Nazarenos «2022»

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MI CASA MI CASA SERÁ SERÁ CASA CASA DE ORACIÓN DE ORAC Lc 19, 46



ÍNDICE

NAZARENOS • Nº 26 • Año 2022

EDITORIAL EDITORIAL

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José Manuel Lorca Planes

Carta a los hermanos cofrades

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Emilio Llamas Sánchez

Sagrado protector de la ciudad

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Fernando López Miras

La mañana más bella

José Antonio Serrano Martínez

La Murcia nazarena de Salzillo

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Luis Emilio Pascual Molina

Testigos desde la debilidad: el mundo te necesita

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IN MEMÓRIAM MEMÓRIAM

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ARTE Y DEVOCIÓN DEVOCIÓN Francisco José Alegría Ruiz

Rogativas, penitencia y confianza en Dios

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Consejo de redacción

“El Señor de los temblores”: una salida inédita de Nuestro Padre Jesús y la Dolorosa en 1829 20

Vicente Montojo Montojo

La estación de penitencia de la Cofradía de Jesús Nazareno a su paso por la catedral 22

José Alberto Fernández Sánchez

Nuestro Padre Jesús en el pleno barroco: Liturgia y artes para su culto 32

Enrique Gambín López

Exaltación de Nuestro Padre Jesús Nazareno

Santiago Espada Ruiz

Vestir la liturgia. Apuntes sobre la relevancia y significación cultual de los ornamentos litúrgicos en la Cofradía de Jesús 38

EDITA Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno CONSEJO EDITORIAL Andrés Nortes Checa Antonio Jiménez Lacárcel Francisco Javier Aliaga Meroño José Alberto Fernández Sánchez José Luis Durán Sánchez © TEXTOS: Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y autores

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Francisco Javier Díez de Revenga

© FOTOGRAFÍAS: Joaquín Zamora, Joaquín Bernal Ganga (pp. 19 y 67), Mariano Egea (pp. Factus est principatus super umerum ejus. 28 y 29), Jorge Martínez Reyes (p. 35), A propósito de la llaga del hombro de Jesús Nazareno 44 Kiko Asunción (p. 91), Archivo General Apuntes sobre la celebración de cultos a imágenes de Región de Murcia, proporcionadas por Jesús Nazareno en Sevilla 50 los autores de los artículos y archivo La devoción al Nazareno en la huerta y ciudad de Murcia 52 de la cofradía. La procesión de Jesús y Salzillo (Un homenaje de 1922) 58

Alberto Castillo Baños

Rogativas para la historia

Santiago Rodríguez López

Mi casa será Casa de Oración: El nuevo sagrario de la iglesia de Jesús 68

María Teresa Marín Torres

Incógnitas de nuestra historia artística: enigmas salzillescos en torno a la colección del conde de Güell 74

Antonio Labaña Serrano

In Memóriam a Joaquín Cruz Solís

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Fernando Esteban Muñoz

Juana Vallejo: figura para la eternidad

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Ramón de la Campa Carmona José Rubio Pastor María Luján y Tomás García

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Pedro Zamora Romero de Castellón XVI Congreso Nacional de Cofradías y Hermandades de la Oración en el Huerto. Getsemaní 2022. Murcia 90 Frasquito Fernández Egea

Me reconcilié con él

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Enrique Carmona Guillén

Llegó la hora

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ANUARIO ANUARIO

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SOBRE “PASOS” Y PATRIMONIO PATRIMONIO

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EDICIÓN Y DISEÑO: Fernando J. Asensio Dexeus y Emilio Llamas Sánchez MAQUETACIÓN E IMPRESIÓN: Libecrom S.A. ISSN: 1579-2269 D.L.: MU-597-1998 Los textos de esta publicación pueden reproducirse en todo o en parte y transmitirse por cualquier medio sin autorización del editor, siempre y cuando se cite su origen. Las fotografías son propiedad de los autores y quedan sujetas a lo que la Ley de la Propiedad Intelectual establece para su reproducción y transmisión.


EDITORIAL Consejo de redacción

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UN AÑO DE GRACIA JUNTO A NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO

uando hace apenas unas horas que Nuestro Padre Jesús cruzó el arco de su iglesia retornando tras la histórica Rogativa, Nazarenos se pone en marcha un año más para testimoniar el estudio y la emoción que concita su venerada imagen. No ha sido un ciclo anual al uso, pues los efectos de la pandemia de la Semana Santa pasada dejaron un poso desasosegado al no poder culminar los acostumbrados rituales pascuales. Pero la vida triunfa sobre la muerte dejándonos en este curso una plenitud trascendentalmente histórica. A las plantas del Nazareno se acogió la súplica del Nuncio de Su Santidad, a su amparo se rindió, como hace siglos, la ciudad de Murcia implorando el fin de la pandemia y, con entusiasmo, recibimos de la Santa Sede la gracia de la Indulgencia Plenaria para nuestra Madre Dolorosa. Es, pues, un año de frutos que agradecer al Señor. Y, como es pertinente, la actualidad apremia y a ella sometemos el discurso editorial de esta publicación que, una vez más, también se postra ante la magnanimidad excelsa de un titular como el nuestro: el sagrado protector de la urbe. Ante esta perspectiva se evidencia que el patrimonio de la Cofradía de Jesús va más allá de los objetos artísticos. La devoción al Nazareno ha atesorado a lo largo de los siglos un conjunto indispensable de documentos y costumbres cuyo legado forma parte inseparable de la historia de Murcia. Aunque parezca increíble muchos de los legajos contenidos en nuestro archivo contienen aún información inédita sobre el desarrollo perenne del culto divino. La Iglesia de Jesús, centro neurálgico de la Semana Santa murciana, es además un espacio consagrado a la celebración religiosa y a la alabanza al Señor. La presencia secular de la efigie del titular viene acompañada del esmero por parte de los cofrades y mayordomos para dotarlo de una liturgia consecuente con su centralidad. Así, la búsqueda del decoro en este ámbito propició la conformación de un legado que, aunque en buena medida desaparecido, debe ser conocido, valorado adecuadamente y repuesto en la medida de lo posible. En esta seña de identidad se revela el espíritu originario del que nació nuestra institución; orígenes determinados por el anhelo de proveer un recinto sagrado donde tributar la latría al Nazareno. Objetivo que llevó, después, a convertirlo en santuario esmerado donde destacase la debida reverencia y la indispensable excelencia. Es bajo este anhelo donde se configura la cofradía que hoy conocemos pues, en sentido absoluto, la realización de las insignias por parte de Francisco Salzillo sirvió a este sugestivo ideal piadoso. Es ahora el momento de profundizar en esas muestras identitarias que nos revelan una institución inédita, llena de matices y fervor. La significación de esta Semana Santa en que volverá el latir de las procesiones a las calles, supone un marco propicio para profundizar en las raíces mismas del cristianismo. De este modo, las formas de culto hermanan las diferentes idiosincrasias revelándonos el núcleo fundamental de la celebración pasionaria. Por ello, nos detenemos en esta edición en los pormenores de la práctica litúrgica observándola no solo en el ámbito particular, sino aportándole las principales formas piadosas que rigen el culto al Nazareno en el conjunto de la llamada “península metafísica”. Una orientación permanente a Dios que debe perdurar como genuino eje de nuestra existencia. Como reza el umbral del monasterio del Corpus Christi, regentado por las madres Agustinas, que en pocas horas volverá a atravesar Nuestro Padre Jesús para cumplir con su cita centenaria con la tradición, la dimensión de esta ofrenda divina se enmarca en un vivir permanente y constante alrededor de la majestad de Cristo. Haciendo de esta forma de ser nazarenos una constante y seña de identidad de nuestras vidas: “de “de la salida del sol hasta su ocaso” ocaso” (Sl.113).

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CARTA A LOS HERMANOS COFRADES + José Manuel Lorca Planes | Obispo de Cartagena

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espués de este largo tiempo de incertidumbres, de los dos años de espera para la mayoría de las cofradías, cuando escribo estas letras estoy movido por la esperanza de volver a veros en la calle al son de las trompetas y tambores, llenando las calles del color de la Semana Santa, sintiendo el olor del azahar, de los claveles y alhelíes en la primavera de nuestra Región de Murcia. Estoy convencido que no soy el único optimista, porque todas las cofradías, incluso mucho antes de esta cuaresma, ya tendréis programadas las actividades esenciales, las reuniones y los pregones. En este año la Semana Santa discurre por los caminos de la confianza, con la esperanza de que todo saldrá bien, eso sí, sin olvidarse de las diversas cautelas. Antes de nada, agradecer todos los esfuerzos que habéis hecho este tiempo de la cruda pandemia y tantas iniciativas que habéis llevado a cabo, todos ellas meritorias, porque no se pudieron sacar nuestras bellas imágenes por las calles de nuestros pueblos, barrios y ciudades, y conseguisteis preparar en las sedes de vuestras cofradías la más bella muestra de la Pasión de Nuestro Señor y el espléndido espectáculo de la caridad, cuando os hicisteis solidarios en tantos casos de pobrezas. Gracias. Pero la vida sigue y es necesario retomar el itinerario del Vía Crucis de Cristo, aprendiendo de Él a saber hacer la Voluntad del Padre. Nos viene bien esto, porque acabamos de pasar un tiempo en el que no pudimos ver cumplidas nuestras expectativas, posiblemente hasta alguno se habrá disgustado al ver los planes de vida rotos. La llamada es a seguir prestando atención a los acontecimientos de la mano de Nuestro Señor. Leemos en los evangelios, que antes de comenzar la vida pública, Jesús se retiró al desierto a orar y fue allí donde nos mostró la luz de su palabra, fue en la respuesta al tentador, donde le dijo, en la precariedad del desierto, que no le interesaban los panes, ni los bienes, ni los reinos, que su verdadero interés es hacer la Voluntad de Dios. Así de sencillo, que esto, aunque parezca simple, es una fuente de sabiduría. Os invito a reflexionar un momento acerca de esto, porque no se trata de la Voluntad de Dios que nosotros hubiéramos deseado, ni tal y como nosotros la concebimos, ni

como -en nuestra pobre sabiduría humana- consideramos que debería ser; sino la Voluntad de Dios la concibe y nos la revela cada día en las circunstancias concretas en que se manifiesta ante nosotros1. Lo vivido nos ha enseñado a valorar la importancia de descubrir cual es la Voluntad de Dios y aceptarla sin protestar, que lo que no puede ser es pensar que Dios admita nuestra idea de lo que debería ser su Voluntad y que nos ayude a cumplir esa voluntad, en lugar de aprender a descubrir y aceptar la suya en el día a día de nuestra vida, incluso cuando las cosas no han ido bien a nuestro juicio. Esto sencillamente es el producto de la fe y una fe madura. Venga, amigos, comenzamos otra etapa en nuestra vida movidos por la esperanza y con deseo de hacer la Voluntad de Dios. En estas circunstancias también nos está llamando Jesús a seguirle. Él es nuestro Maestro, que nos enseña con su Palabra y con su ejemplo. Jesús es el mejor amigo, camina con nosotros a través de las oscuridades de este mundo cerrado y vive con nosotros, nos da la fuerza que necesitamos y nos ilumina el camino, quién me sigue no anda en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida (Jn 8,12). Vosotros, queridos cofrades, tenéis una misión especifica en esta aventura que hay que preparar bien, con exquisito primor, me refiero a la Semana Santa. Que en este año brille el rostro de Cristo, que cuando salgáis a la calle, vuestra mejor predicación sea que la gente pueda sentir latir el corazón misericordioso del Señor, que vean a Cristo pasar, que las benditas imágenes de Jesús, la Virgen María y las de todos los testigos de la Pasión nos ayuden a dar gloria a Dios. Vuelvo a recurrir a la voz solemne del Santo Padre, el Papa Francisco, que me gustaría que la volváis a escuchar con agrado, con el mismo cariño con el que él se dirige a los cofrades: que sean una presencia activa en la comunidad, como células vivas, piedras vivas… Amen a la Iglesia. Déjense guiar por ella. En las parroquias, en las diócesis, sean un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana. Veo en esta plaza una gran variedad de colores y de signos. Así es la Iglesia: una gran riqueza y variedad de expresiones en las que todo se reconduce a la unidad, al encuentro con Cristo... Cristo... (Papa Francisco, Homilía en las Jornadas de Cofradías y Piedad Popular, mayo 2013).

1 WALTER J. CISZEK, Caminando por valles oscuros, 44.

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Habiendo escuchado estas palabras, os pido que colaboréis con la llamada que nos ha hecho el Papa Francisco, responder a la pregunta sobre cómo esta siendo vuestra experiencia en la Iglesia llamada a la comunión, a la unidad, decidnos como os sentís como iglesia y qué esperáis de ella. La mejor manera de participar es a través de la parroquia, pero también podréis entrando el la Web de la Diócesis, en el apartado sobre la Sinodalidad. Os encomiendo especialmente al cuidado de la Santísima Virgen María, en sus diversas advocaciones, pidiéndole que os ayude a todos los cofrades a responder tan rápidamente como los discípulos a la llamada de Cristo, para que por donde paséis seáis portadores de paz, misericordia y perdón; también para que caminéis siempre cerca de Jesús y atendáis con el mismo corazón del Señor los gritos y súplicas de los que están en las cunetas de los caminos pidiéndonos ayuda. Le pido a Nuestra Señora que os de fortaleza para que seáis generosos en dar el amor y la ternura de Dios. Que Dios os bendiga.


SAGRADO PROTECTOR DE LA CIUDAD Emilio Llamas Sánchez | Mayordomo Presidente

En memoria de Luis Guirao Pérez

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ste viene siendo un año muy importante en la historia reciente de la cofradía. Como sabéis, debido a la pandemia que padecemos, por iniciativa del Cabildo Catedral se ha organizado una solemne procesión y santo triduo de rogativas a fin de suplicar a Dios por la erradicación de la misma, la sequía y la guerra. Nuestro Padre Jesús, para ello, ha sido convocado como en los siglos pasados. Ha supuesto una oportunidad para implorar al Señor por este mundo que sufre y una llamada de atención para todos nosotros que advertimos de forma diáfana el protagonismo de Nuestro Padre Jesús y Nuestra Señora de la Fuensanta como sagrados y seculares protectores de la ciudad de Murcia. Así, los cofrades y mayordomos, comprendemos mejor que ser de Jesús supone una enorme responsabilidad y un servicio: llevar a Jesús a todos los hogares por ser el valedor de la ciudad ante las adversidades de la vida. La dimensión de este acontecimiento es de todos conocida y ha adquirido una fuerte significación. La Santa Iglesia Catedral, como en aquellos históricos precedentes, se ha convertido en el expositor donde venerar e impetrar la intercesión de estas dos sacratísimas imágenes que son reconocidas como hitos de la espiritualidad de Murcia. Este esfuerzo nos ha permitido contemplar el carácter dilecto de nuestro venerado titular. Creo que los beneficios alcanzados por esta rogativa irán más allá y abundarán en una mayor cercanía del pueblo murciano al amantísimo Nazareno. Además, el pasado otoño, fuimos bendecidos con la visita del Nuncio Apostólico de Su Santidad el Papa en España, Mons. Bernardito Cleopas Auza, quien admiró la belleza de nuestro templo y sus insignias. Apreció la sensibilidad con que ofrecemos un culto digno del decoro que merecen los sagrados misterios de la Redención. La presencia entre nosotros de este Príncipe de la Iglesia supone un estímulo para la vivencia cristiana y un nexo de unión con los cimientos apostólicos que nos rigen. Por si fuera poco, desde la Penitenciaría Apostólica en Roma se nos ha anunciado la gracia de una Indulgencia Plenaria que nos llena de gozo: todos aquellos fieles que visiten la imagen de la Dolorosa de Jesús, y cumplan los demás requisitos de confesar, comunión eucarística, rezar la Profesión de Fe y un Padrenuestro por S. S. el Papa, en los viernes de

la quinta semana de Cuaresma, llamado Viernes de Dolores, el día 15 de septiembre, festividad de la Virgen de los Dolores, y aquellos que recen un Avemaría ante la imagen a su paso durante la procesión del Viernes Santo. Los ancianos y enfermos impedidos también podrán ganar la Indulgencia Plenaria en los referidos días, sustituyendo la visita a la iglesia de Jesús ante una fotografía de la venerada imagen de la Dolorosa, cumpliendo, además, los requisitos de confesar y recibir la comunión eucarística. No se nos concedía una Indulgencia Plenaria desde que Su Santidad Pío IX lo hiciera en el año 1870. Se trata de un regalo del Señor que nos debe servir para seguir profundizando en la íntima vivencia religiosa dentro del marco inigualable de nuestra iglesia y nos obliga a llevar este fervor al resto del devoto pueblo murciano y hacer presente el culto a Dios y a su sacratísima Madre como fuente para la salvación de los males que nos afligen. La iglesia de Jesús se erige así en punto angular de la religiosidad diocesana. En esta tarea servimos para aumentar la vivencia diaria en nuestro templo. En primer lugar, para que la obra no sea vana y se sustente sobre roca firme, seguimos impulsando la obra de caridad con los más pobres y necesitados. Sobre este principio indispensable, estamos poniendo el mayor interés en dignificar la Casa de Dios. De este modo, entre otras actuaciones que ya han sido ejecutadas o están en curso, el proyecto ya conocido del nuevo sagrario para la iglesia de Jesús verá la luz en los próximos meses. Recuperar el esplendor del culto que fue fundamento de nuestro templo llevará un tiempo y supondrá un importante esfuerzo que deseo sea respaldado por todos nosotros. Por ello, como en ocasiones anteriores, vuelvo a invitaros a participar activamente en todas las actividades que se van anunciando para acentuar el papel de nuestra sede canónica como «Iglesia viva». Doy gracias a Dios por su misericordia, por haber atendido las súplicas que le presentamos, y confiamos en la intercesión de la Santísima Virgen María, fuente santa de todas las gracias y modelo de fidelidad en el dolor, como mejor camino para llegar a Nuestro Padre Jesús, que vive y reina, inmortal y glorioso, por los siglos de los siglos. ¡Santa Semana de Pasión y feliz Pascua de Resurrección!

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LA MAÑANA MÁS BELLA Fernando López Miras | Presidente de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia

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o existe para el nazareno de raza nada más doloroso que comenzar a sentir la cercana primavera, son sus aromas a azahar y sus atardeceres encendidos, consciente de que no contribuirá a tanta hermosura sacando a las calles esas inigualables manifestaciones de fe, tradición, sentimiento y cultura que son nuestras procesiones. Eso ha sido lo que han sufrido miles de nazarenos de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Y con ellos, todos aquellos murcianos que vibran en la mañana morá más bella que uno pueda imaginar. Todos sabemos que los dos últimos años han sido algunos de los más terribles que la humanidad haya vivido en su historia. Las pérdidas económicas, la restricción de relaciones sociales, la separación de nuestros seres queridos y, por encima de todo, las víctimas que injustamente nos arrebató la pandemia, han sido tristes experiencias que no olvidaremos jamás. En el caso de Jesús, no solo hemos padecido que sus espléndidos pasos no salieran a las calles por la pandemia. Además, el anterior año, la lluvia también arruinó una de las más bellas estaciones de penitencia que celebra la ciudad de Murcia. De manera que han sido tres las procesiones que no se han podido convocar. Tres años de desconsuelo en los que, sin embargo, la cofradía ha dado sobradas muestras de su solidaridad y apoyo a los que más lo necesitaban. Este año, en cambio, podremos al fin contemplar la majestuosa salida del cortejo desde San Agustín, cuando el pendón mayor anuncie en la puerta de la iglesia privativa que los pasos más afamados de Francisco Salzillo retornan a su cita primaveral con Murcia. Será la segunda vez, además, que el sagrado titular de la institución, Nuestro Padre Jesús Nazareno, vuelve a las calles tras la rogativa que protagonizó hace unos días. Con todas las precauciones que sea necesario articular, volveremos también a recuperar los ritos y costumbres que adornan el Viernes Santo murciano: la contemplación de las imágenes en las esquinas más nazarenas, el ambiente festivo que envuelve la ciudad, los aromas a azahar y la luz radiante que hará brillar aún más las sagradas tallas. Quisiera enviar mi más caluroso abrazo a los penitentes, estantes, mayordomos y músicos que cada año, con su esfuerzo e ilusión, hacen posible ese retablo de arte y devoción en que Jesús convierte Murcia en su más bella mañana. Os animo a todos a que vivamos la Semana Santa en las calles como solo sabe hacerlo un nazareno: inquieto el corazón y el pulso encendido, emocionado al descubrir un cielo sin nubes, dichoso de vestir la túnica por fin, rendido de fervor y satisfacción al regresar a casa y esperanzado, siempre esperanzado porque el último toque al trono de sus anhelos a la puerta de Jesús siempre es, como advierte la remota tradición, el primero para iniciar un nuevo año de espera e ilusión.

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LA MURCIA NAZARENA DE SALZILLO José Antonio Serrano Martínez | Alcalde de Murcia

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glesia de Jesús, túnicas moradas llegando puntuales, caras de alegría de los penitentes, nuestros cofrades van a salir a la calle y es que la hora de la verdad, la hora de nuestro Jesús Nazareno ha llegado. Desde aquel año 1600 en donde quedó constituida la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Murcia, San Andrés es cita obligada de pasión, reflexión, amor, o perdón, y por supuesto de alegría. Por fin volvemos a ver Murcia inundada de morado… túnicas de mujeres y hombres llevando el espíritu nazareno en sus corazones y es que Nuestro Padre Jesús está en la calle, son momentos de emoción y tradición bajo esos rayos de sol tan típicos y característicos de la primavera murciana. Este viernes tiene algo de mágico, durante la mañana encontramos solemnidad mezclada con algarabía, devoción con fiesta, pero si hay algo que nos una a todos los murcianos es el respeto que tenemos a esta procesión. Estamos ante uno de los grandes momentos, y es que no se ven todos los días por las calles de nuestra ciudad imágenes de incalculable valor y antigüedad unido a la más pura esencia del estilo tradicional murciano. Hermandades preparadas, dispuestas, cientos de vecinos y visitantes llenan nuestra ciudad preparados a ver la Santa Cena, la Oración en el Huerto el Beso de Judas, los Azotes, la Verónica, la Caída, Nuestro Padre Jesús Nazareno, su titular, San Juan Evangelista y la Virgen de los Dolores Coronada. Danas y pandemias han obligado a mantener en la iglesia de Jesús las imágenes de Salzillo durante tres años ya, mucho tiempo para un cofrade, pero también lo es para aquellos murcianos que esperamos ver esa apertura de puerta que tantos artistas y pintores han plasmado en sus lienzos. Para dar testigo de todo esto, la Semana Santa murciana no solo está en las calles, también en todos aquellos actos que de una manera u otra se realizan para engrandecerla. Este es el objeto y fin de la publicación Nazarenos que tenemos en nuestras manos. Siempre es de agradecer publicaciones como esta que nos sirven de información para tomar el pulso a la actualidad nazarena y pensar sobre algo tan nuestro como es la Semana Santa murciana, la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Nazarenos debe dar cuenta, así que como alcalde de Murcia no quiero dejar pasar esta oportunidad de agradecer el gran trabajo realizado con esta publicación que ya es historia y forma parte de las actividades que engrandecen nuestro rico patrimonio cultural de Murcia, ciudad de gran tradición e historia.

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TESTIGOS DESDE LA DEBILIDAD: EL MUNDO TE NECESITA Luis Emilio Pascual Molina | Consiliario de la cofradía

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a historia de amor de Dios hacia el hombre, hacia cada uno de nosotros, es la historia de una búsqueda y la provocación de un encuentro. La Sagrada Escritura está llena de historias de personas concretas que, en un determinado momento de su vida, se encuentran con el Señor. Os invito a recorrer, solo en detalles, la historia paralela de tres de ellos: Isaías, Pedro y Pablo. Las circunstancias de cada encuentro son diversas pero la experiencia es la misma: el misterio que fascina. Dios elige a hombres corrientes, con sus miedos, ignorancias, torpezas… y pecados. Los elige y los prepara a través de su propia “historia personal”: “¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros”, dice Isaías; “No soy digno de llamarme apóstol”, proclama Pablo; “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”, es la sentencia de Pedro. Algo básico les une a los tres: “han conocido su debilidad”. Isaías –perdonado– es un hombre dispuesto al anuncio; Pablo, sabedor de que su perfeccionismo le llevó a la violencia y la persecución, será testigo de cómo Dios le abre los ojos a una nueva luz, a Cristo, al amor gratuito; y Pedro, que seguirá carrera de pecador hasta el “doctorado” de Viernes Santo –“no conozco a ese hombre”– será testigo del perdón y de la fidelidad: “Apacienta mis ovejas”. En cada encuentro algo muere y algo nuevo surge. La conmoción inicial no terminará en huída sino en plegaria (Isaías), en diálogo (Pedro) y en reconocimiento de la gracia divina (Pablo). La experiencia de purificación que han vivido les coloca en un nuevo nivel: ahora están preparados para la tarea a realizar, para el envío. Tiene el Señor que curar primero a los enviados, no ocurra que –subidos al podio– asusten a las ovejas desde su sabiduría y su pretendida perfección moral. “Rema mar adentro”, le dirá Jesús a Pedro –‘Duc in altum’–. El mar no es lugar de recreo ni peligro, es reto. La sociedad de nuestro tiempo tampoco es simple lugar de paso, ni peligro que temer, sino reto pastoral. La nueva tarea de Pedro –“pescador de hombres”– sugiere “salvar del peligro”, o “rescatar con vida a alguien amenazado por la muerte”. Es nuestra misma tarea hoy día. La pesca milagrosa se hace “en

alta mar”, y el fruto del trabajo invertido en pescar no es producto del esfuerzo humano, sino de haber colaborado con el dueño del mar y los peces: “el fruto es regalo de la Gracia”. Isaías, Pedro, Pablo y tantos y tantos santos, predicadores, evangelizadores… han sido, y son hoy, “testigos de Jesucristo, el Señor”, pero sólo porque antes han sido “testigos de su debilidad”. Proclamar la propia debilidad y la grandeza de Dios es propio de los elegidos: “por la gracia de Dios soy lo que soy”, dirá Pablo; “un humilde trabajador en la viña del Señor” se definió Benedicto XVI cuando salió al balcón de la Basílica de San Pedro al ser elegido Papa, en 2005. Dios no es indiferente ante el sufrimiento humano, y por eso no es indiferente ante un mundo triste, desesperanzado, abocado al pecado y la muerte. Jonás fue enviado por Dios a Nínive, la gran ciudad, símbolo de toda maldad, para anunciar su destrucción en cuarenta días si sus habitantes no se convertían de su “mala vida”. Dios les da una nueva oportunidad… ¡y la aprovechan! Jesús, como un nuevo Jonás, es enviado a la humanidad con una misión: anunciar la Buena Noticia del Amor de Dios. “Se ha cumplido el plazo... convertíos y creed en el Evangelio”. Es la nueva y permanente oportunidad de Dios al hombre. Pero necesita unos colaboradores, a los que irá preparando en el día a día, en intimidad con Él; y cuando cualquiera de nosotros, con el más elemental sentido común, hubiera seleccionado sabios escribas, fariseos honestos, doctores o gente con influencia social, va y llama a hombres vulgares, personas como tú y yo, trabajadores sencillos acostumbrados al esfuerzo y a la lucha cotidiana, cuyo único mérito es estar, vivir en el mundo, y desear lo mejor para él. Los cuatro primeros son pescadores y van a escuchar: “Venid conmigo y os haré pescadores de hombres...”. Dejaron las redes al instante. No se trataba de un simple cambio de oficio: antes pescador, ahora predicador; antes abogado, médico, labrador o administrativo, ahora estudiante de Teología o catequista. Es todo un cambio de vida, es el comienzo de un “dejarlo todo”, de un “vaciarse de sí para ser poseídos por la Palabra y el Espíritu Santo”, de aceptar libremente “ser

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expropiado de uno mismo para ser todo de Dios”, y así descubrir la radicalidad de la consagración bautismal. Jesús –también hoy– pasa por la orilla de nuestro mar en busca de nuevos colaboradores. Quizás a ti Dios no te llame a una vocación de especial consagración, pero no dudes que te llama a ser “pescador” de los hombres, tus hermanos: “mensajero de alegría” para los miembros de tu familia, “profeta de esperanza” para compañeros de trabajo, “instrumento de paz y fraternidad” en un mundo dividido… Y tendrás que dejar las redes que te atrapan: miedos, ideologías, prejuicios, seguridades afectivas, afán de notoriedad… Porque no dudes que las mil y una redes que parecen darnos seguridad, acaban convirtiéndose en redes que nos atrapan, inmovilizan y esclavizan. Jesús continuamente nos seduce y nos invita a la conversión de las actitudes vitales, al cambio de mentalidad, a la conversión del corazón. Es el “kairós” de Dios: una nueva oportunidad de encontrar el auténtico sentido de la vida. Su llamada abre una puerta a la esperanza de una relación nueva con Él. No temas, y lánzate sin temor a la aventura sin red; no como el trapecista experto, sino fiado en la promesa de aquél que te convoca a la misión: “Yo estaré con vosotros todos los días”. ¿Alguno se siente llamado a “remar mar adentro” en el hoy de nuestro mundo? San Juan Pablo II nos decía en 2001: “¡Caminemos con esperanza! Un nuevo milenio se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse, contando con la ayuda de Cristo… Tengamos un gran corazón para convertirnos nosotros mismos en sus instrumentos” (NMI 58). Dios sigue saliendo a nuestro encuentro, el Señor Jesucristo nos busca, quiere contar con nosotros para “ser testigos desde la debilidad”, porque este mundo te necesita, porque tus hermanos los hombres te necesitan. ¿Te apuntas a esta fascinante tarea?





IN MEMÓRIAM Ilmo. Sr. D. Luis Guirao Pérez (camarero de la Oración en el Huerto) Sr. D. Pedro Campillo Carrasco (mayordomo) Sr. D. José Manuel Albaladejo Ayuso (mayordomo) Sr. D. José López Ortín (mayordomo) Sr. D. Antonio Hurtado Blaya (cofrade) Sr. D. Joaquín Pérez Gómez (cofrade) Sr. D. Jesús Cerezo Martínez (cofrade) Sr. D. José García Marcos (cofrade) Sra. D.ª María Angustias Sierra Prefasi (cofrade) Sr. D. Juan Antonio Llorach Roca (cofrade) Sr. D. José Balibrea Sánchez (cofrade) Sr. D. Juan Pedro Ródenas Jiménez (cofrade) Sra. D.ª Pilar del Pozo Esquembre (bienhechora)


ARTE Y DEVOCIÓN

ROGATIVAS, PENITENCIA Y CONFIANZA EN DIOS Francisco José Alegría Ruiz | Canónigo de la Santa Iglesia Catedral y Mayordomo de Jesús

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as rogativas con la Santísima Virgen de la Fuensanta y Nuestro Padre Jesús Nazareno constituyen una de las más preciosas expresiones de fe del pueblo murciano atestiguadas por varios siglos de historia, cuya celebración en nuestros días nos enseña que su vigencia y utilidad, lejos de haber caducado, se hace, si cabe, más imperiosa, por cuanto estamos más necesitados de restaurar la fe que ha hecho de Murcia un pueblo con los ojos puestos en el Cielo y profundamente seguidor de Cristo y de María. La celebración de las rogativas constituye una práctica antiquísima en la Iglesia. Aún existiendo con anterioridad, fue el Papa San Gregorio Magno quien las oficializó el año 590 al convocar una procesión en Roma con carácter penitencial para pedir el final de una epidemia de peste, dando lugar a las conocidas Rogativas Mayores, que se celebraban el 25 de abril, festividad de San Marcos. Por otra parte, San Mamerto, obispo de Vienne, en Francia, ya en el 470, había convocado una procesión penitencial para pedir el fin de diversas calamidades que asolaban la región, rogativas que igualmente pasaron a incluirse en el Misal con el nombre de Rogativas Menores, y que se celebraban los tres días anteriores al jueves de la Ascensión del Señor. En Murcia, el recorrido de estos cortejos de rogativas estaba prefijado, y así, las Rogativas o Letanías Mayores partían de la catedral saliendo por la

puerta de los Apóstoles y continuaban hasta la iglesia de San Antolín donde se celebraba la santa misa; y el recorrido de los tres días de Rogativas o Letanías Menores partía igualmente de la catedral, saliendo el primero por la puerta de los Apóstoles dirección hasta la capilla de la Arrixaca donde se celebraba la misa, el segundo igualmente por la puerta de los Apóstoles hasta Santo Domingo, y el tercero por la puerta de la Cruz hasta San Francisco.

“...la fe que ha hecho de Murcia un pueblo con los ojos puestos en el Cielo y profundamente seguidor de Cristo y de María”

Además de estas procesiones de rogativas, fijadas en el calendario para toda la Iglesia, cada obispo tenía la facultad de establecer la realización de rogativas cuando cualquier circunstancia de sufrimiento o calamidad lo reclamara para el bien de su pueblo. Y así encontramos testimonios tan antiguos en Murcia como el de las rogativas que en 1547 se celebraron a Santa María de

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Gracia pidiendo por la salud del obispo Esteban de Almeyda, o las que en 1569 el obispo Gonzalo Arias Gallego mandó celebrar por el buen fin de la guerra de las Alpujarras. En cualquier caso ya se tratara de Rogativas Mayores o Menores, o de cualquiera otras prescritas por el obispo, se seguía la misma ceremonia que estaba regulada por el Missale y el Rituale Romanum. El acto comenzaba con el sacerdote que presidía revestido con estola y capa pluvial morada, se entonaba la antífona Exsúrge Dómine (Levántate Señor, ven en nuestra ayuda y líbranos por tu Santo Nombre) y a continuación, estando todos de rodillas, se comenzaba el canto de las letanías por dos cantores, contestando el coro. A la invocación Sancta María, se ponían en pie y se comenzaba el cortejo de procesión, continuando con el canto de las letanías de los santos, a las que se debía añadir la invocación correspondiente y unas determinadas preces, según el tenor de las rogativas, que como determinaba el Rituale Romanum podían ser para pedir la lluvia (Ad petendam pluviam), para pedir la serenidad del mal tiempo (Ad postulandam serenitatem), para ahuyentar tormentas (Ad repelendam tempestatem), para el tiempo de penurias y hambre (Tempore Penuriae et famis), para el tiempo de mortandad y epidemias (Tempore mortalitatis et pestis), para el tiempo de guerra (Tempore belli), o para cualquier otra calamidad (In quacumque tribulatione). Al llegar al templo donde hubiera de celebrarse la


Santa Misa, esta se hacía con el formulario Exaudívit (Desde su Santo Templo oyó mi voz). Una lectura atenta de la oraciones que se pronunciaban en las rogativas nos pone en el tenor del sentido y fundamento de estas prácticas religiosas, y nos descubre su razón de ser. Así por ejemplo, cuando se rezaba Deus qui culpa offénde, poeniténtia placáris, pópuli tui supplicántis propítius réspice, et flagélla tuae iracúndiae, quae pro peccátis nostris merémur, averte, (Oh Dios, a quien la culpa ofende y la penitencia aplaca, atiende propicio las súplicas de tu pueblo, y aparta el flagelo de tu ira que nuestros pecados merecen), quedaba claro que, amén de las causas físicas, el desencadenante del mal es el pecado, que reclama la justa pena que el olvido de Dios y la transgresión de su ley merecen. Otra oración de las rogativas, enseñaba y pedía que era necesario conocer que las calamidades

podían ser azotes de su mano y la penitencia podría remediarlos, ut mortálium corda cognóscant, et te indignánte talia flagélla prodíre, et te miseránte cessáre, enseñanza ésta que a lo largo de la historia se ha repetido y cuya esencia se ha subrayado en tiempos cercanos por mensajes como los de la Santísima Virgen en Fátima. En consecuencia, las rogativas tenían un carácter penitencial, pues si el pecado de los pueblos podía ser la causa del mal que se sufría, era necesaria la penitencia colectiva como reparación de esos mismos pecados. A la “fuerza” que hace al Cielo la penitencia, era conveniente sumar la de determinadas imágenes, a las que el pueblo había recurrido como especialmente milagrosas. Ellas movían a mayor devoción y piedad, y se presentaban como protectoras de la ciudad, que además, durante el cortejo, permitían visualizar cómo el pueblo se conducía tras los pasos de

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Cristo y de María haciendo penitencia. Fueron especialmente las de la Santísima Virgen de la Fuensanta y Nuestro Padre Jesús, a las que se recurrió con este fin, y así lo encontramos durante los siglos XVIII y XIX, pudiéndose considerar a estas dos sagradas y milagrosas imágenes como escudos protectores del pueblo murciano. Pero si algo mostraban las rogativas era una profunda confianza en Dios y en el poder de la oración. Las rogativas son un canto precioso de la humildad del hombre, que se sabe en las manos de Dios, y que no puede sustituirlo ni dejarlo al margen de su historia, de su vida cotidiana. Las rogativas son la expresión de la fe un pueblo, que con entereza y hombría reconoce su culpa, pero que con mayor confianza espera el alivio, sabedor que todo lo que hace Dios es para el bien supremo de las almas, que no es otro que la salvación.


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“EL SEÑOR DE LOS TEMBLORES”: UNA SALIDA INÉDITA DE NUESTRO PADRE JESÚS Y LA DOLOROSA EN 1829

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os pormenores históricos de Nuestro Padre Jesús Nazareno aún están por esclarecer. Esto se constata en este trascendental año de rogativa con el hallazgo dentro de los libros de actas de la cofradía de una nueva efeméride que arroja luz al respecto. El Nazareno, protector de la ciudad ante sequías persistentes y epidemias letales, se nos refleja aquí, además, como abogado ante los temblores sísmicos de la tierra. Según recogen estos legajos, tras el terrible terremoto de Torrevieja (acaecido en 1829), los mayordomos organizaron un “rosario público” para requerir el auxilio de Nuestro Padre Jesús y la Dolorosa como intercesores del auxilio divino ante las múltiples réplicas del seísmo. El interés del documento, más allá de la particular simbiosis del titular con la ciudad a la que da protección, exhibe su desconocido protagonismo como protector ante los terremotos. Ciertamente, este pormenor recuerda a aquel emblemático Cristo cuzqueño “de los temblores” (Taytacha Timplures), advirtiendo del inequívoco carácter telúrico que también adquirió la devoción murciana a Nuestro Padre Jesús. Además, el texto detalla interesantes matices sobre un cortejo integrado por elementos y protocolos aún herederos de los siglos del Barroco.

