Florentino López-Cuevillas - La civilización céltica en Galicia

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Florentino

López

Cuevillas

La civilización céltica en Galicia

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sa aún de ottasjwticularidades que llamaron la atención de los geógrafros antiguos y que siguen llamándola a los arqueólogos modernos. El pan fabricado con harina de bellotas estaba en uso en los comienzos dei metal, como lo demuestran los fondos de cabana de Pepim; las casas de paredes redondas de nuestros castros nenen que ser por fuerza, la pètníjçación como dice Garcia Bellido, dejas_chgzas_de materiales ligeros usadas aqui antes de a ega a de_los_Sefes, y al repasar los inventários de las joyas con que se adornaban los habitantes de los oppida galecos, tropezamos con varias de ellas que tienen sus antecedentes no en el dei Bronce V a S ° r S * n ° ^ ^

P

*ezas

aureas

de la cultura indígena

.Aludíamos antes a las industrias líticas dei Achelense que si. í a n d 0 S C e n n u e s t r o Protoasturiense, en los umbrales dptprm- f ° , t l C 0 ' ^ U C S k*en» a ^ ° s e m e j a n t e viene a ocurrir con v mie , n a . o s p r o t o t * P ° s introducidos por la invasión indoeuropea, una nm " e n ® " i n f l a c i o n e s importantes, conservando así toda 1 e a no citar3 ^ as formas primitivas. Esto ocurre, por S a gunos no amrtan ^ ejemplos, las espadas de antenas, vque como pn aclu^ sus apêndices hasta reducirlos a simples botones tan sólo a l C O m a r c a s hi spánicaà; con lasjibiilas_en las que y de Santa i" ? e m p , a r denuncia, dentro de los tipos de Sabroso siempre cerrannla'i a l g " " I e v e i n f l u J ° de ^ Téne,\ manteniéndose de e,Ios a Ios m Certòsa v ocnr S ° S ° d e I o s derivados de la re ta én c o rios, que pese , . ? I o s Hamados monumentos_lune ra " manifiestan su fír C . 0 , m P I i c a c tón y desarrollo de su arquitectura, -Original es asim^ 1 0 " ° 0 n l a s e s l c l a s e n forma de casa. re lãclõnà~cõ]T s u S m 0 C n n u e s t r a c u ltura castrefia todo lo que nales por sus f o r n / C X t r a f t a s m a n *festaciones escultóricas; origipeculiares las relacio$ ^ p o r \ s u abundancia, las j o y a s _ á u r e a s , >' Cornualles y c o r r G à r ^ ~ ^ a n t ^ m a $ ç o n * a ^retafía francesa, c o í l sas todas que en el f i n ^ ^ ? 0 n ^ o s c ° l ° n o s púnicos de C á d i z , ^ a protQ tradicional en el que el h i s t o r i a reproducen un c u a d r o r V eI e s t a f t o desempefíaron un nanei ° ° d e nuestros y a c i m i e n t o s se

No es necesario insistir í ) ? ^ o np du enrtaons t ed-e tados y a en capítulos antorvista que se hallan apu apitulos antenores y basta con que de nuevo insista-

mos sobre el hecho de que el conjunto de fenómenos que constituyen la cultura de los castros dei NW. hispânico, acusa una personalidad tan evidente, que nadie podría tomar una de nuestras citanias por ninguna ciudad fuerte de ningún lugar, ni nadie dejaría de distinguir una de nuestras joyas, de otras procedentes dei S. de Francia o dei Rhin, ni seria posible confundir nuestras espadas con otras coetâneas, y aún las mismas decoraciones de nuestro arte geométrico, que aunque tienen semejanzas en las Galias y en la Meseta Castellana ostentan un aspecto particular que las individualizan de manera indudable. " Como ya dijimos no había en la Galecia ningún núcleo urbano que mereciera en nombre de ciudad, y aún las citanias de superfície más considerable como las de Mosinho, Santa Trega y Bagunte no pasaban de ser grandes aldeas, pero a pesar de ello el pueblo que así vivia tuvo una organización política, una religión, un arle y unas-lécnicas que deben de alejar de él los epítetos de rudo, pobre y bárbaro, con que viene siendo motejado desde los tiempos de Estrabón. - Regia entre nosotros un sistema de tribus y de gentilidades idêntico al que imperaba o imperara en la mayor parte de Europa. La religión con sus dioses dei rayo y de las altas cimas, con sus divinidades de las aguas y de los caminos, con su culto a las diosasmadres y con sus ceremonias necrolátricas, reproduce un tipo corriente de las llamadas religiones de la naturaleza, semejante a la de Grécia y a la de Roma, y los mismos retos cruentos que en ella se seiialan no fueron desconocidos en estos países, ni ignorados en las Galias donde los sacrifícios humanos se verificaban de maneras diversas, ni en Germania, que calentaba todavia en plena Edad Media, la silla de Wotan. Y por lo que toca a los procedimientos mánticos, no son otros que los augurales y aruspiciales que alcanzaron estado oficial en el Estado romano, y si - n o s fijamos en las costumbres de los galecos, en su monogamia, en su frugalidad, en su afición a los ejercicios físicos vemos que por ellas, un geógrafo griego como Estrabón, las compara con las antiguas costumbres de sus paisanos. El arte de la fortificación era poseído por nuestras gentes de los castros en un grado elevado. Sabían construir murallas con


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