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Las nacionalizaciones frente al acoso estadounidense
Frente Independiente de Emisoras Libres (FIEL), bajo la dirección de José Pardo Llada.
Otro síntoma de la radicalización de la Revolución Cubana fue la exposición de Logros de la Ciencia y Técnica de la Unión Soviética, ya presentada en México y Estados Unidos, y que fue inaugurada en La Habana en febrero de 1960 con la presencia del viceprimer ministro de la URSS, Anastas Mikoyan. Al término de la estancia en Cuba del alto dirigente soviético, se firmó el primer convenio comercial con Moscú, que permitiría la venta de cinco millones de toneladas de azúcar hasta 1964 a precios del mercado mundial. 250
El 8 de mayo fueron restablecidas las relaciones diplomáticas con la Unión Soviética y el comandante Faure Chomón -quien en su discurso del 13 de marzo había abogaba públicamente por el reconocimiento de los países socialistas- nombrado primer embajador cubano en la URSS. Como colofón, en junio de 1960, Raúl Castro viajó a la capital soviética y se reunió con Nikita Jruschov. En opinión de Leonov: “Se puede afirmar, con toda seguridad, que esta visita tuvo una importancia vital para el futuro de la Revolución Cubana, pues le posibilitó recibir el armamento que tanto necesitaba”.251
En función de los planes agresivos de la CIA, el sector más conservador de la contrarrevolución, procedentes en su mayoría del viejo partido auténtico, encabezado por Manuel Artime, Tony de Varona, Justo Carrillo, José Ignacio Rasco y Aureliano Sánchez Arango, creó en México, el 22 de junio de 1960, el llamado Frente Revolucionario Democrático (FRD). Los sabotajes a la industria azucarera y otros sectores claves de la economía, el alzamiento de bandas armadas -desde septiembre de 1960 se movilizaron batallones de milicianos para combatir a los alzados en la Sierra del Escambray- y los atentados terroristas se volvieron fenómenos cotidianos; a la vez que Estados Unidos se encaminaba a desestabilizar al Gobierno Revolucionario por diferentes vías, entre ellas la puesta en marcha en la isla hondureña de Swan de una radio subversiva y mediante la amenaza de cortar el suministro de combustible con el fin de paralizar al país.
Las nacionalizaciones frente al acoso estadounidense
El inminente conflicto directo con Estados Unidos se desató a fines de junio de 1960. Estuvo motivado por la negativa de las refinerías
250 Más detalles en Pericás, op.cit., p. 70. 251 Leonov, op. cit., p. 151. El propio autor agrega (p. 152): “La Unión Soviética propuso una ayuda fraternal a Cuba en forma de suministro gratuito de medios técnico-militares, municiones y equipamiento necesarios.”
extranjeras -Standard Oil de New Jersey (Esso), Texas Company (Texaco) y la Royal Dutch Shell, compulsadas por el gobierno norteamericano- a procesar petróleo soviético, adquirido por Cuba a cambio de azúcar según lo acordado durante la visita de Mikoyan.252
El propio embajador norteamericano en La Habana, Bonsal, se opuso a la política de confrontación de Estados Unidos en este tema, según cuenta en sus memorias, recordando en comunicación al Departamento de Estado que con anterioridad también Argentina, Brasil y Uruguay habían adquirido petróleo soviético. En su opinión, ello “[...] no amenazaba seriamente la sustancia de la relación comercial entre Cuba y Estados Unidos”. En su argumentación añadió que “[...] si el gobierno cubano y sus amigos soviéticos eran capaces de enfrentar el desafío, el resultado sería el de darle a la Revolución Cubana un estímulo comparable al que recibió Nasser cuando se demostró que el Canal de Suez podía ser operado a pesar de la retirada de los pilotos occidentales -una maniobra diseñada para hacer recapacitar al dictador egipcio”.253 .