En este sentido, este “Santo Rosario” se organizó en los años finales del reinado de Fernando VII, monarca que solo unos años antes ya había requerido otra salida extraordinaria del Nazareno con motivo de su reposición en el trono absoluto.

“El Nazareno, protector de la ciudad ante sequías persistentes y epidemias letales, además, como abogado ante los temblores sísmicos de la tierra” De este modo, el esmero de los mayordomos dispuso un relato en el cual figuraban como protagonistas esenciales el propio cabildo de la catedral, el ayuntamiento, las comunidades religiosas o el Batallón de Voluntarios Realistas que figuran, junto a un amplio elenco de personalidades y dignidades, dentro de la procesión provista al efecto. Detalle singular, por estar ya avanzado el mes de mayo, es la presencia en el cortejo de “nazarenos con faroles”. Se trata de un uso perdido con el transcurrir de los siglos: aquellos faroles

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de mano de cristal biselado y con blasones aristocráticos ya citados documentalmente a fines del XVIII. En ellos se portaría la memoria de las familias principales de la cofradía: los Riquelme, los Fontes, los Sandoval... Acaso la presencia de los individuos de estas casas nobiliarias, portándolos junto a las imágenes, advertiría aquel carácter cortesano que rodeaba la presencia del titular en la ciudad; dotando así de autenticidad su propia condición como mayordomos del Nazareno. En definitiva, el documento constituye una exquisita ventana a través de la cual mirar el alma perdida de la ciudad. Un acontecimiento singular que queda retratado como una impronta (sugerentemente pictórica) en la que se advierte, junto al horario aún nocturno de la madrugada, la carrera específica de la peregrinación: tránsito en busca de la catedral que, a su vuelta a la ermita, discurriría ante el monasterio de las Capuchinas. Sería aquí donde, pese a no relatarlo el texto, acontecería un hecho menor aunque cargado de emotividad: la visita de la Dolorosa ante la sepultura del inmortal Salzillo. Unos legajos que, en este año de rogativa, adquieren un protagonismo renovado al enseñarnos una religiosidad pretérita plena de valor estético y precisos detalles organizativos.


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LA ESTACIÓN DE PENITENCIA DE LA COFRADÍA DE JESÚS NAZARENO A SU PASO POR LA CATEDRAL Vicente Montojo Montojo | Académico numerario de la Real Academia Alfonso X El Sabio

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a Cofradía de Jesús Nazareno necesitó recurrir a las autoridades eclesiásticas para obtener indulgencias con las que lucrar o ganar remisiones penitenciales, con determinadas condiciones, que eran obligatorias para los cofrades que quisieran obtenerlas, y que podían aplicarse a otros, difuntos en concreto, y por medio de algún acto litúrgico o de piedad. En lo que se refiere a estas indulgencias consta que consiguió unas primeras muy al principio de la existencia de la hermandad, en 1600 o 1601, que normalmente se pedían a la Santa Sede en Roma a través de un intermediario, que pudo ser un religioso, quizá agustino, o por lo menos un sacerdote, como era costumbre en esa época. Estas necesidades, de algún modo intangibles, obedecían a objetivos espirituales. Miguel de Cervantes recreó en su novela ejemplar Rinconete y Cortadillo una Cofradía de Monipodio, con sede en Sevilla, muy especial tanto por el nombre, aunque es verdad que había cofradías llamadas de Minerva (o Santísimo Sacramento), o Hermandad de Nazarenos, sin referencia precisa a un santo, como por sus componentes, que eran ladrones y cuyas actuaciones

pronto criticaron Pedro del Rincón y su compañero Diego Cortado por poco cristianas, a pesar de que los cofrades rezaran el rosario o celebrasen misas de aniversario por los difuntos, que llamaban de adversario, y que tenían ciertas exenciones por bulas llamadas de cruzada.

“Las cofradías penitenciales hacían un recorrido o camino de pasos o estaciones y tendieron a introducir en sus trayectos el transcurso por la catedral”

Por otra parte, la Cofradía de Jesús hubo de conseguir licencia del Cabildo Catedralicio de Murcia con la que su procesión pudiera hacer estación de penitencia a su paso por la catedral. Fue así que las procesiones de las cofradías penitenciales hacían un recorri-

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do o camino de pasos o estaciones y tendieron a introducir en sus trayectos el transcurso por la catedral, como en Sevilla. Pero no es fácil encontrar testimonios de este derrotero en el siglo XVII, mientras que sí lo es algo más en el XVIII, quizá porque no se conserven actas de cabildos de la cofradía sino para períodos limitados, o por otro motivo, aunque las actas del cabildo en el Archivo Catedralicio de Murcia recogen alguna información. Hice el año 2021 diversas prospecciones en estas actas capitulares por periodos significativos, como el de la fundación de la cofradía, el de la inundación de San Calixto (1651), puesto que ésta obligó a proteger las imágenes, que se confiaron a determinadas personas, y a buscar nuevos modos de sacar la procesión adelante, recurriendo a algunos gremios para que sacaran las imágenes de forma colectiva, o incluso a otros grupos. Podemos relacionar la información generada por diversas entidades. Por ejemplo, el cabildo celebró la Pasión, que cantaron ministriles en 1652, poco después de la desastrosa riada de San Calixto: “Pasión. Acordó el cabildo que los ministros que cantaron la Pasión este


presente año se les den doscientos reales de ayuda de costa, en esta manera del sobrante cien reales al licenciado Juan de Montoya cincuenta, al licenciado Alixandro cincuenta reales” (ACM, libro 19 AC 1651-1653, f. 84v, 9.4.1652). Fue normal la intervención de músicos o salmistas en el canto de la Pasión de Jesucristo, que fueron retribuidos nada más acabada la Semana Santa, y que aquellos no tardaron en reclamar. Pero el cabildo también dispuso el perdón de las injurias y la asistencia en Semana Santa al coro de los capitulares o canónigos: “Encargóse a los señores capitulares la asistencia esta Semana Santa al coro y la puntual observancia de las ceremonias. Encargóse asimismo al señor deán cuide mucho de que los capellanes, cantores, ministriles y demás ministros de esta santa iglesia asistan en el dicho coro de esta santa iglesia y observen puntualmente todas las ceremonias de él y no salgan a hacer el oficio fuera de esta santa iglesia sin licencia del dicho señor deán y no dejen todos de comulgar el Jueves Santo en la misa mayor y el que contraviniera a cualquiera cosa de las susodichas lo multe dicho señor deán como le pareciere” (ACM, libro 23 AC 1670-1675, 25v, 31.3.1670). Con el tiempo se hizo una tabla o turno de asistencia y vela. Otro período idóneo para la revisión de actas capitulares fue aquel en que se construyó la ermita, hoy iglesia de Jesús, y la búsqueda dio mejor resultado, pues el cabildo dio a veces limosnas a cofradías, como la de San Roque, puesto que sus mayordomos la pidieron para reparar la ermita, de la que el cabildo era patrono (ACM, AC 1670-1675, fs. 116v, 181 y 212, 6.10.1671, 23.9.1672, 20.3.1673): “Viose petición de los mayordomos de la Ermita de San Roque de esta ciudad en que participan al cabildo

como se hallan con ánimo de reparar la ermita y suplican al cabildo se sirva de favorecerles con su limosna para dicho efecto y el cabildo habiendo visto dicha petición y conferido acordó y conferido acordó que se den por esta vez dos mil reales…” (ACM, libro 24 AC 1676-1680, f. 47, 10.7.1676). Tomó incluso numerosos acuerdos sobre procesiones, como la del Viernes Santo por la tarde: “Acordó el cabildo se cite a todos los señores para que en el primero cabildo ordinario se resuelva si se ha de admitir o no en esta santa iglesia la procesión del Viernes Santo por la tarde, no saliendo dicha procesión de el hospital. Hízose relación al cabildo como estaban citados todos los señores menos los ausentes de esta ciudad para resolver si se ha de admitir o no por esta santa iglesia la procesión del Viernes Santo que no saliere del hospital; y el cabildo habiendo oído la relación y conferido acordó que no se haga novedad” (ACM, libro 24 AC 1676-1680, fs. 324-325, 1 y 4.4.1675). En tal acuerdo se hizo referencia a la de la Cofradía de la Soledad y del Sepulcro.

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Estas intervenciones del cabildo en las procesiones de cofradías penitenciales fueron aumentando en el último tercio del siglo XVII. Accedió a peticiones de asistencia a entronizaciones, muy especialmente de la Cofradía de la Purísima Concepción, con ermita junto a la iglesia de San Francisco, convento del que se independizó: “Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción: Viose memorial de la Cofradía de Nuestra Señora de la Concepción suplicando al cabildo se sirva de concurrir a la colocación de Nuestra Señora en el trono que de nuevo se ha fabricado, el día que el cabildo señalare y fuere servido. Y habiendo conferido acordó el cabildo que mañana sábado por la tarde se lleve a su casa a Nuestra Señora de la Rejaca y se traiga el domingo por la tarde a esta santa iglesia por la Cofradía a Nuestra Señora de la Concepción y el lunes en la tarde se lleve y coloque en su capilla; se dé noticia de este acuerdo a la ciudad y se conviden las comunidades y se dé cuenta al provisor para que concurran las parroquias y clerecía y se avise al maestro de ceremonias y maestro de capilla y campanero y a los demás ministros”


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(ACM, libro 27 AC 1686-1690, f. 138v, 5.12.1687). El cabildo se relacionó con la Cofradía de Jesús Nazareno en 1712, en que se planteó su ausencia de paso aquel año: “Paso en la procesión de Jesús Nazareno: Y asimismo acordó que en el referido cabildo que se ha de celebrar en la Cuaresma siguiente se trate sobre la novedad de haber faltado en este presente año la ceremonia del paso que acostumbra hacer siempre en esta santa iglesia la Cofradía de Nuestro Padre Jesús en su procesión” (ACM, libro 33, f. 28, 4.4.1712). Es posible que la cofradía no saliera en procesión por razón de la ordenanza de los trajes que promulgó el obispo Belluga, muy restrictiva, que se recogió en acta. Este acuerdo no impidió que en los años siguientes el cabildo implicase a la imagen de Jesús Nazareno en rogativas, tanto en 1712, como en 1716 y 1720: “Procesión general con las santas imágenes de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Fuensanta: Con la ocasión de hallarse en esta santa iglesia la ima-

gen de Nuestro Redentor Jesús Nazareno, que no pudo volver a su capilla por haber llovido la tarde en que salió por las calles de esta ciudad, y habiéndose referido el acuerdo antecedente sobre la procesión general que está determinada para el domingo próximo siguiente segundo de Adviento con la milagrosa imagen de Nuestra Señora de las Lágrimas y reliquias de los santos patronos, y hallándose asimismo en esta santa iglesia en rogativas por agua la milagrosa imagen de Nuestra Señora de la Fuensanta, confirió el cabildo sobre dicha procesión general y acordó que se ejecute como está determinada llevando en ella las santas imágenes de Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Fuensanta y que concluida la procesión y bendición de los campos se vuelvan dichas santas imágenes de esta santa iglesia y desde el lunes próximo siguiente se comiencen a celebrar cinco misas de pasión en obsequio de Jesús Nazareno a fin de conseguir de la Divina piedad el beneficio de la lluvia” (ACM, libro 33 Ac.Cap. 1712-1715, f. 106v, 2.12.1712). En 1716 los mayordomos de la Cofradía de Jesús pidieron ayuda econó-

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mica al cabildo por razón de sus dificultades, en lo que se aprecia una indudable iniciativa: “Mayordomos de la Cofradía de Jesús Nazareno. Viose un memorial de los mayordomos de la Cofradía de Jesús Nazareno de esta ciudad, sita en su capilla del Convento de San Agustín, en que representan al cabildo la estrechez y falta de medios con que se halla dicha cofradía para los precisos gastos y conservación del culto de dicha santa imagen a causa de haber cesado la procesión que se hacía el Viernes Santo todos los años, por el pleito que siguen los curas de las parroquias de esta ciudad con los padres prelados de las religiones de ella sobre la asistencia y preferencia en dicha procesión, y considerando que el cabildo con su autoridad podrá ser medio para componer y determinar dicho litigio, y por consiguiente para facilitar el que se vuelva a hacer como antes dicha procesión, por el útil y conveniencia que de ella se sigue para el culto y mayor decencia de dicha santa imagen de Jesús Nazareno y de su capilla, suplican al cabildo se sirva de nombrar dos señores capitulares y darles su comisión para que se interpongan y medien con dichos curas y prelados a fin de que el referido pleito se termine en la mejor forma para que no haya embarazos en dicha procesión y la cofradía tenga el alivio que desea y espera de la gran piedad y representación del cabildo. Y oído dicho memorial confirió el cabildo y acordó que se responda a dichos mayordomos como el cabildo no discurre medio, ni arbitrio para poder componer a dichos litigantes, por lo cual no puede resolver la nominación de los señores capitulares que se pide para la referida interposición y por lo que el cabildo desea el mayor culto y decencia de dicha santa imagen y alivio de la dicha cofradía


para sus gastos, acordó también que se cite a todos los señores capitulares de esta santa iglesia para determinar en el siguiente ordinario si se ha de dar alguna limosna a dicha santa imagen de Jesús para ayuda a los precisos gastos de su capilla y alivio del cuidado de dichos mayordomos y cofradía” (ACM, AC 1716-1720, fs. 20-21, 5.3.1716). El cabildo no distinguía aún que la de Jesús era una iglesia exenta o ermita, pues la llama capilla del convento, cosa que cambió en 1719 (Torres, 2003; Montojo, 2005). Como se puede deducir, no era aún el pleito de la cofradía con los agustinos el que creaba dificultades, sino el de las parroquias y conventos sobre el orden de la procesión, por lo que el cabildo no se atrevió a entrometerse y mediar, pero sí ayudó algo con dinero: “Hízose relación de estar citados todos los señores capitulares de esta santa iglesia para determinar si se ha de dar alguna limosna para el culto de la santa imagen de Jesús Nazareno, como se acordó en el ordinario antecedente y habiéndose propuesto que en caso de no se dar también limosna a la santa imagen de Nuestra Señora de la Fuensanta, se negaría la citada para la referida santa imagen de Jesús, acordó el cabildo que se vuelva a citar a todos los señores capitulares de esta santa iglesia para resolver si se ha de dar alguna limosna para las dos dichas santas imágenes, cuánta cantidad a cada una y en qué forma” (ACM, libro 34 Ac. Cap. 1716-1720, f. 23, CO 9.3.1716). Se llegó a un acuerdo positivo: “Limosna a la santa imagen de Jesús Nazareno. Hízose relación de estar citados todos los señores capitulares de esta santa iglesia menos los ausentes de esta ciudad, para determinar si se ha de dar alguna limosna para el culto de las imágenes de Jesús Nazareno y

Nuestra Señora de la Fuensanta, como se acordó en el ordinario antecedente y habiendo conferido acordó el cabildo que, por esta vez y sin que sirva de ejemplar, se despache libranza de doscientos reales vellón por vía de limosna sobre el caudal de mesa capitular de este presente año a favor de los mayordomos de la Cofradía de Jesús Nazareno, sita en su capilla del Convento de San Agustín de esta ciudad para ayuda a los gastos de dicha capilla y mayor culto de dicha santa imagen” (ACM, libro 34, f. 23v, 12.3.1716).

Se llegó a un acuerdo positivo: “Limosna a la santa imagen de Jesús Nazareno...”

A la Fuensanta se le dieron 600 reales, es decir, mucho más. Como sucedió además en 1720, en que se volvió a recurrir a la imagen del Nazareno: “Conferencia sobre traer en procesión a Jesús Nazareno. El señor Arcediano de Lorca propuso al Cabildo cómo tenía entendido que el Ayuntamiento de esta ciudad y asimismo los cofrades de la Cofradía de Jesús Nazareno, que está sita en su capilla del Convento de Religiosos Agustinos de esta ciudad deseaban que el Domingo próximo quando se lleve en procesión la imagen de Nuestra Señora de la Re-

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jaca, como está acordado, se traiga de vuelta en dicha procesión la imagen de Jesús, que está en dicha capilla, a esta santa iglesia por ser grande la necesidad de agua para pedir y alcanzar por este medio el beneficio del cielo. Y oída dicha proposición confirió el cabildo y acordó que los señores Magaña y Oliver pasen a dar quenta al Señor Obispo de la grande sequedad que padecen los campos, y confieran con Su Excelencia sobre las rogativas, que convendrá se hagan para el remedio de dicha necesidad, y den quenta de lo que tengan por conveniente, se execute para que se resuelva en el cabildo del Jueves inmediato siguiente” (ACM, libro 35, AC 1720-1724, f. 18, 19.2.1720). Y además se dijo: “El Señor Oliber, comisionado con el Señor Magaña para habla al Señor Obispo sobre las procesiones y rogativas que se han de hacer para pedir a Dios por el remedio de la lluvia, que se necesita para los campos, dijo que habiendo estado y conferido con Su Excelencia sobre esto, avia respondido dicho Señor Obispo, que a petición de la Cofradía de Jesús Nazareno, sita en el Convento de Religiosos Agustinos de esta ciudad avia dado licencia Su Excelencia a los cofrades para traer en procesión a esta santa iglesia dicha santa imagen de Jesús, y que dicha procesión la executasen asistiendo a ella los religiosos de dicho convento mañana viernes por la tarde, y que parecía a Su Excelencia, que respecto de hallarse en esta santa iglesia en rogativas por agua la milagrosa imagen de Nuestra Señora de la Rejaca, no obstante haberse determinado que se vuelva a su capilla en procesión general el domingo próximo segundo de Quaresma, que se dilate dicha procesión general hasta el domingo tercero, y quedándose en compañía de dicha santa imagen de


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Nuestra Señora la de Jesús Nazareno en esta santa iglesia hasta dicho día, que se hagan las rogativas y deprecaciones convenientes a fin de conseguir de Dios Nuestro Señor por intercesión de Nuestra Santísima Madre el beneficio de la lluvia, para lo qual estaba dicho Señor Obispo en ánimo de salir personalmente el domingo inmediato segundo de Quaresma a llevar el Santo Cristo en la procesión del Rosario, que saldrá por la tarde en dicho día del Convento de Santo Domingo, a que esperaba le acompañasen y asistiesen todos los señores capitulares de esta santa iglesia, y los demás capellanes y ministros de ella con los músicos de la capilla para venir a esta santa iglesia cantando por las calles el santo rosario y que enviaría asimismo recado a las demás comunidades de religiosos para que en procesiones de penitencia y rogativa vengan a ella en las tardes y noches siguientes a dicho día por su orden, todo lo qual parecía a Su Excelencia conveniente para impetrar de la Divina piedad el referido beneficio y que de su orden lo participasen al cabildo dichos señores comisarios para que lo tenga entendido, y convenga en lo expresado, como lo espera, y oído lo referido, acordó el cabildo convenir y convino en que se execute todo lo propuesto, y dispuesto por el Señor Obispo, y que la procesión para volver a Nuestra Señora de la Rejaca se dilate hasta el Domingo tercero de Quaresma para que juntamente se lleve la santa imagen de Jesús Nazareno a su capilla, y que las dos estén en esta santa iglesia hasta dicho día, y se hagan las rogativas y deprecaciones acostumbradas y se digan misas los días que se pueda por la lluvia, y asimismo que todos los señores capitulares, ministros y músicos de esta santa iglesia asistan al rosario con el Señor Obispo el Domingo

segundo de Quaresma, y que se recivan las procesiones de las comunidades, que viniesen con la prevención de luces, y demás necesario para el culto de las santas imágenes que tragesen, y que se toquen las campanas al tiempo debido” (ACM, libro 35 Ac. Cap. 17201723, fs. 22-23, 22.2.1720). Al mismo tiempo que su trayectoria puede explicar la razón de la ausencia notada en 1712 este otro acuerdo del cabildo, en el que se nota su aprecio por la imagen de Jesús:

“...acordó el cabildo convenir y convino en que se execute todo lo propuesto, y dispuesto por el Señor Obispo, y que la procesión para volver a Nuestra Señora de la Rejaca se dilate hasta el Domingo tercero de Quaresma para que juntamente se lleve la santa imagen de Jesús Nazareno a su capilla” “Procesión general para traer la imagen de Jesús Nazareno a esta santa iglesia por la lluvia. Confirió el cabildo sobre nuevas rogativas por la lluvia, y si se ha de volver o no a su ermita la imagen de Nuestra Señora de la Fuensanta que, está en esta santa iglesia, y si se ha de traer otra para el mismo efecto de rogar a Dios por el remedio de necesidad de agua que se padece; y habiendo conferido, acordó el cabildo que dicha santa imagen de la Fuensan-

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ta no se vuelva a su ermita por ahora, y que el sábado próximo siguiente por la tarde después de horas del coro se haga una procesión general para traer a esta santa iglesia la sagrada imagen de Jesús Nazareno, que está en su capilla en el Convento de San Agustín de esta ciudad, llevando en dicha procesión la referida imagen de Nuestra Señora de la Fuensanta para que vuelva en ella acompañando a la de su santísimo hijo, y que ambas santas imágenes se pongan en la capilla mayor de esta santa iglesia en dos distintos altares, uno a un lado y otro al otro del altar mayor, y que en este se ponga patente el Santísimo Sacramento en la custodia pequeña, como es estilo, el domingo, lunes y martes siguientes, que se contarán veinte y tres, veinte y cuatro y veinte y cinco del corriente y que esté manifiesto en medio de dichas dos santas imágenes a todas las horas del coro por la mañana en dichos tres días, y las misas conventuales de ellos se canten con toda solemnidad asistiendo la música de la capilla, y al fin que se hagan las deprecaciones conducentes por el beneficio de la lluvia, y para que dicha procesión y todo lo demás se ejecute con la gravedad y decencia que se requiere, nombró el cabildo por sus comisarios a los señores D. Francisco Lucas Marín y Roda, chantre, y D. Joseph Trugillo y Clavijo, racionero entero, y para que en conformidad a la concordia con el señor obispo, den noticia a Su Excelencia de dicha procesión y determinación del cabildo, y que se participe también a la ciudad para que asiste por medio de un papel, según costumbre, y que se avise al maestre de ceremonias, maestre de capilla, campanero y sacristán para que todos estén prontos al cumplimiento de su obligación” (ACM, AC 1716-1720, f. 15, 18.2.1716).


Además, el cabildo depuró algunas peticiones inadmisibles de algunas cofradías o cuidó de no admitirlas, como una de la Cofradía del Santísimo y Benditas Ánimas con sede en la propia catedral: “Cofradía de las Ánimas que no pida limosna para esta santa iglesia. El señor Arcediano de Lorca propuso al cabildo como por parte de la Cofradía de el Santísimo y Benditas Ánimas de esta santa iglesia se andaba pidiendo limosna públicamente para un cáliz que dicen quieren tener con los demás ornamentos para decir misa en la Capilla de la Bolsa, a fin de que se celebre misa de once todos los días con dicho cáliz y ornamento, que quieren esté a su disposición, por no haber en dicha capilla sacristán, que les dé recado para dicha misa de once, y que habiéndole parecido indecente a dicho señor arcediano que se pida limosna para dicho cáliz con el pretexto de ser para esta santa iglesia, habiendo en ella cálices y ornamentos bastantes para todas las misas que se quieran celebrar, lo participaba al cabildo para que se sirva de mandar que se den los ornamentos necesarios para dicha misa de once y para las demás, y que el sacristán de dicha capilla de la bolsa asista a las misas como debe que se celebran en la del Corpus, y asimismo que dicha cofradía no pida limosna alguna con el motivo de ser para esta santa iglesia, y oída dicha proposición acordó el cabildo que el señor fabriquero mayor mande dar los recados y ornamentos necesarios para todas las misas que se celebrasen en dicha Capilla del Corpus y que el sacristán de ella asista a ellas como es de su obligación, y que se notifique a los curas y mayordomos de dicha cofradía que no pidan limosna alguna con título de ser para esta santa iglesia, ni para dicho cáliz, cuando en ella tienen

todo lo que es menester para celebrar dicha misa de once y las demás que quieran decir” (ACM, AC 1716-1720, f. 78, 4.9.1716). La mencionada cofradía hubo de rectificar y ajustarse a lo que se mandó: “Licencia para celebrar la función de Ánimas. Viose memorial del hermano Diego de Torres, mayordomo de la Cofradía de las Ánimas del Purgatorio sita en esta santa iglesia, en que se suplica al cabildo se sirva de dar su licencia y permiso para que se celebre la fiesta y funeral, que acostumbra hacer dicha cofradía por las benditas ánimas del Purgatorio en esta dicha santa iglesia todos los años, y asimismo para que se presten de la sacristía mayor de ella los ornamentos y alhajas necesarias, y mande que se toquen las campanas para dicha fiesta como es estilo. Y oído dicho memorial acordó el cabildo dar y dio dicho permiso y licencia para que se celebre dicho funeral y se presten para él los ornamentos y alhajas necesarias, y que se toquen las campanas de esta santa iglesia, como es estilo” (ACM, AC 1716-1720, f. 103, 30.10.1716). En ello podemos ver una relación remota con la mencionada Cofradía de Monipodio. La Cofradía de San Sebastián, con sede en su ermita de la que era patrono el cabildo y que derruyeron los agustinos para construir su iglesia, presentó otros problemas: “Viose memorial de la Hermandad y Cofradía de San Sebastián de esta ciudad, en que representa al cabildo como tienen depositada la imagen de dicho santo en casa de la camarera, por no tener ermita, ni altar decente en que colocarla, y que habiendo determinado dicha cofradía hacer un retablo para poner dicho santo y otros ornamentos necesarios para colocarlo, y tenerlo en una capilla de la iglesia del

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Convento de San Agustín de esta ciudad, que ha señalado la comunidad de él para este efecto, se halla imposibilitada dicha cofradía por falta de medios para poderlo ejecutar, siendo muy cortas las limosnas que se recogen, que no alcanzan para los precisos gastos; por lo cual suplican al cabildo se sirva de favorecer y ayudar con la limosna que sea de su agrado para el referido efecto de poner dicho santo con decencia y darle el debido culto. Y oído dicho memorial, confirió el cabildo y acordó que respecto de haber estado dicho santo en ermita propia de la dicha cofradía y haberla deshecho e incorporado en su iglesia los religiosos agustinos y hecho escritura obligándose a dar capilla en ella para dicho santo, que el Señor D. Francisco López Oliver, procurador general del cabildo, se informe del contenido de dicha escritura y de la obligación que hicieron dichos religiosos a la cofradía en orden a la capilla que han de señalar para dicho santo, con qué condiciones y si las han cumplido, y asimismo del intento que tienen los cofrades y del esfuerzo que hacen por si para ejecutar lo que proponen (ACM, libro 34 AC 1716-1720, f. 151v, 11.3.1717). Es evidente por lo tanto que el cabildo no fue ajeno a los grandes acontecimientos de las cofradías de Murcia, por diversos motivos (prestigio, paso estacional de algunas cofradías por la catedral), que contaron con él para sus entronizaciones, o incluso para ayudarlas a adquirir imágenes, como en el de la Cofradía de San Sebastián, de su patronato: “Cofradía de San Sebastián y hechura del santo nuevo: Viose memorial de la Cofradía del Señor San Sebastián de esta ciudad, sita en el convento de religiosos agustinos, en que proponen al cabildo cómo han hecho a su costa y


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expensas una imagen de dicho santo de talla entera nueva, la qual suplican al cabildo que, como patrono de dicha cofradía se sirva de colocarla en su nombre en la capilla y altar que tiene propio el santo en dicho convento, para que en ningún tiempo puedan los religiosos de él de alegar de propiedad sobre dicha imagen nueva y adorno que tiene, abiéndose costeado todo a expensas y cuidado de dichos mayordomos, que en atención al gasto que en esto han tenido piden también al cabildo se sirva de quitar mandar quitar la costumbre de repartir rollos de pan en el día y fiesta de dicho santo, por servir esto solamente de mayor gasto a la cofradía y pasar dicha repartición a indecencia y embarazo de los sagrados, y oído dicho memorial, acordó el cabildo que la efigie nueva del Señor San Sebastián, trayéndola los mayordomos a esta santa iglesia, se lleve en procesión a la de dicho convento de San Agustín para que se coloque en el altar y capilla de dicho santo en el día de su fiesta, y que si en algún tiempo se moviese algún atentado, o pleito por parte

de dichos religiosos, atienda el cabildo en lo que hubiese lugar a dicha cofradía, y en quanto a los rollos de pan que solía repartir que de ninguna manera los haga ni reparta en adelante por lo expresado” (ACM, libro 35 1720-1724, f. 6, 19.1.1720). Este tipo de medidas, que podrían parecer ilustradas, no son propiamente tales, como se deduce de otros ejemplos (Romero, 1986). Por contraste, no he encontrado ninguna referencia en las actas del Cabildo de los años 1755-1757, que fueron tan importantes para la Cofradía de Jesús. Es claro que la Cofradía de Jesús mantuvo unas buenas relaciones con el Cabildo Catedralicio de Murcia, al que solicitó licencia para que la procesión pasara por la catedral haciendo estación, como si de un Vía Crucis se tratara. Se conservan una de estas peticiones de licencias del año 1763, relativo al Paso de la Cena, y otro documento en el archivo de la catedral, muy interesantes porque figuran las firmas de los mayordomos en unos años para los que no hay actas, salvo alguna ex-

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cepcional en algún protocolo notarial, adjunta pero no completa a un contrato. La petición de licencia dice así: Ilustrísimo Señor. D. Bernardo Aguilar y D. Antonio Prieto, Capitulares de esta Santa Iglesia, por si y a nombre de los demás mayordomos de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de esta ciudad, puestos a la disposición de Vuestra Ilustrísima con el mayor respeto dicen que en consequenzia de la obligación que tiene la dicha cofradía de pasar la procesión el Viernes Santo por la mañana por dentro de esta Santa Iglesia y quando Vuestra Ilustrísima se halla velando en el Monumento, suplicó a Vuestra Ilustrísima se sirviese dar su licencia para que se abriese la Puerta de los Perdones y entrase solamente por ella el Paso de la Cena, el qual por su magnitud no se podía conducir ni entrar por ninguna de las otras, a cuya petición se dignó Vuestra Ilustrísima condescender, mandando se abriese la citada puerta sólo al efecto del referido paso, y habiéndose determinado hacer este año la expresada Procesión, de nuevo reiteran a Vuestra Ilustrísima la misma súplica para que continuando sus favores se digne dispensar a dicha cofradía el de que se abra la enunciada puerta cuando pase la Procesión y en la forma y modo que Vuestra Ilustrísima lo determinó en 11 de marzo de 1761, cuya gracia esperan de Vuestra Ilustrísima y ruegan a Dios prospere su vida dilatados años en su mayor felicidad, etc. [Al margen:] Murcia y Marzo 15 de 1763. Conzedida la licencia en la forma que se pide (ACM, Licencias). Vemos en ella que continuaba la presencia de capitulares de la catedral de Murcia entre los mayordomos de la Cofradía de Jesús, como en 1719, cuando empezó el pleito. En 1765 un documento catedralicio recuerda que la Cofradía de Jesús ganó


el pleito a los agustinos, consiguiendo su independencia, y pidió al Cabildo que guardase en su archivo una copia de la ejecutoria: “Los mayordomos de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno presentan al gobernador executoria del pleyto que ha ganado dicha cofradía contra (los frailes) el Convento y religiosos del Señor San Agustín de esta ciudad sobre el patronato, propiedad y alhajas de la capilla o hermita con la misma advocación, para que se sirva el cabildo colocarla en su archivo, para su mejor custodia, lo que manda el cabildo en 21 de marzo de dicho año” (ACM, Licencias). “Ilustrísimo Señor. Señores: Los mayordomos de la Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de esta ciudad, ante Vuestra Señoría Ilustrísima con el mayor respeto, decimos que ya consta a VSI los muchos años que hemos estado defendiendo pleito con la Comunidad y Religiosos de Señor San Agustín sobre la propiedad de la iglesia o capilla, con la advocación de dicha sagrada imagen, el que se ha terminado en el Tribunal de la Nunciatura de dichos reinos, en donde se nos ha librado ejecutoria a favor de dicha Ilustre Cofradía, mandando se ponga en práctica las dichas dos sentencias conformes, que a nuestro favor se habían pronunciado, y con efecto habiéndose presentado dicha ejecutoria ante el ordinario eclesiástico de este obispado (a quien venía cometida) se posesionó de dicha iglesia, con todas sus sagradas imágenes, alhajas, ornamentos y bienes preciosos a dicha nuestra cofradía, quien en el último cabildo que celebró acordó se sacasen dos copias legales de dicha ejecutoria, con más las diligencias practicadas en dicha posesión, la una para que se insertase en los autos seguidos en dicho juicio en el tribunal eclesiástico de este obispado,

como así se ha ejecutado, y la otra porque teniendo presente la dicha Ilustre Cofradía el que por la invasión de los tiempos, mutación de personas y otros motivos, podía padecer algún extravío la expresada ejecutoria, y por consiguiente experimentar dicha nuestra cofradía nuevos pleitos y desazones, se suplicase a Vuestra Señoría Ilustrísima se sirviera conceder su licencia y permiso, para que en su archivo y entre sus papeles se colocase.

chivo de Vuestra Señoría Ilustrísima por quien pedimos a Nuestro Padre Jesús Nazareno prospere en su mayor grandeza, etc. D. Bernardo Aguilar y Briñez. D. Antonio Prieto. D. Antonio Fontes y Paz. D. José de la Llana y Granados. D. García Barrionuevo y Tizón. Antonio Costa y Bríñez. D. José de Tórtola. D. Jesualdo Riquelme y Fontes. D. Antonio Lucas Celdrán. D. Felipe Mañas. Como puede percibirse en estos nombres de firmas, había presencia de canónigos, de letrados (Antonio Costa y Bríñez) y de nobles tan destacados como Antonio Fontes y Paz, García Barrionuevo y Tizón, Jesualdo Riquelme y Fontes y Antonio Lucas Celdrán. BIBLIOGRAFÍA

Y respecto de que el citado acuerdo de dicha Ilustre Cofradía en cuanto a la segunda expresada copia, está en práctica, como se acredita de este ejemplar o copia de dicha ejecutoria, que encuadernado con cubiertas de pergamino, y en trece hojas útiles presentamos a Vuestra Señoría Ilustrísima suplicándole, se sirva admitirle, y ponerle en dicho su archivo, atendiendo, atendidas las circunstancias, que antecedentemente llevamos expuestas, para que de este modo quede dicha ejecutoria bien custodiada, y que ad perpetuam rei memoriam tenga dicha su Ilustre Cofradía su defensa en el Ar-

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• CERVANTES SAAVEDRA, Miguel [1613]: Rinconete y Cortadillo, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. • MONTOJO MONTOJO, Vicente (2005): “La Cofradía de Jesús de Murcia bajo el episcopado de Belluga”, Murgetana, n. 113, pp. 47-75. • MONTOJO MONTOJO, Vicente (2006): “El pleito de la Cofradía de Jesús con el Convento agustino de Murcia en su fase inicial”, Murgetana, n. 115, pp. 6585. • ROMERO MENSAQUE, Carlos (1986): “La Semana Santa en la Sevilla Barroca”, en Semana Santa en Sevilla, Sangre, luz y sentir popular (siglos XIV al XX), Sevilla, 1986, pp. 59-131. • TORRES FONTES, Juan (2003): “La Cofradía de Jesús y su autonomía”, Murgetana, n. 108, pp. 119-136. • TORRES FONTES, Juan (2004): “Nuestro Padre Jesús, en rogativa (s. XVIII)”, Nazarenos, n. 7, p. 82.




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NUESTRO PADRE JESÚS EN EL PLENO BARROCO: LITURGIA Y ARTES PARA SU CULTO José Alberto Fernández Sánchez | Dr. en Historia del Arte

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as circunstancias de la antigua ermita de Jesús son una cuestión artística de primer orden. La centralidad ejercida por la efigie del Nazareno durante los siglos del Barroco constituye una ocasión excepcional para adentrarse en la problemática de su retórica litúrgica y los elementos que la componían. En efecto, alrededor de este asunto gravitó la preocupación fundamental de los mayordomos gestores que se esforzaron por constituir un recinto paradigmático para el culto sagrado. Aunque los estudios se han esforzado, prioritariamente, en esclarecer los pormenores escultóricos correspondientes al siglo XVIII, la revisión documental de la centuria anterior permite descubrir un panorama inédito de no menor representatividad. Si bien el despliegue procesional quedó pronto solventado con la configuración de la escultura de vestir del Nazareno, la Soledad y las restantes efigies (muchas de ellas realizadas con cartón para ser revestidas), la edificación de la capilla marcó un punto de inflexión inequívoco. Es por ello que, una vez superados los estragos de la riada de San Calixto, se desarrolle un programa artístico capaz de fraguar alrededor del titular una escenografía acorde con la magnificencia del pleno Barroco. Fue la forma de comprender la imagen la que determinó los elementos litúrgi-

cos precisos que habían de formar parte de su ajuar y exorno, manifestando el deseo inequívoco de los promotores por alcanzar una “domus speciosa” de riqueza y simbolismo significativos1. Ya antes de la construcción en 1690 del retablo y camarín, concertados con el castellonense Nadal Clemente, los inventarios de la cofradía revelan la prolija relación de enseres específicos para este ámbito. De este modo, en 1656, se recoge la presencia de “un velo de tafetan morado q. sirve de Cortina en la Capilla de Jesus. Pintado en medio a Jesus con la Cruz”2. De modo que, ya antes de la ejecución del retablo, el Nazareno

1 La constitución patriarcal y regia de la iconografía hispánica del Nazareno no es un aspecto inédito en Murcia sino presente en toda la península. Por su relevancia y dispersión geográfica convendrá tratarlo en otro estudio. Al respecto de “las artes de la imagen” y los usos de su atuendo en Murcia véase PÉREZ SÁNCHEZ, M., La magnificencia del culto. Estudio histórico-artístico del ornamento litúrgico en la Diócesis de Cartagena, Murcia, Academia Alfonso X el sabio, 1997: pp. 201-214; sobre lo concerniente al atuendo de las efigies levantinas del Nazareno son fundamentales las aportaciones de ESPADA RUIZ, S., “Arte textil al servicio de la advocación de Nuestro Padre Jesús Nazareno en la diócesis de Cartagena” en Cabildo, Murcia, Cabildo Superior de Cofradías, 2017: pp. 105-111. 2 ARCHIVO HISTÓRICO COFRADÍA DE JESÚS NAZARENO (AHCJN), Libro de inbentarios y entrega de vienes, que hacen unos mayordomos a otros de todo lo que a estado a sus cargos, años de 1665 a 1697: f. 1 vto.

