Instituto Tecnológico Cordillera
EL BUEN TRATO Y LA CONVIVENCIA ARMONICA EN FAMILIA
Manual Didáctico

El Buen trato y la convivencia armónica en la familia
Capítulo 1 ¿Qué es la familia?
Una familia es un grupo de personas unidas por el parentesco. Esta unión se puede conformar por vínculos consanguíneos o por un vínculo constituido y reconocido legal y socialmente, como es el matrimonio o la adopción.
La familia es la organización social más importante para el hombre: el pertenecer a una agrupación de este tipo es vital en el desarrollo psicológico y social del individuo.
El concepto de familia ha ido sufriendo transformaciones conforme a los cambios en la sociedad según las costumbres, cultura, religión y el derecho de cada país. Durante mucho tiempo, se definió como familia al grupo de personas conformadas por una madre, un padre y los hijos e hijas que nacen a raíz de esta relación.
Sin embargo, esta clasificación ha quedado desactualizada a los tiempos modernos, ya que actualmente existen varios modelos de familia. Hoy la familia se entiende ampliamente como el ámbito donde el individuo se siente cuidado, sin necesidad de tener vínculos o relación de parentesco directa.
La relación de parentesco se puede dar en diferentes niveles. Esto lleva a que no todas las personas que conforman una familia tengan la misma cercanía o tipo de relación. Por ejemplo: la familia nuclear es el grupo conformado por una pareja y sus hijos, mientras que la familia extensa incluye a los abuelos, los tíos, primos.
Cada familia está formada por un grupo de individuos que se encuentran regidos por normas y reglas sociales de comportamiento, están interrelacionados a través de su formación
van desarrollando patrones culturales, tradicionales, políticos y religiosos, tratando de lograr
la satisfacción emocional e individual de cada uno de los integrantes para su mejor desarrollo.
(Hernández, 2005: 13-14)
“Como tal la familia es la matriz de la identidad y del desarrollo psicosocial de sus miembros y en este sentido debe acomodarse a la sociedad y garantizar la continuidad de la cultura a la que corresponde”. (Quintero, 2007:18)
Es el grupo de la sociedad, el cual se encuentra en constante cambio y proceso de adaptación, como sistema social y natural, se estructura, organiza en un momento y espacio dado, tanto en lo privado como en el mundo externo e inmediato, donde sus integrantes conocen, interpretan e interactúan con el mundo que los rodea.
¿Cuál es su principal función?
Brinda los conocimientos, recursos y habilidades que le permitan a sus miembros integrarse satisfactoriamente a la sociedad. En el siguiente gráfico se pueden apreciar cuatro funciones a través de las cuales la familia contribuye con el desarrollo de sus miembros y su integración comunitaria y social:
Ciclo vital de la familia
El ciclo vital familiar es un proceso de desarrollo en el cual la familia evoluciona a través de diferentes etapas observándose períodos de equilibrio y adaptación que se refieren al dominio de tareas y aptitudes pertinentes a la etapa del ciclo que atraviesa el grupo familiar y períodos de desequilibrio y cambio los cuales implican el paso a un estadio nuevo y más complejo por lo que requiere que se elaboren tareas y aptitudes nuevas En el transcurso de cada etapa existen variaciones siendo necesario una reorganización de roles, reglas y modificación de límites de cada uno de los miembros de la familia. (Ochoa de Alda, 1995: 22)

Tipos de familias
• Familias monoparentales. Conformadas por uno o más hijos y la madre o el padre.
Este tipo de familia puede darse a raíz de una separación, de la decisión de ser padre o
madre soltero/a o de haber enviudado. Por lo general, con el tiempo estas familias dan lugar a la nueva unión de los padres, formando así las familias ensambladas.
• Familias biparentales. Conformadas por una pareja y su hijo o hijos. La unión de la pareja puede darse por vínculo sentimental sin necesidad de contraer matrimonio. Pueden ser heteros parentales (conformadas por parejas de distinto sexo y sus hijos) homoparentales (conformadas por parejas del mismo sexo y sus hijos).
• Familias ensambladas. Conformadas por dos personas que se unen y una de ellas (o ambas) ya tiene hijos o hijas. Las familias ensambladas son dos familias monoparentales que, por medio de una relación sentimental de la pareja, se unen dando lugar a la conformación de una nueva familia.
• Familia de acogida. Conformadas por menores que no son descendientes de los adultos, pero han sido acogidos legalmente por ellos de forma urgente, temporal o permanente.
Importancia de la familia
El derecho a la familia es uno de los derechos humanos fundamentales. La familia es considerada el elemento natural, universal y fundamental de la sociedad, allí el individuo establece sus primeros contactos sociales y culturales: los primeros aprendizajes (caminar, hablar, relacionarse con los otros) comienzan en el hogar.
Se dice que la familia es la base de toda sociedad, ya que dentro de ella los adultos educan y transmiten valores a los niños y niñas que la conforman. El entorno familiar influye notablemente en el desarrollo emocional social de las personas, y puede motivar o condicionar a los miembros.
La inteligencia emocional adquirida, los sueños y miedos provienen del impacto del entorno familiar en el individuo. Los ambientes familiares violentos y problemáticos suelen influir negativamente en el desarrollo personal y social de las personas.
Independientemente de la forma o estructura que tenga cada familia, es fundamental que funcione como espacio de contención, ayuda, comprensión y comunicación para el desarrollo del potencial y las habilidades de los miembros.
Características de la familia
• Constituye la base de toda sociedad
• Es una estructura social universal que se encuentra en todos los tipos de culturas y sociedades; en cada una de ellas varía su forma o estructura, pero se mantienen las características importantes.
