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Tamaulipas: la gota que derramó el vaso

El año pasado 108 mil estadounidenses murieron por sobredosis de opioides. Aproximadamente, 70 mil por utilizar fentanilo. Una parte sustantiva de esta morfina sintética entra por la frontera sur de Estados Unidos. Por su gravedad, este año la crisis del fentanilo llegó a los grandes centros de poder en Washington: la Casa Blanca y el Capitolio.

La capital del vecino país está preocupada e irritada con México.

“México tiene que hacer más para detener el daño que esto está causando (el fentanilo)”, señalo Anne Milgram, la directora de la Agencia para el Control de Drogas (DEA), en febrero pasado en la audiencia convocada por el senador Bob Menendez (demócrata-Nueva Jersey) en su calidad de presidente del Comité de Asuntos Internacionales. Una semana antes, el 7 de febrero, en su mensaje anual al Congreso, el presidente Joe Biden arremetió: “Introduciremos graves sanciones para detener el fentanilo en

Juez considera que existe riesgo de que expresidente de Perú se dé a la fuga

El juez supremo Juan Carlos Checkley Soria impuso 36 meses (tres años) de prisión preventiva para el expresidente Pedro Castillo, mientras es investigado por un caso de corrupción.

Durante una audiencia virtual, Checkley dijo que la medida era “idónea“ porque no se trata de un juicio común, sino uno que reviste “alta peligrosidad” y explicó que el exmandatario, detenido por 18

Rafael Fernández de Castro

Opine usted: opinion@el nanciero.com.mx la frontera”. Como parte de la respuesta legislativa, unos días antes del evento en Tamaulipas, dos representantes republicanos, Dan Crenshaw (Texas) y Michael Waltz (Florida) introdujeron una resolución otorgándole al

Ejecutivo autoridad para utilizar al Ejército en combatir a los cárteles mexicanos. La resolución, que simplemente expresa un sentir del Congreso y, por tanto, no tiene dientes, se inspira en un proyecto de ley, H.R. 2600 Drug Cartel Terrorist Designation Act, introducida en la legislatura anterior, la 117.

Es decir, el vaso estaba lleno y la noticia de que cuatro estadounidenses que hacían turismo médico fueron secuestrados en Matamoros, Tamaulipas, dos de ellos asesinados y los otros dos heridos, acabó siendo la gota que derramó el vaso lleno de la ira de Washington hacia un vecino del sur que, por lo menos, ha sido negligente en la introducción clandestina del fentanilo.

Los tiburones del Congreso, como el senador Lindsey Graham (republicano-Carolina del Sur), se lanzaron con todo: “México es un Estado narcoterrorista. Es un paraíso para los cárteles. Si México no hace nada, nosotros lo tenemos que hacer…incluyendo todas las res-

ES INVESTIGADO POR CORRUPCIÓN

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