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era venerado en un habitáculo donde permanecía oculto, ceremonialmente, tras su bocaporte. El funcionamiento de esta tramoya es bien conocido a través de los ejemplares coetáneos de la sacristía de El Escorial y del colegio del Corpus Christi de Valencia. Resulta relevante la predilección por un recurso que, como estos velos, insertaban a la efigie en uno de los usos más teatrales y efectistas de su tiempo3. La presencia de esta escenografía refiere una complejidad semántica extraña hoy día pero consecuente con la mentalidad de una Edad Moderna consciente del valor simbólico de la preservación. Esta gestualidad ocultista, analizada sagazmente por Rodríguez de la Flor, dotaba al Nazareno de un trato propio de lo sacramental y análogo, también, con los usos del protocolo cortesano desde tiempos de Felipe II4. De modo que dichos lienzos solo dejaban ver la efigie en momentos escogidos, a saber, durante el canto final del Miserere o en las festividades principales de la Exaltación de la Cruz y Pascua de Resurrección. Precisamente para este canto ceremonial del salmo, el inventario de 1657 añade otro “velo 3 RODRÍGUEZ DE CEBALLOS, A., El retablo barroco, Madrid, Historia 16, 1992: p. 14. 4 RODRÍGUEZ DE LA FLOR, F., Imago. La cultura visual y figurativa del Barroco, Madrid, Abada, 2009: pp. 73-106.


grande de tafetán negro usado para los misereres” al que se sumará posteriormente, en 1660, el correspondiente de tafetán morado carmesí para el paso de Jesús en la Columna. Este hecho evidencia que este tipo de funciones hubieron de extenderse además a esta insignia, cuestión que resalta el culto singular ejercido sobre ella. Para ello se constituyó “una fundación” sostenida por Sebastián del Toro y que mantendrá, postreramente, el bailío Avellaneda en las décadas finales del XVIII. Pero la exposición de las efigies se resaltaba aún más. En el año 1681 se sumaron “dos velos de olandilla negra para los Misereres” que insisten en la importancia desplegada alrededor del acto solemne. Seguramente, como aún acaece en el colegio patriarcal valenciano, tras descubrirse el lienzo bocaporte (donde figuraba pintada la efigie del Nazareno) sendos lienzos aún cubrirían la talla habiéndose de replegar ambos hacia los lados. El efectismo de esta secuencia, reproducida no pocas veces por medio de grabados, redundaría en la visión efímera de la imagen, acaso únicamente, durante el tiempo específico del canto. A su término, invirtiendo su desarrollo, volverían a su disposición originaria cada uno de los paños. Para estos actos, según informa el inventario de 1679, se contaba con “un cordel” mediante el cual se activaba el ingenio. Para completar la apariencia de este dispositivo se adquirieron otros lienzos de colores azul celeste y encarnado “con sus caídas” cuya constancia, evidentemente, rememora el aspecto suntuoso que presentaba la boca del camarín5. De modo que el desarrollo del ceremonial dentro de la capilla evidencia, a través de estos enseres, una retórica 5 AHCJN, Libro de… (doc. cit.): ff. 35 y 35 vto.

magnificente hasta ahora ignorada. La preocupación de los mayordomos por añadir grandes juegos de candelabros fue consecuente con este espíritu: en 1671 se refieren al respecto hasta “Veinte candelabros de plata” que, al parecer, eran exclusivos de Nuestro Padre Jesús6. Es probable que estas piezas fueran enajenadas, poco después, para financiar la construcción de la nueva iglesia pues se pierde su rastro, precisamente, poco antes de la entrada del nuevo siglo. No obstante, con la efigie del Nazareno ya ubicada en el nuevo camarín, los cofrades volvieron a hacer acopio de candelabros, esta vez “de Madera raspeados de negro” en número de doce a los que se sumaron, ya en el inventario de 1714, otros “Veintteydos [...] blancos de pino” que debieron distribuirse por el recinto eclesiástico7.

...la representatividad de este recinto dilecto para el culto sería culminado con la presencia de “Un Arca donde se pone a nuestro Señor Sacramentado”

Fueron sumándose, además, una serie de lámparas votivas que debían pender en los extremos de la capilla. En 1668 se refiere como mejora la adqui-

sición de “Una lampara de açofar” que se sumaba a otras dos argénteas, al parecer, ya existentes con anterioridad8. Todas ellas ardían permanentemente con la dotación “de las Nueve arrovas Que cada un año segasttan en las Lamparas dela capilla de Ntro. Padre Jesus” y que importaban “un aprecio de treintta y siette Reales cada una”9. Para este cometido el inventario de 1660 contabiliza la existencia de “un cetro con la figura de Jesús para pedir aceite y una alcuza y dos campanillas para llamar los cofrades”10. Ello indica que, con anterioridad al cambio de centuria, el sufragio del óleo combustible era mantenido a través de donativos de los fieles y demandado por ciudad, huerta y campo. Como consecuencia de todo ello, la representatividad de este recinto dilecto para el culto sería culminado con la presencia de “Un Arca donde se pone a nuestro Señor Sacramentado”11. Conviene recordar aquí la persistencia de la liturgia conciliar que permitía el desarrollo de funciones litúrgicas en todas las capillas. El tabernáculo, según especifican los inventarios de 1660 y 1662, incluía “una hechura de Dios Padre” que, parece probable, constituía la propia puerta del sagrario12. Sobre el mismo se dispuso, en fecha indeterminada, “Una Cruz de Gerusalem de media vara de Alto ttoda [adornada] de nacar consu peana, y las letras del Jesus hechas de nacar y enzima dellas incluido dentro della misma Cruz un SSmo. christto de marfil”13. No cabe duda, en este punto, la suntuosidad de la pieza así como 8 AHCJN, Libro de… (doc. cit.): f. 21. 9 AHCJN, Quenttas delos Años 1713-1714 Hasta fin de Abril de 1715, años de 1713 a 1715: f .5. 10 AHCJN, Libro de… (doc. cit.): f. 5 vto.

6 Ídem: f. 39. 7 AHCJN, Imbentarios de todas [las] Alaxas que la cofradía tiene en su Ermita desde el año 1710 en Adelante, años de 1714 a 1754: f. 7 vto.

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11 Ídem: f. 37 vto. 12 Ibídem: f. 5. 13 AHCJN, Imbentarios… (doc. cit.): f. 6 vto.


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la esmerada delicadeza puesta en un ajuar que, de forma notoria, exaltaba las cualidades telúricas vinculadas al culto consagrado al Nazareno. Por ello conviene insistir ahora en la presencia de elementos de similar riqueza que lucía el titular tanto en la iglesia como en sus procesiones. En 1679 se recogen, a este respecto, hasta tres túnicas: una de tafetán brocado, otra igualmente brocada pero sobre terciopelo y otra última, esta vez de lana brocada, que debía ser la más rica pues, como sucederá con otros enseres, era custodiada por las madres agustinas14. Sobre ésta se añadía, dos años más tarde, otra que era “de tela de plata [y], Brocada” haciendo hincapié, de esta forma, en su aquilatado valor15. Junto a estas prendas se describen sendos cordones de oro fino y seda para completar la vestimenta del Nazareno, a la que se sumaba “el biernes Santo Y en las festividades” una lujosa Cruz de madera negra “guarnecida a los cavos de filigrana de plata” donada en 1669 por los mayordomos Francisco Vázquez Ponce y Pedro Burruezo. Para la conservación de ésta existía, además, “Una funda de madera” adecuada para almacenarla hasta aquellas aludidas festividades16. Aún en las décadas intermedias del siglo XVII el ajuar textil para el exorno de los altares ya era representativo. Así, en 1656 se contabilizan, entre otros, “un frontal de lienzo pintado”17. Esta tipología, hoy en desuso, permitía introducir elementos decorativos sobre paños corrientes de forma que aparentaran una riqueza mayor. Dos años más tarde, ya se contabiliza otro frontal, esta

vez “de damasco morado con galón de oro” que se sumaba al anterior “pintado de flores”18. Ya en las primeras décadas del XVIII hubo de sumarse un último frontal, esta vez de color carmesí, regalado por el Cabildo Catedralicio por los

buenos frutos de la rogativa de 171419. Con todo, en las décadas siguientes se anotará un ajuar textil mucho mayor que expresa la preocupación constante por adquirir nuevos textiles adecuados al culto divino. Sobre dichas frontaleras se disponían, además, una serie de manteles entre los cuales progresivamente se sumarán algunos acabados en puntas y con encajes de holandilla y “de Colonia”20. No cabe duda que no se omiten gastos en estos detalles menores procurándose una esmerada terminación para el conjunto propio del altar cuya relación es prolija y convendrá abordar en posteriores trabajos. El calendario litúrgico anual ofrecía un entramado diverso de celebraciones que dejaron su huella en los inventarios de la cofradía. Indudablemente, las funciones principales de Nuestro Padre Jesús (hoy desaparecidas) des-

plazaban el carácter quietista del altar a escenarios de mayor representatividad incluyendo, acaso, al presbiterio del convento de San Agustín. Este hecho, no referido expresamente en los documentos, se intuye de la existencia de una tramoya pintada para disponer al Nazareno en sus celebraciones de mayor enjundia. Es natural, en una época de tan sofisticado bagaje escenográfico, que la corporación se dotase de elementos para resaltar su ubicación en el templo. Así, se contabiliza en 1679 “un retablo pintado con sus remates” al que se sumaban “dos gradas” y que serviría, a buen seguro, para albergar la imagen en los momentos que se ostentaba fuera de su camarín21. También, en consonancia con las preocupaciones espirituales de su tiempo, la institución adquirió los preceptivos elementos dedicados a cumplir las últimas voluntades de sus miembros. Así, junto al “estandarte de damasco morado Con asta Cruz y cordones” destinado “Para los entierros” se incorporó “un paño de Damasco Morado con la hechura de Jesus enmedio” para figurar sobre los catafalcos22. A partir de 1663 se contabilizan, además, “dos tablas en que se lleva [a enterrar] a los difuntos” y que concretan las prácticas fúnebres sostenidas en su instituto23. No cabe duda, que la amplia diversidad de ceremonias mantenidas por la institución precisaba una serie de enseres específicos para cada una de ellas. La variedad de esta religiosidad moderna aún encuentra otras expresiones sugestivas. Así, en 1656 se recoge “una hechura de un Sancto Xpo. Crucificado Con Un velo negro Para la Comunión del Jueves Sancto” que acom-

15 Ídem: f. 38.

18 Ibídem: f. 5.

21 Ídem: f. 37.

16 Ibídem: f. 37.

19 AHCJN, Imbentarios… (doc. cit.): ff. 6 y 6 vto.

22 Ibídem: f. 1.

17 Ibídem: f. 1 vto.

20 AHCJN, Libro de… (doc. cit.): f. 5.

23 Ibídem: f. 9.

“...un ajuar textil mucho mayor que expresa la preocupación constante por adquirir nuevos textiles adecuados al culto divino”

14 AHCJN, Libro de… (doc. cit.): f. 37.

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pañaba a los cofrades dentro del triduo sacro24. Siguiendo las referencias a esta efigie a lo largo de la centuria se describe cómo era portado hasta el vecino convento de San Agustín para participar en la misa “In coena Domini”. Este dato es representativo pues sirve para trazar un paralelo con una costumbre semejante también documentada en la cofradía homónima de Cartagena25 y que prueba como, pese a las tiranteces existentes con los agustinos, la Cofradía de Jesús participaba dentro de las 24 AHCJN, Libro de… (doc. cit.): f. 1. 25 MONTOJO MONTOJO, V. y MAESTRE DE SAN JUAN PELEGRÍN, F., La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (Marrajos) de Cartagena en los siglos XVII y XVIII, Cartagena, Cofradía de Jesús Nazareno, 1999: p. 84.

ceremonias de “la Comunidad”26. Aunque todavía hay datos que permitirán ampliar lo relativo a la presencia externa de la cofradía en los días de la Semana Santa, ante todo en la visita protocolaria a los monumentos que acontecía tras el final del cabildo de la tarde de Jueves Santo, ahora cabrá limitarse a pormenores distintivos del Nazareno. En este sentido, hay que referir la singular presencia de efigies vicarias del titular que eran usadas públicamente. Esta duplicidad consta de una sutil trascendencia en el ámbito levantino advirtiendo, acaso, semejanzas con la efigie valenciana de la Virgen de los Desamparados27. Ya en el inventario de 1656, se alude a “La hechura de Jesús que se saca En las ferias” y que refiere la existencia de algún ejercicio piadoso que era común entonces en la vida anual 26 AHCJN, Imbentarios… (doc. cit.): f. 8. 27 Es sugerente, como parece intuirse de la lectura documental, que tales efigies vicarias cumplían la representatividad pública del titular que, por el contrario, permanecía reservado y oculto en el interior de su camarín. Dadas las semejanzas, como es sabido, los pormenores del culto a la valenciana Virgen de los Desamparados eran bien conocidos en Murcia desde, al menos, las últimas décadas del siglo XVI: MUÑOZ BARBERÁN, M., Memoria de Murcia (Anales de la ciudad de 1504 a 1629), Murcia, Academia Alfonso X el sabio, 2010: p. 179.

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de la entidad. Seguramente, la función de esta imagen de cartón varió con el paso del tiempo pues en 1714, cuando aún se constata, se dice que era usada para componer uno de los “pasos de la Via Sacra de San Diego” indicándose, por último, que se usaba para pedir donativos en dicho acto. Es conocido como, además, se incluían representaciones de Jesús en relieve sobre los cetros, hechos todos de plata, que servían para demandar limosna por las calles. Aún se usa esta tipología en la famosa romería de la Virgen de la Cabeza de Andújar, siendo representativo allí de la figura del hermano mayor, sirviendo igualmente esta usanza en las presidencias de las cofradías de la Semana Santa conquense. Finalmente, debe recordarse la presencia de “tres tablas […] con la fegura de Jesus y de la mujer Veronica”28. Se trataba, al parecer, de pinturas con estas representaciones para prestarse a la casa de los cofrades enfermos a cambio de un donativo. En este sentido se advierte en 1667 la presencia de otra más para “los ermanos del numero con una imagen de Nuestro Padre Jesus” que estaba depositada en casa del tesorero29. Con todo, se advierte una práctica religiosa bien distinta de la que se ha trasmitido: plena de prácticas activas que, más allá del culto al Nazareno en su capilla, proyectaba su efigie a la esfera pública mediante fórmulas persuasivas. Así, desde la dimensión teofánica del icono, pleno de solemne gravedad, se alcanzaba la esfera externa por medio de recursos sensitivos plenos de plasticidad. Todo ello consiguió que el fervor por el titular se extendiera más allá de la particularidad que, mucho después, será tomada por representativa.

28 AHCJN, Libro de… (doc. cit.): f. 5 vto. 29 Ídem: f. 19 vto.


EXALTACIÓN DE NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO Enrique Gambín López | Profesor de Literatura y escritor

Descansan en el Monumento las Espigas del Sagrario, Cristo ya aguarda el momento para ascender al Calvario. A las puertas de tu templo, oh Señor de esta Ciudad ante tu Imagen tiemblo, por tu Gloria y Majestad. Es tu mirada bendita, espejo de la Redención que te interpela e invita a una profunda emoción. Divino Jesús Nazareno, llama al Padre de Bondad, sálvanos del cruel veneno; líbranos y ten piedad. Unas manos prodigiosas de incierta procedencia, tallaron tu Imagen hermosa, por la que inspiras clemencia. Dicen que Juan de Aguilera pudo ser quien te talló, pero da igual quien lo hiciera, pues tu Rostro perduró. Llevas túnica morada, cuatro Ángeles te escoltan con el alma acongojada, los signos de tu Pasión portan. Nos diriges tu mirada, regalando tu Perdón, en esta huertana alborada danos tu Bendición.

¿Quién se puede resistir, ante tu amargo semblante que es celestial elixir para el corazón orante? Cuando el cielo desató aquella incesante riada, para tu Gloria se salvó, tu imagen tan venerada. Francisco Salzillo turbó su insigne cabeza ante ti, y nunca jamás se atrevió a tu efigie sustituir. Nuestro mayor imaginero se inspiró en tu devoción; plasmó con acierto certero en madera su oración. ¡Señor, cuántas rogativas te pudieron presentar y cuántas velas votivas pudieron tu Faz alumbrar! Y al fin en aquella mañana grandiosa de Viernes Santo un río morado mana, testimonio de tu encanto. En Murcia quisiste elegir a esta cofradía, morada, estandarte en que reunir los fieles a tu Llamada. ¡Solo Tú eres Santo y Bueno Oh divino Redentor! ¡Viva, Jesús Nazareno! ¡Viva, de Murcia el Señor!



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VESTIR LA LITURGIA. APUNTES SOBRE LA RELEVANCIA Y SIGNIFICACIÓN CULTUAL DE LOS ORNAMENTOS LITÚRGICOS EN LA COFRADÍA DE JESÚS Santiago Espada Ruiz | Licenciado en Historia del Arte

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a colección de ornamentos litúrgicos, que a lo largo de los siglos fue atesorando la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, independientemente de su carácter formal, riqueza, variedad y calidad artística, representó un relevante patrimonio al servicio de la liturgia cuya función principal no era otra que la de realzar, dignificar y magnificar los valores expresivos y simbólicos del culto, asociados a la veneración de su titular, pues, ante todo, eran elementos esenciales de las celebraciones litúrgicas del Rito Romano. El estudio y el conocimiento de este ajuar litúrgico a través de sus fuentes documentales y el análisis de ejemplos de ornamentos conservados, revela el papel esencial desempañado por estas obras de arte textil (biblias escritas en seda, oro y plata) que cargadas de simbolismo fueron testigos de una doctrina religiosa cuya transmisión al fiel se realizaba mediante la representación visual1. Un ajuar litúrgico 1 PEREZ SÁNCHEZ, M..: La magnificencia del culto. Estudio histórico-artístico del ornamento litúrgico en la diócesis de Cartagena. Murcia. Real Academia Alfonso X EL Sabio. Obispado de Cartagena. 1997, p. 22.

cuya excelencia y esplendor alcanzado a lo largo del tiempo, y principalmente a partir del siglo XVIII bajo los mandatos de Joaquín Riquelme y Togores y Francisco Gonzáles de Avellaneda, bailío de Lora y señor de Benavente, sufrió una merma notable ocasionada por los avatares de la historia, razón que motivó a la actual junta particular al firme compromiso, en la medida de sus posibilidades, de dotar y recuperar ornamentos acordes al boato que requiere su titular, la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que sean dignos de formar parte del patrimonio artístico de la cofradía con miras a cumplir con los pilares fundamentales de tan histórica y antigua institución.

“...que motivó a la actual junta particular al firme compromiso de dotar y recuperar ornamentos acordes al boato que requiere su titular”

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Los ornamentos que vistieron la liturgia de la Cofradía de Jesús es un tema lo suficiente amplio para ser abarcado en este artículo, por ello tan solo se recogen unos apuntes y nociones puntuales sobre este singular e imprescindible patrimonio. LEX ORANDI, LEX CREDENDI Ciertamente, las constituciones de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Murcia, aprobadas en su iglesia privativa en octubre de 2010, recogen en su capítulo y artículo primero, De los Fines, que “es su fin primordial tributar a su amantísimo Padre Jesús Nazareno rendidos obsequios y ofrendas piadosas, así como conservar sus imágenes, promoviendo su mayor Culto y veneración para el provecho espiritual de las almas […]. Constituye la máxima expresión de promoción del culto a las imágenes de esta cofradía, la solemne Procesión del Viernes Santo, que nos recuerdan los misterios de nuestra salvación; la educación en la fe y de propagación del Evangelio; así como procurar que,


en el desarrollo de su piadosa misión, se conserven, siempre que sea posible, los buenos usos y costumbres consagrados por la tradición o antigüedad y que no se opongan a los mandatos de la Santa Madre Iglesia”. Teniendo presente que la Cofradía de Jesús nace al abrigo de los preceptos del Concilio de Trento y la Contrarreforma, que estimularon tanto la formación de cofradías como la mejora del culto litúrgico, los objetivos enumerados están en total consonancia con los ideales por los que se viene rigiendo desde sus orígenes (1600), que desembocan no solo en sacar una catequesis escenificada por las calles de nuestra ciudad, sino en rendir el mejor culto y veneración a su titular a lo largo del calendario litúrgico anual. Sería un error identificar la Semana Santa sólo con los desfiles procesionales porque llevaría a reducir su realidad a una visión parcial y muy limitada, pues no debe olvidarse que hay “otra” Semana Santa, íntimamente ligada a las mismas cofradías pero, en este caso, vinculada a la liturgia y a la celebración en los templos principalmente a través de, entre otros, quinaros cuaresmales, Vía Crucis, novenarios, triduo sacro de Jueves, Viernes y Sábado Santo2. Son en esas celebraciones donde juegan un papel fundamental los ornamentos litúrgicos, también denominados vestiduras sagradas, cuya magnificencia y boato, lejos de ser algo banal o una opulencia vacua, dignificaban y estaban al servicio de la liturgia para mayor honra y gloria de Dios. La Liturgia es vida para todo el pueblo de 2 RIVAS CARMONA, J.: “La Semana Santa y su significación artística” en, VIDAL BERNABÉ, I. y CAÑESTRO DONOSO, A. (Coords.): Arte y Semana Santa. Monovar. Edita Hermandad penitencial y cofradía de nazarenos del Santísimo Cristo Crucificado y María Santísima de la Esperanza, 2016, p. 20.

Fig. 1. Extracto del inventario de la Cofradía de Jesús, año 1749, donde se recoge donación de ornamentos litúrgicos.

Fig. 2. Extracto del Inventario de la Cofradía de Jesús, de 1714, donde se recogen diversas casullas que formaban parte de su patrimonio.

la Iglesia, afirmó el Papa Francisco en su discurso de la 68 Semana Litúrgica Nacional Italiana, y en esa liturgia el ornamento es vital. En palabras de San Jerónimo conviene tratar los misterios del Señor con conciencia pura y vestidos adecuados […]3. Se podría afirmar que el presidente y los demás ministros de la celebración litúrgica se revisten de modo simbólico para ejercer sus ministerios, vestiduras sagradas sometidas, desde sus orígenes hasta las reformas promovidas por el Concilio Vaticano II (1962), a una continua renovación, en cuanto carácter, tipología, diseños y color, en virtud de su funcionalidad y servicio litúrgico. El patrimonio textil atesorado por la Cofradía de Jesús, rehecho a partir de 1670 tras la riada de San Calixto, podría 3 PÉREZ VILLANUEVA, A.: Los ornamentos sagrados en España. Su evolución histórica y artística. Barcelona-Buenos Aires. Editorial Labor. 1935, p. 65. LUENGO MENA, J.: Manual de Liturgia. Editorial Almuzara. 2019, p. 7.

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englobarse en tres grandes grupos: túnicas de nazareno destinadas a los partícipes del procesional de Viernes Santo, indumentaria para sus imágenes religiosas y ornamentos litúrgicos. Todos ellos eran adquiridos a través los recursos financieros con los que contaba antaño la Cofradía de Jesús, cuyos cauces fundamentales procedían de limosnas, donaciones, cuestaciones públicas o la organización de corridas de toros, que eran celebradas en la vieja plazuela de la Arrixaca4. Precisamente parte de los ingresos extraordinarios recaudados en estas corridas era invertido en ornamentos para el culto, como sucedió en 17335. A continuación, se señalan algunas efemérides relacionadas con esta cuestión. La inmensa devoción que los 4 BELDA NAVARRO, C.: Estudios sobre Francisco Salzillo. Murcia. Editum. 2015, p. 110. 5 MONTOJO MONTOJO, V.: “Apuntes a la reseña histórica de la Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (S. XVIII), Murgetana, 129, (2013), p.38.


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murcianos profesaban a Nuestro Padre Jesús le valió que en momentos de grandes dificultades fuese solicitado en diversas ocasiones para realizar rogativas en la catedral, ruegos que tristemente vuelven a ser actualidad en pleno siglo XXI y que han tenido lugar nuevamente el pasado diez de marzo de 2022, acompañando como en otras rogativas históricas documentadas a la Virgen de la Fuensanta, para pedir su intercesión ante el Altísimo por el fin de la pandemia del coronavirus. Precisamente en 1719, veinticinco doblones le fueron ofrecidos de limosna por el Ilustrisimo Cabildo a Jesús por el socorro del agua que se habían conseguido en la rogativa que se hizo ese año a su divina imagen en la Catedral y con dicha cantidad se hizo un terno de Damasco Carmesí para el culto de Jesús ejecutándose de la siguiente forma: Primeramente se compraron cuarenta y dos baras de Damasco Carmesí y todos los fleques, anchos y estrechos, blancos y carmesíes y se hizo una Capa pluvial, una casulla, su estulo y manípulo. Dos Dalmáticas con sus estolas y Manípulos. Una Bolsa para Corporales. Un frontal. Un fazistol y Un Paño de Pulpito (Fig. 1)6. Por aquellos años, hacia 1720, la Cofradía de Jesús recibió nuevas donaciones de ornamentos por parte de algunos presbíteros, así como también se costeó otro terno de damasco carmesí para el culto y fiesta anual de la Exaltación de la Santa Cruz, cuyo coste ascendió a 1.540 reales. En 1732 un devoto, cuyo nombre quiso que quedara en el anonimato, donó a la cofradía un terno completo en dos colores, anverso y reverso, para una mayor funcionalidad. Aunque nos consta qué colores eran, casi con total seguridad, uno de ellos era al menos morado 6 Archivo de la Cofradía de Jesús. Inventarios de los años 1714 a 1754, fols. 6 y 7.

o carmesí. El inventario del año 1749, en su folio 17, recoge que las madres Capuchinas dieron en limosna a la cofradía, por solicitud de su capellán, una casulla verde de Picote de seda redonda, con Manípulo, un Zíngulo y Amito con zintas, una estola y manípulo de Damasco blanco [sic], así como también otros sacristanes mayores donaron una estola verde nueva para que estuviera el vestuario completo [sic]. El mandato de Joaquín Riquelme y Togores sobresalió en cuanto a donaciones e incremento del patrimonio artístico. Suya fue la iniciativa, como recogen las cuentas del año 1763, de donar 14 varas de damasco color violeta con ramos de oro, que importaron 1995 reales, destinadas a la realización de un estandarte7. El 12 de mayo de 1778 doña María Juana Martínez Galtero regaló un terno encarnado de seda, con galones de oro, palo de púlpito, facistol y tres albas. Las donaciones de ornamentos prosiguieron también a lo largo del siglo XIX y, siendo la cofradía plenamente consciente de la fragilidad y deterioro de su patrimonio textil litúrgico, se mejoraron y renovaron aquellas que estaban en mal estado, algunas de ellas realizadas en el convento de las madres Agustinas8. Quienes estuvieron antaño al mando de la cofradía siempre prestaron especial atención en que los ornamentos estuvieran dignos, y su mejora siempre se efectuó en la medida de sus posibilidades. Esto es algo que se evidencia, tanto en las fuentes documentales como, en dos de las casullas más antiguas que se conservan, ambas de color salmón: sobre sus tejidos, de estilo Revel y rococó (XVIII), se le aña-

dieron claves (o escapulario) realizados con tejidos de seda color carmesí que contienen diseños propiamente decimonónicos (fig. 4). En la junta ordinaria de 11 de marzo de 1898, el señor Catañ, como mayordomo de cultos, expuso el mal estado en que se encontraban ciertos ornamentos destinados al culto y de la urgente necesidad de reponerlos, acordándose que dicho Sr. Mayordomo quedaba facultado para adquirir lo preciso y necesario, dentro de la prudente economía que en las presentes circunstancias debe tener en cuenta esta religiosa Corporación9. EL CARÁCTER DE LA INDUMENTARIA LITÚRGICA Los ornamentos litúrgicos, tal cual los conocemos hoy día, son el resultado de una paulatina evolución y transformación formal y estética a lo largo de los siglos cuyos orígenes se remontan a los primeros tiempos del cristianismo. En origen, el vestuario litúrgico no era otro que el propio de la indumentaria civil grecorromana. Esta primitiva identidad en la indumentaria cultual se mantendrá en el tiempo durante varios siglos, siendo en tiempos de Constantino, una vez reconocido oficialmente el cristianismo, cuando se empiezan a introducir diferencias que plasmasen el pasaje del Éxodo, donde manda el Señor hacer una indumentaria especial para el sacerdote, de modo que el pueblo no se atraviese a vestir de igual modo (Ex 28). No sería hasta el siglo VI cuando empiece a delinearse la creación de un vestuario litúrgico propio y exclusivo, con un carácter sagrado y simbólico tal y como se concibe

7 MONTOJO MONTOJO, V., op. cit., 2013, p. 42 8 MONTOJO MONTOJO. V.: “La Cofradía de Jesús en la Regencia de Mª Cristina de Borbón (18331840) y 1852 -1868”, Murguetana, 143 (2020), p. 85-114.

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9 MONTOJO MONTOJO, V.: “La Cofradía de Jesús y el Conde de Roche en el último cuarto del siglo XIX”, Murguetana, 125 (2011), p. 245.


Fig. 3. Detalles de casullas confeccionadas con tejidos de estilo Jean Revel y rococó de la Cofradía de Jesús.

hoy día. Su utilización empezaría a ser codificada desde entonces, quedando su carácter y forma inmovilizada hasta nuestros días. El Liber Pontificalis será el primer documento que suministre datos acerca de la normalización del uso del ornamento litúrgico10. A través de esta formalización de la práctica de la indumentaria ceremonial no solo se rendía culto al Altísimo en las distintas celebraciones litúrgicas, sino que a su vez se permitía distinguir a los hombres por medio de un paradigma de decoro ético. A ello hace referencia el artículo 297 de la Ordenación General del Misal Romano (1978) donde reza que “En la iglesia, que es el Cuerpo de Cristo, no 10 PÉREZ SÁNCHEZ, M., op. cit., pp. 17-84. PÉREZ DE VILLANUEVA, A., op. cit., pp. 65-70.

todos los miembros desempeñan un mismo oficio”, algo que se manifiesta en el sagrado culto por la diversidad de las vestiduras, que, por consiguiente, constituyen un distintivo propio del oficio desempeñado. Los ajuares de ornamentos litúrgicos están compuestos por prendas que se engloban en dos grandes grupos: vestiduras litúrgicas interiores y vestiduras litúrgicas exteriores. Son estas últimas las que se mayor interés académico acaparan, desde el punto de vista cultural y desde la mirada de la historia del arte, por ser las más ricas, suntuosas y herederas de las virtuosas labores artísticas del arte textil, estando conformadas por la casulla, dalmática, capa pluvial, estola, manípulo y paños humeral. Estas, hasta el Concilio Vaticano II, formaban parte del

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denominado terno litúrgico, y se ponían sobre las denominadas vestiduras litúrgicas interiores, alba, tunicela o el amito, para ser utilizados en una misma ceremonia. El celebrante, presbítero u obispo, visten casulla además de poder incorporar estola y manípulo, así como capa pluvial y paño humeral en procesiones o en la exposición y bendición con el Santísimo. Sus asistentes, diácono y subdiácono, visten dalmáticas, sustituidas en cuaresma y Viernes Santo por las planetas. Estas tres prendas fundamentales componen el llamado terno y se complementa con otras piezas, igualmente elaboradas con ricos textiles, como son el cubre cáliz, la bolsa de corporales, así como otros paños ornamentales destinado a “vestir” el altar, el frontal, los púlpitos, los atriles y


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Fig. 4. Detalle del tejido de seda color morado de una capa pluvial de la Cofradía de Jesús cuyo decimonónico diseño emula los propios de los terciopelos labrados, o Melogramo, del siglo XVI, protagonizado por piñas, símbolo de la unidad de la Iglesia.

el facistol. La existencia de estos paños queda plenamente documentada en los inventarios de la Cofradía de Jesús: por ejemplo, en los de 1714 y 1719 se recoge un paño de pulpito de tafetán morado doble con fleques de seda y plata y en medio una cruz de galón de plata, y guarnecido alrededor con un encaje de plata [sic], así como un frontal de tela de plata verde con sus puntas de plata y vastidor [sic]. De todos los ornamentos mencionados la casulla es la prenda ornamental más característica del sacerdote y la que más trasformaciones ha sufrido en cuanto a morfología hasta conformarse en la característica forma de guitarra española que tan familiar nos resulta. Es una prenda, al igual que el resto de los ornamentos, que a lo largo de la historia ha sido confeccionada con tejidos de seda de gran calidad y decorada primorosamente al ser un ornamento que el sacerdote lleva como símbolo de dignidad. La apariencia de

la casulla desde el punto de vista estilístico, al igual que el resto de los ornamentos como se mencionó anteriormente, se fue acomodando a las modas y novedades artísticas de cada tiempo histórico. Siguiendo una secuencia cronológica, hasta el siglo XV sus soportes se caracterizan por la presencia de lacerías y diseños geométricos de estirpe islámica, que podían contener motivos heráldicos y zoomorfos, en cuya clave se ubicaba imagenería. El ejemplo más representativo es la célebre casulla del sacerdote Ginés Pérez Chirinos de Caravaca de la Cruz (siglo XIV). Desde el siglo XV al XVII se confeccionarán principalmente con tejidos de damasco y terciopelo labrado lisos o con motivos decorativos en base a piñas y granadas formando roleos y globos, denominados Melogramo y de origen italiano, sobre los cuales se ubicarán en sus clave delanteros y traseros imagenería bajo arquitectura, arcos, medallones

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y cartelas, como por ejemplo el terno rojo del segundo marqués de los Vélez (ca.1574), imaginería que a partir del siglo XVII será sustituida por decoración floral y vegetal de simbolismo religioso a modo de candelieri y grutescos como consecuencia del pujante interés por la búsqueda del naturalismo a raíz del descubrimiento de las pinturas de la Domus Aurea (Roma, ca. 1506). Uno de los ejemplos más representativos es el terno rojo del Obispo Trejo. Si por algo se caracteriza el arte textil del siglo XVIII es por su exuberancia creativa englobada bajo los estilos, bizarro (hasta 1720), Jean Rebel (ca. 1735), rococó (1740-60) neoclásico (1770-siglo XIX). Ejemplos conservados de este periodo son la casulla morada del cardenal Belluga (primer tercio del siglo XVIII), la del obispo Mateo y la casulla conocida como “del Cordero” perteneciente a la parroquia de Santiago Apóstol de Lorca, del primer cuarto del siglo XIX. Los temas decorativos del arte textil litúrgico de periodo decimonónico murciano se caracterizarán por seguir las pautas del estilo imperio emanado desde la corte de Napoleón, un retorno al clasicismo, pero sobre todo por un revival de temas decorativos pertenecientes a periodos anteriores, algo que prolongará a lo largo del siglo XX. EL USO DEL COLOR EN EL ATUENDO LITÚRGICO En el rito de la eucaristía, el color cumple un papel primordial. El uso dado a determinados colores, todos ellos de gran carga simbólica, dentro de la liturgia, les ha valido la denominación de colores litúrgicos, y difieren en función de la festividad del calendario en la que se utilizan. En la actualidad, a raíz de Concilio Vaticano II, los colores litúrgicos son el blanco, para el tiem-


po de Navidad, tiempo pascual y fiestas del Señor, de la vírgenes y santos y santas no mártires; el rojo, color del martirio, para el Domingo de Ramos, Viernes Santo, Pentecostés, Exaltación de la Santa Cruz y fiestas de los apóstoles, evangelistas, mártires y para el sacramento de la Confirmación; y el morado, penitencial, cuyo uso se extiende durante el adviento y cuaresma, pudiéndose emplear también en misas de difuntos y en aquellos lugares donde el Santísimo Sacramento está expuesto, así como en rogativas; el verde, signo de Resurrección, para los domingos y tiempo ordinario; el rosa, simbolismo de alegría, pudiéndose emplear el III domingo de adviento (Gaudete) y e IV de cuaresma (Laetare); el dorado, que puede emplearse en las grandes solemnidades para resaltar la importancia del día; y el azul en la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, privilegio concedido a España, y por extensión a todos sus antiguos territorios (1819/1879)11. Pero este uso del color en la liturgia no siempre fue así. En los inicios del cristianismo (antes del siglo VIII) no se halla rastro de colores litúrgicos propiamente dichos, razón que lleva a los historiadores a la teoría de que el color predominante en el ornamento y vestiduras sagradas era el blanco, del cual derivan todos los demás y ello lo convierte en símbolo de Dios y de la Verdad Absoluta. En cualquier caso no se descarta, que esas blancas vestiduras estuviesen a su vez adornadas con recamados en oro, plata y con bordados en colores, sobre todo del púrpura, pues, en los mosaicos de San Vital, en Rávena (siglo VI), por ejemplo, las sagradas vestiduras son de color púrpura, o en la basílica de 11 URDEIX, J., op. cit, pp. 62 y 63. LUENGO MENA, J., op. cit., pp. 215 y 216.

San Ambrosio en Milán (siglo V) donde el santo aparece vestido con una pénula de color amarillo, lo cual lleva a pensar que el artista no escogía al azar el color de la indumentaria cultual sino que gestaba un retrato fiel.

