VV.AA. - Terra Nova. Antología de ciencia ficción contemporánea. Vol. 2

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21 Los mil ojos formaron la palabra profecía en el líquido amniótico. —Pero profecía es un término relativo —se adelantó Corelli. —En efecto. La profecía es un recuerdo. Es un presentimiento de lo que ocurrirá, y con su enunciación contribuye a que ocurra. Un anuncio autopredictivo. Las profecías reflejan las señales que la Trama envió al pasado. La existencia de las profecías, y su ilustración en textos, imágenes y música, contribuye a su propio cumplimiento. Sin los profetas, no existiría la Trama. Sin la Trama, no existirían los profetas. »El universo es fantasmal. Cada instante se sustenta en una confluencia de sendas probabilistas que pueden desmoronarse en su propia fragilidad, así que la Trama debe reforzar cada una de sus hebras. »Por usar una imagen burda, es como si la parte superior de un edificio aportara material para reforzar los cimientos. Esta simplificación no contribuyó a mitigar las punzadas en las sienes. Corelli se aferró la cabeza. El ángel reparó en el vértigo del viajero, pero continuó implacablemente con su relato. —Para consolidar una de sus hebras fundamentales, la Trama creó un organismo primitivo cuyas emisiones musicales contribuían a afinar la empatía entre seres vivientes. El organismo, explicó, tenía forma de araña, ocho extremidades, tamaño de bebé humano y exoesqueleto perlado. Los ingenios lo enviaron al pasado y a un satélite de Júpiter, donde recibiría al vehículo de la misión espacial eurojaponesa. Mientras en Buenos Aires los agentes del Ciudadano Insigne arrestaban al músico Pablo Corelli, en Calisto SmartRover descubría el Arácnido y la melodía que Corelli había creado. Una conjunción entre muchas. La Trama había repetido (repitió, repetirá, repetiría) este procedimiento cientos de veces, con cientos de visiones y visionarios, reforzando su presencia en el pasado para cimentar su existencia en el futuro. La Trama llegaba al Punto Omega, su culminación, pero la carcomía un remordimiento. Sus ingenios pisaban el umbral de la perfección, pero todos los seres humanos que los habían precedido y posibilitado quedaban condenados a un pasado de penurias. En sus exploraciones, la Trama había oído el grito de miles de millones de almas. ¡Gemidos, alaridos, quejidos! ¿Cómo podía oírlos sin escucharlos? ¡Cáncer, malaria, peste!

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