• Generalmente surge por lazos sanguíneos, legales o emocionales.
• Puede surgir a partir del matrimonio o la unión conyugal (en algunas sociedades es legal la poligamia)
• Posee bases de organización económica.
• Constituye la base de trasmisión de educación y valores: los miembros comparten costumbres y tradiciones que suelen ser transmitidas de generación en generación. Sus miembros poseen el desafío de superar en conjunto retos y dificultades.
Valores familiares
Los valores son cualidades, principios o virtudes que un individuo desarrolla y que son importantes para su crecimiento personal y social. Existe una serie de valores fundamentales que es importante que todas las familias transmitan a hijos e hijas para el desarrollo armónico de la familia y de la sociedad.
• Afecto. Es la base de la armonía familiar. El amor y el afecto justifican y posibilitan el desarrollo de todos los demás valores. Consolidar un ambiente familiar de afecto depende de la capacidad de sus miembros para dar y recibir el amor del prójimo.
• Comprensión. Implica ponerse en el lugar del otro para comprender su accionar y sus emociones. Es un valor importante para transmitir, ya que los niños aprenden las diferencias entre los demás y las aceptan.
• Respeto por la individualidad. Implica respetar las decisiones y formas de actuar de los demás sin juzgarlas y teniendo en cuenta la libertad. Es un valor clave para toda relación humana. El respeto por las diferencias dentro de la familia crea un ambiente sano y desafiante.
• Compromiso. Implica contar con el accionar de todos sus miembros ya que la convivencia armónica dentro de la estructura familiar depende de ese compromiso. Es importante que se tome conciencia sobre la importancia de colaborar con el bienestar familiar.
• Responsabilidad. Implica que las acciones personales pueden repercutir de manera negativa en el bienestar familiar. Ser responsable es actuar teniendo en consideración al otro.
• Comunicación. Es la base de toda relación social, por lo tanto, es un valor clave dentro de la familia. Escuchar las opiniones ajenas, transmitir inquietudes y compartir experiencias resulta importante para mantener un equilibrio dentro de la familia y lograr que todos los miembros se sientan parte.
• Justicia. Implica dar lo que corresponde a cada uno y es importante para que todos los integrantes de una familia se sientan parte de ella.
• Tolerancia. Implica respetar las opiniones, ideas o acciones de los demás miembros de la familia, aunque no coincidan con las propias.
• Honestidad. Implica utilizar la verdad en todo momento para desarrollar ambientes de comunicación, respeto y justicia. La honestidad es uno de los valores más importantes para crear lazos que se basen en la fidelidad y en la confianza
El desafío de criar y poner límites Criar hijos e hijas da mucho trabajo. Educarlos para que se autocontrolen y comporten adecuadamente es una parte importante de la crianza en todas las culturas. Las madres, los padres y personas cuidadoras guiamos a niños, niñas y adolescentes para que aprendan a distinguir entre lo que está bien y lo que está mal, y sepan cómo manejar sus emociones y conflictos, a fin de favorecer el sentido de responsabilidad y el respeto de las normas sociales y culturales.
Al poner límites buscamos fundamentalmente que niños, niñas y adolescentes dejen de hacer o aprendan a hacer algo. Nos esforzamos por educarlos, porque queremos lo mejor para ellos.
La hora de dormir, la hora del baño, las comidas, las tareas escolares, las salidas u otras actividades son las que suelen aumentar la tensión cuando ocurren de una forma distinta a la que esperamos madres, padres y personas cuidadoras. A pesar de las buenas intenciones, esta tensión puede ir en aumento y presentarse con la siguiente secuencia: hablar-convencer discutir-gritar-golpear.
En muchos casos no es una decisión meditada, sino la consecuencia de la frustración o del enfado de los adultos. Al llegar a la última etapa de esta secuencia, el clima emocional es de desborde, todo parece ser una batalla y no se identifican alternativas para relacionarse sin violencia con los niños y niñas.
Nuestro contexto cultural suele validar el hecho de pegar o insultar a los niños, niñas y adolescentes como parte del modelo de crianza. Expresiones como «una nalgada a tiempo es necesaria», «te pego por tu propio bien
La violencia no educa


¿Qué ocurre cuando se usan prácticas de castigo físico o humillaciones verbales para poner límites a niños, niñas y adolescentes?
En general, este tipo de acciones parecen ser efectivas inmediatamente: el niño o la niña deja de hacer lo que estaba haciendo o cumple con el mandato de los adultos, al recibir un manazo o un insulto. Pero el motor de esta respuesta es el temor o el terror a recibir este tipo de tratos por parte de sus seres más queridos
Los niños, niñas y adolescentes no aprenden con un golpe o con insultos aquello que sus madres, padres y cuidadores quieren enseñarles. Tampoco les ayuda a desear portarse bien, ni les enseña la autodisciplina o conductas alternativas para resolver conflictos, sino todo lo
contrario: los hace poco sensibles ante las experiencias violentas
Los niños y niñas aprenden principalmente del ejemplo y si se les enseña que los conflictos pueden resolverse a golpes e insultos, probablemente reproduzcan estos patrones violentos de conducta en el futuro.
Los niños pueden sufrir distintas formas de maltrato, pero cuando se trata de poner límites las que aparecen son el maltrato psicológico o físico
¿Qué les pasa a niños, niñas y adolescentes cuando reciben castigos físicos?
En un primer momento experimentan miedo o terror frente al golpe. Los niños, niñas y adolescentes al recibir castigos físicos sienten el temor llevado al grado máximo, es decir, terror. Esto ocurre minutos o segundos antes de recibir el golpe, cuando anticipan lo que va a suceder
Después del golpe no solo sienten un dolor físico, sino emocional.
