El obscuro Pasajero

Page 94

94

JEFF LINDSAY

—No es el mismo —dijo, frunciendo el ceño—. No importa lo que digan esos capullos de la prensa. McHale es culpable. Confesó. Este tío es otro. —Supongo que parece demasiada coincidencia —dije—. Dos asesinos brutales al mismo tiempo. LaGuerta se encogió de hombros. —Estamos en Miami, ¿qué se creen? Esos tíos vienen aquí de vacaciones. Hay un montón de chicos malos ahí afuera. No puedo atraparlos a todos. Para ser sinceros no podría capturar a ninguno a menos que ellos mismo saltaran de un edificio y aterrizaran en el asiento delantero de su coche, pero no me pareció el momento más oportuno para comentárselo. LaGuerta dio un paso hacia mí y acarició la carpeta con una uña de color rojo oscuro. —Necesito que descubras algo aquí, Dexter. Algo que demuestre que no es el mismo hombre. Se hizo la luz. La estaban presionando, el capitán Matthews probablemente, un hombre que se creía lo que publicaban los periódicos siempre y cuando escribieran su nombre sin faltas de ortografía. Y ella necesitaba un poco de munición para presentar batalla. —Claro que no es el mismo —dije—. Pero, ¿por qué acude a mí? Me miró durante un momento a través de los ojos medio cerrados, un efecto curioso. Creo que había visto esa misma mirada en alguna película que Rita me había obligado a ver, pero no tenía ni idea de qué podía querer decir en los ojos de LaGuerta. —Dejé que te quedaras a la reunión de las setenta y dos horas —dijo ella—. Aunque Doakes te quiere muerto, yo te permití quedarte. —Muchas gracias. —Porque tienes un sexto sentido para estas cosas. Para los asesinos en serie. Todos lo dicen. A veces Dexter presiente cosas. —Eh, vamos —dije—, han sido sólo un par de suposiciones acertadas... —Y necesito que alguien de laboratorio encuentre algo. —¿Por qué no se lo pide a Vince? —El no es tan agudo —dijo ella—. Encuentra algo. Seguía estando incómodamente cerca, tan cerca que podía oler su champú. —Encontraré algo —dije. Hizo un gesto señalando al contestador. —¿No vas a devolverle la llamada? Vas a estar demasiado ocupado para cazar conejitos. No había retrocedido y tardé un segundo en caer en la cuenta de que se refería al mensaje del contestador. Le brindé mi sonrisa más diplomática. —Creo que es ella quien está intentando cazarme, inspectora. —Ja. En eso tienes razón. —Me lanzó una mirada prolongada, después se volvió y salió por la puerta. Ignoro por qué, pero observé cómo se iba. La verdad es que tampoco se me ocurría ninguna otra cosa que hacer. Justo antes de que llegara al rincón y desapareciera de mi vista, se ajustó la falda a las caderas y se volvió a mirarme. Después se fue, perdiéndose en los difusos corredores de los Políticos Homicidas. ¿Y qué pasaba conmigo? ¿El pobre y alucinado Dexter? ¿Qué otra cosa podía hacer? Me hundí en la butaca de oficina y apreté el botón de play del contestador automático. «Hola, Dexter, soy yo.» Claro que sí. Y por rara que pareciera, aquella voz lenta y ligeramente ronca pertenecía a Rita. «Mmm... Estaba pensando en lo de anoche. Llámame, señor.» Como había observado LaGuerta, sonaba cansada y a la vez feliz. Al parecer ahora tenía una novia de verdad. ¿Donde acabaría toda esta locura?

www.darkpassenger.com.ar


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.