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Polémicas sobre el sistema de dirección de la economía

debe ser la base de nuestro desarrollo; y que la industrialización del país –industrialización que no se detendrá- se podrá llevar a cabo en la misma medida en que logremos un extraordinario desarrollo agrícola.”310

Por ello, como parte de un ambicioso plan de expansión agropecuaria, se propuso la meta de duplicar en seis años el promedio de la producción anual de azúcar y de elevar en forma sustancial otros rubros tradicionales. Por ejemplo, se aspiraba que la masa ganadera pasara de los seis millones de cabezas existentes hasta ocho millones, para poder exportar cincuenta mil toneladas de carne vacuna.311

Polémicas sobre el sistema de dirección de la economía

Al mismo tiempo se desarrollaron por miembros del gobierno, con participación de la intelectualidad nacional y algunos extranjeros, debates públicos sobre el sistema de dirección económico más conveniente para el país y discusiones sobre los estímulos morales o materiales. Como apuntó Fernando Martínez: “La causa inmediata del debate fueron las diferencias de criterios en el seno de la revolución acerca de la conducción de la economía. La controversia no se limitó a la conveniencia de la autogestión o al Sistema Presupuestario de Financiamiento, a las relaciones entre estímulos materiales y morales, a temas de la práctica económica como el papel de la banca, los costos de producción, las relaciones entre empresas estatales, y otros. En realidad lo que se ventilaba era la elección de una política económica, a su vez inscrita en decisiones más generales acerca del camino del socialismo en Cuba.”312

Al parecer, la polémica fue abierta por el Che con su discurso en el aniversario del diario Noticias de Hoy, el 20 de mayo de 1963, aunque en realidad desde inicios de 1962 Guevara ya venía mostrando su preocupación por este tema. Como ha señalado Arnaldo Silva: “Gran parte de la década del sesenta es testigo, en Cuba, de la polémica en torno a dos sistemas de dirección de la economía: cálculo económico y sistema presupuestario de financiamiento. En el centro de la polémica va a estar el entonces ministro de Industrias, el comandante Ernesto Che Guevara, creador de este último. El primero de estos sistemas estaba tomado de la experiencia soviética y de otros países socialistas europeos.”313

310 En Cronología de la Revolución Cubana II, 1959-1965, op. cit., p. 224. 311 Zanetti: Esplendor y decadencia del azúcar en las Antillas Hispanas, op. cit., p- 308312 Fernando Martínez Heredia: “Prólogo a la presente edición”, en El Gran Debate sobre la economía en Cuba. 1963-1964. Ernesto Che Guevara, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2004, p. IX y XI. Este libro contiene los principios artículos publicados por los polemistas en la prensa de la época. 313 Arnaldo Silva, op. cit., p. 278.

Entre los defensores del cálculo económico figuraban viejos comunistas y nuevos marxistas, influidos por asesores soviéticos y de Europa Oriental, como Carlos Rafael Rodríguez y el comandante del Directorio Revolucionario Alberto Mora, ministro de Comercio Exterior, junto a Rolando Díaz Aztaraín y Marcelo Fernández, este último presidente del Banco Nacional, y el economista europeo, Charles Bettelheim, considerado un marxista ortodoxo. Teniendo como referente la experiencia de la URSS y otros países socialistas, proponían un sistema que diera cierta autonomía económica a las empresas y se apoyara en los incentivos materiales para aumentar la productividad. Todavía para la zafra de 1965, para estimular a los obreros azucareros, se entregaron a los mejores trabajadores del sector mil quinientos refrigeradores, mil motocicletas, quinientos viajes turísticos a los países socialistas y dos mil a la playa de Varadero.314

Frente a los partidarios del cálculo económico se situaba el otro grupo, defensores de un sistema presupuestario de financiamiento. Aquí podemos ubicar al Che Guevara, al ministro de Hacienda Luis Álvarez Rom, Enrique Oltuski de la JUCEPLAN y el economista europeo trotsquista Ernest Mandel, dirigente de la IV Internacional. En general, eran críticos de la experiencia de Europa Oriental y la URSS, que pretendían construir el socialismo con lo que calificaban de armas melladas del capitalismo.

Las discrepancias del Che con las fórmulas para construir el socialismo por los países socialistas europeos se acentuaron tras su postrera visita a la URSS en noviembre de 1964. En una de sus últimas cartas a Fidel Castro, fechada el 26 de marzo de 1965, el propio Guevara resumió su postura con esta frase “[...] eliminar las categorías capitalistas: mercancía entre empresas, interés bancario, interés material directo como palanca, etc.”.315 Por eso el Che y sus seguidores proponían eliminar la ley de la oferta y la demanda y avanzar rápidamente a una sociedad comunista.

