo cual el país cuenta con cuatro órbitas asignadas por la Unión Internacional de Telecomunicaciones". 4) "Se prevé que el futuro a corto plazo de las telecomunicaciones será de una gran competencia internacional por captar los recursos que se generen en esta actividad que, se prevé también, será una de las más rentables en el contexto de la economía mundial". 5) "Esto requerirá que nuestro país cuente con un número de satélites mayor a los tres de que dispone actualmente, debido a lo cual tendrá que solicitar a la UIT más órbita" y "para que México esté en posibilidad de iniciar negociaciones de ampliar el número de sus posiciones orbitales... es necesario contar los proyectos y el financiamiento que den sustento a las negociaciones correspondientes". Bajo este nuevo marco legal se pondrá en marcha la tercera generación de satélites mexicanos de comunicación en el transcurso de 1995. Al igual que en 1982, la compra de los satélites mexicanos se da dentro de un periodo de aguda crisis económica. Esta vez, sin embargo, se ha comprobado ya que la comunicación vía satélite es sumamente rentable y podría argumentarse que la privatización ayudará al Estado a sobrellevar la difícil situación económica. Esta tercera generación de satélites implica una transición en las formas de propiedad y operación satelital. Es importante señalar que el Estado ha intentado mantener la rectoría de las vías de comunicación, controlar hasta cierto punto los contenidos en favor del interés nacional y mantener los todavía insuficientes programas en favor de la sociedad. Para entender mejor lo que es comunicación satelital a continuación mencionaremos las partes de la comunicación satelital desde los satélites, hasta los diferentes tipos de satélites que existen en México.

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COMUNICACIÓN SATELITAL El siglo XX ha sido denominado el de las comunicaciones espaciales, ya que se ha alcanzado la tecnología necesaria para poner en órbita diferentes satélites artificiales; esto se logró como resultado de años de investigación, trabajo y por la gran visión tecnológica de muchos hombres en el mundo. TIPOS DE SATÉLITES

Satélite natural Es un cuerpo celeste animado con movimiento de translación entorno, generalmente, de un planeta.

Satélite artificial Es un elemento físico capaz de recibir y transmitir señales en forma analógica o digital de alta calidad, está colocado en órbita por las necesidades que tiene el hombre para recibir y transmitir información a cualquier punto de la Tierra. La mayoría de los satélites de comunicación se colocan en el arco satelital; es decir, se encuentran en la órbita geosíncrona o geoestacionaria, a una altura aproximada de 36,000 Km sobre el Ecuador; su velocidad es igual a la de la rotación terrestre y giran sobre su propio eje; por ello, cada satélite parece inmóvil con respecto a la Tierra, permitiendo que las antenas fijas apunten directamente hacia cualquier satélite. Un satélite es capaz de recibir y transmitir datos, audio y video en forma analógica digital de alta calidad y en forma inmediata. Está formado por transpondedores. El satélite toma su energía de la radiación solar, cada satélite tiene un tiempo de vida determinado que varía según la cantidad de combustible que posee. Dicho combustible sirve para mover al satélite cada vez que éste se sale de su órbita, si el satélite pierde su posición y no tiene combustible, no hay manera de regresarlo ya que es atraído por las fuerzas espaciales hasta que se pierde. El satélite tiene un margen bien determinado en el espacio, como un cubo imaginario de aproximadamente 75 Km por lado, en el cual se desplaza sin salirse de control.

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SUBSISTEMAS DE UN SATÉLITE Un satélite generalmente se diseña en varios subsistemas para que al ser puesto en órbita pueda ser controlado desde la tierra. Cuenta con los subsistemas de potencia, propulsión, telemetría y comando, y el de comunicaciones, entre otros. Subsistema de potencia Éste genera y distribuye potencia eléctrica de corriente directa para soportar las operaciones del satélite durante todas las fases de la misión. La potencia primaria es proporcionada por radiación solar a través de las celdas solares de alta densidad hasta el fin de su vida; la potencia secundaria es proporcionada durante el lanzamiento y los eclipses por un sistema de baterías de níquelhidrógeno. Subsistema de propulsión Se trata de un sistema integral bipropelante que permite la inserción en órbita, el control de orientación y las funciones de mantenimiento en su órbita geosíncrona.

