El kybalion

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electricidad, el magnetismo, la atracción, la repulsión, la afinidad química y lo opuesto, y fenómenos similares. Y todo esto surge a partir de la operación del principio de género en el plano de la energía. La parte del principio masculino parece ser la de dirigir una cierta energía inherente hacia el principio femenino, iniciando así a la actividad los procesos creativos. Pero el principio femenino es el que está haciendo siempre el trabajo creativo -y esto es así en todos los planos -. Y, sin embargo, cada principio es incapaz de energía operativo sin la asistencia del otro. En algunas de las formas de vida, los dos principios están combinados en un organismo. Por eso, todo en el mundo orgánico manifiesta ambos géneros -siempre está presente el masculino en la forma femenina, y el femenino en la forma masculina-. Las enseñanzas hennéticas incluyen mucho concerniente a la operación de los dos principios del género en la producción y manifestación de diversas formas de energía, etc., pero no estimamos conveniente entrar en detalles concernientes a las mismas en este punto, porque somos incapaces de respaldarlas con pruebas científicas, por la razón de que la ciencia no ha llegado aún tan lejos. Pero el ejemplo que os hemos dado de los fenómenos de los electrones o corpúsculos os mostrará que la ciencia está en el sendero correcto, y os dará también una idea general de los principios subyacentes. Algunos investigadores científicos prominentes han anunciado su creencia de que en la formación de los cristales habría de encontrarse algo que corresponde con la «actividad sexual», lo que es otra paja que muestra la dirección en que están soplando los vientos científicos. Y cada año traerá otros hechos para corroborar la corrección del principio hermético de género. Se encontrará que el género está en operación y manifestación constante en el área de la materia inorgánico y en el área de la energía o fuerza. La electricidad es ahora considerada generalmente como el «algo» en el que todas las otras formas de energía parecen fundirse o disolverse. La «teoría eléctrica del universo» es la última doctrina científica, y está creciendo rápidamente en popularidad y en aceptación general. Y se sigue así que si somos capaces de descubrir en los fenómenos de la electricidad -incluso en la raíz y fuente misma de sus manifestaciones - una evidencia clara e inconfundible de la presencia del género y sus actividades, estamos justificados en pediros que creáis que la ciencia ha ofrecido por fin pruebas de la existencia en todos los fenómenos universales de ese gran principio hermético: el principio de género. No es necesario que os toméis vuestro tiempo con los fenómenos bien conocidos de la «atracción y repulsión» de los átomos la afinidad química; los «amores y odios» de las partículas atómicas -, la atracción o cohesión entre las moléculas de matena. Estos hechos son demasiado bien conocidos para necesitar un comentario ampliado por parte nuestra. Pero ¿habéis considerado alguna vez que todas estas cosas son manifestaciones del principio de género? ¿No podéis ver que los fenómenos coinciden plenamente con el de los corpúsculos o electrones? Y mas aún, ¿no podéis ver la razonabilidad de las enseñanzas herméticas que afirman que la ley misma de gravitación -esa extraiía atracción en razón de la cual todas las partículas y cuerpos de materia en el universo tienden uno hacia el otro- no es sino otra manifestación del principio de género, que opera en la dirección de atraer las energías masculinas hacia las femeninas, y viceversa? No podemos ofrecemos una prueba científica de esto en este momento, pero examinad los fenómenos a la luz de las enseñanzas herméticas sobre el asunto, y ved si no tenéis una mejor hipótesis que funcione que cualquiera ofrecida por la ciencia física. Someted todos los fenómenos físicos a la prueba, y dis cerniréis el principio de género siempre en evidencia. Pasemos ahora a una consideración de la operación del principio en el plano mental. Muchos rasgos interesantes están aguardando ahí su examen.

CAPÍTULO XIV GÉNERO MENTAL A los estudiantes de psicología que han seguido la tendencia moderna de pensamiento a lo largo de las líneas de los fenómenos mentales les ha llamado la atención la persistencia de la idea de la mente dual que se ha manifestado tan fuertemente durante los pasados diez o quince años, y que ha dado origen a un número de plausibles teorías concernientes a la naturaleza y constitución de estas «dos mentes». El fallecido Thomson J. Hudson alcanzó gran popularidad en 1893 avanzando su bien conocida teoría de las «mentes objetiva y subjetiva» que sostenía que existían en todo individuo. Otros escritores han atraído casi igual atención por las teorías concernientes a las «mentes consciente y subconsciente», las «mentes voluntaria e involuntaria», «las mentes activa y pasiva», etc. Las teorías de los diversos escritores difieren una de la otra, pero permanece el principio subyacente de «la dualidad de la mente». El estudiante de la filosofía hermética está tentado a sonreír cuando lee y oye de estas muchas «nuevas teorías» concemientes a la dualidad de la mente, adhiriéndose tenazmente cada escuela a sus propias teorías caprichosas, y exclamando cada una haber «descubierto la verdad». El estudiante vuelve las páginas de la historia oculta, y muy atrás en los oscuros comienzos de las enseñanzas ocultas encuentra referencias a la antigua doctrina hermética del principio de género en el plano mental -la manifestación del género mental-. Y examinando más lejos encuentra que la filosofía antigua tuvo conocimiento del fenómeno de la «mente dual», y dio cuenta de él por la teoría del género


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