Especial Beatos Mártires Hospitalarios, los siete que son colombianos

Especial BeatosMartires Hospitalarios, los siete que son colombianos Si Dios en sus providencias e inescrutables designios, no los hubiera elegido para una mรกs alta misiรณn acรก en la tierra: La de ser confesores y testigos de la fe, eso significa mรกrtires.

(Los Mรกrtires Colombianos de la OHSJD)

La festividad de los Beatos Mártires Hospitalarios de San Juan de Dios se conmemora el 25 de octubre. Esta fiesta agrupa a los 71 Hermanos Hospitalarios mártires beatificados en Roma, Italia, el 25 de octubre de 1992 y a los 24 Hermanos Hospitalarios mártires beatificados en Tarragona, España, el 13 de octubre de 2013. Estos 95 hombres tenían diferentes nacionalidades y ejercieron apostolado en diferentes ciudades de España donde fueron martirizados entre 1936 y 1937.

La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios Provincia Colombiana, quiere seguir dando a conocer la figura de los Beatos Mártires Hospitalarios Colombianos, quienes, gracias a su esfuerzo, a su consideración con los enfermos, su amparo a ellos, su martirio y su inquebrantable fe a Dios, se les dio la merced de ser Beatificados en octubre 25 de 1992.

Para ellos, el paso del tiempo posibilita la oportunidad de convertirse en Santos, pues, después de padecer y resistir tal dolor profundo en España en tiempo de guerra; con valentía y gallardía por auxiliar a los enfermos, como lo dictó San Juan de Dios, es que hoy se les considera una guía en el camino para quienes quieren ayudar y transformar su vida a favor de los demás.

“La iglesia en Colombia siente gran alegría porque por primera vez serán reconocidos entre bienaventurados siete colombianos hijos de la iglesia y miembros de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Son ellos un hermoso fruto de la evangelización que hace cinco siglos empezó en nuestra tierra. Pero también son semillas para nuevas siembras de evangelio”. (Pedro Rubiano Sáenz, Arzobispo de Cali, 1992.

Los mártires colombianos de la OHSJ).

“Una característica de los santos y beatos colombianos es la conciencia social y la vida con los pobres. El amor a Dios se traduce en una dedicación total al prójimo”. (Monseñor Pedro Mercado, Presidente del Tribunal Eclesiástico de Colombia, entrevista en Perióidico El Tiempo, 2017).

Contexto Histórico La costumbre tradicional de las Ordenes y Congregaciones en América ha sido enviar algunos de sus miembros Hospitalarios a Europa, con el objetivo de iluminar sus propias vidas religiosa, afinar y afirmar su espíritu y vocación apostólica.

Así ocurrió con los primeros Hermanos Hospitalarios colombianos en viados a Europa en 1930, los cuales eran Luis Arturo Ayala Niño y

Marcos Vergara, destinados a ir a Madrid, España, para obtener la doble experiencia de la vida religiosa y la finalización de sus estudios.

Cinco años más tarde, otros seis Hospitalarios colombianos llegarían a Madrid, para convertir su vida, en vida de servicio y evangelización. De la misma manera, dedicar su tiempo a colaborar en su propia santificación y servicio al prójimo.

Entre 1936 y 1939, se desató la Guerra Civil Española, en la cual una parte de las fuerzas armadas se enfrentó al Gobierno de la Segunda República. Pero ya desde 1934 se vivía una fuerte persecución contra los católicos por parte de algunos grupos de comunistas, masones y de la extrema izquierda, los cuales cometían muertes a plena luz del día, amenazas y engaños.

“La persecución no fue únicamente religiosa contra sacerdotes, religiosos y religiosas, en 1936. Sino contra la religión católica, contra todo lo que como ella significaba y contra todos aquellos que no podían aceptar ni acatar una legislación anticatólica”. (Los mártires colombianos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, pág. 42).

Durante este período citado fueron asesinados unos 4.100 sacerdotes,

2.300 religiosos, 283 religiosas y miles de laicos. También se contaron más de mil iglesias destruidas y más de dos mil gravemente averiadas.

Historia propia de los Beatos Mártires Hospitalarios Colombianos Los Hermanos Hospitalarios colombianos asesinados en España pertenecían a familias campesinas católicas de diversas regiones de Colombia.

Habían ingresado a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, con la intención de dedicarse a las labores de enfermería y fueron enviados entre 1930 y 1935 al Sanatorio de San José en Ciempozuelos, un pequeño municipio cerca de Madrid, España, para profundizar en su formación religiosa y humana.

El 31 de julio de 1936, el gobierno de Madrid allanó el Sanatorio y el Organismo de Ayuntamiento de Ciempozuelos dispuso la suspensión de sus ejercicios religiosos, aunque, después les permitieron continuar con la atención de los enfermos.

