MAZATLÁN 080220

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Sábado 8 de febrero de 2020. Mazatlán, Sinaloa

NOROESTE.COM

Sentencia contra Aguayo: ¿la sombra de la corrupción en el Poder Judicial? JANET OROPEZA Fundar / SinEmbargo.MX

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n días pasados, la Sexta Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México obligó al investigador y periodista, Sergio Aguayo Quezada, a pagar una garantía de 450 mil pesos, en cumplimiento de una sentencia dictada en octubre del año pasado por esta misma Sala. En dicha sentencia, se condenó a Aguayo a pagar al ex Gobernador de Coahuila, Humberto Moreira, 10 millones de pesos por concepto de reparación del daño moral, al considerar que una columna de opinión del periodista causó una afectación al demandante. En la columna, escrita entonces a propósito de la detención de Moreira en España por probables delitos, incluido cohecho, Aguayo emitió algunas opiniones como que éste “desprende el hedor corrupto”, “fue omiso ante terribles violaciones a los derechos humanos” y “es un abanderado de la renombrada impunidad mexicana”. Sin embargo, en el actuar judicial de la Sexta Sala preocupan de sobremanera dos aspectos que ponen en duda la independencia judicial de los magistrados e indican probables irregularidades. En primer lugar, la sentencia ha sido ampliamente criticada porque es contraria a los estándares internacionales y nacionales en la materia. La Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha establecido claramente que los juzgadores deben evaluar la existencia de “real malicia de los actos”, y que, en caso de haberla, se debe seguir un estándar de proporcionalidad. De igual forma, la CIDH señala que, en el escrutinio de la actividad de funcionarios y

funcionarias públicas, debe existir un mayor margen de tolerancia frente a afirmaciones y apreciaciones vertidas en el curso de los debates políticos o sobre cuestiones de interés público porque son actos que constituyen un control democrático de la sociedad a través de la opinión pública. Por su parte, en 2014, la SCJN se pronunció sobre el mismo criterio señalando que el hecho de que la expresión de cuestionamiento de la labor pública de un funcionario vaya encaminada a cuestionar el desempeño de la función pública conlleva, en sí mismo, un interés ciudadano. Esto es, los funcionarios y funcionarias, por la naturaleza pública de su trabajo, están en una situación de mayor escrutinio por parte de la sociedad. Por lo anterior, la sentencia dictada contra Aguayo no sólo atenta contra el patrimonio y derechos fundamentales del propio acusado, sino contra la libertad de expresión e información de la sociedad mexicana en su conjunto. La sentencia busca inhibir la labor periodística y el debate público alrededor de probables casos de corrupción que involucren a funcionarios y funcionarias. Más grave aún, si la sentencia es violatoria de los estándares internacionales y nacionales cabría entonces preguntarse, ¿qué motivación pudieron tener los juzgadores para emitir una resolución de este tipo, siendo que -por la naturaleza de su labor- es muy poco probable que desconocieran la jurisprudencia en la materia? De ahí que pueda cuestionarse el desempeño y motivaciones de los juzgadores del caso. Incluso, la propia SCJN, el máximo tribunal constitucional de nues-

Necesidades de la sociedad mexicana

tro país, prevé atraer el caso por considerar que la sentencia es violatoria de la libertad de expresión. De esta forma, se activa uno de los mecanismos de control del propio Poder Judicial. Un segundo aspecto sumamente preocupante se refiere al posible conflicto de interés de uno de los juzgadores, el cual ha quedado documentado en la queja 11/2020 presentada por Aguayo ante el Consejo de la Judicatura de la Ciudad de México y que está pendiente de resolverse. Como ha documentado la defensa de Aguayo e investigaciones periodísticas, el Magistrado Francisco José Huber Olea Contró, quien redactó y presentó el proyecto de sentencia, tiene un probable conflicto de interés, ya que su hermano obtuvo, en noviembre de 2017 en Saltillo, Coahuila, una patente de notaría pública por parte del hermano de Humberto Moreira, Rubén Moreira, cuando éste era aún gobernador del estado. Lo anterior, además de abonar de nuevo al cuestionamiento del actuar del magistrado, revela un probable y grave caso de corrupción, que debe ser investigado por el Consejo de la Judicatura. La legislación sobre responsabilidades administrativas es clara respecto a que las y los funcionarios públicos deben informar y excusarse de participar en situaciones, incluso probables, en que pudieran incurrir en un conflicto de interés. La conducta aparentemente imparcial del Magistrado Huber es sintomática también de algunas problemáticas dentro del Po-