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Subsistema de telemetría y comando Éste proporciona la recepción y demodulación de comandos en la banda C para su alineación en el cubo imaginario de operación, y de comandos durante todas las fases de la misión. Partes de un satélite artificial El satélite está conformado por las siguientes partes principales: • Arreglo de paneles solares • Reflectores orientados al Este y al Oeste • Amplificador de antena • Sensores • Antena dipolo para banda L • Varios subsistemas para el control del satélite Subsistema de comunicaciones Este permite ampliar y diversificar los servicios de comunicación satelital que actualmente existen, así como optimizar el uso del segmento espacial al permitir nuevas técnicas de explotación; también permite manejar las regiones de cobertura para la comunicación en diferentes bandas, como la banda C, Ku y L. Transponder Es un dispositivo que forma parte del satélite, el cual cuenta con varias antenas que reciben y envían señales desde y hacia la Tierra. Los satélites tienen Transpondedores verticales y horizontales. El transponder tiene como función principal amplificar la señal que recibe de la estación terrena, cambiar la frecuencia y retransmitirla con una cobertura amplia a una o varias estaciones terrenas. Recoge la señal entrante de la antena receptora, ésta es amplificada por un LNA (amplificador de bajo ruido), que incrementa la señal sin admitir ruido. De la salida del LNA la señal es introducida a un filtro Pasa Banda (FPB) para eliminar lo que no pertenece a la señal original y luego esta señal se pasa a un convertidor de frecuencia (OSC) que reduce la señal a su frecuencia descendente, ésta pasa para su amplificación final a un HPA (amplificador de alta potencia, usualmente de 5 a 15 watts), que tiene un amplificador de potencia de estado sólido (SSPA) como amplificador de salida. Una vez concluido el proceso, la señal pasa a la antena descendente y se realiza el enlace con la estación receptora.

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Tipos de transpondedores Transpondedor Estructura Ancho de banda Banda Tipo N Angosto 36 MHz C 6/4 GHz Tipo W Ancho 72 MHz C 6/4 GHz Tipo Ku Ancho 54 o 108 MHz Ku 14/12 GHz Tipo Ku Angosto 36 MHz Ku 14/12 GHz Programa de formación integral para el conocimiento, instalación, uso y mantenimiento de la Red Edusat

Principales funciones de un transpondedor • Recibir y transmitir señales. • Aumentar la potencia de las señales. Este proceso es indispensable, ya que sin la potencia suficiente la información llegará en forma deficiente o simplemente no se recibirá. • Disminuir la frecuencia e invertir la polaridad. Son dos maneras de evitar que las señales, tanto de ascenso como de descenso, se interfieran y de que existan pérdidas en la información. En la comunicación satelital es necesario que la señal que se envía a un Transpondedor determinado pueda recibirse por cualquier estación terrena situada en la zona de cobertura correspondiente Aplicaciones de los satélites Existe una gran variedad de satélites artificiales girando junto con la Tierra con diferentes aplicaciones como son: científicas, militares, astronómicas, etcétera; equipados, de acuerdo a sus aplicaciones, con diferentes instrumentos y fuentes de energía (celdas fotovoltaicas, nucleares, etcétera). Satélites científicos. Recogen datos del campo magnético terrestre, auroras boreales y distintos tipos de radiación. Satélites astronómicos. Permiten escrutar el espacio sin el obstáculo que presenta la atmósfera terrestre, ya que ésta absorbe gran parte de la luz y la radiación. Satélites meteorológicos. Recogen información sobre la atmósfera, los grupos de nubes y el equilibrio térmico. Satélites de comunicaciones. Permiten la transmisión telefónica, de imágenes, de datos de la red de Internet, de programas de televisión, etcétera. Satélites de navegación. Situados en órbitas fijas, emiten señales para ayudar a barcos y aviones a determinar su posición.

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Satélites de observación o espías. Fotografían instalaciones militares, nucleares, detectores de mísiles y son utilizados básicamente para fines militares. Satélites de investigación de recursos terrestres. Informan de la existencia de bosques, yacimientos de petróleo, etcétera. Satélites mexicanos En la actualidad, México tiene asignados tres segmentos espaciales, o posiciones orbitales, para el servicio nacional y de casi todo el continente, empleando para ello tres satélites con diferentes tipos de coberturas: Solidaridad II, Satmex 5 y Satmex 6. Como es conocido, la Red Edusat emplea actualmente dos satélites: Solidaridad II y Satmex 5.