El sentimiento de impotencia surge como resultado del dolor emocional que resulta de no poder modificar la ira, el enojo o la frustración que siente su madre, padre o cuidador.
Niños, niñas y adolescentes sienten que nada de lo que puedan hacer en ese momento hará cambiar la opinión de las personas adultas a su cargo sobre él o ella, o sobre lo ocurrido.
Para sobreponerse de esta experiencia, niños, niñas y adolescentes desarrollan mecanismos de adaptación a la violencia, como la obediencia extrema o comportamientos violentos. En cualquiera de los dos casos se ubican en algún lugar del círculo de la violencia: víctima o agresor. Estas experiencias trascienden el mundo familiar y se amplían a la escuela y la comunidad.

¿Qué les pasa a niños, niñas y adolescentes cuando sus padres o cuidadores los humillan o insultan?
Los seres humanos construimos nuestro pensamiento a partir de lenguaje. En este proceso, los vínculos familiares son fundamentales al momento de ir aprendiendo palabras y construyendo significados
Como esto se da en un contexto afectivo, niños, niñas y adolescentes confían y creen en lo que sus padres y cuidadores dicen.
Por lo tanto, si se usan palabras humillantes para educarlos o ponerles límites, los hijos e hijas pensarán que estas palabras realmente los definen como personas
Aunque algunas madres y algunos padres creen que insultar no es igual que golpear, las palabras fuertes y humillantes generan los mismos sentimientos de dolor emocional, frustración e impotencia que el castigo físico en las personas
¿Qué consecuencias genera el maltrato en la vida de niños, niñas y adolescentes?

Padres, madres y cuidadores somos responsables de cuidar, proteger y guiar a los niños, niñas y adolescentes, y para ello debemos poner límites: una tarea difícil, pero necesaria. Buscamos lo mejor para nuestros hijos e hijas y actuamos con la intención de educar. Sin embargo, algunas personas adultas a menudo recurren a los golpes, insultos o humillaciones, porque no encuentran un lenguaje adecuado para hablarles y desconocen los efectos que tienen estas prácticas
Las consecuencias físicas, psicológicas y sociales más frecuentes del castigo físico y las

humillaciones verbales en los niños, niñas y adolescentes son:
Baja autoestima
A menudo pueden experimentar sentimientos de inferioridad e inutilidad. También pueden mostrarse tímidos y miedosos o, por el contrario, hiperactivos buscando llamar la atención de los demás
Sentimientos de soledad y abandono
Pueden sentirse aislados, abandonados y poco queridos.
Exclusión del diálogo y la reflexión
La violencia bloquea y dificulta la capacidad para encontrar modos alter nativos de resolver conflictos de forma pacífica y dialogada.
Generación de más violencia
Aprenden que la violencia es un modelo válido para resolver los problemas y pueden reproducirlo
Ansiedad, angustia, depresión
Pueden experimentar miedo y ansiedad, desencadenados por la presencia de un adulto que se muestre agresivo o autoritario. Algunos desarrollan lentamente sentimientos de angustia, depresión y comportamientos autodestructivos como la automutilación.
Trastornos en la identidad
Pueden tener una mala imagen de sí mismos, creer que son malos y por eso sus padres los castigan físicamente. A veces, como modo de defenderse, desarrollan la creencia de que son fuertes y todopoderosos, capaces de vencer a sus padres y a otros adultos.
¿Cómo educar a niños, niñas y adolescentes sin violencia?

Para que la autoridad de madres, padres y cuidadores sea vivida y comprendida por los niños, niñas y adolescentes como algo positivo, debe plantearse en vínculos que promuevan el apego emocional.
Cuando esto ocurre, se produce un alejamiento de las prácticas violentas ya que los adultos encuentran maneras de manejar sus emociones, reconocer y expresar su rabia, regular su agresividad y, especialmente, encuentran las palabras adecuadas para comunicarse. Es fundamental mantener un clima emocional que transmita seguridad y protección, basándose en la idea de que en toda convivencia pueden aparecer distintos conflictos y para resolverlos se requiere el diálogo basado en el respeto al otro. Para lograrlo, es importante identificar momentos en los que las personas adultas se sientan tranquilas para abrir el diálogo o, en los momentos de tensión, tengan otros modos de recuperar la calma para transmitir seguridad a sus hijos e hijas
Las personas adultas debemos predicar con el ejemplo. Lo que la madre, el padre o persona cuidadora hace es igual o más importante que lo que dice. El respeto a la autoridad se genera cuando los adultos demostramos que somos consecuentes con nuestros actos y acciones
Tan importante como cuidar y proteger a los niños, niñas y adolescentes es saber comunicarse con ellos. Si establecemos una comunicación franca, honesta y sin miedo, generamos un lazo invisible que nos une para siempre. Esta relación es necesaria para que niños, niñas y adolescentes desarrollen su fortaleza emocional
Por medio del diálogo se teje y refuerza el vínculo entre niños y adultos, fomentando el desarrollo de la empatía.
Capítulo 2 Buen trato y desarrollo personalEl enseñar y facilitar el proceso de asimilación del Buen Trato a una persona es una responsabilidad, compromiso que requiere de un conocimiento, preparación puntual y adecuada del tema, motivo por el cual hemos pensado en desarrollar una metodología que permita una mejor comprensión, donde se logre relacionar y practicar su significado e importancia, aplicándolo a la vida cotidiana, así como también transmitirlo de una manera sencilla y entusiasta. El Buen Trato no es un tema aislado, el cual se pueda explicar sencillamente a través de un discurso o exposición, sino que requiere de un proceso de sensibilización y aprendizaje vivencial, para poder compartirlo con otras personas.
