Nexo Deluxe Edición 27

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Desde 12 hasta 26 de Septiembre de 2009 |

ANACRONETA

“Todos los hombres del Presidente” (1976)

De cómo un diario hizo renunciar a un Presidente Por Beila Palma beilapalma@periodicoatico.com.ar

Esta es una de las pocas películas cuyo final podemos saber sin haberla visto, porque se basa en la investigación que sacó a la luz la corrupción del gobierno de Richard Nixon y lo forzó a renunciar a su cargo en agosto de 1974, hecho que no tenía precedentes en la historia de Estados Unidos. Todo empieza cuando dos periodistas muy poco conocidos del Washinton, Post Bob Woodward (Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman), se ocupan de una historia que parece poco importante: la detención de cinco personas relacionadas con un robo en la central de operaciones del Partido Demócrata, en el edificio Watergate. Notan cosas extrañas, como los suntuosos abogados asignados a los acusados, y la posible relación de uno de ellos con

un hombre de confianza de Nixon. Van tratando de seguir la historia poco a poco, usando contactos como un contacto hecho en una fiesta o las parejas circunstanciales de los compañeros y compañeras del periódico. El director del diario, Ben Bradlee, no les tiene mucha fe, pero les deja la historia, primero porque los escritores políticos importantes no le dan bola, y segundo porque reconoce en sus ganas un hambre que él tenía cuando era joven. Empiezan a ver cosas que no cierran, mucha gente que se niega a hablar, pese a que ellos nunca divulgaron sus fuentes. Hasta que finalmente con la ayuda de su informante en la Casa Blanca (Garganta Profunda lo llaman) van dándose cuenta de que esto llega cada vez más arriba, y que no se trata sólo del robo en Watergate sino que hay toda una red de espionaje y conspiración que involucra a todo el sistema de inteligencia de E.E.U.U. La historia, en sí bastante increíble,

Los reporteros del Washington Post, Carl Bernstein, segundo desde la izquierda, y Bob Woodward, tercero desde la izquierda, flanqueados por los actores Dustin Hoffman y Robert Redford en la première de la película en Washington, 5 de Abril de 1976

de estos reporteros que lograron, sin ni siquiera proponerse tanto, hacer renunciar a un Presidente, está contada en la película de una manera tal que, pese a que el desenlace es conocido, el suspenso es creciente. Los planos en donde se ve a Nixon en la televisión y los distintos acontecimientos que van ocurriendo mientras al fondo Woodward

y Bernstein escriben a máquina refuerza lo increíble de la historia, a la vez que es una especie de oda a la libertad de prensa. Parece un chiste de mal gusto que en el mismo año en que “Todos los hombres del Presidente” llegó a los cines acá empezaba la peor dictadura militar de nuestra historia.

OJO CLÍNICO

“Ser digno de ser”

Título Original Va, vis et deviens Dirección Radu Mihaileanu, Alain Michel Blanc Elenco Yaël Abecassis, Roschdy Zem, Moshe Agazai, Moshe Abebe, Sirak Sabahat, Roni Hadar Origen Francia / Italia/ Bélgica / Israel Año 2005 Género Drama

Una película que lucha por recobrar la humanidad Por Graciela Jorge nexo@periodicoatico.com.ar

En 1984 miles de africanos provenientes de los países más pobres y amenazados se encuentran en campamentos, en Sudán. Estados Unidos, tiene un proyecto para llevar a los judíos de los campamentos hacia Israel. Llamada en un principio “Operación Moisés”. Una mujer cristiana del campamento obliga a su hijo de nueve años a declararse judío para que pueda tener un futuro mejor. En Israel, el niño es adoptado por una familia francesa de TelAviv. Mientras crece descubre el amor, la cultura occidental y el judaísmo pero también el racismo y la guerra. A pesar de su nuevo presente nunca se olvida de su madre verdadera, en su interior sueña con volverla a ver. La vida y la historia de Schlomo (tal su nombre falso adoptivo), nos permite recorrer con intensidad y dramatismo, la historia de: paz/guerra, amor/odio, perdón/ rencor, desánimo/sueños y muerte/vida, que padece la humanidad, aún hoy en pleno auge de la tecnología y desarrollo de la inteligencia. Es un film que a lo largo de las escenas nos replantea una pregunta que, tal vez, nunca nos hayamos hecho: ¿somos dignos de ser?, ¿qué nos hace dignos?, ¿qué nos hace ser? El drama de un niño negro, cristiano, etíope que a los nueve años, vio morir a sus hermanos de hambre, sed y enfermedad, vio pelear y matar por un trozo de tierra, por un vaso de agua, por pensar distinto, por no saber rezar, por no ser judío o por

serlo, salvado por su madre que lo saca con mentiras del campo de refugiados y quien sólo le encomienda un objetivo para la nueva vida que comenzará: “Sé digno de ser”. Esta situación tremenda nos lleva sentir, ¡qué suerte que lo sacaron de ese infierno!. Sin embargo, la hazaña de este niño, que transcurrirá toda su vida, hasta los treinta años recordando a su madre en su interior (viviendo por ella), y lidiando con una nueva adaptación, no será ciertamente haber sobrevivido al campo de refugiados; ya que la peor guerra se encuentra en medio de aquellos que lo han “salvado”. Se describe con un realismo trágico la discriminación, por raza, color, religión, aspecto físico, y posición social y pensamiento político. Todo esto vivirá el niño en la escuela, en la calle, en su familia adoptiva donde los lazos con el padre resultan complejos por lo que espera de este niño y lo que el niño desea. Será rechazado por el padre de su novia, judío ortodoxo, porque su familia adoptiva es de origen judío de izquierda no practicante y él es negro. Finalmente llegará a la adultez, casado, médico de la cruz roja en campos de refugiados y… este no es el final de la historia, sino el comienzo. Miremos a nuestro alrededor, y pensemos en nuestro contexto: el desarrollo social, la igualdad de oportunidades, la libertad religiosa, la libertad de expresión. El cuidado de los recursos naturales, la educación, la salud, la administración económica de quienes nos gobiernan. Nuestro estar en medio de los vecinos,

de nuestros amigos, de nuestras familias, de nosotros mismos ¿nos hace dignos de ser? Las dos madres de la película, tanto la verdadera como la adoptiva serán las figuras que mantendrán con vida a este niño, y le permitirán, no sólo realizarse y ser feliz, sino sobre todo, le permitirán ser. Y lo harán con pequeños grandes gestos. La madre lo hará partir, lo entregará a un futuro nuevo, distinto, se lo entrega al mundo con inocencia y confianza, con fortaleza espiritual y afectiva. Le pasó a lo largo de sus nueve años, el espíritu de lucha, el amor a la vida, el lazo con lo natural, con la tierra y con su espíritu. La madre adoptiva no será menos en esta batalla por la vida, le lamerá el rostro frente a otros padres que lo consideran peligroso por su posibilidad de traer

enfermedades de África, se encontrará con un etíope residente en Tel Aviv que le enseñara las palabras básicas y los gestos mínimos que las madres etíopes utilizan con sus hijos… lo tratará como a uno de los suyos y por momentos mejor que a los suyos. Este juego entre dos puntas de madres tan diferentes, nos tendrían que llevar al origen de la vida misma, para que al mirarla desde todos sus ángulos, nos cuestione intensamente si estamos a favor de la vida o de la muerte, si al llegar al final del camino hemos dejado nuevos caminos o sólo hemos borrado la huella de un futuro más humano, más cercano, más digno de ser. El final de la película resulta un tanto inverosímil, aunque intenso, que el final de nuestra historia, no sea también de película.


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