El 6 de agosto los militares requisaron el sanatorio en busca de armas, sin hallar alguna sí usaron este engaño para cercar un perímetro alrededor del hospital mental donde se encontraban los Hermanos, con el fin de que ninguno de los religiosos escapara.

En cuanto se supo de la detonación de la Guerra Civil Española, los Superiores de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios en Colombia hicieron todo lo posible para que los jóvenes pudiesen retornar.

Tramitaron con la embajada de Colombia en Madrid unas garantías diplomáticas para que los Hermanos pudieran salir de España, sin daño alguno.

El 7 de agosto salieron del Sanatorio para ir, posterior, desde la estación del tren de Madrid hacia Barcelona, acompañados por un oficial de la embajada. En Barcelona los recibiría el Cónsul de Colombia, Ignacio Ortiz Lozano.

En la madrugada del 9 de agosto de 1936 los Hermanos Hospitalarios fueron asesinados a tiros por los guerrilleros en una prisión. Sus cuerpos fueron sepultados en una fosa común, lo que no permitió la identificación de los mismos.

Relato del Cónsul colombiano En el momento del asesinato de los Hermanos Hospitalarios colombianos el Cónsul colombiano en Barcelona era Ignacio Ortiz Lozano. El 20 de julio de 1937 el diario EL PUEBLO VASCO, publicó una entrevista realizada

con la finalidad de tomar su relato de lo que sucedió en las últimas horas de vida de los entonces Hermanos Hospitalarios colombianos.

“Este horrible suceso es el recuerdo más amargo de mi vida. Aquí no saben el acto de barbarie cruda y baja que se llevó a cabo con estos siete religiosos, ajenos a todo lo que no fuera su oficio de caridad. El Hermano Esteban, nativo de Pácora; el Hermano Juan Bautista, del Jardín; el Hermano Eugenio, de la Ceja; el Hermano Melquiades, de Sonsón; el Hermano Arturo, de Paipa; el Hermano Gaspar, de la Unión, y el Hermano Rubén, de Concepción, pertenecían a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios. Estaban en Ciempozuelos, a 30 kilómetros de Madrid, cuidando locos.

El día 7 de agosto me llamó por teléfono el doctor Carlos Uribe Echeverri, ministro de Colombia en España, para avisarme la salida de los Religiosos, y pedirme encarecidamente que los atendiera con diligencia y les facilitara el viaje lo más pronto posible. Desde que recibí el aviso, me puse a esperarlos y fui a la estación en repetidas ocasiones, pero nada supe de ellos.

El 8 de agosto debieron realizar los Hermanos el viaje a Barcelona; pero yo no obtuve ningún aviso. Supuse que ellos se presentarían al consulado.

Nadie apareció por la oficina, lo que me preocupó. En las horas de la tarde, daba yo una vuelta por la ciudad, cuando un miliciano me dijo al pasar: ¿Usted no es el cónsul de Colombia? Pues aquí tiene siete compatriotas presos. No me explicaba el suceso. Me dirigí prontamente a la casa de la calle Blames, en donde estaban recluidos y solicité por ellos. Quise verlos, pero no me lo permitieron.

Toda solicitud era rechazada, porque ‘Sí’. Los Religiosos no lo sabían, pero los estaban vigilando desde Madrid. Al llegar a Barcelona fueron entregados a unos ‘milicianos’, y desde la estación del tren, pasaron a la prisión.

Estaba en la oficina del comisionado y uno de los jefes con un papel abierto, me dice en un tono altanero y soberbio: ¿Sabe usted leer?, A veces, le dije.

En seguida me dio a mirar los pasaportes de los Hermanos de San Juan de Dios. Y me dijo que todos los pasaportes eran falsos, y que ninguno de los presos podía ser puesto en libertad.

En estas circunstancias, no podía hacer nada, así que regresé al comisario con bastante furia por el engaño y mani-

festé mi voluntad de no aplazar por más tiempo la compañía de mis compatriotas en libertad. Pero inmediatamente, se me contestaba de nuevo: Venga mañana y los verá …

Fui al día siguiente, muy temprano. No estaban los Hermanos. Dijeron que los habían llevado para el Hospital Clínico. Todo lo pude entender en ese momento. Los habían asesinado.

Aterrado, lleno de cólera y de dolor, exigí que se me condujera a la morgue o depósito donde estaban los cadáveres de los Hermanos para poder identificarlos.

En el sótano, dice Don Ignacio - Encontré algo así como 120 cadáveres, unos sobre otros, en el estado más impresionante que pueda suponerse.

Rostros trágicos, huesos rotos, vestidos deshechos. Muchos se encontraban perfectamente desnudos. Era la macabra cosecha del día.

