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Cultural

Viernes 30 de mayo 2014

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GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ: MAESTRO DE MAESTROS

El mundo de las letras y del periodismo recordará siempre a uno de sus grandes maestros, pero los mundos mágicos y reales permanecerán en cada uno de sus lectores. Por: Natalia Galvis Jiménez

Cuando Gabo cumplió los 86 años.

E

l colombiano es considerado un gran escritor de la literatura en español y es autor de algunas de las más grandes novelas, entre ellas la reconocida Cien años de soledad. Los reconocimientos que recibió a lo largo de su carrera, fueron: El Premio Dimitrov de Bulgaria, la Condecoración del Águila Azteca de México y la Orden Félix Varela de primer grado de Cuba y a esto se añade el doctorado que le otorgó la Universidad de Columbia y finalmente el gobierno francés lo galardonó con la Legión de Honor. Después de una serie de inconvenientes presentados en Colombia por aspectos políticos el escrito vivió sus últimos años retirado de la vida pública. El periodismo en la vida de Gabo Su pasión por la escritura en la adolescencia fue muy fuerte, dando sus primeros pasos como cronista en el diario El Universal y El Heraldo de Barranquilla. Muchos años después fundó su propia organiza-

ción periodística (la FNPI) y en Bogotá la agencia cubana de noticias Prensa Latina, compró una revista (Cambio) y creó instituciones dedicadas al cine como la famosa Escuela de los Baños, en Cuba. En 1955 fue a Europa como corresponsal del diario El Espectador, en ese tiempo alternaba su trabajo de periodista con la preparación de su legendario cuento largo, o novela corta, El coronel no tiene quien le escriba. En 1961 se fue a vivir a México, donde permaneció hasta el final de su vida. Allí publicó la primera novela que lo hizo conocido, El coronel no tiene quien le escriba pero el verdadero reconocimiento de este escritor a nivel mundial lo alcanza en 1967, cuando salió a la luz “Cien años de soledad”. La publicó Editorial Sudamericana, en Buenos Aires, luego de que otras rehusaran hacerlo, descreyendo de sus probabilidades de éxito. Finalmente en los últimos años de su vida, se mantuvo alejado de la política y su producción literaria

menguó notablemente. En 2004, a los 77 años, publicó su última novela corta, Memoria de mis putas tristes. El día a día de un maestro En 1947, presionado por sus padres, se trasladó a Bogotá a estudiar derecho en la Universidad Nacional, donde tuvo como profesor a Alfonso López Michelsen y donde se hizo amigo de Camilo Torres Restrepo. La capital del país fue para García Márquez la ciudad del mundo que más lo impresionó, pues era una ciudad gris, fría, donde todo el mundo se vestía con ropa muy abrigada y negra. García Márquez se llegó a sentir como un extraño, en un país distinto al suyo: Bogotá era entonces “una ciudad colonial, de gente introvertida y silenciosa. La Universidad Nacional permaneció sólo hasta el 9 de abril de 1948, pues, a consecuencia del “Bogotazo”, la Universidad se cerró indefinidamente. A principios de los años cuarenta comenzó a gestarse en Barranquilla una especie de asociación de amigos de la literatura que se llamó el Grupo de

Cortesía: .Excelsior

Barranquilla al cual Gabriel García Márquez se vinculó. En febrero de 1954 García Márquez se integró en la redacción de El Espectador, donde inicialmente se convirtió en el primer columnista de cine del periodismo colombiano, y luego en brillante cronista y reportero. El año siguiente apareció en Bogotá el primer número de la revista Mito, bajo la dirección de Jorge Gaitán Durán, el año siguiente este escritor ganó el primer premio en el concurso de la Asociación de Escritores y Artistas. Vivió una larga temporada en París, y recorrió Polonia y Hungría, la República Democrática Alemana y Checoslovaquia. Continuó como corresponsal de El Espectador, aunque en precarias condiciones, escribió dos novelas, El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora, vivía pobre, esperando el giro mensual que El Espectador debía enviar pero que demoraba debido a las dificultades del diario con el régimen de Rojas Pinilla. Fue corresponsal del

Independiente, cuando El Espectador fue clausurado por la dictadura, y colaboró también con la revista venezolana Élite y la colombianísima Cromos. Recuerdos para toda una vida Para sus familiares, amigos y amigas entrañables, el proceso de resignación por la muerte de un ser amado fue difícil y doloroso, pues nuestro apego a la vida es instintivo y queremos que los seres humanos no se marchen definitivamente hacia la nada. Grandes enseñanzas nos dejó este escritor, grandes huellas e imborrables acontecimientos en la mágica historia. Gracias a Gabo por mostrarnos de una forma tan especial la literatura y de una u otra manera dejarnos conocer su vida por medio de la misma. Se fue gran artista pero deja sus grandes obras para disfrutar por la eternidad, premios, palabras y demás. que se quedan en la vida de muchos.


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