El desacato de los grandes consorcios petroleros, que seguían instrucciones de Washington, llevó al Gobierno Revolucionario a expropiar esas empresas el 28 de junio de 1960, amparado por una vieja ley de 1938 que las obligaba a refinar el combustible proporcionado por el Estado cubano. En represalia, el congreso de Estados Unidos autorizó el 30 de junio al presidente norteamericano a suprimir la totalidad de la cuota azucarera cubana, con el propósito de arruinar al país al dejarlo sin su principal mercado.254
Unos pocos días después, el consejo de ministros de Cuba aprobó a su vez el permiso para confiscar todas las grandes empresas industriales y agrarias de Estados Unidos en la Isla, mientras el 6 de julio el presidente Eisenhower cancelaba la cuota azucarera cubana.255 Pero, como apunta Blanca Torres: “El día 20 de julio se informó que la URSS estaba dispuesta a comprar las 700 000 toneladas en que había sido reducida la cuota cubana de azúcar, y pronto se llegó a un acuerdo para proveer armas a Cuba.”256
252 Cuba debía a esas mismas compañías unos cincuenta millones de dólares por pagos de sus suministros de combustible. Véase Silva Ardunay, op.cit., p. 281 253 Las citas en Alzugaray: La administración Eisenhower [...], op. cit., p. 133. 254 El sistema de cuotas para la venta del azúcar cubano en Estados Unidos había sido introducido en 1934 y garantizó la entrada del producto en ese mercado, aunque en una proporción muy inferior a sus niveles históricos, pero con un precio preferencial superior al del mercado mundial. Véase Oscar Zanetti, “Cuba: estancamiento [...]”, op. cit., 116 y ss. 255 Desde entonces Cuba no vendió más azúcar a Estados Unidos, aunque en rigor jurídico lo que se suprimió el 6 de julio fueron las ventas pendientes de 1960, pues la supresión formal de la cuota para 1961 se produjo el 16 de diciembre de ese mismo año. 256 Blanca Torres, op. cit., p. 32.
La dura respuesta cubana llegó finalmente el 6 de agosto en un acto público en el stadium de El Cerro en presencia de centenares de extranjeros asistentes al I Congreso Latinoamericano de Juventudes, entre ellos el ex presidente de Guatemala Jacobo Arbenz: la nacionalización de todas las grandes empresas industriales y agrarias norteamericanas -fábricas, minas, compañías de teléfonos, electricidad, ferrocarriles y otras muchas entidades-, complementada el 17 de septiembre con la confiscación de todos sus bancos. Según el decreto de nacionalización emitido por el Gobierno Revolucionario, los Estados Unidos podrían decidir sobre la compensación, pues si seguían comprando azúcar cubano en los próximos años el excedente por encima de tres millones de toneladas sería destinado a pagar a los inversionistas expropiados.257
En otra carta al Departamento de Estado, el propio embajador estadounidense Bonsal criticó abiertamente la política de sanciones de su país y propuso aceptar el ofrecimiento cubanom así como mantener una cuota en el mercado norteamericano de al menos 2,5 millones de toneladas de azúcar para facilitar la compensación. Dos meses después, Bonsal fue llamado a Washington y no volvió más a la Isla.258
A continuación, el Gobierno Revolucionario declaró una semana de festejos populares y se organizaron entierros y funerales simbólicos de las compañías norteamericanas expropiadas. Según el testimonio de Luis Buch: “En la escalinata del Capitolio Nacional se expuso los sarcófagos de las empresas yanquis nacionalizadas. El 13 de agosto, los ataúdes simbólicos fueron lanzados al mar.”259
En ese ambiente festivo, fue que la VIII Asamblea Nacional del PSP, reunida precisamente ese mismo mes de agosto, reconoció, mediante una intervención de su secretario general Blas Roca, a Fidel Castro como máximo líder, manifestando su competa adhesión a la política revolucionaria del gobierno. Para un miembro de esta misma organización que daba su espaldarazo al curso que tomaba la Revolución, Carlos Rafael Rodríguez, la significación de estas medidas eran trascendentales: “De ese modo, en el mes de agosto de 1960 la nacionalización le había conferido al estado cubano una importancia decisiva en el terreno económico: La propiedad del 40% de la tierra, del 37,6% de la industria azucarera, representada por las unidades más productivas y poderosas; el dominio de los servicios públicos fundamentales (electricidad y teléfonos) de los ferrocarriles, que ya habían pasado a control estatal en el período prerrevolucionario; e importantes porciones de la producción industrial,
257 Véase Huberman y Sweezy, op. cit., p. 321. 258 Consúltese Alzugaray: La administración Eisenhower [...], op. cit., p. 161. 259 Buch y Suárez: Otros pasos [...], op. cit., p. 294
entre ellas casi el 50% de las 14 fábricas que ocupaban a más de 500 trabajadores.”260
Estas disposiciones se complementaron el 13 de octubre de ese mismo año con la expropiación de otros grandes consorcios extranjeros y de los principales bienes de la burguesía cubana: casi cuatrocientas compañías, incluyendo más de cien fábricas de azúcar, cincuenta industrias textiles, ocho empresas de ferrocarriles, once circuitos cinematográficos, trece tiendas por departamentos, dieciséis molinos arroceros, seis fábricas de bebidas alcohólicas, once tostaderos de café, cuarenta y siete almacenes comerciales y seis fábricas de leche condensada. Esto es, los bancos, las grandes industrias y las más importantes empresas comerciales mayoristas y minoristas de la burguesía cubana, situada ya abiertamente al lado de la contrarrevolución y de los Estados Unidos, lo que entregó al Estado el control directo de todas las empresas nacionales y foráneas con más de veinte y cinco trabajadores.