Me acerqué, a pesar de la fetidez inaguantable, y me dediqué, con ayuda de cada uno de los empleados de la dirección, a rescatar a los siete cadáveres. {¿Es este?} - Me decían mis compañeros -. Y como no los conocían, buscaban en cada cadáver para ver sus papeles de identificación.

No puedo decir la impresión de dolor, de pavor y de indignación que experimenté en presencia de ese espectáculo. Los rostros estaban en sangre, todos horriblemente desfigurados, irreconocibles. No tuve palabras para expresar la cólera, y resolví contemplarlos en silencio”. (Los Mártires Colombianos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, pág. 47 – 51).

Mártires Hospitalarios Colombianos La vida religiosa era el ideal de nuestros Hermanos Hospitalarios en referencia. Su dedicación a Dios se reflejaba en el servicio de los pobres enfermos, sin otro motivo más que el amor a la caridad, el sacrificio y la mayor asistencia a todas las fases de su enfermedad.

Los Hermanos Hospitalarios ingresaron a corta edad, entre 19 y 25 años, cuando la ilusión de la vida ofrece muchas oportunidades y caminos distintos. Sin embargo, la ilusión de los Hermanos era acompañar la desgracia que padecían los enfermos, en quienes Jesucristo padece el dolor de su enfermedad.

En 1936 siete Hermanos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, fueron asesinados cruelmente por desalmados militares en la capital de

España, Madrid. Cada joven Hermano participó activamente desde temprana edad en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, con la aspiración de entregar todo su esfuerzo y dedicación a quienes necesitaran de su ayuda.

Antes de la muerte de los jóvenes Hospitalarios, cada uno de ellos, pertenecía a un poblado de Colombia. Todos ellos, fueron personas humildes, que engrandecieron su pasión al auxilio y la protección de los más necesitados.

Ellos son: Arturo Ayala Niño, Luis era su nombre de pila, nacido en el municipio de Paipa, Boyacá, el 7 de abril de 1909. Ingresó a la Orden el 11 de mayo de 1928 con 18 años de edad. Profesó el 8 de diciembre de 1929. Fue a España en septiembre de 1930.

Esteban Maya Gutiérrez, Gabriel era su nombre de pila, nacido en Pácora, Caldas, el 19 de marzo de 1907. Ingresó a la Orden el 15 de junio de 1932 y profesó el 24 de septiembre de 1933. Fue a España en abril de 1935.

Rubén de Jesús López Aguilar, nacido en el municipio de Concepción,

Antioquia, el 12 de abril de 1908. Ingresó a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios el 2 de diciembre de 1930. Profesó el 27 de marzo de 1932.

Fue a España en abril de 1934.

Juan Bautista Velázquez Peláez, José era su nombre de pila, nacido en Jardín, Antioquia, el 9 de julio de 1909. Ejerció como profesor antes de entrar a la Orden Hospitalaria, el 29 de febrero 1932. Profesó el 24 de septiembre de 1933, fue a España en septiembre de 1934.

Eugenio Ramírez Salazar, Alfonso Antonio era su nombre de pila, nacido en La Ceja, Antioquia, el 2 de septiembre de 1913. Ingresó a la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios el 6 de junio de 1932. Profesó el 24 de septiembre de 1933. Fue a España en septiembre de 1934.

Melquiades Ramírez Zuloaga, Ramón era su nombre de pila, nacido en Sonsón, Antioquia, el 13 de febrero de 1909. Ingresó a la Orden Hospitalaria el 18 de junio de 1933, profesó el 25 de diciembre de 1934. Fue a España en abril de 1935.

Gaspar Páez Perdomo, Luis Modesto era su nombre de pila, nacido en la vereda de La Unión, municipio de Aipe, Huila, el 15 de junio de 1913.

Ingresó a la Orden el 22 de abril de 1933. Profesó el 6 enero de 1935.

Fue a España en abril de 1935.

Los restos de los Beatos reposan en una fosa común en el cementerio que se encuentra en una ladera de la montaña de Montjuic en Barcelona, donde la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios – Provincia Aragón, colocó una placa de mármol con el símbolo de la granada y una inscripción alusiva a los siete Mártires con sus respectivos nombres, para perpetua memoria. Una réplica de dicha placa se encuentra en el Mausoleo Hospitalario de la Curia Provincial en Bogotá.

Beatificación de los Hermanos Hospitalarios Colombianos Desde muchos siglos atrás la Iglesia Católica venera en los altares a quienes ofrendaron su vida al Señor para testimoniar la fe verdadera. En tiempos actuales, la Iglesia aún sigue reconociendo a estas personas, mediante un largo proceso para autenticar su vida y obrar, para declararlos “beatos” que quiere decir bienaventurados.