“Tras esta reforma del Misal romano de Pío V y las decisiones del Concilio de Trento, todas las diócesis de la Cristiandad adoptaron de forma paulatina los colores litúrgicos impuestos desde Roma, blanco, rojo, negro, morado y verde” Los primeros testimonios de la tendencia de usar un determinado color en la indumentaria litúrgica se hallan en el Ordo de San Amadeo (siglo IX) publicado por Duchesne, Origines du culte chrétien, donde se menciona que los días de letanías y fiestas de la purificación el pontífice y los diáconos vestían de negro. Será durante el imperio carolingio, y después del II Concilio de Nicea (787), cuando el color entre de modo masivo en el templo cristiano, con una singular variedad y riqueza de colores en los ornamentos litúrgicos. Esta variedad cromática se entiende como producto de las tendencias místico-simbólicas de ese periodo, ya que veían una estrecha relación entre cada uno de los colores y su eficacia espiritual y la índole de las diversas fiestas del año eclesiástico. Es por ello que se

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explica el uso de los colores en la indumentaria sagrada en relación con los tiempos litúrgicos. El primero que trató con cierta amplitud el tema de los colores litúrgicos, dictando normas además de su correcto uso en su De sacro altaris mysterio, fue el cardenal Lotario, futuro Papa Inocencio III (11981216). El texto de Lotario sobre el uso del color en su tratado, más descriptivo que normativo, estaba orientado hacia cierta unificación de la liturgia. En él se establecen los cuatro colores que debía usar la Iglesia de Roma: blanco, rojo, verde, negro, incluyéndose dentro de este el morado por ser un color afín. Ya en pleno Renacimiento, Pío V reforma el Misal (hacia 1570) y admite como legítimos nuevamente los cinco colores litúrgicos de Inocencio III, pero agregó uno más, el rosa, que según el Coeremoniale Episcoporum, debía utilizarse a modo de sustitución del color morado en el domingo tercero de adviento en el cuarto de cuaresma, aunque terminó cayendo en desuso en múltiples lugares. Tras esta reforma del Misal romano de Pío V y las decisiones del Concilio de Trento, todas las diócesis de la Cristiandad adoptaron de forma paulatina los colores litúrgicos impuestos desde Roma, blanco, rojo, negro, morado y verde, con los simbolismos mencionados, si bien numerosas particularidades locales sobrevivieron hasta pleno siglo XIX. Aunque estos colores tienen representación en los documentos históricos de la Cofradía de Jesús, el morado sobresale notablemente por su presencia, plenamente justificada por la estrecha vinculación del carácter penitencial de la misma con toda la teorización simbólica oficial asociada a ese color.


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FACTUS EST PRINCIPATUS SUPER UMERUM EJUS. A PROPÓSITO DE LA LLAGA DEL HOMBRO DE JESÚS NAZARENO

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Ramón de la Campa Carmona | Academia Andaluza de la Historia

onsabida es la devoción a las llagas del Señor, sobre todo a las cinco del Calvario: las cuatro de los clavos y la quinta de la lanzada, que ha cristalizado en un ejercicio piadoso muy difundido. A éstas se suman las llagas de la flagelación y de la corona de espinas, que representan la humillación a la que se sometió voluntariamente el Hijo de Dios, cuyo reino no es de este mundo. Pero nosotros vamos a hablar de una llaga con un alto contenido bíblico y místico, la llaga del hombro camino del Calvario. La técnica meditativa de la compositio loci, de raigambre medieval y recogida principalmente por los jesuitas, parte de la contemplación imaginaria o real de una escena u objeto como apoyo en la meditación. A veces ciertos elementos, como en este caso, cristalizan en devociones, que en general tienen su origen en privadas revelaciones, experiencias religiosas o milagros de santos o a través de la literatura religiosa a partir de los Santos Padres hasta los místicos medievales y de la Edad Moderna, y se plasman en la vida de la Iglesia en plegarias particulares o, incluso, en tipos iconográficos concretos.

SAN BERNARDO Y LA DEVOCIÓN POSITIVA A LA LLAGA DEL HOMBRO La devoción positiva a la llaga del hombro de Jesús tiene a dos místicos de tremenda influencia en la vida de la Iglesia como sus principales difusores, uno medieval y otro contemporáneo. San Bernardo de Claraval, figura clave del mundo de su época y que marcó la conformación de la piedad católica por siglos, fue su iniciador. Nos transmite una piadosa tradición que, estando en oración, le preguntó al Señor que cual fue su mayor sufrimiento ignorado, y Éste le respondió: “Tenía en mi hombro, mientras soporté mi Cruz en la Vía Dolorosa, una herida grave tres dedos de profundidad, y que había dejado tres huesos descubiertos, que era más dolorosa que las demás, y que no es recordada por los hombres. Honra esta herida con tu devoción y te daré todo lo que me pidas a través de su virtud y su mérito, y revélala a los fieles, y que sepan que cualquier gracia que me pidan en virtud de esta llaga les será concedida, y a todos los que por amor a ella me honraren con tres paternóster, tres avemarías y tres gloriapatri al día perdonaré los pecados veniales y no recordaré sus pecados mortales, y no morirán de muerte repentina, y al borde de la muerte

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serán visitados por la Santísima Virgen y recibirán gracia y misericordia”. Tras recibir este mensaje, trató de fomentar la devoción a la Llaga del hombro de Cristo, y se cree que escribió esta oración: Oh amantísimo Jesús, Cordero de Dios mansísimo, yo, miserable pecador, saludo y venero la sacratísima llaga que, en tu hombro, sufriste mientras llevabas el pesado madero de tu cruz; por esto como también por los tres huesos desollados soportaste un singular dolor y suplicio en tu bendito cuerpo por encima de las demás heridas. Te adoro, afligidísimo Jesús, y desde lo íntimo del corazón te alabo, bendigo y glorifico, y te doy gracias por esta sacratísima y penosísima llaga de tu hombro, rogándote humildemente que por aquel grandísimo dolor que te infligió aquella, y por el grande peso de tu cruz, tengas misericordia de mí, pecador, perdones mis pecados veniales y mortales y me conduzcas por el camino de tu cruz al cielo. Amén1. 1 Preces Gertrudianae, sive vera et sincera Medulla devotissimarum Precum, potissimum ad ipso Christo dictatarum, et per Spiritum Sanctum revelatarum: Ex mellifluis divinisque Revelationibus Beatissimarum Virginum et Sororum Gertrudis et


En algunos lugares le atribuyen la concesión de una indulgencia plenaria por parte de Eugenio III, Papa del 1145 al 1153, pero esta opinión la verdad es que no tiene respaldo documental; de este pontífice sólo consta la concedida por la convocación de la II cruzada, dirigida al rey Luis VII de Francia, con la bula Quantum praedecessores, del uno de diciembre de 1145.

consejo, tampoco podía faltar aquí. En su célebre Mística Ciudad de Dios anota en su relato de la Pasión: “los ministros cargaron sobre los delicados y llagados hombros de Jesús la pesada Cruz en que había de ser crucificado”2, y añade más adelante: “y el peso de la Cruz le abrió de nuevo otra llaga en el hombro que se la cargaron”3.

SANTA BRÍGIDA DE SUECIA

También tiene su lugar justificadísimo en este breve elenco la mística y escritora alemana Ana Catalina Emmerich (1774-1824). En su Pasión Dolorosa de Nuestro Señor Jesucristo, influyente hasta en la cinematografía actual, nos dice del camino del Calvario: “con la mano derecha sostenía la cruz sobre su hombro derecho” 4, y añade más adelante sobre esta llaga: “Había una herida terrible en el hombro que había llevado el peso de la Cruz. Y toda la parte superior del cuerpo estaba cubierto de moretones y muchas marcas de los golpes de los azotes”5.

No podía faltar en este tema la célebre mística Santa Brígida de Suecia (1303-1373), una mujer, además, que en el siglo XIV influyó decisivamente en la historia de Roma y del papado. Entre sus Quince Oraciones, para recitar durante doce años, con la promesa de gracias e indulgencias, en la quinta, La subida de Jesús al Calvario bajo el peso de la Cruz, leemos el recuerdo de la cruenta llaga del hombro y su valor expiatorio: “Padre Eterno, de las manos purísimas de María y del Divino Corazón de Jesús, te ofrezco los sufrimientos que sufrió Jesús en la ascensión al Calvario y, en particular, la Santa Llaga del Hombro y la Preciosa Sangre que salió de ella, en expiación por mis pecados y los de los demás de rebelión a la cruz, de rechazo de tus santos designios y de cualquier otro pecado de la lengua, como protección contra ellos y por un auténtico amor por la Santa Cruz”. SOR MARÍA JESÚS DE ÁGREDA Otra mujer destacada, pero en este caso de la España de Felipe IV, la concepcionista sor María Jesús de Ágreda, que aunó su altura mística con su don de Mechtildis, Comitissarum de Hackuborn, Ordinis Sancti Benedicti excerptarum, Joseph Reymann, Monasterio de Einsideln, 1674, pp. 149-150. La traducción de la oración es mía; he primado la literalidad para su comprensión exacta.

en las estaciones de las tres caídas. Así, por ejemplo, leemos en la Devoción del Santo Egercicio del Via Crucis de Manuel Martín, editado en 1839: “Considera, alma, en esta Sétima Estación cómo es el lugar de la Puerta Judiciaria, en donde cayó el Señor segunda vez por habérsele hecho en el hombro una llaga muy grande y mortal”6.

LA BEATA CATALINA DE EMMERICK

CONSIDERACIÓN DE LA LLAGA DEL COSTADO EN EL EJERCICIO DE LA VIA­CRUCIS Esta llaga del hombro es también muy frecuentemente recordada en el ejercicio de la Viacrucis, sobre todo 2 Mística Ciudad de Dios, t. V, Imprenta de Pablo Riera, Barcelona, 1860, 2ª parte, lib. VI, cap. XXI, p. 308. Cf. también, de la misma autora, aunque es una obra menos conocida y editada, Ejercicios Espirituales de Retiro, Editorial Cisneros, Madrid, 1975, p. 11 (sigue la edición de Madrid de 1718), en la “Consideración Cuarta. De cómo llevó el Señor la cruz a cuestas hasta Calvario”, una de sus “Consideraciones de la Pasión de Cristo”. 3 Ibídem, p. 313. 4 “Época undécima. La dolorosa Pasión de nuestro Señor Jesucristo”, en: “Cuarta parte. Visiones de la vida de Jesucristo y de su Madre Santísima”, en: Visiones y revelaciones completas, vol. V, Ciudadelalibros, Madrid, 2012, p. 125. 5 Ibídem, p. 163.

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LA LLAGA DEL HOMBRO Y LA EXPERIENCIA MÍSTICA DE SAN PÍO DE PIE­TRELCINA Un joven Karol Wojtyla, en 1948, cuando aún era sólo un sacerdote que estudiaba en Roma, peregrinó a San Giovanni Rotondo para entrevistarse con San Pío de Pietrelcina. Sabiendo aquél de los estigmas del taumaturgo capuchino, le hizo la misma pregunta que San Bernardo a Cristo, y la respuesta fue similar: la llaga del hombro, a lo que añadió que no lo había revelado a nadie ni había sido nunca curada. Esta conversación permaneció en secreto; el futuro Papa sólo la reveló a su colega, también polaco, el cardenal Andrej Deskur, cuando ya era Papa San Juan Pablo II y, muerto el santo, éste también calló hasta el fallecimiento del pontífice. En San Giovanni Rotondo lo descubrió muchos años después, poniendo en orden las prendas de vestir del Padre Pío por orden del Guardián en febrero de 1971, tres años después de su muerte, Fray Modestino, capuchino lego, paisano del santo, que lo ayudaba en ciertas tareas domésticas. Éste le había revelado una tarde de 1947 que uno de sus grandes dolores era cuando tenía que cambiar 6 Guía del cristiano o Egercicio Cotidiano, Pedro Miñón, León, 1039, p. 159, que reproduce un texto anteriormente publicado en Egercicio qutidiano, de autor anónimo, Miguel y Tomás Gaspar, Barcelona, 1820, p. 326.


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la ca­misa, y él creyó que era por la llaga del costado. Pero se dio cuenta entonces que su camisa tenía una gran mancha a la altura del hombro derecho, cerca de la clavícula, con un diámetro de unos 10 cm, más o menos como la de la Síndone, como veremos a continua­ción. LA CONFIRMACIÓN DE LA LLAGA DEL HOMBRO EN LA SÁBANA SANTA Pero no sólo es revelada esa llaga por la literatura mística. En la Sábana Santa se puede observar una mancha cuadrangular de unos 10 x 9 cm a la altura del omóplato derecho, de la que más de un observador había extraído que debía ser producto de una luxación del hombro de origen traumático, pero una dislocación no provoca desgarro de la epidermis y flujo sanguíneo, por lo que el rasgamiento debió ser continuado para dejar esa impronta en el tejido de la Síndone. El estudio médico de ésta ha confirmado la dislocación del hombro, la parálisis de un brazo y un traumatismo violento en cuello y pecho, provocados por el transporte del patíbulo de la cruz por parte del reo condenado a muerte y por una caída hacia adelante a tierra que le debió provocar un violento golpe. La parálisis del cuello y de los músculos del hombro, al golpearle violentamente cuello y hombro el patíbulo al caer a tierra, le causó el desplazamiento de la cabeza al lado opuesto a la depresión del hombro, y le imposibilitó para seguir portando la cruz, lo que hizo necesario que lo hiciera Simón de Cirene, obligado por los soldados. Por eso el hombro derecho está más bajo que el izquierdo y el ojo derecho retraído en su órbita.

SIGNIFICADO BÍBLICO-SIMBÓLICO DE LA LLAGA DEL HOMBRO El alto significado teológico de Jesús con la cruz a cuestas camino del Calvario está ya prefigurado desde los patriarcas, en el origen del pueblo elegido, en Isaac, el hijo único de Abrahán, a quien, para probar su fe, se lo pidió en sacrificio, a pesar de haberle prometido ser padre de un gran pueblo (Génesis 22). Abraham, fiel a su fe inquebrantable, tomó la leña para el holocausto y la cargó sobre Isaac, en el ascenso hasta la cima del monte del sacrificio. De la misma manera leemos de Jesucristo en Juan 19, 17: “Y Él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, en hebreo, Gólgota”. Ambos recorrieron un ascenso similar, uno al Monte Moriah y el otro, al Calvario. Vemos que Abraham tipificaba al Padre, e Isaac, con la madera sobre sí, al Hijo Único de Dios. Isaac fue llevado como cordero al altar. Jesús también “como cordero fue llevado al matadero” (Isaías 53, 7). Pero mientras Isaac es rescatado, porque es solo figura, Jesús es sacrificado en el ara de la Cruz. Mientras que Abrahán partió de madrugada sólo con dos criados, Cristo va a pleno día camino del Calvario entre la multitud, señala el paso a la realidad. El P. La Puente (1554-1624), representante de la escuela jesuítica de meditación, que siguiendo a San Ignacio recoge la tradición citada de la compositio loci, hace la siguiente consideración: “¡Oh, Padre eterno! ¿qué hacéis viendo salir a vuestro Hijo cargado con la leña de la cruz en que ha de ser sacrificado? ¿Salís, por ventura, como otro Abrahán con su hijo Isaac, llevando en vuestras manos el fuego y el cuchillo con que se ha de hacer el sacrificio? ¡Oh fuego de amor, que ardes tanto en el corazón

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del Padre, que le haces desenvainar el cuchillo de su justicia sobre el Hijo para que sea sacrificado y muerto para dar vida al pecador”7. La Beata Catalina de Emmerick también nos lo recuerda: “El Salvador bajo su peso me recordó a Isaac llevando a la montaña el haz de leña para su sacrificio”8. Igualmente hace alusión a ello la madre Ágreda, en un diálogo mudo de Cristo al abrazar la Cruz: “Padre mío y Dios eterno, yo te confieso Señor del cielo y de la tierra, y obedeciendo a tu poder y querer divino, cargo sobre mis hombros la leña del sacrificio de mi pasible humanidad inocentísima, y le admito de voluntad por la salud eterna de los hombres”9. Jesús con la cruz a cuestas está anunciado así mismo en la figura del Siervo de Yahvé, descrito en el célebre cuarto canto del libro del profeta Isaías 53, interpretado por el cristianismo en clave mesiánica y cristológica, porque anticipa los detalles y el significado de la pasión de Cristo: “Él soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores. [...] Con sus llagas hemos sido curados. [...] Fue maltratado, y él se humilló y no abrió la boca”. Las heridas del Siervo de Yahvé son directamente relacionadas con la llaga del hombro por el benedictino belga Ludovico Blosio (1506-1566), que recoge la tradición de la mística renana dominica, en concreto del considerado su fundador, el dominico Juan Taulero (ca. 1300-1361): “Todo –como Isaías dice– estaba lleno de llagas; no obstante, ha sido anotado por algunos que fue 7 Luis DE LA PUENTE, S. J., “Cuarta Parte. De las Meditaciones sobre los misterios de la Pasión de Jesucristo nuestro Señor”, en: Meditaciones de los Misterios de Nuestra Santa Fe con la práctica de la oración mental sobre ellos (1605-1607), Testimonio, Madrid, 1961, p. 307. 8 Op. cit., p. 125. 9 Op. cit., p. 309.


gravemente lesionado y afectado por la singular llaga en su hombro. Pues el enorme madero de la cruz que se suspendía con su borde cortante le infligió una grave llaga”10. Ambas imágenes se recogen en el cántico de la I Carta de Pedro 2, 21-24: “Cristo padeció por nosotros, dejándonos un ejemplo para que sigamos sus huellas. […] Cargado con nuestros pecados, subió al leño, para que, muertos al pecado, vivamos para la justicia. Sus heridas nos han curado”. Desde esta perspectiva, el dolor, fruto del pecado, que desde una perspectiva meramente humana es un sinsentido, por el ejemplo de Jesucristo, se convierte en un remedio de sanación, en un arma de salvación; el padecimiento del mal se convierte en un crisol que se transforma en bien. Jesucristo nos da su ejemplo, y esto permite pasar al seguimiento en la imitación. Cristo ha precedido al ser humano en el camino del dolor, y lo llama a seguir sus huellas: “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mateo 16, 24; cf. Lucas 21, 28). Simón Cirineo llevando la cruz en el camino del Calvario es así tipo del cristiano, como desarrolla el citado P. La Puente: “También ponderaré cómo Cristo Señor nuestro, aunque pudiera llevar su cruz solo hasta el Calvario, esforzando para ello su carne milagrosamente, no quiso usar de este poder, sino que la cruz se diese a otro que la llevase tras Él, para significar que la cruz se había de comunicar con sus fieles, que, a imitación suya, habían de llevarla, cumpliendo lo que había dicho: ‘Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí

mismo, tome su cruz de cada día y sígame’ (Lucas 9, 23)”11. Jesucristo decidió voluntariamente cargar en su cuerpo con el castigo del pecado (cf. Gálatas 3, 13). “Subió al leño”: esta palabra es usada para designar la cruz por el mismo San Pedro y denota ante todo la afrenta del patíbulo (cf. Deuteronomio 21, 28). El último versículo de San Pedro –“sus heridas nos han curado”– indica el valor salvífico de la pasión de Cristo, tal como había expresado Isaías del dolor sufrido por el Siervo de Yahvé (cf. Isaías 53, 5). Y así la llaga del hombro, que representa la carga de los pecados del mundo, se convierte en fuente de salvación y de triunfo, como exclama la profecía mesiánica: “Porque una criatura nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Estará el señorío sobre su hombro, y se llamará su nombre «Maravilla de Consejero», «Dios Fuerte», «Siempre Padre», «Príncipe de Paz»” (Isaías 9, 5). Como dice el escritor franciscano Antonio de Guevara (ca. 1480-1545), obispo de Guadix y luego de Mondoñedo, “Profetizar Isaías que había de venir Cristo en que un príncipe había de llevar todo su reino sobre su propio hombro era decirnos que el Hijo de Dios llevaría la cruz sobre sí mismo a morir al Monte Calvario; la cual misteriosa profecía como Isaías la profetizó, Cristo la cumplió”. Y más adelante: “Por todo aquel camino de Calvario, ¿qué otro oficio llevaba la santa cruz de Cristo sino irle los hombros moliendo y en las espinas de la cabeza martilleando?”12. Para el P. La Puente la cruz simboliza la carga de responsabilidad del mesianismo regio y se convierte en símbolo

10 “Praeclara admodum Dominicae passionis explicatio, desumpta ex piissimis exercitiis D. Joannis Thauleri”, en: Margaritum spirituale, Juan Waen, Lovaina, 1555, p. 196.

11 Op. cit., p. 309. 12 La primera parte del libro llamado Monte Calvario, Juan de Villaquirán, Valladolid, 1548, cap. XVII, fol. XXIX.

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de salvación, ejecución de su autoridad regia: “Mas ya veo, Señor, que son menester hombros de Dios para llevarla [la cruz]; sobre ellos ha de cargar tu principado, que comienza por la cruz, y la llave de la casa de David [Isaías 22, 22] para con ella abrirnos la puerta del cielo, que hasta aquí ha estado cerrada”13. En la misma dirección se expresa la madre Ágreda: “prosiguió nuestro Salvador camino del Monte Calvario, llevando sobre sus hombros, como dijo Isaías, su mismo imperio y principado, que era la santa cruz, donde había de reinar y sujetar al mundo, mereciendo la exaltación de su nombre sobre todo nombre (cf. Filipenses 2, 9), y rescatando a todo el linaje humano de la potencia tiránica que ganó el demonio sobre los hijos de Adán”14. Por último, a modo de conclusión, terminamos con el principio de la historia de la Salvación, con el protoevangelio (Génesis 3, 15): la descendencia de la Mujer, tipo de María y, consecuentemente de la Iglesia, nuestro Señor Jesucristo, en su llaga del hombro, se simboliza la herida que la serpiente provocó en el talón del Mesías, antes de ser vencido definitivamente; como dice la Carta a los Hebreos 2, 18: “Pues, habiendo sido probado en el sufrimiento, puede ayudar a los que se ven probados”.

13 Op. cit., p. 309. 14 Op. cit., p. 312.




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APUNTES SOBRE LA CELEBRACIÓN DE CULTOS A IMÁGENES DE JESÚS NAZARENO EN SEVILLA José Rubio Pastor

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as cofradías de la ciudad de Sevilla veneran a catorce imágenes que representan a Jesús en el camino del calvario, en diez se puede contemplar a Cristo con la cruz sobre los hombros en la típica iconografía conocida como Nazareno, tres interpretan el pasaje de las caídas y una al Redentor en actitud de recibir el madero de la Salvación. En esta ocasión nos ceñiremos a las diez imágenes que representan el momento en que Jesús camina por la calle de la Amargura cargando con el instrumento de su martirio, bajo sus distintas advocaciones que son: N. P. J. de las Penas (Hdad. de S. Roque), N. P. J. de la Humildad (Hdad. del Cerro del Águila), N. P. J. de la Divina Misericordia (Hdad. de las Siete Palabras), N. P. J. con la Cruz al Hombro (Hdad. del Valle), N. P. J. de Pasión y N. P. J. del Gran Poder (en ambos casos Hdes. de su nombre), dos imágenes veneradas con el título de N. P. J. de la Salud (Hdes. de la Candelaria y la de los Gitanos) y otras dos bajo la propísima advocación de N. P. Jesús Nazareno (Hdad. del Silencio y Hdad. de la O). Antes de adentrarnos en la materia que aborda este trabajo, tendremos que citar que todas estas imágenes son titulares de sus respectivas cofradías, como lo son todas las que procesionan en los cortejos pasionales de la Semana Santa hispalense, por lo que reciben culto público a diario en sus

altares de los templos donde tienen su sede canónica y en las fechas prescritas en los estatutos de sus corporaciones penitenciales, se celebran en su honor los cultos solemnes en las distintas fórmulas, según cada caso; de novena, que sólo conserva la Hermandad de Pasión; quinario, lo más habitual en nuestros días en la mayoría de estas instituciones; o triduo, que se celebran en honor de las tres imágenes cuyas cofradías sacan tres pasos (Humildad, Divina Misericordia y Cruz al Hombro) y la función principal se celebra en los cultos de otro de los titulares.

“...que se celebran en el presbiterio de las iglesias, con el montaje de altares efímeros presididos por la imagen a la que se consagran” Estos cultos solemnes se prolongan actualmente en el calendario anual desde el primer día del año, que comienza el quinario del Señor del Gran Poder, hasta el cuarto domingo de cuaresma que tiene lugar la función principal de instituto de la Hermandad de los Gitanos, precedida del quinario

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en honor de Nuestro Padre Jesús de la Salud. Fuera de este primer trimestre anual podemos encontrar el triduo del Señor del la Humildad del Cerro, que tiene lugar en la segunda semana del mes de noviembre. El modelo de estos cultos, que se celebran en el presbiterio de las iglesias, con el montaje de altares efímeros presididos por la imagen a la que se consagran y adornados por elegantes gradas de cera y un cuidado exorno floral, sigue un esquema muy similar, comenzando con el rezo del santo rosario y el ejercicio de los cultos, en muchos casos con exposición de S. D. M. y santa misa con predicación, cantándose durante el ofertorio las coplas que célebres compositores han dedicado a la venerada imagen; podemos citar las de Jesús de Pasión del célebre Joaquín Turina, realizadas en 1901, o las dedicadas al Señor del Gran Poder en 1872 por Hilarión Eslava, y en 1927 por Manuel Font de Anta con letra de los hermanos Álvarez Quintero. Es interesante resaltar que el último día, en las hermandades que celebran novena y quinario, tiene lugar tras la eucaristía la procesión claustral con el santísimo bajo palio por las naves del templo, acto que se conserva como reminiscencia de cuando no se podía celebrar el sacrificio de la misa en horario vespertino, anterior al motu proprio Sacram communionem del Papa Pío XII,


fechado el 19 de marzo de 1957 y todos los cultos se realizaban con Exposición Mayor de Su Divina Majestad. Podemos señalar una excepción, la Hermandad del Gran Poder celebra esta procesión después de la función principal de instituto, el 6 de enero, ya que este día, al ser fecha fija, concluye en la basílica el Jubileo Circular de las cuarenta horas donde el Santísimo está expuesto durante tres días de forma continua; además y por las dimensiones del templo, esta procesión se realiza por la plaza de San Lorenzo. Estos cultos generalmente terminan en sábado y tienen como colofón el domingo la función principal de instituto, el día grande de la hermandad, en cuya ceremonia al ofertorio de la misa, los hermanos hacen la protestación de fe, donde los cofrades manifiestan de forma pública sus creencias, poniendo la mano derecha sobre el Evangelio y ratifican su pertenencia a la corporación nazarena, besando las vitelas del libro de reglas. También encontramos una singularidad en la Hermandad del Silencio, que celebra tras el quinario de Nuestro Padre Jesús Nazareno una función solemne, ya que la función principal tiene lugar en el mes de septiembre, tras el triduo en honor de la Santa Cruz de Jerusalén, también titular de la Primitiva Archicofradía. En los días previos, o el fin de semana posterior, suelen tener lugar los actos piadosos del devoto besapiés de la venerada imagen, que en los momentos actuales y por las recomendaciones sanitarias se le da el nombre de veneración. Anotamos varias salvedades: la Hermandad de Pasión que celebra dos besapiés, el previo a la novena, que suele coincidir con fechas navideñas (en Sevilla lo mismo se contempla el monumental nacimiento de la iglesia de San Juan de Dios que en minutos se

besa el pie del Señor de Pasión) ya que la novena comienza el viernes anterior al 13 de enero, fecha en la que comienza el Jubileo Circular, y un segundo besapié, el Domingo de Ramos, previo al traslado procesional a su paso de plata de Cayetano González, que tiene lugar en la tarde del Lunes Santo; la Hermandad de los Gitanos también celebra este acto de devoción al Señor de la Salud el primer día de la Semana Santa; y la del Gran Poder, que es besamanos, ya que el pie se le puede besar de forma diaria (en estado de normalidad) subiendo a su camarín, y también tiene lugar en el inicio de la Semana Santa durante Domingo de Ramos y Lunes y Martes Santo. Ya que hemos citado la paradoja sevillana de venerar a Jesús recién nacido y con la cruz a cuestas en cuestión de minutos, vamos a apuntar otra muy curiosa y anecdótica. La Hermandad del Gran Poder ha celebrado novena en honor del Señor hasta 1971, cuyo origen se remonta al siglo XVIII. Existe constancia de la vinculación de los cultos del Señor con la solemnidad de la Epifanía, ya que se recoge la asistencia del rey Felipe V en este día del año 1729. Será en la década de los sesenta de esta centuria cuando se consagre la celebración de una novena en su honor, extendiéndose en principio desde el último día de cada año hasta el ocho de enero, con el fin de incluir dentro de la misma las solemnidades de la Epifanía y de la Circuncisión. Ya en el siglo XX, el novenario daba comienzo el día 28 de diciembre para concluir el cinco de enero, víspera de la Epifanía en la que tiene lugar la función principal. Pues bien, establecida la hermandad aún en la parroquial de San Lorenzo (1703-1965), la imagen del Señor era trasladada de forma pública y solemne desde su capilla en propiedad, a los

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pies de la nave de la epístola, hasta la capilla mayor. Dicho traslado tenía lugar a mediodía del 24 de diciembre, lo que quiere decir que en el día de Nochebuena, en el mismo lugar, se cantaba el Miserere a la una de la tarde y por la noche los villancicos propios de la Misa del Gallo. Aparte de los cultos referidos, todas estas cofradías mantienen durante todo el año sus cultos semanales o mensuales prescritos en las reglas, así como los de carácter solemne en honor de sus otros titulares, Santísimo Sacramento, Dolorosa que cierra el cortejo en su Estación de Penitencia, santos titulares de la hermandad o imágenes de tipo letífico que también forman parte de la corporación, por poner algunos ejemplos: al Cristo de San Agustín (Hdad. de San Roque), a la Virgen del Voto (Hdad. de Pasión), a la Virgen del Rosario (Hdad. de las Siete Palabras) o a San Juan Evangelista (Hdes. del Gran Poder y del Silencio). Para terminar estos apuntes, quisiera reseñar dos costumbres que se remontan a varios siglos y que se celebran durante todos los viernes del año; el rezo del ejercicio de las Cinco Llagas, que semanalmente realiza la Hermandad del Silencio en honor de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en la iglesia de San Antonio Abad, y el canto del Miserere en la basílica de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder, que pone fin cada viernes a la visita que los fieles realizan a la portentosa imagen de Juan de Mesa, costumbre impuesta por el fraile capuchino, beatificado en 1894, Diego José de Cádiz y que data del último cuarto del XVIII, y continúa llena de esplendor como filial signo de veneración y cariño que sus devotos ofrecen al que es “Señor de Sevilla”.


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LA DEVOCIÓN AL NAZARENO EN LA HUERTA Y CIUDAD DE MURCIA María Luján Ortega y Tomás García Martínez

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a devoción y la fe de los murcianos al Nazareno de Jesús ha sido una constante durante siglos. Año tras año, el nazareno estante, portante, penitente, se rinde a sus pies para ofrecerle una oración o una plegaria por los seres queridos o el bien de su comunidad. Las noticias publicadas en los diarios de Murcia entre finales del siglo XIX e inicios del siglo XX, dan muestra de la lealtad que los vecinos de este territorio mantenían sobre las imágenes custodiadas en la ermita, en especial, la Virgen de los Dolores y Nuestro Padre Jesús. Dentro de los aspectos enmarcados en la cultura tradicional de Murcia se encuentra la entrega del embojo de capillos de seda, que el titular de la cofradía porta a sus pies. Embojo de matas repleto de capillos representante de cientos de historias vividas durante décadas por las mujeres y los hombres de la huerta de Murcia, así como por los nazarenos portantes y penitentes que, a lo largo de sus vidas, contemplaron este emblema huertano traído de Patiño y otros puntos de la huerta. De esta forma, la presencia de la seda a los pies del Nazareno constituye la protección de la cosecha de la simiente bendecida el primer viernes de marzo en Santa Catalina del Monte. La tradición oral nos muestra un amplio abanico de cuentos, dichos, adivinanzas, retahílas, romances, etc. centrándonos en el tema objeto de análisis, tenemos que detenernos en el 15 de marzo, San Raimundo, considerado santo contra los vértigos. De esta

forma lo recoge Pedro Díaz Cassou en la obra Almanaque folklórico de Murcia. Con motivo de tal efeméride (15 de marzo), Cassou recogió refranes y coplas relacionadas con este tiempo del año, y una copla en la que se mencionaba al Nazareno: Ya viene la golondrina la del vuelo tan sereno a quitarle las espinas a Jesús el Nazareno.

LA PRESENCIA DEL NAZARENO EN EL CANCIONERO MUSICAL Y LITERARIO Los cancioneros de música popular y folklórica editados en Murcia entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, constituyen en la actualidad el único recurso documental para la reconstrucción sonora de unas melodías interpretadas por el pueblo, muchas de ellas desaparecidos en nuestros días. El periodista José Martínez Tornel en 1892, publica un pequeño volumen con el título Cantares populares murcianos1, un cancionero literario de coplas distribuido como obsequio a los suscriptores del Diario de Murcia. En este cancionero se documenta una copla en la que se hace alusión a Nuestro Padre Jesús, junto a los santos protectores más populares del monte y la ciudad de Murcia: 1 MARTÍNEZ TORNEL, J.: Cantares populares murcianos. Murcia: Diario de Murcia, 1892.

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¡Viva San Antonio el Pobre y la Virgen de la Luz, la Virgen de la Fuensanta y Nuestro Padre Jesús!

En 1897, Pedro Díaz Cassou publica Pasionaria murciana, con cinco ilustraciones musicales (Salve de la Aurora, Rosario de la Aurora, Pasión de Cuaresma, Pasión que se canta en la semana de Pasión y Correlativa), todas ellas transcritas por Antonio López Almagro, profesor del conservatorio de Madrid y Mariano García López, maestro de la capilla de la catedral de Murcia. Anteriormente, el propio autor publicó en 1892 la obra Tradiciones y costumbres de Murcia. Almanaque folclórico, refranes, canciones y leyendas tomada de antiguos apuntes. Este libro fue reeditado por la Real Academia Alfonso X a finales del siglo XX. En 1906 José Verdú Sánchez edita la Colección de cantos populares de Murcia, en este cancionero aparecen los cantos y bailes populares exclusivamente murcianos desarrollados en la ciudad de Murcia, su huerta y campo. Siguiendo por este recorrido de los cancioneros publicados con temática murciana, podríamos indicar que en el año 1919-20, se editaba el Cancionero musical popular de Predell, destacando tres canciones de faena agrícola transcritas por el músico lorquino Bartolomé Pérez Casas. Alberto Sevilla publicó cinco libros muy relacionados con la cultura popular, en su Cancionero po-


pular murciano documentó infinidad de coplas para ser interpretadas por malagueña, jota o seguidilla. Coplas recogidas del pueblo, de huertanos y campesinos con los que se encontró a lo largo de su vida. Las monjas agustinas, en su convento, visten todos los años al Nazareno; y es cosa cierta que los ángeles bajan a ver la fiesta.

Una bonita copla alusiva a la tradición centenaria que las monjas Agustinas de Murcia efectuaron durante siglos a Nuestro Padre Jesús Nazareno en el interior de su espacio sagrado. El cancionero documentado por Alberto Sevilla fue editado a principios de siglo XX. Entre sus páginas las alusiones a Jesús Nazareno, no son muy amplias, a pesar de contemplar algunos ejemplos: Aunque en una cruz te pongas, como Jesús Nazareno, después de las tres caídas, en tu palabra no creo.

Desde la creación de los cancioneros, y a lo largo de la historia hasta nuestros días, las disyunciones sobre la pureza u originalidad de las músicas campesinas, su buen o mal uso, la interpretación adecuada o no en lugares determinados, la forma de transmisión, etc., ha provocado entre los eruditos en la materia, desencuentros y disyunciones, algunos de ellos fueron objeto de interés en la prensa regional en el pasado. Lamentablemente en estos cancioneros no se documentaron todas las coplas que el pueblo interpretaba o recitaba. Seguro que durante lo bailes populares o en los días señalados de

Semana Santa, hombres y mujeres de la huerta y ciudad de Murcia, recitaron coplas, refranes, dichos, romances, en los que la alusión al Nazareno estaba presente. LA MENCIÓN AL NAZARENO EN EL CANCIONERO AURORO Jueves en la noche fue, cuando Cristo enamorado, de amor su pecho abrasado, quiso darnos a comer su cuerpo sacramentado2…

Desde hace algunos siglos, cada Jueves Santo en la tarde, las cuadrillas de auroros interpretan salves propias del periodo de Pasión, este momento se inicia en la víspera de San José, (18 de marzo), para terminar el Domingo de Resurrección. Durante el transcurso de este tiempo, los coros de la aurora entonan salves de pasión, pesadas, pausadas, con un ritmo cadencioso, acompañadas de letras alusivas a la muerte, dolor y calvario de Jesús. Dentro de los cuatro ciclos de la Aurora ceñidos a los cuatro tiempos litúrgicos del año, y paralelamente unido al profundo sentido religioso de ofrenda y plegaria, el cancionero auroro incluye salves de enfermo, de parida, de ángel, de ánimas, etc. Dentro de este amplio repertorio aparecen las salves de Pasión, alusivas bien al Nazareno o con pasajes dentro de ellas en los que se hace mención al mismo. Sin duda alguna, y en palabras de Carlos Valcárcel, todas estas salves son una manera de seguirle los pasos al hombre, para acercarse a él, en aquellos 2 Fragmento de La Correlativa. En el anexo N.º 5 del libro DÍAZ CASSOU, P. (1897). Pasionaria murciana. La cuaresma y la Semana Santa en Murcia, Imprenta de Fortanet, Madrid encontramos en las páginas 9-13 la partitura de La Correlativa.

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momentos de su vida en que la presencia de lo religioso se hace más necesaria. Y es que, con la presencia de la Aurora, con su importante contenido en expresiones melódicas y líricas, así como literarias, se pone al servicio del ser humano unos rezos cantados de gran valor patrimonial. Uno de los primeros cancioneros de carácter exclusivo sobre los auroros en Murcia fue el que realizó Carlos Valcárcel3. En el mencionado trabajo el historiador y escritor murciano documentó noventa y cinco textos diferentes salves correspondientes a los ciclos de la Aurora. En este cancionero literario de auroros, Carlos Valcárcel indica la estructura de la salve “en dos partes se divide el texto de la salve. La primera de ellas octosílabas, en forma de romance, con rima asonante que no excluye, como consecuencia del origen popular, la presencia de algunos versos que riman de forma aconsonantada. La segunda está compuesta en forma irregular, con versos quebrados, que pueden contar con doce sílabas y hasta catorce, junto a otros que sólo llevan cinco, seis y siete, según las coplas, que así se denomina a esta parte final de cada salve”. En relación a la composición y creación de la letra, Carlos Valcárcel indica “es difícil afirmar cuánto está compuesta la letra de cada una de las salves. Si en ellas hallamos términos que nos sitúan en un momento determinado de la historia, en las mismas nos encontramos con otros que pertenecen a otro tiempo posterior, como consecuencia de la deformación que el rodar de los años va introduciendo en los textos y como natural resultado de su descuidada transmisión”.