Esto vuelve necesario considerar que el Buen Trato se encuentra relacionado y a su vez justificado por la interacción de los miembros al interior de la familia, las pautas y estilos de crianza, las competencias parentales e incluso con las formas en las que se logra salir adelante de una situación compleja o más difícil de lo normal.
Por ello, y con la finalidad de brindarte una base de información que sirva como antecedente en el Manual Interactivo “Desarrollo de Habilidades de Buen Trato en la Familia”, se ha desarrollado el presente Módulo: Familia y Habilidades de Buen Trato, cuyos contenidos pueden ser un factor clave en el desarrollo de las personas, sus familias y su comunidad.
¿Por qué hablar de Buen Trato?
Es un compromiso hablar de Buen Trato, una campaña que promueve la convivencia armoniosa de todas las personas propiciando el respeto, la participación y la confianza, sobre todo con niñas, niños y jóvenes. Buen Trato es promover, denunciar, acoger, amar, respetar, participar. Estudiantes, docentes, técnicos y técnicas, padres y madres, personal administrativo, personal de apoyo, toda la comunidad educativa, se involucra en esta campaña por el Buen Trato, construyendo relaciones de convivencia y armonía, que fomentan valores
medulares para la formación de la conciencia crítica: la compasión, la solidaridad, la indignación, la dignidad, la justicia, la libertad y la esperanza.
La cultura del Buen Trato se construye estableciendo canales y relaciones que permitan crear sinergias entre las familias, en las escuelas, en las comunidades. Es un compromiso personal y colectivo que se vive en comunidad para construir una sociedad pacífica y con amor. Es decir, la comunidad educativa promueve la cultura del Buen Trato entre y hacia las y los estudiantes; entre y hacia maestras y maestros, entre y hacia los equipos de gestión; entre y hacia madres, padres y tutoras/es; y entre y hacia las autoridades distritales y regionales.
Referirnos a Buen Trato desde una dimensión política es exigir y tener garantizados nuestros derechos individuales y colectivos como son los servicios de salud y educación de calidad, comunidades higienizadas, vivir dignamente con iguales oportunidades para hombres y mujeres sin importar su sexo, condición social, ideología, etc.
El Buen Trato es posible a través de principios fundamentales Reconocimiento de la dignidad, Empatía, Diálogo y Comunicación Efectiva, Interacción Igualitaria, Negociación,
Justicia Social
El Buen Trato
Definir no es tarea fácil, generalmente el Buen Trato es algo que se siente, experimenta y no necesariamente, se puede poner en palabras.
Sin embargo, una definición aproximada es: “La convivencia positiva que genera una transformación cultural a partir de la construcción colectiva de vínculos afectivos sanos; en las relaciones con el otro y en las interacciones que promueven un sentimiento mutuo de reconocimiento, valoración y respeto que provoca satisfacción, seguridad y bienestar”
(Barudy, 2005).
Se puede decir que los Buenos Tratos son formas de relación que promueven la satisfacción y bien- estar de las personas que interactúan y se relacionan entre sí dentro de la familia, la comunidad, la escuela, el grupo de pares, el trabajo y en general en todos aquellos grupos y entornos que conforman la sociedad.
Es muy importante recordar que estos tipos de relación son la base que favorece el crecimiento y el desarrollo sostenible de las personas y la sociedad.
En síntesis, y para efectos del Manual, el DIF define la temática de Promoción de Buen Trato como la forma de convivencia humana y positiva entre niñas, niños y adolescentes, con la familia, el grupo de pares, la escuela y la comunidad, fortaleciendo las habilidades y conductas protectoras permitiéndoles evitar o afrontar situaciones de vida que los pongan en riesgo.
Tu participación, experiencia y el auténtico interés por su promoción y desarrollo, es la clave para lograr una convivencia y crecimiento personal en un marco positivo sostenible en el tiempo.
¿Qué no es el Buen Trato?
Un punto importante a compartir con los asistentes del Manual es mencionar que el Buen Trato no se define a partir de la ausencia de acciones o situaciones maltratantes, es decir, como si el Buen Trato fuera aquello que no son los Malos Tratos.
Cuando el Buen Trato entra en peligro
Si para los adultos resulta difícil respetar las normas como cruzar con luz verde o dar el asiento a personas con discapacidad física, es necesario tener en cuenta que para los niños y niñas puede ser aún más difícil debido a características propias de la etapa que viven: la existencia de un pensamiento egocéntrico, “yo primero, yo segundo, yo tercero...” y la necesidad de gratificación inmediata que se observa en el deseo de conseguir lo que desean “aquí y ahora”: “¡quiero el dulce ya!” (Reyes , 2018).
Sin embargo, existe consenso respecto de que las normas y límites son tan necesarios como el afecto para el desarrollo emocional, cognitivo y social de niño y la niña. Desde los primeros meses de vida, a través de la formación de hábitos, se va introduciendo al niño y a la niña en rutinas y relaciones más o menos estables, que, junto con satisfacer sus necesidades, van estimulando su desarrollo. Los niños y las niñas necesitan de un entorno predecible y saber qué se espera ellos/as, pues esto les aporta seguridad, reconocimiento y pertenencia; reconociéndose la primera infancia, entre los dieciocho meses y los siete años, la fase crucial para la formación sistemática de hábitos (Céspedes , 2008).
En este sentido el objetivo de la disciplina es formar, favoreciendo el desarrollo de conductas y habilidades sociales, emocionales y éticas para que los niños y niñas puedan desenvolverse tanto en el presente como en el futuro (Siegel & Bryson, 2017).
