ODV Diciembre 2012 Enero 2013

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AL ESTILO NY POR MANUEL SANTELICES

IMANE HEDI SL

ANTONIO LÓPEZ

NOSTALGIA FASHION

LA EDITORA QUE TODOS ODIAN (Y NO ES ANNA WINTOUR)

SAINT LAU RENT

SAINT LAURENT

CATHY HORYN

LÓPEZ ANTONIO

¡RESURRECCIÓN! Antonio López murió en abril de 1987, a los 44 años, dejando atrás una merecida reputación de party boy y una carrera como ilustrador y fotógrafo que, en gran parte, definió al menos tres décadas y cuya influencia se siente hasta hoy. López, un puertorriqueño que vivió su vida adulta entre París y Nueva York, creó campañas para Valentino y Missoni; descubrió a Jerry Hall, Grace Jones y Jessica Lange; se convirtió en socio creativo de un jovencísimo Karl Lagerfeld; y publicó, por supuesto, sus ilustraciones cargadas de elegancia y erotismo en las páginas de W, Vogue y The New York Times. Fue un hombre desprejuiciado y voraz en todos sus apetitos. Su muerte (por Sida) marcó, valga el cliché, el fin de una época: la de la inocencia desencadenada, las noches sin fin, el romance anónimo y el glamour democrático. Sin embargo, el ilustrador “regresó” este año gracias a un magnífico libro de Rizzoli: “Antonio López: Fashion, Art, Sex & Disco”. Sin duda, es una de las más brillantes resurrecciones que el mundo de la moda haya visto en mucho tiempo. También habrá una exhibición en la galería Suzanne Geiss en el SoHo de Nueva York y una colección de MAC Cosmetics inspirada en sus ilustraciones. Antonio fue un buen fotógrafo, pero un mejor provocador. En el libro, editado por los hermanos Roger y Mauricio Padilha, aparecen imágenes de Jerry Hall mordiendo el trasero o besando la pelvis de John Stavros, por ejemplo. En comparación, la provocación de la fotografía actual (con sus cuerpos perfectos y sus desnudos alterados a través de las infinitas posibilidades del Photoshop) parece banal, plástica y hasta adolescente en su repertorio de fantasías. Lo de Antonio, en cambio, está cargado de seducción real y sexo de carne y hueso. Es humanidad presentada de la manera más cruda, con sus pequeños defectos y grandes e irresistibles encantos.

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I Ocean Drive I

www.oceandrive.com.ve

FASHION WAR Los líos entre las personalidades de la moda no son nada ANTONIO LÓPEZ nuevo, pero nada puede compararse a la batalla que vive hoy Cathy Horyn, editora de moda de The New York Times. Horyn disfruta y hace alarde de su independencia, la que llega acompañada de un estilo franco y directo. Ella tiene una honestidad sin límites y un estilo personal que, lejos de parecerse al de otras editoras convertidas en íconos del fashion como Anna Wintour o Anna Dello Russo, se distingue por una simpleza tan extraordinaria que bordea en aburrimiento. En conclusión, Horyn llama la atención por su inteligencia y su talento, no por su clóset. En ese universo de besos lanzados que es el mundo de las pasarelas, los dardos se lanzan a puertas cerradas y, a menudo, por la espalda. Por lo mismo, el estilo frontal de Horyn comenzó a causar problemas desde un principio. Primero fue Armani, quien le prohibió la entrada a sus desfiles en el 2008 después de molestarse por “el tono” de sus críticas. Luego fue Carolina Herrera, quien no apreció ser llamada “irrelevante” por la periodista en las páginas de The New York Times. Luego vinieron Dolce & Gabbana, Chanel, Tommy Hilfiger, Alexander Wang, Vera Wang y Donna Karan, todos víctimas de críticas similares. Durante las últimas colecciones en Nueva York, Óscar de la Renta quedó tan enojado con el apodo que usó Cathy para describirlo, “Hot Dog”, que compró una página completa en Women’s Wear Daily para contestarle. “Querida Cathy”, escribió De la Renta, “respeto y acepto las críticas porque de muchas maneras me ayudan a crecer”, agregó. “Lo que no acepto es cuando la crítica es personal. Si tú me llamas ‘hot dog’, ¿qué me impide llamarte a ti una hamburguesa de tres días? Mi consejo es que te abstengas de críticas personales. Los profesionales critican la ropa, no a las personas”. En medio de este incómodo episodio, Horyn dejó Nueva York y se dirigió a París sin tener idea del escándalo que la esperaba ahí. La primera mala noticia fue que no recibió entrada para el muy anticipado desfile de Saint Laurent, donde Hedi Slimane haría su triunfal debut. Todo París hablaba de este show y, por lo mismo, Saint Laurent puso reglas extraordinariamente severas hacia la prensa. La crítica de Horyn en The New York Times -vio la colección a través de fotos publicadas en Internet- no fue terrible, pero tampoco buena: “Fue una visión bonita pero congelada de una chica bohemia de los 70’s en el Chateau Marmont”, dijo. Pasaron sólo unas horas antes de que Slimane respondiera con una apasionada y molesta carta a través de su cuenta de Twitter, culpando, entre otras cosas, a la editora de mostrar favoritismo hacia Raf Simons, su nuevo rival en Dior. “La señorita Horyn es una bully y una comediante. Mientras dependa de mí, jamás conseguirá un asiento en los desfiles de Saint Laurent, pero puede que consiga un dos por uno en Dior. Debería alegrarse. No me importan las críticas, pero deben venir de un crítico de moda, no de una publicista enmascarada. Me sorprende que se haya salido con la suya durante tantos años”, recalcó el diseñador.

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