Noticias Voz e Imagen de Chiapas - Edición 6 de Febrero de 2014

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Una nueva generación Patricia Nieto era una niña cuando nació Letras Libres, hoy es la coordinadora editorial. Ella, al igual que el equipo que conforma la redacción, pertenece a una generación que nació con la era digital, que mira de lejos las luchas de los colaboradores más antiguos de la revista, pero que no es ajena a los valores esenciales de la publicación. Nieto, junto con Pablo Duarte, responsable del sitio web; Eduardo Huchín, a cargo de libros; Fernando del Villar, editor de arte; y Cynthia Ramírez, editora ejecutiva, son, coinciden, prueba de que Letras Libres es, ante todo, una revista plural, abierta a nuevas propuestas, en la que no hay cabida para “grupos”. “Cuando éramos más jóvenes quizá pensamos que era imposible escribir para una revista en la que están los grandes nombres, pero no es así, las puertas están abiertas a textos de calidad, no importa quién es el autor. Ahora la revista le está tomando el pulso a una generación que está creando, que está haciendo muchas cosas, que está haciendo contenidos de distinta índole. El acento está principalmente en lo literario, pero también está abierto a la no ficción”, cuenta la coordinadora. La era digital ha acompañado a Letras Libres desde su fundación, por eso contar con jóvenes ha sido esencial para uno de los objetivos: tener más lectores y acercarse a las nuevas generaciones. Internet les ha permitido contar con una tercera versión de la revista disponible en línea: reúnen la versión mexicana, la española y contenidos exclusivos en Internet. En 1999 la página era muy rudimentaria, ahora ofrecen una serie de herramientas como podcast, que permiten escuchar a los autores leer sus textos o tener acceso a entrevistas. Asimismo, el deseo de llegar a un mercado más amplio se cumplió porque la página les permitió llegar a un amplio sector de hispanoparlantes, especialmente en Latinoamérica. Cuenta con 450 mil visitantes únicos mensuales, 60% ubicados en México y el resto en países como Ecuador, Chile, Argentina, España. Y llega a su 15 aniversario con una aplicación para iPad. Pablo Duarte explica que la página web ha evolucionado; ahora se cuenta con una infraestructura que permite ser más creativos, pero desde 2009 han cobrado más fuerza. “Hace tres años el número de usuarios era de 150 mil, el crecimiento ha ido en ascenso no sólo porque ahora hay más gente con acceso a Internet, sino también porque hemos fomentado la interacción con los lectores. En Twitter tenemos poco más de 370 mil seguidores, en Facebook

Cultura

Jueves 06 de febrero de 2014

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El Arte de Novelar

Rafael Bernal Elm er Me ndoza

B El deseo de llegar a un mercado más amplio se cumplió porque la página les permitió llegar a un amplio sector de hispanoparlantes, especialmente en Latinoamérica. Cuenta con 450 mil visitantes únicos mensuales, 60% ubicados en México y el resto en países como Ecuador, Chile, Argentina, España. Y llega a su 15 aniversario con una aplicación para iPad más de 70 mil fans”, explica. La aplicación de iPad, en tres meses, registró más de 8 mil descargas, un logro que se convierte en desafío, dice Cynthia Ramírez, pues significa que los lectores están buscando contenidos y una estética más “amigable”. Letras Libres ha roto esquemas en términos de diseño, indica Fernando del Villar, editor de arte. La ilustración ha sido la gran apuesta. “Hemos creado ilustraciones animadas, estamos experimentando y así llegamos a los 15 años”. Así, Letras Libres llega a sus 15 años con identidad propia, consciente de sus deudas y con la mira en el futuro, pero sobre todo, abierta. “No se puede hablar de que somos un grupo, eso implica tener un dictador y no lo tenemos, tenemos un jefe que abre la revista a personas que coincidimos en general en cuanto a una idea de la cultura, porque escribir de política es también escribir sobre cultura”, dice De la Colina.