der Judicial, como el nepotismo, el enriquecimiento ilícito, el tráfico de influencias, entre otros. Por ejemplo, en su estudio Nepotismo y redes familiares en el Poder Judicial de la Federación, Julio Ríos muestra que, del total de titulares de órganos jurisdiccionales, es decir los Magistrados de Circuito y los Jueces de Distrito, un 51 por ciento tiene al menos un familiar laborando en el Poder Judicial, que en la mayoría de los casos no tuvieron filtros meritocráticos. Lo anterior, impide que se seleccione a los mejores perfiles y favorece la creación de redes familiares que pueden llegar a juzgar de forma imparcial. Otro dato que ejemplifica esta problemática es que, en 2017, de acuerdo con Inegi, 18.4 por ciento de la población reportaba haber sufrido actos de corrupción en trámites en juzgados o tribunales. Estas problemáticas han sido reconocidas por el actual presidente de la SCJN y del Consejo de la Judicatura Federal, Arturo Zaldívar, quien ha señalado la importancia de reformar al Poder Judicial, incluyendo el combate a la corrupción. Incluso, desde la administración a cargo del ministro Luis María Aguilar Morales (2015-2018), el Poder Judicial ha sancionado a 36 magistrados y 49 jueces de Distrito por irregularidades cometidas, entre ellas corrupción y delincuencia organizada. Por esta razón, la atracción del caso de Sergio Aguayo por la SCJN y la resolución de la queja presentada por el acusado ante el Consejo de la Judicatura revisten de una importancia mayúscula. Serán la oportunidad de defender el derecho a la libertad de expresión y de demostrar que las intenciones de reforma del poder judicial mediante el combate a la corrupción son reales. --La autora es investigadora en el programa de Rendición de Cuentas y Combate a la Corrupción de Fundar

‘De paros a paros’ RODRÍGUEZ

J O R G E G . C A S TA Ñ E DA @JorgeGCastaneda

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onforme pasan los meses y se agudiza el fenómeno de tijeras en la sociedad mexicana, proliferan las preguntas sobre el porqué de tan extraño comportamiento. ¿A qué me refiero? A un par de hechos muy sencillos y reseñados con gran elocuencia y frecuencia por muchos analistas y comentaristas. López Obrador se mantiene arriba en las encuestas de aprobación personal, de calificación, incluso en algunos casos, de gestión de su gobierno. Al mismo tiempo, los resultados de su gestión -los datos duros de desempeño- son cada vez peores. La curva se va abriendo cada vez más entre los malos resultados de la realidad y los buenos resultados de las encuestas. Parece incomprensible, por más que uno busque del lado de las encuestas, por ejemplo, una creciente reprobación del desempeño gubernamental en áreas específicas: seguridad, salud, combate a la corrupción, combate a la pobreza, etc. Muchos colegas tienden a buscar del lado de López Obrador las explicaciones. Descubren o subrayan sus dotes de comunicador; su habilidad para conectar con amplios sectores de la sociedad mexicana; su dominio de los medios de comunicación a través de la mañanera; la publicidad gubernamental (o la falta de la misma) y la sumisión de los dueños de los medios; la ausencia