En la medida que los niños y niñas van creciendo, las regulaciones y exigencias para participar con otros en contextos de juego, aprendizaje y convivencia en general, también van aumentando. Para algunos de ellos y ellas, responder a estas exigencias no presenta mayores problemas, pero para otros y otras, responder de acuerdo a lo esperado no está dentro de sus posibilidades, generándose dificultades más o menos importantes en la relación con los otros. Abordar estas situaciones donde uno, una o más niños y niñas no responden a las normas impuestas por el adulto, como lo es una conducta desafiante o de descontrol emocional, es uno de los mayores desafíos para quienes tienen la responsabilidad de cuidar y educar porque además de encontrar estrategias efectivas de enseñanza, estas situaciones exigen un alto nivel de desarrollo socioemocional del adulto para que pueda contener emocionalmente al niño o niña y colaborar en su aprendizaje, sin poner en peligro el derecho al Buen Trato.
En este capítulo les invitamos a revisar los principios y conductas básicas para gestionar la disciplina con Buen Trato, identificar los facilitadores y obstaculizadores de
nuestra propia herencia sociofamiliar “equipar” nuestras prácticas con técnicas favorecedoras de la cooperación y del desarrollo de competencias socioemocionales y éticas en los niños y niñas a partir de situaciones conflictivas.
Si bien, y como se ha dicho, las normas y su adaptación a ellas son aspectos centrales en el desarrollo integral del niño y la niña, la forma de propiciar el logro de ellas requiere de algunas consideraciones importantes:
• Un niño y una niña podrán responder a las normas y expectativas de los distintos contextos en que se desenvuelven cuando hayan desarrollado las destrezas sociales, emocionales y/o éticas necesarias para ello. Por ejemplo, para que un niño o niña espere su turno para hablar o participar en un contexto de aprendizaje, será necesario que haya desarrollado destrezas de autorregulación, haya comprendido la instrucción y esté dispuesto a colaborar con el grupo.
• El desarrollo de las destrezas emocionales, sociales y éticas aludidas, requieren de la maduración necesaria y de un adulto que propicie y estimule el desarrollo, ofreciendo oportunidades sistemáticas de aprendizaje. De acuerdo a Céspedes, (Céspedes , 2008) complejas destrezas, como la autorregulación emocional, se desarrollan muy lentamente y con la necesaria atención y acompañamiento emocional por parte del adulto; de hecho, hasta los dieciocho meses el niño y la niña requieren de un adulto que sintonice emocionalmente con ellos y ellas, confortándoles, calmándoles y favoreciendo la experimentación de alegría y quietud. Recién entonces, comienzan a desarrollar estrategias de autorregulación utilizando a fantasía y más adelante el lenguaje, pero la presencia acogedora de un adulto significativo, que los escuche con afecto y los acompañe en la reflexión, serán claves en la consolidación de esta destreza.
• Entendiendo la disciplina como un proceso formativo donde los niños y niñas en compañía del adulto desarrollan nuevas habilidades y conductas que les permitirán participar,
aprender y convivir con otros, será necesario no perder de vista los principios del vínculo pedagógico positivo: afecto, respeto, reconocimiento, apoyo, contención, confianza.

• Los distintos contextos donde participa un niño y una niña suelen tener distintas normas, límites y exigencias, habiendo, en algunas oportunidades, contradicciones importantes en relación a lo que se espera de él o ella. Por ejemplo, en algunos contextos familiares defenderse “como pueda” de las agresiones será lo exigido, mientras que en el centro educativo se exigirá una resolución pacífica del conflicto. Otro ejemplo, es que “dibujar en silencio” puede ser una norma en un centro educativo y no en otro.
Origen y componentes del Buen Trato
El modelo del Buen Trato parte del supuesto: “La capacidad de tratar bien a las hijas e hijos, así como a la pareja, es una capacidad biológica inherente a los seres humanos” (Barudy, 2005), en base a esto, el proteger a la familia, ofreciéndole contextos de Buenos Tratos, es un alternativa posible y alcanzable en cualquier comunidad humana. Recuerda que ésta es una de las razones principales que justifican la impartición del Manual “Desarrollo de Habilidades de Buen Trato en las Familias”.
Los factores o componentes que permiten el desarrollo del Buen Trato
La promoción del Buen Trato se realiza a través de un proceso en el que interactúan tres factores o componentes principales que facilitan y consolidan la formación y adaptación en las personas, aprovechando los recursos que tienen a su disposición las familias y la comunidad, estas son:

A continuación, revisaremos
brevemente cada uno de estos factores, con la finalidad de brindar in- formación que te permita tener una visión más amplia del Buen Trato.
La Resiliencia y el Buen Trato
Resiliencia: Capacidad de una persona para salir adelante en una situación difícil o un acontecimiento desestabilizador, a partir del uso y promoción de sus habilidades del Buen Trato, generando opciones preventivas, correctivas de crecimiento y desarrollo positivo
(Barudy, 2006)

¿Cómo abordar las situaciones difíciles, manteniendo el Buen Trato?
Una ruta para educar en el conflicto manteniendo los principios del vínculo positivo
Advertencia: Seguir la ruta con creatividad y flexibilidad porque cada niño y niña es diferente y sería iluso pensar que una estrategia funciona con todos.
Identificar la emoción personal con el fin de controlarla y dirigir todos los esfuerzos a abordar la situación desde el rol pedagógico. Elegir cuidadosamente las palabras y el tono.