Ubicación de los satélites mexicanos Los satélites mexicanos se encuentran ubicados sobre el arco satelital, ubicado a una latitud 0° donde está el Ecuador. El satélite Satmex 6 se encuentra ubicado en la posición orbital de 109.2° Oeste, el satélite Solidaridad II tiene una longitud de 113° Oeste, mientras que el satélite Satmex 5 se encuentra en 116.8° Oeste, con referencia al meridiano de Greenwich. Satélites Solidaridad El sistema de satélites Solidaridad representa la segunda generación de comunicaciones espaciales para México. En forma similar a los satélites Morelos, cada uno de los Solidaridad cuenta con 18 Transpondedores en banda C, pero con mayor potencia que la de los primeros, y con cobertura en más áreas geográficas, gracias a la tecnología de los amplificadores de estado sólido que se emplearon en su construcción. Asimismo, dentro de la carga útil se cuenta con 16 transpondedores de banda Ku equivalentes a 4 veces la capacidad que se tenía en los Morelos. Adicionalmente existe un sistema de transmisión en banda L, que permite dar ser-vicios de comunicación móvil a todo el país, incluyendo sus costas y mar territorial. Todas las bandas empleadas por los satélites cubren el territorio de México, además de las extensiones en banda Ku para coberturas en la frontera sur de los EUA, la costa este y las ciudades de San Francisco y Los Ángeles. La cobertura en banda C se extiende hacia el Caribe, centro y Sudamérica. El centro de control y operaciones para los satélites se encuentra ubicado en Iztapalapa, D.F., y se cuenta con todos los sistemas electrónicos necesarios para mantener en sana operación esta flota.

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Satélite Satmex 5 Fue fabricado por Hughes Space & Communications, en California, EUA, lugar en donde se construyó la primera y segunda generación de satélites mexicanos. En el trabajo de diseño e integración de este satélite participaron ingenieros mexicanos. La vida útil esperada de Satmex 5 es de 15 años y fue puesto en órbita por un cohete de Arianespace en 1998. Satmex opera este satélite desde su centro primario en Iztapalapa, D.F. y cuenta con un centro de control alterno en Hermosillo, Sonora, con lo que se garantiza la operación del sistema, de la misma forma que se hizo para los satélites Solidaridad. Tiene celdas solares de arseniuro de galio y cuenta con nueva tecnología en la batería y el sistema de propulsión, para operar con 24 Transpondedores de banda C y 24 de banda Ku de alto poder. Esta capacidad en banda Ku le permite la transmisión de señales de televisión directa al hogar (DTH), a antenas menores de un metro de diámetro; su PIRE (potencia isotropita radiada efectivamente) y sus márgenes de G/T (gain to noise temperatura ratio)le dan capacidad suficiente para hacer radiodifusión digital con gran confiabilidad; además, los haces de cobertura brindan servicio a casi todo el continente americano.

Beneficios de Satmex 5 El nuevo satélite Satmex 5, lleva a México a una auténtica globalización de los servicios satelitales, ya que cuenta con cobertura continental en todos sus anales, una potencia diez veces superior a los anteriores satélites Morelos, tres veces superior a los Solidaridad, y tiene la tecnología satelital más avanzada, que le permitirá tener una vida útil superior a los 15 años.

Las aplicaciones satelitales que requieren gran demanda de potencia pueden ser atendidas por Satmex 5, dado que se puede tener un mejor aprovechamiento del segmento espacial. La gran capacidad en potencia efectiva radiada y la elevada densidad espectral de sus transpondedores permiten la radiodifusión digital con gran confiabilidad. Las nuevas aplicaciones que operan en formatos DVB alcanzan importantes economías de escala al aprovechar al máximo las características del Satmex 5. Los sistemas como el de televisión directa al hogar (DTH) logran el beneficio de poder transmitir a estaciones con antenas menores a un metro de diámetro, particularmente dentro de la cobertura de Norteamérica. Para los usuarios de servicios ocasionales, Satmex 5 en su banda Ku, les ofrece la posibilidad de utilizar equipos digitales portátiles, que reducen considerablemente los costos de operación, además de hacer más flexible y dinámico el despliegue de sus equipos de noticias y eventos especiales. Históricamente y por razones fundamentalmente económicas, las receptoras de