de cualquier oposición; los buenos resultados en algunos aspectos de la gestión gubernamental. Sin discutir estos razonamientos, me pregunto si no convendría buscar la explicación del lado de la sociedad mexicana y no del lado de López Obrador. Tal vez el enigma se encuentre en las necesidades, los anhelos y los fantasmas de esa sociedad mexicana y no tanto en lo que haga o no haga AMLO. Es cierto que en otras sociedades- Estados Unidos, Brasil, Filipinas, Hungría, a su manera el Reino Unido- se han producido fenómenos que podrían parecer semejantes: líderes populistas con una conexión demagógica pero real con las masas, donde los resultados no necesariamente coinciden con los decibeles de aplauso. Pero México podría ser un caso diferente. ¿Qué hay en la sociedad mexicana que permite la emergencia de alguien como López Obrador? ¿Cómo se ha ido transformando esa sociedad que acepta de buena gana, incluso con entusiasmo, un desempeño gubernamental tan mediocre, si no es que francamente deleznable? ¿Qué tan necesitada está esa sociedad de algún tipo de esperanza, por falsa que sea, de algún tipo de interlocución con el otro, o si se quiere, el famoso “respeto”, que está dispuesta a tolerar ridiculeces, imbecilidades, mentiras y decepciones, sin cobrarle la factura al autor de todas estas? Me

El coronavirus MARÍA RIVERA SinEmbargo.MX

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omo si fuera parte de una serie de una ficción apocalíptica, nos acecha. Tras ver videos de lo que ocurre en China, de distinta procedencia, la imagen global de la enfermedad que circula en redes, lejos de los medios tradicionales, se vuelve más que inquietante: carreteras cerradas, gente que se desploma en la calle, en el mercado, en la sala de espera de hospitales; cuerpos de personas fallecidas entre enfermos en pasillos de hospitales; doctores y enfermeras llevados a la extenuación tras jornadas de trabajo en la que no se dan abasto; médicos fallecidos; agentes del gobierno tratando de tomar la temperatura a gente violentamente; deudos dolientes a quienes se les niega la posibilidad de llevar a cabo sus rituales mortuorios por la disposición del gobierno de que los cuerpos sean cremados inmediatamente. La rapidísima construcción de un hospital para miles de enfer-

mos, en 10 días; la adecuación de un auditorio en hospital con miles de camas, la rapidez en los contagios. Todo parecería sacado de una película desasosegante. Y es que seguramente las grandes pandemias que la humanidad ha padecido, tienen en nuestro inconsciente colectivo una marca indeleble, más allá (o quizá debido a ellas) de las elaboraciones conscientes que llevamos a cabo cada tanto, y que forman parte de nuestro imaginario cultural. Narrativas de corte apocalíptico, como son el fenómeno zombie, o aquellas que fabulan catástrofes naturales, las invasiones extraterrestres o las pandémicas, actualizan nuestros temores más profundos. El miedo a la muerte, a la extinción de la especie, el fin del mundo a través de la creación de una amenaza más poderosa que nuestro conocimiento, capaz de demostrarnos cuán vulnerables somos, retando nuestras narra-

parece que los encuestadores, los analistas políticos, los economistas y los sociólogos, tienen mucho menos que decirnos sobre todo

tivas omnipotentes y, sobre todo, nuestra confianza ciega en que el progreso puede protegernos de todos los males que nos amenazan como especie. Males que no distinguen entre los seres humanos y las categorías que hemos inventado para dividirnos: nacionalidad, género, estatus socioeconómico. Frente a su amenaza, los cuerpos son solamente cuerpos indefensos, susceptibles de contagiarse, enfermar gravemente y morir, sin que podamos hacer mucho. Fabulamos para contrarrestar el miedo, conjurar las amenazas. Así, el nuevo coronavirus que circula en China, se parece mucho a las pesadillas concebidas por nuestra imaginación. La información que tenemos de lo que ocurre, causa temor y hasta pánico si uno lo piensa detenidamente. Sin embargo, hay que decir que en realidad no conocemos aún el alcance de la enfermedad fuera de China y si los países lograrán controlarla, evitar que alcance dimensiones parecidas a las que sufre el país asiático donde el sistema de salud ha sido totalmente rebasado. Los esfuerzos y el sufrimiento que están padeciendo los chinos

esto, que los novelistas y los antropólogos, que siempre entienden mejor a sus sociedades que todos los expertos habidos y por haber.