3 VALCÁRCEL MAVOR, C., Cancionero literario… (obr. cit): p. 1.


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En 1996 Carlos Valcárcel4 reedita el Cancionero literario de auroros fruto del discurso leído el 28 de marzo de 1977 para ingresar en la Academia Alfonso X el Sabio. Dicho discurso se transforma en libro bajo el título Cancionero literario de auroros, publicado en el año 1978. El cancionero está clasificado en salves del ciclo de Pasión: salves de Aurora, salves de la Virgen; ciclo ordinario: salves del Señor, salves de la Virgen, salves de paridas –recién nacidos, enfermos y otras–: donde incluye los Mayos, salves de santos; ciclo de difuntos, con las salves de ánimas y el ciclo de Navidad, con las salves de aguilando y aguilando. De esta forma la salve dedicada a Jesús Nazareno reza de la siguiente manera: Salve a Jesús Nazareno Dios te salve Redentor, jardín fragante y ameno, Dios te salve Gran Señor, Padre Jesús Nazareno. En vientre tan delicado, de gracia y virtudes lleno, fuisteis Señor deseado, Padre Jesús Nazareno. Al instante de nacer, te sirvió de cama el heno, y allí padecisteis mucho, Padre Jesús Nazareno. Vuestros miembros delicados, en un pesebre se vieron, y los ángeles bajaron, Padre Jesús Nazareno. Os dieron de bofetadas, y sentenciado a una cruz, de mofaron los judíos, de nuestro Padre Jesús.

Por tus tres grandes caídas, te hicieron polvo besar, y amarrado con cordeles, te vuelven a levantar. Ya estáis mi amado Señor, en el paraíso ameno, donde vivís muy gozoso, Padre Jesús Nazareno. Ya se ha concluido la Salve, digámosle al buen Jesús, que de gloria nos corone, y por siempre amén Jesús.

Quinta Ya va con la cruz a cuestas Cristo nuestro Redentor para llevar ¡Oh! dolor, sobre sus espaldas puestas las culpas del pecador.

Sexta La Santa Cruz le pesaba cayendo va el cuerpo hermoso y las turbas le injuriaban y al Calvario le empujaban sin respiro ni reposo.

Copla

Octava

Caminaba Jesús Nazareno, con la cruz a cuestas con grande humildad, dos sayones lleva en su compaña, con un pregonero para declarar. Y dijo el Señor levantarse falsos enemigos, coged los cordeles y hacer la prisión.

Una mano y pies clavo y porque pueda alcanzar al brazo un cordel le ató con tal fuerza fue a tirar que el cuerpo descoyuntó.

De igual forma observamos en otras salves del ciclo de Pasión, la referencia al Nazarenos cargado con la cruz: Ya lo llevan al Calvario, al son de roncas trompetas, y el inicuo de Pilatos, le ha leído la sentencia. Lo han cargado con la cruz, y lo llevan al calvario, la calle de la Amargura, con su sangre va regando. Con la cruz sobre los hombros, Jesús camina al calvario, y va con grande fatiga, por la cuesta caminando. Asimismo, podemos distinguir algunas letras pertenecientes a La Correlativa, en las cuales se hacen referencia a la cruz que Cristo lleva a cuestas:

4 ídem: p. 20.

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Interesante es el documento que Pedro Díaz Cassou5 nos aparta en su Pasionaria murciana a renglón seguido de esta salve. Se trata de unas “coplas de Rosario correspondientes a esta salve” y que dictan así: Una caña le ponen por cetro, de una soga al cuello tiraba un sayón, diole Malco tan cruel bofetada, que el cielo y la tierra tres veces tembló. Tres veces tembló; Yo no tiemblo y pecando le pego nuevas bofetadas al hijo de Dios. Al mirar Jesucristo a su madre bajo la cabeza con veneración, y le dijo con pena y angustia Dios te guarde madre de mi corazón. De mi corazón; corazón al pecar no tenemos porque renovamos tu muerte y pasión.

5 DÍAZ CASSOU, P., Pasionaria murciana. La cuaresma y la Semana Santa en Murcia, Madrid, Imprenta de Fortanet, 1897.


Con la cruz sobre sus hombros Jesús camina al Calvario, y va con grande fatiga por la cuesta caminando.

En su magistral obra, Pedro Díaz Cassou indica que en la procesión de Jesús iban unos hombres piadosos con ciertas facultades vocales, interpretando saetas alusivas a los pasos. Estos hombres, permanecían de igual forma en la plaza de San Agustín, cantando las correlativas. En tres o cuatro versos cantados por una voz sola y sin acompañamiento musical, se mostraba un pensamiento o recuerdo piadoso sobre la Pasión. Su entonación era solemne, “de aire quejumbroso” propio de la Pasión de Semana Santa. Gracias al trabajo realizado en el siglo XIX por Díaz Cassou, en nuestros días podemos saber cómo era el soniquete de aquellas melodías y el texto literario, en el que se hacía en algunas de estas saetas de Pasión alusión al Nazareno: Ya lo llevan al Calvario al son de ronca trompeta, y el inicuo de Pilatos le ha leído la sentencia. Ya lo cargan con la cruz, ya lo llevan al Calvario, y la calle de Amargura con su sangre va regando.

La campana de auroros perteneciente a la Hermandad de las Benditas Ánimas de Patiño (Murcia) ha conseguido mantener en su repertorio auroro una letra enmarcada dentro de la temática objeto de estudio6. Así en su cantoral, editado recientemente, se puede observar la salve a Nuestro Padre Jesús Nazareno, similar a la documentada en el Cancionero literario de los auroros realizado por Carlos Valcárcel. Sin duda alguna todo este patrimonio literario transmitido entre generaciones, durante siglos hasta nuestros días, representa otra forma más de realizar una catequesis popular, en este caso la forma de divulgación y presentación es a través del rezo cantado, perpetuado por los hermanos de la Aurora. BIBLIOGRAFÍA. • DÍAZ CASSOU, P., Pasionaria murciana. La cuaresma y la Semana Santa en Murcia, Madrid, Imprenta de Fortanet, 1897. • GRIS MARTINEZ, J., La Aurora de Santa Cruz. Murcia, Murcia, Hermandad de Nuestra Señora del Rosario de Santa Cruz, 2008. • LÓPEZ NUÑEZ, N., Los auroros de la Región de Murcia: Estudio etnomusicológico y análisis del modo de aprendizaje de su canto, Murcia, Hermandad de Nuestra Señora del Rosario de Santa Cruz, 2017. • VALCÁRCEL MAVOR, C., Cancionero literario de auroros. Murcia, Ayuntamiento de Murcia, 1996.

6 Labor fundamental desarrollada en las últimas décadas por Francisco Javier Nicolás Fructuoso, hermano cantor de Patiño (Murcia).

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LA PROCESIÓN DE JESÚS Y SALZILLO (UN HOMENAJE DE 1922) Francisco Javier Díez de Revenga | Mayordomo de Jesús y Cronista Oficial de la Ciudad de Murcia

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ace un siglo, en 1922, los periódicos locales y las revistas piadosas ofrecían números extraordinarios dedicados a la Semana Santa y, por supuesto, a las procesiones y, como no podía ser de otro modo, Salzillo y los “pasos” de Jesús eran objeto de muchas de las columnas de aquellos entusiastas reconocimientos literarios, en los que participaban los más acreditados escritores murcianos del momento. Un extraordinario de la revista quincenal Alma Joven, órgano de la congregación Mariana (Los Luises) de la parroquia de San Antolín en Murcia, recogería, el 12 de abril de 1922, algunos textos con motivo de la Semana Santa, que hoy no dejan de llamar la atención, porque aún contienen el entusiasmo de aquellos murcianos de hace un siglo ante esos días santos y ante todo lo que significan. De aquellos textos, muchos muy emotivos, rescato tres, destacados por la significación de sus autores y, sobre todo, porque ponen de relieve que la devoción era mucha y el entusiasmo nunca se apagaba ante las fechas tan trascendentales de la vida cristiana. El primero de estos artículos es Salzillo y el alma murciana, un texto firmado por Enrique Martí Ruiz-Funes (Murcia, 1875-1953), músico y poeta, autor de una valiosa obra literaria en la que no faltan los acertados y expresivos ensayos. Funcionario del ayuntamiento, fue también profesor del conser-

vatorio y entre sus libros se recuerdan Ternuras errantes (1906), Las lágrimas de Clara (1913), Mejillas de rosa (1920) y Nausica. Un amor escondido del poeta Jara (1952). Era todo un personaje en la Murcia de aquellos años del siglo pasado y sus escritos eran muy valorados por todos. He aquí el texto de su artículo: «Mucho espacio, mucho ingenio y mucho amor hacen falta para aprisionar con palabras los diversos matices de alegría luminosa y de misticismo, el perfume popular y religioso, el ambiente de poético arrobamiento que se respira en Murcia durante los días santos. El genial colaborador de estas dulcísimas emociones es nuestro gran Salzillo... ¿Recordáis la poética aparición de la Dolorosa a la puerta de la Iglesia de Jesús en la madrugada de Viernes Santo? La hora, el sitio, la pálida luz del alba, que es de un claror frío −y a pesar de ser fría es luz−, el aroma de fe popular que nos sube a oleadas por el pecho, la belleza de aquel divino rostro, que parece estar iluminado por la claridad de oíros mundos, todo lo que nos rodea nos mueve a una tierna y dulce turbación del alma. La vista de la Imagen nos arrebata, con esa terrible fuerza de fascinación que posee una mujer cuando llora: infinitamente más irresistible si es la que llora nuestra divina y dolorida Madre. Avanza la Dolorosa por las tortuosas calles de la ciudad moruna, entre nubes de incienso, y oye a su paso sus-

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piros femeninos, súplicas angustiadas, murmullos de rezos... Triunfa la fe, y en aquel instante más que la fe, sugestionándonos, triunfa el genio de Salzillo. Nuestra afligida Madre alza al cielo en actitud de infinita súplica sus divinos ojos, arrasados en lágrimas, que parecen talladas en la luz... ¿Y el Ángel, y el bellísimo Ángel de la Oración del Huerto? La emoción que nos sacude ante el Prodigio, nos asaetea el alma y nos colma el pecho de anhelos sin nombre... ¿Quién lo puede mirar de frente sin sentirse invadido por una efusión de ternura? ¡Oh rostro inefable, ideal visión!... Hasta los rayos del sol, cuando pasa el divino mensajero bajo los árboles, penetran, encendidos, por entre el ramaje, para besarlo... Para las gentes, el mejor de los predicadores, el más elocuente, es el acto que acaban «te presenciar... ¿Quién se atrevería a desflorar con palabras, aunque sean inspiradas, esos fervorosos estados de alma? Cuando ese pueblo se retira al fondo de sus alcobas, lleva en sus almas, como en un santuario, suave huella de rezos y de perfumes; lleva la turbación deliciosa de un fervor inusitado; la visión feliz de otra vida mejor; la gran serenidad que inspira una devoción recogida; un sentimiento de piedad y a la vez un estado de conciencia que invita al recogimiento, a la enmienda, a amar el bien, el deber, 1a paz; y sobre todo, lleva el anhelo de una infinita esperanza.


En los llorosos ojos de la Dolorosa. vueltos al infinito, puso Salzillo una eterna melodía de gracia y un océano espiritual de fe; océano sin nieblas ni tempestades; mar bendito que mece sus olas más allá de esta vida... ¿Qué palabras humanas podrían obrar ese milagro?» Otra sorpresa que contiene este homenaje extraordinario de Alma Joven es un magnífico poema compuesto en octavas agudas alejandrinas con un quinteto alejandrino final, titulado Visita a Salzillo (Composición inédita, escrita en el álbum de la Cofradía de N. P. Jesús) de Andrés Sobejano Alcayna (Murcia, 1890-1969), que fue una de las personalidades más singulares que ejerció la enseñanza en Murcia, distinguido por su gran formación humanística, por su extensa sabiduría y por su dedicación a las letras y a la enseñanza a lo largo de muchísimos años. Del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, desde la creación de la Universidad de Murcia, en 1915, fue profesor de diferentes asignaturas (Latín, Lengua y Literatura Españolas, Francés, Literaturas Románicas, Paleografía, Latín Vulgar y Bibliología) y profesor numerario de francés del Instituto Alfonso X el Sabio de Murcia hasta su jubilación. Estudioso y admirador de la obra de Salzillo, en 1922 dio a conocer este emotivo poema: «Cual si hollara devoto los Santos Lugares, / en el templo, panteón de tu artístico numen, / de tus joyas, Salzillo, custodia y resumen, / mi Vía-Crucis recorro en absorto vagar. // Es la Cena final mi primera jornada / donde junto discurre el rebaño apostólico /y en el pecho de Cristo con sueno bucólico / el Amado no teme el cruel despertar. // Voy después a la falda del triste Olivete / donde el alma contempla, atónita y mustia, / en las críticas horas de trágica angustia / cómo

un Ángel supremo sostiene al Señor. // La prisión sigue luego en violentas escenas / dó se agita en venganzas el brazo de Pedro / y serena la frente, cual místico cedro, / Jesús oye el chasquido del beso traidor. // Al espíritu azotan los fieros jayanes / que las carnes divinas flagelan y tunden / y las gotas de sangre del Mártir difunden / cual carbunclos fulgentes de célica luz. // Y en abismos caemos de amarga congoja / al mirar a Jesús genuflexo en el suelo, / con la faz inefable de luto y de duelo / que no puede la carga llevar de la cruz. // La arrogante figura de Juan nos seduce, / cuando va tras el santo cortejo al Calvario, / y el grabado cendal, milagroso sudario, / que mostró Berenice ante el tráfago hostil. // ¡Cómo fluye el raudal de las íntimas lágrimas / en presencia del rostro materno afligido / que lloró atribulado su bien malherido / con el llanto más puro de amor femenil!... /// Al cesar mis estancias mi asombro no cesa / y macera mi pecho una intensa emoción... / ¡Oh Salzillo! tu ascética llevo ya impresa / y ahora entiendo el sentir de la ardiente Teresa / y el sollozo rimado de Luis de León». Otro texto que merece ser rescatado es obra de Fernando Piñuela (Mur-

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cia, 1897-1939), que envió a Alma Joven desde Ciudad Real, con el título de La «Pasión» de Salzillo. Estudió Piñuela magisterio en la Escuela Normal de Murcia y terminó su formación en la Escuela Superior de Magisterio de Madrid en 1919 y en la Facultad de Derecho, en la que se licencia en 1920. Fue catedrático numerario de Gramática y Literatura en las Escuelas Normales de Huesca, Burgos y Ciudad Real. Afiliado a la UGT y al PSOE, concejal en el ayuntamiento en abril de 1931, fue alcalde de Ciudad Real hasta el 11 de julio, al ser elegido diputado. Director de la Escuela Normal de Ciudad Real entre 1933 y1935, se traslada a Murcia, como catedrático de Metodología de la Historia en la Escuela Normal. Concejal del ayuntamiento tras el triunfo del Frente Popular en febrero de 1936, el 26 de mayo de ese año fue elegido alcalde de Murcia. Durante la guerra destacó en la gestión en defensa del patrimonio religioso y presidió la Junta de Incautación y Protección del Tesoro Artístico, con sede en la catedral, destinada a catalogar y preservar el patrimonio monumental. Cesó en enero de 1938 al trasladarse a Madrid,


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donde desempeñó relevantes cargos militares en el ejército republicano, por lo que, al terminar la guerra, fue detenido, juzgado y condenado a muerte. Diversas personas y entidades de Murcia manifestaron ante el tribunal que Piñuela había sido un hombre honrado, que había protegido bienes y personas durante la guerra y que era un excelente profesor. El propio obispo de la diócesis de Cartagena, Miguel de los Santos, pidió por carta que no fuera condenado. Fue ejecutado el 7 de noviembre de 1939 en las proximidades del cementerio de Nuestro Padre Jesús de Murcia.

He aquí el texto de La «Pasión» de Salzillo, publicado en el extraordinario de Alma Joven: «Son las seis. Aún no ha salido el sol. Las moradas túnicas de los nazarenos enclavadas en la compacta multitud, son pinceladas sombrías en un fondo gris. Las imágenes descollantes sobre un bosque de cruces negras, son besadas por el livor de la aurora. Apenas brillan los cirios. El silencio solemne e inquietante del Viernes Santo que nos anega, es roto de vez en cuando por las agrias y estridentes notas de las enormes trompetas rodadas y el redoblar triste de los acolchados tambores.

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Se respira la tragedia bíblica que va desarrollándose anecdóticamente en el rosario de pasos, que en interesante Via-Crucis circundan la plaza de San Agustín. He aquí toda la obra dramática de Salzillo. A lo lejos se vislumbra la Cena, enfática y teatral; la belleza apolínea del Ángel de la Oración es fuente de serenidad en la selva de pasiones que nos rodea. Allí está Judas, el rojo y odioso Judas, besuqueando groseramente la amorosa faz de Jesús, y el esforzado Pedro castigando airadamente la felonía de Malco... Frente a mí se ha detenido el paso de la Caída. La composición de la escena es admirable. Todas las miradas convergen en el Salvador, que ocupa el centro del grupo; el Cirineo unido al sayón de maza, equilibran las dos figuras colocadas en el otro extremo. Exclamaciones de conmiseración llegan a mis oídos; las madres, ingenuas, actualizan el sublime martirio, y lágrimas de piedad resbalan por sus mejillas. Este verdugo, de desnudo torso, aprieta bárbaramente el dogal que ciñe el cuello del mártir caído; aquel va a descargarle despiadadamente un mazazo brutal. Jesús nos dice en su gesto dolorido, todo su sufrimiento y toda su divina resignación, en la dulzura de sus ojos. Un momento quedamos desorientados. Y es que encuadrados en el ambiente de esta mañana de Viernes Santo, estas obras de nuestro gran imaginero, adquieren un sabor trágico, un poco lejos de la visión que de nuestro escultor tenemos. Sin embargo... la admirable testa que producía a Baqucro el escalofrío de lo sublime, irradia dulzura; esa dulce emoción que nos alivia, no la sacudida brutal que nos crispa, porque su tierna mirada, mitiga la lacerante impresión de su martirio. Y no cae, se deja caer con cierta gracia. Tampoco los sayones nos horrorizan, no obstante la aparatosa crueldad de que alardean. Y es que posan no actúan.


Por esto, el trágico encuentro de su ferocidad, con la dulce mansedumbre del Salvador, no ha sido resuelto en todo su simplista realismo, como lo hubiera sido por uno de nuestros tradicionales imagineros. Hay aquí como un discreto difuminamiento, que nos detiene en el umbral de la suprema excitación pasional. Y vuelve a mi imaginación la visión del Salzillo de empolvada peluca, del glorioso creador del Ángel de la Oración. La versión del evangélico drama que nuestro escultor nos da, no es el trágico relato de un Gregorio Hernández, es la tierna evocación de un espíritu impregnado de los sentimientos de una época, que no gusta de los retorcimientos y exaltaciones; de una época, que busca en los dorados camarines de estas barrocas iglesias, de una grandeza un poco teatral, aquellas madonas sonrientes, cuya belleza nos atrae, que nos hablan de los misterios religiosos en un ambiente de amoroso y tranquilo hogar, los bambinos regordetes, o el tipo del Cristo, que expira en la Cruz, posando sonriente; imágenes todas, que ni horrorizan ni exaltan, que hacen derramar, calladamente, dulces lágrimas a los fieles. La Verónica, de simpático gesto dolorido y el S. Juan, de femeninas morbideces, preceden a la Dolorosa de un dolor tan bello. Ha salido el sol, y mientras se pierde la procesión en una gloria de luz, que arranca brillantes reflejos de las imágenes, me pregunto yo con Dieulafoy: ¿Las obras salidas de los talleres del Norte, reflejarán la tristeza de los granitos castellanos? ¿El arte del Sur, estará impregnado de la cálida coloración de las hojas y las flores, nacidas entre el cristal de los arroyos y el azul profundo del ciclo, o habrá quizá también guardado un reflejo de las tradiciones aportadas de Oriente?...»

En el diario El Tiempo del 14 de abril de 1922, Piñuela publicaría también un documentado texto titulado La Virgen de las Angustias, de Salzillo, en el que muestra su interés por la obra del escultor en su etapa de formación para afirmar que sus más directos mentores fueron la naturaleza, la sociedad y el ambiente, lo que documenta con una bibliografía selecta que aporta para justificar sus opiniones. Lo cierto es que el artículo, como el incluido en Alma Joven, pone de relieve el entusiasmo de Piñuela por Salzillo y por la originalidad de su obra religiosa: «precisamente la corriente naturalista de nuestro imaginero, frente a la fría escuela neoclásica entronizada por los Borbones, supone, no un desconocimiento de ese movimiento estético, sino una oposición a él, cálida y firme, apoyada en la tradición imaginera española y en el naturalismo de la escuela barroca». Son las tempranas reflexiones del joven catedrático de veinticinco años, lejos aún de su trágico destino final.

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ROGATIVAS PARA LA HISTORIA Alberto Castillo Baños | Cronista Oficial de las Rogativas

LA MADRE RECIBE AL HIJO

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e resiste el invierno a darle paso a la cercana primavera y deja constancia de su presencia con un vientecillo frio, y a ratos desapacible. Pese a ello, el cielo brilla de puro azul y el sol en su descenso hacia el ocaso pone tintes de oro viejo en la barroca fachada del imafronte catedralicio. Desde primeras horas de la tarde, miles de fieles, aguardan la salida de la Virgen de la Fuensanta, patrona de la ciudad y la huerta, para comenzar la solemne procesión de Rogativas por las calles de la milenaria ciudad del Segura. Fue un cinco de marzo del año dos mil veinte, justo dos años después de la última vez, cuando la sagrada imagen vuelva a las calles de Murcia pues, la pandemia provocada por el COVID-19, la ha tenido en el interior del primer templo de la diócesis, privando a los fieles de su presencia en las tradicionales romerías. Estas tres jornadas, del jueves diez al sábado doce del mes de marzo de dos mil veintidós, la ciudad vivirá un acontecimiento histórico recuperando, también, la vieja estampa de 1855 cuando se realizara la última rogativa, de las que hay constancia, con las dos imágenes de mayor devoción del pueblo murciano, la de su patrona y la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, titular de la cofradía del mismo nombre, que desde 1600 goza del fervor popular. No es la primera vez que Madre e Hijo

salen a las calles para ahuyentar epidemias, sequías o catástrofes naturales. Incluso en varias ocasiones, la sagrada túnica del Nazareno, ha colgado de las barandillas del segundo cuerpo de la torre catedralicia para conjurar los males que asolaban la ciudad y la huerta. Son las seis de la tarde del jueves diez de marzo y todas las miradas están puestas en la puerta de San José, de nuestra catedral, por donde aparecerá la “morenica”. Minutos antes, el obispo de la diócesis de Cartagena, se ha dirigido a los centenares de fieles que abarrotan el templo para explicarles, una vez más, el sentido de las rogativas que se van a llevar a cabo esa tarde. En el exterior crece la expectación y los nervios ante la inminente salida de la Madre. Preceden a esta una amplia representación de las cofradías de pasión y gloria, caballeros y damas de su corte de honor, embajadas de colectivos festeros con las reinas de la huerta, mayor e infantil, a la cabeza, y diversas asociaciones que junto al Real Cabildo Superior de Cofradías cierran esta parte del cortejo. Tras ellos, más de cincuenta seminaristas, con sus sotanas, preceden a una amplia representación del clero donde más de un centenar de sacerdotes, llegados de numerosas parroquias de la diócesis, visten la blanca sotana y sobre los hombros y pecho la morada estola de los tiempos cuaresmales. Tras ellos, el ordinario de la diócesis, José Manuel Lorca Planes, al que acompañan el recién nombrado obispo de Jaén y cehe-

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ginero de nacimiento, Sebastián Chico, y el también murciano arzobispo emérito de Burgos, Francisco Gil Hellín. Y sale del primer templo María Santísima de la Fuensanta. Viste para la ocasión un terno de seda del siglo XVIII, en tonos morados, y estrena un “rostrillo” regalo de los Caballeros de la Fuensanta. La emoción se desborda cuando, la banda, interpreta el himno nacional en su honor. Toma posiciones la presidencia civil encabezada por el presidente de la Región de Murcia, Fernando López Miras, presidente de la Asamblea Regional, Alberto Castillo, y el alcalde de Murcia, José Antonio Serrano. Tras ellos, concejales de la corporación municipal, diputados regionales y representación de cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado encabezados por el delegado del Ministerio de Defensa. Ocupa lugar destacado en la presidencia militar el coronel Guillermo García Ferrer del Regimiento Zaragoza nº 5 donde se integra la brigada paracaidista de la Bandera Ortiz de Zárate, hermanos honorarios de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno que saldrá, más tarde, al encuentro de la Fuensanta. Son las seis y media de la tarde. En otro lugar de la ciudad, en la centenaria plaza de San Agustín, suena la sección de bocinas y tambores de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Su sagrado y venerado titular, “el Nazareno de los nazarenos” va a salir a la calle para ir al encuentro de la Patrona de la ciudad y la huerta.



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El pendón mayor se coloca en el dintel de la iglesia de la cofradía y el cortejo se pone en marcha. Es una estampa decimonónica la que van a admirar los fieles a partir de ese momento tanto tiempo esperado. Más de cien ciriales portados por fieles y devotos del Nazareno forman dos largas filas tras la mayor insignia de los cofrades les sigue la capilla de canto de la cofradía y miembros de la coral Canticorum Iubilo que durante todo el recorrido irán interpretando antiguas partituras como las saetas del Silencio. Tras estos, el conocido como pendón menor y ciriales que se han estrenado para la ocasión. El nuevo cuerpo de acólitos, cuyos ternos son nuevos, custodiando la cruz alzada y tras ellos el paso del titular, Nuestro Padre Jesús Nazareno, que en esta ocasión porta sobre sus hombros la “cruz de filo de oro” del siglo XVIII y viste la morada túnica conocida como la de “las esposas” ya que fueron aquellas devotas señoras, esposas de los miembros de la junta particular, quienes la regalaron en el siglo XIX para vestir a Nuestro Padre Jesús. No falta, como manda la tradición, una boja de “capullos de seda” a los pies del divino caminante. Es la ofrenda permanente de la huerta que desde siglos pretéritos se sigue manteniendo todos los Viernes Santos y que, en esta salida extraordinaria de rogativa, también han querido poner ante sus divinas plantas los huertanos de Murcia. Precisamente una de las rogativas que se rezarán esta histórica tarde está destinada a implorar la necesaria lluvia para los cada vez más resecos bancales. Cinco serán las que eleven la oración de los fieles al cielo. El final de la guerra de Rusia contra Ucrania tras una injustificada invasión de aquel territorio soberano. La necesidad de llu-

via, el fin de la pandemia, la salvación de las almas que han perecido a causa del COVID-19 y la ayuda divina para miles y miles de familias afectadas por los efectos del virus que ha asolado a la humanidad durante los dos años anteriores desde que se desató su brutal ataque. Mientras, por el callejero urbano, que se desborda de fe y amor, la Virgen de la Fuensanta se ha ido encontrando, nada más salir, con el Santísimo Cristo de la Salud que a hombros de sus cofrades ha salido a su encuentro en la calle Apóstoles. En el viejo arco de San Juan le esperaba el Santísimo Cristo del Rescate a hombros de los hermanos esclavos que le ha acompañado desde allí hasta la plaza de la Cruz Roja. Preciosa estampa la del divino Cautivo de San Juan, junto a la Madre, en la avenida Teniente Flomesta mientras el sol tiñe de rojo el horizonte por detrás del viejo edificio del Hotel Victoria. Se despiden Madre e Hijo, y la Fuensanta se adentra en el barrio del Carmen por el Puente Nuevo. En el jardín de Floridablanca, como todas las tardes de romería, la recibe una sonora traca que le da la bienvenida al castizo barrio al otro lado del viejo Segura. En la iglesia del Carmen, “la portería” está abierta dejando ver en su interior la imponente imagen del Señor de la Sangre. Los caballeros de la Fuensanta giran el paso que en su día regalaran a la patrona los marqueses de Aledo y desde el balcón superior, sede de la archicofradía “colorá” cae una lluvia de pétalos sobre la divina Señora. Por cierto que los primeros son azules y amarillos en claro homenaje al masacrado pueblo de Ucrania que estos días sufre el horror de una guerra sin sentido. Unos metros más adelante, el párroco del Carmen reza una nueva rogativa y dirige unas emotivas pala-

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bras a la patrona. Se va acercando el momento tanto tiempo esperado en el que se producirá el ansiado encuentro de la Fuensanta con Jesús Nazareno.

“Y nada más bajar la rampa del viejo puente, en la plaza Martínez Tornel, el “Nazareno de los nazarenos” aguarda a la Madre”

Tras cruzar el Puente Viejo, bajo la hornacina de la Virgen de los Peligros, se despiden de ella los archicofrades del Cristo de la Sangre que le han acompañado con su pendón mayor, ciriales y faroles. Y nada más bajar la rampa del viejo puente, en la plaza Martínez Tornel, el “Nazareno de los nazarenos” aguarda a la Madre. Inenarrable el encuentro por lo intenso del momento y la belleza plástica del entorno y las luces de la noche. Vemos, también, por primera vez a Jesús Nazareno iluminado en su paso por cuatro brazos de tulipas, cada uno en un ángulo del paso, que han sido prestados por la Cofradía del Santo Sepulcro de Molina de Segura. En el interior de las tulipas, la cera, arde para iluminar el caminar del Hijo en la noche oscura. Vieja estampa también esta pues nunca, al salir de día y con el sol, hemos podido ver al Nazareno iluminado por la tenue luz de la cera. Caminan Madre e Hijo hacia la catedral de la diócesis donde llegan pa-


sadas las nueve y cuarto de la noche en mitad de la emoción de miles de personas que abarrotan la céntrica y barroca plaza del Cardenal Belluga. De nuevo el himno nacional homenajea a las sagradas imágenes y ambas entran en el templo donde, tras su llegada y acomodo en el altar mayor, se procede a oficiar una solemne misa primera de las de rogativa oficiada por el titular de la diócesis de Cartagena monseñor Lorca Planes. Pasadas las diez y media de la noche finaliza la solemne función religiosa con la interpretación del himno de la coronación de la Fuensanta, obra literaria de Pedro Jara Carrillo y música del maestro Emilio Ramírez. Se acaba así la primera jornada de las tres de Rogativa que se van a celebrar y al cerrarse las puertas de la catedral murciana, Madre e Hijo, quedan en el interior del templo tras ese diálogo de amor que han mantenido desde su encuentro horas antes y del que ha sido testigo de excepción el pueblo murciano. EL HIJO SE DESPIDE DE LA MADRE Faltan escasos minutos para que sean las once de la noche del sábado doce de marzo de dos mil veintidós y en el interior de la iglesia de Jesús, a los pies del Nazareno que acaba de finalizar la solemne procesión de vuelta a su templo, la Campana de Auroros de Nuestra Señora del Carmen de Rincón de Seca, cuyas raíces se pierden en el siglo XVIII, han interpretado la primera salve de Pasión de un ciclo que arrancará, oficialmente, la noche de San José con la tradicional despierta. Pero los auroros carmelitas no han querido perderse este momento histórico del retorno de la sagrada imagen y han salido a su encuentro bajo los naran-

jos del jardín de San Agustín donde han rezado cantando, o han cantado rezando, la conocida salve “Estando en el Huerto orando”. Oración que todos los años, Jueves Santo, interpretan ante las divinas plantas del Nazareno en esa tradicional cita de las campanas de auroros de la huerta de Murcia que, en el Día del Amor Fraterno, se acercan hasta la iglesia de Jesús para interpretar las ancestrales salves de Pasión horas antes que la procesión sorprenda al mundo tras su salida a las seis solares de un nuevo Viernes Santo. Horas antes, a las seis, la nave principal de la catedral murciana se encontraba abarrotada de fieles que habían ocupado posiciones desde mucho antes que diera comienzo la misa solemne que serviría de despedida de la sagrada imagen de Nuestro Padre Jesús. Ocupó la sagrada cátedra el canónigo de la catedral y director de su museo, Francisco José Alegría Ruiz, que estuvo acompañado por otros sacerdotes entre los que se encontraba el consiliario de la cofradía, Luis Emilio Pascual. Muy emotiva fue la homilía donde se invitó al público que llenaba las naves a con-

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templar en silencio, para meditar, las imágenes de María y Jesús juntas en el altar mayor. Sus mantos protectores, dijo el canónigo, son nuestro único escudo protector. Acabada la solemne ceremonia religiosa con el himno de la coronación de la Fuensanta, se organizó la salida procesional que rodeó el altar mayor, pasando ante la capilla de los Vélez, para ganar la puerta de la plaza de la Cruz o de Hernández Amores. Miles de personas llenaban, sin dejar hueco, este emblemático enclave urbano. Nada más salir el “paso” de nuestro sagrado titular, la Sociedad Filarmónica del Carmen de Salteras, Sevilla, interpretó el himno nacional. Esta agrupación musical sevillana vino expresamente para acompañar a Nuestro Padre Jesús Nazareno en esta salida extraordinaria. Son una sociedad filarmónica de fama internacional, por su buen hacer, y habitualmente acompañan a la Esperanza Macarena en la “Madrugá” de la capital hispalense. Sus actuaciones por toda España son numerosísimas y sus vitrinas atesoran multitud de premios y reconocimien-


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tos. Aparte de haber publicado centenares de discos en antiguos y nuevos formatos que hoy forman parte de las discotecas particulares de decenas de miles de cofrades de toda España. La noche de la procesión extraordinaria se ganaron al público murciano porque ofrecieron un extraordinario concierto por el callejero urbano por donde discurrió el sagrado cortejo procesional siendo, además, la primera vez que actuaban en la ciudad del Segura. Tuvimos por delante cuatro horas, a las siete en punto salía de la catedral dirección a su iglesia, en la que el pueblo de Murcia que abarrotaba todo el recorrido, ventanas y balcones, pudo venerar la imagen de Nuestro Padre Jesús tras las tres históricas jornadas de rogativas que se habían desarrollado. Al paso por las iglesias de San Bartolomé, Santa Catalina, San Pedro y San Nicolás, las cofradías que tienen su sede en ellas, salieron a las puertas para rendirle honores. Fue el caso de las de Servitas, Virgen del Olvido, Santo Entierro, Caridad, Esperanza y la del Santísimo Cristo del Amparo mientras que, desde los campanarios, los bronces volteaban anunciando al mundo que el “Divino Nazareno de los nazarenos” estaba en sus inmediaciones. En la calle de San Nicolás, larga calle de profundo sabor cofrade de antaño, la Real y Muy Ilustre Cofradía quiso que los cofrades estantes del resto de “pasos” que conforman el magno cortejo del Viernes Santo, cargaran sobre sus hombros a su sagrado titular. Se organizaron relevos y todos los “estantes” de los pasos tuvieron la oportunidad de portar a Nuestro Padre Jesús Nazareno. Comenzaron los mayordomos estantes aspirantes a la titularidad del “paso” y siguieron por orden de procesión los de la Santa Cena, la Oración en el Huerto, Prendimiento, Azotes, Verónica, Caída,

San Juan y la Dolorosa. Todos los cofrades estantes, sin excepción, tuvieron la oportunidad, por única vez en su vida, de portar sobre sus hombros la egregia imagen que desde el año 1600 es su sagrado titular. Fueron momentos de inenarrable espiritualidad ya que, las lágrimas, corrieron por muchos rostros al vivir y sentir un momento que ya será muy difícil que se repita. La procesión seguía su discurrir, con idéntico acompañamiento al que había tenido la tarde del jueves anterior en su traslado a la catedral, y la luz de la cera recreaba imágenes irrepetibles y de una extraordinaria belleza plástica al reflejarse en las paredes de los centenarios edificios por donde pasaba el extraordinario cortejo penitencial. Pasadas las diez y media de la noche, desde la calle Arrixaca en el corazón del barrio de San Andrés, el paso de Nuestro Padre Jesús entraba en el jardín de San Agustín. Los de Salteras callaron sus instrumentos y las recias voces de los hombres de la huerta, los auroros, rompieron el reverencial silencio entonando la salve “Estando en el Huerto orando” con la que la procesión dio la vuelta al jardín, enclave indispensable de la ciudad el Jueves y Viernes Santo, para encarar el interior de la iglesia atravesando una enorme multitud de fieles que a ambos lados de la avenida se habían dado cita para presenciar el retorno a su iglesia del titular de los “Nazarenos”. La filarmónica de Salteras interpretaba el himno nacional, se pusieron firmes los miembros de la BRIPAC que con su coronel al frente, el Regimiento Zaragoza número 5, de paracaidistas, habían vuelto a acompañar a Nuestro Padre Jesús dándole escolta de honor y la imagen entraba en el interior del templo y se recortaba de nuevo su egregia figura bajo la impresionante

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lámpara central. Las pinturas de Pablo Sístori recobraban vida y hasta el ángel de la Oración parecía alegrar su bellísimo rostro al ver de nuevo a Jesús Nazareno en el interior de la que es su casa desde hace cuatro largos siglos. María abría sus brazos para acogerlo porque, si le había acompañado bajo la advocación de Fuensanta, ahora era Dolorosa Coronada tal como la concibió Francisco Salzillo en el siglo XVIII para llorar bajo el cielo azul de la primavera murciana ante la tortura y el sufrimiento del más justo entre los justos. Mientras los auroros carmelitas rompían el silencio con la salve de Pasión, Ella, amor infinito de Madre, parecía acogernos a todos entre sus brazos por haber rendido homenaje de amor y entrega al bendito fruto de su vientre. Al abandonar el templo, joyero que atesora el “Evangelio de la madera según Salzillo”, era noche cerrada. Nadie quedaba en sus inmediaciones y todos buscaron el merecido descanso tras unas jornadas que han entrado ya, por derecho propio, en la historia de Murcia. Solo la tenue luz de la lamparita que alumbra la hornacina, sobre la puerta de la iglesia, iluminaba levemente la imagen de Nuestro Padre Jesús. Con esa hermosa visión volvimos a nuestros hogares sabedores que siempre permanecerá encendida esa lucecita para alumbrar las tinieblas que nos envuelven en este difícil camino que tenemos que atravesar en esta generación que nos ha tocado vivir.