uena noticia: La editorial Libros del Asteroide dio a conocer en 2013, en España, “El complot mongol” de Rafael Bernal. Publicada por primera vez en México 1969, es una novela de grandes méritos que señaliza la literatura policiaca escrita en español, en un antes y un después. Rafael Bernal, que nació en la ciudad de México en 1915 y murió en Berna, Suiza, en 1972, crea, con Filiberto García, un personaje entrañable que se mueve en un espacio y en una época en que las leyes eran frágiles, el nivel de corrupción determinante y no se podía ignorar el poder de las armas. Esta novela es un reflejo muy largo de un México que se niega a morir, donde la intromisión norteamericana en asuntos delicados es innegable y la presencia de los chinos premonitoria. Pero bueno, lo mejor es que está dirigida a personas que veneran vivir en el asombro. García representa una clase de detective que funciona perfectamente: es un sicario duro y cínico que sin embargo viste con elegancia y posee un agudo instinto como investigador que es poco apreciado por sus jefes; lo que ellos consideran sus limitaciones, son precisamente las que lo llevan a ser una ficha necesaria en un entramado internacional que lo mantendrá inquieto en la mayor parte de la novela. Rápidamente hace uso de su capacidad de matar y con eso se proyecta de cuerpo entero; no obstante, sus inquietudes no disminuyen, más bien aumentan cuando el responsable del operativo, un funcionario gubernamental que pretende detener un complot para asesinar al presidente de Estados Unidos en una visita oficial a la ciudad de México, lo separa de la investigación y sus colegas en el caso, uno del FBI y otro de la KGB, le hacen ver, a García, que se ha extralimitado en sus funciones con varias muertes innecesarias. Ellos poseen toda la información sobre el asunto y sobre él mismo, algo que al mexicano le parece sospechoso, y reconoce que él, más bien está acostumbrado a resolver los problemas con una 45 perfectamente aceitada. La trama es perfecta. Las líneas narrativas se alimentan cuidadosamente. Llega un momento en que la perturbación de García se comparte con el que lee sin tener claro por dónde irá el asunto. El detective avanza en la investigación pero la mezcla de intereses lo desconcierta. Por un lado está el FBI que está obligado a cuidar a su presidente, pero, ¿qué hace la KGB, en plena guerra fría, protegiendo a su peor enemigo? Y entre ellos los chinos, que poseen su barrio, sus restaurantes, sus costumbres y que aparecen como los principales operadores del complot, donde también se asoman los cubanos como aliados de los rusos. Bernal es un novelista que teje perfectamente. El principal contraste que consigue es colocar a un asesino a sueldo en una intriga internacional, territorio natural de los espías,

Foto: Ilustración

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que es en lo que destacan Graves y Laski del FBI y la KGB. El detective va contando su historia como gatillero, como amante y cómo un profesional como él puede sobrevivir en una época de transición en un país que se está encontrando a sí mismo. El autor logra un equilibrio perfecto en el desarrollo de la historia y también en el lenguaje: nos queda claro con los monólogos de García. Nos muestra un escenario duro, una ciudad de México en blanco y negro, post revolucionaria, donde se van posicionando los más hábiles. Como es sabido, la novela policiaca señala sin contemplaciones la podredumbre social y cómo las capas delincuenciales conviven, muchas veces de acuerdo, con la capa que se dice decente y ejemplar. Bernal sigue la ruta del dinero, como sugieren los clásicos, pero sobre todo, la ruta del poder, que es más truculenta y sanguinaria. Desde luego, hay una chica guapa: Martita, una chinita hermosa que perturba profundamente a Filiberto García y lo fuerza a revelar el otro hombre que lleva dentro. Este pistolero, para quien las mujeres eran “un agujero con patas”, que incluso violó a la viuda de un hombre al que acababa de matar frente al cadáver, ante Martita sufre el peor bloqueo de su vida. Ella es dulce, una promesa de buena vida, pero él no puede dejar el caso para estar un rato con ella. Lo mejor es que las 72 horas que tenían para resolver el asunto del complot están llegando a su fin y entonces podrán pensar en ellos. Acapulco es algo más que una playa para un sicario que piensa en el retiro y en un cuerpo joven de esos que quitan el sueño. El Complot Mongol es una novela que agudiza el gusto por el género y un orgullo nacional; no se le ven las costuras y la relación entre víctimas y victimarios es la correcta. El autor cuenta, quizá algo que nos quiso entregar como vivencia y convivencia.


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