En 1950 comenzó el estudio de la causa de beatificación. El proceso diocesano se abrió en Madrid, España en 1975, para aprobar su martirio. Al morir el General Francisco Franco, por motivos políticos y para evitar malas interpretaciones, el Papa Pablo IV pidió suspender los procesos de todos los ‘sacrificados’ en la guerra civil española.

Fue el Papa San Juan Pablo II quien ordenó reabrir la causa de Beatificación de los 71 Hermanos de San Juan de Dios, ‘sacrificados’, llegando a reconocer el martirio al declararlos: Venerables. En una primera información no se tenía seguridad de que los siete colombianos entraran en el grupo de los Hermanos Hospitalarios. Pero fue grande el júbilo para toda la Orden al conocer, de parte de la Congregación para la Causa de los Santos, que también los mártires colombianos iban a ser beatificados.

El 14 de mayo de 1991 se promulgó el decreto de Beatificación aprobado por S.S el Juan Pablo II y se fijó la fecha para el 25 de octubre de 1992, en solemne celebración realizada en la Plaza de San Pedro en Roma.

El domingo 25 de octubre de 1992 fueron elevados al honor de los altares 122 mártires de la persecución religiosa en España: 71 Hermanos Hospitalarios de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, (64 españoles y 7 colombianos), 51 religiosos claretianos de Barbastro y la laica ecuatoriana, Narcisa de Jesús Martillo Morán.

La fecha memorable con tal acontecimiento es de grata recorda-

ción, cuyo eco, después de 28 años se siente en la Iglesia y en la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios Provincia Colombiana, con la fuerza que tuvo aquella mañana en la plaza de San Pedro en Roma.

El 13 de octubre de 2013 fueron beatificados otros 24 Mártires Hospitalarios en Tarragona, España. Así son en total 95 Beatos Mártires Hospitalarios, cuya festividad se celebra desde 2014 de forma conjunta el 25 de octubre. Estos 95 religiosos de diferentes nacionalidades, ejercieron su apostolado en diferentes ciudades de España donde fueron martirizados entre 1936 y 1937.

Cada 25 de octubre es un día de fiesta que actualmente la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios a nivel mundial y en la Provincia Colombiana Nuestra Señora del Buen Consejo, las diócesis y parroquias de donde son originarios nuestros Mártires, así como sus familias y cercanos sentimos con especial afecto, porque fueron primicias de la santidad oficialmente reconocida por la Iglesia de la misericordia siempre “admirable en sus santos”.

Todos los Beatos Mártires Hospitalarios de San Juan de Dios llegaron a serlo con la razón que en vida les caracterizó: por seguir el trayecto que

San Juan de Dios dejó a su comunidad de la Orden Hospitalaria.

“Los que dieron testimonio de su fe al precio de sangre y de su vida, bien merecen ser reconocidos como mártires de Dios y de la Iglesia de Cristo. Mártir significa precisamente testigo”. (Los Mártires Colombianos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, pág. 85).

(Moneda de colección Numismática de medalla y monedas conmemorativas al momento de la Beatificación de los Mártires, Roma 1992).

Estos siete jóvenes Hermanos Hospitalarios fueron los primeros colombianos en alcanzar la dignidad de Beatos en el seno de la Iglesia católica. Este ha sido el primer paso hacia la definitiva glorificación de los jóvenes Hermanos ante la autoridad de Dios y la Iglesia Católica.

Sin embargo, aún se espera el día en el cual, los siete jóvenes Beatos Colombianos, puedan considerarse Santos, gracias a su sacrificio y sus causas en vida.

Este Especial “Beatos Mártires Hospitalarios, los siete que son colombianos” ha sido escrito con referencias de los siguientes libros:

• ‘Beatos Colombianos de San Juan de Dios. Hospitalidad y Misericordia hasta el Martirio’. Escrito por el Hno. Luis María Aldana Velásquez, de la Orden Hospitalaria.

• ‘Los beatos mueren a las cinco’. Escrito por Víctor Diusabá, periodista y cronista bogotano.

• ‘Los Mártires Colombianos de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios’. Escrito por P. Roberto M. Tisnes J. • Testimonio Martirial de los Hermanos de San Juan de Diso en los días de la persecución religiosa española. Escrito por Fray Octavio Marcos, Madrid, 1980.

Estos ejemplares se encuentran en el Museo de Nuestra Señora del Buen Consejo, ubicado en Bogotá, en la Curia Provincial de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, Provincia Colombiana.

Este Especial de los Beatos Mártires Colombianos continúa con las biografías de los Beatos para la mayor ampliación de sus vidas y el acercamiento de sus hechos en vida.

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