Olvidamos a veces centrarnos en cómo decimos lo que decimos ¿Con respeto y amabilidad? A veces el tono está más centrado en nuestra emoción que en la situación pedagógica. Es necesario darse un tiempo antes de decir algo que pueda sonar injusto o provocador y así aumentar la reacción emocional.
• Prestar atención a las emociones “escondidas” detrás de las conductas no esperadas de los niños y las niñas. ¿Por qué le tira el pelo a su compañera o compañero? ¿Por qué agrede al educador/a? ¿Por qué no quiere participar en la actividad? ¿Curiosidad, frustración, cansancio, pena? Podemos no estar de acuerdo con la conducta, pero sí debemos reconocer sus emociones y su forma de experimentarlas.
• Acoger, contener y empatizar con las emociones que han gatillado la conducta para ayudarle a recuperar la calma. Es necesario que puedan transitar de un estado REACTIVO a uno RECEPTIVO Cuando los niños y niñas están alterados o tienen una “pataleta” es cuando más nos necesitan. Necesitan al adulto significativo para sentirse seguros, calmarse y recuperar el control, especialmente cuando aún no disponen de la destreza para calmarse solos. Solo en la medida que los niños y niñas tienen numerosas experiencias de contención emocional y un adulto significativo que con afecto calma su angustia, temor o irritación, pueden establecer las conexiones neuronales necesarias que le ayudarán a calmarse y regular sus emociones en forma autónoma. Si los calmamos cuando se hacen una herida física,
también hemos de ayudarles cuando están emocionalmente alterados. A veces es necesario esperar que los niños y niñas estén preparados para aprender. Cuando los niños y las niñas están alterados o descontrolados, es el peor momento para intentar enseñarles algo. Cuando están reactivos o reactivas y con dificultades para escuchar, lo mejor es guardar silencio.
• Redirigir la conducta teniendo claro qué se espera conseguir para orientar el apoyo (Siegel& Bryson, 2017). Tener claro qué esperamos conseguir, tener clara la meta deseada.
Ejemplo: ¿Queremos que mejoren su empatía, el control de su rabia, o que solamente estén quietos/as en su espacio? Y de acuerdo a esto elegir la mejor estrategia educativa.
Reconocer sus recursos y fortalezas para asumir una nueva forma de conducta y alentarlo con afecto. Muy por el contrario, las conductas de maltrato al momento de disciplinar no solo no ayudan, sino que afectan negativamente el desarrollo emocional de los niños y niñas. Como hemos señalado anteriormente, algunas de nuestras actitudes y conductas en el ejercicio de educar obedecen a creencias, actitudes y pautas de comportamiento muy arraigadas, por lo que suelen desplegarse de manera automática. Una revisión honesta de ellas, pero a la vez comprensiva con nosotras/os misma/os, nos permitirá identificarlas, desactivarlas o des automatizarlas y lograr que nuestras relaciones bien tratantes se conserven en tiempos de “tormenta”. Revisemos a continuación algunas prácticas que pueden estar incorporadas en los repertorios actuales y necesitan ser cambiadas por una conducta bien tratante.
Cuando el Buen Trato entra en peligro: Conflictos y disciplina
• Humillar ante la equivocación; es la respuesta frente a una equivocación, que en su manifestación más suave se expresa en ridiculización, descalificación, desvalorización o ironía, y en su forma más dura se manifiesta en insultos; afectando fuerte y negativamente la autoestima de niños y niñas. Es necesario, además, tener en cuenta que el uso sistemático de
estas prácticas genera un modo de relacionarse con el/la otro/a en el que la humillación es algo aceptado.
Respuesta bien tratante: respetar la equivocación y redirigir la conducta con afecto y en privado, si es necesario.
• Someter ante conductas de autonomía; que se expresa cuando el adulto no permite acciones distintas a las propuestas usando la agresión física y/o psicológica con el fin de provocar miedo, dominar y conseguir que realice lo que el adulto quiere. Suele estar asociada a la impaciencia y rigidez: “lo haces como yo digo y punto”. Esta práctica ataca directamente la autonomía y confianza en sí mismo. Respuesta bien tratante: permitir actuar por uno mismo, dar espacio a acciones diversas por parte de los niños y niñas.
• Omitir, excluir ante un mal comportamiento; expresado en indiferencia intencionada Es una forma pasiva de agredir que le da a entender al niño o niña “ya no me vinculo contigo”. Se puede decir que la “rabia” le ganó al objetivo de educar. Esta conducta provoca el dolor de no ser reconocido y aceptado tal cual es, y en algunos niños y niñas inhibe la exploración, ya que el mensaje que se le entrega es “me relaciono contigo solo si te comportas como yo espero”. Respuesta bien tratante: calmar, reconectar y redirigir la conducta. La conducta no debe poner en peligro la relación con su educador.
• Controlar en exceso; expresado en restricciones y conductas sobre protectoras que inhiben las posibilidades de experimentar y aprender a través de las consecuencias de los propios actos, generando una disminución de la confianza en sí mismo/a y del desarrollo de la individualidad. Resultado: inhibición, baja autoestima.
Respuesta bien tratante: confiar y apoyar la autonomía progresiva.
Principios del Buen Trato
Reconocimiento
El lenguaje sobre el que se fundamenta el Buen Trato se enfoca sobre el Reconocimiento de las y los otros. Reconocimiento como personas, como seres humanos, desde una forma de relación que permita visualizar todos los aspectos positivos y el punto de vista de la otra y el otro. Reconocimiento entendido como la necesidad de ser aceptadas y aceptados en la individualidad, como seres diferentes y especiales que tienen derecho a ocupar un espacio físico, intelectual y afectivo en la vida de otras y otros.
