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Herencia Hispana: Todos vemos el sueño americano de forma diferente
from Ed. 486
Por Jesús Grillo New/Nueva Opinión
La vida es un sueño. La vida y los sueños son esencialmente lo mismo, o al menos esto era lo que pensaba Pedro Calderón de la Barca, un escritor barroco español quien estrenó la obra “La vida es sueño” en 1635.
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A lo largo de la existencia humana, nos han fascinado los sueños. La Biblia los menciona y tiene su propio visionario, José. Los psicólogos tratan de definirlos para entenderlos. Hay sueños de todos los estilos y colores.
Pero en los últimos años hay un sueño del que todo el mundo habla: se llama “ El sueño americano”.
Dependiendo de la procedencia de una persona, el Sueño Americano tiene su propio significado.
Si has nacido y crecido en Estados Unidos, lo más probable es que el Sueño Americano signifique la casa y el coche con los que siempre has soñado. Para la mayoría de los estadounidenses, el Sueño Americano es un sueño materialista que ofrecen los vendedores en la televisión como la meta que siempre has querido, a menudo un coche o una casa lujosos que sólo vemos en los medios de comunicación pero que sabemos que nunca serán nuestros. Sin embargo, nos fijamos en esa meta y soñamos con que sea nuestra.
Si se es inmigrante, las cosas cambian. El sueño americano se convierte en algo no tan materialista, sino que es algo más tangible. Este sueño incluye una casa, no una mansión; un coche, no necesariamente lujoso, sino un vehículo para transportar a la familia, ya sea la familia que usted vino a levantar o la familia que inmigró con usted con el sueño y el objetivo de progresar. Porque para los inmigrantes, el Sueño Americano significa principalmente familia. No importa si hay que cruzar ríos y montañas y desiertos caminando, no importa si hay que morir por esta causa. No importa si hay que sacrificar días, meses o años separándose de la familia; siempre el objetivo del sueño es el futuro de la familia. No importa el caso, siempre hay lágrimas en los ojos de nuestros seres queridos cuando nos despedimos en aeropuertos, ciudades o en la frontera. Se quedan llorando y deseando que podamos volver a vernos, ¿y todo para qué? Para hacer realidad el sueño americano.
Muchos lo han hecho, otros están en el proceso. Muchos, como he dicho antes, han muerto en el intento. Todos están luchando y sacrificándose para lograr el sueño.
Estamos en el Mes Nacional de la Herencia Hispana y por eso quiero honrar a aquellos inmigrantes hispanos que, con gran esfuerzo y sacrificio, han logrado lo que, para mí, es el verdadero Sueño Americano.
Empecemos por alguien cercano y conocido por todos, Carlos Gutiérrez. Nacido en Cuba, llegó a Estados Unidos en 1960. Tras una progresiva carrera en la Kellogg Co. que comenzó en México, llegó a ser su director general y fue secretario de comercio de Estados Unidos.
Otra persona es el Dr. Alfredo Quiñones-Hinojosa, profesor de oncología y neurocirugía en la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins y director del Laboratorio de Tumores Cerebrales, uno de los centros de investigación de células madre más importantes de Estados Unidos. Nacido en Mexicali, México, el Dr. Quiñones-Hinojos fue un trabajador agrícola más en California.
En la música, cabe destacar a Gustavo Santaolalla. Nacido en Argentina, Santaolalla ha escrito las bandas sonoras de varias películas ganadoras del Oscar, como “Brokeback Mountain” y “Diarios de motocicleta”.
También destacamos al Dr. Jorge Rodríguez, actual presidente del Kalamazoo College.
Si quisiéramos podríamos llenar páginas y páginas de este periódico destacando a todos aquellos hispanos famosos que han alcanzado el sueño americano. Pero me gustaría honrar a los que no son tan famosos, a los que han hecho realidad su Sueño Americano o están en el proceso.
Me gustaría honrar a los “Juan, María, Carlos, Josefina, Sagrario, Eduardo, Rosa, Jorge, Rosario, etc.” y a todos aquellos que con orgullo trabajan duro por sus familias y por este país. A los que han hecho realidad parte de su Sueño Americano regalando hijos a esta patria, antes desconocida para ellos, y que los han adoptado como propios. A los que, como yo, pueden sentirse orgullosos de tener hijos tan genuinamente americanos como el presidente de los Estados Unidos y que pueden llevar con orgullo los colores de la bandera americana en otro país. A los que han sido capaces de demostrar que la vida es un sueño y que, a pesar de las dificultades, puede hacerse realidad.