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banda C han sido las preferidas por las cadenas de televisión comercial y sistemas por cable, tanto en Latinoamérica como en EUA y Canadá. La cobertura continental de la banda C del Satmex 5, propiciará el crecimiento de la distribución de la televisión por cable y la educación a distancia con costos más competitivos. Satélite Satmex 6 Satmex 6 es el satélite más grande que ha construido Space Systems Loral (SSL), pertenece a la familia FS-13000X, capaz de generar 13.7 KW (BOL) al inicio de su vida útil con un total de 60 Transpondedores de 36 MHz cada uno; 36 canales en banda C darán servicio en tres regiones (Estados Unidos, Sudamérica y la Plataforma Continental) y 24 canales en banda Ku con cobertura NAFTA y Continental, con un haz de alta potencia sobre las principales ciudades de Sudamérica incluyendo Brasil, siendo con ello el satélite con mejor cobertura en el Continente Americano. Este satélite se encuentra ubicado en la posición orbital de 109.2° Oeste. Satélites utilizados por la Red Edusat Para atender y apoyar la creciente demanda en todos los niveles educativos y aliviar el rezago en las poblaciones más alejadas y dispersas del territorio nacional, la Secretaría de Educación Pública hace uso del sistema de televisión vía satélite, utilizando la señal de compresión digital de los satélites geoestacionarios Solidaridad II y Satmex 5. Cobertura Solidaridad II La Red Edusat opera con la tecnología para la compresión: tecnología DVB. La tecnología DVB opera a través del satélite Solidaridad II, transponder 3N, Región 1, la cual cubre en su totalidad la República Mexicana.

Cobertura actual Solidaridad II, Región 1 C El satélite Solidaridad II, para la Red Edusat utiliza una polarización vertical, y opera para los decodificadores con tecnología DVB El satélite Satmex 5, para la Red Edusat utiliza una polarización horizontal, y opera para los decodificadores con tecnología DVB Cobertura Satmex 5 La tecnología DigiCipher II, opera a través del satélite Satmex 5, Transpondedor 24 C, el cual presenta una cobertura de tipo Continental.

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Procesamiento de la señal de la Red Edusat Para poder transmitir la señal de la Red Edusat, ésta debe pasar por una serie de procesos en el transmisor que permiten ordenar la información en una trama de bits. Este proceso se realiza empleando la compresión digital, múltiplexión, codificación, decodificación, encripción, modulación y demodulación mediante el uso de la tecnología DVB.

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CONCLUSIÓN El estudio de la evolución de las telecomunicaciones globales a través de los satélites resulta fundamental para entender por qué los países no se han desarrollado mediante su uso. La estructura desigual que dio vida a las telecomunicaciones satelitales globales durante el periodo de la posguerra ha prevalecido e incluso se ha reproducido en diferentes países repitiendo al mismo tiempo los desequilibrios de su creación, tanto en el acceso como en el control de la tecnología: es decir, subdesarrollo dentro del subdesarrollo. Es evidente que la tecnología satelital de las comunicaciones se desarrolló con propósitos militares: la Guerra Fría soviético-estadunidense fue el motivo fundamental para la innovación y el desarrollo de una carrera espacial que permitiría a las superpotencias estudiar y observar los movimientos de sus enemigos en el planeta y, eventualmente, destruirlos. En este sentido es difícil concebir que las inmensas inversiones hechas para las telecomunicaciones satelitales se realizaran expresamente para alcanzar el dominio de Estados Unidos en el mundo, en el que incluso llamaron el siglo estadunidense. La retórica paralela a la introducción de la comunicación satelital fue completamente contradictoria: paz y entendimiento mundiales, y comunicación satelital como un medio de desarrollo. Actualmente no hay un sistema de telecomunicación satelital en el mundo que no tenga relación con Intelsat, por lo tanto el estudio de esta organización sea imprescindible para entender cómo se concibe el resto de los sistemas satelitales. Las restricciones expresadas los acuerdos del organismo sujetaron a todos sus miembros a aprobar la creación de un sistema satelital regional o nacional. Varias fuerzas en conflicto reorganizan las políticas de la organización, al grado que su propia viabilidad financiera está amenazada. La era de la desregulación, dirigida por Estados Unidos durante los años ochenta, es el último y principal problema para el futuro de la organización. Estados Unidos estableció las políticas y el mundo entero las siguió. La supervivencia de Intelsat depende de su habilidad para hacerle frente a los cambios de las políticas de telecomunicación en Estados Unidos. En caso contrario, los acuerdos de Intelsat chocarán con los intereses de las naciones individuales y serán considerados obsoletos e inútiles, como en el caso de los países de Europa occidental y su creación de Eutelsat. Países como Brasil e India, dueños de satélites nacionales, han alcanzado un alto grado de desarrollo tecnológico, algo poco común para los países en desarrollo, lo que les da la posibilidad de tener ventajas políticas en su toma de decisiones y económicas con respecto a sus ahorros. Aun así, su nivel de

