Además, los grandes hacendados señoriales del interior rioplatense, que explotaban sin restricciones el trabajo forzado de indios, mestizos y esclavos negros, temían a las ideas revolucionarias de Artigas. Una de sus expresiones más definidas era el Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el fomento de su campaña y seguridad de sus haciendas (10 de septiembre de 1815), contentivo de un avanzado programa agrario y social, dirigido a la recuperación económica, que preveía repartos de tierra entre los desposeídos y sus soldados. Entre los objetivos de este decreto artiguista, en cuya elaboración se veía la mano radical del cura José Monterroso - que había estado con Castelli en la campaña del Alto Perú –, estaba el poblamiento de los campos y la reconstrucción económica de la Banda Oriental, para ampliar la base popular del federalismo y conseguir, como proclamaba el propio Reglamento Provisorio, «que los más infelices sean los más privilegiados». 162 Acorde a la justa valoración del historiador argentino Norberto Galasso: En el litoral, Artigas resulta en 1815 la expresión de la Revolución a la cual ha incorporado a las masas populares y ha dotado de un ideario contundente que combina distribución de tierras, protección a la producción local, dignificación y democracia para negros, indios y gau- chos, con una clara posición contra el absolutismo, contra la burguesía comercial porteña y contra los ingleses.163
Por su parte, la provincia de Paraguay, afectada también como territorio periférico por las pretensiones hegemonistas y las restricciones comerciales de Buenos Aires, eligió un camino diferente al de Artigas para enfrentar el mismo problema. En vez de sumarse a la alianza federalista de las provincias del interior y el litoral, para buscar salida a su comercio al margen de la vieja capital virreinal, los paraguayos optaron por la independencia absoluta – tanto de España como de Buenos Aires y de la propia Liga Federal –, al costo de quedar completamente aislados. Sin embargo, la opción contraria conduciría a Artigas al fracaso, criterio compartido por la historiadora uruguaya Ana Frega: «Al defender la unión frente a la independencia absoluta y sostener una propuesta social radical, perdió el apoyo de los grupos dirigentes orientales temerosos de una revolución social »164. En cambio, con su postura separatista, Paraguay consiguió mantenerse fuera de la órbita de Buenos Aires, y, al mismo tiempo, llevar adelante profundas transformaciones sociales y económicas. El padre de la revolución paraguaya fue el doctor José Gaspar Rodríguez de Francia, un abogado de ideas jacobi162
Tomado de Frega: ob. cit., p. 285. Véase también José P. Barran y Benjamín Nahum: Bases económicas de la revolución artiguista, Montevideo, Ediciones de la Banda Oriental, 1968. 163
Norberto Galasso: Seamos libres y lo demás no importa nada. Vida de San Martín, Buenos Aires, Ediciones Colihue, 2000, p. 142. 164 Frega: ob. cit., p. 168. Las cursivas en el original.
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