La promulgación casi simultánea, el 14 de octubre de 1960, de la ley de reforma urbana, posibilitó que las casas y edificios arrendados pasaran a ser propiedad de sus ocupantes, mediante el pago del precio legal en mensualidades equivalente al alquiler, lo que permitiría que en relativamente poco tiempo la inmensa mayoría de las viviendas pudieran ser de sus inquilinos. Con todas estas medidas, Fidel Castro consideró que se había cumplido el programa del Moncada, cerrando lo que llamó “La primera etapa de nuestra Revolución”. 261 Para algunos observadores, como el agrónomo francés René Dumont, a ese resultado se había llegado debido a que “[...] la revolución cubana se radicalizó bajo la presión de los acontecimientos, y por la estupidez y el empecinamiento de los Estados Unidos”.262
En represalia, el 19 de octubre Estados Unidos prohibió las exportaciones a Cuba, exceptuando los alimentos y medicamentos que no estuviesen subvencionados. La proclamación de estas sanciones contra Cuba fue respondida el 24 de ese mismo mes por el gobierno de la Isla con la expropiación de todas las restantes empresas norteamericanas, un total de ciento sesenta. Con esta última medida, como apareció al día siguiente reflejado en el New York Times, se “[...] suprimió virtualmente las principales inversiones de ciudadanos norteamericanos en Cuba”.263
260 Carlos Rafael Rodríguez, op. cit., p. 123.. 261 Palabras de Fidel Castro ante la televisión el 15 de octubre de 1960. En Cronología de la Revolución Cubana II, 1959-1965, La Habana, Escuelas de Instrucción Revolucionaria del PCC, [1966], t. II, p.55. 262 Rene Dumont: Cuba, ¿es socialista?, México, Editorial Tiempo Nuevo, 1973, p. 27. 263 Citado por Huberman y Sweezy, op. cit., p. 321.
Con la adopción de este conjunto de decretos, la Revolución Cubana enrumbaba al socialismo, aunque este todavía no se había proclamado abiertamente. Según un profesor cubano radicado en Estados Unidos: “Los efectos de este proceso de cambios radicales no pueden resumirse fácilmente. Los mismos afectaron la vida de todos los cubanos que, dependiendo en gran medida de su origen social, respondieron a los cambios revolucionarios de diferente manera. Las clases altas predominantemente blancas y los sectores más acaudalados de la clase media salieron del país y encontraron refugio en Miami, donde intentaron recrear una Cuba que ya no existía. Las clases bajas se reunieron en apoyo de la revolución y su líder. Según una encuesta realizada en 1962, el 70 por ciento de los obreros tenía una actitud favorable hacia la revolución. El porcentaje era más alto aun entre los obreros negros: del 80 por ciento.”264
Como resultado de la radicalización del Gobierno Revolucionario, entre 1960 y 1962 más de doscientas mil personas emigraron, en su mayor parte de la burguesía y sectores acomodados de las capas medias y profesionales, lo que constituyó la primera oleada masiva de cubanos a Estados Unidos. Después que el presidente norteamericano suspendió los vuelos entre los dos países en 1962, situación que se mantuvo hasta 1965, ingresaron otros treinta mil cubanos por vías indirectas.265
También como consecuencia de la agudización de la lucha de clases apareció el denominado Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR), la primera y más importante de las organizaciones contrarrevolucionarias de la derecha católica, creada en Costa Rica el 8 de junio de 1960. Entre sus fundadores figuraban ex oficiales del Ejército Rebelde y antiguos miembros del M-26-7, entre ellos Ricardo Lorié, Antonio Michel Yabor, Higinio (Nino) Díaz y Manuel Artime.
Esa agrupación contó desde sus inicios con el respaldo de la CIA. “Gracias a este apoyo, el MRR llegó a convertirse en una de las organizaciones más representativas de la oligarquía nacional y en uno de los grupos contrarrevolucionarios más activos de los primeros momentos. De hecho, constituyó uno de los núcleos originales de la contrarrevolución, toda vez que muchas personas, que después formaron otras organizaciones, comenzaron conspirando con este grupo.”266
Casi paralelamente, en mayo de 1960, varios veteranos dirigentes auténticos, encabezados por Tony de Varona, fundaban en el exterior otra organización opositora que funcionó en este convulso periodo: Rescate
264 Alejandro de la Fuente, op. cit., p. 379. 265 En correspondencia, en 1960 menos del 7% de la comunidad emigrada cubana era negra y diez años después sólo lo era el 2,6%. Más del 30% de los emigrantes eran empresarios, técnicos y profesionales. Véase Arboleya, op. cit., pp. 191-193. 266 Ibid., pp. 71-72.