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Derrota de la ofensiva batistiana en la Sierra Maestra
Che Guevara, a pesar de que todavía no pertenecía al alto mando del movimiento.
En la decisiva reunión se criticaron los errores de la huelga de abril y se unificó en la Sierra Maestra la dirección política y militar del 26, al que se le creaba un comité ejecutivo con Fidel Castro de secretario general y comandante en jefe.148 Además, se ratificó a Manuel Urrutia como el candidato a la presidencia provisional, mientras Haydeé Santamaría era designada tesorera del M-26-7 y se mantenía a Marcelo Fernández como coordinador.
Faustino Pérez y David Salvador, principales responsables del fracaso de la huelga del 9 de abril, fueron sustituidos en sus cargos. La terminación de la decisiva reunión casi coincidió con la llegada a la Sierra Maestra del primer envío de armas procedentes de Costa Rica, gracias al apoyo del presidente tico José Figueres. En la aeronave, conducida por Pedro Luis Díaz Lanz, también arribaron a las montañas orientales Pedro Miret y Huber Matos.149
Derrota de la ofensiva batistiana en la Sierra Maestra
El duro revés que significó la fallida huelga de abril trajo otras consecuencias, entre ellas la de endurecer al régimen de Batista, como ya preveía el embajador norteamericano en La Habana Smith en comunicación al Departamento de Estado: “Tengo la impresión de que Batista va a ser menos receptivo ahora que antes a las sugerencias de liberalización de su régimen, aunque nuestras relaciones continúan siendo completamente cordiales y amistosas.”150 En efecto, tras el fracaso de la huelga de abril se iniciaría el 24 de mayo de 1958 la ofensiva militar de Batista contra la Sierra Maestra, denominada Plan FF (Fin de Fidel o Fase Final).151
Veinte días después comenzaron los enfrentamientos de los casi doce mil efectivos movilizados por la dictadura, estructurados en catorce batallones de infantería y siete compañías independientes, contra los trescientos hombres armados del Ejército Rebelde. En forma previsora, Fidel Castro había replegado sus columnas hacia La Plata, con la excepción de la que se encontraba en el más alejado II Frente Oriental, en la Sierra Cristal, guiada por Raúl Castro.
148 Véase Enzo Infante Uribazo: “La reunión de Altos de Mompié”, en Memorias de la Revolución I, La Habana, Editorial Imagen Contemporánea, 2008, pp. 324 y 341. 149. La versión de este último en Como llegó la noche. Memorias, Barcelona, Tusquets Editores, 2002, p. 75 y ss. 150 Citado por Alzugaray: La política de Estados Unidos [...], op. cit., p. 57. 151 Pérez Rivero, op.cit., pp 70-74
Las fuerzas reagrupadas en la Sierra Maestra, junto a un contingente inexperto recién llegado de Santiago de Cuba, estaban dispuestas a dar la batalla decisiva, que el máximo líder rebelde consideraba determinaría el curso ulterior de la contienda. Terminaba la etapa de lucha guerrillera y comenzaba la guerra de posiciones y movimientos.
El 25 de mayo el batallón guiado por el teniente coronel Ángel Sánchez Mosquera, apoyado por tanques y aviones, inició el ataque a los caseríos de Minas de Bueycito y Las Mercedes, en el sector nororiental rebelde. El 5 de junio desembarcó por playa Las Cuevas, en la costa sur, otro batallón conducido por el comandante José Quevedo, que no tardó en adentrarse en la propia cordillera oriental.152
A pesar de la tenaz resistencia de un puñado de combatientes, en una defensa escalonada diseñada por Castro, el ejército, que llevaba la iniciativa táctica, fue ganando terreno hasta ocupar Santo Domingo y las Vegas de Jibacoa. A mediados de ese mes, ambos contingentes gubernamentales sólo estaban separados por siete kilómetros en línea recta, aunque en un terreno agreste y montañoso.
En la batalla de Santo Domingo, entre el 26 y 29 de junio, el Ejército Rebelde emboscó a los soldados de Sánchez Mosquera, deteniendo su avance, lo que dio un giro a las operaciones militares en la Sierra Maestra. A continuación, entre el 11 y 21 de julio, se libró la batalla más importante en Jigüe, a diez kilómetros del Pico Turquino. Este lugar, un pequeño valle rodeado de alturas, devenido en ratonera para el batallón 18, comandado por Quevedo, gracias al dominio rebelde de la topografía, obligó a los sitiados a rendirse a las tropas de Fidel Castro.
Fue el comienzo de la contraofensiva rebelde.153 Del 25 al 28 de julio se extendió la segunda batalla de Santo Domingo, en la que Sánchez Mosquera, también acorralado, debió retirar sus fuerzas y el mismo fue evacuado herido. A esta nueva derrota, siguió unos días después la de Las Mercedes (30 de julio al 6 de agosto), que significó el fracaso definitivo de la ofensiva de verano de Batista y el viraje estratégico de la guerra.
En resumen, después de setenta y cuatro días de duros enfrentamientos, el Ejército Rebelde, rodeado de efectivos muy superiores, y sin abastecimientos del exterior, venció en más de treinta combates y seis batallas de envergadura a las más selectas tropas de la dictadura, que disponían de modernos recursos bélicos, entre ellos
152 El análisis del propio jefe enemigo en José Quevedo Pérez: El último semestre, La Habana, Ediciones Unión, 1982. 153 Véase Fidel Castro Ruz: La contraofensiva estratégica. De la Sierra Maestra a Santiago de Cuba, La Habana, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, 2010, p. VIII y ss.