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Resistencia de las abejas en Los Chenes
from CULIACÁN 180623
by Noroeste

La agroindustria volvió a mostrar su peor rostro y acaba de originar el
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Robin Canul
Agrotóxicos aplicados en cultivos de maíz, soya y algunas hortalizas provocaron una mortandad generalizada de polinizadores que acabó con el sustento de más de un centenar de familias de apicultores
La irrupción de los transgénicos
La mención del plaguicida y su impacto sanitario no es casual: en junio de 2012, el gobierno federal a través del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad (Senasica) otorgó permisos a Monsanto para la siembra de soya genéticamente modificada (OGM) para resistir al glifosato en 253 mil 500 hectáreas distribuidas en 46 municipios de los estados de Campeche, Quintana Roo, Yucatán, Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz y Chiapas. Este aval, además de la deforestación, encendió una resistencia campesina que llega hasta hoy. Ocurre que son las y los apicultores y milperos quienes observan y experimentan el fin de árboles como el huaxin y el catzin, que perecen quemados por los herbicidas que caen de aviones y drones. Y también las personas en el territorio que batallan por preservar las aguadas y akalches que calman la sed de insectos y animales en épocas de sequía. Precisamente en 2012, el Colectivo de Comunidades Mayas de los Chenes y otras organizaciones apícolas de la región presentaron amparos, denuncias populares y penales para frenar la contaminación de la miel con trazas de transgénicos y plaguicidas, y la eventual pérdida de fuentes de agua esenciales. A tono con el desprecio histórico que las autoridades exhiben respecto de los derechos de las comunidades indígenas, Monsanto -hoy Bayerrecibió su permiso sin que antes se lleve a cabo una consulta previa, libre e informada a los pueblos mayas de la za, sandía, frijol y plantas medicinales, entre otros cultivos, perecen bajo lluvias de veneno que no conocen límites físicos y apagan la vida de todo lo que mojan. “Llegamos a un nivel, a una carga tan grande de venenos, que la situación se ha hecho insostenible. Estamos reportando enfermedades que antes no teníamos. En niños y adultos. Vemos cómo todos los días se vulnera la vida.

Península. Ese movimiento despertó reclamos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), que en 2015 pidió se lleve a cabo la consulta, y también generó fallos a favor de los pueblos mayas por parte de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). La contaminación demoró un lapso breve en emerger. En 2013 y 2014, estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) constataron la presencia de polen transgénico en las mieles de esa área de Campeche. Este factor generó que Alemania, comprador de casi el 50 por ciento de toda la miel que se produce en territorio mexicano, comience a exigir mayores controles bajo amenaza de suspender importaciones.
Con la anuencia del Gobierno federal, los empresarios agroindustriales -sin permisos de cambio de uso de suelo- rápidamente convirtieron la región de Hopelchén en un campo experimental de Monsanto, dueña del 90 por ciento de los avales para la venta de variedades OGM en México, de acuerdo a un informe de 2017 elaborado por el Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceccam).
Los monocultivos de soya se impusieron sobre los bosques tropicales y zonas de cultivo de los pueblos aledaños.
En 20 años el municipio de Hopelchén sufrió una pérdida de cobertura arbórea a causa de la expansión agroindustrial de alrededor de 221 mil hectáreas, superficie equivalente a casi dos veces el tamaño de la Ciudad de México.
La situación que vuelve a poner sobre la mesa la vulneración de derechos de las comunidades mayas en su territorio.
Los impactos negativos acumulados relacionados con los insumos que se aplican para garantizar la cosecha de la oleaginosa, también fueron advertidos por organismos federales como la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Conanp), la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (Conabio), y el Instituto Nacional de Ecología (INE), quienes anticiparon daños irreparables de hábitats y fuentes de agua. Tras una lucha sin descanso, los pueblos mayas de Hopelchén lograron la revocación definitiva del permiso otorgado a Monsanto en septiembre de 2020. El Tribunal Federal de Justicia Administrativa consideró que la liberación del transgénico generaría un daño grave en los ecosistemas de la zona.
Sin embargo, desde entonces y hasta ahora, las autoridades competentes no han hecho valer la sentencia de la
Hay que parar todo lo que está sucediendo. Y generar una reparación”, agrega María. Un apicultor consultado fue más allá. “En Suc-Tuc se tomaron muestras de orina y en todas apareció el glifosato”, aseveró. El glifosato es un herbicida que la Organización Mundial de la Salud (OMS) vincula directamente con la proliferación del cáncer a nivel global.
SCJN y en Hopelchén se sigue sembrando soya transgénica de manera ilegal. En Hopelchén incluso se sospecha la existencia de cultivos de maíz transgénico, una semilla modificada genéticamente de comercialización prohibida en México.
Recientemente, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y la Comisión Nacional del Agua (Conagua) expusieron en su programa hídrico regional 2021-2024 que el municipio atraviesa una situación sanitaria y ambiental dramática a raíz del “crecimiento descontrolado de monocultivos para exportación como (la) soya”.
Además, ambos organismos coincidieron en que “no hay regulación ni vigilancia de la agroindustria” y que “no hay regulación de tipos de agroquímicos permitidos como (el) glifosato y (los) OCPs que generan cáncer de mama y cervicouterino”.
José García, antes que un artista que se gana la vida acompañado de su tololoche por las calles de Culiacán, es un padre que extraña a quien le dio la vida, a quien le transmitió su sangre, pero no ha podido ver crecer , su hijo.
Duranguense de nacimiento, sinaloense por adopción, José llegó a Sinaloa hace más de 20 años, aunque lo hizo sin las que probablemente son las dos personas más importantes en su vida, su esposa y su retoño.

Cuando su hijo recién tenía un año, José tomó la decisión más difícil para cualquier padre, pues con el afán de que su hijo tuviera una mejor calidad de vida, lo dejó en San Diego, California, para que su suegra cuidara de él, esto ante el lamentable fallecimiento de la madre del pequeño José Ángel.
“Allá lo dejé porque no podía traérmelo para acá, está muy dura la vida aquí, lo dejé en “el otro lado” para que allá estudie y trabajar”, dijo cabizbajo José, un padre que no olvida.
“La mamá se le murió, ya hace más de 25 años que se murió, tenía un año mi niño cuando se murió ella”, comentó, muy resignado pero con el hecho asimilado, mientras parecía recordar viejos tiempos. Desgraciadamente para José, el distanciamiento con su hijo es total, muchas veces impedido por su suegra, pues asegura que no haber podido tener algún tipo de comunicación con su retoño.
“Ya tengo mucho que no hablo con él, porque lo tiene la suegra y ella no quiere que yo lo mire, pues... ya tengo más de 20 años sin verlo, él ya tiene más de 25 años, no tengo nada de comunicación”, compartió, mientras en su espalda posaba su compañero de experiencias, su tololoche. No obstante, dice no perder la confianza en reencontrarse con quien todavía