El Reconocimiento permite que a las personas se les otorgue el derecho a ser escuchadas, vistas y a disfrutar de garantías para su vida, su integridad y desarrollo.
El Reconocimiento y la aceptación se evidencian en las oportunidades de desarrollo que las madres y los padres les dan a las hijas e hijos desde la concepción. Aquí nos referimos no sólo

a la satisfacción de las necesidades físicas y materiales sino a la provisión de las necesidades emocionales y afectivas, es decir, el amor, las oportunidades de expresión, de creatividad, de realizar actividades aplicadas a la vida física, intelectual y emocional.
Físicamente, toda persona necesita libertad de movimientos para desarrollar sus destrezas musculares y sensoriales. La vida intelectual, debe practicar los conocimientos formales que le da la escuela y tener la oportunidad de desarrollar sus capacidades, su inteligencia y obtener.
Reconocimiento por la aplicación de todo esto. La vida emocional, debe tener la libertad para expresar sus sentimientos no sólo frente a las personas cercanas, sino en relación con las situaciones del entorno.
El Reconocimiento conduce al fortalecimiento de la autoimagen y de la autoestima. Por esto es fundamental. Reconocer y aceptar a la otra y al otro tal como son, sin esperar la perfección que soñamos o idealizamos, Reconocemos en a la otra y al otro, seres con potencialidades, con valores, con falencias y con muchas fortalezas, únicos e irrepetibles.
Pero también reconocemos en nosotras y nosotros mismos todas nuestras cualidades y defectos.
La empatía
La Empatía se construye sobre la conciencia de una misma y uno mismo. Cuanto más abiertos estamos a reconocer y manifestar nuestros propios sentimientos más fácilmente podemos aceptar y reconocer los sentimientos de las y los demás. La habilidad para saber qué sienten las demás personas entra en juego en una gran cantidad de situaciones de la vida: desde las ventas y la administración hasta el idilio, la paternidad y la maternidad, pasando por la compasión y la actividad política. Las emociones de la gente no siempre se expresan en palabras, con frecuencia existen otras señales, canales no verbales como los gestos, el tono muscular, los ademanes, el tono de la voz, etcétera. Podemos ver que las raíces
de la Empatía se encuentran desde los primeros años. Prácticamente desde el día que nacen las y los niños se sienten perturbados por el llanto de otras y otros niños, respuesta que algunos consideran como el principio de la preocupación por otras y otros.
Esa preocupación solidaria surge inclusive antes que la o el bebé pueda darse cuenta plenamente de que existe como ser separado de las y los demás. Sentir como siente la otra o el otro es preocuparse, es sentir el dolor del otro y de la otra en carne propia, es ser capaz de “ponerse en los zapatos del otro”. La actitud empática está presente en los juicios morales. Nos ponemos de parte de las víctimas, por eso aparece la “ira empática”, que John Stwart Mill llama “el guardián de la justicia” o el sentimiento natural de la represalia, de la compasión, la construcción de los valores y los sentimientos de solidaridad y de altruismo.
La supresión o falta de empatía hace que unas personas les hagan daño a otras, pasen por encima de ellas sin remordimientos, sin entender lo que pasa o le puede pasar a las otras personas, sin aceptarlas y sin reconocerles.
El costo de la falta de Empatía en la infancia puede ser muy alto no sólo para la niña o el niño, sino para quienes tengan relaciones con ellas y ellos en el futuro.
Interacción igualitaria
La Interacción se considera como la relación de doble vía que permite que una y otro se vean y se reconozcan.
La Interacción es la capacidad de encontrarse con las y los demás y responder adecuadamente a sus sentimientos y preocupaciones. Es lo que nos permite trabajar con otras y otros, establecer equipos, colaborar hacia el logro de metas comunes, establecer lazos de afecto y amistad, y lo que posibilita interpretar las emociones a partir de las expresiones y gestos de las personas. La Interacción está, desde luego, relacionada con la Empatía y con la Comunicación.
Diálogo y comunicación
“Si no amo el mundo, si no amo la vida, si no amo a los hombres [y mujeres], no me es posible el diálogo”
Paulo Freire se refiere a la dialogicidad de la educación como la esencia de la educación como práctica liberadora. El acto comunicativo o dialógico, según Paulo Freire, expresa una experiencia de comunión Supone uno entrar en relación con el otro, con la otra a partir de la experiencia del amor. Todas las formas que desarrollamos para decirnos lo que queremos, lo que sentimos, lo que deseamos, lo que esperamos y lo que vivimos, constituyen la Comunicación.
Así pues, la Comunicación abarca las formas y el sentido que las personas le dan a la información que reciben y que quieren expresar a otras y otros.
La Comunicación se inicia cuando el emisor envía el mensaje-estímulo, con una intención específica y el receptor, que es el destinatario del mensaje, lo interpreta; es decir, selecciona la información de acuerdo con su propia experiencia, conocimiento, escala de valores, sistema de creencias e intención, lo cual genera una respuesta que retroalimentará al emisor en forma casi automática. De esta forma la Comunicación es continua, dado que el emisor en algún momento pasa a ser receptor y viceversa
Las personas manifiestan en ocasiones estilos de Comunicación en los que muestran arrogancia, grosería, crítica despectiva o desprecio, es decir, dan respuestas agresivas.
Otras personas tratan de complacer a otras y otros. No se valoran y buscan la aprobación de las otras y lo aprueban, aunque no estén de acuerdo. Otras son frías, imperturbables, sin demostración alguna de sus sentimientos. Pero también hay personas que se muestran abiertas, con la libertad para decir lo que sienten y lo que piensan, envían
mensajes
claros, directos y asertivos, respetando lo que otras piensan, pero haciendo valer sus derechos.