para evitar que la enfermedad se propague, son inmensos. Como es previsible, ante una enfermedad tan contagiosa, y como las autoridades de salud han advertido, llegará pronto a México. No parece ser el mejor momento, hay que decirlo, cuando el abastecimiento de medicamentos está en crisis, en medio de un cambio del sistema de salud operado por el nuevo gobierno, en el que reina la desorganización. Y es que a pesar de haber enfrentado hace 11 años la epidemia de influenza H1N1, haber sido su epicentro, lo que le da experiencia al gobierno en el manejo de una epidemia, habría que hacer eco de los expertos que alertan sobre la insuficiencia del sistema de salud ante un hipotético contagio masivo, preguntarles a las autoridades qué medidas específicas están tomando en caso de que la infraestructura hospitalaria fuera rebasada, como ha sucedido en China ¿Tenemos un plan para ello? ¿Se están tomando todas las medidas presupuestales, técnicas, humanas para ese posible escenario? ¿qué medidas están tomando más allá de las recomendaciones que están haciendo a la población co-

OPINIÓN

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ETHOS RODOLFO DÍAZ FONSECA @rodolfodiazf rfonseca@noroeste.com

El jardín de las delicias

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esde el inicio de los tiempos, según el relato bíblico de la creación del ser humano, el hombre vive en la añoranza de aquel jardín ideal del que fue expulsado. Por consiguiente, busca a toda costa construir otro jardín muy material y terrenal fundamentado en el consumismo y la diversión, como señaló Pascal Bruckner en su libro La tentación de la inocencia. El consumismo, indicó Bruckner, podría identificarse como la meta que vislumbra el ser humano en el horizonte; es decir, se convierte en su tierra prometida. ¡Qué importa que el trabajo y esfuerzo que realiza sea duro, lo importante es que obtendrá la capacidad de poseer y consumir una vez atravesado el sofocante desierto competitivo! “Entre usted en un supermercado, en un híper, recorra las calles comerciales de una ciudad: de inmediato se da usted cuenta de que ha penetrado en el Jardín de las Delicias, en el paraíso terrenal. Todos los sueños acariciados antaño por los hombres están reunidos aquí... Lo que sorprende, lo que subyuga, es esa intimidad inmediata con el lujo desde los primeros pasos. Se huele aquí un aroma a tierra prometida donde la miel y la leche fluyen en abundancia, donde la humanidad por fin se redime de sus necesidades”. La diversión es el otro elemento fundamental que subyuga en este jardín de las delicias. A través de la diversión (que desvía la atención, pues no consigue la auténtica alegría, como afirmó el otro Pascal) el ser humano se aturde y embriaga sus sentidos. “En esas catedrales de la vida alegre el ser humano se libra de la pesadilla de la historia (y de su propia historia), olvida las tempestades del exterior y recupera una simplicidad imprescindible”, indicó Bruckner. ¿Me atrapan ciegamente la diversión y el consumismo?

mo lavarse las manos, estornudar dentro del codo y hacer trabajo de detección, más allá de tranquilizarnos en las mañaneras? También habría que preguntarles si se les está dando seguimiento personal a quienes se detecten en redes de contacto de posibles infectados, en suma, si hay un plan en caso de que el coronavirus se conviertan en una epidemia en el País. Sabemos que no es un virus de influenza, que no hay medicamento alguno para tratarlo, ni una vacuna; que es muy contagioso y que, para colmo de males, enfermos asintomáticos la transmiten durante un largo periodo de tiempo. También, que produce neumonía y que nuestro sistema de salud, cotidianamente rebasado, no cuenta con la infraestructura necesaria si miles de personas se enferman críticamente. Esperemos que la epidemia no se convierta en una emergencia en México, pero más aún que las autoridades de salud y el Presidente López Obrador, estén previendo, por nosotros, qué hacer si esto sucede, tomando las medidas necesarias. La vida de miles de mexicanos podría depender de ello.


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