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MI CASA SERÁ CASA DE ORACIÓN: EL NUEVO SAGRARIO DE LA IGLESIA DE JESÚS Santiago Rodríguez López | Licenciado en Bellas Artes

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“Toda obra de arte cristiana tiene un sentido: es, por naturaleza, un «símbolo», una realidad que remite más allá de sí misma […]. Su belleza está caracterizada por su capacidad de provocar el paso de lo que es «para sí» a lo «más grande que sí». La Via Pulchritudinis, 2008

l nuevo sagrario para la capilla mayor de la iglesia de Jesús constituye la última y más reciente aportación patrimonial de este singular recinto dedicado al culto. Al mismo tiempo, pretende reivindicar el carácter sacro del espacio en el que se ubica, destacándose sobre el resto de elementos del altar como corresponde al lugar en que se manifiesta la presencia de Jesús sacramentado. La importancia de este elemento para la vida cultual del templo y la escasa calidad del sagrario que hasta ahora se ubica a los pies de Nuestro Padre Jesús Nazareno, abrían una vía clara para la sustitución del mismo por una pieza de mayor envergadura, no tanto en cuanto a sus dimensiones, como en lo que atañe a su concepción formal y material. A la hora de proponer un diseño para este nuevo sagrario, se tuvo como premisa la integración visual de la pieza en el emblemático espacio de la iglesia de Jesús. Para ello, se hacía ne-

cesario partir de un lenguaje marcadamente barroco, dada la concepción de los propios “pasos” de Francisco Salzillo, o la estética del titular, teniendo muy presente la amplia variedad de motivos ornamentales que dan forma a los tronos de las imágenes, cuyos diseños orbitan en torno a los repertorios propios del rococó. Al mismo tiempo, se imponía la necesidad de armonizar con el carácter clasicista del conjunto arquitectónico de la iglesia, considerándose como la mejor opción la necesidad de recurrir a los modelos propios del barroco romano del siglo XVII, de gran relevancia en la progresiva implantación del lenguaje clásico en la España de mediados del siglo XVIII, coincidiendo con el auge del academicismo. Es precisamente en ese momento cuando la antigua ermita de Nuestro Padre Jesús, cuya cofradía se hallaba inmersa en una profunda renovación estética, experimentaría una serie de reformas tales como la apertura de las tribunas, la colocación de nuevos retablos de traza neoclásica o el desarrollo de un nuevo programa decorativo que transformaría sustancialmente la imagen del templo1. Así, gracias al impulso económico del mayordomo Frey Francisco González de Avellaneda, el ilustre 1 MARÍN TORRES, M.T.:” Variaciones sobre la escenografía de la Pasión: La iglesia de Jesús antes de su musealización “, Nazarenos 25 (2021), pp. 32-44.

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bailío de Lora2, pudo concretarse la decoración mural con la que el pintor milanés Paolo Sirtori revistió los paramentos del edificio. El conjunto pictórico debió culminarse en 1792, como atestigua la inscripción que encontramos en la tribuna frontera al altar mayor, no terminando esta renovación espacial hasta la colocación del nuevo templete en la capilla del titular. Dicho espacio quedaría configurado por este elemento arquitectónico de planta central, obra de arquitectura lignaria y depurada concepción neoclásica levantada en 1803 por Julián Hernández y Francisco Bolarín. Desde entonces, múltiples son las intervenciones que ha sufrido el edificio, sujetas a criterios muy alejados de los principios de conservación que rigen cualquier actuación que se realice en un bien de carácter cultural en la actualidad. En ese sentido, cabe citar la ambiciosa reforma integral a la que se vio sometido en la década de 1950, cuando el arquitecto José Tamés Alarcón redactó el controvertido proyecto de musealización de la iglesia, llevado a cabo por Eduardo Jiménez Casalins3; durante las obras de 2 MONTOJO MONTOJO, V: “Apuntes a la reseña histórica de la Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno”, Murgetana 129 (2013), pp. 35-62. 3 MARÍN TORRES, M.T.: El Museo Salzillo en Murcia. Murcia: Real academia de Alfonso X el sabio,



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adecuación y rehabilitación previas a la apertura del Museo Salzillo, fueron ampliadas las capillas, eliminándose los retablos que enmarcaban la visión de los pasos, así como la práctica totalidad del mobiliario del templo. De igual manera, un porcentaje elevado de la decoración mural de Sirtori fue destruido o arrancado de los muros, conservándose una pequeña parte de las pinturas eliminadas en dependencias de la cofradía4 Pese a la distorsión que causó la musealización del espacio sacro y la pérdida material de gran parte de la ornamentación dieciochesca, el conjunto mantendría un aspecto marcadamente clasicista. A ello contribuye la conservación del elemento principal de la capilla mayor, el templete neoclásico de Nuestro Padre Jesús y la utilización de esquemas muy simplificados de las trazas de Sirtori en los nuevos murales que Ballester y Muñoz Barberán realizaron para los frentes de las capillas o el propio espacio del camarín, bajo la dirección de Casalins en los años cincuenta del pasado siglo. Así, dada la ubicación del sagrario, a los pies de la imagen del Nazareno y entre las columnas del citado baldaquino, y teniendo en cuenta el contexto estilístico del propio edificio, se planteó este lenguaje estético como la mejor solución para insertar la pieza en el espacio de la iglesia. De este modo, la adición de un elemento de nueva factura a un espacio tan sensible ante cualquier alteración visual, no supondría una excesiva distorsión en la percepción del conjunto conservado.

1998, pp. 165-166. 4 La conservadora de la cofradía, Amparo Muñoz Fernández, ha catalogado los restos de pintura conservados, pertenecientes en su mayoría al camarín de Nuestro Padre Jesús.

PROYECTO DEL NUEVO SAGRARIO: PLANTEAMIENTO FORMAL Y DESARROLLO MATERIAL En el plano compositivo, el nuevo sagrario quedaría articulado en base a un único cuerpo de planta octogonal (es decir, un rectángulo con los vértices achaflanados) de cuyas esquinas sobresalen unas pilastras adosadas que arrancan en voluta, curvándose ligeramente en la parte superior para albergar sendas cabezas de querubines. Estos seres alados sostienen un entablamento de orden compuesto, sobre el que queda dispuesto un remate de planta octogonal en forma cóncava, rematado por una cúpula semiesférica. Esta última se apoya sobre un moldurón liso que parece quedar sostenido por las volutas que destacan en el chaflán, cuya base se convierte en sustento a unos sencillos pebeteros de planta circular, en los que arden sendas llamas. Sobre la media esfera de la cúpula desciende una nube que sirve de base a la cruz que remata el conjunto, respondiendo a un madero de sección plana cuyos brazos quedan rematados por una serie de tallas ornamentales. Esta nueva pieza se completa con una puerta en plata, con la representación del Cordero Místico sobre un fondo de rayos dorados que descienden de la parte superior, y en cuyo vértice, sobre el espacio del friso, quedaría situado el Espíritu Santo; el rompimiento de gloria se completa con un relieve de nubes y cabecillas de querubines también en plata, que al igual que las piezas descritas anteriormente y el Cristo que remata el conjunto, serán fundidos a partir de modelos escultóricos realizados previamente en barro. Respecto al cromatismo final de la obra, se pretende dotar al sagrario de cierta viveza respecto al resto del mo-

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biliario litúrgico, aclarando la gama cromática que encontramos en las pinturas murales de la iglesia, así como en el propio templete de Nuestro Padre Jesús. El color de los paños del sagrario y su arquitectura se resolvería a base de una imitación de mármoles y piedras pulimentadas, en sintonía con la policromía del mencionado baldaquino. A diferencia de éste, la mayor parte de las molduras y elementos ornamentales, tales como guirnaldas, hojas de acanto y demás figuración vegetal, se acabarán con oro fino, combinando superficies mates y brillantes según las zonas a resaltar.

“...se completa con una puerta en plata, con la representación del Cordero Místico sobre un fondo de rayos dorados que descienden de la parte superior, y en cuyo vértice, sobre el espacio del friso, quedaría situado el Espíritu Santo” Completarán el nuevo conjunto para el altar mayor una serie de diez candelabros, de distintas dimensiones, y tres gradas que servirán para elevar esta nueva candelería. Para ello, se ha realizado un diseño siguiendo la misma línea estilística del sagrario, teniendo en cuenta las dimensiones y proporciones de los candelabros del siglo XIX que se conservan en la iglesia; al igual que éstos, serán tallados en madera y posteriormente recubiertos con pan de plata, como es habitual en la mayor parte de los antiguos ejemplos que so-


breviven en las iglesias murcianas. Por su parte, la serie de gradas que se propone quedaría adaptada a los espacios visuales definidos por los intercolumnios del baldaquino, es decir, la distancia existente entre las columnas que se aprecian en el frente del mismo y dividen compositivamente la superficie de la mesa de altar. El diseño de estos elementos sigue estrechamente las líneas del sagrario, tratándose de sencillas peanas marmorizadas con ligera molduración en su parte inferior y superior. La grada o peana que elevará el sagrario presenta un esquema diferente, quedando definida por un moldurón en la parte inferior, donde destaca una guirnalda de hojas de laurel, y sobre el que se eleva una base rectangular, con el perfil ligeramente curvo en el enlace entre ésta y la moldura. La materialización de este proyecto correrá a cargo de un equipo multidisciplinar, en el que aparte del que suscribe, intervendrán una serie de profesionales con una trayectoria ampliamente reconocida en cada una de sus áreas de trabajo. Así, el traslado del diseño del sagrario, candelería y gradas al soporte lígneo correrá a cargo de Antonio Ibáñez, tallista sevillano al que se deben trabajos tan destacables como el paso de la Hermandad del Santo Entierro, en la capital hispalense, o el trono de la Virgen de la Soledad de la popular Cofradía de Mena, en Málaga; ambos ejemplos ponen de manifiesto la versatilidad técnica con la que aborda los procesos de talla, destacando el primero por el minucioso labrado de cresterías, doseletes y hojarascas neogóticas. Por su parte, las adiciones de orfebrería de la pieza presentes en la pieza (relieve de la puerta, trabajo del interior metálico del sagrario, el resplandor con el Espíritu Santo y el pequeño Cristo de

la Cruz) serán realizadas en el taller del orfebre cordobés Manuel Valera Pérez. De su amplia trayectoria, cabe destacar el nutrido grupo de preseas destinadas a la coronación canónica de diversas imágenes marianas de España, así como la materialización del diseño de la corona para la santísima Virgen de la Soledad de Mafra (Portugal). Para el proyecto del sagrario volveremos a trabajar en equipo, realizándose en nuestro taller los modelos escultóricos para su posterior fundición en plata, acabándose la superficie de algunas de las zonas del relieve o los rayos mediante la aplicación de baño de oro. Intervendrá en el proceso de dorado la conservadora y restauradora Blan-

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ca López Spreáfico, de cuya habilidad con estos procesos dan habida cuenta los distintos trabajos realizados para la propia, tales como la restauración de la peana del trono de Nuestro Padre Jesús o la intervención en los dorados de las tallas y molduras empleadas para la ejecución de la mesa del altar y el ambón, realizando igualmente el dorado de las partes de nueva factura con las que se dio forma a dichas piezas; estos trabajos pueden verse en la capilla mayor de la iglesia, mismo espacio en el que se ubicará el nuevo sagrario, por lo que el acabado de todos estos bienes muebles incorporados al patrimonio de la cofradía en los últimos años responderá a una misma mano.




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INCÓGNITAS DE NUESTRA HISTORIA ARTÍSTICA: ENIGMAS SALZILLESCOS EN TORNO A LA COLECCIÓN DEL CONDE DE GÜELL María Teresa Marín Torres | Directora del Museo Salzillo

En el estudio de las obras de Francisco Salzillo y, en general, en el brillante episodio de la escultura murciana en el siglo XVIII, quedan todavía muchos enigmas que descifrar. Se adscriben, sobre todo, al capítulo de la escultura desaparecida, de la que quedan tan solo algunas referencias documentales aisladas e incluso a veces, sugerentes fotografías antiguas. El investigador murciano José María Ibáñez García (1859-1934), siguiendo al historiador del arte Elías Tormo, los llamaba «incógnitas de nuestra historia artística»1. Son por lo general son obras que pertenecieron a las órdenes religiosas extintas en las desamortizaciones del siglo XIX. Algunas se dispersaron pero pudieron sobrevivir en otros destinos, por lo que todavía tenemos la suerte de contemplarlas y venerarlas como ocurrió por ejemplo con el crucificado del convento de Santa Isabel, hoy en el Museo de Santa Clara la Real de Murcia, una obra cumbre de Francisco Salzillo.

También sucedió con otros conventos, como el de la orden Trinitaria, cuyas imágenes, las que lograron sobrevivir, se repartieron entre las parroquias de Santa Eulalia y San Juan Bautista. Por no hablar del monasterio de los Jerónimos, el antiguo convento de San Diego, el de San Agustín o la antigua parroquia de San Andrés, por citar algunos ejemplos. Esta última llegó a desaparecer a comienzos del siglo XX y no deja de sorprender que, tal y como ocurrió con otras imágenes de estos lugares que acabamos de mencionar, terminasen en manos de conocidos coleccionistas privados, como el conde Güell o de Lázaro Galdiano2. En este texto nos interesan en particular dos casos: la antigua iglesia de San Andrés y el convento de la Trinidad. Comencemos con el primero de ellos, la desaparecida parroquia que hacia 1887 pasó a la actual de San Agustín y que fue subastada en 1893, todavía en pie a comienzos del siglo XX, para ser

1 Se refería precisamente a las obras del desaparecido convento de la Trinidad de Murcia, sobre el que escribió varios artículos en La Verdad en febrero de 1920. IBÁÑEZ GARCÍA, J.M. Rebuscos y otros artículos (ed. de RUIZ TOBAR, J.A.). Murcia, 2003, p. 327. El periodista Antonio Botías los denominaría Los misterios de Salzillo.

2 Este último adquirió una Matanza de los Inocentes supuestamente procedente del convento de Agustinas, que se venía atribuyendo a Nicolás Salzillo y que se puede contemplar en su museo madrileño. MARÍN TORRES, M.T. El arte del diorama y de la escenografía en los belenes históricos: su disposición museográfica actual. Murcia, 2021, pp. 102-103.

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demolida del todo hacia 19483. Era esta una iglesia construida en el siglo XVI, cercana a la puerta de Molina, sobre los restos de un antiguo palacio andalusí, excavado a comienzos del milenio4. La conocemos también por descripciones, como la breve de Atienza y Palacios de 18725, la de Martínez Tornel6 y, especialmente, la de Javier Fuentes y Ponte en 1880. Este último describía las figuras de Santo Domingo de Guzmán y San Francisco, «dos bellas estatuas, obras de Salzillo», que custodiaba la Cofradía del Rosario7. 3 JIMÉNEZ CASTILLO, P. «El palacio andalusí y la antigua iglesia de San Andrés. Intervención en el antiguo arrabal de la Arrixaca de Murcia», Memorias de Arqueología de la Región de Murcia, 15, 2000-2003. 4 Ibid. 5 ATIENZA Y PALACIOS, F. Guía del forastero en Murcia. Murcia, 1872. 6 MARTÍNEZ TORNEL, J. «La iglesia parroquial de San Andrés», El Diario de Murcia, 29 de noviembre de 1887. 7 «A los extremos de la mesa de altar están colocadas dos bellas estatuas, obra de Salzillo, procedentes del convento de S. Diego; siendo la de la izquierda del espectador Sto. Domingo de Guzmán. El santo, que sólo tiene 1 m 25 de altura, adelanta el pie derecho y su manto tiene bien tallados pliegues. La de la derecha, que es compañera a la anterior y de igual medida, representa a San Francisco de Asís, y tiene el pie derecho puesto sobre una esfera de color azul y


Fig. 1. Francisco Salzillo. Boceto de Santo Domingo de Guzmán. Foto: Rafael Fuster, Museo Salzillo.

Fig. 2. Francisco Salzillo. Boceto de San Francisco de Asís. Foto: Rafael Fuster, Museo Salzillo.

En la actualidad pueden contemplarse en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid desde 1985 y sus bocetos en el Museo Salzillo de Murcia (fig. 1 y 2). Procedían, a su vez, del extinto convento de San Diego de franciscanos descalzos8, y fueron estudiados por el historiador del arte murciano Luis Luna9. Entraron al museo procedentes de la colección de Juan Antonio Güell López, II conde de Güell y III marqués de Comillas (1874-1958), junto con la imagen de San Félix de Valois, también de Salzillo, y las había dado a conocer en su gran volumen dedicado al es-

tudio de la escultura religiosa publicado en París en 1925 (figs. 3 y 4)10. A su muerte, la colección fue heredada por su nieto, el cuarto marqués de Comillas para, más tarde, ser vendidas en parte al Estado, en concreto veintiuna piezas de un total de treinta y seis, que fueron destinadas al museo vallisoletano. En su libro, Güell dedicó todo un capítulo a «Zarcillo». Allí incluía una sugestiva descripción de Murcia y su paisaje, («región peculiar y geográficamente distinta de todas las de la Península»), en la que surgiría ese genio aislado de Salzillo que, según él, no tuvo ningún precedente que mereciese la pena.

en la mano derecha un Crucificado, al que contempla con entusiasmo». FUENTES Y PONTE, J. España Mariana. Lérida, 1880, p. 129. 8 El convento de San Diego se estableció en 1598 y dos años más tarde de modo definitivo en la antigua ermita de San Roque. Se encontraba detrás de la ermita de San Antón y fue derribado en 1836. Sobre su solar se construyó la Fábrica Mayor de La Seda. 9 ARIAS, M.; LUNA, L. Museo Nacional de Escultura. Madrid, 1995, p. 81.

10 Se realizó una edición limitada de este libro, con doscientos ejemplares en español y trescientos en francés. El Museo Salzillo posee un ejemplar en español. BASSEGODA, B. «Joan Antonio Güell i López (Segon comte de Güell)», en FONTBONA, F.; BASSEGODA, B. (coord.) RCAAC, Repertori de Colleccionistes i Colleccions d’Art i Arqueologia de Catalunya. https://taller.iec.cat/rcic/fitxa_una.asp?id_fitxa=25 [Consulta: 17 de enero de 2022].

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Destacaba la peculiar policromía de sus imágenes, pues los tonos de color de Murcia y sus contornos «constituyen una gama de colorido peculiarísima». Consideraba que sus obras no debían contemplarse en un museo, sino entrando en sus iglesias para «contemplar sus “pasos” de la Pasión y sus demás esculturas». Se detenía particularmente en los “pasos” de Salzillo para la Cofradía de Jesús y especialmente las figuras del ángel, San Juan y la de Judas besando a Cristo en el Prendimiento, a la que brindaba varias líneas muy líricas. Finalizaba el capítulo aludiendo a dos de sus tres Salzillos: «A este autor pertenecen el San Francisco de Asís y el Santo Domingo, esculturas de tamaño académico, de mi colección, y ambas por su técnica, modelado y colorido, de una gran significación para estudiar a este artista»11. La historia de estas imágenes de San Francisco y Santo Domingo están rodeadas de misterio, por su trasiego y por cómo acabaron siendo de su propiedad. Según Javier Fuentes y Ponte estarían en 1900 en «la capilla del Rosario del barrio de la Torreta en la feligresía de Santa Eulalia», donde fueron vendidas por quinientas pesetas12. Pero es extraño, dado que en la primera parte de su España Mariana de 1880 las describía en la parroquial de San Andrés, e indicaba en la parte segunda de su libro, un año más tarde, que habría un San Francisco de Asís y un Santo Domingo de Guzmán en la ermita del Rosario de la Trinidad, una 11 GÜELL, E. Escultura polícroma religiosa española (Una colección). París, 1925, pp. 118-121. 12 «Pertenecieron al demolido convento de Franciscanos de S. Diego.- Puerta de Castilla.Ambos fueron vendidos a la ermita del Rosario en 1884 por 500 pesetas.-». FUENTES Y PONTE, J. Salzillo: su biografía, sus obras, sus lauros. Lérida, 1900, p. 51.


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Fig. 3. Francisco Salzillo. Santo Domingo de Guzmán. Fuente: Güell (1925).

Fig. 4. Francisco Salzillo. San Francisco de Asís. Fuente: Güell (1925).

Fig. 5. Francisco Salzillo. San Félix de Valois. Fuente: Güell (1925).

construcción de 1875 propiedad de un particular, Juan Fernández y su mujer13. Pero, a no ser que Fuentes se confundiera, no podían ser las mismas, ya que, según él, las de la ermita del Rosario eran enlienzadas, de un tamaño de 61 cm y 72 cm de altura, y por tanto más pequeñas que las que pasarían a manos del conde Güell de 134 y 136 cm. Para mayor desconcierto, José María Ibáñez venía a corroborar lo dicho por Fuentes y Ponte en 1900. Unos diez años más tarde aseguraba que las imá-

genes de ambos santos procedentes de la desaparecida iglesia de San Andrés, estaban «en la ermita del Rosario, próxima a la plaza de la Trinidad»14. Si no existiera la descripción de esas cuatro esculturas diferentes por Fuentes y Ponte en 1880 y 1881, se podría pensar que Juan Fernández, que edificó a su costa la ermita-capilla en la Trinidad, por su vinculación con las cofradías del Rosario, o ya sus herederos, venderían estas esculturas al conde de Güell antes de 1925. Acaso fuera una confusión de Fuentes, que al verlas en alto, las creyera de menor tamaño, y que por tanto sí hubieran pasado desde San Andrés a esta pequeña ermita y que por ello rectificase veinte años más tarde en su libro de 1900, lo que fue ratificado por Ibáñez, que sí las debió conocer. A este problema se le une otro parecido, pues es, si cabe, un misterio mayor el origen del tercer Salzillo de Güell, San Félix de Valois. Se trataba de una imagen de devanaderas, que ya en

aquel entonces era de medio cuerpo y que se cubría con un simple y un tanto improvisado paño de terciopelo (fig. 5). En un primer momento albergó su colección de escultura religiosa en su residencia barcelonesa de Pedralbes y en una fotografía de 1926 del Fondo Salvany, publicada por Bassegoda, puede verse la cabeza de San Félix, entre varias esculturas. El historiador del arte catalán, especialista en la figura de Güell en su faceta de coleccionista de arte, dio a conocer igualmente una foto de la década de los sesenta donde se pueden ver el San Francisco y Santo Domingo, en su residencia del Palau Moja en Barcelona, donde se dispuso la colección tras la Guerra Civil15. En la actualidad, San Félix de Valois se encuentra en los depósitos de la ins-

13 Las describe así: «A la izquierda de la mesa de altar hay una credencia […]. Sobre dicha credencia y en una repisa muy volada en la pared, venérase encima de una peana la imagen enlienzada de 0m72 de altura, Sto Domingo de Guzmán, que con su mano izquierda sujeta al costado un libro, y la derecha un estandarte de fundación. Sírvele de compañero estando colocado del mismo modo en el lado derecho de la pared, una estatua de talla de 0m61 de altura, San Francisco de Asís, el cual tiene su mano izquierda extendida sobre el pecho y la derecha empuñando una cruz a la cual mira entusiasmado: bajo la repisa que sostiene a esta imagen está la puerta de paso a la sacristía”. FUENTES Y PONTE, J. Op. cit., parte segunda, 1881, pp. 124-125.

14 IBAÑEZ, J. M. Rebuscos, op. cit., p. 300.

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15 BASSEGODA, B. «Joan-Antoni Güell i López (1876-1958), segon comte de Güell, tercer marquès de Comillas i primer col.leccionista d’escultura policromada barroca», en BASSEGODA, B.; GARRIGA, J.; PARIS, J. (ed.). L’Època del Barroc i els Bonifàs (Valls, 2006). Barcelona, 2007, pp. 499518.


Fig. 6. Francisco Salzillo. San Félix de Valois. Museo Nacional de Escultura de Valladolid. Foto: José María Cámara.

titución pero fue mostrada en la magnífica exposición temporal sobre obras de los almacenes del Museo Nacional de Escultura de Valladolid de 2020, El lugar de los invisibles (fig. 6). Formaba parte de la sección Fragmentos, donde se buscaba «mostrar la abundancia de pequeños y frágiles vestigios que conserva el almacén: detalles de retablos dislocados, figuras incompletas o abruptamente partidas, cabezas sin cuerpo, brazos amputados, alas de ángeles, añicos ornamentales. La suma de todo esto que no se considera obra, porque es fragmento»16. Allí se exponía San Félix sin ningún tipo de indumentaria, por lo que se apreciaba en su condición de obra incompleta, toda vez que podía visualizarse la estructura de candelero de la obra. Fue una de las obras que más llamó la atención y a punto estuvo de ser rescatada para exposición permanente. Y ante su contemplación nos hacemos la misma pregunta que con los otros dos 16 BOLAÑOS, M.; ALCUBIERRE, A. «Almacén. El lugar de los invisibles», Museos.es, 13-14, 2019/2020, p. 310.

Salzillos de Güell: ¿procedería esta imagen de la extinta ermita del Rosario? A priori podríamos pensar que sí, si atendemos a las noticias dadas por Fuentes e Ibáñez, pero el primero, al describir la ermita, no habla en ningún momento de una figura que remotamente se pareciese a San Félix. También cabe la posibilidad de que estuviera guardada, porque ya en ese momento se encontrase en mal estado de conservación, fragmentada, y que por ello no la viese Fuentes y Ponte. Una ermita, por otra parte, que curiosamente estaba muy próxima al convento trinitario. Si es así, las tres imágenes pudieron ser vendidas en el mismo lote al conde de Güell. Pero ciertamente la dispersión del patrimonio trinitario debió ocurrir poco antes de la desamortización de 1835. Así lo señaló Ibáñez, pues hubo una primera expulsión del convento en 1820 y se tuvieron que llevar las imágenes de los santos fundadores a la iglesia de San Antonio17. Sufrieron por tanto el trasiego de aquellos tiempos convulsos de la desamortización, en las que pudo haber alguna pérdida de patrimonio artístico. Acaso fue en aquel momento cuando el San Félix de Valois de Valladolid pasara al mercado privado. El convento trinitario siguió en pie durante muchos años, hasta que fue demolido en 1905 para la construcción del nuevo museo provincial y el colegio Andrés Baquero, a pesar de su bello claustro renacentista y las pinturas murales de Nicolás Villacis, traspasadas a lienzo por Juan Albacete. La mayoría de las esculturas y otros enseres litúrgicos, como la reliquia de San Blas y 17 «Llevándose las efigies de los patriarcas y de un crucifijo, que no puedo identificar, a la iglesia de las religiosas de San Antonio», donde permanecieron hasta 1823, para volver al claustro del convento, «hasta la violenta expulsión de 1835». IBAÑEZ, J. M. Rebuscos, op. cit., p. 325.

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la misma imagen del obispo armenio, obra también de Salzillo, así como la pila bautismal, pasaron a Santa Eulalia, así como a la parroquia de San Juan Bautista. Cabría preguntarse, entonces, si el San Félix de Valois vallisoletano se encontraba en el desaparecido convento de la Trinidad y pasó a estas dos iglesias como el resto del patrimonio trinitario. Pero todo parece indicar que no fue así, por lo que sería más certera la hipótesis apuntada más arriba. Para resolver esta incógnita es preciso enumerar las imágenes de los santos fundadores que han perdurado en el tiempo y que se conservan en la actualidad en Murcia. Por un lado está San Félix de Valois, en la iglesia de San Juan Bautista, muy similar a la obra que perteneció a Güell, y por otro el beato (hoy santo) Simón de Rojas, de Francisco Salzillo, y San Miguel de los Santos, de Roque López, ambas en la de Santa Eulalia18. Estas tres imágenes se complementarían con una cuarta, un desaparecido San Juan de Mata, cuya pista se pierde tras la Guerra Civil pero que hacía pareja con San Félix de Valois y del que se conserva una borrosa fotografía en el Archivo General de la Región de Murcia (fig. 7)19. 18 ROMERO CABRERA, A. «Iglesia de Santa Eulalia», en TOMÁS GABARRÓN, L. (coord.) Identidad y patrimonio en Murcia. Los Templos del Centro Este. Murcia, 2021, p. 154. Pueden verse las fotografías de estas dos imágenes en CRESPO, J. «Antiguo convento de la Santísima Trinidad de Murcia», Estudios Trinitarios, n. 2, 1964, pp. 151-155. 19 Todos ellas tienen y tenían la peculiaridad de ser imágenes de vestir, de gran interés, aunque como señaló Baquero en referencia a las realizadas por Salzillo de este tipo, muchas de ellas no se presentaban con el debido decoro, pues no tenían quienes las vistiesen adecuadamente, por lo que para entenderlas, había que atender a cabeza y manos, donde el artista se debía concentrar «y aun reforzar la expresión de su idea, la manifestación plástica del carácter». BAQUERO, A. Los profesores de las Bellas Artes Murcianos.


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Fig. 7. San Juan de Mata. Murcia. Fuente: Fondo José Crespo, (AGRM) Archivo General de la Región de Murcia.

Fig. 8. San Félix de Valois. Parroquia de San Juan Bautista. Foto: Rafael Melendreras.

Curiosamente, San Félix de Valois y San Juan de Mata, han sido confundidas por los biógrafos y especialistas en Salzillo a lo largo del tiempo, pero es fácil identificar su iconografía. San Félix de Valois (1127-1212) fue un ermitaño francés fundador de la Orden de la Santísima Trinidad para la Redención de los Cautivos junto a San Juan de Mata (1150-1213). Si el primero siempre ha representado la dimensión contemplativa de la orden, el segundo supone la activa y la redentora. En un primer momento podría pensarse que el de la colección del conde Güell sería la imagen desaparecida de San Juan de Mata, porque es la única que no ha sobrevivido, pero en realidad no son la misma obra y, en todo caso, la de Güell es muy parecida a la de San Félix de San Juan Bautista (fig. 8). La gran diferencia se encontra-

ría en los diferentes tributos que portarían ambas, pues si bien la imagen del Museo Nacional de Escultura sujeta en su mano derecha unos grilletes, un atributo con el que también se suele representar al santo cofundador, la de Murcia llevaría un crucifijo en su mano derecha, que mira concentrado, con la boca entreabierta como en oración. Los rasgos de la obra vallisoletana son más finos, con ojos más rasgados y una barba de cabello más detallado, cejas más pobladas y arrugas más acentuadas. Claramente ambas partirían de un mismo modelo o, en todo caso, una surgiría a partir de la otra. José Sánchez Moreno, en su obra póstuma publicada en 1964, donde estudió a los escultores que precedieron a Salzillo, pensaba que la obra en San Juan Bautista podría haber sido realizada por su padre Nicolás, aunque después fuera restaurada, probablemente

Murcia, 1913, p. 233.

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por su propio hijo20. La policromía que había debajo del barniz le recordaba a la de San Pío V, y el que la imagen fuera de vestir, igualmente le llevaba a pensar en el escultor sammaritano. Puede, por tanto, que la imagen hoy en Valladolid pudiera adscribirse más a Francisco Salzillo o incluso, para complicar más las cosas, que una u otra fueran las que incluía Roque López en su memoria de hechuras, realizada en 1801, para un padre de la orden trinitaria21. El mismo Sánchez Moreno, en sus estudios de 1945, así lo creyó en un principio, lo cual tenía toda lógica, pues el discípulo de Salzillo era muy hábil en la copia de los modelos del maestro. Pero todo indica que tanto la obra de San Juan Bautista, como la del museo vallisoletano, estén más vinculadas con Salzillo padre e hijo. Otra cuestión a tener en cuenta es que los santos trinitarios fueron ya citados en los primeros catálogos realizados sobre el escultor murciano. Así, el primer biógrafo conocido de Salzillo, Diego Rejón de Silva, ya antes de 1795 incluía en la Trinidad, «una imagen, cabeza y manos de Felis de Balois, de natural su postura. Con la iglesia en una mano en la otra la bandera. Grandemente ejecutado. Por su naturalidad»22. 20 «Los retoques y los repintes de la barba no han borrado en absoluto las señales de una gubia de esquina, incisiva, ancha y de apretado empuje. Todavía son reveladores los pelos del cerquillo, la voluminosidad de la región occipital, y sobre todo, esa oreja poco esquemática, como sin terminar de detalles ni repasar después». SÁNCHEZ MORENO, J. Nuevos estudios sobre escultura murciana. Murcia, 1964. 21 «Un San Féliz de Valois, del natural, de vestir, por mano del Padre jubilado Ruiz, de la Trinidad, en 500 reales». FUSTER, E. (Conde de Roche) Catálogo de las esculturas de don Roque López. Murcia, 1889, p. 29. 22 GARCÍA LÓPEZ, D. «Era todo para todos: la construcción biográfica de Francisco Salzillo durante el siglo XVIII», Imafronte, (24), 2015, p. 146.


Debía referirse a San Juan de Mata, por los atributos descritos. Luis Santiago Bado, compañero de Salzillo en la Real Sociedad Económica de Amigos del País, reseñaba «en la de Trinitarios, San Feliz de Valois y el Beato Simón de Rojas»23, sin más descripción, noticia que recogió tal cual Ceán Bermúdez en 180024. Esta última imagen sería la que se encuentra en la actualidad en Santa Eulalia.

“Habría que esperar ya a las publicaciones de los estudiosos de Francisco Salzillo de comienzos de siglo XX, como las de Andrés Baquero o Elías Tormo”

Todas estas noticias eran de la época en la que todavía existía el convento de la Trinidad y de los autores que conocieron a Francisco Salzillo o fueron sus contemporáneos. Ya habría que esperar a las descripciones detalladas de Javier Fuentes y Ponte del último cuarto del siglo XIX. En su España Mariana de 1881, reseñaba la pareja de los santos fundadores trinitarios en la 23 MARTÍNEZ RIPOLL, A. «Francisco Salzillo, un profeta en su tierra. Una biografía, con catálogo, por el matemático Luis Santiago Bado», en MONTOJO, V. (coord.) La Dolorosa y la Cofradía de Jesús en el 250 aniversario de la Dolorosa, San Juan y la Verónica. Murcia, 2006, p. 46. 24 «S. Felix de Valois y del beato Simón de Roxas». CEÁN BERMÚDEZ, J. A. Diccionario histórico de los mas ilustres profesores de las Bellas Artes en España. Madrid, 1800, t. VI, p. 30.

parroquial de San Juan Bautista. Allí, identificaba claramente los atributos de ambos pero no se refería a la autoría de las imágenes. Sí hablaba de cómo estaban a cargo de la Cofradía de la Trinidad refundada por el obispo de la diócesis. San Juan de Mata sería el que conocemos por la antigua fotografía, desaparecido, y cuyos rasgos, apenas visibles, nos podrían hablar de una autoría próxima a Nicolás Salzillo o su escuela, cubierto con bonete y sosteniendo una bandera y una iglesia con dos torres (fig. 7). La imagen es curiosa porque se atisba el altar dedicado a la Trinidad que describe Fuentes, en el que estarían colocados a uno y a otro lado los santos fundadores. Además, describía a San Félix de Valois sujetando un crucificado y un estandarte, por lo que sería la imagen que actualmente se conserva en la parroquia de San Juan Bautista (fig. 8)25. Veinte años más tarde, en su libro de 1900 dedicado a Francisco Salzillo, situaba en la parroquia de San Juan a San Félix de Valois, pero entre interrogantes. No debía tener claro por tanto que Francisco Salzillo pudiera ser su autor y no citaba a San Juan de Mata, pues no la creería de su autoría26. Habría que esperar ya a las publicaciones de los estudiosos de Francisco Salzillo de comienzos de siglo XX, 25 FUENTES Y PONTE, J. Op. cit., parte primera, 1880, p. 132. 26 «Imagen de vestir, 1,60. 3ª época. Ceán Bermúdez la cita en su Diccionario». En cuanto a la parroquia de Santa Eulalia, señalaba que San Miguel de los Santos sería obra de Roque López, «del año 1782», y asigna a Francisco Salzillo el Beato Simón de Rojas, al igual que Bado y Ceán. Equivocó la fecha del primero, pues en todo caso correspondería a la entrada de 1784 donde consigna un «Beato Fray Miguel de los Ángeles, cabeza, manos y pies, para la Trinidad en 300 reales». También cambió el nombre, pues confundió San Miguel de los Santos con el franciscano Fray Juan de los Ángeles.

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Fig. 9. San Félix de Valois. Foto: Cristóbal Belda, 1940. Fuente: AGRM.

como las de Andrés Baquero o Elías Tormo. El primero dio como auténticos el San Félix de Valois y el beato de San Juan de Rojas. Sí citó Elías Tormo en su Guía de Levante a San Félix de Valois, pero sin reseñar ninguno de los restantes santos trinitarios en su visita a Santa Eulalia27. El erudito José María Ibáñez, que dedicó varios artículos a la Trinidad y Santa Eulalia, escribió en 1920 unas letras sobre las cuatro imágenes trinitarias28. Decía que San Juan de Mata «es gallardísima» y San Félix «a quien sobra para destacar su cabellera el bonete doctoral), no puede ser obra de Salzillo». Vemos, entonces, que debió intercambiar el nombre de ambas imágenes, como le ocurrió a Rejón. Ibáñez se hacía eco del controvertido San Félix de Valois de vestir para el padre jubilado Ruiz de Roque López, pero ponía en duda que fuese la obra que se encontraba en la parroquial de San 27 TORMO, E. Guía de Levante (provincias valencianas y murcianas). Madrid, 1923, p. 353. 28 IBÁÑEZ, J. M. La Verdad, 6 de febrero de 1920.