Estas últimas personas pueden comunicarse efectivamente con los otros, siempre y cuando, a las condiciones de claridad y asertividad, agreguen la capacidad para escuchar a las otras.
Escuchar no solamente el lenguaje verbal, sino más allá, ver el lenguaje corporal y gestual, en el cual se encierra mucho de lo que pensamos y sentimos. Ser escuchado y poder escuchar a las otras y los otros construye la relación y hace parte del sentirse bien tratada y bien tratado.
Para crear la mejor posibilidad de escucha es necesario captar la atención de la otra persona: elegir el momento y el lugar apropiado, intentar que el otro y la otra se sienta cómodo cuando le vamos a hablar; decir las verdades con claridad, pero sin acusar a nadie.
Para escuchar auténticamente es necesario tomarse el tiempo para hacerlo y también querer oír lo que nos tienen que decir, practicar la atención activa, dejando de lado nuestros intereses para escuchar realmente. En la manera de escuchar se debe notar el interés y el respeto por la otra y el otro. Esto favorece la verdadera Comunicación, la seguridad, el respeto, la confianza, la comprensión y la intimidad.
Es necesario emplear un lenguaje positivo, aprender de las buenas jugadas en un contexto en el que se construya sobre lo bueno que poseemos, construir habilidades, trabajar con sueños y no con problemas.
Hay que emprender una búsqueda de lo que va bien. Ampliar la capacidad para descubrir las cosas buenas que nos suceden, que vemos y sentimos en cada momento, en cada persona. Cuando empezamos a cambiar las formas recriminatorias y deficitarias de lenguaje y le damos
reconocimiento a lo bueno y a lo maravilloso que es, su comportamiento comienza también a cambiar y las situaciones de vida también.
Como dice Sped Mc Adam, algunas formas de construir un lenguaje apreciativo son:
1. Descubrir lo mejor.
2. Señalar qué lo genera.
3. Entender el detalle que nos ha hecho sentir bien.
4. Soñar lo que debe ser, hablándolo.
5. Decir de qué nos sentimos orgullosos.
6. Descubrir nuestros valores y los de los demás.
Negociación
Todos tenemos acuerdos y desacuerdos. Ser capaces de resolver los desacuerdos es fundamental para mantener un clima de Buen Trato. No basta con aceptar lo que nos dicen. Es necesario construir la tolerancia y el respeto por las diferencias para poder conceder a otros y otras las razones en los desacuerdos. Alcanzar un nivel en la solución de los conflictos y desacuerdos es de gran importancia para el bienestar de la persona, la familia, el grupo o la empresa
Muchos tratamos de resolver los conflictos aferrándonos a la rabia y al enfado o al poder que ellos parecen darnos para controlar la situación. En realidad, la rabia encubre los sentimientos de impotencia, inseguridad o miedo y se usa como sustitución de los sentimientos del verdadero poder personal.
La rabia crónica impide comprender la realidad del conflicto. En la edad preescolar ya hay manifestación en algunos niños y niñas de su capacidad para mediar y negociar en los conflictos. El mediador es la persona que previene conflictos, resuelve los que han estallado y es capaz de establecer acuerdos en las disputas. Para negociar los problemas o conflictos, si seguimos las siguientes reglas, vamos a construir Buen Trato:
1. Ser conscientes de cuáles son los verdaderos problemas que se tienen.
2. Atacar el problema y no a la persona.
3. Escuchar sin interrumpir, escuchar como base de la comunicación efectiva.
4. Estar en comunicación con los propios sentimientos y preocuparse de los sentimientos de las y los demás.
5. Expresarse de manera clara y sin acusaciones.
6. Mantener el corazón abierto mientras se dicen las ver dades sin ofender ni humillar.
7. Ser responsables de lo que hacemos y decimos.
8. Emplear afirmaciones en primera persona, las cuales favorecen la sinceridad mutua.
Para decir y escuchar la verdad se requiere valor, por- que uno se arriesga a tener que cambiar de actitud y oír cosas de las cuales no desea enterarse. Para resolver los conflictos es necesario: traducir el enojo en afirmaciones claras y no en acusatorias y practicar la escucha activa.
Justicia Social
Referirnos a la Justicia Social es hablar de derechos, inclusión y equidad. Para que se pueda construir la culturade Buen Trato tiene que garantizarse desde el Estado y junto a toda la ciudadanía el disfrute pleno de los derechos y deberes de las personas, principalmente aquellos derechos que son considerados fundamentales, como son el derecho a una alimentación con los suficientes nutrientes para el desarrollo pleno del ser humano, sobre todo de las niñas y los niños; el derecho a una educación, salud y vivienda que posibiliten el reconocimiento de la dignidad de las personas, propiciando su autonomía en el ejercicio estos derechos que su vez implican responsabilidades.
Un ciudadano o una ciudadana educada en valores críticos vive y promueve la justicia social, porque la misma nos habla del ejercicio de la solidaridad, partiendo del ver a las otras y los otros como iguales a mí y por ende con derecho a las mismas oportunidades en la sociedad.
Competencias Parentales
Competencias Parentales: Capacidades, conductas y actitudes que tienen madres, padres, tutores y otras personas, para cuidar, proteger y educar a sus hijas e hijos, asegurándoles un desarrollo suficientemente sano, cuyo origen está determinado por factores biológicos y hereditarios, al igual que por las experiencias de vida e influenciadas por la cultura y los contextos sociales, permitiendo generar patrones y pautas de crianza que fomenten el sano desarrollo de la familia y sus integran- tes, asegurando su adecuada convivencia y participación social.
