El 19 • Edición No. 1 • Del 21 al 27 de agosto 2008

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r El 19 r &EJDJĂ–O /P r %FM BM EF "HPTUP EF “Se tiraron todos debajo de los escritorios. Me vine caminando, vociferando, insultĂĄndolos para que les diera pĂĄnico y no se movieran, porque tenĂ­amos temor de que hubiera pĂĄnico colectivo, que todos salieran huyendo y tuviĂŠramos que pararlos a golpes y balazos. Pero se inmovilizaronâ€?. “Era una cosa que parecĂ­a de brujerĂ­a, de magia. Algo rarĂ­simo. Un ambiente extraĂąo. Todos los escritorios se movĂ­an y no se veĂ­a a nadie: debajo estaban ellos temblando. Me vine a la mesa directiva, que estaba allĂĄ (seĂąala al fondo del otrora Congreso)â€?. Todos los comandos llevaban uniformes verde olivo, mangas remangadas, botines, totalmente disfrazados de miembros de la genocida Escuela de Entrenamiento BĂĄsico de InfanterĂ­a (EEBI). La ropa se confeccionĂł en Costa Rica y ninguno sabĂ­a que las costureras clandestinas cocieron --en el cuello de las camisas-imĂĄgenes de “La MagnĂ­ďŹ caâ€?, para protegerlos de todo mal. “Y Luis Pallais --que siempre lo he dicho, se mantuvo sereno, ecuĂĄnime, nunca demostrĂł miedo-- me dice: OďŹ cial, ÂżquĂŠ pasa?

Y le contesto: Ya vas a ver hijueputa que pasa. Entonces, me volteĂŠ, golpeĂŠ la mesa con el fusil y peguĂŠ un grito: ÂĄEste es el EjĂŠrcito del puebloâ€? ÂĄEl Frente Sandinista de LiberaciĂłn Nacional! Inmediatamente sacamos un paĂąuelo rojinegro que todos llevĂĄbamos y nos lo pusimos al cuello. Vieron la muerte en las pestaĂąasâ€?. El Comandante Cero no oculta la felicidad al evocar aquel momento: “Cuando ya sentĂ­ que el Congreso estaba en manos del Frente, emocionado y alegre me subĂ­ a una mesa, puse el fusil, y empecĂŠ a bailar zapateado, perdido de felicidad y de gozoâ€?.

Las negociaciones y el francĂŠs Pastora recuerda las horas de tensiĂłn que vivieron hace treinta aĂąos: “Suena el telĂŠfono. Lo levanto y contesto como de costumbre: “Palacio Nacional, territorio libre de Nicaragua, habla el FSLNâ€?. Oigo al otro lado del telĂŠfono: ÂżcĂłmo estĂĄ eso? ´AquĂ­

REPORTAJE Radio Caracol´, quiero un reporte de la situaciĂłn. Reconozco inmediatamente la voz de Humberto Ortegaâ€?. “Le dije que la cosa estaba delicada. Humberto me dijo: TomĂĄ el mando polĂ­tico-militar, suspendĂŠ las negociaciones y vos ya sabĂŠs lo que tenĂŠs que hacer. Okidoki, cambio y fuera. Puse el telĂŠfono. En ese momento entraba el Cardenalâ€?. Los guerrilleros estaban armados de fusiles Garand, M2, Uzi, M3. “Ceroâ€? portaba un G3 comprado en Honduras, recuperado por militares de ese paĂ­s en la guerra con El Salvador. “Yo ya tengo decidido parar las negociaciones, cuando me di cuenta que estaba cansado. Y pienso: Somoza nos va a agarrar como pajaritos. Mi reacciĂłn fue enojarme. Me puse violento, me volteĂŠ a la mesa, di un golpe y estaba tan fundido que dije en francĂŠs (yo una vez hablĂŠ francĂŠs, hace 40-50 aĂąos): Soy yo el que mando aquĂ­. Y se paran las negociacionesâ€?.

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El dictador cediĂł “Le dimos al dictador sesenta minutos para aceptar las condiciones hasta donde se habĂ­an negociado o de lo contrario empezĂĄbamos a matar cada quince minutos un diputado. Y monseĂąor, el hoy Cardenal Miguel Obando, se fue con la nota. En ese alboroto, yo ordeno meter a todos (los rehenes) en un cuarto, ponerse en ĂĄngulos de tiro, las granadas estaban listas para explotarlas, fusil bala en boca‌ fue el momento mĂĄs delicado. Caras serias, largas, pĂĄlidas, de ellos y nosotrosâ€?. “MonseĂąor se fue al cuarto y le dijo a los diputados: En estos momentos difĂ­ciles de peligro de muerte oremos a nuestro SeĂąor y recemos un padrenuestro‌ Yo pecador, me conďŹ eso a Dios todopoderoso‌ Le entrego el papel a MonseĂąor y le digo: aligĂŠrese que el reloj empieza a caminar. Nos quedamos esperandoâ€?. Pastora no escatima detalles para contar cĂłmo todo llegĂł a su ďŹ n: “Faltan 25 minutos, 20 minutos, 15 minutos, diez minutos... Cuando suena el telĂŠfono: “Palacio Nacional, territorio libre de Nicaragua, habla el FSLNâ€? Y oigo: Comandante Cero, el seĂąor presidente aceptĂł todas las condiciones. Entonces, vĂŠngase pues para que detallemos aquĂ­ lo Ăşltimo. Puse el telĂŠfono y me volteĂŠ a los diputados y les dije: Se salvaron. El dictador cediĂłâ€?.


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