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Juan, aunque sí tenía más claro las autorías de los otros dos santos trinitarios de Santa Eulalia29. Como podemos comprobar, es todo un galimatías poder desentrañar los misterios que envuelven a estas cuatro imágenes, cinco, si consideramos también la de Valladolid. La de San Juan de Mata debió desaparecer en la Guerra Civil aunque sí sobrevivió la de San Félix de Valois. Se conserva la fotografía de 1940 realizada por Cristóbal Belda para la Junta de Incautación del Tesoro Artístico (fig. 9). En el expediente al término de la contienda sobre la destrucción de obras de arte, aparece la entrada «Roque López: San Félix de Valois, capilla de la izquierda», dentro del apartado dedicado a la iglesia de San Juan Bautista30. De nuevo se intercambiaría la denominación de ambas imágenes. Para el historiador del arte y director del Museo Salzillo, José Sánchez Moreno, también supusieron un enigma. En un principio no consideraba que los santos trinitarios fuesen obras de Salzillo31. Pero, como ya señalamos más arriba, al final de su vida, estudió la imagen de San Juan Bautista con el interrogante «¿San Juan de Mata o San Félix de Valois?». Allí contaba cómo siempre se resistió a creer esta obra como original de Francisco Salzillo pero, tras un «nuevo repaso y estudio más detenido», debía considerarla an29 Fray Miguel de los Santos sería del discípulo de Salzillo y describía la del beato Simón de Rojas junto con un niño, hoy desaparecido, al que entregaba un rosco. Ibid. 30 AGRM, FR,AHN,R-90/5, pieza 11. 31 Y los reseñaba así, como si realmente hubiera dos imágenes distintas, que debió conocer de antes de guerra. Y en la de Santa Eulalia daba como de Roque López «San Félix» y San Miguel de los Santos, ateniéndose a la memoria de hechuras del discípulo de Salzillo. SÁNCHEZ MORENO, J. Vida y obra de Francisco Salzillo. Salzillo. Murcia, 1945.

terior y con toda probabilidad, obra de Nicolás, restaurada por su hijo32. Sánchez Moreno no debió conocer la fotografía antigua del convento Trinitario de San Juan de Mata, porque de ser así, hubiera identificado a uno y a otro por los elementos iconográficos que portan. En cuanto a la autoría dada a Nicolás Salzillo, bien pudiera ser cierta y también nos llevaría a hacernos dudar sobre si el San Félix que perteneció al conde Güell, hoy en Valladolid, sería de Nicolás o de Francisco Salzillo, siempre con la alargada sombra de Roque López. Aunque, como venimos señalando, todo apuntaría en un principio a Salzillo hijo.

“...a la espera de nuevos descubrimientos que, a buen seguro y de modo paulatino, se seguirán produciendo con el tiempo” En conclusión, y a modo de recapitulación, es interesante la indagación sobre el origen de las tres imágenes de la colección del conde de Güell, de la que todavía pueden escribirse muchas páginas, si salen a la luz nuevos datos. Porque, al fin y al cabo, son muchos los misterios e incógnitas que todavía envuelven a las obras de Salzillo. Su investigación es siempre apasionante, y queda en un continuo impasse impasse,, a la espera de nuevos descubrimientos que, a buen seguro y de modo paulatino, se seguirán produciendo con el tiempo, despejando esas «incógnitas de nuestra historia» de las que hablaba Ibáñez. 32 SÁNCHEZ MORENO, J. Nuevos estudios, op. cit.

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IN MEMÓRIAM A JOAQUÍN CRUZ SOLÍS Antonio Labaña Serrano | Mayordomo de Jesús, imaginero y restaurador

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uerido Joaquín, aunque tú ya lo sabes, por tratarse de uno de los temas afines y en más de una ocasión objeto de conversación y entretenimiento, sobre todo en aquellas apacibles tardes veraniegas en el Puerto de Mazarrón a donde iba a visitarte por pasar allí tus vacaciones, aún sigo teniendo intuiciones perceptivas de encuentros o despedidas. Te digo esto porque tu recuerdo vino a aposentarse en mi memoria con firmeza, denotando una permanencia insinuante pero no reveladora. Y créeme que, aún a pesar de esta sugerencia sin mensaje, no ha sido menor mi sobresalto al tener noticia de tu fallecimiento. Pienso que tal causalidad radique en la veraz profundidad de los afectos, en la amistad sincera y en la lealtad en las relaciones porque, en el fondo, ese mecanismo interiorizado, misterioso y desconocido que nos define y conforma, es el que une y conecta el espíritu y unidad de los hombres, pues cuando esto acontece, todo es posible por trascendental que nos parezca. La punzada dolorida de la noticia de tu muerte me lanzó de inmediato, con la velocidad imparable del dardo buscando su diana, al haz luminoso y azul de tu mirada, siempre reparadora y reconfortante tanto en la amistad como en el oficio, con el vigor y la calma del resplandor incipiente y sosegado de una aurora diáfana e impoluta que inunda la intimidad de los

entornos, departiendo sonrisas en los encuentros y aportando diagnósticos certeros, adquiridos en el discurrir vocacional de incontables lustros, en pos de devolver al arte su esplendor y su belleza, pero respetando siempre su historia, a fin de que la obra siga manteniendo vivo el legado que le infundió su hacedor. Me enseñaste, y aprendí como alumno, tu dogma, el dogma que debía aplicarse en cualquier intervención restauradora. Restaurar no significa reponer ni añadir aditamentos, aun considerándose necesario, sin tener en cuenta las referencias y formalidades artísticas del autor de la obra. Ni para desprender las capas de niebla que el paso de los años ha ido depositando en las superficies hay que “barrer” o “fregar” las policromías. La última veladura sobre la piel de lo creado hay que respetarla como velo protector, envolvente y, a su vez, delator del devenir de la historia de la obra desde que fue creada. Ese era tu método, desvelar y mostrar la belleza contemplada tras las sutiles gasas y transparencias de las huellas del tiempo. Y todo este quehacer era posible porque la retina irisada de tu mirada contenía los mil brillos y cromatismos que desprende la luz de los colores. Por tu adiestrado y reputado menester, D. Juan Torres Fontes, entonces Director del Museo Salzillo y sabedor de nuestra amistad, me encomendó, con la conformidad de la cofradía en

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aquel tiempo presidida por D. Esteban de la Peña Ruiz-Baquerín, la tarea de entablar propuestas y acuerdos conducentes a la restauración de las imágenes del “paso” de la Santa Cena. No tuve para ello que mendigar tu presencia, sino simplemente aguardar a que tus ocupaciones te lo permitieran, no siendo larga la espera.

“Y créeme que, aún a pesar de esta sugerencia sin mensaje, no ha sido menor mi sobresalto al tener noticia de tu fallecimiento”

De tu primera visita al Museo Salzillo, mantengo y me llega tu asombro y exclamación por la contemplación de tanta verdad contenida y agrupada ante la obra del sedente apostolado magistralmente elocuente creado por nuestro genial imaginero. Cautivado quedaste de sus rostros, de sus expresiones, de la disposición y talla de sus manos, de sus portes expresando disposiciones que, aunque fueran alegóricas, comunicaban voluntades


manifiestamente descifrables. Y como después, cada uno de los doce, los doce más el Maestro, fueron presentándote batalla. La primera fue por el desmontaje y separación de sus torsos, escuchándose desde la inmovilidad de sus posturas un incesante murmullo de preocupación y desconcierto hasta que no detectaron tu presencia. Sus rostros no te reconocieron, pero sí sus espíritus, porque con iguales nombres a lo largo y ancho de la geografía española ya los habías intervenido, conociendo ellos sobradamente tus excepcionales dotes de docto y reputado cirujano. Después vino el lamento de San Pedro quejándose del sudor que cada año padecía al terminar la procesión, uniéndose las peticiones de San Juan y Judas, reclamando soluciones para el arreglo de las ajadas urdimbres de sus túnicas, y así cada uno con sus particulares pesares. ¡Salzillo es tan genial en su obra, como particular y delicada su restauración! dijiste a quienes formábamos el equipo restaurador, después de habernos distribuido los trabajos: a tu hermano Raimundo le asignaste San Juan y Judas; a tu cuñada Isabel le encomendaste a Jesús para que le devolviese el fulgor y el brillo al oro de sus estofas en el manto y el vestido; a Cristóbal, San Pedro y San Andrés; y a Manolo, Juan, Julia y a mí nos adjudicaste el resto del apostolado, aunque todos interactuábamos en las tareas, especialmente Raimundo y tú. Concretamente me adjudicaste los dos Santiagos, el mayor y el menor, sintiéndome, además de agraciado, agradecido porque hubieses contado conmigo, pues a través de mis manos iba a poner en práctica, una vez más, todas las enseñanzas que de ti había recibido. Tu supervisión en nuestro cometido, además de ser puntual, conllevaba

un vigilante seguimiento, superando todas y cada una de las etapas hasta lograr los resultados establecidos.

de nuestro cielo es la única que porta diáfanas claridades y pletóricos matices. Algo tuviste que ver en ella, o ella en ti, para que año tras año volvieses para aposentarte a las orillas de este mar azul, antiguo y noble, transitado por tantas civilizaciones.

“¡Salzillo es tan genial en su obra, como particular y delicada su restauración! dijiste a quienes formábamos el equipo restaurador”

Fueron días aquellos de cabalgadura jubilosa cuando, poco a poco, íbamos recuperando la fuerza y el vigor cromático de las imágenes, desterrando la falsedad de las tonalidades que hasta entonces conocíamos, creyéndolas originales. Recuerdo cuando los verdes de algunas túnicas pasaron a ser azules, y los ocres, amarillos, preguntándome lo asombrado que estaría San Pedro de volver a ver su túnica con la misma tonalidad que cuando lo vistieron. Querido Joaquín, y de esto ¿en verdad hace ya tantos años? A pesar de ello, y como podrás comprobar, nunca permití que el olvido lo extrajera de mi memoria, pues pertenezco a los que dicen que en la vida no existen las casualidades, porque solo el destino y la voluntad la dirigen. Y es por ello que creo que muchos años antes de nuestro encuentro y de esta restauración, alguno de los doce se te apareció en sueños, presagiando ya este encargo e indicándote que, para el sosiego y el descanso, la luz

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De corazón siento hoy no poder nuevamente regresarte a esta luz nuestra y tuya, pero me consuela que en tu nueva y definitiva andadura, desde ayer iniciada, habrás descubierto las verdaderas claridades de lo eterno, de lo imperecedero, de lo que el Padre entrega y ofrece a quienes, como tú, han caminado alabando su nombre no solamente con la palabra, sino con ejemplo y dignidad de vida y de trabajo. Tu recuerdo en mi memoria sabes que será imperecedero, e infinita mi gratitud, como siempre te dije. Gracias amigo por tus enseñanzas, por tu lealtad, pero sobre todo por haberme regalado tu amistad. Descansa en la paz del Señor.


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JUANA VALLEJO: FIGURA PARA LA ETERNIDAD Fernando Esteban Muñoz | Historiador

E

l motivo de este artículo pretende poner de relieve la figura de Juana Vallejo en la vida y en la obra de Francisco Salzillo, que utilizó como modelo para la realización de la imagen de la Dolorosa, obra cumbre de este escultor, imagen que va a repetir en sucesivos trabajos y hasta incluso van a copiar sus discípulos. Pero antes de ello, permitidme que entremos en situación conociendo algunos aspectos relacionados con esta familia. Difícil es encontrar temas referentes a Francisco Salzillo que hagan referencia a su vida y entorno, su forma de plantear las obras que le encargan, los medios y sistemas organizativos que imprime en su taller, la dedicación personal a las tierras y viviendas que va adquiriendo a lo largo de su vida, así como una aclaración precisa a los modelos que luego plasma en alguno de sus personajes. Parece que siempre interesaron más los aspectos artísticos que los humanos y únicamente, cuando éstos eran importantes, quedaba alguna huella que podía llevar al conocimiento de su vida o simplemente, a algún esbozo de ella. Aunque sí hay algunas referencias a ciertos personajes un tanto peculiares, que eran conocidos en algunos círculos ciudadanos o bien por existir cierta relación de amistad, laboral o incluso familiar, que por uno u otro motivo quedaron recogidos para la posteridad.

Salzillo prestó mucha atención al estudio del natural: para ello no le importaba socorrer en su domicilio a personas con algún rasgo especial del que luego si había lugar, tomaba algún apunte para llevar a una imagen. Así sabemos que el Berrugo de la procesión de “los Coloraos” del Carmen, de nombre Chano, era un alguacil; o que el sayón de la caída, el famoso Alucema, era un vendedor de espliego de origen morisco, que llegó a amenazar de muerte al escultor por haberle representado y también don Andrés, el soldado romano del Prendimiento, que fue empleado de la curia. Puede suponerse que a algunos de sus hermanos, como a Francisca de Paula (Santa Clara de las capuchinas) y a algunos oficiales los dejaría inmortalizados sin que olvidemos en esta lista a sus propios hijos, que de seguro servirían como modelos para los ángeles. No obstante, los aspectos más íntimos, tanto del padre como del hijo, se quedaron entre las paredes de las casas que habitaron. Por ello, y sin querer ser pretencioso con el título de este artículo, como ya se ha dicho, procuraré sacar del olvido algunos datos de la mujer de Francisco Salzillo, Juana Vallejo Martínez Taibilla, o como aparece en algunos documentos del momento, sin el apellido materno, simplemente Juana Vallejo Taibilla. En esta época, no existía una norma legal en el orden de éstos y así indistintamente los hijos tomaban el que

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querían del padre o de la madre. Igual ocurre con su hermano clérigo José, que llega a firmar documentos como José Taibilla. Al final, cada lector deberá juzgar si el título del artículo era apropiado o no. Detengámonos por unos momentos en la familia Vallejo de entre los cuales hay algunos datos referentes al padre, Bernabé Vallejo, de profesión platero al igual que algunos hermanos y parientes, pudiendo ser la relación que en un principio posibilitara los contactos entre Nicolás Salzillo y ellos, existiendo algunas noticias referentes al cabeza de familia, por ser platero y tener su casa y taller en algún momento en la calle de Platería. En el “padrón de los vecinos de la Parroquia de San Antolín de esta ciudad de Murcia, ejecutado en virtud de orden del señor Don Vicente Correa y Salamanca, corregidor y justicia mayor de esta ciudad, correspondiente al padrón de vecinos para el cobro de los 180.000 reales que quedó de la sexta imposición del año 1714”, en el primer repartimiento aparece Bernabé Taybilla. Por la importancia de los materiales que la orfebrería manipulaba, necesitó este trabajo de leyes específicas que regularizaran y garantizaran la correcta manipulación de los metales que se trabajaban en este arte. Las ordenanzas para Murcia se publican en 1738. A ellos, se les exigió, en comparación, más que a los demás. Los plateros, y otros gremios establecidos en


calles determinadas, en algunos casos, acabaron recibiendo la denominación de la ocupación que tenían los que en ellas trabajaban y vendían sus productos, como en el caso de Murcia con la calle de Platería, Jabonerías y Trapería, entre otras. También consta que muchos de los plateros del XVII y XVIII y sus familias fueron enterrados por la proximidad en la Parroquia de San Bartolomé. El nivel cultural de los orfebres no era muy alto y, aunque diestros en su arte, algunos no sabían escribir su nombre a veces y cuando hacían un contrato así lo manifestaban. Tema que analiza Francisco Candel. De la figura de Juana Vallejo podemos afirmar que sus antecedentes son escasos por la destrucción de algunos libros parroquiales de San Antolín y San Andrés, en los momentos de la Guerra Civil. Entre ellos, estaban los del bautismo donde, con toda seguridad, se recogería la partida de nacimiento de la posterior mujer de Francisco, por lo que se desconoce hasta el momento, la fecha de su nacimiento, aunque sí sabemos otras como la de su boda, nacimiento de tres hijos, testamento, muerte y entierro. Al repasar los diferentes acontecimientos de su vida y teniendo en cuenta los datos mencionados anteriormente, podemos aventurarnos a decir que la fecha del nacimiento de Juana estaría alrededor del principio de la década de los 20 del siglo XVIII, mientras su futuro marido Francisco, tendría en ese momento alrededor de 15 años. La formación de las niñas en esa época, por lo general, estaba dirigida desde temprana edad a una preparación para un futuro matrimonio o bien a la entrada a una institución religiosa, si había alguna inquietud y medios, en este sentido.

Por ello, y aunque hubiera una situación desahogada en las familias, las jóvenes se dedicaban a aprender los trabajos relacionados con la casa y en especial a la confección de un futuro ajuar para cuando se casaran, y no es de extrañar que no supieran leer ni escribir o que, a lo sumo, supieran poner su nombre. Un caso concreto y cercano lo tenemos en alguna de las hermanas de Francisco que manifiesta no saber escribir su nombre, autorizando en el momento de alguna firma a otra persona para que lo haga en su lugar. Lo que sí parece cierto, como ya se ha dicho, es que Francisco le llevaba unos años y que se conocían desde un tiempo por las relación artística que debió existir entre las dos familias y la que se produciría por pertenecer a la Cofradía de Jesús. Pero de Juana consta que Salzillo realizó un dibujo del rostro de ella y otro retrato de sí mismo, ambos de busto, ejecutados a lápiz y en papel cuartilla en la década de los cuarenta, los cuales adquirió más tarde y poseyó el último profesor de dibujo de la Real Sociedad Económica de Murcia don Juan Albacete y Long,

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quien hacia 1850 hizo del primero de ellos una copia en litografía para un periódico ilustrado en el que colaboraban: Arnao, Salgas, Hernández Amores, Somalo, Ponzoa y Alarcón. Al fallecer el dueño, lo adquirió el señor conde Roche, que obsequiaba a sus amigos con una copia del dibujo, conservando copias: Vaquero Almansa, José Bolarín y Juan Almagro entre otros. En el programa de fiestas de primavera de 1933 aparece con unos versos del poeta Ricardo Sánchez Madrigal un folleto ya muy deteriorado, no sabemos si por el tiempo o por la calidad del documento, donde se imprimen los dibujos mencionados, que se conserva en el Archivo de la Biblioteca Municipal de Murcia. Posteriormente, y a través de Francisco Nortes, me llegó una copia del citado dibujo en mejor estado que, tras algún pequeño repaso consistente en eliminar algún arañazo, se inserta en este artículo. Siguiendo con el tema, veamos qué ocurre en el siglo XVIII, en lo que se refiere a la familia Salzillo, donde una serie de acontecimientos se suceden en la década de los años cuarenta que nos pueden situar en esos momentos. • En 1743, Isabel Alcaraz, la madre de Francisco, hace testamento cuando tenía 64 años, lo que nos puede indicar que quizás arrastrara alguna enfermedad, porque en muchas ocasiones se firmaba el codicilo cuando esto ocurría. Además, en ese documento manifiesta que no debe ninguna cantidad porque las deudas que dejó su marido fueron pagadas por su hijo Francisco. • Ese mismo año, mueren Bernabé Vallejo y María Martínez, padres de Juana, siendo enterrado el primero en la cripta de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús. Podemos imaginar el estado de ánimo de Juana al perder a sus padres en tan poco tiempo.


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• El 13 de diciembre de 1744, Francisco Salzillo funda el patronato en favor de su hermano Patricio para que tenga una renta digna y se pueda ordenar como sacerdote dándole varias casas. • Francisco y José se denominan escultores y dan poder a José Pérez para que los represente en Madrid y haga las gestiones pertinentes entre otras, para que no sean llamados a filas. Paradojas de la vida, en 1809 Mateo López Salzillo, nieto del escultor y militar profesional, lucha con un regimiento murciano en la defensa del segundo sitio de Zaragoza, alcanzando por sus méritos de guerra la graduación de teniente coronel honorífico. • El 15 de febrero de 1744 se realiza el inventario y la partición de los bienes de Nicolás Salzillo, que al tiempo de morir ascendía a 31.548 Rv., más una deuda que a su favor tenía de 400 Rv., correspondiendo a Francisco 25.323 Rv. Los 6.625 del remanente se repartió entre los hermanos.

• En 1744 fallece José, que a la sazón tenía 34 años. La causa, según parece, fue un accidente laboral mientras trabajaba en los medallones de las entradas de la iglesia de San Nicolás. Muere sin testar, lo que apoyaría la idea de la gravedad e inesperado del suceso. • En 1745, el 11 de octubre, muere Isabel Alcaraz, siendo enterrada en el convento de las capuchinas y quizás por alguna desavenencia, la hermana mayor María Teresa abandona el domicilio familiar. • El 11 de febrero de ese año la familia compra una casa en la plaza de la Sinagoga, y dos día después Francisco suscribe la fundación de Patricio • Hacia 1745, realiza la Dolorosa de San Miguel. • En 1746, el 13 de noviembre, Francisco se une en matrimonio con Juana Vallejo en la parroquia de San Andrés, celebrando posteriormente la misa de velaciones su hermano Patricio. El nuevo matrimonio establece de momento su residencia en la casa de la calle de Las Palmas número 1, al norte del convento de las Isabelas situado en la actual plaza de Santa Isabel, casa que había comprado Nicolás cuando contrajo matrimonio. Francisco la había heredado, junto con las deudas que tenía su padre en el momento de su muerte. • Ese mismo año ingresa en la Cofradía de Jesús. • El 27 de octubre de 1748, nace Catalina Salzillo Vallejo, quien muere meses después. • Ese mismo año, el 22 de diciembre, se casa Inés Salzillo con Francisco García Comendador. La situación familiar, refiriéndonos a la edad y estado civil, al acabar esta dé-

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cada era la siguiente: Francisco Salzillo, jefe de la familia, por decirlo así, 43; Juana Vallejo, 29 (considerando el año de nacimiento indicado); sus hermanos: María Teresa, 46 soltera; María Magdalena, 38 soltera; Francisca de Paula, 36 religiosa capuchina; Inés 33, casada con Francisco García Comendador, y Patricio, 28 presbítero. Ese año había nacido Nicolás, hijo de Francisco y Juana, que moriría al poco tiempo. Como ya hemos mencionado, en un principio la familia Salzillo establece su domicilio en la calle de Las Palmas, que posteriormente aparece denominada como “calle de los Salzillo”. Luego, al ceder esa casa a su hermano Patricio para que tenga “una renta eclesiástica competente”, ya que, como dice Candel Crespo en “Plateros en la Murcia del siglo XVIII “La abundancia tal vez excesiva de clérigos y la vagancia de muchos de ellos, poco aportaba a los ingresos familiares”, Francisco adquiere una vivienda y taller en la plaza de Vinader número 11 y posteriormente añade otra situada al lado para poder vivir y sobre todo llevar a cabo el trabajo que crece considerablemente. A la muerte de Francisco, la primitiva vivienda pasó por sucesivas manos: a María Magdalena e Inés; después a María José, hija de Inés; luego a María Fulgencia; y por último a María Dolores, la nieta querida del escultor. En cuanto a la segunda vivienda, pasó directamente a María Fulgencia y luego a su hija María Dolores. Luis Santiago Bado, primer biógrafo de nuestro escultor, asegura en su manuscrito que el matrimonio Salzillo Vallejo llegó a tener hasta seis hijos de los cuales sólo sobrevivió María Fulgencia. Un hijo, Nicolás Salzillo, que había sido bautizado por don Isidro Donat, cura teniente de la iglesia parroquial de San Miguel el 26 de octubre de 1750, muere y es enterrado en la misma iglesia el


10 de julio de 1751. Al encontrarse la partida de bautismo de dos de los hijos de Francisco y Juana, Nicolás y Catalina, fuera de las parroquias de Santa Catalina y San Pedro, es debido a razones organizativas de la diócesis. Así, en algún período el primer domicilio de los Salzillos perteneció a Santa Catalina y a San Miguel, y el segundo a San Bartolomé o que, en algún momento la familia viviera con carácter provisional en la calle de Platería donde la familia Vallejo tenía una casa. María Fulgencia nace el 18 de enero de 1753. Tres años más tarde puede que sirviera como modelo para uno de los ángeles, no hay constancia de ello, aunque podemos imaginarlo. Su infancia sería similar a la de las niñas y jóvenes del momento como ya hemos mencionado. Un dicho de la época nos recuerda algún aspecto de la formación existente en este sentido: “si la madre sabe leer y escribir la hija también sabrá”, lo que nos da una idea en este aspecto de una cierta inquietud en algunas familias. Todos los artistas han contado, aun para sus obras más originales, con diferentes puntos de partida, que pue-

den encontrarse en fuentes impresas o en la literatura. Salzillo siguió esta forma de trabajar, pero, ¿qué posibilidad tuvo de acceder a una biblioteca? No lo sabemos con seguridad, aunque Sánchez Moreno encontró alusiones a sus trabajos en la Biblia de Pezzana del siglo XVI. Todo apunta que tuvo formación siguiendo las pautas del barroco tradicional, además de los apuntes y modelos que su padre trajo de Italia. El momento de aprendizaje se cifra entre los doce y quince años. Para entender la actividad artística de nuestro escultor se han distinguido tres momentos o etapas en su producción, siguiendo a Pérez Crespo, que se podrían denominar: iniciación, apogeo, maduración y decadencia, aunque no sea totalmente exacta por las circunstancias que le toca vivir en cada momento. La primera correspondería a los comienzos con su padre, en la que, sin duda, recibiría influencias napolitanas, comparándolas con las otras dos. Sus figuras tienen una forma propia de la escuela italiana de escaso mérito, dando a sus imágenes una exagerada actitud académica, con movimientos forzados, que denotaba la degeneración del gusto barroco especialmente en las ondulaciones de los paños. Obra de este periodo es la Dolorosa de San Miguel. En la segunda, su intuición le hace comprender los defectos que cometía en la escultura que iba ejecutando, lo que le hace avanzar artísticamente y se produce un progreso en sus obras, lo que supone un triunfo completo del artista. El trabajo que realiza tiene unas líneas más enérgicas y alcanza la cima de lo sublime. Los paños ondulantes están recogidos y plegados y las cabezas son admirables, llegando a reproducir situaciones de éxtasis y

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admiración, que impresionan al que las contempla. La obra más importante de este momento sería la Dolorosa de la Cofradía de Jesús. En la tercera, la edad y la experiencia han depurado el gusto, alejándose del realismo y acercándose al naturalismo. De este momento, sin duda, la Caída es la obra cumbre donde plasmó una sencillez encantadora en la cara de Jesús. BIBLIOGRAFÍA • AHRM.: Protocolos Notariales. • AHRM.: Francisco Salzillo vida y obra a través de sus documentos. • Ayuntamiento de Murcia. Censos siglos XVII y XVIII. • Báguena, Joaquín. Compilación de documentos. • Belda Navarro, Cristóbal. Francisco Salzillo y el Reino de Murcia en el siglo XVIII. • Belda Navarro, Cristóbal. Estudios sobre Francisco Salzillo. • Belda Navarro, Cristóbal. Arte en la Región de Murcia. • Belda Navarro, Cristóbal. Salzillo eterna memoria. • Candel Crespo, Francisco. Plateros en la Murcia del siglo XVIII. • De la Peña, C. y Belda Navarro, C. Francisco Salzillo Artífice de su Ventura. • Esteban Muñoz, Fernando. Las calles de los Salzillos en Nazarenos 1918. • Gómez Ortín, F. J. Contribución al catálogo y bibliografía de Salzillo. • Molina Serrano, Francisco. Cronología histórica. • Murcia 1756 según las respuestas del Catastro de Ensenada. • Sanchez Moreno, José. Vida y obra de Francisco Salzillo. • Varios. Murcia, Francisco Salzillo y la Cofradía de Jesús. • Varios. La Dolorosa y la Cofradía de Jesús.




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XVI CONGRESO NACIONAL DE COFRADÍAS Y HERMANDADES DE LA ORACIÓN EN EL HUERTO. GETSEMANÍ 2022. MURCIA Pedro Zamora Romero de Castellón | Cabo de andas de la Oración en el Huerto

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principios de los años noventa, en la ciudad sevillana de Dos Hermanas, un grupo de cofrades crearon una agrupación de cofradías y hermandades pasionarias con un requisito de unión, que tuvieran dentro de sus distintos misterios o pasos, la Oración de Nuestro Señor Jesucristo en el Huerto de los Olivos. Poco a poco y con mucho trabajo, esa idea fue tornando en realidad y en el año 1991 se celebró el primer congreso y a esta agrupación de cofradías se le denominó genéricamente Confraternidad de Getsemaní. El I Congreso de Cofradías y Hermandades de Jesús Orando en el Huerto de los Olivos se celebró en la mencionada ciudad de Dos Hermanas, y veintisiete hermandades, representadas por doscientos ochenta cofrades, asistieron al evento. Eran todas hermandades y cofradías andaluzas, excepto una extremeña, concretamente de Jerez de los Caballeros. Así empezó la andadura de la Confraternidad Getsemaní, con un objetivo primordial que no es otro que tejer lazos de fraternidad entre los distintos cofrades de las hermandades que la componen, intercambiando experiencias, conocimientos, inquietudes, obras

sociales, caridad y cada dos años tener unos días de exaltación a través de la celebración de un congreso en torno al momento de Jesús orando en el Huerto aceptando el cáliz de la amargura.

“...cada dos años tener unos días de exaltación a través de la celebración de un congreso en torno al momento de Jesús orando en el Huerto aceptando el cáliz de la amargura” Tras el primer congreso, la ciudad del Puerto de Santa María de Cádiz se comprometió a la organización del siguiente en el año 1993 con el mismo espíritu de Dos Hermanas y después ciudades tan nazarenas como Úbeda, Cartagena, Teruel, Valdepeñas, Baeza, Archidona, Tarragona, Hellín, San Fernando, Valladolid, Requena, Ronda y Granada han organizado los dieciséis congresos vividos hasta el momento.

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La Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno asistió por primera vez, representada por un pequeño grupo de “estantes” del “paso” de la Oración en el Huerto, junto con sus esposas, algunas de ellas cofrades, en el año 2015, al XIII congreso celebrado en la ciudad valenciana de Requena, organizado por la Cofradía de la Oración en el Huerto y Corazón Doloroso de María. Nuestra cofradía tuvo una intensa participación tanto en mesas redondas como en las ponencias. Tuve el honor de impartir la titulada “La Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno de Murcia, “paso” de la Oración en el Huerto, Francisco Salzillo”. Pues, como es notoriamente conocido y así nos lo comentaron muchas cofradías, la iconografía de la Oración en el Huerto de Salzillo es el modelo a seguir por muchas representaciones del misterio. Podemos decir en este sentido, que hay un presalzillo y un postsalzillo en torno a la Oración en el Huerto. Dos años después, en el 2017, asistimos al XIV congreso en la preciosa ciudad de Ronda que fue organizado por la Real Cofradía Penitencial de Nuestro Señor Orando en el Huerto y María Santísima Consuelo de las Tristezas. Nuestra cofradía presentó en


este congreso por mediación de don Pedro Zamora García (Q.E.P.D.), la ponencia titulada “El andar y vestir del nazareno murciano” acompañada de un magnífico reportaje fotográfico realizado por Antonio Jiménez Lacarcel. La ponencia acercaba al resto de congresistas a la idiosincrasia de la Semana Santa murciana y más concretamente a la mañana del Viernes Santo. Durante este congreso, y alentados por nuestro eterno cabo de andas Pedro Zamora García, empezó a germinar la idea de que Murcia, nuestra cofradía, fuera sede congresual de la Confraternidad Getsemaní.

“...empezó a germinar la idea de que Murcia, nuestra cofradía, fuera sede congresual de la Confraternidad Getsemaní”

En el congreso de Ronda se eligió a la Real, Muy Ilustre y Comendadora Hermandad Sacramental de Santa María Madre de Dios y Cofradía de Penitencia de la Oración de Nuestro Señor en el Huerto de los Olivos y María Santísima de la Amargura Coronada de la ciudad de Granada, para organizar el XV Congreso Getsemaní. En este congreso de Granada nuestra cofradía presentó su candidatura por mediación del presidente don Antonio Gómez y con el que escribe como cabo de andas del “paso” de la Oración en el Huer-

to. Nuestra candidatura fue elegida por aclamación tras la visión de un precioso vídeo promocional realizado con imágenes aportadas por fotógrafos de primer orden murciano como son Kiko Asunción, Mariano Egea, Ricardo López, Vicente J. Montesinos, Juanchi López y Antonio Jiménez. Volviendo al congreso de Granada decir que fue denso en ponencias y comunicaciones de mucho interés, con gran número de congresistas de más de treinta cofradías de toda España. Momento culmen del congreso fue la salida extraordinaria por el 75º aniversario del “paso” de la Oración por las calles del Realejo. Tras Granada, nuestra cofradía empezó a dar los primeros pasos en la organización del XVI congreso de 2021, que tiene previsto, Dios mediante, la asistencia de más de cuarenta cofradías y trescientos cincuenta congresistas. Se creó una comisión organizadora compuesta de varios “estantes” del “paso” de la Oración en el Huerto, con la aprobación de la junta particular de la cofradía. Por desgracia y con la pandemia que sufrimos y con las condiciones tan difíciles por las que pasábamos en marzo del año 2021, se tomó la decisión de aplazarlo hasta este año 2022. Nuestra intención es que el congreso sea ágil y dinámico, compartiendo con los congresistas nuestra forma de vivir la Semana Santa, adentrándolos en el mundo salzillesco con visita al museo, visitando sitios de interés de nuestra barroca ciudad de Murcia y compartiendo mesa y mantel con nuestros ricos manjares. Habrá ponencias de primer orden, tanto de carácter espiritual como cultural, y culminará con la misa de acción de gracias a celebrar en la Santa Iglesia Catedral de Santa María, presidida por el obispo de

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XVI

DEL 20 AL 23 DE OCTUBRE

CONGRESO NACIONAL DE HERMANDADES Y COFRADÍAS DE LA ORACIÓN EN EL HUERTO

Organiza: Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno

FOTOGRAFÍA: KIKO ASUNCIÓN

la diócesis de Cartagena, Mons. D. José Manuel Lorca Planes. Anunciamos con júbilo que el sábado 22 de octubre la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno celebrará una salida extraordinaria con el trono de la Oración en el Huerto que posibilitará, a muchos congresistas y público general amante de la Semana Santa, admirar este maravilloso “paso” en la calle. Todas las cofradías y hermandades asistentes al congreso estarán representadas en el cortejo procesional. En fecha más cercana al inicio del congreso se dará a conocer el itinerario y cortejo de la procesión. La Cofradía de Jesús no va a escatimar en ilusión y trabajo para organizar un magnífico congreso. La ciudad de Murcia, generosa y acogedora, estará preparada para recibir a la Confraternidad Getsemaní. Esperamos que las condiciones sanitarias sean las adecuadas para organizarlo, será muy buena señal para todos. Paz y bien.


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ME RECONCILIÉ CON ÉL Frasquito Fernández Egea

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os lectores y amigos que me conocen saben de las inclinaciones que tengo hacia todos y cada uno de los actos culturales que se celebran en la capital del viejo Thader y que rezuman murcianía. Citaré, entre otros, Semana Santa, Bando de la Huerta, Entierro de la Sardina, Moros y Cristianos, troveros y campanas de auroros. Al igual que manifestaciones literarias en torno a nuestros autores contemporáneos, tales como: Díaz Cassou, Jara Carrillo, Martínez Tornel, Alberto Sevilla, García Soriano y un largo etc. Lo citado anteriormente siempre me ha atraído y disfruto con ello. Pero una de las mencionadas que, por excelencia, llevo dentro de mi corazón es nuestra Semana Santa. Desde la Venerable Cofradía del Santísimo Cristo del Amparo y María Santísima de los Dolores, que abre el pórtico de la Pasión de Jesús, pasando por la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, en Viernes Santo, hasta el día triunfante de Domingo de Resurrección, en que la Real y Muy Ilustre Archicofradía de Nuestro Señor Jesucristo Resucitado pone el broche de oro, todas y cada una de ellas tienen su atractivo particular. Pero el amor directo, directo amor, recae en la Cofradía de Jesús, conocida como Los Nazarenos. Mis primeros contactos con la primitiva iglesia de Jesús comenzaron a muy temprana edad. Mi querida madre siempre tenía alguna promesa que cumplir. Ignoro el porqué. Se debían de rezar, todo en silencio, distintas oraciones al pie de la pequeña

imagen existente en la hornacina exterior de la iglesia de Jesús, y que está iluminada con una bombilla de alumbrado muy tenue. Como siempre, cuando ya anochecía, yo (el hombre de la casa) era su fiel acompañante. Desde mi domicilio en la calle Jabonerías, antes Licenciado Cáscales, hasta la plaza San Agustín, mi madre me iba preparando con un rosario como prólogo. En la anteriormente citada finca urbana vivían los dueños del mismo: el matrimonio compuesto por Encarnación Jiménez de Cisneros y José Manuel Gómez Ortega. El edificio perteneció, en su día, al marqués de la Corona, teniendo allí su primera sede el casino, así como el colegio de médicos de Murcia. El matrimonio Gómez Jiménez de Cisneros fueron padres de tres vástagos, José Manuel, Juan y Antonio. Éste ejerció el cargo de presidente hace años, e igualmente su hijo, Antonio Gómez, también lo desempeñó. Juan contrajo matrimonio con doña María Luisa Soubrier Zarandona. Descendiente directa de José Zarandona Prieto y de su hijo Luis Zarandona Fontes, mayordomos y camareros del “paso” de la Santa Cena. Es una de las obas cumbres de nuestro paisano Francisco Salzillo y Alcaraz, la cual ejecutó por expreso encargo de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Francisco sintió “regomello” al presentarla ya que ello significaba retirar iguales imágenes que realizó con anterioridad su padre. La señora Soubrier y mi madre mantenían una muy buena amistad. Ésta

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llegó hasta tal extremo que la camarera la requería para que le acompañase hasta la sede central del banco Hispano Americano, sito en la calle Trapería, de nuestra ciudad. Ello se efectuaba con antelación a los días previos a la llegada de la Semana Santa.