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independencia siempre estará restringido por otros factores políticos y económicos internos y externos, tales como el desequilibrio socioeconómico en el ámbito interno y su deuda externa. Otros países dueños de satélites como México e Indonesia son tecnológicamente dependientes en esta área. El grado de dependencia aumenta aún en los países que utilizan un sistema regional de satélites para cubrir sus necesidades internas o en los que sólo tienen la opción de arrendar capacidad de Intelsat. Intelsat, entonces, todavía representa la red básica para las telecomunicaciones satelitales. La creación de otros sistemas satelitales puede ser vista como la sofisticación de la red básica, permitida debido a la necesidad de la industria espacial de expandir sus mercados y porque algunos de los actores globales se han hecho más fuertes y han exigido lo que consideran un lugar más relevante en el mundo. Las telecomunicaciones satelitales implican no sólo un alto grado de desarrollo científico y tecnológico, sino una gran habilidad para determinar las políticas para su uso. Ellas son las que determinan si la telecomunicación satelital puede ser vista como una herramienta para alcanzar el desarrollo o el refuerzo del status quo. Supuestamente cada país puede utilizar sus instalaciones de telecomunicación según su propio gusto, y la retórica nos conduciría a pensar que los satélites se usan para traer beneficios a toda la sociedad. Lamentablemente varios casos en el mundo han comprobado exactamente lo contrario: las élites locales, vinculadas a fuerzas dominantes externas, repiten la estructura de desequilibrio en sus propios países.

El desequilibrio y la desigualdad son las palabras de nuestro tiempo: norte-sur, países ricos en información-países pobres en información, países desarrollados-países subdesarrollados, primer y tercer mundo... La cadena de desequilibrios parece interminable. El problema es que inevitablemente alguien tiene que pagar por ello, llámese pobreza, hambre, analfabetismo, injusticia o guerra. Desafortunadamente, estos fenómenos son sólo una expresión de esta tendencia global. El estudio de los casos latinoamericanos es revelador. Todos tenían un elemento común. La retórica llevó a la población a creer que las telecomunicaciones satelitales mejorarían su nivel de vida. Los resultados fueron evidentes: Colombia tuvo que detener el proyecto, Brasil implantó el sistema básicamente con propósitos militares y México lo hizo respondiendo a intereses privados. Por lo tanto tenemos que hacer una aclaración: adquirir lo más moderno en tecnología de comunicación no necesariamente significa el avance de toda la sociedad. La mayoría de las veces significa el desarrollo sólo para ciertos sectores privilegiados.

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También es importante señalar que, por lo general, la sociedad está al margen de la toma de decisiones. La mayoría de las veces es el dinero público el que financia los sistemas satelitales de telecomunicaciones. ¿No entonces deberían sus beneficios estar dirigidos a mejorar la calidad de vida de la sociedad? También es obvio que no hay soluciones directas para este problema. Se puede decir que en muchos casos debe haber un cambio drástico en las relaciones de poder dentro de los grupos o sociedades. Alcanzarlo no es fácil. Lo más asombroso es que esta solución parece prevalecer siempre, aun si vamos de una estructura general (Intelsat) a una particular (México). Con todo, puede parecer que los satélites de comunicación son perjudiciales pero no lo son: es una distribución inadecuada de acceso y control la que crea todos los problemas. Además, su uso ha facilitado la vida cotidiana de mucha gente alrededor del mundo.

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