En estas tesis, la planificación tenía un peso fundamental, se eliminarían los estímulos materiales a los trabajadores y todo el financiamiento correspondería al presupuesto central, basándose en el modus operandi de los monopolios norteamericanos nacionalizados que manejaban como si fuera una sola entidad a un conjunto heterogéneo de empresas.316 Como resumió Marcelo Fernández, adversario entonces de estas propuestas, “[...] el Che elaboró, como instrumento fundamental frente al sistema de cálculo económico que le daba una mayor autonomía a las empresas, un sistema presupuestario centralizado, según el cual no había

314 Pericás, op. cit., p.288. 315 En Ernesto Che Guevara: Epistolario de un tiempo. Cartas 1947-1967, op. cit., p. 298. 316 Kapcia, op.cit, pp.117-119.

fondos particulares de las empresas y, por consiguiente, un fondo centralizado y común regía todas las finanzas del conjunto económico empresarial. Al considerar al Estado como una gran empresa, el Che negaba la existencia de la categoría mercancía entre empresas estatales, y por tanto la necesidad de cobros y pagos entre ellas.”317

Ernesto Guevara también se opuso a los manuales de economía soviéticos y llego incluso a escribir apuntes para un libro crítico contra ellos que sólo se publicarían varias décadas después de su muerte.318 De ahí que el debate también se extendiera a la enseñanza del marxismo, polarizada a mediados de los sesenta entre el Departamento de Filosofía de la Universidad de La Habana –tras la salida de su dirección del antiguo militante comunista Gaspar Jorge García Galló-, partidario del estudio directo de los autores clásicos (Carlos Marx, Federico Engels y Vladimir I. Lenin), y la revista Teoría y Práctica, órgano de las Escuelas de Instrucción Revolucionaria (EIR) entre 1964 y 1967, defensora de la utilización de los manuales soviéticos.

La interrupción de esta publicación, y de Cuba Socialista, órgano a su vez del Partido Comunista de Cuba, coincidió con la aparición en febrero de 1967 de Pensamiento Crítico -que llegó a editar quince mil ejemplares de cada número- indicativo de a donde se inclinaba entonces la política gubernamental, pues el propio presidente Dorticós había dicho a los profesores del Departamento de Filosofía “[...] que los manuales de marxismos soviético que entonces se utilizaban en la docencia y en los estudios políticos, no servían para la revolución cubana”.319

Como ha explicado el entonces director de esta última publicación, Fernando Martínez: “Una de los fundamentos de esa oposición fue nuestra comprensión de que -a diferencia del marxismo de factura europea y específicamente del elaborado en la Unión Soviética- el pensamiento revolucionario latinoamericano -incluido el marxismosurgió y se desarrolló a partir de las resistencias y las luchas contra el colonialismo, el necolonialismo y por la justicia social. Como consecuencia de esa posición, desde 1965 erradicamos el estudio del llamado Materialismo Dialéctico e Histórico. A partir del año siguiente le

317 Marcelo Fernández Font: “Prólogo a la primera edición”, en El Gran Debate sobre la economía en Cuba, op. cit., p. XVIII. 318 Véase Orlando Borrego: Che, el camino del fuego, La Habana, Imagen Contemporánea, 2001. 319 Testimonio de Fernando Martínez citado por Rodríguez Rivera, op. cit., pp. 184-185. Más detalles en Yohanka León del Río: “Avatares del marxismo en la década de los sesenta en Cuba”, en Marxismo y Revolución, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2006, p. 202.

llamamos a nuestra disciplina Historia del Pensamiento Marxista, porque ese era el contenido de nuestra docencia.”320

Pero el Che no pudo seguir abogando por estas tesis, pues dejó su puesto como ministro de Industrias en 1965 para consagrarse a la lucha revolucionaria por la liberación de otros pueblos, después que el 24 de febrero de ese año, en el II Seminario Económico de Solidaridad Afroasiática en Argel, deslizara en su discurso ciertas críticas a las posiciones de algunos países socialistas hacia los problemas económicos del Tercer Mundo. Para el líder revolucionario “[...] los países socialistas son, en cierta manera, cómplices de la explotación imperial. Se puede argüir que el monto del intercambio con los países subdesarrollados constituye una parte insignificante del comercio exterior de estos países. Es una gran verdad, pero no elimina el carácter inmoral del cambio. Los países socialistas tienen el deber moral de liquidar su complicidad tácita con los países explotadores del occidente”. 321 El discurso fue publicado en Revolución unos días después al considerar que expresaba con claridad la posición de Cuba.

Ese fue el preámbulo de su salida hacia el Congo y Bolivia, donde sería asesinado por el ejército de este último país en octubre de 1967. No obstante, sus propuestas terminaron por prevalecer, aunque en su ejecución muchas de ellas fueron llevadas al extremo. Como bien advierte Zanetti: “Durante algunos años se mantuvo el debate y ambos sistemas estuvieron vigentes, pero a partir de 1965 -después de haberse producido la salida del Che a la lucha guerrillera- la balanza pareció inclinarse hacia la generalización del sistema presupuestario. La centralización que este entrañaba se consideraba más apropiada para alcanzar las elevadas metas productivas que -como se verá- entonces se fijaron, aunque en realidad tampoco sería el sistema del Che el empleado, puesto que algunos de sus principios básicos como el control de costos y del propio presupuesto se abandonaron, sino una singular -y confusa- mezcla de recursos pragmáticos y propuestas utópicas.”322

320 Luis Suárez Salazar: “Entrevista a Fernando Martínez Heredia”, en Revista Bimestre Cubano, Sociedad Económica de Amigos del País, La Habana, enero-junio-diciembre de 2019, Época III, pp. 78-79. 321 Citado por Darío de Urra Torriente: Che. El embajador viajero. África, 1959-1965, La Habana, Editorial José Martí, 2018, p. 208. Véase “Discurso del 24 de febrero de 1965, Seminario Económico de Solidaridad Afroasiática”, en Ernesto Che Guevara: Obras Escogidas 1957-1967, La Habana, Casa de las Américas, 1970, t. II, pp. 572-583. 322 Oscar Zanetti: Historia mínima de Cuba, op. cit., p. 281.

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