“Yo tenía la gran suerte que les acompañaba, en tan entrañable cometido” En los sótanos de la mencionada entidad se encontraba la caja fuerte, la cual custodiaba todos los objetos de plata que componían los cubiertos. Yo tenía la gran suerte que les acompañaba, en tan entrañable cometido. Aportar una mano siempre venía bien, para transportar los utensilios hasta la vivienda de la camarera, ubicada en el edificio Cerdá. En la siguiente jornada se procedía a realizar una limpieza muy exhaustiva de todo ello. Debía de quedar más limpio que una patena o también se podría decir como el jaspe. El darle ”luz” al mantel y servilletas corría, tan solo, a cargo de mi madre. En casa eran lavados lógicamente a mano y tras un buen almidonado se planchaba todo con un exquisito esmero. El Maestro y sus doce apóstoles debían de tener una mesa resplandeciente. Una vez finalizado, y todo dispuesto, nos personábamos en la iglesia de Jesús para efectuar el montaje. Horas


más tarde se abriría al público para que pudiesen admirar parte de las obras del insigne escultor. Una vez que terminaba la procesión de efectuar su recorrido habitual por las angostas calles murcianas, los “pasos” traspasaban el dintel de la puerta para ocupar el habitáculo asignado al mismo. La despedida entre mayordomos, cabos de andas, penitentes, estantes y promesas impresionaba. El trabajo de penitencia estaba finalizado. De nuevo la camarera se disponía a efectuar el reparto equitativo de los manjares que estaban sobre la mesa. Una parte procedía a dar a los “estantes” que habían portado el “paso” para su degustación personal. El resto era trasladado a su casa. Ya en ella depositaba, en unos artísticos platos, un poco de cada alimento. Una servilleta cubría el “presente” preparado para entregar a sus destinatarios. Siempre se trataba de amigos, muy allegados. Si la memoria no me falla, han pasado más de sesenta años de aquello. Les citaré, entre otros: los doctores Luis Valenciano, Román Alberca, Raimundo Muñoz y el comerciante Isidro Juan. Para poder cumplir este menester, de nuevo entraba quien esto escribe en juego, pues era el encargado de que llegasen a su destino los respectivos regalos. La misma tarde del Viernes Santo ya se encontraban en poder de ellos. Todo el tiempo empleado en la voluntaria ayuda prestada lo vivía con gran orgullo e ilusión. Estar tan cerca del emblemático conjunto escultórico era para mí un verdadero regalo. En honor a la verdad recibía alguna propina como zagal que era. La misma me alegraba bastante. Ignoro la recaudación obtenida, pero sí recuerdo que me daba para adquirir un tebeo con las aventuras de Roberto Alcázar y Pedrín,

y jugar una partida al futbolín con los amigos en el lugar de recreo situado en el bajo de un edificio de la calle Manfredi, conocido como “León”.

He de mencionarle al lector que cuando se estaba preparando el “paso” me acercaba sin temor alguno a Jesús y a once de sus apóstoles. Ignorando por completo a uno que me causaba muchísimo respeto por la forma en que Salzillo había dispuesto representar su mirada. Y la historia conocida por todos los cristianos era: Judas Iscariote. Con ella pretendía trasladar la tragedia que ocurriría horas después. A lo largo de todas las visitas que giré a la iglesia de Jesús no existió comunicación alguna entre ambos. Hice las “paces” con él, por así decirlo, al cabo de muchísimos años. Ocurrió cuando la visita que efectué al Centro de Restauración de la Región de Murcia en el año 2010. Tímidamente me acerqué a cortísima distancia. Giré varias veces a su alrededor y pude comprobar la forma tan exhaustiva llevada en el trabajo que efectuaban los técnicos.

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El color de su figura estaba tornándose en el primitivo con el cual salió del taller de Francisco. Tuvimos una “plática” que nos sirvió de recordatorio a los momentos vividos, antaño, en la iglesia de Jesús. La mirada me llegó expresando su arrepentimiento total por haber vendido al Maestro. Mas estaba escrito. Allí le cogí la mano. La paz la sellamos esa inolvidable mañana. Momentos después regresé a donde se encontraba el Maestro y, aún cuando Él era conocedor de ello, se lo comuniqué. En mi mente creí percibir una sonrisa. La visita al centro y posterior reencuentro con Jesús y Judas Iscariote entró por derecho propio en mi vida. Nunca se quebrantó mi relación con la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Durante varías años mis artículos vieron la luz en la revista que se edita en Semana Santa llamada “Nazarenos”. En la actualidad es camarera del “paso” de la Santa Cena, doña María Luisa Gómez Soubrier. El vínculo con tan querida cofradía aumentó mucho más en mí cuando tuve conocimiento de un antepasado de mi esposa. Su bisabuelo Pascual, por línea paterna, ejerció a mediados del año 1800 la profesión de maestro torcedor. Oficio que era supervisado por la Real Junta de Comercio y Moneda en Murcia y que estaba en continuo contacto con la Real Fábrica de Sedas a la Piamontesa. Según me relataron, de su torno salieron verdaderas maravillas. La seda que trabajaba cobraba más vistosidad y valor. Asiduo visitante del edificio el Contraste de la Seda y Sala de Armas de la ciudad de Murcia, lugar en donde se regulaba el negocio sedero. Por ello, recibió el encargo de hacer los cordones que debían de lucir algunos de los “pasos” de Francisco Salzillo y adquiridos por la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno.


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LLEGÓ LA HORA Enrique Carmona Guillén | Mayordomo estante de Nuestro Padre Jesús

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ue allá por los años setenta cuando acompañándote desde tu privativa hasta el convento de las madres Agustinas en la noche del penúltimo viernes de cuaresma, sin apenas haber cumplido los dieciocho años, me prometí que te ayudaría a soportar el peso de la Cruz. Solicité a la cofradía el honor de poderte cargar y ésta lo aceptó incluyéndome en el listado de mayordomos aspirantes. Pasaron varios años sin que se produjeran vacantes bajo tus andas, hasta que una noche, estando con mis estudios en Valencia, mi padre me llamó para decirme que ese año don Juan Torres, tu cabo de andas por aquellos días, le había comunicado que ese año había una baja por enfermedad y que por lista me tocaba a mí cubrirla. Debía recoger la túnica y estante en la iglesia a tu entrada en la mañana de Miércoles Santo, día tradicional de tu regreso a casa. Y así fue como empecé a llevarte sobre mis hombros. Jamás olvidaré ese Viernes Santo, en el cepo, sin la altura necesaria, con las sandalias entre la túnica y el hombro para ganar altura, de los consejos de los veteranos, los pies desnudos, el calor sofocante, mi familia viéndome pasar… Todo lo terrenal quedó de lado, nada importaba. Mi cuerpo y mi alma se entregaron enteramente a ti, a sentir tu peso, tu dolor, tu angustia, tu soledad. Fue algo que siempre quedará entre tú y yo. Después de varias sustituciones alternas me llegó ocupar mi puesto definitivo. Don Juan me lo confirmó un Miércoles Santo. Me asignaron la

punta de tarima izquierda. Desde entonces no he faltado nunca a nuestra cita, tan sólo por lluvia o por la pandemia de estos últimos años hemos dejado de compartir la mañana de Viernes Santo. Tú mejor que nadie sabes lo que hemos compartido juntos, nunca se lo he contado a nadie. Bajo tus andas he visto el dolor en el rostro de muchas personas que lloraban a tu paso, llanto por el familiar que llamaste a tu lado, llanto por la enfermedad, llanto de agradecimiento por alguna súplica concedida o simplemente llanto por verte sufrir cargado con tu cruz. Bajo tus andas he llorado de dolor la muerte de mis padres, he llorado de alegría el nacimiento de mis hijos, he llorado de amargura por la dejadez de los hombres, he llorado de rabia por tanta injusticia, he llorado por el hambre material y espiritual del ser humano, he llorado, sí, y lo he hecho sin tapujos, abiertamente, confortado por tu peso, sabedor que tu cruz que te estaba ayudando a soportar es la salvación del mundo. Han sido más de 30 años compartidos, por los que te doy un millón de gracias. Sólo te pido una cosa más y es que el día en que me llames, te encuentre a las puertas del Cielo y me recibas con un beso y me digas: aquí me tienes por acompañarme y ayudarme en las mañanas de Viernes Santo murciano. Especialmente dedicado a mi familia y a todos los estantes con los que he tenido el honor de portar al Señor por las calles de Murcia durante todos estos años. Que Dios os bendiga.

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ANUARIO


ANUARIO 2021

8 de enero: Santa Misa en sufragio del alma de todos cofrades y mayordomos de Jesús fallecidos, a las 20 horas en la iglesia de Jesús.

19 de marzo: Último viernes del solemne quinario a Nuestro Padre Jesús Nazareno, presidiendo la sagrada cátedra el M. I. y Rvdo. D. Francisco Alegría Ruiz, canónigo de la Santa Iglesia Catedral, y con la intervención de la Capilla de Canto de la Cofradía. En la iglesia de Jesús, ante la imposibilidad de realizar el tradicional traslado al convento de las agustinas, tras la solemne celebración eucarística, el pendón mayor de la cofradía en procesión se dirigió hacia el dintel de la puerta mientras sonaban bocinas y tambores, los nazarenos de Jesús elevamos una oración al cielo por el fin de esta pandemia y Nuestro Padre Jesús bendijo la ciudad.

17 de enero: Celebración de la “Misa de las familias” a las 12 horas en la iglesia de Jesús. 16 de febrero: Publicación del Programa de Solemnes Cultos a celebrar en Cuaresma y Semana Santa de 2021. 17 de febrero: Miércoles de Ceniza. Inicio de la Cuaresma con celebración de la Santa Misa Cuaresmal en la iglesia de Jesús, la cual se celebró diariamente desde dicha fecha hasta el 26 de marzo (Viernes de Dolores). 19 de febrero: Primer viernes del Solemne Quinario en honor a Nuestro Padre Jesús Nazareno, presidiendo la sagrada cátedra el M. I. y Rvdo. D. Francisco Alegría Ruiz, canónigo de la Santa Iglesia Catedral, y con la intervención de la Capilla de Canto de la Cofradía. 15 de marzo: Formación de acogida y bienvenida a los cofrades admitidos en 2021 en la iglesia de Jesús a las 19 h. Seguidamente, Santa Misa de celebración del 350 aniversario de la entronización de Nuestro Padre Jesús Nazareno en su capilla y acto de juramento con entrega de títulos a dichos cofrades.

23 de marzo: Formación de acogida y bienvenida a los mayordomos admitidos en 2020, en la iglesia de Jesús a las 19 h. Seguidamente, celebración de la Santa Misa y acto de juramento con entrega de títulos a dichos mayordomos.

16 de marzo: Campaña de donación de sangre de 17 a 21 h. 17 de marzo: Formación de acogida y bienvenida a los cofrades admitidos en 2020, en la iglesia de Jesús a las 19 h. Seguidamente, celebración de la Santa Misa y acto de juramento con entrega de títulos a dichos cofrades.

25 de marzo: Solemnidad de la Encarnación del Señor; a las 19 h, en la iglesia de Jesús, HORA SANTA con exposición mayor del Santísimo Sacramento del Altar.

18 de marzo: Celebración penitencial comunitaria, en la iglesia de Jesús a las 19 h.

26 de marzo: A las 9 h en la iglesia de Jesús, celebración del último día de la Novena a la Virgen Dolorosa.

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2 de abril: VIERNES SANTO A las 8 h (6 h solar), como es tradición cada Viernes Santo, el pendón mayor de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno salió a la puerta de la iglesia de Jesús, acompañado de los toques de burla interpretados por la Sección de Bocinas y Tambores de la Cofradía de Jesús. A continuación, se imploró la protección y bendición de Nuestro Padre Jesús sobre toda la ciudad de Murcia. A partir de ese momento el público pudo acceder a la iglesia de Jesús.

A las 19 h, inauguración en la plaza de San Agustín de la exposición fotográfica de Joaquín Zamora #SoydeJesús. A las 20 h en la iglesia de Jesús, presentación de la publicación anual «Nazarenos» y del proyecto del nuevo sagrario. 28 de marzo: DOMINGO DE RAMOS A las 10 h en la iglesia de Jesús, Santa Misa de Domingo de Ramos y acto de imposición de la insignia de oro de esta Real y Muy Ilustre Cofradía a los señores mayordomos admitidos en los años 1970 y 1971. 31 de marzo: MIÉRCOLES SANTO A las 12 h, en conmemoración del retorno de Nuestro Padre Jesús Nazareno a su ermita desde las Agustinas, el pendón mayor de la cofradía se asomó a la puerta de la iglesia de Jesús.

A las 10 h, solemne Vía Crucis en la iglesia de Jesús. A las 12 h, rezo del Ángelus. A las 15 h, conmemoración de la Muerte de Nuestro Señor Jesucristo. A las 16 h, celebración de los Santos Oficios de la Pasión y Muerte del Señor, con intervención de la Capilla de Canto de la Cofradía de Jesús. La iglesia de Jesús permaneció abierta ininterrumpidamente desde las 8 h hasta las 21:30 h.

1 de abril: JUEVES SANTO A las 10 h, la iglesia de Jesús abrió sus puertas para acoger la veneración de los fieles a Nuestro Padre Jesús Nazareno y las demás insignias de la cofradía. A las 17 h, cantó la Campana de Auroros de Ntra. Sra. del Carmen de la Hermandad de las Benditas Ánimas de Patiño las Salves de la Pasión a los pies de Nuestro Padre Jesús y la Virgen Dolorosa. A las 18 h, se celebraron los Santos Oficios de la Cena del Señor, con intervención de la Capilla de Canto de la Cofradía de Jesús. A partir de la celebración de los Oficios pudo adorarse la reserva Eucarística en el monumento. La iglesia de Jesús permaneció abierta desde las 10 h hasta las 21:30 h.

4 de abril: PASCUA DE RESURRECCIÓN Santa Misa de la Resurrección del Señor a las 10 h en la iglesia de Jesús. 9 de abril: Publicación del video “Firmus in fide”, a fin de recordar que el tiempo de Pascua es un tiempo excepcional en la vida de la cofradía y abrir la iglesia de Jesús en esos días tan señalados, no sólo a los cofrades y a los murcianos, sino a cualquier persona de cualquier punto del orbe.

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ANUARIO 2021

30 de abril: Celebración en la iglesia de Jesús de la entrada del mes de mayo en torno a la Virgen Dolorosa, honrándola con cánticos y flores.

25 de mayo: Campaña de ayuda urgente para Cáritas ante el llamamiento realizado por el Centro de Distribución de Alimentos de San Antón, debido a la falta de suministro de leche. La generosidad de todos hizo posible recoger 1.725 litros de leche que fueron destinados a las familias más necesitadas. 28 de mayo: Los nazarenos de Jesús acudimos a honrar a la patrona de la ciudad de Murcia, la Virgen de La Fuensanta, en la Santa Iglesia Catedral.

4 de mayo: Santa Misa en la iglesia de Jesús con motivo de la partida del Regimiento Zaragoza nº 5 de Paracaidistas a operaciones para cumplir una nueva misión en el extranjero, en concreto en la región de Bagdad (Irak). Al finalizar la Eucaristía, se realizó el encendido de una vela votiva a los pies de Nuestro Padre Jesús.

17 de junio: Encuentro en la iglesia de Jesús entre una representación de la Junta Particular, encabezada por el Sr. Mayordomo Presidente de la Cofradía de Jesús, y los mandos del Regimiento de Infantería «Zaragoza» nº5, de Paracaidistas.

12 de mayo: Celebración en la iglesia de Jesús de la Santa Misa por el aniversario de don Francisco Salzillo y Alcaraz, hijo de Nicolás e Isabel, mayordomo honorario de la cofradía, nacido el 12 de mayo de 1707 en Murcia. 14 de mayo: Presentación en la iglesia de Jesús de la Escuela de Formación «Madre Juana de la Encarnación» cuyo objetivo es el perfeccionamiento en la fe de todos los miembros de la Cofradía de Jesús que así lo deseen

21 de junio: Celebración del Cabildo Extraordinario de Mayordomos, primero celebrado de manera telemática en la historia de la cofradía, acordándose tanto la admisión como mayordomos de los solicitantes durante 2020, como el nombramiento de «Cofrade de Honor» al Regimiento de Infantería «Zaragoza» nº 5, de Paracaidistas. 4 de septiembre: Celebración del Intercongreso Extraordinario de la Confraternidad Getsemaní en la sede de la Cofradía de Jesús, al que asistieron representantes de diferentes rincones de España que forman parte de la Confraternidad Getsemaní, todos ellos miembros de cofradías y hermandades de la Oración en el Huerto.

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10 de septiembre: Visita del Excmo. Sr. D. Luis Sáez Rocandio, General Jefe de la Brigada “Almogávares” VI de Paracaidistas, Mayordomo de Honor de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, quien firmó en el Libro de Honor acompañado del Coronel Jefe, Ilmo. Sr. D. Francisco Herrera, y otros mandos militares.

22 de octubre: Solemnes cultos en la iglesia de Jesús, por el XV° Aniversario de la Coronación Canónica de la Dolorosa, consistentes en el rezo del Santo Rosario y la Santa Misa posterior presidida por el Ilmo. Rvdo. Sr. D. Jesús Sánchez García, Rector de los Seminarios Mayor “San Fulgencio” y Menor “San José” de la Diócesis de Cartagena.

11 de septiembre: Celebración de la Eucaristía en la iglesia de Jesús a las 20 horas, como eco del Viernes Santo y en honor a las almas de los difuntos de la cofradía.

23 de octubre: La iglesia de Jesús recibió con enorme júbilo la visita de S. E. R. Mons. Bernardito Cleopas Auza, Nuncio Apostólico en España, acompañado del Rvdo. Mons. Daniele Liessi, Consejero 1° de la Nunciatura Apostólica en España, Excmo. y Rvdmo. Mons. D. José Manuel Lorca Planes, Obispo de la Diócesis de Cartagena, Excmo. y Rvdmo. Mons. D. Sebastián Chico Martínez, Obispo auxiliar de la Diócesis de Cartagena, Excmo. y Rvdmo. Mons. D. Francisco Gil Hellín, Arzobispo emérito de Burgos, y el M. I. Rvdo. Sr. Maximiliano J. Caballero Caballero, Canónigo de la S. I. Catedral Santa María de Murcia.

14 de septiembre: Celebración de la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, tal y como se establece en las Constituciones, con la Santa Misa cantada. 21 de septiembre: Clausura de la campaña de recogida de leche en beneficio de Cáritas Diocesana, en la cual se recogió la cantidad de 2.881 litros de leche. 30 de septiembre: Se celebro la Meditación ante N. P. Jesús Nazareno, a cargo del M. I. Rvdo. Sr. D. José Antonio Ibáñez García, canónigo numerario de la Santa Iglesia Catedral de Santa María de Murcia, con motivo del CCCXXV° Aniversario de la Consagración de la Ermita de Jesús. 8 de octubre: Inicio del curso 2021-2022 de la Escuela de Formación «Madre Juana de la Encarnación» con la ponencia “Espiritualidad y mística de la madre Juana de la Encarnación”, a cargo del Rvdo. P. Rogelio García Mateo, S.J., Dr. Prof. Emérito de la Pontificia Universidad Gregoriana (Roma). 17 de octubre: Se celebró el acto de entrega de distinciones del Cabildo Superior de Cofradías en el cual se otorgaron las distinciones de «Nazareno de Honor» del Cabildo Superior de Cofradías al mayordomo don Ignacio Sánchez-Parra y la «Insignia de Oro» a don Antonio Gómez tras sus años como presidente de la Cofradía de Jesús.

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ANUARIO 2021

24 de octubre: Participación de la Cofradía de Jesús, a través de la asistencia de nuestro Mayordomo Presidente, en la XVIII Jornada Diocesana de Hermandades y Cofradías de la Diócesis de Cartagena, celebrada en la ciudad de Alcantarilla.

2 de diciembre: Celebración de la Santa Misa de acción de gracias y apagado de la vela votiva con motivo del regreso a España del contingente del Regimiento de Infantería «Zaragoza» nº 5, de paracaidistas, tras la misión encomendada en Irak (región de Bagdad).

28 de octubre: Celebración del Cabildo Ordinario de Mayordomos, en el cual resultó aprobado el presupuesto de ingresos y gastos correspondiente al año 2022. 5 de noviembre: Celebración de la ponencia «La llamada al encuentro. La esperanza de los cristianos», promovida por la Escuela de Formación «Madre Juana de la Encarnación», impartida por M. I. Rvdo. Dr. D. Francisco Alegría Ruiz, Canónigo de la S. I. Catedral Santa María de Murcia y mayordomo de Jesús. 10 de noviembre: Firma de un convenio de colaboración entre Cáritas Diocesana y la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, a través del director de Cáritas Diocesana, don José Antonio Planes, y nuestro Mayordomo Presidente, don Emilio Llamas, como instrumento eficaz para promover, potenciar y coordinar el ejercicio de la acción caritativa y social, así como para favorecer acciones destinadas a la integración sociolaboral de personas en situación o riesgo de exclusión social, todo ello en el ámbito de la diócesis de Cartagena.

3 de diciembre: Reunión del Patronato del Museo Salzillo en el que se presentó la memoria económica y cultural del año 2021 y se aprobaron las cuentas del ejercicio 2021 y el presupuesto de ingresos y gastos para el 2022.

A las 19 h, impartición en la iglesia de Jesús de la ponencia «Mística y psicoanálisis», a cargo del Rvdo. P. Carlos Domínguez Morano, SJ., dentro de la Escuela de Formación «Madre Juana de la Encarnación» y, posteriormente, Misa de Hermandad ofrecida por nuestros difuntos. 7 de diciembre: Una representación de la cofradía asistió al pregón del Excmo. Sr. D. Luis Alberto Marín González con motivo del día de la Virgen Inmaculada Concepción organizado por la Real y Venerable Cofradía del Santísimo Cristo del Amparo y María Santísima de los Dolores.

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8 de diciembre: Celebración de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María con el rezo del Santo Rosario dirigido por la Real Hermandad de Caballeros Virgen de la Fuensanta y la Solemne Eucaristía presidida por el Ilmo. Rvdo. Sr. D. Manuel Guillén Moreno, Vicario Episcopal de la Zona Suburbana I. 10 de diciembre: Presentación del «Nacimiento del Niño Jesús», obra cedida para la ocasión por el imaginero don Ramón Cuenca Santo.

14 de diciembre: Disertación y posterior coloquio sobre «Ramón Cuenca: sentido y estética de la Navidad», contando con la presencia y participación de D. Ramón Cuenca Santo y Dr. José Alberto Fernández Sánchez. 19 de diciembre: Misa de las familias, y despedida de la imagen de Nuestra Señora del Carmen, patrona de Liétor, que visitó el Museo Salzillo durante los dos meses anteriores como obra invitada. 21 de diciembre: Acto del Canto de la Sibila y la Exaltación de la Navidad, a cargo de Ilmo. y Rvdo. Sr. D. Julio Romero Fernández, Delegado Episcopal de Cáritas Diocesana y con la participación de la capilla de canto de la Cofradía de Jesús. 25 de diciembre: Celebración de la Misa del Gallo en la iglesia de Jesús, con el acompañamiento musical de la Capilla de Canto de la Cofradía de Jesús. A las 12 h, celebración de la Misa de Navidad en la iglesia de Jesús. 27 de diciembre: Celebración de los talleres de Navidad «JESÚS, EN NAVIDAD», dirigido a los niños de nuestra cofradía.

El «Nacimiento del Niño Jesús» de Cuenca Santo estuvo expuesto en la iglesia de Jesús desde el 10 de diciembre de 2021 hasta el 2 de febrero de 2022. 11 de diciembre: Presentación del programa de actos para la Navidad de 2021, bajo el título “La Navidad en la iglesia de Jesús”. 13 de diciembre: Comienzo de la campaña de recogida de alimentos y productos de primera necesidad para Cáritas Diocesana, bajo el lema “El que te necesita es Jesús”. La campaña se llevó a cabo durante toda la semana y se instalaron once mesas petitorias en los diferentes centros comerciales de la ciudad de Murcia.

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28 de diciembre: Acto organizado por la festividad de los Santos Inocentes en la iglesia de Jesús en donde la Hermandad de las Benditas Ánimas de Patiño interpretó los tradicionales aguilandos.



SOBRE “PASOS” Y PATRIMONIO En esta sección les mostramos el patrimonio propiedad de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, de forma que ustedes puedan conocer, además de los conocidos y afamados grupos procesionales, la importante colección de tejidos, mobiliario, inmuebles, ajuar litúrgico, obra pictórica, fondo histórico documental, etc. de que disponemos. Las fichas técnicas que a continuación les presentamos han sido extraídas del Inventario de Bienes propiedad de la Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno y contienen datos sobre el nº de inventario, autor, título, fecha, técnica, materiales, etc. de los bienes. Se trata de un inventario vivo y en actualización permanente. Los inventarios de esta naturaleza persiguen el conocimiento de los bienes y sirven para facilitar su control, localización y protección; de aquí la importancia de la creación y actualización de este inventario. Para la elaboración de las fichas técnicas y selección de referencias fotográficas han colaborado las siguientes personas: Dr. José Alberto Fernández Sánchez Dr. Vicente Montojo Montojo D. Santiago Espada Ruiz D. Fernando J. Asensio Dexeus


SOBRE “PASOS” Y PATRIMONIO

FICHA TÉCNICA Nº Inventario Título Autor/es / Fecha Técnica Material/es Medidas (Ancho/h/fondo)

AJU-PAS-074 Cáliz del “paso” de la Cena del Señor Rafael Proens, 1774 Orfebrería. Fundición, torneado, repujado, cincelado o burilado, calado y grabado. Plata y oro. 28 x 15 cm. Copa: 8 cm de diámetro.

Procedencia Fecha

Cedido a la cofradía por el camarero del “paso” de la Santa Cena. Siglo XVIII, 1774.

Descripción

Cáliz, vaso sagrado que rememora aquel que utilizó Cristo en la última cena e inicios de su Pasión, labrado en plata cuya concepción tipológica y carácter formal, en total consonancia con las directrices estéticas propias de su tiempo histórico, transita hacía el Neoclasicismo, aunque sus motivos ornamentales son de estirpe rococó. Estos se encuentran bien distribuidos a modo de festones de carácter vegetal, con un notable protagonismo de las hojas de acanto y la rocalla, en su base, gollete, nudo y cuello. De toda su ornamentación destacan la del pie, conformada por una sucesión de cartelas de rocalla en cuyo interior, y sobre un fondo reticulado, acogen los Arma Christi, identificándose los tres clavos, el paño de la Verónica, la lanza, la esponja y lo tres dados y la escalera y el martillo, y la del cuello, que sigue el esquema anterior, pero con cartelas que se intercalan sucesivamente con querubines, cuyos interiores, a diferencia de los anteriores, están vacíos. Sobre ellos se ubica el contrapunto cromático de esta suntuosa pieza: una sencilla y purista copa de oro (plata sobredorada), totalmente exenta de decoración. En el pie del cáliz se ubican las marcas de platería que identifican a su autor, el platero murciano Rafael Proens, así como la del fiel contraste Gosálbez. Junto a ellas contiene una inscripción grabada que reza “SOI DL SERV. DELA ZENA Y SACRISTIA DE.N.P. JESVS. AÑO 1774”. Rafael Proens fue cuñado y continuador del taller de Antonio Grao (platero de la catedral entre 1736-65 y una de las grandes figuras de la platería murciana) desarrollando su labor bajo la protección del racionero Marín y Lamas, que le abrió las puertas a encargos de renombre, y en un contexto, a pesar de ser un buen artífice, donde la clientela murciana se sentía cada vez más atraída por los plateros foráneos. El taller Proens sería continuado, a la muerte de éste en 1794, por el milanés Carlos Zaradatti.

Ubicación Ref. fotografías Estado de conservación Observaciones

En exposición en la galería de tribunas de la iglesia de Jesús. Adjuntas. Muy bueno. El perno que lleva de sujeción es nuevo, no es el original.

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FICHA TÉCNICA Nº Inventario Título Autor/es / Fecha

Técnica Material/es Medidas (Ancho/h/fondo)

MOB-LIT-020 Ambón del altar mayor Anónimo, siglo XVIII/ Pedro y José Muñoz Franco, 2006/ Blanca López Spreafico, 2006/2022, Santiago Rodríguez López y Manuel Ángel Lorente 2022. Carpintería, ensamblaje, estucado, talla y dorado. Madera, estuco, pintura blanca y pan de oro. 122 x 56 x 110 cm.

Procedencia Fecha

Se trata de una donación de la Sociedad Económica de Amigos del País a la Cofradía de Jesús. Desconocida.

Descripción

Ambón realizado por Pedro y José Muñoz Franco reutilizando parte del mobiliario decorativo, gestado en tiempos del reinado Carlos III, perteneciente la antigua sede murciana de la Sociedad Económica del País que fue donado a la Cofradía de Jesús. El resultado es una pieza dirigida en su ensamblamiento y configuración formal por Fernando J. Asensio Dexeus de planta cuadrada diseñada en forma de pilar bajo las directrices de la arquitectura clásica, siendo sus partes, base, fuste y remate, claramente diferenciadas. La base la conforman dos peldaños escalonados a modo de estereóbato, trabajados en pan de oro, de los cuales el inferior está exento de decoración y el superior contiene una cornisa con motivos vegetales. El fuste, en color blanco, destaca por acoger un bajorelieve inspirado en la decoración ornamental barroca deudora del mundo clásico, cargado de simbolismo religioso. Este consiste en un medallón circular, rematado por una lazada y guirnalda triunfal de motivos vegetales, que acoge en su interior la inscripción JHS (Jesús Hombre Salvador) para significar la palabra de Dios que desde él es leída y trasmitida, todo ello cubierto con pan de oro. Esta decoración, cuyo diseño se debe a Santiago Rodríguez López y la talla a Manuel Ángel Lorente Montoya (febrero/2022), viene a sustituir una anterior formada por motivos figurativos más acordes con la ideología propia de la Sociedad Económica del País, institución de la que procede. Sobre el fuste se ubica un capitel, igualmente de pan de oro, con equino denticulado, y sobre este se asienta un entablamento bicolor (blanco y dorado) cuyo friso contiene una decoración que emula los triglifos. El dorado de todas las partes del ambón es obra de Blanca López Spreafico. Este ambón hace pareja con una mesa de altar, también realizada a partir de la reutilización de mencionado mobiliario dieciochesco, siendo ambas piezas colocadas en la iglesia de Jesús el 14 de octubre de 2006.

Ubicación Ref. fotografías Estado de conservación

Altar mayor de la iglesia de Jesús. Adjuntas. Muy bueno.

Restauraciones

Año 2022, Santiago Rodríguez López, Manuel Ángel Lorente Montoya y Blanca López Spreafico López.

Observaciones

Fue utilizado en las ceremonias de coronación de la Dolorosa de Jesús (octubre de 2006), que fue su estreno oficial, de Nuestra Señora del Carmen de Murcia (Junio de 2008) y de Nuestra Señora de la Antigua de Monteagudo (abril de 2009).

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SOBRE “PASOS” Y PATRIMONIO

FICHA TÉCNICA Nº Inventario Título Autor/es / Fecha Técnica Material/es Medidas (Ancho/h/fondo)

PAS-PAS-003 “Paso” de la Oración en el Huerto. Francisco Salzillo, 1754. Madera policromada y estofada. Madera, estuco, pan de oro y pigmentos. 3,57 x 1,73 x 2,10 m.

Procedencia Fecha

Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. 1754.

Descripción

Grupo escultórico compuesto de cinco imágenes, donde se fusiona la tipología escultórica de vestir con las de talla completa, que materializa tridimensionalmente la personal interpretación del artífice murciano Francisco Salzillo de los pasajes bíblicos Marcos, 14, 34 y Lucas, 23, 34. En ellos se narra el momento en que retirado el Señor, con Pedro, Santiago El Mayor y Juan, al Huerto de Getsemaní y estando en oración y sintiendo “angustias de muerte” “se le apareció un ángel del cielo, confortándole”. Su composición es todo un alarde artístico concebido para ser visto desde todos sus ángulos y flancos, y se divide en dos grupos. El primero, ubicado delante, y situados sobre un leve promontorio cuyo desnivel logra que sobresalgan y sean más visibles, lo conforman los tres apóstoles. Jesús, imagen de vestir con pelo tallado, arrodillado, implorante y conforme con la voluntad del Padre, siendo sostenido por el ángel, arrodillado junto a él en lugar de elevado alejándose así, de la iconografía acostumbrada, con las alas desplegadas y señalando el cáliz. La indumentaria que viste presenta una rica y exquisita estofa.

Ubicación Ref. fotografías Estado de conservación

Iglesia de Jesús, en su capilla. Adjuntas. Bueno.

Restauraciones

Leoncio Baglietto, 1886. Francisco Sánchez Tapia, diferentes intervenciones durante la cronología que va desde 1887 a 1899. María Paz Barbero García y José Barbero Gor, 1993. Amparo Muñoz Fernández, tareas de conservación preventiva puntuales desde 1999 hasta la actualidad.

Observaciones

Exposiciones “Salzillo (1707- 1783): exposición antológica Salzillo” (Año 1973). Bibliografía SÁNCHEZ MORENO, J.: Vida y obra de Francisco Salzillo. Murcia. Editora Regional, Colección Arte/3. 1983, pp. 126-127. PARDO CANALIS, E.: Francisco Salzillo. Madrid. Consejo Superior de Investigaciones Científicas Instituto «Diego Velázquez». 1983, pp. 30,31. BELDA NAVARRO, C. y ALBALADEJO, E.: Arte en la Región de Murcia. De la Reconquista a la Ilustración. Murcia. Editora Regional de Murcia. 2006, pp. 404-406. RAMALLO ASENSIO, G.: Francisco Salzillo, escultor 1707-1783. Madrid. Arco libros. 2007, pp. 195-199. BELDA NAVARRO, C.: Estudios sobre Francisco Salzillo. Murcia. Universidad de Murcia, Servicio de Publicaciones. 2015, pp. 59-67. MARÍN TORRES, M. T. (Coord.).: Guía del Museo Salzillo. Murcia. Museo Salzillo. 2019, pp. 115-119. Este grupo escultórico fue digitalizado en 3D en el año 2019.

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FICHA TÉCNICA Nº Inventario Título Autor/es / Fecha Técnica

Fondo histórico nº3 (caja 279) Actas de cabildos de la Cofradía de Jesús Nazareno Cofradía de Jesús / De los años 1775 a 1789 Manuscrito

Material/es

Pergamino y papel

Procedencia Fecha

Cofradía de Jesús Años 1775 a 1789

Descripción

Con la signatura antigua del número 38 del legajo 2º se conserva en el archivo de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno un cuaderno de actas de cabildos de la misma, de veintidós hojas, desde el de 24.8.1775, que presidió el licenciado don Antonio José de la Cuesta Velarde, canónigo doctoral de la Iglesia Catedral de la diócesis de Cartagena, por nombramiento del obispo Mons. D. Manuel Rubín de Celis, al que siguen otros hasta 1788 (uno por año, salvo de 1779), es decir, el periodo final del reinado de Carlos III, en el que el conde de Floridablanca presidió el gobierno como primer secretario de Estado y del Despacho de Estado, a partir de 1777. Se conservan parcialmente algunas actas anteriores, pero escasas y en contratos de registros o protocolos notariales, como los realizados con algunos oficios o gremios artesanos con motivo de la necesidad de portear algún nuevo “paso” realizado por Salzillo, o referencias a ellos dadas por varios historiadores. No obstante, es en estas actas donde hay referencias precisas al encargo del “paso” de los Azotes y a la recolección de limosnas por el bailío de Lora, un noble murciano que recibió la Encomienda de Lora del Río (Córdoba), de la Orden de San Juan de Jerusalén o Malta, con su jurisdicción y unas rentas, o a otras iniciativas y determinaciones de éste y otros mayordomos y camareros.

Ubicación Ref. fotografías Estado de conservación Observaciones

Búnker Archivo General de la Región de Murcia Bueno Digitalizado por el Archivo General de la Región de Murcia

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SOBRE “PASOS” Y PATRIMONIO

FICHA TÉCNICA Nº Inventario Título Autor/es / Fecha Técnica Material/es Medidas (Ancho/h/fondo)

AJU-PAS-096 Manto bordado de la Dolorosa Diseño de Eduardo Muñoz y Luis Piazza de la Paz. Bordado y confección de Eduardo Rodríguez Gutiérrez / 1927. Tisaje, labrado mediante telar Jacquard, bordado y confección. Seda, hilos de plata y oro (tipologías camaraña, muestra, moteado, torzal) lentejuelas y fieltro. 3,06 x 1,95 m

Procedencia Fecha

Real y Muy Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. 1927.

Descripción

Sobre terciopelo de seda color azul oscuro se materializó, mediante hilos de plata y oro, un diseño de estirpe barroca, con ligeros trazos de ascendencia oriental, compuesto en base a tres cenefas perimetrales que desembocan en una composición trepante piramidal. En su tema decorativo, de motivos florales y vegetales, tiene un notable protagonismo las hojas de acanto y el crisantemo, otorgándole este último un singular perfil dentado en toda su extensión. El manto está forrado con un tejido de damasco color beige. El diseño de este manto de la Dolorosa se inspira en el realizado por Juan Manuel Rodríguez Ojeda para la Virgen del Valle de Sevilla (1920), una creación propia de la tercera variante regionalista de su autor cuyas referencias técnicas y formales proceden, a su vez, de las caídas de un antiguo palio datado en el siglo XVII que perteneció a la mencionada Virgen del Valle. Este manto, que había sido puesto en el bastidor en los primeros días de Navidad de 1926, fue estrenado en abril de 1927, tras ser ofrendado por, sus entonces camareros, los señores de la Cierva, en cuya finca, ubicada en la Sierra de la Fuensanta, se había cosechado la seda necesaria tanto para el manto como para la túnica que lo complementaba, siendo la misma hilada en la fábrica de la seda de Murcia y tejida por Mariano Garín en su fábrica de Valencia. La plata para sus bordados, nueve kilos en total, fueron adquiridos en la compañía Peñarroya de Cartagena, estirándose en hilos de diversa tipología por don Emilio Gómez de Valencia.

Ubicación Ref. fotografías Estado de conservación

Sala de tribunas de la iglesia de Jesús Adjuntas Muy Bueno

Restauraciones

Fue restaurado en al año 2001 por el bordador malagueño Juan Rosén, siendo sus bordados traspasados a un nuevo soporte de terciopelo.

Observaciones

Bibliografía FERNÁNDEZ SÁNCHEZ, J. A.: Estética y retórica de la Semana Santa Murciana; el periodo de La Restauración como fundamento de las Procesiones Contemporáneas. Tesis Doctoral, Universidad de Murcia, 2014, pp. 460-472.

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