LOS CINCUENTA NOM BRES D E M ARDUK
E l «Poema de la Creación» o «Enuma elish», que go^ó de amplia difusión en el siglo X I a . de C ., cierra su exposición con la apoteosis de los cincuenta nombres místicos de Marduk, tendentes a confirmar sus altas cualidades y poderes. De alguna manera, todo el recitado del largo poema viene a desembocar en la letanía onomásti ca del dios de Babilonia, en quien fueron depositados todos los poderes por el resto de los dioses. E l texto en cuestión ocupa la parte final de la sexta tablilla y la totalidad de la séptima que es la última del poema.
Cuando los grandes dioses1 se hubieron reunido, establecieron perdurablemente el destino2 de M arduk3 y pronunciaron contra sí mismos una maldición4, juraron por el agua y el aceite y se tocaron la garganta5. Ellos le entregaron el ejercicio de la realeza sobre los dioses y lo destinaron al señorío de los dioses del cielo y de la [tierra. A nshar6 lo hizo superior (a todos) y llamó Asarludug1 a su [nombre: «¡Prosternémonos al pronunciar su nom bre8!». «¡Que los dioses, con respeto, escuchen lo que él diga, que su soberanía sea suprema arriba y abajo, que sea exaltado, él, el Hijo, nuestro vengador9! ¡Que su sacerdocio10 sea preeminente del todo y que no tenga [ningún igual! ¡Que ejercite su pastoreo11 sobre los cabezas negras12 y que [vengan éstos a su protección! ¡Que en los días futuros no sea olvidada, (sino) mencionada [siempre su gesta! ¡Que establezca para sus padres grandes ofrendas regulares, que se sobrevenga a sus necesidades, que se mantengan sus [santuarios, que haga oler el incienso, que se alce el encantamiento de los [hom bres13! 488