TEMA 1 Situaciones complejas a las que se enfrenta el profesional sanitario en situaciones de emergencia BLOQUE
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Al principio no da tiempo a parar, descansar y estudiar bien el proceso de la emergencia sanitaria. La prioridad siempre es sacar adelante a todos los enfermos. Por este motivo, las emergencias sanitarias también suponen un grave problema de salud para el profesional sanitario, porque alteran su equilibrio psicológico y el de sus familiares. Antes de la emergencia sanitaria, el profesional sanitario tiene tiempo para tomar decisiones, bajo su criterio, especialidad, formación, código ético y experiencia profesional, y todo ello, sabiendo que no pone en riesgo a ninguno de sus familiares o amigos. Percibir y sentirse responsable de la vulnerabilidad de su familia es uno de los motivos que probablemente más preocupa y desestabiliza al profesional sanitario cuando se enfrenta a una emergencia sanitaria producida por una epidemia. A todo ello se une que, en las emergencias sanitarias, los recursos siempre son insuficientes, más o menos eficaces, y hay que saber cómo distribuirlos con responsabilidad. Este es un dilema complicado y la incertidumbre toma protagonismo durante todas las etapas de la emergencia sanitaria. En la fase de alarma, ante un posible rebrote y ante la congestión de los servicios de Atención Primaria, el profesional sanitario pierde en parte la sensación de control, seguridad y certidumbre durante el desempeño de sus funciones, y si la emergencia supera sus conocimientos, también influye en la toma de decisiones y la autoconfianza. Además, tiene que confiar en quiénes coordinan los recursos y en la veracidad de la información que recibe en cuanto a la gestión, evolución de la enfermedad, y los procedimientos y protocolos que va a seguir. Este hecho puede provocar reacciones psicológicas muy particulares, de mayor o menor conformidad, alteraciones del estado de ánimo, resignación, indignación, sentimientos de desprotección, estados de ansiedad, impotencia o frustración, búsqueda constante de información para contrastarla e impaciencia por querer saber y no poder. Por ejemplo, se le pueden presentar posibles complicaciones por patologías agravadas de las que hay poca o ninguna investigación al respecto: VRS (virus respiratorio sincitial), shock pediátrico, etcétera. Como es sabido, el profesional sanitario vive la emergencia en directo, es el primero que debe asumir las medidas de seguridad y protección ante las consecuencias más graves de la emergencia, superando obstáculos e impedimentos, puesto que mantener su salud para cuidar a los pacientes es absolutamente imprescindible. Sin embargo, se ven inesperadamente muy afectados psicológicamente por todo lo que está ocurriendo, puesto que están más expuestos que cualquiera, comenzando entonces a considerarse población vulnerable porque su salud física y mental están en riesgo. Pongamos un caso que se puede presentar: el profesional sanitario deja de conectar consigo mismo y con sus necesidades, porque siente que sus prioridades han cambiado. Siente que tiene la responsabilidad de conectar emocionalmente con el paciente y el familiar, adaptar su estado de ánimo, empatizar, cuidar la forma en la que comunica las malas noticias y trabajar con la mayor profesionalidad posible al margen de su especialidad. A esto se añade tener que cambiar de hospital, trabajar durante jornadas interminables, generar alivio,
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